Baal
Personajes
Baal, poeta lírico.
Mech, comerciante al por mayor y editor.
Emili, su mujer.
Dr. Piller, crítico.
Johannes Schmidt.
Pschierer, Director de Aguas.
Un joven.
Una señora joven.
Johanna.
Ekart.
Luise, camarera.
Las dos hermanas.
La dueña de la casa.
Sophie Barger.
El vagabundo.
Lupu.
Mjurk.
La soubrette.
Un pianista.
El párroco.
Bolleboll.
Gougou.
El viejo mendigo.
Maja la pordiosera.
La mujer joven.
Watzmann.
Una camarera.
Dos gendarmes.
Carreteros.
Campesinos.
Leñadores.
CORAL DEL GRAN BAAL
Cuando Baal ya crecía en el seno materno
Era pálido el cielo, era grande y eterno,
Tan desnudo y tan joven, casi un cielo irreal,
Como Baal lo quería, cuando al fin nació Baal.
Y el cielo estaba allí, con pena o alegría,
También si Baal dormido, feliz, no lo veía:
De noche era violeta y Baal un borrachón
Devoto en la mañana color melocotón.
Y va de rasca en rasca, iglesia u hospital,
Baal sigue indiferente, cambiando de costumbre.
Por más que esté cansado, jamás se hundirá Baal:
Hará bajar al cielo, con toda certidumbre.
En masa vergonzosa de pobres pecadores
Se arroja Baal desnudo, revolcándose en paz:
El cielo únicamente, el cielo y sus colores
Recubren majestuosos su desnudez procaz.
Y el mundo, mujerzuela que se entrega riendo
A todo el que se deja en sus piernas triturar
Le dio algún que otro éxtasis, que le iban complaciendo,
Mas Baal nunca moría: no hacía más que mirar.
Y si Baal veía sólo cadáveres en torno
Disfrutaba aún el doble, sin ningún embarazo.
Aún hay sitio, decía, no nos causa trastorno,
Aún hay sitio, decía, en este amplio regazo.
La mujer, dice Baal, que os lo ha dado ya todo,
¡Que se vaya a paseo y que encuentre acomodo!
Nunca teme a los hombres: con mujer, son igual.
Pero teme a los hijos el mismísimo Baal.
Cualquier vicio, no hay duda, siempre sirve de algo,
Y también los viciosos, yo ni entro ni salgo.
Si los vicios son buenos, hay que hacer de manera
Que se tenga más de uno, porque el tiempo no espera.
Pero no seas vago, no me seas tan flojo.
¡Disfrutar siempre exige, como hay Dios, mucho arrojo!
Hace falta ser fuerte y tener experiencia:
Y un gran vientre requiere muchas veces paciencia.
Hacia los gordos buitres Baal levanta la vista,
En el cielo ya es eran el cadáver de Baal.
Pero él se hace el muerto y no hay quien se resista.
Baal se zampa a los buitres, silencioso y genial.
En el Valle de Lágrimas, bajo estrellas sombrías,
Pasta Baal en los prados, chasqueando la lengua.
Cuando están ya pelados y han quedado baldíos,
Duerme siesta en el bosque, más su sueño no mengua.
Y si el oscuro seno se lo lleva consigo:
¿Qué es el mundo para él? Baal está siempre lleno.
Y es que ha sido del cielo tantas veces testigo,
Que hasta muerto su cielo es un cielo sereno. '
Cuando Baal se pudría ya quizá en el infierno
Era pálido el cielo, era grande y eterno,
Tan desnudo y tan joven, casi un cielo irreal.
Tal como Baal lo quiso, tal como lo vio Baal.
COMEDOR
Mech, Emilie Mech, Pscbierer,
Jobamzes Schmidt, el Dr. Piller, Baal y otros invitados entran por una puerta de dos bajas
MECH, a Baal: ¿Un poco de vino, señor Baal? Todos se sientan, Baal en el puesto de honor. _ MECH. ¿Le gustan los cangrejos? Esto es cadáver de anguila.
PILLER, a Mecb: Me alegro de que los inmortales poemas
del señor Baal, que he tenido el honor de leerle, hayan
merecido su aprobación. A Baal: Tiene usted que publicar su poesía. El señor Mech aga como un mecenas. Podrá usted dejar su buhardilla.
MECH. Compro troncos de canela. Bosques enteros de
troncos de canela bajan flotando para mi por los ríos
brasileños. Pero ublicaré también su poesía.
EMILIE. ¿Vive usted) en una buhardilla?
BAAL, comiendo y bebiendo: Klauckestrasse 64.
MECI-1. En realidad, estoy demasiado gordo para la poesía. Pero tiene usted el cráneo como un hombre del archipiélago malayo, que tenía la costumbre de que lo hicieran trabajar a latigazos. Sólo trabajaba enseñando los
dientes.
PSCI-IIERER. Señoras y señores. Lo confieso francamente:
me ha conmovido encontrar a un hombre así en condiciones tan modestas. Como ustedes saben, descubrí
a nuestro querido maestro en mi oficina cuando era un
simple principiante. Me atrevo a decir que es una vergüenza para nuestra ciudad dejar que una personalidad
14 _ Bertolt Brecht '|'i~.iirn completo, 1 15
así trabaje a sueldo. Lo felicito, señor Mech, porque
su salón será llamado cuna de la fama mundial de este
genio, sí señor, genio. ¡A su salud, señor Baal!
BAAL hace im gesto de rechazo; come.
PILLER, Escribiré un ensayo sobre usted. ¿Tiene originales? Yo puedo contar con los periódicos.
UN JOVEN. ¿Cómo consigue esa condenada ingenuidad,
querido maestro? Es algo realmente homérico. Consiero a Homero como una o varias personas, sumamente cultas, que adaptaban con gran gusto la ingenuidad
de las_ epopcyas populares.
UNA SENORA JOVEN. A mí me recuerda usted más a Walt
Whitman. Pero en más importante. Digo yo.
OTRO HOMBRE. Y, sin embargo, tiene más bien algo de
Verhaeren, digo yo.
P1LLER.¡Verlaine! ¡Verlaine! Hasta en su fisonomía. No
se olviden de nuestro Lombroso.
BAAL.” Un poco más de anguila, por favor.
LA_SENO1_{A JOVEN. Pero usted tiene la ventaja de ser más
impúdico.
JOI-IANNES. El señor Baal les canta sus poemas a los carreteros. En una taberna, a orillas del río.
EL JOVEN. Santo cielo, usted, maestro, es mejor que todos ésos. Los poetas de hoy no le llegan a la altura del
zapato.
EL OTRO HOMBRE. En cualquier caso, es una esperanza.
BAAL. Un poco más de vino, por favor.
EL JOVEN. Lo considero el precursor del gran Mesías de
la poesía europea, al que esperamos con absoluta certeza para el futuro más inmediato. .-
LA SEÑORA JOVEN. Venerado maestro, señores. Permitanme que les lea un poema de la revista «Revolución»,
que les interesará igualmente. Se levanta y lee:
«El poeta evita los acordes luminosos.
Sopla las trompetas, fusti a el tambor.
Levanta a su pueblo con frases cortadas.
El mundo nuevo
16 Bertolt Brecht
Y estaban todos temblando
Sobre el follaje frondoso
Al oír las manos del Padre
con su veteado hermoso»
Aplausos
VOCES. Genial. -Demoníaco y, sin embargo, de buen
gusto. -Sencillamente divino.
LA SEÑORA JOVEN. En mi opinión, es lo que más se aproxima al sentimiento cósmico de Baal.
MECH. Tendría usted que viajar. Los montes abisinios.
Le gustarían.
BAAL. Ellos no vienen a mí.
PILLER. ¿Para ué? ¡Con su sentimiento vital! Sus poemas me han iiiecho una gran impresión.
BAAL. Los carreteros me pagan algo cuando les gustan.
MECH bebe: Publicaré su poesía. Dejaré que vayan a la
deriva los troncos de canela o haré ambas cosas.
EMILIE. No deberías beber tanto.
BAAL. No tengo camisas. Unas camisas blancas me vendrían bien.
MECI-1. ¿No le interesa la cuestión editorial?
BAAL. Pero tendrian que ser suaves.
PILLER, irónico: En su opinión, ¿en qué podría serle útil?
EMILIE. Escribe usted unos oemas tan maravillosos, señor Baal. Se muestra en ellos tan delicado.
BAAL, a Emilie: ¿No quiere tocamos algo en el armonio?
Emilie toca.
MECI-I. Me gusta comer al son del armonio.
EMILIE, a Baal: Por favor, no beba tanto, señor Baal.
BAAL, mirando a Emilie: ¿Así que flotan troncos de canela para usted, Mech? ¿Bosques enteros talados?
EMILE. Puede beber cuanto quiera. Sólo era un ruego.
PILLER. También bebiendo promete usted mucho.
BAAL, a Emilie: ¡Toque usted más alto! Tiene hermosos
brazos.
lixtir ando el del tormento,
Isla cli: una Humanidad feliz.
Discursos. Manifiestos.
Cantos en las tribunas.
El nuevo santo, Estado,
Predicad la sangre de los pueblos, sangre de su sangre,
inoculada.
Comienza el paraíso. '
-¡Difundamos una atmósfera de grisú!-
¡Estudiad! ¡Preparaos! ¡Adiestraos!››
Aplansos
LA SEÑORA JOVEN, precipitadamente ¡Permítanme! Hay
otro poema más en este número. Lee:
«El sol lo había cocido
El viento lo había secado
Los árboles no lo querían,
Lo daban siempre de lado.
Sólo un acerollo bueno
Poblado de bayas rojas
Como con lenguas de fuego,
Le dio refugio en sus hojas.
Y allí quedó balanceándose,
Sus pies todavía en el suelo,
Y el sol poniente con sangre
bañó sus flancos de duelo,
Y golpeó los olivares
Atravesando el paisaje,
Dios, con su túnica blanca,
se apareció entre el celaje.
En las campiñas floridas
Serpientes cantan su amor,
Y en las gargantas de plata
Gorjeaba un suave rumor.
Ii-.nro completo, 1 17
Emilie se interrumpe y se acerca a la mesa.
'|l,.LER. ¿Es que no le gusta la música en sí?
ii/\1:L. No puedo oír la música. Hablan ustedes demasiado.
'lLLER. Es usted un uerco espín extraño, Baal. Parece
que no quiere que io publiquen.
MAL. ¿No comercia también con animales, Mech?
MECI-I. ¿Tiene usted algo en contra? _ MAL, acariciándole a Emilie el brazo: ¿Por qué le interesan mis poemas?
MECH. Sólo quería hacerle un favor. ¿Por qué no nos pelas unas manzanas, Emilie? _ PILLER. Tiene miedo de que lo exploten... ¿No se le ha
ocurrido aún en qué podría servirle?
BAAL. ¿Lleva siempre unas mangas tan amplias, Emilie?
EMILIE. Ahora sí que debería dejar el vino.
PSICHIERER. Quizá debiera ser un tanto precavido con el
alcohol. Muchos genios...
MECH. ¿No quiere darse un baño? ¿Hago que le preparen una cama? ¿Ha olvidado alguna otra cosa?
PILLER. Ya van rio abajo sus camisas, Baal.
BAAL bebe: ¿Por qué ese monopolio? Váyase a la cama,
Mech. _ MECI-I, ae se ha levantado.- Me gustan todos los animalitos de Dios. Pero con éste no se puede tratar. Vamos,
Emilie; vamos, señores.
Todos se ban levantado indignados
VOCES. ¡Señor! -¡Inaudito! -¡Es algo que...!
PSCI-IIERER. Señor Mech, estoy trastornado...
PILLER. Su poesía tiene algo de perverso.
BAAL, a jobamies: ¿Cómo se llama este señor?
Joi-IANNES. Piller.
BAAL. Piller, puede usted mandarme periódicos viejos.
PILLER, saliendo: ¡Para mí usted no existe! Ni existe para
la Literatura.
18 Bertolt Brecht
Salen todos menos Baal. - CRIADO, entrando: Su abrigo, senor.
BUI-IARDILLA DE BAAL
Noche estrelladn. junto a la ventana Baal y ei joven
johaimes. Contempløm el cielo.
BAAL. Cuando se está de noche sobre la hierba, tendido,
se siente en los huesos que la Tierra es redonda y que
volamos y que en este astro hay animales que devoran
sus plantas. Es uno de los astros más pequeños.
JOHANNES. ¿Sabe algo de astronomía?
BAAL. NO.
Silencio.
JOHANNES. Tengo una amada que es la mujer más inocente del mundo, pero en sueños vi una vez cómo la
oseía un enebro: su blanco cuerpo estaba tendido soEre el eriebro, que la abrazaba con sus ramas nudosas.
Desde entonces no uedo dormir.
BAAL. ¿Has visto ya ai)guna vez ese blanco cuerpo?
JOHANNES. No. Ella es inocente. Hasta sus rodillas...
¿Hay muchos grados de inocencia, no? Sin embargo,
cuando a veces, de noche, la acompaño del brazo para
dar un paseo, tiembla como una hoja, pero sólo de noche. Y yo soy demasiado débil para hacerlo. Tiene diecisiete años.
BAAL. En tu sueño, ¿le gustaba a ella el amor?
JOHANNES. Sí.
BAAL. ¿Lleva ropa interior blanca en torno al cuerpo, una
camisa de nieve entre las rodillas? Cuando la hayas poseído, quizá no sea más que un montón de carne sin rostro.
JOHANNES. Dice usted lo que siento siempre. Yo pensa20 Bertolt Brecht
la piel, las articulaciones son suaves como plantas al " viento, y la violencia del choque, que cederá, es como
volar contra la tem estad, y e cuerpo de ella rueda sobre ti como grava firía. Pero el amor esitambién como ' un coco, que es bueno mientras está fresco, y hay que
escupir cuando el jugo ha sido exprimido y queda sólo
la pulpa, que sabe amargo. Tim la guitarra. Pero ya
me he cansado de la canción. " JOI-IANNES. Entonces, ¿quiere usted decir que debo ha-1.
cerlo, ya que es algo tan bonito? i
BAAL. Quiero decir que debes guardarte de hacerlo, ¡jo-.
hannes! 1
TASCA
Mañana. Baal. Carretros. E/cart al fondo con la
camarera Luisa. Por la 'ventana se ven makes blancas i
BAAL, contándoles .fx los carreteras: El me echó de sus.--
blancos salones porque vomité su vino. Pero su mujercorrió detrás de mí y, por la noche, hubo una fiesta.
Sin embargo, ahora no puedo quitármela de encima y
estoy harto. _ CARRETEROS. Esa se merece unos azotes en el trasero.,
--Son calientes como yeguas, pero más estúpidas.-_
¡Tendrían que comer ciruelas! ---Yo 'siempre le doy una'-.
paliza a la mía, antes de contentarla. _
JOHANNES entre con ]oÍa.«:mna: Esta esjohanna.
BAAL, ri los carreteros, que se dirigen hacia elfondo. Aho-Í
ra estoy con vosotros para cantaros algo. Buenos días,
Johanna.
JOHANNA. ¡johannes me ha leído canciones suyas!
BAAL. Vaya. ¿Cuántos años tiene?
JOHANNES. Cumplió diecisiete en junio.
JOHANNA. Estoy celosa. Siempre está hablando de usted;
BAAL. ¡Está enamorada de su Johannes! Estamos en pri-¿j
-n-__. - 1-111;. :n_n ;_ _ --_- _ f W* ---- - -- __;;:_ .:_::†_7_1† fïff
l'i'.i| ru completo, 1 l9
lm que era un cobarde. Comprendo: también usted
cree que un abrazo es algo sucio.
li/ml.. Eso es lo que gruñen los cerdos cuando no lo consiguen. Pero si estrechas esas caderas virginales, te convertirás en Dios por el miedo y la felicidad de esa criatura. Lo mismo que el enebro tiene muchas raíces enirelazadas, tendréis muchos miembros en un solo lecho, y allí latirán los corazones y correrá la sangre.
|i il IANNES. ¡Pero la Ley lo castiga, y los padres!
Ii/\/il.. Tus padres -coge la uitarra- son personas aniicuadas. ¿Cómo pueden aìrir la boca, en la que pueden verse sus dientes podridos, para hablar contra el
amor, del que puede morir cualquiera? Porque si no
soportáis el amor, tendréis que vomitaros encima. Afina la guitarra.
|i›I-IANNES. ¿Se refiere al embarazo?
MAL, dando unos acordes bruscos: Cuando el verano pálido y suave se aleja flotando y ellas están empapadas
de amor como esponjas, se convierten de nuevo en animales, malvados y ueriles, deformes con sus vientres
abultados y sus peclliios colgantes y con brazos pegajosos como viscosos pólipos, y sus cuerpos se desintegran y debilitan hasta morir. Y paren con gritos monstruosos, como si se tratase de un nuevo universo, un
pequeño fruto. Vomitarán entre sufrimientos lo que un
día absorbieron con lujuria. Pimtea escalas. Hay
que tener dientes; entonces el amor es como cuando
se muerde una naranja y el jugo nos chorrea entre los
dientes.
JOHANNES. Tiene los dientes de un animal: amarillentos,
sólidos, inquietantes.
BAAL. Y el amor es como cuando se deja flotar el brazo
desnudo en el agua de un estanque, con algas entre los
dedos; como el tormento que empieza a cantar gimiendo ante el árbol borracho sobre el que cabalga el viento salvaje; como un ahogarse a sorbos de vino en un
día caluroso, cuando el cuerpo de ella nos penetra
como un vino muy fresco en todos los repliegues de
|`i-.iiro completo, 1 21
mavera. Estoy esperando a Emilie... Amar es mejor que
gozar. -
li il-IANNES. Comprendo que acudan a usted los corazones masculinos, pero ¿cómo puede tener éxito con las
mujeres?
-' M 1 LIE entre apresumdnmente.
i/\M.... Ahí está. Buenos días, Emilie. Johannes ha traído
ii su novia. ¡Siéntate!
l-MILIF.. ¡Cómo puedes citarme aquí! ¡Nada más que
chusma, y en esta tasca! Eso es lo que te gusta.
li/Vil.. ¡Luise! ¡Un aguardiente para la señora!
±M|1.|f-1. ¿Quieres dejarme en ridículo?
MAI.. No. Vas a beber. Todos somos humanos.
l-MILIF.. Tú no eres humano.
i/ml... Eso lo sabes tú. Le alarga a Luise el vaso. Sin tacaiìería, doncella. La abraza. Hoy estás condenadamente blanda, como una ciruela.
I-MILIE. ¡Qué grosero eres! I
HAM.. ¡Grítalo más alto, amada!
|i›|IANNES. En cualquier caso, esto es interesante. La
'ente sencilla. ¡Cómo bebe y se divierte! ¡Y esas nubes en la ventana!
I-.MlI.ll.~L. ¿También lo ha arrastrado aquí? ¿A esas nubes
blancas?
_|i ii IANNA. ¿No sería mejor que nos fuéramos a los prados del río, johannes?
im/il.. ¡Nada de eso! ¡Nos quedamos aquí! Bebe. El cielo es violeta, sobre todo si se está borracho. Las camas
en cambio son blancas. Antes. Hay amor entre el cielo
y la tierra. Bebe. ¿Por qué sois tan cobardes? ¡El cielo
está abierto, pequeñas sombras! ¡Lleno de cuerpos!
¡Pálido de amor!
I~'.Mll.lE. Otra vez has bebido demasiado y ahora parloieas. ¡Pero con ese maldito y maravilloso parloteo la
lleva a una a donde quiere! _ HAAI.. El cielo -bebe- es también amarillo a veces. Con
aves de rapiña. Tenéis que emborracharos. Mira bajo
la mesa. ¿Quién me está dando en la espinilla? ¿Eres
U Bertolt Brecht `- ¡_ Mm mmp¡cw_ 1 23
iii. Luise? ¡Aliz eres tú, Emilie! Bueno, no importa.
¡llt'l'›e!
EMILIE, levantandose a medias: No sé qué te pasa hoy.
Quizás he hecho mal en venir.
BAAL_. ¿Ahora te das cuenta? Pero te puedes quedar tranquilamente.
JOHANNA. No debería usted ser así, señor Baal.
BAAL. Tiene buen corazón, joharina. ¿No engaña alguna._
vez a su marido, eh?
UN CARRETERO, relincbando: ¡La puta de triunfo!
¡Mato!
SEGUNDO CARRETERO. ¡Sigue dándole, dijo la fulana,
que ya hemos pasado lo peor! Risas. ¡Tendría que tragar ciruelas!
TERCE_R C_IARRt:`¿TERO. ¡Tendrías que avergonzarte de serme infiel! dijo la señora al mozo, que estaba acostado
C011 la criada.
Risas.
JOHANNES, a Baal:_ ¡Hazlo por Johanna, que es una niña!
JOHANNA, a Emilie: ¿Quiere venir conmigo? Nos iremos las dos.
EMILIE, sollozando sobre la mesa: Ahora me aver üenzo.
]OH_ANNA, _rodea'ndola con el brazo: La entiendo muy
bien, no importa.
EMILIE. ¡No me mire así! Usted es muy joven aún. No
sabe nada de nada.
BAAL,_levantandose sombrío: Comedia: ¡Las hermanas en _
los infiernos! - Se acerca a los carreteras, coge la guitarra de la pared y
la afma.
JOE-IANNA_. Está bebi_do, señora. Mañana se arrepentirá.
EMILIE. Si usted supiera: siempre es así. Y yo le quiero.
BAAL canta:
Orge me decía:
El más bello sitio que en la tierra existe
24 Bertolt Brecht
Emilie, con lagrimas en los ojos, prueba el vaso de
aguardiente
BAAL. Eso está bien. ¡Ahora al menos tendrás un poco
de fuego!
EKART se ba levantado y, saliendo de detras del mostrador, se adelanta despacio hacia Baal. Es an tipo delgado e imponente: ¡Baal! ¡Déjalo estar! ¡Ven conmigo,
hermano! A las calles de polvo duro: de noche el aire
se vuelve violeta. A las tascas llenas de borrachos: a los
ríos negros caen las mujeres que tú has hinchado. A
las catedrales de mujercitas blancas; tú dirás: ¿Se puede respirar aquí? A los establos, donde se duerme entre animales: están oscuros y ilenos de mugidos de vacas. Y a los bosques, donde tendremos arriba el sonido del bronce y olvidaremos la luz del cielo: Dios nos
ha olvidado. ¿Sabes aún que aspecto tiene el cielo? ¡Te
has convertido en tenor! Abre os brazos. ¡Ven conmigo, hermano! ¡Baile, música y bebida! ¡Lluvia hasta los
huesos! ¡Sol hasta los huesos! ¡Tinieblas y luz! ¡Mujeres y perros! ¿Tánto has degenerado?
BAAL. ¡Luise! ¡Luise! ¡Un ancla! ¡No dejes que me vaya
con él! Laise se le acerca. ¡Ayudadme, muchachos!
JOHANNES. ¡No te dejes seducir!
BAAL. ¡Mi querido cisne!
JOHANNES. ¡Piensa en tu madre y en tu arte! ¡Sé fuerte!
A Eleart: ¡Debería avergonzarse! ¡Es usted el diablo!
EKART. ¡Ven, hermano Baal! ¡Volaremos al cielo felices
como dos palomas blancas! ¡Los ríos a la luz del sol
naciente! ¡Los campos de Dios al viento y el olor de
campiñas infinitas, antes de la siega!
JOI-IANNA. ¡Aguante firme, señor Baal!
EMILIE, apretandose contra él: ¡No debes hacerlo! ¡Me
oyes! ¡Sería una lástima!
BAAL. ¡Es demasiado pronto, El-iart! ¡Todavía hay otras
posibilidades! ¡Ellos no nos acompañan, hermano!
EKART. ¡Entonces vete al diablo, alma de cántaro de corazón adiposo! Sale.
No es sin duda el césped de una tumba triste.
Nunca es una iglesia, ni un lecho de puta,
Ni es ese regazo donde se disfruta.
Urge me decía que si está en un brete
No hay sitio mas ello que algún buen retrete.
_ li.-ie es un lugar de grandes momentos
Iznire las estrellas y los excrementos.
Un lugar espléndido, nunca te incomodas,
Puedes estar solo en tu noche de bodas.
Un lugar humilde donde aquel que viene
Siilie que es un hombre que nada retiene.
Un lugar muy sabio, donde a la barriga
l'ui-des prepararla para lo que siga.
Donde, aun reposando, amorosamente,
Haces siempre algo, insistentemente.
_ Donde te das cuenta, si llega la hora,
l)e que eres un tipo que, hasta allí... ¡devora!
i LARRETEROS, aplandiendo: ¡Bravo! -¡Qué hermosa
canción! -¡Un coñac ara el señor Baal, si lo acepta!
¬-Y la ha compuesto élpsolito --¡Hay que descubrirse!
IUISE, en el centro de la sala: ¡Es usted increíble, señor
Baal!
UN CARRETERO. Si se dedicara usted a algo útil: haría carrera. Llegaría a ser rápidamente agente de transportes.
si-1GIi't¶"I)0 CARRETERO. ¡Habría que tener una cabezota
asi.
HAAL. ¡No se engañen! También hay que tener un trasero y todo lo demás! ¡A tu salud, Luise!
Vuelve a su mesa
¡A tu salud, Emmi! ¡Vamos, bebe al menos, ya que no
sabes hacer otra cosa! ¡Que bebas te digo!
Il-.ii ro completo, 1 25
i ARRETEROS. ¡Venga ese diez de tréboles! --¡ Diablos! A
contar --¡Se acabó!
HI IANNA. ¡Esta vez ha ganado usted, señor Baal!
i/\AL. ¡Estoy sudando! ¿Está libre hoy, Luise?
l-i MH IF. ¡No debes hablar así, Baal! No sabes el daño que
nie haces.
1 UISE. Deje a la señora, señor Baal. Que ha perdido la cabeza puede verlo hasta un niño.
MAL. ¡Cállate la boca, Luise! ¡Horgauer!
1, mi CARRETERO. ¿Qué quiere de mí?
MAL. Ahí hay una mujer maltratada que necesita amor.
¡Dale un beso, Horgauer!
»ui-iANNEs. ¡Baal!
jlobanna abraza a Emilie
<'.ARRETEROS, dando en la mesa con los puños y riéndose:
¡Venga, Andreas! --¡Manos a la obra! Cosa fina.
¡Suénate antes los mocos, André! -¡Qué bestia es us-'
ted, señor Baal!
HAAL. ¿Eres fría, Emilie? ¿Me quicrcs? ¡Es un tímido,
Emmi! ¡Bésalo tú! Si me pones mala cara a la gente,
vas a ver lo que es bueno. Uno. Dos. El cocbero se inclina.
i«'.MILlE levanta hacia él sn rostro bañado en lagrimas; él
la besa sonorarnente.
Grandes risas
JOHANNES. ¡Eso ha estado mal, Baal! Beber lo hace malvado y entonces se siente bien. Es demasiado fuerte.
LIARRETEROS. ¡Bravo! ¡Qué se le habrá perdido a ésa en
las tascas! -¡Así tiene que ser un hombre! -¡Es una
adúltera! -¡Tiene lo que se merece! Se disponen a irse.
¡Debería comer ciruelas!
JOHANNA. ¡Qué asco, deberían avergonzarse!
BAAL, acercándose a ella: ¿Por qué le tiemblan las rodillas, Johanna?
JOHANNES. ¿Qué quieres?
'
26 Bertolt Brech'
BAAL poniéndole la mano en el hombro: ¡Por qué quie'
res escribir también poesías! Cuando la vida es tan de-`-_
cente: cuando nos deslizamos de espaldas sobre un río;
tumultuoso, desnudos bajo un cielo de color naranja,_,_
y sólo vemos cómo ese cielo se vuelve violeta, y luego!
negro como un agujero... cuando pisoteamos a nues Í'
tro enemigo... o ponemos música a nuestro dolor... o,-Í,
sollozando de penas de amor, nos comemos una man-Á'
zana... o hacemos curvarse sobre un lecho un cuerpo
de mujer... -f
JOHANNES se lleva afuera a jobanna en silencio. . BAAL, apoyado en la mesa: ¿Lo habéis notado? ¿No os ha
recorrido la piel? ¡Ha sido un circo! ¡Hay que soltar'
las fieras! ¡Las fieras al sol! ¡Pagar! ¡El amor a la luz-f
del día! ¡Desnudos al sol bajo el cielo!
CARRETEROS, estrecbandole la mano: ¡Adiós señor Baal!
-¡Para servirle, señor Baal! -Mire, señor Baal: Yo'
siempre me he dicho: el señor Baal debe de andar mal."
de la cabeza. Con todo eso de las canciones y en general. Pero una cosa es segura: ¡tiene el corazón en sii,
sitio! -¡Hay ue saber tratar a las mujeres! -Hoy,
hoy mismo se (lies ha visto el culo. --¡Buenos días, se- ¿
ñor circo! Salen.
BAAL. ¡Buenos días, queridos amigos! Emilie se ha ecba-_';
do en el banco y solloza. Baal le acaricia la frente con~
el dorso de la mano. ¡Emmi! Ahora puedes estar tranquila. Ya se ha acabado. Le levanta la cara, le aparta
el pelo del rostro mojado. ¡Olvídalo!'Se arroja pesada- .
mente sobre ella y la besa. 1
-¢¬›._._.í __ _--- _ - __..._. ...__.-. .- __, _ _. . _ . . ..
n
I
li.iiiu completo, 1 27
Ill II IARDILLA DE BAAL
l
.-lmimecer. Baal y jobanna sentados al borde de la cama
r
l
li ›l IANNA. ¡Pero que he hecho! Soy mala.
ii/\Al.. ¡Sería mejor que te lavaras!
|i il IANNA. Todavía no sé cómo.
AAAI.. Toda la culpa es de Johannes. Te arrastra hasta
.iquí y se larga con viento fresco en cuanto comprende
por que te tiemblan las rodillas.
ji il IANNA, poniéndose en pie, más bajo: Si hubiera vuelio...
lliAAl.. Y ahora viene la parte literaria. Se acuesta otra vez.
Alborada en el monte Ararat.
*i HIANNA. ¿Me levanto?
iAAL. Después del diluvio. ¡Quédate acostada!
_i MANNA. ¿No quieres abrir la ventana?
iAAI¡. _Me gusta este olor... ¿Qué te parecería una nueva
edición? Lo pasado, pasado.
li il IANNA. ¡Cómo puede ser tan vulgar!
iAAl., perezosrnente, en la cama. Blanco y purificdo por
el di uvio, Baal deja que sus pensamientos vuelen como
palomas sobre las aguas negras.
ji il IANNA. ¿Dónde está mi corpiño? Así no puedo...
iAAL, alargandoselo: ¡Toma!.. ¿Qué es lo que no puedes, querida?
UHANNA. Irme a casa. Lo deja caer, pero se viste.
MAL silba: ¡Qué chica más revoltosa! Se te notan todos
los huesos. ¡Dame un beso!
. _¡<_›HANNA, junto a la mesa, en medio de la habitación:
¡Dime algo! Baal guarda silencio. ¿Me quieres aún?
¡Dímelo! Baal silba. ¿No puedes decírmelo?
BAAL, mirando al tecbo: Estoy hasta la coronilla.
_|0I-IANNA. ¿Y qué ha sido entonces lo de esta noche? ¿Y
lo de antes.>
23 Bertolt Brechj I-iii.. iimipleto, I 29
t
BAAL. Johannes es muy capaz de armar jaleo. Tambié I i- .i/ire la blusa a su hermana
Emilie anda por ahí como un velero con una vía de-Í l A MFNUR Ya estab 1 1 d b.
agua. Aquí podría morirme de hambre. Y vosotras soisï. _ ' . a Oscuro fin ãlfsca em cuan 0 su 1" inn-i 1 liurtadillas a esta habitacion. incapaces de mover un dedo por uno. Lo único que os' ` , ,
Importa - es una cosa" "__ Im Ai . _ U ii di_a me har_tare_ de vosotras.
JOHANNA recoge la mesa, confusa: ¿Y... nunca has sen f
tido otra cosa por mí? ` BAAL. ¿Te has lavado? ¡No tienes sentido común! ¿E
que no te ha gustado también? ¡Pues en marcha hacia-1;
casa! A Johannes le puedes decir ue ayer te llevé o*
a casa, echando pestes de él. Ha lliovido. Se envueébe
en la manta.
JOHANNA. ¿Johannes? Se dirige fatigosarnente hacia »-
puerta, sale.
BAAL, volviéndose vivamente: ¡Johanna! Sale de la cam,
y va a la puerta. ¡Johanna! junto a la ventana. ¡Se va!
¡Se va! --
2
Mediodía. Baal en la cama
BAAL, canturreando:
I A M 1-NUR. ¡Yo me tiraria al rio, senor Baal!
I A MAH-'i¬›R. Seríamos dos...
I A M -NUR. Me da vergüenza, hermana.
i A MAYOR. No es la primera vez...
i A M.-1NOR. Pero nunca había tanta luz, hermana. Fuera
i--. »Ii-no mediodía.
ll A MAYOR. Ni tampoco la segunda...
¦ A M -ZNOR. También tú tienes que desnudarte.
A MAYOR. También yo me desnudo.
|liAAl.. Cuando estéis listas, venid. Para entonces se habrá
lieclio oscuro.
l A Ml-ZNOR. Hoy te toca a ti primero, hermana.
1 A MAYOR. También la última vez fui yo la primera...
A Mi-:NOR. No, fui yo. L
AAAI.. Os toca a las dos juntas.
l A MAYOR se levanta y rodea con los brazos a la menor:
lìstamos listas, hay tanta luz-aquí.
iAAl... ¿Hace calor fuera?
A MAYOR. Sólo es abril.
Beber hace el cielo _de noche _ l A MENOR. Pero hoy el sol calienta afuera.
oscuro; y a veces violeta; iAAL. ¿Os gustó la última vez?
Tu cuerpo en camisa, un derroche... ` Las nos i-ieiuviaisias emma abmziidas.
LA I_-IERMANA MAYOR. Nos dijo que le hiciéramos otra vi-I
sita. ` BAAL sigue canturreando: _ De golpes en cama discreta.
LA MAYOR. Ya estamos aquí, señor Baal.
Silencio
.A MAYOR. Una se tiró al río: Johanna Reiher.
LA MENOR. Al Laach. Yo no me tiraría allí. Hay tanta corriente.
iAAL. ¿Al río? ¿Y se sabe por qué?
.A MAYOR. La_ gente habla. Los rumores se extienden.
LA MENOR. Salio una tarde, y no volvió en toda la noche.
BAAL. Ahora vienen de dos en dos al palomar. ¡Desnu- ÄAAL. ¿No volvió a la mañana?
daos!
LA MAYOR. Nuestra madre oyó rechinar la escalera la se-
.A MENOR. No, y luego se tiró al río. Sin embargo, no
la han encontrado aún.
mana pasada. _ SAAL. Estará aún flotando...
_.- _ ~-- ~ 7 ~ f- ~ ~~~ ~~ _
`-I _ "`
30 Bertolt Brec
i
i
LA MENOR. ¿Qué te pasa, hermana?
LA MAYOR. Nada. Quizá me haya enfriado. '
BAAL. Hoy estoy tan perezoso, que os podéis volver ;
casa.
LA MAYOR. No puede hacer eso, señor Baal. ¡No puedf
hacerselo a ella!
Llaman a la puerta
LA MENOR. Han llamado. Será mamá. ',
LA MAYOR. ¡Por amor del cielo, no abra! -_
LA MENOR. Tengo miedo, hermana. _
LA MAYOR. ¡Toma tu blusa! Q,
Llaman mas fuerte
BAAL. Si es vuestra madre, tendréis que pagar los vidrio
rotos. -_
LA MAYQR, vistiéndose muy deprisa: No abra aún. Corr
el pestillo, ¡por amor del cielo!
LA DUENA DE L_A CA_SA, gorda, entrando: ¡Vaya, qué veo
me lo estaba imaginando! ¡Ahora dos a la vez! ¿No
da vergüenza? ¿Las dos en el mismo charco? ¡De la ma-É
ñana a la noche y de la noche a la mañana, esa cam
no se enfría! ¡Pero ahora me toca a mí: mi buhardill'
li .iliii i'i_implCt0, 1
i',i_|ro que sois hermanas, no? Seguro que sois huerfaiiitns, porque enseguida os ponéis a lloriquear. ¿Queii-is que os dé unos azotes? ¿En esos cuerpos blancos?
HAAI. se ríe.
I A |›U|«1NA DE LA CASA. ¿Y todavía se ríe? ¡Corrompe a
montones de pobres chicas, arrastrándolas a su cueva!
¡Qué asco, es usted una bestia! Pero lo voy a echar. ¡Y
\“'f*UU'ë}S› Iïlfirlead las piernas y a casita con mamá, que
i-iiseguida voy yo!
I A MENOR llora más fuerte.
I A MAY(_)R. No es culpa de ella, señora.
I A l>UIìNA DE LA CASA cogiéndolas a las dos de la mano:
_l\l_!'~ff-'?1_ ll'-1:3*:'C› ¿C11? ¡Que gen_te! ¡Bi_1eno, tampoco sois
.is unicas. ¡Ese se harta de cisnes! ¡Ha hecho felices a
muchas otras, tirando luego los pellejos a la basura!
¡Pero ahora, a respirar aire puro! ¡De nada sirve derramar agua salada! Las coge a las dos de los bornbros.
¡Yo se como es ése! Conozco su estilo. Pero basta de
HIUCOS, ¡se os nota en los ojos! Marchaos tranquilamente a casita con mamá, cogiditas de la mario, y no
volvais a hacerlo otra vez. Las empuja hacia la puerta.
Y usted: ¡a usted voy a echarlo! ¡Ya puede ir instalando su pocilga para cisnes en otra parte! Las empuja a
las dos bacia afuera y sale.
no es ningún burdel! - HAM. se levanta, se despereza: ¡Canalla con corazónl.. De
BAAL se vuelve bacia la pared. f
LA DUEÑA DE LA CASA. ¿Tiene sueño,'eh? Claro, ¿es qu 1.
nunca se harta de carne? La luz del sol lo traspasa ya,
Está completamente espiritualizado.-No le queda má
que piel y huesos - BAAL, con un movimiento del brazo: ¡Vienen a mí agi-Ã
tando las alas como cisnes! - LA DUEÑA DE LA casa juntando las manes.- ¡Bonitas eis Él
nes! ¡Qué forma de hablar! ¡Podría usted ser poeta! ¡Si
no se le pudren antes las rodillas! ' BAAL. Nado entre cuerpos blancos. _
LA DUENA DE LA CASA. ¡Cuerpos blancos! ¡Es usted poeta! ¡Pero es algo más que eso! ¡Y estas jovencitas! ¿Sel 32 Bertolt Brec
3
Atardecer. Baal sentado a la mesa
BAAL abraza la botella de aguardiente. Con pausas: ._
llevo cuatro días emborronando el apel de veran
rojo: salvaje, pálido, voraz y luchandao con la botell
de aguardiente. Hay derrotas, pero los cuerpos co.
mienzan a huir en los muros hacia la oscuridad, haci
las tinieblas egipcias. Los arrincono contra las parede
de madera, pero no debo beber más aguardiente. Parf
loteando. El aguardiente blanco es mi apoyo mi sos
tén. Desde que la nieve gotea del canalón, refléja el a _
el, que permanece inalterado. Pero ahora me tiembïa -_
l)as manos. Como si tuviera aún en -ellas los cuerposj
Escucha. El corazón me da coces. Se exalta. ¡Oh Jo .f
hanna, una noche más en tu acuario y me hubiera po -'
drido entre los peces! Pero ahora llevo el olor de la
suaves noches de mayo. Soy un amante sin amada. Su - cumbo. Bebe, se levanta. Tengo que mudarme de casa;
Pero antes me buscaré una mujer. Desnudarse solo e
triste. Mira por la ventana. ¡Cualquiera! ¡Con rostr
de mujer! Sale canturreando. Abajo, un armonia
el Tristan. 'i
JOI-IANNES entra or la puerta, pálido y demacrado. Re -j
vuelve los papeiés de la mesa. Levanta la botella. Se di ;_
rige tímidamente hacia la puerta y espera alli.
Ruidos en la escalera. Silbidos J' -:
BAAL entra, empujando a Sopbie. Silba: ¡Sé buena, querida! Esta es mi habitación. Se sienta. Ve a jobannes.
¿Qué haces tú aquí?
JOHANNES. Sólo quería...
BAAL. ¿Ah sí? ¿Sólo querías? ¿Andabas por aquí? ¿Una
lápida sepulcral de mi difunta Johanna? El cadáver d__
Johannes, llegado del otro mundo, ¿no? ¡Fuera! ¡Máriodas formas hoy me siento condenadamente perezoso. Arroja papel sobre la rnesa y se sienta delante. Voy
:i hacer un_ nuevo Adán. Dibuja grandes iniciales en el
paroel. Lo intentaré con el hombre interior. Estoy tota mente vaciado, pero tengo un hambre de lobo. No
me queda más que piel y huesos. ¡Canalla! Se recuesta,
se estira a placer, enƒziticarnente: Ahora voy a hacer el
verano. Rojo. Escarlata. Voraz. Vuelve a guardar silencio.
I. mii completo, 1 33
iliiite inmediatamente! Lo persigue por la babitación.
¡Qué falta de vergüenza! ¡Te voy a poner contra la paii-il, al fin y al cabo es primavera! ¡Venga!
li il IANNES lo mira y sale.
HAAI silba.
ni ›|'| lll-1. ¿Qué le ha hecho ese muchacho? ¡Deje que me
vaya!
HA/il, abre la puerta de ar en par: ¡Al llegar al primer
¡sis-o, tuerza a la dereclia!
-.i ›i'| HIT.. Nos siguieron cuando me cogió ante la puerta.
Me encontrarán.
HAAI.. Aquí no te encontrará nadie.
ni ›|'|1lE. Yo no lo conozco a usted de nada. ¿Qué va a hacer conmigo?
AAAI.. Si me lo preguntas, ya te puedes ir.
-ii i|>| llE. Me asaltó en plena calle. Creí que era un orangul;ÍI'l.
|iAAl.. Al fin y al cabo es primavera. ¡Hacía falta algo
blanco en esta maldita covacha! ¡Una nube! Abre la
puerta y escucha. Los muy idiotas han perdido la pista.
ni WHIE. Me echarán si vuelvo demasiado tarde.
AAAL. Y sobre todo, si vuelves así.
si ›l'HIE. ¿Cómo?
HAAL. Con el aspecto que se tiene después de haber sido
amada por rní. - si WI-IIE. No sé por qué sigo aquí.
HAAL. Yo te lo puedo decir.
SUP!-IIE. ¡Por favor, no piense mal de mí! - HAAL. ¿Por qué no? Eres una hembra como las demás.
Las cabezas son distintas. Las rodillas son todas débiles.
SUP!-IIE quiere y no quiere irse, se vuelve al llegar a la
puerta; a Baal, que sentado en una silla a borcajadas
la mira: ¡Adiós!
BAAL, indiferente: ¿Le falta aire? _ SOPHIE. No sé, me siento tan débil. Se apoya contra la
pared.
BAAL. Yo sí sé. Es el mes de abril. Está oscureciendo y
si ,
34 Bertolt Brech"
notas mi olor. Lo mismo les pasa a los animales. Se levanta. ¡Y ahora eres del viento, nube blanca! Se precipita hacia adelante, cierra de golpe la puerta y coge a-_
Sophie Bar er en sus brazos. . SOPHIE, sin aliento: ¡Déjame!
BAAL. Me llamo Baal.
sort-us. ¡Déjame!
BAAL. Tienes que consolarme. Estaba débil por el invierno. Y tú pareces una mujer. ^ SOPHIE, levantando los ojos hacia él: ¿Te llamas Baal...?
BAAL. ¿Sigues queriendo irte a casa?
SOPI-IIE, miriindolo: Eres tan feo, tan feo, que das miedo... Pero luego...
BAAL. ¿Sí?
SOPHIE. Luego no importa.
BAAL la besa: ¿Tienes las rodillas fuertes, eh?
SOPHIE. ¿Sabes al menos como me llamo? Me llamo Sophie Barger.
BAAL. Olvídalo. La besa.
SOPI-IIE. No... no... Sabes que hasta ahora nadie...
BAAL. ¿Eres inmaculada? ¡Ven! La lleva hacia el fondo,
a la cama. Se sienta. ¡Mira! En esta habitación de madera ha habido cascadas de cuerpos: pero ahora quiero
un rostro. Por la noche saldremos. Nos acostaremos
entre las plantas. Eres una mujer. Yo me he vuelto impuro. ¡Tienes que quererme un momento!
SOPHIE. ¿Eres así?.. Me gustas.
BAAL apoya la cabeza en el pecho de ella: Ahora el cielo.
está sobre nosotros y no estamos solos.
SOPHIE. Pero tienes que estarte quieto.-
BAAL. ¡Como un niño!
SOPHIE se incorpora: En casa está mi madre: tengo que.
volver a casa. H
BAAL. ¿Es vieja?
soPH1E. Setenta años.
BAAL. Entonces está acostumbrada al mal.
SOPHIE. ¿Y si se me tragase la tierra? ¿Si fuera arrastrada
a una cueva al atardecer y no volviera a salir?
-› - _ _ †¬._....____M*-r- : - ~
36 Bertolt Brech'
BAAL bebe: Como yo. _ _ VAGABUNDO. ¿Conoces la historia de Jesús y el__perro
muerto? Todos decían: ¡Es una carroña pesti ente!-;
¡Llamad a la policía! ¡Es intolerable! Pero é dijo: tie-_;
ne unos dientes blancos preciosos.
BAAL. Tal vez me haga católico. _ VAGABUNDO. El no se hizo. Le quita la botella. ' BAAL vuelve a dar vueltas indignado: Pero los cuerpos
de mujer que él clavó en las paredes, eso yo no lo haría. _. VAGABUNDO. ¡Clavados a las paredes! ¡No bajaban flotando por los ríos! Los sacri icaron por él, por el blan- ¿
co cuerpo de Jesús. i
BAAL le quita la botella, se aparta: Tiene usted en el cuerpo demasiada religión 0 demasiado aguardiente. Sale_
con la botella. "
VAGABUNDO, destempladamente, le grita: ¡Así_ que noquiere luchar por sus ideales, señor! ¿No quiere lan-?
zarse a la procesión? ¿Ama las plantas y no quiere hacer nada por ellas?
BAAL. Bajaré al río y me lavaré. Nunca me ocupo de ca-_
dáveres. Sale.
VAGABUNDO. Yo, en cambio, tengo aguardiente en elcuerpo y no aguanto esto. No aguanto esas malditas
plantas muertas. Si tuviera mucho aguardiente en el`_
cuerpo, quizá podría aguantarlo. .
4
NOCHE DE MAYO BAJO LOS ARBOLES Ã
Baal. Sophie
BAAL, perezoso: Ha dejado de llover. La hierba debe de
estar todavía húmeda... Nuestras hojas no las ha atravesado el agua... El follaje nuevo chorrea, pero aquí;
en las raíces, se está en seco. Furioso: ¿Por qué no se
podrá dormir con las plantas?
SOPI-IIE. ¡Escucha!
I .-.mo completo, 1 35
AAAI.. ¿Nunca? Silencio. ¿Tienes hermanos?
wi ›|'H|F.. Sí. Me necesitan.
HAAI.. El aire de esta habitación es como leche. Se levanAi, va a la ventana. Los sauces del río chorrean, des-
¡gi-eñados por la lluvia. La abraza. Debes de tener unos
muslos tan pálidos.
i IASAS BLANQUEADAS, DE TRONCOS DE
ARBOL PARDOS
i ìmtlzanadas liigubres. Baal. El vagabundo, hombre
jm/if o y borracho.
HAA1. describe semicírculos a grandes pasos alrededor del
vagabundo, que esta sentado en una piedra, con el pdlido rostro levantado: ¿Quién ha clavado esos cadáveres de árboles en las paredes?
VAUABUNDO- El aire álido y ebúrneo en torno a los cadáveres de los árboli-:s: es Corpus.
HAAI.. ¡Y por añadidura campanas, cuando las plantas revientan!
VAGABUNDO. A mí las campanas me levantan la moral.
IiAAL. ¿No te deprimen los árboles?
VAGABUNDO. ¡Bah!, ¿cadáveres de árboles? Bebe aguardiente de una botella.
HAAL. ¡No son mejores los cuerpos de mujer!
VAGABUNDO. ¿Qué tienen que ver los cuerpos de mujer
con las procesiones?
HAAL. ¡Son una porquería! Tú no amas a nadie.
VAGABUNDO. El blanco cuerpo de Jesús: ¡lo amo! Le
tiende la botella.
|iAAL mas suavemente: Tengo canciones en este papel.
Pero ahora colgarán en el retrete.
VAGABUNDO transfigurado: ¡¡Seivir!! A Jesús Nuestro
Señor: veo el blanco cuerpo de Jesús. Veo el blanco
cuerpo de Jesús. Jesús amaba el mal.
li nm completo, 1 37
|iAA|_. ¡lil salvaje silbar del viento en el follaje húmedo y
iii-¡mi! ¿Oyes cómo gotea la lluvia a través de las hojas?
-.i ›|'| ill-1. He sentido una gota en el cuello... ¡Tú, déjame!
HA A1 . lil amor nos arranca la ropa del cuerpo como un
iorliellino y nos entierra desnudos con cadáveres de
lii›j.is, después de haber visto el cielo.
ni ›|'i ill-1. Quisiera arrebujarme dentro de ti, porque estoy
.li-snuda, Baal.
HAAI.. Estoy borracho y tú vacilas. El cielo está negro y
ima-otros nos columpiamos, con amor en el cuerpo, y
i-l cielo está ne ro. Te amo.
ui ›|'| lili. ¡Oh Baal! Mi madre llora ahora sobre mi cadávi-r, creerá que me he ahogado. ¿Cuántas semanas han
|›.is-ado? No era mayo aún. Quizás hayan pasado ya
ii-es semanas.
|iAA| . Han pasado ya tres semanas, dijo la amada en las
i.u`ces del árbol, cuando habían pasado treinta años. Y
v.i estaba medio podrida.
si i|'l HE. Es bueno estar así echada como un botín, y teiii-r el cielo arriba y no estar nunca más sola.
liAAl.. Te voy a quitar la blusa otra vez.
i IAl"I". NOCTURNO «LA NUBE EN LA NOCHE»
I /ii cafetin in.-mundo, un camerino encalado, en el
limilo, a la izquierda, una cortina de color pardo oscuro,
.i Í.: derecha, a un costado, una puerta de tablas
/›l.mrjueadas que conduce al retrete; a la derecha, al
loiidfi, una puerta. Cuando está abierta, se ve la noche
azul. En el café, al fondo, canta la Soubrette.
HAM. con el torso desnudo, va de un lado a otro, bebiendo y canturreando.
I UPU, un muchacho ordo y pálido de pelo negro y briÍlante, con dos mechones aplastados contra el rostro sudoroso y blanco, y de nuca prominente, en la puerta de
la derecha: Otra vez han vuelto a derribar la farola.
,.-
33 Bertolt Bret:
BAAL. Aquí no vienen más que cerdos. ¿Dónde está rn
ración de aguardiente? ' LUPU. Se la ha bebido ya toda.
BAAL. ¡Cuidado! _ LUPU. El señor Mjurk dijo no sé qué de una esponja.
BAAL. Entonces, ¿no me dan aguardiente? _,
LUPU. Dice el señor Mjurk que antes de la funcion
hay más aguardiente para usted. Lo siento.
MJURK, desde la cortina: ¡Lárgate, Eupu! I
BAAL. Tengo que tener mi ración, Mjurk, o no habra
Mjiilâilâ. No debería beber tanto; si no, una noche no
drá ya cantar.
BAAL. ¿Entonces, para qué cantar?
MJURK. Usted, con la soubrette Savettka, es el n
la-mu iu|ì1pl€t0, 1 39
i ii mi-s son divinas, pero desde hace once noches se peli-.i con Lupu por su ración de a uardiente.
l A si MHRETTE bebe: Qué miseria la nuestra.
M A1 , detras de la cortina: jesusito de mi vida, eres niño
.omo yo, por eso yo os quiero tanto y os regalo mi
tam-ión. Aplausos, Baal sigue, acornpañandose con la
i'm!¢¡.TTd.'
*iiijiaba brisa en el cuarto.
I Ii- ciruelas estaba harto.
Y cl niño con abandono
-.i- ponía el cuerpo a tono.
.'l;›l.msos en el café y gritos de burla. Baal sigue
¢.m1.mtlo y el alboroto 'va en aumento, porque la
mm ion se vuelve cada 'vez mas des-vergonzada.
más brillante de «La nube en la noche». Yo mismo if Imalmcnte se produce un enorme tumulto en el café.
descubrí. ¿Cuándo se ha visto un alma tan delicad
dentro de semejante bola de grasa? La clave del éxit H "'^N¡?TA* apátícoi ¡Diab10s”.Se ha Pasado! ¡Una am` es la bola de grasa no la poesía su manera de bebe Im!-ancia! Ahora les habla Mjurk,_ pero lo van a desardiente me armina iimrtizar. Se lo ha contado demasiado crudo.
aâu - › - _ n/xixrsaledediadelacot a t dl 't .
BAAL. Estoy harto de pelearme todas las noches por _ M11 _ I lux, tras e,IfAnimal T 5. le voT m a> “iras a ustarmnlas 0cuentas. “ 3'” “Wa'Va
aguardiente de mi contrato. Me voy. _ ' , f Y 1 , ! .
MJURK. Tengo a la policía e mi parte. e ,ería uste
mir alguna noche, hombre, anda por ahi como si lo
u no, llamare a la policia' Vuelve a la sala
d D b ¿ ¿Oti .i cantar suínumero! ¡Tal como esta en el contrato! ¡Si
h If D 1- u
a
bieran desjarretado. ¡Deshágase de su amante! Apl
sos en el café. Ahora viene su numero.
BAAL. Estoy hasta la coronilla. -
LA SOUBRETTE, con el pianista, hombre pálido y apáti
sale de detras de la cortina: ¡Se acabó por hoy!
MJURK, obligando a Baal a ponerse un frac: Aquí no s
“_ l I I IANISTA. Nos va arruinar, Baal.
MAI. se lleva la mano al cuello y 'va bacia la derecha, ba-
«ia la puerta del retrete.
cg -I HANISTA, sin apartarse: ¿Adónde va?
M/\l,. lo aparta de un empujón. Sale por la puerta con su
guitarra.
, . A SOUBRETTE. 'Se lleva la uitarra al retrete? 'Divino' a ti de. v < g , - I , - Puede Sal” a escena me lo esnu 1'/\|<ROQUIANOS, asornando la cabeza: ¿Donde esta ese
BAAL. ¡Idiota! Se quita el ƒrac y sale por la cortina, arras
trando la guitarra.
LA SOUBRETTE se sienta y bebe: Sólo trabaja por un
amante, con la que vive. Es un (genio. lsupu lo imit
desvergonzadamente. I-Ia adopta o el mismo tono y l
misma amante.
EL PIANISTA, apoyado en la puerta del retrete.' Sus can
40 Bertolt
EL PIANISTA. El gran artista está en el retrete.
Gritos desde atras: ¡Baal!
MJURK, aporreando la puerta: ¡Señor! ¡Conteste! Maldit
sea, le prohíbo que se encierre. En horas ue yo le es
toy pagando. ¡Lo tengo por escrito! ¡Estálador! Sigu
aporreando excitadamente. A
LUPU, en la puerta de la derecha; se 've la noche azul: L":
ventana del retrete está abierta. El buitre ha volado. Si
no hay aguardiente, no hay poesía. ›
puerco?_-¡Que siga cantando! -¡Nada de pausas!
-¡Maldito cerdo! Vuelven a la sala.
M|lJRl< entra: He hablado como un mayor del Ejército
de Salvación. La policía está con nosotros. Pero los
muchachos vuelven a patalear reclamándolo. ¿Dónde
esta ese tipo? Tiene que salir.
ll mn i'i›mpl€t0, 1 41
I |-. f\|<'|'. Un muchacho de tripas inmortales, enloquecido
¡mr el mes de julio, eso es lo que tú eres. ¡Una bola
que un día dejará en el cielo unas manchas de grasa!
IMM.. lis de papel. Pero no importa.
I 1-, f\|<'I'. Mi cuerpo es ligero como una ciruelita al viento.
Mal.. Eso se debe al pálido cielo del verano, hermano.
¿ Nos abandonamos al agua tibia de algún charco azul?
Si no, las blancas carreteras nos arrastrarán al cielo
tomo si fueran cuerdas de ángeles.
MJURK. ¿Está vacío? ¿Ha volado? ¿Se ha ido por el re-Q '|'A|;F,RNA DE ALDEA _
trete? ¡Tramposo! Iré a la policía. Se precipita afuera.”
Gritos acompasados desde atrás: ¡Baal! ¡Baal! ¡Baal! _ CAMPOS VERDES, CIRUELOS AZULES
Baal. Eleart
BAAL, lentamente, a través de los campos: Desde que elf
cielo está más verde y preñado, aire de julio, viento,-
¡sin camisa en los pantalones! Volfviéndose a Eleart: Me
afilan los muslos desnudos. Tengo el cráneo hinchado
por el viento, y en el pelo de las axilas el olor de los
campos. El aire tiembla como si estuviera borracho de
aguardiente.
EKART, detras de él: ¿Por qué huyes de los ciruelos como
un elefante?
BAAL. ¡Ponme la aleta en el cráneo! Se me hincha a cada
pulsación y se desinfla luego como una vejiga. ¿No lo
sientes al tacto? Y
EKART. NO.
BAAL. No entiendes nada de mi alma.
EKART. ¿No tendríamos que tumbarnos en el agua?
BAAL. Mi alma, hermano, es el emido de los trigales que
se mecen al viento y el centefieo de los ojos de dos in-=
sectos que quieren devorarse.
xlmrdecer. Campesinos en torno a Baal. Eleart en un
unión
HAAL. ¡Me alegro de teneros a todos reunidos! Mi hermano llegará mañana por la noche. Para entonces tienen que estar aquí los toros.
UN CAMPESINO, boquiabierto: ¿Y cómo se puede saber
si un toro es como lo quiere vuestro hermano?
MAL. Eso sólo lo sabe mi hermano. Tienen que ser sólo
animales hermosos. Si no, será inútil. ¡Un aguardiente,
patrón!
.\'lf.GUNDO CAMPESINO. ¿Y lo comprará enseguida?
BAAL. Al que tenga el lomo más robusto.
'1'If.RCER CAMPESINO. Traerán toros de once aldeas, por
el precio que ofreces.
PRIMER CAMPESINO. ¡Mira mi toro!
BAAL. ¡Patrón, un aguardiente!
LOS CAMPESINOS. ¡Mi toro es el mejor! ¿Mañana por la
noche, dice? --Se disponen a irse. -¿Pasarán aquí la
noche?
BAAL. Sí. ¡En una sola cama!
Salen los campesinos.
EKART. ¿Pero qué te propones? ¿Te has vuelto loco?
BAAL. ¿No ha sido estupendo ver cómo parpadeaban y
.J
/ 42 Bertolt Brecht
se les abría la boca, y luego empezaban a entender y a.
echar cuentas? . EKART. Por lo menos nos hemos metido en el cuerpoi
unos vasos de aguardiente. ¡Pero ahora hay que poner
pies en polvorosa!
BAAL. ¿Pies en polvorosa ahora? ¿Estás loco?
EKART. ¿Entonces el chalado eres tú? ¡Piensa en los toros!
BAAL. Claro, ¿para qué engañar si no a los muchachos? ' EKART. ¿¡Pi.ies por unos aguardientesl?
BAAL. ¡Tú deliras! Quiero darte una fiesta, Ekart. Abre
la ventana que tiene detras. Oscurece. Vuelve a sentarse.
EKART. Estás borracho por los seis aguardientes. ¡Qué
vergüenza!
BAAL. Será maravilloso. Me gustan esas gentes sencillas.
¡Te ofreceré un espectáculo divino, hermano! ¡Salud!
EKART. Te gusta tomarles el pelo a los ingenuos. Esos pobres muchachos me romperán el cráneo, ¡y a ti también! A
BAAL. Les servirá de lección. En este atardecer cálido,
pienso en ellos con cierta ternura. Vienen para engañarnos, a su manera sencilla, y eso me gusta.
EKART se pone en pie: Bueno, 0 los toros o yo. Me voy
antes de que el atrón sospeche algo.
BAAL, sombrío: Elpatardecer es tan cálido. Quédate una
hora más. Luego me iré contigo. Ya sabes que te quiero. Desde a uí se huele el estiércol de los campos.
¿Crees que dll patrón servirá otro aguardiente a los organizadores de lo de los toros?
EKART. Oigo pasos. - "
PARROCO entra. A Baal: Buenas tardes. ¿Es usted el de
los toros?
BAAL. El mismo.
PARROCO. ¿Por qué ha organizado todo este timo?
BAAL. No tenemos otra cosa en el mundo. ¡Qué fuerte
es el olor del heno! ¿Es siempre así al atardecer? - PARROCO. ¡Su mundo me parece muy obre, amigo!
BAAL. Mi cielo está lleno de árboles y :Te cuerpos.
4'! ,_ Bertolt B
ARBOLES AL ATARDECER
Sets 0 siete leñadores sentados, apoyados en los arboles.,
Entre ellos, Baal. Un cadaver en la hierba.
UN LEÑADOB.. Era un roble. No murió enseguida, sin"
que estuvo sufriendo. ` seouivoo LENAD_oR. Esta _mañana mismo decía que
parecia' que el tiempo mejoraba. Así era como le gus-`
taba a el: verde con un poco de lluvia. Y la madera not
demasiado seca. 1'
UN TERCERO._Era un buen_ muchacho, ese Teddy. Antes.
tuvo en algun lado una tiendecita. Fue su época de es-`
plendor. Entonces aún estaba gordo como un cura. 5
P_ero arruino su negocio por un asunto de faldas y se
vino aqui, y con los años perdió la panza.
OTRO. ¿Nunca hablaba de ese asunto de faldas? -
EL TERCERO._No. Ni tampoco sé si tenía la intención devolver a bajar. Ahorraba bastante, pero podía ser tam- I
bien por frugalidad. Aquí arriba sólo nos contamos'
mentiras. Es mucho mejor así. _
_UNO. Hace una semana dijo que, en invierno, se iría al Í
I10fl_:e. Al parecer, tenía en algún lugar una cabaña. ¿No
te dijo dónde, elefante? A Baal: ¿No hablasteis de ello? '
BAAL. Déjame en paz. No sé nada. _'
EL ANTERIOR. ¿Segiiro que querrás instalarte en ella, no? ` EL SEGUNDO. De ése no se puede uno fiar. Acordaos de
cuando colgo nuestras botas en el agua toda la noche,
para que no pudiéramos ir al bosque, 'sólo porque, .
como de costumbre, tenía pereza. = OTRO. No se gana e_l dinero que cobra.
BAAL. ¡No os peleéis hoy! ¿No podéis pensar un poco
en el pobre Teddy?
UNO. ¿Y tú dónde estabas cuando por fin estiró la pata? -
Baal se levanta y se acerca Teddy a través del césped
Se sienta a su lado. i -
_..._._.i.¡_-.-.._......_.._.._..¡.._ _
Ii-.ii ro completo, 1 43
|'MiiiOCO. No hable de lo que no sabe. El mundo no es
su circo.
im/il.. ¿Pues qué es el mundo? I
|'i\¦il<0CO. ¡Váyase! Sabe: soy un hombre de buen caracier. No le guardaré rencor por nada. Ya he arreglado
as cosas.
MM.. ¡Este hombre justo no tiene sentido del humor,
jkart!
PA <ROCO. ¿No comprende lo pueril que era su plan? A
i'-Íleart: ¿Pero qué quiere este hombre?
MAL, recostandose: En el crepúsculo, al atardecer... Naturalmente tiene que ser al atardecer y naturalmente el
cielo tiene que estar cubierto, y cuando el aire esta tibio y sopla un poco de viento, llegan los toros. Acuden trotando de todas partes, es un espectáculo gran-;
dioso. Y esas pobres gentes ahí en medio, sin saber_que
hacer con los toros, engañadas: sólo han presenciado
un espectáculo grandioso. Me gusta tambien la gente
engañada. ¿Y dónde pueden verse tántos toros juntos?
'ARROCO. ¿Y para eso quería movilizar siete aldeas? _
if\AL. ¡Qué son siete aldeas al lado de un espectaculo asi!
'ARROCO. Ahora entiendo. Es usted un pobre hombre.
¿Y sin duda le gustan mucho los toros? _
iAAL. ¡Vámonos, Ekart! Lo ha estropeado todo. Cristo
no ama ya a los animales.
.'ARROCO se rie, luego serio: Pues no podrá darse ese gusto. ¡Váyase y no vuelva a llamar la atencion! ¡Creo que
le hago un buen servicio, amigo! _ BAAL. ¡Vámonos, Ekart! '¡No tendrás tu fiesta, hermano!
Sale lentamente con Ekart.
PARROC0. ¡Buenas noches! ¡Patrón, yo pago la cuenta
de los señores! _ PATRON, desde detras del mostrador: Once aguardientes,
reverendo.
Iiwiliii CHITIPICIO, Í 45
ii ANTERIOR. ¡Baal no puede andar derecho, muchai IIUS! _
i i|'|<i i. ¡Déjalo! El Elefante está conmovido.
i i 'i'I-IRCERO. Realmente, podrías calmaros un p0C0›
mientras él esté todavía ahí.
i iilii i. ¿Qué estás haciendo con Teddy, Elefante?
iifm/\L, inclinado sobre él: El tiene su sosiego, y nosoiros nuestro desasosiego. Y las dos cosas son buenas.
I-'.l cielo está negro. Los árboles tiemblan. En alguna
parte se hinchan las nubes. Ese es el decorado. Podeiiios comer. Después de dormir, despertaremos. El no.
Nosotros. Y será doblemente bueno.
i›'i'i<O. ¿Cómo dices que está el cielo?
MAL. El cielo está negro.
ii'|'|iO. Tú no estás bien de la cabeza. Siempre les toca a
los que menos se lo merecen. _ _ MAL. Sí, es maravilloso, amigo mio, CH CS0 Ufifles W301?
i|N0. A Baal no puede tocarle. Nunca está donde se trabaja.
MAL. Teddy, en cambio, era trabajador, Teddy era generoso, Tedd era sociable. De todo eso solo queda
una cosa: Teddy era. _
I-il. SEGUNDO. ¿Donde estara ahpra?
BAAL, señalando al muerto: Ahi.
I-ii. TERCERO. Yo pienso siempre que las pobres almas son
el viento, especialmente al atardecer, en primavera,
pero también en el otoño lo pienso. _ BAAL. Y en el verano, al sol, sobre los trigales.
l-LL TERCERO. Eso no. Tiene que estar oscuro.
BAAL. Tiene que estar oscuro, Teddy.
Silencio.
UNO. ¿Adonde vamos a llevarlo, muchachos?
EL TERCERO. No tiene a nadie que lo quiera.
OTRO. Estaba solo en el mundo.
UNO. ¿Y sus cosas?
EL TERCERO. No hay mucho. El dinero lo llevaba a alO
_
“_ Bertolt
igiiiiii jiiirlv. -il liaiico Allí se quedará aun ue él fali;
¿.'~¡.ilit-s tu algo, Baal?. 3 q C'
BAAL. Todavía no apesta.
UNO. Tengo una idea mu b ` OTRO. ¡Venga! ` Y uma, muchachos'
EL HOMBRE DE LA IDEA. M h h
1 UC ¿C OS, no sólo al Elefante-1 se e ocurren ideas ¿Qué os '
- parece si nos bebem ronda a la salud de Teddy? OS una
BAAL. Eso es una inmoralidad, Bergmeig-¡_
Los bOTROS. b T ' ' ' . __ onterias, inmoralidad. -Pero ¿que vamos
a e er. ¿Agua? -¡Aver ' guenzate chico! EL HOMBRE DE LA IDEA -Aguardieiite!
- i
BAAL' APOYÚ 12 propuesta. El aguardiente es moral,
¿Pero qué aguardiente?
EL HOMBRE DE LA IDEA. El de Teddy.
LO5_ P1;R0§Í_ ¿El de Teddy? -Eso no está mal -¡Su facion. - edd era ' . Í .
te ,d b Y _ ahorrativo. -¡Para ser idiota, has
ni o una uena idea, chi;-;0!
EL HOMBRE DE LA IDEA. ¡Una idea genial, eh; .D___,maS¡a_
do para vuest b i - - ' '
para los funeráfiis (dle Tìctiltciiši' j}EilgaišIl1)ìiiiibnyšd?gen?)Tdãy
d' h ' i ' 'Í C
biiía iïué) h}iiii;eii'1l%i?len unas palabras a Teddy? ¿NO ha'
BAAL. Yo.
ALGUNOS. ¿ Cuándo P
BAAL. Ante . A - - C S mes de que €H_1pezarais a decir bobadas. omenzaban por: Teddy tiene su sosie o 5']
dais cuenta de las cosas cuando a han Es 0 O OS
Los oriios. ¡Imbécil!--Vamo E P a 0' .
BAAL. Es una vergüenzai S a uscar el aguardiente!
Los OTROS' ¡Vaya! _'¿Y P0f qué, gran Elefante? BAAL. _E_s propiedad de Teddy. No od
e
barrilito. Teddy tiene mujer y cinclii pogïš lfìlšllper su
UNO. Cuatro. Sólo son cuatro. anos'
OTRO. Y ahora lo dicen.
BAAL, ¿Vais a quitarles de la boca a esos ` b
hu f _ _ CHICO PO 11-35 er anos de vuestro Teddy el aguardiente de su -
. ' - . , 3 dre? ¿Que clase de religion es ésa? P
'H' Bertolt Brecht
de; has sido víctima exclusivamente de tus costumbres,
Teddy.
LOS OTRQS, volviendo: ¡Eh, Elefante, vas a ver lo que es
bueno! ¿Dónde está el_barrilito de coñac que había bajo
la cama de Teddy, chico? -¿Donde estabas tú mien- ,
tras nos ocupa amos del obre Tedd ? 'Señor? '° _P _ Y <
¿Cuando Teddy no estaba siquiera del todo muerto, ` senor? -¿Donde estabas, so _puerco, profanador de ca- _
dlqyeres, protector de los po res hiierfanos de Teddy, f
e .
BAAL. ¡No tenéis pruebas, amigos míos! . LOS OTROS. Entonces, ¿dónde está el a ardiente? ¿Es
que, segun tu autorizada opinión, se lo Ei-i bebido el ba- -
rril? -Es un asunto condenadamente serio, chico. ¡En É'
pie, tú, levántate! Da cuatro pasos y niega luego que
estas conmovido, totalmente trastornado por dentro y _
por fuera, ¡viejo cerdo! --¡Arriba con él, hacedle cos- 1
Iquillas, muchachos, a ese rofanador del pobre honor
de Teddy! Ponen a Baal tiie pie. _ BAAL. ¡Hatajo de cerdos! ¡Por lo menos, no piséis al po- `
bre Teddy! Se sienta y_ coge un brazo del cadaver bajo - el suyo. Si me maltratáis, Teddy se caerá de boca. ¿Qué
clase de respeto es éste? Estoy actuando en legítima defensa. Vosotros sois siete, sie-te, y no habéis bebido,
y yo_soy uno solo y bebido. ¿Está bien eso, es digno, siete contra uno? ¡Calmaos! También Teddy se ha
calmado.
ALGUNOS, tristes e indignados: Este tipo no respeta nada.
-¡Que Dios se apiade de su alma de borracho! -Es
el pecador más empedernido que hay en las manos de
Dios.
BAAL. Sentaos, no me gusta toda esa beatería. Siem re habra unos más listos y otros de cerebro más débili Pero
estos, en cambio, son los qpe mejor trabajan. Ya habreis visto que so_y un tra ajador intelectual. Fuma.
¡Nunca me habéis respeta_do debidamente, amigos
mios! ¿Que es lo que se agita en vosotros cuando os
meteis entre pecho y espalda un buen aguardiente? ¡Yo
i
ii
l mi io completo, 1 47
i I ANTERIOR. Cuatro. Cuatro huérfanos.
iifml.. ¿Les vais a quitar el aguardiente de la boca a los
cuatro huérfanos de Teddy?
UNO. Teddy no tenía familia.
ii/\/il.. Huérfanos sí, amigos míos, huérfanos.
ii'l`RO. Vosotros, a los que ese Elefante loco os toma el
ielo, ¿creéis que los huérfanos de Teddy se van _a beier el a uardiente de Teddy? Está bien, es propiedad
de Tedcfy...
MAL, interrumpiéndole: Era...
ii'i'R0. ¿Qué quieres decir? _ _
UNO. Habla por hablar. No tiene sentido. comun.
ii'|'RO. Lo que yo digo es: era propiedad de Teddy, Y POT
consiguiente se lo pagaremos. Con dinero, dinero contante, muchachos. Y entonces, que vengan los huerfanos. _ TODOS. Esa es una buena propuesta. El Elefante ha sido
derrotado. -Tiene que estar loco, para no querer el
aguardiente-. -¡Vamos a benernos sin el el aguardiente de Teddy! _ BAAL, llamandolos a gritos: ¡Volved al menos, malditos
salteadores de cadáveres! A Teddy: ¡Pobre Teddy! Y
los árboles son hoy bastante fuertes y el aire es bi-16110
y suave, y yo me siento interiormente hiƒnchado, pobre Teddy, ¿no te hace consquillas? Estas completamente acabado, déjame que te lo digfh P1'0m0 aPÉStaj
rås, y el viento seguirá, todo seguira, y tu cabana se
dónde está, y tus cosas te las quitaran los' vivos, y _ti1
lo dejaste todo en la estacada y' solo querias tu sosiego. Tu cuerpo no estaba todavia tan mal,_ Teddy, todavía no lo está ahora, sólo un poco_averiado por un
lado, y luego las piernas... con las mujeres no hubieras
tenido nada que acer, no se puede poner algo_asi entre las piernas de una mujer. Le levanta una pierna al
muerto. Pero en conjunto, en ese cuerpo se hu iera podido vivir aún con buena voluntad, muchacho, aunque
tu alma era condenadamente noble, su morada estaba
deteriorada y las ratas abandonan el barco que se hunli-.ii ro completo, 1 49
tengo intuiciones, os lo aseguro! A Teddy le he dicho
inuchas cosas sumamente importantes. Le saca del bolsillo del pecho unos papeles, que examina. Pero vosotros tuvisteis que iros corriendo tras ese miserable
aguardiente. Sentaos: mirad el cielo entre los árboles,
cómo va oscureciendo. ¿No os dice nada? ¡Entonces es
que no tenéis religión en el cuerpo!
UNA CAEAÑA
Se oye llover. Baal. Ekart.
BAAL. Es el sueño invernal en el barro negro para nuestros blancos cuerpos.
HKART. ¡Todavía no has ido a buscar la carne!
BAAL. ¿Sigues ocupado con tu misa?
EKART. ¿Por qué tienes que ensar en mi misa? ¡Piensa
en tu mujer! ¿Adonde la fias mandado otra vez, con
esta lluvia?
BAAL. Nos ersigue desesperada y se me agarra al cuello.
EKART. Cadii vez caes más bajo.
BAAL. Es que peso demasiado.
EKART. ¿No piensas en que un día morderás la hierba?
BAAL. Lucharé a muerte. Viviré hasta sin piel, me refugiaré hasta en los dedos de mis pies. Caeré como un
toro: en la hierba, donde está más blando. Me tragaré
mi muerte y no querré saber nada.
EKART. Desde que estamos a uí, engordas cada vez más.
BAAL se mete la mano deredlaa bajo la axila izquierda,
por debajo la camisa: Sin embargo, mi camisa se lia ensanchado, cuanto más sucia, más ancha. Cabría dentro
otro más. Si no estaba demasiado gordo. Sin embargo,
¿por qué haces tú el vago, con esos huesos?
EKART. Tengo una especie de cielo en el cráneo, muy verde y condenadamente alto, y mis ensamientos se pierden debajo, como nubes ligeras afviento. Su rumbo es
totalmente incierto. Pero todo eso está dentro de mí.
HO il Bertolt Brecht '
BAAL. Eso es el delirium tremens. Eres un alcohólico. Y .
ahora ya ves: el alcohol se venga.
EKART. _Cuando se acerca el delirium, lo noto en la cara.
BAAL. Tienes una cara con sitio para mucho viento Cón- I'
cava. Lo mira. No tienes cara. No eres nada. Eres
lZI'3.1'1Spa1'€I'llI€. -
EKART. Cada vez me vuelvo más matemático.
BAAL. Nunca se nada de tus historias. ¿Por qué no hablas nunca de ti?
EKART. A lo mejor es que no tengo historias. ¿Quién
anda por ahi?
BAÉL. Tienes buen oido. _Llevas algo dentro y lo ocultas.
res un hombre malo, igual que yo, un df,-mom@ Pe,-0
algún día verás ratas. Y entonces volverás a ser un hombre bueno.
SOPHIE, en la puerta.
EKART. ¿Eres tú, Sophie?
BAAL. ¿Qué quieres ahora?
SOPHIE. ¿Puedo entrar, Baal?
LLANURA. CIELO
Atardecer. Baal. Ekart. Sophie.
SOPHIE. Se me doblan las rodillas. ¿Por qué corres como
un desesperado? ' BAAL. Porque te cuelgas de mi cuello como una rueda d
molino. .. E
EKART- ¿CÓm_io puedes tratarla así, a ella, que está embarazada de ti?
SOPHIE. Fui yo quien lo quiso, Ek;;_¡~¡;_
BAAL. Fue ella quien lo quiso. Y ahora se me cuelga del
cuello.
EKART. Es una bestialidad. Siéntate, Sophie.
SOPHIE se sienta pesadarnente: ¡Deja que se vaya!
EKART, a Baal: Si la echas, me iré con ella.
__
52 Bertolt Brecht
, I BAAL. ¡Tirate al río, con esa tripa gorda! Tu quisiste que
te vomitase. ' SOPHIE. Quieres dejarme, no .quieres dejarme. Aun no lo
sabes, Baal. Eres como un niño, si iensas así.
BAAL. Ahora sí que estoy de ti hasta lil coronilla.
SOPHIE. Pero no de noche, de noche no, Baal. Sola, tengo miedo. Tengo miedo de la oscuridad. De eso tengo
miedo.
BAAL. ¿En tu estado? Nadie te hará nada.
SOPHIE. De noche. ¿No queréis pasar aún esta noche conmigo?
BAAL. Vete con los almadieros. Hoy es San juan. Y estarán borrachos.
SOPHIE. ¡Un cuarto de hora!
BAAL. ¡Vámonos, Ekart!
SOPHIE. ¿Adonde iré yo?
BAAL. ¡Al cielo, querida!
so1>i¬11E. ¿Con mi hijo?
BAAL. ¡Entiérralo!
SOPHIE. Deseo que nunca vuelvas a pensar lo que ahora
me estás diciendo bajo este hermoso cielo que tanto te
gusta. Lo deseo de rodillas.
EKART. Me quedo contigo. Y luego te llevare con tu madre, sólo con que me digas que no quieres querer más
a esta bestia.
BAAL. Ella me quiere a mi.
SOPHIE. Yo le quiero.
EKART. ¿Todavía estás ahí, bestia? ¿Es que no tienes ro-
, I
dillas? ¿Estás borracho de aguardiente o de poesía? '
¡Bestia degenerada! ¿Bestia degenerada!
BAAL; ¡Imbéeil!
Ekart se abalanza sobre él, pelean.
SOPHIE ¡]esús, ]osé y María! ¡Son fieras!
EKART, luchando: ¿Oyes lo que dice en el bosque, ahora
que está oscureciendo? ¡Bestia degenerada! ¡Bestia de-
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'Il-.itro completo, 1 51
HAAL. Ella no se irá contigo. Pero tú me dejarías plantado. Por ella, eso es muy propio de ti.
I-ZKART. Tu me has echado dos veces de tu cama. Mis
amantes te dejaban indiferente, pero me las quitaste,
aunque yo las quería. ' BAAL. Porque las querías. Profané dos veces cadáveres
para que te mantuvieras puro. Lo necesito. ¡Por Dios
que no sentí ningún placer!
I-IKART, a Sophie: ¿Y sigues queriendo a esta bestia transparente?
SOPHIE. No puedo evitarlo, Ekart. Sigo queriendo a su
cadáver. Sigo queriendo sus puños. No puedo evitarlo, Ekart.
BAAL. No quiero saber lo que hicisteis mientras yo estaba en la cárcel.
SOPHIE. Estábamos juntos ante tu cárcel blanca, mirando
hacia lo alto, hacia donde tú estabas.
BAAL. Estabais juntos.
SOPHIE. Pégame por eso.
EKART grita: ¿No la arrojaste tú a mi cuello?
BAAL. Entonces todavía podían robarme tu amor.
EKART. ¡Yo no tengo tu piel de elefante!
BAAL. Por eso te quiero.
Ekari. Por lo menos, cierra ese maldito pico mientras ella
esté aquí.
BAAL. ¡Que se va a a paseo! Está em ezando a encanallarse. Se pasa šs manos por el cuello. Se lava la ropa
sucia con tus lágrimas. ¿No te das cuenta de que se interpone desnuda entre nosotros? Soy paciente como
un cordero, pero no puedo salir de mi propio pellejo.
EKART se sienta junto a Sophie: ¡Vete a casa de tu madre!
soPHiE. No puedo.
BAAL. No puede, Ekart.
SOPHIE. Pégame si quieres, Baal. No volveré a decirte que
vayas despacio. No tenía esa intención. Déjame ir contigo mientras me aguanten las iernas, y luego me echaré entre los arbustos y no teniiiás que volverte. No me
eches, Baal.
Teatro completo, 1 'bl
BAAL, a su lado, estrechando a Ekart contra él: Ahora
estás contra mi pecho, ¿me hueles? ¡Ahora te tengo, hay
más cosas que la proximidad de una hembra! Se detiene. Ya se ven estrellas sobre la maleza, Ekart._
EKART mira fijamente a Baal, que contempla el cielo: No
puedo (pegarle.
BAAL, ro eándolo con el brazo: Oscurece. Tenemos que
encontrar refugio para la noche. En el bosque hay åipn:
donadas donde no penetra el viento. Ven, te ha are
de los animales. Sale arrastrándolo.
SOPHIE, sola en la oscuridad, grita: ¡Baal!
SALA DE TABLAS PARDAS
Noche. Viento. En las mesas, Gqugou y Bolleboll. El
viejo mendigo y Maja, con la nina en su cajon
BOLLEBOLL juega a las cartas con Gougou: Se me ha acabado el dinero. ¡Vamos a jugamos el alma!
EL MENDIGO. El hermano Viento quiere entrar. Pero no
conocemos a nuestro hermano Viento frío. jejeje.
LA NIÑA llora. _ MAJA la pordiosera: ¡Escuchad! ¡Alguien ronda la casa!
¡Con tal de que no sea algún animal grande!
BOLLEBOLL. ¿Por qué? ¿Es que tienes ganas otra vez?
Golpean en la puerta. r
MA_"A. ¡Escuchad! ¡Yo no abro!
EL MENDIGO. Vas a abrir.
MA_`A. ¡No, no! ¡Virgen santa, no!
EL MENDIGO. Bouque la Madonne! ¡Abre! I
MA_“A se arrastra hasta la puerta: ¿Quién anda ahi?
LA NIÑA llora. H
MAIA abre la puerta.
BAAL, entra con Eleart, empapados: ¿Es ésta la cantina del
generada! _ hospital?
I
.-
'H Bertolt Brqchi
MA_|A. Sí, pero no hay camas libres. Con mas descaro: Y
yo estoy enferma.
BAAL. Tenemos champaña. Ekart se ha acercado a la estufa.
BOLLEBOLL. ¡Venid aquí! Quien sabe qué es el champaña es amigo nuestro.
EL MENDIGO. ¡Aquí no hay más que gente fina, mi querido cisne!
BAAL, acercándose a la mesa, se saca dos botellas de los
bolsillos: ¿Eh?
EL iviENDiGo. ¡Eso es ma ia!
BOLLEBOLL. Sé de dónde ias sacado ese champaña. Pero
no lo diré.
BAAL. ¡Ven, Ekart! ¿Hay vasos?
MAJA. ¡Tazas, señor! ¡Tazas! Trae tazas.
GOUGOU. Yo necesito una taza para mí solo.
BAAL, desconƒ.f`ado: ¿Puede beber champaña?
GOUGOU. Por favor. Baal le sirve.
BAAL. ¿Que tiene?
GOUGOU. Congestión pulmonar. No es nada. Una pequeña obstrucción. Nada importante.
BAAL, a Bolleboll.- ¿Y usted?
BOLLEBOLL. Ulcera de estomago. Benigna.
BAAL, al mendigo: ¿Supongo que usted también tiene
algo?
EL MENDIGO. Yo estoy loco. _ BAAL. ¡Salud!.. Ahora nos conocemos todos. Yo estoy
sano. ¬ EL MENDIGO. Conocí a un hombre ue también creía que
estaba sano. Lo creía. Vino de unqbosque y un día volvió otra vez a él, porque tenía que meditar un poco.
Encontró el bosque muy extraño y nada familiar. Anduvo muchos días, adentrándose en la espesura, porque quería ver hasta donde estaba unido a él y cuántas
fuerzas tenía para aguantar. Pero no tenía muchas.
Bebe.
BAAL, inquieto: ¡Qué viento! Y tenemos que seguir viaje
esta noche, Ekart. -
I "
56 Bertolt Brecht '
\ chando poco a poco. Y no podrás salir con esta lluvia
si estoy totalmente borracho. - GOUQOU, a Ekart: Era más guapito, y por eso la consiguio. . EKART. ¿Y su superioridad intelectual? ¿Su supremacía
moral?
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GOUGOU Ella no era así Estaba sin estro ear. i
- . - P EKART. ¿Y qué hizo usted? ' GOUGOU. Me dio vergüenza.
BOLLEBOLL. ¡Escuchad! ¡El viento! ¡Está pidiendo a i
Dios un poco de paz.
MAJA canta:
Nanitanana, qìue el viento sopla.
Todos borrac os, canto esta copla.
BAAL. ¿De quién es ese niño?
MAJA. Es mi hija, señor.
EL MENDIGO. ¡Una virgo dolorosa!
BAAL bebe: Eso era antes, Ekart. Sí. También era bonito.
EKART. ¿El qué?
BOLLEBOLL. Se le ha olvidado.
BAAL. An-tes, ¡qué palabra más rara!
GOUGOU, a Ekart: La más bonita es Nada.
BOLLEBOLL. ¡Chist! ¡Ahora viene el aria de Gougou!
¡Que va a cantar el Saco de gusanos!
GOUGOU. Es como el viento que tiembla en las noches
de verano, sol. Pero nada tiembla. Nada. Absoluta-
. mente nada. Sencillamente, se acaba. El viento sopla,
ya no se siente frío. La lluvia cae no moja ya. Se dicen chistes y uno no se ríe. Se pucfie uno, no hay nada
que esperar. Huelga general.
EL MIENDIGQ. ¡Es el paraíso del infierno!
GOUGOU. Si, es el paraiso. No ueda por satisfacer ningún deseo. No se tienen ya deseos. Se pierde la costumbre de todo. También de tener deseos. Y así es uno
libre.
MAJA. ¿Y qué ocurre al final?
GOUGOU, con una mueca: Nada. Absolutamente nada.
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Teatro completo, 1 55
EL MENDIGO. Sí, el viento. Un atardecer, a la horaƒdel
crespúsculo, cuando no estaba ya tan_ solo, atraveso el
gran silencio entre los arboles y se situo bajo uno de
ellos, muy grande.
Bebe.
BOLLEBOLL. Era el mono que había en él. ,
EL MENDIGO. Sí, tal vez fuera _el mono. Se apoyo contra
el árbol, muy apretado, sintió la vida que habia en el,
o lo creyó, y dijo: eres más alto que yo y te mantienes
firme y conoces la tierra hasta muy hondo y ella te sostiene. Yo puedo andar y moverme mejor, pero no me
mantengo firme ni puedo penetrar en lo hondo y nada
me sostiene. Tampoco conozco la gran paz del cielo infinito sobre las copas silenciosas.
Bebe.
GOUGOU. ¿Y qué dijo el árbol? _ _ EL MENDIGO. Sí. Sopló el viento. Un estremecimiento re:
corrió el árbol y el hombre lo notó. Entonces se echo
al suelo, abrazó las raíces duras y salvajes y lloro amargamente. Pero hizo lo mismo con muchos arboles.
EKART. ¿Y se curó? _ EL MENDIGO. No. Pero murió más aliviado.
MAJA. Eso no lo entiendo.
EL MENDIGO. Nada se entiende. Pero muchas cosas se
sienten. Las historias que se entienden son sólo las mal
contadas. _ BOLLEBOLL. ¿Vosotros creéis en Dios? g
BAAL, ƒatigosamente: Siempre he creído en mi. Pero uno
puede volverse ateo. _ BOLLEBOLL, riéndose a carcajadas: ¡Ahora me estoy divirtiendo! ¡Dios! ¡Champaña! ¡Amor! ¡Viento y lluvia! Intenta agarrar a Maja.
MAJA. ¡Déjame! ¡Te apesta el aliento! _ BOLLEBOLL. Y tú, ¿no tienes sífilis? La sienta en sus rodillas. _ EL MENDIGO. ¡Cuidado! A Bolleboll. Me estoy emborraTeatro completo, 1 57
No hay ningún final. La Nada dura eternamente.
BOLLEBOLL. AIHÉII.
BAAL, que se ha levantado, a Ekart: ¡Ekart, .levántatel
Hemos caído entre asesinos. Se apoya en Eleart, rodeandole los hombros. Los bichos se esponjan. La podredumbre se acerca arrastrándose. Los gusanos cantan y se avonean.
EKART. Es iii segunda vez que te ocurre. ¿Será sólo la bebida?
BAAL. Aquí se exhiben mis intestinos... No es un baño
de barro.
EKART. ¡Siéntate! ¡Bebe hasta que no puedas más! ¡Entra
en calor!
MAJA canta, un poco borracha:
Invierno o verano, con lluvia o nieve...
Si estamos borrachos, cualquier mal es leve.
BOLLEBOLL, ha agarrado a Maja, lucha: Esa aria me hace
siempre tantas cosquillas, mi pequeño Gougou... Vayavaya, Majita.
LA NIÑA llora.
BAAL bebe: ¿Quién es usted? Irritado, a Gougon: Lo llaman Saco de gusanos. ¿Es usted un candidato a la
muerte? ¡Salud! Se sienta.
EL MENDIGO. ¡Cuidado, Bolleboll! El champaña no me
sienta muy bien.
MAJA, vuelta hacia Bolleboll, canta:
Cierra los ojitos, los párpados pesan.
Si vas a la cama verás que te besan.
BAAL, brutalmente:
Si te hundes al fondo, ratas en el pelo:
Muy alto y hermoso sigue estando el cielo.
Se levanta, con la taza en la mano. Negro está el cielo.
| I
f
I
¿Por que te asustas? Tamborilea en la mesa. Hay que
seguir en el tíovivo. Es estupendo. Vacila. Quiero ser
un elefante que se mea en el circo cuando no es bonito
.i ¢ rn.4..¿.|.
W Bertolt Brecht
todo... Empieza a bailar, canta: ¡Baila con el vientoÍ
pobre cadaver, duerme con la nube, dios degenerado! `
Se acerca oacilante a la mesa.
EKART, borracho, se ha levantado: No me iré ya contigo. Yo tambien tengo un alma. Tú has corrompido mi
alma. Lo corrompes todo. Y ahora empezare también
con mi misa.
BAAL. ¡Te quiero, salud!
EKART. ¡Pero no me iré contigo! Se sienta.
EL MENDIGO, a Bolleboll: ¡Quita esas manos, cerdo!
MAJA. ¿Y a ti qué te importa?
EL MENDIGO. ¡Cállate, desgraciada!
MAJA. ¡Chalado, te falta un tomillo!
BOLLEBOLL, causttco: ¡Mentira! ¡No tiene ninguna enfermedad. ¡Eso es lo que pasa! ¡Todo es mentira!
EL MENDIGO. ¡Y tú tienes cáncer!
BOLLEBOLL, siniestramente tranquilo: ¿Que tengo cáncer?
EL MEND_IGO, cobarde: No he dicho nada. ¡Deja a la pobre chica en paz!
MAJA se ríe.
BAAL. ¿Por qué llora ésa? Se dirige lentamente hacia el
cajón que está al fondo. _ EL' MEND_IGO_. trritado: ¿Qué quieres de ella?
BAAL se inclina sobre el cajón: ¿Por qué lloras? ¿Nuncahas visto nada así? ¿O es que lloras siempre?
EL MENDIGO. ¡Déj'ala, iú! Le tira la raza a Baal.
MAJA se levanta de un salto: ¡Cerdo! ` BOLLEBOLL. Sólo uiere levantarle la camisa.
BAAL se endereza llentamente: ¡Qué cerdos sois! ¡Ya no
sabéis lo que es humano! ¡Ven, Ekart, vamos a lavarnos al río!
Sale con Ekart.
W Bertolt Brecht
Y era el cielo a la tarde del color de humareda
Y a la noche oscilaron con su luz las estrellas
Pero al alba hizo claro; la mañana, mu queda,
Y la tarde tranquila prescindieron de ellas. - Cuando aquel cuerpo blanco se pudrió sin consuelo
Lenta, muy lentamente se olvidó Dios de él:
Fue rimero su rostro, luego manos y pelo.
I l Finalinente carroña por aquel río, aque _ 1
Viento.
EKART. ¿Y anda por ahí el fantasma? -No es tan malo
como tú. Sólo el sueño se ha ido al diablo y el viento
brama otra vez en los troncos de los sauces. Así Lies,
sólo nos queda otra vez el blanco pecho de la Fillosofía, oscuridad, humedad hasta nuestro descanso eterno
e, incluso de las viejas comadres, sólo el sexto sentido.
BAAL. Con este viento no hace falta aguardiente para estar borracho. Veo el mundo bajo una luz suave: es el
excremento de Dios Nuestro Señor.
EKART. De Dios Nuestro Señor que, al unir la uretra con
el miembro viril, se calificó a sí mismo para siempre.
BAAL, echado: Todo es tan bonito.
Viento.
EKART. Los Sauces son como pedazos de dientes podridos en la negra bocaza del cielo... Pronto comerizaré
con mi misa. ¿_
BAAL. ¿Has terminado ya el cuarteto?
EKART. ¿De dónde iba a sacar el tiempo?
Viento.
BAAL. Ahí va una mujer pelirroja y pálida; con ésa podrás irte por ahí.
EKART. Tiene el cuerpo blando y blanco, y al mediodía
viene con él a los Sauces. Los sauces tienen ramas que
Teatro completo, 1 59
ESPESURA VERDE. DETRAS, EL RIO
Baal. Ekart.
BAAL, sentado en medio delfollaje: El agua está tibia. Estamos echados en la arena como cangrejos. Y ademas
los matorrales y las nubes blancas en el cielo. ¡Ekart!
EKART, escondido: ¿Qué quieres?
BAAL. Te quiero.
EKART. Estoy demasiado cómodo.
BAAL. ¿Has visto esas nubes? _ _ Í
EKART. Sí-. No tienen vergüenza. Silencio. Antes paso una
mujer por ahí. _ BAAL. Ya no me gustan las mujeres...
CARRETERA. SAUCES
Viento. Noche. Ekart duerme sobre la hierba.
BAAL, 'viniendo a trafués de los campos, como borracho,
con la ropa abierta, como un sona'mbulo: ¡Ekart!
¡Ekart! Ya lo tengo. ¡Despierta!
EKART. ¿Qué es lo que tienes? ¿Otra vez hablas en sueños?
BAAL se sienta a su lado: Esto:
Cuando estaba ya ahogada y bajaba flotando
Por pequeños arroyos hacia el río copioso,
Era un ópalo el cielo que se iba agrandando
Para dar al cadáver su tranquilo reposo.
Hierbas y algas espesas se agarraban a ella
Aumentando su eso al flotar lentamente,
Y los peces helaciios rodeaban a aquella
Que viajaba sin prisas a favor de corriente.
.L __..-_.. _ - ~
I
Teatro completo, 1 (sl
cuelgan como cabellos y entre ellas j...mos como ardillas.
BAAL. ¿Es más bonita que yo?
Oscuridad. El viento sigue bramando.
AVELLANOS JOVENES
Lar as ramas rojas que cuelgan. Entre ellas esta sentado
Baal. Mediodía.
BAAL. Simplemente la contentaré, a esa blanca paloma...
Contempla el lugar. Desde aquí, las nubes son bonitas
entre las ramas de los sauces... Cuando él llegue, sólo
verá la piel. Estoy harto de esos amoríos suyos. ¡Silencio, corazón!
MUJER JOVEN sale de la espesura, pelirroja, opulenta, palida.
BAAL sin volverse.- ¿Eres tú?
LA MUJER ¡oi/EN. ¿Dónde está su amigo?
BAAL. Está componiendo una misa en mi bemol menor.
LA MUJER JOVEN. ¡Di ale que he estado aquí!
BAAL. Se está volviendgo demasiado transparente. Se masturba. Está volviendo a la zoología. ¡Siéntese! Mira a
su alrededor.
LA MUJER JOVEN. Prefiero estar de pie.
BAAL se levanta, agarrrindose a las ramas de los sauces.-
En los últimos tiem os como demasiados huevos.
LA MUJER JOVEN. Yo li: quiero.
BAAL. ¡A mí usted no me importa! La agarra.
LA MUJER JOVEN. ¡No me toque! Me resulta demasiado
sucio.
BAAL, cogiéndola lentamente por la gar anta: ¿De quién
es este cuello? ¿Sabe cómo se hace callar a las palomas
o a los patos salvajes en el bosque?
LA MUJER JOVEN. ¡jesús María y josé! Se suelta. ¡Déjeme
en paz!
62 Bertolt Brecht
BAAL. ¿Con esas rodillas tan débiles? Se caerá. Al fin y
al cabo, quiere que la acuesten entre los sauces. Un
hombre es un hombre, en eso nos parecemos la mayoría. La coge en sus brazos.
LA MUJER JOVEN, temblando: ¡Por favor, déjeme! ¡Por
favor!
BAAL. ¡Qué codorniz más desvergonzada! ¡Vamos, basta! ¡Salvamento de una desesperada! La agarra de los
dos brazos y la arrastra hacia los matorrales.
ARCE EN EL VIENTO
Cieio nublado. Baal y Ekart, sentados en las raices.
BAAL. Hay que beber, Ekart, ¿te queda dinero?
EKART. No. ¡Mira ese arce en el viento!
Basi. Tienibla.
EKART. ¿Dónde está la chica que arrastraste por las tabernas?
BAAL. Hazte ez y búscala.
EKART. Te atilborras, Baal. Reventarás.
BAAL. Me gustaría oir el estallido.
EKART. ¿No te miras a veces también en el agua, cuando
está negra y profunda y todavía sin peces? Nunca te
cai as dentro. Tienes que tener cuidado. -Eres tan pesadgo, Baal.
BAAL. Tendré cuidado de otro. He compuesto una canción. ¿Quieres oírla?
EKART. Léemela y te conoceré.
BAAL. Se llama: La muerte en el bosque
Un hombre moría en el bosque eterno
Y viento y tormenta lo rodeaban.
Moria cual perro, en pleno invierno,
Mirando las copas del bosque eterno,
Y viento y tormenta nunca cesaban.
5,4 Bertolt Brecht i
- Ya ha terminado, mal desenlace,
Pero ha de morirse todo el ue nace.
Hay luz en el árbol, luz en lla tierra,
Ellos se santiguan, joven figura,
Cabalgan deprisa porque les place.
EKART. Vaya. Vaya. A esto hemos llegado.
BAAL. Cuando no puedo dormir por las noches, miro las
estrellas. Eso es lo que hay.
EKART. ¿Ah sí?
BAAL, desconƒiado: Pero no lo hago a menudo. Debilita.
EILART, después de un rato: En los últimos tiempos has
escrito muchas poesías. ¿Hace mucho tiempo que no
has estado con una hembra?
BAAL. ¿Por qué?
EKART. Pensaba. Niégalo.
BAAL se pone en pie, se despereza, mira la copa del arce, - se rte.
TABERNUCHA
Atardecer. Ekart. La camarera. Watzrnann. johannes,
desarrapado, con una chaqueta raída de cuello
levantado, degenerado sin remisión. La camarera tiene
los rasgos de Sophie.
EKART. Hace ya ocho años.
Bebe. Sopla el viento. _
JOHANNES. Hasta los veinticinco no empieza la vida. A
esa edad se ensanchan y tienen hijos.
_ Silencio.
WATZMANN. Su madre murió ayer. El anda por ahí, (pidiendo dinero prestado para el entierro. Luego ven rá
aquí. Y con eso podremos pagar los aguardientes. El
Teatro completo, 1 63
Tenía a su lado más de un amigo
Querierido calmarlo, darle un abrigo:
¡Ir-emos a casa, ven, compañero!
Pero él escupiendo, como un castigo,
Gritaba diciendo: ¡Yo os maldigo!
¡Yo no tengo casa! Y era sincero.
¿Te quedan aún dientes en esa boca?
¿Y cómo te encuentras, vamos a ver?
Revienta tranquilo contra esa roca,
Tu yegua comimos todos ayer,
Tú vete al infierno, que ya te toca.
Y el bosque sonoro los envolvía
Y ellos miraban al moribundo
Cogido a las raíces mientras gemía.
Aquello a otaba su sangre fría,
Cerraban los puños por un segundo,
Pues era uno de ellos quien se moría.
¡Eres sólo un loco, sólo una bestia!
¡Sarnoso, as ueroso, un puro andrajo!
Nos quitas él aire, vaya molestia,
decían los otros, y él, desde abajo:
¡Yo uiero vivir! No me rebajo.
Cabálgo en el viento, sin inmodestia.
Aquello era algo incomprensible,
Temblaban de asco pero callaban.
Y sólo la tierra era sensible,
El viento en los mares, siempre impasible:
Mis fuerzas ahora pronto se acaban.
Su exceso de vida lo mantenía _ Porque era un cadáver que aún vivía,
Carroña estrujada contra la tierra; _ Al alba, en la hierba, por fin moría.
Con asco y con odio, en la hierba fría
A aquella basura por fin se entierra.
Montados penetran en la espesura
Mirando aún el árbol bajo el que yace.
Teatro completo, 1 55
patrón es decente: nos fía con la garantia del cadáver
de una madre. Bebe.
JOI-IANNES. ¡Baal! ¡Ya no sopla el viento a su favor!
WATZMANN, a EKART: ¿Tú tienes que aguantarle muchas cosas, no?
EKART. No se le puede escupir a la cara: se está hundiendo.
WATZMANN, a johannes: ¿A ti te da pena? ¿Te preocupa?
JOHANNES. Es una lástima, me parece a mí. Bebe.
Silencio.
\X/ATZMANN. Cada día se vuelve más repugnante.
EKART. No digas eso. No uiero oírlo: yo le quiero.
Nunca le tomo nada a mail. Porque le quiero. Es un
niño.
WATZMANN. Sólo hace lo que no tiene más remedio. Es
tan vago.
EKART, dirigiéndose a la puerta: Hace una noche muy
suave. El viento es cálido. Como leche. Me gusta todo
eso. Nunca habría que beber. O no tanto. Volviendo
a la mesa. La noche es muy suave. Ahora, y durante
tres semanas más en otoño, se puede vivir muy bien
en los caminos. Se sienta.
WATZMANN. ¿Quieres irte esta noche? ¿Quieres deshacerte de él? ¿Estás hasta la coronilla?
JOHANNES. ¡Debes tener cuidado!
BAAL aparece lentamente en la puerta.
WATZMANN. ¿Ei-es tú, Baal?
EKART, duramente: ¿Qué quieres ahora?
BAAL entra y se sienta: ¡En qué agujero más miserable se
ha convertido esto! La camarera trae aguardiente.
WATZMANN. No ha cambiado nada. Sólo tú, al parecer,
te has vuelto más fino.
BAAL. ¿Eres tú, Luise?
Silencio.
JOHANNES. Sí. Aquí se está bien... Porque tengo que be-
Eitfi Bertolt Brecht
ber, que beber mucho. Eso fotalece. Es verdad que uno
se va también al infierno de una cuchillada. Pero es
distinto. Es como si se le doblaran a uno las rodillas,
sabéis: ¡sin sacudidas! Así: de forma que no se sientan
los cuchillos. Con las corvas acolchadas. Por cierto, antes no se me ocurrían esas cosas, tan divertidas, cuando me iba bien entre los burgueses. Sólo ahora se me
ocurren cosas, desde que me he convertido en un genio. Eh.
EKART estalla: ¡Quiero estar otra vez en los bosques, al
amanecer! ¡La luz, entre los troncos, es de color limón!
Quiero volver otra vez a los bosques.
JOHANNES. Bueno, eso no lo entiendo, Baal, tienes que
pagar otro aguardiente. Aquí se está realmente tan
ien.
BAAL. Un aguardiente para... ` JOHANNES. ¡Nada de nombres! Nos conocemos. Sabes,
a veces sueño de noche cosas horrendas. Pero sólo a
veces. Ahora se está muy bien.
Sopla el viento. Beben.
WATZMANN canturrea:
Hay árboles a docenas
Frondosos y muy vulgares
Para ahorcar todas tus penas
O reposar tus pesares. -
BAAL. ¿Cuando ha ocurrido esto ya? Una vez ocurrió así.
JOHANNES. La verdad es que sigue flotando. Nadie la ha
encontrado. Sólo ten o a veces la sensación, sabéis, de
que me bajase por ei gaznate, flotando en el mucho
aguardiente, un cadáver pequeñito, medio podrido. Y,
sin embargo, tenía ya diecisiete años. Ahora tiene ratas y algas en su cabello verde, y no le sientan mal... un
poco hinchada y blancuzca, llena de pestilente barro
del río, muy negro. Siem re fue tan limpia. Por eso se
tiró al río y se volvió heófionda.
úå Bertolt Brecht
EKART. ¡Qué idiotez! ¿Ves tú al o, Baal?
BAAL. No. No quiero. Es bonita ia oscuridad. Con champaña en el cuerpo y nostalgias sin recuerdos. ¿Eres mi
amigo, Eltart?
EKART, trabajosamente: ¡Sí, pero carita!
BAAL canta:
Una mueca en el rostro, tan mudo y hundido.
Muchas veces aún sueña con campos muy lisos.
Con sus cielos azules, allá en el o vido.
JOI-IANNES. Me quedaré siempre contigo. Me puedes llevar contigo tranquilamente. Casi no como.
WATZMANN ha encendido trabajosamente la luz: Hágase
la luz. jejejé.
BAAL. Eso deslumbra. Se pone en pie.
EKART, con la camarera en las rodillas, se pone trabajosamente en pie, intentando alejar el brazo de ella de su
cuello: ¿Qué te pasa? Si no es nada. Es ridículo.
BAAL se dispone a saltar sobre él.
EKART. ¿No estarás celoso de ésta?
BAAL avanza a tientas, tira un vaso.
EKART. ¿Por qué no puedo tener mujeres?
BAAL lo mira.
EKART. ¿Es que soy tu amante?
BAAL se arroja sobre él y lo agarra del cuello.
La luz se extingue. Watzmann se ríe, borracho, la
camarera grita. Entran otros parroquianos de la
habitación de al lado, con una lámpara "
WATZMANN. Tiene un cuchillo.
LA CAMARERA. Lo ha asesinado. ¡Jesús María y josé!
DOS HOMBRES se lanzan sobre ios ue luchan: ¡Diablos,
tú! ¡Suéltalo! -¡Ese tipo le ha daåo una puñalada, Santo Dios!
BAAL se levanta. De pronto amanece, se apaga la ¿simpara: ¡Ekart!
Teatro completo, I fi?
I
i' WATZMANN. ¿Que es la carne? Se descompone como el
espíritu. Señores, estoy completamente borracho. Dos
por dos son cuatro. Por lo tanto, no estoy borracho.
Pero tengo el presentimiento de un mundo superior.
¡Inclinaos, sed hum... humildes! Despojaos del viejo
Adán. Bebe temblando y con pasión. Todavía no he llegado al fondo, aunque tenga mis presentimientos, y todavía puedo multiplicar muy bien, dos por dos... ¡Dos,
d... os, qué palabra más rara! ¡Dos! Se sienta.
BAAL coge la guitarra y destroza con elia la lámpara:
. Ahora voy a cantar. Canta:
Casi enfermo de sol, carcomido de lluvia,
Con laureles robados en el elo revuelto,
Ha olvidado sus sueños, toiifa su infancia rubia,
Y ha tocado ya el techo, pero el cielo anda suelto.
No tengo una voz precisamente argentina. Afina la guitarra.
EKART. ¡Canta más, Baal!
BAAL sigue cantando:
¡Y vosotros, echados de cielo e infierno!
Asesinos que tanto y tanto sufristeis
Por ué abandonasteis el seno materno
Donäe estabais tranquilos, tranquilos vivisteis...
La guitarra desafina también.
WATZMANN. Es una hermosa canción. ¡De las que me
gustan! ¡Romántica!
BAAL sigue cantando:
Por mares de ajenjo, él sigue buscando.
Su madre, entretanto, lo ha olvidado ya.
El ríe y blasfema, y a veces llorando.
Aún piensa en la tierra en que feliz será.
WATZMANN. Ya no sé dónde está mi vaso. Esta mesa se
tambalea de una forma idiota. Encended la luz. ¡Cómo
va uno a encontrarse la boca!
Teatro completo, 1 69
10° DE LONGITUD ESTE DE GREENWICH
Bosque. Baal con la guitarra, las manos en los bolsillos
de los pantalones, se va alejando.
BAAL. ¡El viento pálido en los árboles negros! Parecen el
pelo mojado de Lupus. A las once sale la luna. Entonces habrá luz suficiente. Este es un bosque pe ueño.
Lo atravesaré para llegar a los grandes. Ando de maravilla desde que estoy solo otra vez dentro de mi pellejo. Tengo que dirigirme siempre hacia el norte. Siguiendo las nervaduras de las hojas. Tengo que dejar
atrás ese asuntillo. ¡Adelante! Canta.
Hacia los gordos buitres Baal levanta la vista.
En el cielo ya esperan el cadáver de Baal.
Se aleja.
Pero él se hace el muerto y no hay quien se resista.
Baal se zampa a los buitres, silencioso y genial.
Rdƒaga de viento.
CARRETERA
Atardecer. Viento. Aguacero. Dos gendarmes luchan
contra el viento.
PRIMER GENDARZME. ¡Esta lluvia negra y este viento de todos los difuntos! ¡Y ese maldito vagabundo!
SEGUNDO GENDARME. Me parece que se dirige cada vez
más al norte, hacia los bosques. Allí no lo encontrará
ya nadie.
PRIMER GENDARME. ¿Pero quién es?
SEGUNDO GENDARME. Ante todo: un asesino. Antes, actor de variedades y poeta. Luego, propietario de un tío-
FD _ Bertolt Brecht
vivo, leñador, amante de una millonaria, presidiario y
rufiån. Cuando el asesinato lo cogieron, pero tiene una
fuerza de elefante. Fue a causa de una camarera, una
furcia fichada. Por ella apuñaló a su mejor amigo de la
juventud.
PRIMER GENDARME. Un hombre así ne tiene alma. Es
una bestia salvaje.
SEGUNDO GENDARME. Y, sin embargo, es completamente infantil. Por llevarles la leña a ancianas casi lo agarraron. Nunca ha tenido nada. Esa camarera era lo último. Sin duda por eso mató a su amigo, de vida también dudosa, por cierto.
PRIMER OENDARME. ¡Si supiéramns al menos dónde encontrar aguardiente o una hembra! ¡Vamos! Esto es siniestro- ¡Y allí hay algo que se mueve! Salen los dos.
BAEL sale de nn matorral con un Íaato y la guitarra. Silba
entre dientes: ¿Así que muerto? ¡Animalito! ¡Cruzarse
en mi camino! Esto se pone interesante. Sale detras de
los otros.
Viento.
CABANA DE TABLAS EN EL BOSQUE
Noche. Viento. Baal en una cama sucia. Hombres que
juegan a Las cartas y beiøen.
UN HOMBRE, junto a Baal: ¿Qué quieres?“'Estás dando
las boqueadas. Hasta un niño lo vería, pero ¿a quién
le importas? ¿Tienes a alguien? ¡Pues entonces! ¡Pues
entonces! ¡ñprieta los dientes! ¿Tienes dientes aún? A
veces muerden el olvo tipos que todavía podrían sacarle mucho particlio a la vida, ¡millonarios! Pero tú no
tienes ni papeles. No tengas miedo: el mundo sigue andando, redondo como una bola, y mañana por la mañana seguirá silbando el viento. Considera las cosas
Teatro completo, 1 F1
desde un punto de vista más alto. Piensa: es solo una
rata que revienta. ¡Pues entonces! ¡No hay que sulfurarse! A ti ya no te quedan dientes.
LOS HOMBRES. ¿Sigue jarreando? Tendremos que pasarnos la noche con el cadáver -¡Cállate la boca! ¡Triunfo! -¿Todavía resoplas, gordinflon? ¡Cántanos algo!
«Cuando Baal ya crecía...›› -Dejadlo: será un fiambre
antes de ue pare esta lluvia negra. ¡Seguid jugando!
-Ese ha (bebido como una esponja, pero hay algo en
esa bola pálida que te da ue pensar. A ése nadie se lo
redijo en la cuna. -¡Eliiliez de trébol! ¡Pero cierren
l-ia boca, señores! Esto no es forma de jugar; si no se
lo tornan más en serio, no hay forma de jugar como
es debido.
Silencio, nada más que blasfemias.
BAAL. ¿Qué hora es?
EL HOMBRE. Las once. ¿Vas a salir?
BAAL. Enseguida. ¿Están mal los caminos?
EL HOMBRE. La lluvia.
LOS HOMBRES se ponen en pie: Ahora ha parado la lluvia. Ya es hora. '-Todo estará empapado. -Este chico tampoco tendrá que hacer nada esta vez. Cogen ias
hachas.
UNO, deteniéndose ante Baal, escape: Buenas noches y
hasta la vista. ¿Vas a estirar la pata?
OTRO. ¿Vas a morder el polvo? ¿De incógnito?
UN TERCERO. Podrías esperar a mañana para empezar a
oler mal. Cortaremos leña hasta el mediodía y luego
querremos corner.
BAAL. ¿No os podríais quedar un rato aún?
TODOS, con grandes carcajadas: ¿Quieres que te hagamos
de mamá? ¿Vas a cantar el canto del cisne? -¿Quieres
confesarte, garrafa de aguardiente?- ¿No puedes vomitar solo?
BAAL. Si os quedarais treinta minutos más.
TODOS, con grandes carca_ƒadas: ¿Sabes una cosa? Que re72 Bertolt Brecht ll. Team) cümplem' 1 H
vientes solo --¡Várnonos ahora! El viento se ha calma- 9 BAAL- Se ha ida' al diablo'
do por completo. -¿Qué te pasa a ti?
EL HOMBRE. Os sìígo.
BAAL. No puedo urar mucho, señores. Risas. ¡Tampoco a ustedes les gustaría morirse solos, señores! Risas. ;
OTRO HOMBRE. ¡Eres como una vieja! ¡Ahí te dejo un recuerdo! Le escupe a la cara.
Todos se dirigen hacia la puerta.
BAAL. ¡Veinte minutos!
Los hombres salen por la puerta abierta.
EL HOMBRE, en la puerra.- Estrellas.
BAAL. ¡Límpiame el escupitajo!
EL HOMBRE, e él.- ¿Dónde?
BAAL. En la frente.
EL HOMBRE. Ya está. ¿De qué te ríes?
BAAL. Me sabe bien.
EL HOMBRE, irritado: Eres un caso totalmente perdido.
Addio! Se dirige con el hacha hacia la puerta.
BAAL. Gracias.
EL HOMBRE. ¿Puedo hacer algo por ti...? Pero tengo que
ir al trabajo. Cruz y raya. ¡Cadaver!
BAAL. ¡Tú! ¡Acércate! El hombre se inclina. Era muy hermoso...
EL HOMBRE. ¿El qué, gallina loca, o mejor: capón?
East.. Todo.
EL HOMBRE. ¡Eres un sibarita! Se ríeƒnerte, sale; la puerta se queda abierta, se oe la noche azul. "
BAAL, inquieto: ¡Tú! ¡Amigo!
EL HOMBRE, en la ventana.- ¿Qué?
BAAL. ¿Te vas?
EL HOMBRE. ¡A trabajar!
BAAL. ¿Adonde?
EL HOMBRE. ¿Qué te importa?
BAAL. ¿Qué hora es?
EL HOMBRE. Las once y cuarto. Se oa.
Silencio.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis. No sirve de nada.
Silencio.
¡Mamá! Que se vaya Ekart, el cielo está tan condenadamente cerca que se puede tocar con la mano, todo
está otra vez empapado. Dormir. Uno. Dos. Tres.
Cuatro. Se ahoga uno aquí. Fuera debe de ser claro.
Quiero salir. Se incorpora. Voy a salir. Querido Baal.
Cortante: No soy una rata. Fuera debe de ser claro.
Querido_Baal. Hasta la puerta todavía) puedo llegar.
Rodillas aún tengo, y en a puerta estare mejor. ¡Maldita sea! ¡Querido Baal! Se arrastra a gatas hasta el ambral. Estre las... mm. Se arrastra afuera.
AMANECER EN EL BOSQUE
Leñadores
UNO. ¡Pásame el aguardiente! ¡Escucha los pajaritos!
OTRO. Hará un día de calor. _ UN TERCERO. Todavía hay un montón de troncos que tienen que estar cortados para la noche.
UN CUARTO. El hombre ese, ¿estará ya frío?
TERCERO. Sí. Sí. Ya estará frío.
SEGUNDO. Sí. Sí. , . TERCERO. Ahora podríamos tener los huevos, si no se
los hubiera comido él. Casi nada: ¡robar huevos en su
lecho de muerte! Al rincipio me daba pena, pero luego se me hincharon las narices. Gracias a Dios que no
olfateó el aguardiente en estos tres días. Que falta de
consideración: ¡huevos para un cadáver!
PRIMERO. Tenía una forma de echarse en la porquería; y
luego no se levantaba ya, y lo sabía. Se echaba como
LI .|
74 - Bertolt Brecht
Si fuerauna cama tendida. ¡Con cuidado! ¿Lo conocía
alguno? ¿Cómo se llamaba? ¿A qué se dedicaba?
CUARTO. Tendremos que enterrarlo así. ¡Y ahora pásame el aguardiente! R S
TERCERO. Le pregunté cuando ya tenía estertores: ¿en
qué piensas? Siempre quiero saber en qué se piensa. Y
me dijo: todavía escucho la lluvia. Se me puso carne
de gallina en toda la espalda. Todavía escucho la lluvia,
R Clljo. .
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Personajes
Baal, poeta lírico.
Mech, comerciante al por mayor y editor.
Emili, su mujer.
Dr. Piller, crítico.
Johannes Schmidt.
Pschierer, Director de Aguas.
Un joven.
Una señora joven.
Johanna.
Ekart.
Luise, camarera.
Las dos hermanas.
La dueña de la casa.
Sophie Barger.
El vagabundo.
Lupu.
Mjurk.
La soubrette.
Un pianista.
El párroco.
Bolleboll.
Gougou.
El viejo mendigo.
Maja la pordiosera.
La mujer joven.
Watzmann.
Una camarera.
Dos gendarmes.
Carreteros.
Campesinos.
Leñadores.
CORAL DEL GRAN BAAL
Cuando Baal ya crecía en el seno materno
Era pálido el cielo, era grande y eterno,
Tan desnudo y tan joven, casi un cielo irreal,
Como Baal lo quería, cuando al fin nació Baal.
Y el cielo estaba allí, con pena o alegría,
También si Baal dormido, feliz, no lo veía:
De noche era violeta y Baal un borrachón
Devoto en la mañana color melocotón.
Y va de rasca en rasca, iglesia u hospital,
Baal sigue indiferente, cambiando de costumbre.
Por más que esté cansado, jamás se hundirá Baal:
Hará bajar al cielo, con toda certidumbre.
En masa vergonzosa de pobres pecadores
Se arroja Baal desnudo, revolcándose en paz:
El cielo únicamente, el cielo y sus colores
Recubren majestuosos su desnudez procaz.
Y el mundo, mujerzuela que se entrega riendo
A todo el que se deja en sus piernas triturar
Le dio algún que otro éxtasis, que le iban complaciendo,
Mas Baal nunca moría: no hacía más que mirar.
Y si Baal veía sólo cadáveres en torno
Disfrutaba aún el doble, sin ningún embarazo.
Aún hay sitio, decía, no nos causa trastorno,
Aún hay sitio, decía, en este amplio regazo.
La mujer, dice Baal, que os lo ha dado ya todo,
¡Que se vaya a paseo y que encuentre acomodo!
Nunca teme a los hombres: con mujer, son igual.
Pero teme a los hijos el mismísimo Baal.
Cualquier vicio, no hay duda, siempre sirve de algo,
Y también los viciosos, yo ni entro ni salgo.
Si los vicios son buenos, hay que hacer de manera
Que se tenga más de uno, porque el tiempo no espera.
Pero no seas vago, no me seas tan flojo.
¡Disfrutar siempre exige, como hay Dios, mucho arrojo!
Hace falta ser fuerte y tener experiencia:
Y un gran vientre requiere muchas veces paciencia.
Hacia los gordos buitres Baal levanta la vista,
En el cielo ya es eran el cadáver de Baal.
Pero él se hace el muerto y no hay quien se resista.
Baal se zampa a los buitres, silencioso y genial.
En el Valle de Lágrimas, bajo estrellas sombrías,
Pasta Baal en los prados, chasqueando la lengua.
Cuando están ya pelados y han quedado baldíos,
Duerme siesta en el bosque, más su sueño no mengua.
Y si el oscuro seno se lo lleva consigo:
¿Qué es el mundo para él? Baal está siempre lleno.
Y es que ha sido del cielo tantas veces testigo,
Que hasta muerto su cielo es un cielo sereno. '
Cuando Baal se pudría ya quizá en el infierno
Era pálido el cielo, era grande y eterno,
Tan desnudo y tan joven, casi un cielo irreal.
Tal como Baal lo quiso, tal como lo vio Baal.
COMEDOR
Mech, Emilie Mech, Pscbierer,
Jobamzes Schmidt, el Dr. Piller, Baal y otros invitados entran por una puerta de dos bajas
MECH, a Baal: ¿Un poco de vino, señor Baal? Todos se sientan, Baal en el puesto de honor. _ MECH. ¿Le gustan los cangrejos? Esto es cadáver de anguila.
PILLER, a Mecb: Me alegro de que los inmortales poemas
del señor Baal, que he tenido el honor de leerle, hayan
merecido su aprobación. A Baal: Tiene usted que publicar su poesía. El señor Mech aga como un mecenas. Podrá usted dejar su buhardilla.
MECH. Compro troncos de canela. Bosques enteros de
troncos de canela bajan flotando para mi por los ríos
brasileños. Pero ublicaré también su poesía.
EMILIE. ¿Vive usted) en una buhardilla?
BAAL, comiendo y bebiendo: Klauckestrasse 64.
MECI-1. En realidad, estoy demasiado gordo para la poesía. Pero tiene usted el cráneo como un hombre del archipiélago malayo, que tenía la costumbre de que lo hicieran trabajar a latigazos. Sólo trabajaba enseñando los
dientes.
PSCI-IIERER. Señoras y señores. Lo confieso francamente:
me ha conmovido encontrar a un hombre así en condiciones tan modestas. Como ustedes saben, descubrí
a nuestro querido maestro en mi oficina cuando era un
simple principiante. Me atrevo a decir que es una vergüenza para nuestra ciudad dejar que una personalidad
14 _ Bertolt Brecht '|'i~.iirn completo, 1 15
así trabaje a sueldo. Lo felicito, señor Mech, porque
su salón será llamado cuna de la fama mundial de este
genio, sí señor, genio. ¡A su salud, señor Baal!
BAAL hace im gesto de rechazo; come.
PILLER, Escribiré un ensayo sobre usted. ¿Tiene originales? Yo puedo contar con los periódicos.
UN JOVEN. ¿Cómo consigue esa condenada ingenuidad,
querido maestro? Es algo realmente homérico. Consiero a Homero como una o varias personas, sumamente cultas, que adaptaban con gran gusto la ingenuidad
de las_ epopcyas populares.
UNA SENORA JOVEN. A mí me recuerda usted más a Walt
Whitman. Pero en más importante. Digo yo.
OTRO HOMBRE. Y, sin embargo, tiene más bien algo de
Verhaeren, digo yo.
P1LLER.¡Verlaine! ¡Verlaine! Hasta en su fisonomía. No
se olviden de nuestro Lombroso.
BAAL.” Un poco más de anguila, por favor.
LA_SENO1_{A JOVEN. Pero usted tiene la ventaja de ser más
impúdico.
JOI-IANNES. El señor Baal les canta sus poemas a los carreteros. En una taberna, a orillas del río.
EL JOVEN. Santo cielo, usted, maestro, es mejor que todos ésos. Los poetas de hoy no le llegan a la altura del
zapato.
EL OTRO HOMBRE. En cualquier caso, es una esperanza.
BAAL. Un poco más de vino, por favor.
EL JOVEN. Lo considero el precursor del gran Mesías de
la poesía europea, al que esperamos con absoluta certeza para el futuro más inmediato. .-
LA SEÑORA JOVEN. Venerado maestro, señores. Permitanme que les lea un poema de la revista «Revolución»,
que les interesará igualmente. Se levanta y lee:
«El poeta evita los acordes luminosos.
Sopla las trompetas, fusti a el tambor.
Levanta a su pueblo con frases cortadas.
El mundo nuevo
16 Bertolt Brecht
Y estaban todos temblando
Sobre el follaje frondoso
Al oír las manos del Padre
con su veteado hermoso»
Aplausos
VOCES. Genial. -Demoníaco y, sin embargo, de buen
gusto. -Sencillamente divino.
LA SEÑORA JOVEN. En mi opinión, es lo que más se aproxima al sentimiento cósmico de Baal.
MECH. Tendría usted que viajar. Los montes abisinios.
Le gustarían.
BAAL. Ellos no vienen a mí.
PILLER. ¿Para ué? ¡Con su sentimiento vital! Sus poemas me han iiiecho una gran impresión.
BAAL. Los carreteros me pagan algo cuando les gustan.
MECH bebe: Publicaré su poesía. Dejaré que vayan a la
deriva los troncos de canela o haré ambas cosas.
EMILIE. No deberías beber tanto.
BAAL. No tengo camisas. Unas camisas blancas me vendrían bien.
MECI-1. ¿No le interesa la cuestión editorial?
BAAL. Pero tendrian que ser suaves.
PILLER, irónico: En su opinión, ¿en qué podría serle útil?
EMILIE. Escribe usted unos oemas tan maravillosos, señor Baal. Se muestra en ellos tan delicado.
BAAL, a Emilie: ¿No quiere tocamos algo en el armonio?
Emilie toca.
MECI-I. Me gusta comer al son del armonio.
EMILIE, a Baal: Por favor, no beba tanto, señor Baal.
BAAL, mirando a Emilie: ¿Así que flotan troncos de canela para usted, Mech? ¿Bosques enteros talados?
EMILE. Puede beber cuanto quiera. Sólo era un ruego.
PILLER. También bebiendo promete usted mucho.
BAAL, a Emilie: ¡Toque usted más alto! Tiene hermosos
brazos.
lixtir ando el del tormento,
Isla cli: una Humanidad feliz.
Discursos. Manifiestos.
Cantos en las tribunas.
El nuevo santo, Estado,
Predicad la sangre de los pueblos, sangre de su sangre,
inoculada.
Comienza el paraíso. '
-¡Difundamos una atmósfera de grisú!-
¡Estudiad! ¡Preparaos! ¡Adiestraos!››
Aplansos
LA SEÑORA JOVEN, precipitadamente ¡Permítanme! Hay
otro poema más en este número. Lee:
«El sol lo había cocido
El viento lo había secado
Los árboles no lo querían,
Lo daban siempre de lado.
Sólo un acerollo bueno
Poblado de bayas rojas
Como con lenguas de fuego,
Le dio refugio en sus hojas.
Y allí quedó balanceándose,
Sus pies todavía en el suelo,
Y el sol poniente con sangre
bañó sus flancos de duelo,
Y golpeó los olivares
Atravesando el paisaje,
Dios, con su túnica blanca,
se apareció entre el celaje.
En las campiñas floridas
Serpientes cantan su amor,
Y en las gargantas de plata
Gorjeaba un suave rumor.
Ii-.nro completo, 1 17
Emilie se interrumpe y se acerca a la mesa.
'|l,.LER. ¿Es que no le gusta la música en sí?
ii/\1:L. No puedo oír la música. Hablan ustedes demasiado.
'lLLER. Es usted un uerco espín extraño, Baal. Parece
que no quiere que io publiquen.
MAL. ¿No comercia también con animales, Mech?
MECI-I. ¿Tiene usted algo en contra? _ MAL, acariciándole a Emilie el brazo: ¿Por qué le interesan mis poemas?
MECH. Sólo quería hacerle un favor. ¿Por qué no nos pelas unas manzanas, Emilie? _ PILLER. Tiene miedo de que lo exploten... ¿No se le ha
ocurrido aún en qué podría servirle?
BAAL. ¿Lleva siempre unas mangas tan amplias, Emilie?
EMILIE. Ahora sí que debería dejar el vino.
PSICHIERER. Quizá debiera ser un tanto precavido con el
alcohol. Muchos genios...
MECH. ¿No quiere darse un baño? ¿Hago que le preparen una cama? ¿Ha olvidado alguna otra cosa?
PILLER. Ya van rio abajo sus camisas, Baal.
BAAL bebe: ¿Por qué ese monopolio? Váyase a la cama,
Mech. _ MECI-I, ae se ha levantado.- Me gustan todos los animalitos de Dios. Pero con éste no se puede tratar. Vamos,
Emilie; vamos, señores.
Todos se ban levantado indignados
VOCES. ¡Señor! -¡Inaudito! -¡Es algo que...!
PSCI-IIERER. Señor Mech, estoy trastornado...
PILLER. Su poesía tiene algo de perverso.
BAAL, a jobamies: ¿Cómo se llama este señor?
Joi-IANNES. Piller.
BAAL. Piller, puede usted mandarme periódicos viejos.
PILLER, saliendo: ¡Para mí usted no existe! Ni existe para
la Literatura.
18 Bertolt Brecht
Salen todos menos Baal. - CRIADO, entrando: Su abrigo, senor.
BUI-IARDILLA DE BAAL
Noche estrelladn. junto a la ventana Baal y ei joven
johaimes. Contempløm el cielo.
BAAL. Cuando se está de noche sobre la hierba, tendido,
se siente en los huesos que la Tierra es redonda y que
volamos y que en este astro hay animales que devoran
sus plantas. Es uno de los astros más pequeños.
JOHANNES. ¿Sabe algo de astronomía?
BAAL. NO.
Silencio.
JOHANNES. Tengo una amada que es la mujer más inocente del mundo, pero en sueños vi una vez cómo la
oseía un enebro: su blanco cuerpo estaba tendido soEre el eriebro, que la abrazaba con sus ramas nudosas.
Desde entonces no uedo dormir.
BAAL. ¿Has visto ya ai)guna vez ese blanco cuerpo?
JOHANNES. No. Ella es inocente. Hasta sus rodillas...
¿Hay muchos grados de inocencia, no? Sin embargo,
cuando a veces, de noche, la acompaño del brazo para
dar un paseo, tiembla como una hoja, pero sólo de noche. Y yo soy demasiado débil para hacerlo. Tiene diecisiete años.
BAAL. En tu sueño, ¿le gustaba a ella el amor?
JOHANNES. Sí.
BAAL. ¿Lleva ropa interior blanca en torno al cuerpo, una
camisa de nieve entre las rodillas? Cuando la hayas poseído, quizá no sea más que un montón de carne sin rostro.
JOHANNES. Dice usted lo que siento siempre. Yo pensa20 Bertolt Brecht
la piel, las articulaciones son suaves como plantas al " viento, y la violencia del choque, que cederá, es como
volar contra la tem estad, y e cuerpo de ella rueda sobre ti como grava firía. Pero el amor esitambién como ' un coco, que es bueno mientras está fresco, y hay que
escupir cuando el jugo ha sido exprimido y queda sólo
la pulpa, que sabe amargo. Tim la guitarra. Pero ya
me he cansado de la canción. " JOI-IANNES. Entonces, ¿quiere usted decir que debo ha-1.
cerlo, ya que es algo tan bonito? i
BAAL. Quiero decir que debes guardarte de hacerlo, ¡jo-.
hannes! 1
TASCA
Mañana. Baal. Carretros. E/cart al fondo con la
camarera Luisa. Por la 'ventana se ven makes blancas i
BAAL, contándoles .fx los carreteras: El me echó de sus.--
blancos salones porque vomité su vino. Pero su mujercorrió detrás de mí y, por la noche, hubo una fiesta.
Sin embargo, ahora no puedo quitármela de encima y
estoy harto. _ CARRETEROS. Esa se merece unos azotes en el trasero.,
--Son calientes como yeguas, pero más estúpidas.-_
¡Tendrían que comer ciruelas! ---Yo 'siempre le doy una'-.
paliza a la mía, antes de contentarla. _
JOHANNES entre con ]oÍa.«:mna: Esta esjohanna.
BAAL, ri los carreteros, que se dirigen hacia elfondo. Aho-Í
ra estoy con vosotros para cantaros algo. Buenos días,
Johanna.
JOHANNA. ¡johannes me ha leído canciones suyas!
BAAL. Vaya. ¿Cuántos años tiene?
JOHANNES. Cumplió diecisiete en junio.
JOHANNA. Estoy celosa. Siempre está hablando de usted;
BAAL. ¡Está enamorada de su Johannes! Estamos en pri-¿j
-n-__. - 1-111;. :n_n ;_ _ --_- _ f W* ---- - -- __;;:_ .:_::†_7_1† fïff
l'i'.i| ru completo, 1 l9
lm que era un cobarde. Comprendo: también usted
cree que un abrazo es algo sucio.
li/ml.. Eso es lo que gruñen los cerdos cuando no lo consiguen. Pero si estrechas esas caderas virginales, te convertirás en Dios por el miedo y la felicidad de esa criatura. Lo mismo que el enebro tiene muchas raíces enirelazadas, tendréis muchos miembros en un solo lecho, y allí latirán los corazones y correrá la sangre.
|i il IANNES. ¡Pero la Ley lo castiga, y los padres!
Ii/\/il.. Tus padres -coge la uitarra- son personas aniicuadas. ¿Cómo pueden aìrir la boca, en la que pueden verse sus dientes podridos, para hablar contra el
amor, del que puede morir cualquiera? Porque si no
soportáis el amor, tendréis que vomitaros encima. Afina la guitarra.
|i›I-IANNES. ¿Se refiere al embarazo?
MAL, dando unos acordes bruscos: Cuando el verano pálido y suave se aleja flotando y ellas están empapadas
de amor como esponjas, se convierten de nuevo en animales, malvados y ueriles, deformes con sus vientres
abultados y sus peclliios colgantes y con brazos pegajosos como viscosos pólipos, y sus cuerpos se desintegran y debilitan hasta morir. Y paren con gritos monstruosos, como si se tratase de un nuevo universo, un
pequeño fruto. Vomitarán entre sufrimientos lo que un
día absorbieron con lujuria. Pimtea escalas. Hay
que tener dientes; entonces el amor es como cuando
se muerde una naranja y el jugo nos chorrea entre los
dientes.
JOHANNES. Tiene los dientes de un animal: amarillentos,
sólidos, inquietantes.
BAAL. Y el amor es como cuando se deja flotar el brazo
desnudo en el agua de un estanque, con algas entre los
dedos; como el tormento que empieza a cantar gimiendo ante el árbol borracho sobre el que cabalga el viento salvaje; como un ahogarse a sorbos de vino en un
día caluroso, cuando el cuerpo de ella nos penetra
como un vino muy fresco en todos los repliegues de
|`i-.iiro completo, 1 21
mavera. Estoy esperando a Emilie... Amar es mejor que
gozar. -
li il-IANNES. Comprendo que acudan a usted los corazones masculinos, pero ¿cómo puede tener éxito con las
mujeres?
-' M 1 LIE entre apresumdnmente.
i/\M.... Ahí está. Buenos días, Emilie. Johannes ha traído
ii su novia. ¡Siéntate!
l-MILIF.. ¡Cómo puedes citarme aquí! ¡Nada más que
chusma, y en esta tasca! Eso es lo que te gusta.
li/Vil.. ¡Luise! ¡Un aguardiente para la señora!
±M|1.|f-1. ¿Quieres dejarme en ridículo?
MAI.. No. Vas a beber. Todos somos humanos.
l-MILIF.. Tú no eres humano.
i/ml... Eso lo sabes tú. Le alarga a Luise el vaso. Sin tacaiìería, doncella. La abraza. Hoy estás condenadamente blanda, como una ciruela.
I-MILIE. ¡Qué grosero eres! I
HAM.. ¡Grítalo más alto, amada!
|i›|IANNES. En cualquier caso, esto es interesante. La
'ente sencilla. ¡Cómo bebe y se divierte! ¡Y esas nubes en la ventana!
I-.MlI.ll.~L. ¿También lo ha arrastrado aquí? ¿A esas nubes
blancas?
_|i ii IANNA. ¿No sería mejor que nos fuéramos a los prados del río, johannes?
im/il.. ¡Nada de eso! ¡Nos quedamos aquí! Bebe. El cielo es violeta, sobre todo si se está borracho. Las camas
en cambio son blancas. Antes. Hay amor entre el cielo
y la tierra. Bebe. ¿Por qué sois tan cobardes? ¡El cielo
está abierto, pequeñas sombras! ¡Lleno de cuerpos!
¡Pálido de amor!
I~'.Mll.lE. Otra vez has bebido demasiado y ahora parloieas. ¡Pero con ese maldito y maravilloso parloteo la
lleva a una a donde quiere! _ HAAI.. El cielo -bebe- es también amarillo a veces. Con
aves de rapiña. Tenéis que emborracharos. Mira bajo
la mesa. ¿Quién me está dando en la espinilla? ¿Eres
U Bertolt Brecht `- ¡_ Mm mmp¡cw_ 1 23
iii. Luise? ¡Aliz eres tú, Emilie! Bueno, no importa.
¡llt'l'›e!
EMILIE, levantandose a medias: No sé qué te pasa hoy.
Quizás he hecho mal en venir.
BAAL_. ¿Ahora te das cuenta? Pero te puedes quedar tranquilamente.
JOHANNA. No debería usted ser así, señor Baal.
BAAL. Tiene buen corazón, joharina. ¿No engaña alguna._
vez a su marido, eh?
UN CARRETERO, relincbando: ¡La puta de triunfo!
¡Mato!
SEGUNDO CARRETERO. ¡Sigue dándole, dijo la fulana,
que ya hemos pasado lo peor! Risas. ¡Tendría que tragar ciruelas!
TERCE_R C_IARRt:`¿TERO. ¡Tendrías que avergonzarte de serme infiel! dijo la señora al mozo, que estaba acostado
C011 la criada.
Risas.
JOHANNES, a Baal:_ ¡Hazlo por Johanna, que es una niña!
JOHANNA, a Emilie: ¿Quiere venir conmigo? Nos iremos las dos.
EMILIE, sollozando sobre la mesa: Ahora me aver üenzo.
]OH_ANNA, _rodea'ndola con el brazo: La entiendo muy
bien, no importa.
EMILIE. ¡No me mire así! Usted es muy joven aún. No
sabe nada de nada.
BAAL,_levantandose sombrío: Comedia: ¡Las hermanas en _
los infiernos! - Se acerca a los carreteras, coge la guitarra de la pared y
la afma.
JOE-IANNA_. Está bebi_do, señora. Mañana se arrepentirá.
EMILIE. Si usted supiera: siempre es así. Y yo le quiero.
BAAL canta:
Orge me decía:
El más bello sitio que en la tierra existe
24 Bertolt Brecht
Emilie, con lagrimas en los ojos, prueba el vaso de
aguardiente
BAAL. Eso está bien. ¡Ahora al menos tendrás un poco
de fuego!
EKART se ba levantado y, saliendo de detras del mostrador, se adelanta despacio hacia Baal. Es an tipo delgado e imponente: ¡Baal! ¡Déjalo estar! ¡Ven conmigo,
hermano! A las calles de polvo duro: de noche el aire
se vuelve violeta. A las tascas llenas de borrachos: a los
ríos negros caen las mujeres que tú has hinchado. A
las catedrales de mujercitas blancas; tú dirás: ¿Se puede respirar aquí? A los establos, donde se duerme entre animales: están oscuros y ilenos de mugidos de vacas. Y a los bosques, donde tendremos arriba el sonido del bronce y olvidaremos la luz del cielo: Dios nos
ha olvidado. ¿Sabes aún que aspecto tiene el cielo? ¡Te
has convertido en tenor! Abre os brazos. ¡Ven conmigo, hermano! ¡Baile, música y bebida! ¡Lluvia hasta los
huesos! ¡Sol hasta los huesos! ¡Tinieblas y luz! ¡Mujeres y perros! ¿Tánto has degenerado?
BAAL. ¡Luise! ¡Luise! ¡Un ancla! ¡No dejes que me vaya
con él! Laise se le acerca. ¡Ayudadme, muchachos!
JOHANNES. ¡No te dejes seducir!
BAAL. ¡Mi querido cisne!
JOHANNES. ¡Piensa en tu madre y en tu arte! ¡Sé fuerte!
A Eleart: ¡Debería avergonzarse! ¡Es usted el diablo!
EKART. ¡Ven, hermano Baal! ¡Volaremos al cielo felices
como dos palomas blancas! ¡Los ríos a la luz del sol
naciente! ¡Los campos de Dios al viento y el olor de
campiñas infinitas, antes de la siega!
JOI-IANNA. ¡Aguante firme, señor Baal!
EMILIE, apretandose contra él: ¡No debes hacerlo! ¡Me
oyes! ¡Sería una lástima!
BAAL. ¡Es demasiado pronto, El-iart! ¡Todavía hay otras
posibilidades! ¡Ellos no nos acompañan, hermano!
EKART. ¡Entonces vete al diablo, alma de cántaro de corazón adiposo! Sale.
No es sin duda el césped de una tumba triste.
Nunca es una iglesia, ni un lecho de puta,
Ni es ese regazo donde se disfruta.
Urge me decía que si está en un brete
No hay sitio mas ello que algún buen retrete.
_ li.-ie es un lugar de grandes momentos
Iznire las estrellas y los excrementos.
Un lugar espléndido, nunca te incomodas,
Puedes estar solo en tu noche de bodas.
Un lugar humilde donde aquel que viene
Siilie que es un hombre que nada retiene.
Un lugar muy sabio, donde a la barriga
l'ui-des prepararla para lo que siga.
Donde, aun reposando, amorosamente,
Haces siempre algo, insistentemente.
_ Donde te das cuenta, si llega la hora,
l)e que eres un tipo que, hasta allí... ¡devora!
i LARRETEROS, aplandiendo: ¡Bravo! -¡Qué hermosa
canción! -¡Un coñac ara el señor Baal, si lo acepta!
¬-Y la ha compuesto élpsolito --¡Hay que descubrirse!
IUISE, en el centro de la sala: ¡Es usted increíble, señor
Baal!
UN CARRETERO. Si se dedicara usted a algo útil: haría carrera. Llegaría a ser rápidamente agente de transportes.
si-1GIi't¶"I)0 CARRETERO. ¡Habría que tener una cabezota
asi.
HAAL. ¡No se engañen! También hay que tener un trasero y todo lo demás! ¡A tu salud, Luise!
Vuelve a su mesa
¡A tu salud, Emmi! ¡Vamos, bebe al menos, ya que no
sabes hacer otra cosa! ¡Que bebas te digo!
Il-.ii ro completo, 1 25
i ARRETEROS. ¡Venga ese diez de tréboles! --¡ Diablos! A
contar --¡Se acabó!
HI IANNA. ¡Esta vez ha ganado usted, señor Baal!
i/\AL. ¡Estoy sudando! ¿Está libre hoy, Luise?
l-i MH IF. ¡No debes hablar así, Baal! No sabes el daño que
nie haces.
1 UISE. Deje a la señora, señor Baal. Que ha perdido la cabeza puede verlo hasta un niño.
MAL. ¡Cállate la boca, Luise! ¡Horgauer!
1, mi CARRETERO. ¿Qué quiere de mí?
MAL. Ahí hay una mujer maltratada que necesita amor.
¡Dale un beso, Horgauer!
»ui-iANNEs. ¡Baal!
jlobanna abraza a Emilie
<'.ARRETEROS, dando en la mesa con los puños y riéndose:
¡Venga, Andreas! --¡Manos a la obra! Cosa fina.
¡Suénate antes los mocos, André! -¡Qué bestia es us-'
ted, señor Baal!
HAAL. ¿Eres fría, Emilie? ¿Me quicrcs? ¡Es un tímido,
Emmi! ¡Bésalo tú! Si me pones mala cara a la gente,
vas a ver lo que es bueno. Uno. Dos. El cocbero se inclina.
i«'.MILlE levanta hacia él sn rostro bañado en lagrimas; él
la besa sonorarnente.
Grandes risas
JOHANNES. ¡Eso ha estado mal, Baal! Beber lo hace malvado y entonces se siente bien. Es demasiado fuerte.
LIARRETEROS. ¡Bravo! ¡Qué se le habrá perdido a ésa en
las tascas! -¡Así tiene que ser un hombre! -¡Es una
adúltera! -¡Tiene lo que se merece! Se disponen a irse.
¡Debería comer ciruelas!
JOHANNA. ¡Qué asco, deberían avergonzarse!
BAAL, acercándose a ella: ¿Por qué le tiemblan las rodillas, Johanna?
JOHANNES. ¿Qué quieres?
'
26 Bertolt Brech'
BAAL poniéndole la mano en el hombro: ¡Por qué quie'
res escribir también poesías! Cuando la vida es tan de-`-_
cente: cuando nos deslizamos de espaldas sobre un río;
tumultuoso, desnudos bajo un cielo de color naranja,_,_
y sólo vemos cómo ese cielo se vuelve violeta, y luego!
negro como un agujero... cuando pisoteamos a nues Í'
tro enemigo... o ponemos música a nuestro dolor... o,-Í,
sollozando de penas de amor, nos comemos una man-Á'
zana... o hacemos curvarse sobre un lecho un cuerpo
de mujer... -f
JOHANNES se lleva afuera a jobanna en silencio. . BAAL, apoyado en la mesa: ¿Lo habéis notado? ¿No os ha
recorrido la piel? ¡Ha sido un circo! ¡Hay que soltar'
las fieras! ¡Las fieras al sol! ¡Pagar! ¡El amor a la luz-f
del día! ¡Desnudos al sol bajo el cielo!
CARRETEROS, estrecbandole la mano: ¡Adiós señor Baal!
-¡Para servirle, señor Baal! -Mire, señor Baal: Yo'
siempre me he dicho: el señor Baal debe de andar mal."
de la cabeza. Con todo eso de las canciones y en general. Pero una cosa es segura: ¡tiene el corazón en sii,
sitio! -¡Hay ue saber tratar a las mujeres! -Hoy,
hoy mismo se (lies ha visto el culo. --¡Buenos días, se- ¿
ñor circo! Salen.
BAAL. ¡Buenos días, queridos amigos! Emilie se ha ecba-_';
do en el banco y solloza. Baal le acaricia la frente con~
el dorso de la mano. ¡Emmi! Ahora puedes estar tranquila. Ya se ha acabado. Le levanta la cara, le aparta
el pelo del rostro mojado. ¡Olvídalo!'Se arroja pesada- .
mente sobre ella y la besa. 1
-¢¬›._._.í __ _--- _ - __..._. ...__.-. .- __, _ _. . _ . . ..
n
I
li.iiiu completo, 1 27
Ill II IARDILLA DE BAAL
l
.-lmimecer. Baal y jobanna sentados al borde de la cama
r
l
li ›l IANNA. ¡Pero que he hecho! Soy mala.
ii/\Al.. ¡Sería mejor que te lavaras!
|i il IANNA. Todavía no sé cómo.
AAAI.. Toda la culpa es de Johannes. Te arrastra hasta
.iquí y se larga con viento fresco en cuanto comprende
por que te tiemblan las rodillas.
ji il IANNA, poniéndose en pie, más bajo: Si hubiera vuelio...
lliAAl.. Y ahora viene la parte literaria. Se acuesta otra vez.
Alborada en el monte Ararat.
*i HIANNA. ¿Me levanto?
iAAL. Después del diluvio. ¡Quédate acostada!
_i MANNA. ¿No quieres abrir la ventana?
iAAI¡. _Me gusta este olor... ¿Qué te parecería una nueva
edición? Lo pasado, pasado.
li il IANNA. ¡Cómo puede ser tan vulgar!
iAAl., perezosrnente, en la cama. Blanco y purificdo por
el di uvio, Baal deja que sus pensamientos vuelen como
palomas sobre las aguas negras.
ji il IANNA. ¿Dónde está mi corpiño? Así no puedo...
iAAL, alargandoselo: ¡Toma!.. ¿Qué es lo que no puedes, querida?
UHANNA. Irme a casa. Lo deja caer, pero se viste.
MAL silba: ¡Qué chica más revoltosa! Se te notan todos
los huesos. ¡Dame un beso!
. _¡<_›HANNA, junto a la mesa, en medio de la habitación:
¡Dime algo! Baal guarda silencio. ¿Me quieres aún?
¡Dímelo! Baal silba. ¿No puedes decírmelo?
BAAL, mirando al tecbo: Estoy hasta la coronilla.
_|0I-IANNA. ¿Y qué ha sido entonces lo de esta noche? ¿Y
lo de antes.>
23 Bertolt Brechj I-iii.. iimipleto, I 29
t
BAAL. Johannes es muy capaz de armar jaleo. Tambié I i- .i/ire la blusa a su hermana
Emilie anda por ahí como un velero con una vía de-Í l A MFNUR Ya estab 1 1 d b.
agua. Aquí podría morirme de hambre. Y vosotras soisï. _ ' . a Oscuro fin ãlfsca em cuan 0 su 1" inn-i 1 liurtadillas a esta habitacion. incapaces de mover un dedo por uno. Lo único que os' ` , ,
Importa - es una cosa" "__ Im Ai . _ U ii di_a me har_tare_ de vosotras.
JOHANNA recoge la mesa, confusa: ¿Y... nunca has sen f
tido otra cosa por mí? ` BAAL. ¿Te has lavado? ¡No tienes sentido común! ¿E
que no te ha gustado también? ¡Pues en marcha hacia-1;
casa! A Johannes le puedes decir ue ayer te llevé o*
a casa, echando pestes de él. Ha lliovido. Se envueébe
en la manta.
JOHANNA. ¿Johannes? Se dirige fatigosarnente hacia »-
puerta, sale.
BAAL, volviéndose vivamente: ¡Johanna! Sale de la cam,
y va a la puerta. ¡Johanna! junto a la ventana. ¡Se va!
¡Se va! --
2
Mediodía. Baal en la cama
BAAL, canturreando:
I A M 1-NUR. ¡Yo me tiraria al rio, senor Baal!
I A MAH-'i¬›R. Seríamos dos...
I A M -NUR. Me da vergüenza, hermana.
i A MAYOR. No es la primera vez...
i A M.-1NOR. Pero nunca había tanta luz, hermana. Fuera
i--. »Ii-no mediodía.
ll A MAYOR. Ni tampoco la segunda...
¦ A M -ZNOR. También tú tienes que desnudarte.
A MAYOR. También yo me desnudo.
|liAAl.. Cuando estéis listas, venid. Para entonces se habrá
lieclio oscuro.
l A Ml-ZNOR. Hoy te toca a ti primero, hermana.
1 A MAYOR. También la última vez fui yo la primera...
A Mi-:NOR. No, fui yo. L
AAAI.. Os toca a las dos juntas.
l A MAYOR se levanta y rodea con los brazos a la menor:
lìstamos listas, hay tanta luz-aquí.
iAAl... ¿Hace calor fuera?
A MAYOR. Sólo es abril.
Beber hace el cielo _de noche _ l A MENOR. Pero hoy el sol calienta afuera.
oscuro; y a veces violeta; iAAL. ¿Os gustó la última vez?
Tu cuerpo en camisa, un derroche... ` Las nos i-ieiuviaisias emma abmziidas.
LA I_-IERMANA MAYOR. Nos dijo que le hiciéramos otra vi-I
sita. ` BAAL sigue canturreando: _ De golpes en cama discreta.
LA MAYOR. Ya estamos aquí, señor Baal.
Silencio
.A MAYOR. Una se tiró al río: Johanna Reiher.
LA MENOR. Al Laach. Yo no me tiraría allí. Hay tanta corriente.
iAAL. ¿Al río? ¿Y se sabe por qué?
.A MAYOR. La_ gente habla. Los rumores se extienden.
LA MENOR. Salio una tarde, y no volvió en toda la noche.
BAAL. Ahora vienen de dos en dos al palomar. ¡Desnu- ÄAAL. ¿No volvió a la mañana?
daos!
LA MAYOR. Nuestra madre oyó rechinar la escalera la se-
.A MENOR. No, y luego se tiró al río. Sin embargo, no
la han encontrado aún.
mana pasada. _ SAAL. Estará aún flotando...
_.- _ ~-- ~ 7 ~ f- ~ ~~~ ~~ _
`-I _ "`
30 Bertolt Brec
i
i
LA MENOR. ¿Qué te pasa, hermana?
LA MAYOR. Nada. Quizá me haya enfriado. '
BAAL. Hoy estoy tan perezoso, que os podéis volver ;
casa.
LA MAYOR. No puede hacer eso, señor Baal. ¡No puedf
hacerselo a ella!
Llaman a la puerta
LA MENOR. Han llamado. Será mamá. ',
LA MAYOR. ¡Por amor del cielo, no abra! -_
LA MENOR. Tengo miedo, hermana. _
LA MAYOR. ¡Toma tu blusa! Q,
Llaman mas fuerte
BAAL. Si es vuestra madre, tendréis que pagar los vidrio
rotos. -_
LA MAYQR, vistiéndose muy deprisa: No abra aún. Corr
el pestillo, ¡por amor del cielo!
LA DUENA DE L_A CA_SA, gorda, entrando: ¡Vaya, qué veo
me lo estaba imaginando! ¡Ahora dos a la vez! ¿No
da vergüenza? ¿Las dos en el mismo charco? ¡De la ma-É
ñana a la noche y de la noche a la mañana, esa cam
no se enfría! ¡Pero ahora me toca a mí: mi buhardill'
li .iliii i'i_implCt0, 1
i',i_|ro que sois hermanas, no? Seguro que sois huerfaiiitns, porque enseguida os ponéis a lloriquear. ¿Queii-is que os dé unos azotes? ¿En esos cuerpos blancos?
HAAI. se ríe.
I A |›U|«1NA DE LA CASA. ¿Y todavía se ríe? ¡Corrompe a
montones de pobres chicas, arrastrándolas a su cueva!
¡Qué asco, es usted una bestia! Pero lo voy a echar. ¡Y
\“'f*UU'ë}S› Iïlfirlead las piernas y a casita con mamá, que
i-iiseguida voy yo!
I A MENOR llora más fuerte.
I A MAY(_)R. No es culpa de ella, señora.
I A l>UIìNA DE LA CASA cogiéndolas a las dos de la mano:
_l\l_!'~ff-'?1_ ll'-1:3*:'C› ¿C11? ¡Que gen_te! ¡Bi_1eno, tampoco sois
.is unicas. ¡Ese se harta de cisnes! ¡Ha hecho felices a
muchas otras, tirando luego los pellejos a la basura!
¡Pero ahora, a respirar aire puro! ¡De nada sirve derramar agua salada! Las coge a las dos de los bornbros.
¡Yo se como es ése! Conozco su estilo. Pero basta de
HIUCOS, ¡se os nota en los ojos! Marchaos tranquilamente a casita con mamá, cogiditas de la mario, y no
volvais a hacerlo otra vez. Las empuja hacia la puerta.
Y usted: ¡a usted voy a echarlo! ¡Ya puede ir instalando su pocilga para cisnes en otra parte! Las empuja a
las dos bacia afuera y sale.
no es ningún burdel! - HAM. se levanta, se despereza: ¡Canalla con corazónl.. De
BAAL se vuelve bacia la pared. f
LA DUEÑA DE LA CASA. ¿Tiene sueño,'eh? Claro, ¿es qu 1.
nunca se harta de carne? La luz del sol lo traspasa ya,
Está completamente espiritualizado.-No le queda má
que piel y huesos - BAAL, con un movimiento del brazo: ¡Vienen a mí agi-Ã
tando las alas como cisnes! - LA DUEÑA DE LA casa juntando las manes.- ¡Bonitas eis Él
nes! ¡Qué forma de hablar! ¡Podría usted ser poeta! ¡Si
no se le pudren antes las rodillas! ' BAAL. Nado entre cuerpos blancos. _
LA DUENA DE LA CASA. ¡Cuerpos blancos! ¡Es usted poeta! ¡Pero es algo más que eso! ¡Y estas jovencitas! ¿Sel 32 Bertolt Brec
3
Atardecer. Baal sentado a la mesa
BAAL abraza la botella de aguardiente. Con pausas: ._
llevo cuatro días emborronando el apel de veran
rojo: salvaje, pálido, voraz y luchandao con la botell
de aguardiente. Hay derrotas, pero los cuerpos co.
mienzan a huir en los muros hacia la oscuridad, haci
las tinieblas egipcias. Los arrincono contra las parede
de madera, pero no debo beber más aguardiente. Parf
loteando. El aguardiente blanco es mi apoyo mi sos
tén. Desde que la nieve gotea del canalón, refléja el a _
el, que permanece inalterado. Pero ahora me tiembïa -_
l)as manos. Como si tuviera aún en -ellas los cuerposj
Escucha. El corazón me da coces. Se exalta. ¡Oh Jo .f
hanna, una noche más en tu acuario y me hubiera po -'
drido entre los peces! Pero ahora llevo el olor de la
suaves noches de mayo. Soy un amante sin amada. Su - cumbo. Bebe, se levanta. Tengo que mudarme de casa;
Pero antes me buscaré una mujer. Desnudarse solo e
triste. Mira por la ventana. ¡Cualquiera! ¡Con rostr
de mujer! Sale canturreando. Abajo, un armonia
el Tristan. 'i
JOI-IANNES entra or la puerta, pálido y demacrado. Re -j
vuelve los papeiés de la mesa. Levanta la botella. Se di ;_
rige tímidamente hacia la puerta y espera alli.
Ruidos en la escalera. Silbidos J' -:
BAAL entra, empujando a Sopbie. Silba: ¡Sé buena, querida! Esta es mi habitación. Se sienta. Ve a jobannes.
¿Qué haces tú aquí?
JOHANNES. Sólo quería...
BAAL. ¿Ah sí? ¿Sólo querías? ¿Andabas por aquí? ¿Una
lápida sepulcral de mi difunta Johanna? El cadáver d__
Johannes, llegado del otro mundo, ¿no? ¡Fuera! ¡Máriodas formas hoy me siento condenadamente perezoso. Arroja papel sobre la rnesa y se sienta delante. Voy
:i hacer un_ nuevo Adán. Dibuja grandes iniciales en el
paroel. Lo intentaré con el hombre interior. Estoy tota mente vaciado, pero tengo un hambre de lobo. No
me queda más que piel y huesos. ¡Canalla! Se recuesta,
se estira a placer, enƒziticarnente: Ahora voy a hacer el
verano. Rojo. Escarlata. Voraz. Vuelve a guardar silencio.
I. mii completo, 1 33
iliiite inmediatamente! Lo persigue por la babitación.
¡Qué falta de vergüenza! ¡Te voy a poner contra la paii-il, al fin y al cabo es primavera! ¡Venga!
li il IANNES lo mira y sale.
HAAI silba.
ni ›|'| lll-1. ¿Qué le ha hecho ese muchacho? ¡Deje que me
vaya!
HA/il, abre la puerta de ar en par: ¡Al llegar al primer
¡sis-o, tuerza a la dereclia!
-.i ›i'| HIT.. Nos siguieron cuando me cogió ante la puerta.
Me encontrarán.
HAAI.. Aquí no te encontrará nadie.
ni ›|'|1lE. Yo no lo conozco a usted de nada. ¿Qué va a hacer conmigo?
AAAI.. Si me lo preguntas, ya te puedes ir.
-ii i|>| llE. Me asaltó en plena calle. Creí que era un orangul;ÍI'l.
|iAAl.. Al fin y al cabo es primavera. ¡Hacía falta algo
blanco en esta maldita covacha! ¡Una nube! Abre la
puerta y escucha. Los muy idiotas han perdido la pista.
ni WHIE. Me echarán si vuelvo demasiado tarde.
AAAL. Y sobre todo, si vuelves así.
si ›l'HIE. ¿Cómo?
HAAL. Con el aspecto que se tiene después de haber sido
amada por rní. - si WI-IIE. No sé por qué sigo aquí.
HAAL. Yo te lo puedo decir.
SUP!-IIE. ¡Por favor, no piense mal de mí! - HAAL. ¿Por qué no? Eres una hembra como las demás.
Las cabezas son distintas. Las rodillas son todas débiles.
SUP!-IIE quiere y no quiere irse, se vuelve al llegar a la
puerta; a Baal, que sentado en una silla a borcajadas
la mira: ¡Adiós!
BAAL, indiferente: ¿Le falta aire? _ SOPHIE. No sé, me siento tan débil. Se apoya contra la
pared.
BAAL. Yo sí sé. Es el mes de abril. Está oscureciendo y
si ,
34 Bertolt Brech"
notas mi olor. Lo mismo les pasa a los animales. Se levanta. ¡Y ahora eres del viento, nube blanca! Se precipita hacia adelante, cierra de golpe la puerta y coge a-_
Sophie Bar er en sus brazos. . SOPHIE, sin aliento: ¡Déjame!
BAAL. Me llamo Baal.
sort-us. ¡Déjame!
BAAL. Tienes que consolarme. Estaba débil por el invierno. Y tú pareces una mujer. ^ SOPHIE, levantando los ojos hacia él: ¿Te llamas Baal...?
BAAL. ¿Sigues queriendo irte a casa?
SOPI-IIE, miriindolo: Eres tan feo, tan feo, que das miedo... Pero luego...
BAAL. ¿Sí?
SOPHIE. Luego no importa.
BAAL la besa: ¿Tienes las rodillas fuertes, eh?
SOPHIE. ¿Sabes al menos como me llamo? Me llamo Sophie Barger.
BAAL. Olvídalo. La besa.
SOPI-IIE. No... no... Sabes que hasta ahora nadie...
BAAL. ¿Eres inmaculada? ¡Ven! La lleva hacia el fondo,
a la cama. Se sienta. ¡Mira! En esta habitación de madera ha habido cascadas de cuerpos: pero ahora quiero
un rostro. Por la noche saldremos. Nos acostaremos
entre las plantas. Eres una mujer. Yo me he vuelto impuro. ¡Tienes que quererme un momento!
SOPHIE. ¿Eres así?.. Me gustas.
BAAL apoya la cabeza en el pecho de ella: Ahora el cielo.
está sobre nosotros y no estamos solos.
SOPHIE. Pero tienes que estarte quieto.-
BAAL. ¡Como un niño!
SOPHIE se incorpora: En casa está mi madre: tengo que.
volver a casa. H
BAAL. ¿Es vieja?
soPH1E. Setenta años.
BAAL. Entonces está acostumbrada al mal.
SOPHIE. ¿Y si se me tragase la tierra? ¿Si fuera arrastrada
a una cueva al atardecer y no volviera a salir?
-› - _ _ †¬._....____M*-r- : - ~
36 Bertolt Brech'
BAAL bebe: Como yo. _ _ VAGABUNDO. ¿Conoces la historia de Jesús y el__perro
muerto? Todos decían: ¡Es una carroña pesti ente!-;
¡Llamad a la policía! ¡Es intolerable! Pero é dijo: tie-_;
ne unos dientes blancos preciosos.
BAAL. Tal vez me haga católico. _ VAGABUNDO. El no se hizo. Le quita la botella. ' BAAL vuelve a dar vueltas indignado: Pero los cuerpos
de mujer que él clavó en las paredes, eso yo no lo haría. _. VAGABUNDO. ¡Clavados a las paredes! ¡No bajaban flotando por los ríos! Los sacri icaron por él, por el blan- ¿
co cuerpo de Jesús. i
BAAL le quita la botella, se aparta: Tiene usted en el cuerpo demasiada religión 0 demasiado aguardiente. Sale_
con la botella. "
VAGABUNDO, destempladamente, le grita: ¡Así_ que noquiere luchar por sus ideales, señor! ¿No quiere lan-?
zarse a la procesión? ¿Ama las plantas y no quiere hacer nada por ellas?
BAAL. Bajaré al río y me lavaré. Nunca me ocupo de ca-_
dáveres. Sale.
VAGABUNDO. Yo, en cambio, tengo aguardiente en elcuerpo y no aguanto esto. No aguanto esas malditas
plantas muertas. Si tuviera mucho aguardiente en el`_
cuerpo, quizá podría aguantarlo. .
4
NOCHE DE MAYO BAJO LOS ARBOLES Ã
Baal. Sophie
BAAL, perezoso: Ha dejado de llover. La hierba debe de
estar todavía húmeda... Nuestras hojas no las ha atravesado el agua... El follaje nuevo chorrea, pero aquí;
en las raíces, se está en seco. Furioso: ¿Por qué no se
podrá dormir con las plantas?
SOPI-IIE. ¡Escucha!
I .-.mo completo, 1 35
AAAI.. ¿Nunca? Silencio. ¿Tienes hermanos?
wi ›|'H|F.. Sí. Me necesitan.
HAAI.. El aire de esta habitación es como leche. Se levanAi, va a la ventana. Los sauces del río chorrean, des-
¡gi-eñados por la lluvia. La abraza. Debes de tener unos
muslos tan pálidos.
i IASAS BLANQUEADAS, DE TRONCOS DE
ARBOL PARDOS
i ìmtlzanadas liigubres. Baal. El vagabundo, hombre
jm/if o y borracho.
HAA1. describe semicírculos a grandes pasos alrededor del
vagabundo, que esta sentado en una piedra, con el pdlido rostro levantado: ¿Quién ha clavado esos cadáveres de árboles en las paredes?
VAUABUNDO- El aire álido y ebúrneo en torno a los cadáveres de los árboli-:s: es Corpus.
HAAI.. ¡Y por añadidura campanas, cuando las plantas revientan!
VAGABUNDO. A mí las campanas me levantan la moral.
IiAAL. ¿No te deprimen los árboles?
VAGABUNDO. ¡Bah!, ¿cadáveres de árboles? Bebe aguardiente de una botella.
HAAL. ¡No son mejores los cuerpos de mujer!
VAGABUNDO. ¿Qué tienen que ver los cuerpos de mujer
con las procesiones?
HAAL. ¡Son una porquería! Tú no amas a nadie.
VAGABUNDO. El blanco cuerpo de Jesús: ¡lo amo! Le
tiende la botella.
|iAAL mas suavemente: Tengo canciones en este papel.
Pero ahora colgarán en el retrete.
VAGABUNDO transfigurado: ¡¡Seivir!! A Jesús Nuestro
Señor: veo el blanco cuerpo de Jesús. Veo el blanco
cuerpo de Jesús. Jesús amaba el mal.
li nm completo, 1 37
|iAA|_. ¡lil salvaje silbar del viento en el follaje húmedo y
iii-¡mi! ¿Oyes cómo gotea la lluvia a través de las hojas?
-.i ›|'| ill-1. He sentido una gota en el cuello... ¡Tú, déjame!
HA A1 . lil amor nos arranca la ropa del cuerpo como un
iorliellino y nos entierra desnudos con cadáveres de
lii›j.is, después de haber visto el cielo.
ni ›|'i ill-1. Quisiera arrebujarme dentro de ti, porque estoy
.li-snuda, Baal.
HAAI.. Estoy borracho y tú vacilas. El cielo está negro y
ima-otros nos columpiamos, con amor en el cuerpo, y
i-l cielo está ne ro. Te amo.
ui ›|'| lili. ¡Oh Baal! Mi madre llora ahora sobre mi cadávi-r, creerá que me he ahogado. ¿Cuántas semanas han
|›.is-ado? No era mayo aún. Quizás hayan pasado ya
ii-es semanas.
|iAA| . Han pasado ya tres semanas, dijo la amada en las
i.u`ces del árbol, cuando habían pasado treinta años. Y
v.i estaba medio podrida.
si i|'l HE. Es bueno estar así echada como un botín, y teiii-r el cielo arriba y no estar nunca más sola.
liAAl.. Te voy a quitar la blusa otra vez.
i IAl"I". NOCTURNO «LA NUBE EN LA NOCHE»
I /ii cafetin in.-mundo, un camerino encalado, en el
limilo, a la izquierda, una cortina de color pardo oscuro,
.i Í.: derecha, a un costado, una puerta de tablas
/›l.mrjueadas que conduce al retrete; a la derecha, al
loiidfi, una puerta. Cuando está abierta, se ve la noche
azul. En el café, al fondo, canta la Soubrette.
HAM. con el torso desnudo, va de un lado a otro, bebiendo y canturreando.
I UPU, un muchacho ordo y pálido de pelo negro y briÍlante, con dos mechones aplastados contra el rostro sudoroso y blanco, y de nuca prominente, en la puerta de
la derecha: Otra vez han vuelto a derribar la farola.
,.-
33 Bertolt Bret:
BAAL. Aquí no vienen más que cerdos. ¿Dónde está rn
ración de aguardiente? ' LUPU. Se la ha bebido ya toda.
BAAL. ¡Cuidado! _ LUPU. El señor Mjurk dijo no sé qué de una esponja.
BAAL. Entonces, ¿no me dan aguardiente? _,
LUPU. Dice el señor Mjurk que antes de la funcion
hay más aguardiente para usted. Lo siento.
MJURK, desde la cortina: ¡Lárgate, Eupu! I
BAAL. Tengo que tener mi ración, Mjurk, o no habra
Mjiilâilâ. No debería beber tanto; si no, una noche no
drá ya cantar.
BAAL. ¿Entonces, para qué cantar?
MJURK. Usted, con la soubrette Savettka, es el n
la-mu iu|ì1pl€t0, 1 39
i ii mi-s son divinas, pero desde hace once noches se peli-.i con Lupu por su ración de a uardiente.
l A si MHRETTE bebe: Qué miseria la nuestra.
M A1 , detras de la cortina: jesusito de mi vida, eres niño
.omo yo, por eso yo os quiero tanto y os regalo mi
tam-ión. Aplausos, Baal sigue, acornpañandose con la
i'm!¢¡.TTd.'
*iiijiaba brisa en el cuarto.
I Ii- ciruelas estaba harto.
Y cl niño con abandono
-.i- ponía el cuerpo a tono.
.'l;›l.msos en el café y gritos de burla. Baal sigue
¢.m1.mtlo y el alboroto 'va en aumento, porque la
mm ion se vuelve cada 'vez mas des-vergonzada.
más brillante de «La nube en la noche». Yo mismo if Imalmcnte se produce un enorme tumulto en el café.
descubrí. ¿Cuándo se ha visto un alma tan delicad
dentro de semejante bola de grasa? La clave del éxit H "'^N¡?TA* apátícoi ¡Diab10s”.Se ha Pasado! ¡Una am` es la bola de grasa no la poesía su manera de bebe Im!-ancia! Ahora les habla Mjurk,_ pero lo van a desardiente me armina iimrtizar. Se lo ha contado demasiado crudo.
aâu - › - _ n/xixrsaledediadelacot a t dl 't .
BAAL. Estoy harto de pelearme todas las noches por _ M11 _ I lux, tras e,IfAnimal T 5. le voT m a> “iras a ustarmnlas 0cuentas. “ 3'” “Wa'Va
aguardiente de mi contrato. Me voy. _ ' , f Y 1 , ! .
MJURK. Tengo a la policía e mi parte. e ,ería uste
mir alguna noche, hombre, anda por ahi como si lo
u no, llamare a la policia' Vuelve a la sala
d D b ¿ ¿Oti .i cantar suínumero! ¡Tal como esta en el contrato! ¡Si
h If D 1- u
a
bieran desjarretado. ¡Deshágase de su amante! Apl
sos en el café. Ahora viene su numero.
BAAL. Estoy hasta la coronilla. -
LA SOUBRETTE, con el pianista, hombre pálido y apáti
sale de detras de la cortina: ¡Se acabó por hoy!
MJURK, obligando a Baal a ponerse un frac: Aquí no s
“_ l I I IANISTA. Nos va arruinar, Baal.
MAI. se lleva la mano al cuello y 'va bacia la derecha, ba-
«ia la puerta del retrete.
cg -I HANISTA, sin apartarse: ¿Adónde va?
M/\l,. lo aparta de un empujón. Sale por la puerta con su
guitarra.
, . A SOUBRETTE. 'Se lleva la uitarra al retrete? 'Divino' a ti de. v < g , - I , - Puede Sal” a escena me lo esnu 1'/\|<ROQUIANOS, asornando la cabeza: ¿Donde esta ese
BAAL. ¡Idiota! Se quita el ƒrac y sale por la cortina, arras
trando la guitarra.
LA SOUBRETTE se sienta y bebe: Sólo trabaja por un
amante, con la que vive. Es un (genio. lsupu lo imit
desvergonzadamente. I-Ia adopta o el mismo tono y l
misma amante.
EL PIANISTA, apoyado en la puerta del retrete.' Sus can
40 Bertolt
EL PIANISTA. El gran artista está en el retrete.
Gritos desde atras: ¡Baal!
MJURK, aporreando la puerta: ¡Señor! ¡Conteste! Maldit
sea, le prohíbo que se encierre. En horas ue yo le es
toy pagando. ¡Lo tengo por escrito! ¡Estálador! Sigu
aporreando excitadamente. A
LUPU, en la puerta de la derecha; se 've la noche azul: L":
ventana del retrete está abierta. El buitre ha volado. Si
no hay aguardiente, no hay poesía. ›
puerco?_-¡Que siga cantando! -¡Nada de pausas!
-¡Maldito cerdo! Vuelven a la sala.
M|lJRl< entra: He hablado como un mayor del Ejército
de Salvación. La policía está con nosotros. Pero los
muchachos vuelven a patalear reclamándolo. ¿Dónde
esta ese tipo? Tiene que salir.
ll mn i'i›mpl€t0, 1 41
I |-. f\|<'|'. Un muchacho de tripas inmortales, enloquecido
¡mr el mes de julio, eso es lo que tú eres. ¡Una bola
que un día dejará en el cielo unas manchas de grasa!
IMM.. lis de papel. Pero no importa.
I 1-, f\|<'I'. Mi cuerpo es ligero como una ciruelita al viento.
Mal.. Eso se debe al pálido cielo del verano, hermano.
¿ Nos abandonamos al agua tibia de algún charco azul?
Si no, las blancas carreteras nos arrastrarán al cielo
tomo si fueran cuerdas de ángeles.
MJURK. ¿Está vacío? ¿Ha volado? ¿Se ha ido por el re-Q '|'A|;F,RNA DE ALDEA _
trete? ¡Tramposo! Iré a la policía. Se precipita afuera.”
Gritos acompasados desde atrás: ¡Baal! ¡Baal! ¡Baal! _ CAMPOS VERDES, CIRUELOS AZULES
Baal. Eleart
BAAL, lentamente, a través de los campos: Desde que elf
cielo está más verde y preñado, aire de julio, viento,-
¡sin camisa en los pantalones! Volfviéndose a Eleart: Me
afilan los muslos desnudos. Tengo el cráneo hinchado
por el viento, y en el pelo de las axilas el olor de los
campos. El aire tiembla como si estuviera borracho de
aguardiente.
EKART, detras de él: ¿Por qué huyes de los ciruelos como
un elefante?
BAAL. ¡Ponme la aleta en el cráneo! Se me hincha a cada
pulsación y se desinfla luego como una vejiga. ¿No lo
sientes al tacto? Y
EKART. NO.
BAAL. No entiendes nada de mi alma.
EKART. ¿No tendríamos que tumbarnos en el agua?
BAAL. Mi alma, hermano, es el emido de los trigales que
se mecen al viento y el centefieo de los ojos de dos in-=
sectos que quieren devorarse.
xlmrdecer. Campesinos en torno a Baal. Eleart en un
unión
HAAL. ¡Me alegro de teneros a todos reunidos! Mi hermano llegará mañana por la noche. Para entonces tienen que estar aquí los toros.
UN CAMPESINO, boquiabierto: ¿Y cómo se puede saber
si un toro es como lo quiere vuestro hermano?
MAL. Eso sólo lo sabe mi hermano. Tienen que ser sólo
animales hermosos. Si no, será inútil. ¡Un aguardiente,
patrón!
.\'lf.GUNDO CAMPESINO. ¿Y lo comprará enseguida?
BAAL. Al que tenga el lomo más robusto.
'1'If.RCER CAMPESINO. Traerán toros de once aldeas, por
el precio que ofreces.
PRIMER CAMPESINO. ¡Mira mi toro!
BAAL. ¡Patrón, un aguardiente!
LOS CAMPESINOS. ¡Mi toro es el mejor! ¿Mañana por la
noche, dice? --Se disponen a irse. -¿Pasarán aquí la
noche?
BAAL. Sí. ¡En una sola cama!
Salen los campesinos.
EKART. ¿Pero qué te propones? ¿Te has vuelto loco?
BAAL. ¿No ha sido estupendo ver cómo parpadeaban y
.J
/ 42 Bertolt Brecht
se les abría la boca, y luego empezaban a entender y a.
echar cuentas? . EKART. Por lo menos nos hemos metido en el cuerpoi
unos vasos de aguardiente. ¡Pero ahora hay que poner
pies en polvorosa!
BAAL. ¿Pies en polvorosa ahora? ¿Estás loco?
EKART. ¿Entonces el chalado eres tú? ¡Piensa en los toros!
BAAL. Claro, ¿para qué engañar si no a los muchachos? ' EKART. ¿¡Pi.ies por unos aguardientesl?
BAAL. ¡Tú deliras! Quiero darte una fiesta, Ekart. Abre
la ventana que tiene detras. Oscurece. Vuelve a sentarse.
EKART. Estás borracho por los seis aguardientes. ¡Qué
vergüenza!
BAAL. Será maravilloso. Me gustan esas gentes sencillas.
¡Te ofreceré un espectáculo divino, hermano! ¡Salud!
EKART. Te gusta tomarles el pelo a los ingenuos. Esos pobres muchachos me romperán el cráneo, ¡y a ti también! A
BAAL. Les servirá de lección. En este atardecer cálido,
pienso en ellos con cierta ternura. Vienen para engañarnos, a su manera sencilla, y eso me gusta.
EKART se pone en pie: Bueno, 0 los toros o yo. Me voy
antes de que el atrón sospeche algo.
BAAL, sombrío: Elpatardecer es tan cálido. Quédate una
hora más. Luego me iré contigo. Ya sabes que te quiero. Desde a uí se huele el estiércol de los campos.
¿Crees que dll patrón servirá otro aguardiente a los organizadores de lo de los toros?
EKART. Oigo pasos. - "
PARROCO entra. A Baal: Buenas tardes. ¿Es usted el de
los toros?
BAAL. El mismo.
PARROCO. ¿Por qué ha organizado todo este timo?
BAAL. No tenemos otra cosa en el mundo. ¡Qué fuerte
es el olor del heno! ¿Es siempre así al atardecer? - PARROCO. ¡Su mundo me parece muy obre, amigo!
BAAL. Mi cielo está lleno de árboles y :Te cuerpos.
4'! ,_ Bertolt B
ARBOLES AL ATARDECER
Sets 0 siete leñadores sentados, apoyados en los arboles.,
Entre ellos, Baal. Un cadaver en la hierba.
UN LEÑADOB.. Era un roble. No murió enseguida, sin"
que estuvo sufriendo. ` seouivoo LENAD_oR. Esta _mañana mismo decía que
parecia' que el tiempo mejoraba. Así era como le gus-`
taba a el: verde con un poco de lluvia. Y la madera not
demasiado seca. 1'
UN TERCERO._Era un buen_ muchacho, ese Teddy. Antes.
tuvo en algun lado una tiendecita. Fue su época de es-`
plendor. Entonces aún estaba gordo como un cura. 5
P_ero arruino su negocio por un asunto de faldas y se
vino aqui, y con los años perdió la panza.
OTRO. ¿Nunca hablaba de ese asunto de faldas? -
EL TERCERO._No. Ni tampoco sé si tenía la intención devolver a bajar. Ahorraba bastante, pero podía ser tam- I
bien por frugalidad. Aquí arriba sólo nos contamos'
mentiras. Es mucho mejor así. _
_UNO. Hace una semana dijo que, en invierno, se iría al Í
I10fl_:e. Al parecer, tenía en algún lugar una cabaña. ¿No
te dijo dónde, elefante? A Baal: ¿No hablasteis de ello? '
BAAL. Déjame en paz. No sé nada. _'
EL ANTERIOR. ¿Segiiro que querrás instalarte en ella, no? ` EL SEGUNDO. De ése no se puede uno fiar. Acordaos de
cuando colgo nuestras botas en el agua toda la noche,
para que no pudiéramos ir al bosque, 'sólo porque, .
como de costumbre, tenía pereza. = OTRO. No se gana e_l dinero que cobra.
BAAL. ¡No os peleéis hoy! ¿No podéis pensar un poco
en el pobre Teddy?
UNO. ¿Y tú dónde estabas cuando por fin estiró la pata? -
Baal se levanta y se acerca Teddy a través del césped
Se sienta a su lado. i -
_..._._.i.¡_-.-.._......_.._.._..¡.._ _
Ii-.ii ro completo, 1 43
|'MiiiOCO. No hable de lo que no sabe. El mundo no es
su circo.
im/il.. ¿Pues qué es el mundo? I
|'i\¦il<0CO. ¡Váyase! Sabe: soy un hombre de buen caracier. No le guardaré rencor por nada. Ya he arreglado
as cosas.
MM.. ¡Este hombre justo no tiene sentido del humor,
jkart!
PA <ROCO. ¿No comprende lo pueril que era su plan? A
i'-Íleart: ¿Pero qué quiere este hombre?
MAL, recostandose: En el crepúsculo, al atardecer... Naturalmente tiene que ser al atardecer y naturalmente el
cielo tiene que estar cubierto, y cuando el aire esta tibio y sopla un poco de viento, llegan los toros. Acuden trotando de todas partes, es un espectáculo gran-;
dioso. Y esas pobres gentes ahí en medio, sin saber_que
hacer con los toros, engañadas: sólo han presenciado
un espectáculo grandioso. Me gusta tambien la gente
engañada. ¿Y dónde pueden verse tántos toros juntos?
'ARROCO. ¿Y para eso quería movilizar siete aldeas? _
if\AL. ¡Qué son siete aldeas al lado de un espectaculo asi!
'ARROCO. Ahora entiendo. Es usted un pobre hombre.
¿Y sin duda le gustan mucho los toros? _
iAAL. ¡Vámonos, Ekart! Lo ha estropeado todo. Cristo
no ama ya a los animales.
.'ARROCO se rie, luego serio: Pues no podrá darse ese gusto. ¡Váyase y no vuelva a llamar la atencion! ¡Creo que
le hago un buen servicio, amigo! _ BAAL. ¡Vámonos, Ekart! '¡No tendrás tu fiesta, hermano!
Sale lentamente con Ekart.
PARROC0. ¡Buenas noches! ¡Patrón, yo pago la cuenta
de los señores! _ PATRON, desde detras del mostrador: Once aguardientes,
reverendo.
Iiwiliii CHITIPICIO, Í 45
ii ANTERIOR. ¡Baal no puede andar derecho, muchai IIUS! _
i i|'|<i i. ¡Déjalo! El Elefante está conmovido.
i i 'i'I-IRCERO. Realmente, podrías calmaros un p0C0›
mientras él esté todavía ahí.
i iilii i. ¿Qué estás haciendo con Teddy, Elefante?
iifm/\L, inclinado sobre él: El tiene su sosiego, y nosoiros nuestro desasosiego. Y las dos cosas son buenas.
I-'.l cielo está negro. Los árboles tiemblan. En alguna
parte se hinchan las nubes. Ese es el decorado. Podeiiios comer. Después de dormir, despertaremos. El no.
Nosotros. Y será doblemente bueno.
i›'i'i<O. ¿Cómo dices que está el cielo?
MAL. El cielo está negro.
ii'|'|iO. Tú no estás bien de la cabeza. Siempre les toca a
los que menos se lo merecen. _ _ MAL. Sí, es maravilloso, amigo mio, CH CS0 Ufifles W301?
i|N0. A Baal no puede tocarle. Nunca está donde se trabaja.
MAL. Teddy, en cambio, era trabajador, Teddy era generoso, Tedd era sociable. De todo eso solo queda
una cosa: Teddy era. _
I-il. SEGUNDO. ¿Donde estara ahpra?
BAAL, señalando al muerto: Ahi.
I-ii. TERCERO. Yo pienso siempre que las pobres almas son
el viento, especialmente al atardecer, en primavera,
pero también en el otoño lo pienso. _ BAAL. Y en el verano, al sol, sobre los trigales.
l-LL TERCERO. Eso no. Tiene que estar oscuro.
BAAL. Tiene que estar oscuro, Teddy.
Silencio.
UNO. ¿Adonde vamos a llevarlo, muchachos?
EL TERCERO. No tiene a nadie que lo quiera.
OTRO. Estaba solo en el mundo.
UNO. ¿Y sus cosas?
EL TERCERO. No hay mucho. El dinero lo llevaba a alO
_
“_ Bertolt
igiiiiii jiiirlv. -il liaiico Allí se quedará aun ue él fali;
¿.'~¡.ilit-s tu algo, Baal?. 3 q C'
BAAL. Todavía no apesta.
UNO. Tengo una idea mu b ` OTRO. ¡Venga! ` Y uma, muchachos'
EL HOMBRE DE LA IDEA. M h h
1 UC ¿C OS, no sólo al Elefante-1 se e ocurren ideas ¿Qué os '
- parece si nos bebem ronda a la salud de Teddy? OS una
BAAL. Eso es una inmoralidad, Bergmeig-¡_
Los bOTROS. b T ' ' ' . __ onterias, inmoralidad. -Pero ¿que vamos
a e er. ¿Agua? -¡Aver ' guenzate chico! EL HOMBRE DE LA IDEA -Aguardieiite!
- i
BAAL' APOYÚ 12 propuesta. El aguardiente es moral,
¿Pero qué aguardiente?
EL HOMBRE DE LA IDEA. El de Teddy.
LO5_ P1;R0§Í_ ¿El de Teddy? -Eso no está mal -¡Su facion. - edd era ' . Í .
te ,d b Y _ ahorrativo. -¡Para ser idiota, has
ni o una uena idea, chi;-;0!
EL HOMBRE DE LA IDEA. ¡Una idea genial, eh; .D___,maS¡a_
do para vuest b i - - ' '
para los funeráfiis (dle Tìctiltciiši' j}EilgaišIl1)ìiiiibnyšd?gen?)Tdãy
d' h ' i ' 'Í C
biiía iïué) h}iiii;eii'1l%i?len unas palabras a Teddy? ¿NO ha'
BAAL. Yo.
ALGUNOS. ¿ Cuándo P
BAAL. Ante . A - - C S mes de que €H_1pezarais a decir bobadas. omenzaban por: Teddy tiene su sosie o 5']
dais cuenta de las cosas cuando a han Es 0 O OS
Los oriios. ¡Imbécil!--Vamo E P a 0' .
BAAL. Es una vergüenzai S a uscar el aguardiente!
Los OTROS' ¡Vaya! _'¿Y P0f qué, gran Elefante? BAAL. _E_s propiedad de Teddy. No od
e
barrilito. Teddy tiene mujer y cinclii pogïš lfìlšllper su
UNO. Cuatro. Sólo son cuatro. anos'
OTRO. Y ahora lo dicen.
BAAL, ¿Vais a quitarles de la boca a esos ` b
hu f _ _ CHICO PO 11-35 er anos de vuestro Teddy el aguardiente de su -
. ' - . , 3 dre? ¿Que clase de religion es ésa? P
'H' Bertolt Brecht
de; has sido víctima exclusivamente de tus costumbres,
Teddy.
LOS OTRQS, volviendo: ¡Eh, Elefante, vas a ver lo que es
bueno! ¿Dónde está el_barrilito de coñac que había bajo
la cama de Teddy, chico? -¿Donde estabas tú mien- ,
tras nos ocupa amos del obre Tedd ? 'Señor? '° _P _ Y <
¿Cuando Teddy no estaba siquiera del todo muerto, ` senor? -¿Donde estabas, so _puerco, profanador de ca- _
dlqyeres, protector de los po res hiierfanos de Teddy, f
e .
BAAL. ¡No tenéis pruebas, amigos míos! . LOS OTROS. Entonces, ¿dónde está el a ardiente? ¿Es
que, segun tu autorizada opinión, se lo Ei-i bebido el ba- -
rril? -Es un asunto condenadamente serio, chico. ¡En É'
pie, tú, levántate! Da cuatro pasos y niega luego que
estas conmovido, totalmente trastornado por dentro y _
por fuera, ¡viejo cerdo! --¡Arriba con él, hacedle cos- 1
Iquillas, muchachos, a ese rofanador del pobre honor
de Teddy! Ponen a Baal tiie pie. _ BAAL. ¡Hatajo de cerdos! ¡Por lo menos, no piséis al po- `
bre Teddy! Se sienta y_ coge un brazo del cadaver bajo - el suyo. Si me maltratáis, Teddy se caerá de boca. ¿Qué
clase de respeto es éste? Estoy actuando en legítima defensa. Vosotros sois siete, sie-te, y no habéis bebido,
y yo_soy uno solo y bebido. ¿Está bien eso, es digno, siete contra uno? ¡Calmaos! También Teddy se ha
calmado.
ALGUNOS, tristes e indignados: Este tipo no respeta nada.
-¡Que Dios se apiade de su alma de borracho! -Es
el pecador más empedernido que hay en las manos de
Dios.
BAAL. Sentaos, no me gusta toda esa beatería. Siem re habra unos más listos y otros de cerebro más débili Pero
estos, en cambio, son los qpe mejor trabajan. Ya habreis visto que so_y un tra ajador intelectual. Fuma.
¡Nunca me habéis respeta_do debidamente, amigos
mios! ¿Que es lo que se agita en vosotros cuando os
meteis entre pecho y espalda un buen aguardiente? ¡Yo
i
ii
l mi io completo, 1 47
i I ANTERIOR. Cuatro. Cuatro huérfanos.
iifml.. ¿Les vais a quitar el aguardiente de la boca a los
cuatro huérfanos de Teddy?
UNO. Teddy no tenía familia.
ii/\/il.. Huérfanos sí, amigos míos, huérfanos.
ii'l`RO. Vosotros, a los que ese Elefante loco os toma el
ielo, ¿creéis que los huérfanos de Teddy se van _a beier el a uardiente de Teddy? Está bien, es propiedad
de Tedcfy...
MAL, interrumpiéndole: Era...
ii'i'R0. ¿Qué quieres decir? _ _
UNO. Habla por hablar. No tiene sentido. comun.
ii'|'RO. Lo que yo digo es: era propiedad de Teddy, Y POT
consiguiente se lo pagaremos. Con dinero, dinero contante, muchachos. Y entonces, que vengan los huerfanos. _ TODOS. Esa es una buena propuesta. El Elefante ha sido
derrotado. -Tiene que estar loco, para no querer el
aguardiente-. -¡Vamos a benernos sin el el aguardiente de Teddy! _ BAAL, llamandolos a gritos: ¡Volved al menos, malditos
salteadores de cadáveres! A Teddy: ¡Pobre Teddy! Y
los árboles son hoy bastante fuertes y el aire es bi-16110
y suave, y yo me siento interiormente hiƒnchado, pobre Teddy, ¿no te hace consquillas? Estas completamente acabado, déjame que te lo digfh P1'0m0 aPÉStaj
rås, y el viento seguirá, todo seguira, y tu cabana se
dónde está, y tus cosas te las quitaran los' vivos, y _ti1
lo dejaste todo en la estacada y' solo querias tu sosiego. Tu cuerpo no estaba todavia tan mal,_ Teddy, todavía no lo está ahora, sólo un poco_averiado por un
lado, y luego las piernas... con las mujeres no hubieras
tenido nada que acer, no se puede poner algo_asi entre las piernas de una mujer. Le levanta una pierna al
muerto. Pero en conjunto, en ese cuerpo se hu iera podido vivir aún con buena voluntad, muchacho, aunque
tu alma era condenadamente noble, su morada estaba
deteriorada y las ratas abandonan el barco que se hunli-.ii ro completo, 1 49
tengo intuiciones, os lo aseguro! A Teddy le he dicho
inuchas cosas sumamente importantes. Le saca del bolsillo del pecho unos papeles, que examina. Pero vosotros tuvisteis que iros corriendo tras ese miserable
aguardiente. Sentaos: mirad el cielo entre los árboles,
cómo va oscureciendo. ¿No os dice nada? ¡Entonces es
que no tenéis religión en el cuerpo!
UNA CAEAÑA
Se oye llover. Baal. Ekart.
BAAL. Es el sueño invernal en el barro negro para nuestros blancos cuerpos.
HKART. ¡Todavía no has ido a buscar la carne!
BAAL. ¿Sigues ocupado con tu misa?
EKART. ¿Por qué tienes que ensar en mi misa? ¡Piensa
en tu mujer! ¿Adonde la fias mandado otra vez, con
esta lluvia?
BAAL. Nos ersigue desesperada y se me agarra al cuello.
EKART. Cadii vez caes más bajo.
BAAL. Es que peso demasiado.
EKART. ¿No piensas en que un día morderás la hierba?
BAAL. Lucharé a muerte. Viviré hasta sin piel, me refugiaré hasta en los dedos de mis pies. Caeré como un
toro: en la hierba, donde está más blando. Me tragaré
mi muerte y no querré saber nada.
EKART. Desde que estamos a uí, engordas cada vez más.
BAAL se mete la mano deredlaa bajo la axila izquierda,
por debajo la camisa: Sin embargo, mi camisa se lia ensanchado, cuanto más sucia, más ancha. Cabría dentro
otro más. Si no estaba demasiado gordo. Sin embargo,
¿por qué haces tú el vago, con esos huesos?
EKART. Tengo una especie de cielo en el cráneo, muy verde y condenadamente alto, y mis ensamientos se pierden debajo, como nubes ligeras afviento. Su rumbo es
totalmente incierto. Pero todo eso está dentro de mí.
HO il Bertolt Brecht '
BAAL. Eso es el delirium tremens. Eres un alcohólico. Y .
ahora ya ves: el alcohol se venga.
EKART. _Cuando se acerca el delirium, lo noto en la cara.
BAAL. Tienes una cara con sitio para mucho viento Cón- I'
cava. Lo mira. No tienes cara. No eres nada. Eres
lZI'3.1'1Spa1'€I'llI€. -
EKART. Cada vez me vuelvo más matemático.
BAAL. Nunca se nada de tus historias. ¿Por qué no hablas nunca de ti?
EKART. A lo mejor es que no tengo historias. ¿Quién
anda por ahi?
BAÉL. Tienes buen oido. _Llevas algo dentro y lo ocultas.
res un hombre malo, igual que yo, un df,-mom@ Pe,-0
algún día verás ratas. Y entonces volverás a ser un hombre bueno.
SOPHIE, en la puerta.
EKART. ¿Eres tú, Sophie?
BAAL. ¿Qué quieres ahora?
SOPHIE. ¿Puedo entrar, Baal?
LLANURA. CIELO
Atardecer. Baal. Ekart. Sophie.
SOPHIE. Se me doblan las rodillas. ¿Por qué corres como
un desesperado? ' BAAL. Porque te cuelgas de mi cuello como una rueda d
molino. .. E
EKART- ¿CÓm_io puedes tratarla así, a ella, que está embarazada de ti?
SOPHIE. Fui yo quien lo quiso, Ek;;_¡~¡;_
BAAL. Fue ella quien lo quiso. Y ahora se me cuelga del
cuello.
EKART. Es una bestialidad. Siéntate, Sophie.
SOPHIE se sienta pesadarnente: ¡Deja que se vaya!
EKART, a Baal: Si la echas, me iré con ella.
__
52 Bertolt Brecht
, I BAAL. ¡Tirate al río, con esa tripa gorda! Tu quisiste que
te vomitase. ' SOPHIE. Quieres dejarme, no .quieres dejarme. Aun no lo
sabes, Baal. Eres como un niño, si iensas así.
BAAL. Ahora sí que estoy de ti hasta lil coronilla.
SOPHIE. Pero no de noche, de noche no, Baal. Sola, tengo miedo. Tengo miedo de la oscuridad. De eso tengo
miedo.
BAAL. ¿En tu estado? Nadie te hará nada.
SOPHIE. De noche. ¿No queréis pasar aún esta noche conmigo?
BAAL. Vete con los almadieros. Hoy es San juan. Y estarán borrachos.
SOPHIE. ¡Un cuarto de hora!
BAAL. ¡Vámonos, Ekart!
SOPHIE. ¿Adonde iré yo?
BAAL. ¡Al cielo, querida!
so1>i¬11E. ¿Con mi hijo?
BAAL. ¡Entiérralo!
SOPHIE. Deseo que nunca vuelvas a pensar lo que ahora
me estás diciendo bajo este hermoso cielo que tanto te
gusta. Lo deseo de rodillas.
EKART. Me quedo contigo. Y luego te llevare con tu madre, sólo con que me digas que no quieres querer más
a esta bestia.
BAAL. Ella me quiere a mi.
SOPHIE. Yo le quiero.
EKART. ¿Todavía estás ahí, bestia? ¿Es que no tienes ro-
, I
dillas? ¿Estás borracho de aguardiente o de poesía? '
¡Bestia degenerada! ¿Bestia degenerada!
BAAL; ¡Imbéeil!
Ekart se abalanza sobre él, pelean.
SOPHIE ¡]esús, ]osé y María! ¡Son fieras!
EKART, luchando: ¿Oyes lo que dice en el bosque, ahora
que está oscureciendo? ¡Bestia degenerada! ¡Bestia de-
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'Il-.itro completo, 1 51
HAAL. Ella no se irá contigo. Pero tú me dejarías plantado. Por ella, eso es muy propio de ti.
I-ZKART. Tu me has echado dos veces de tu cama. Mis
amantes te dejaban indiferente, pero me las quitaste,
aunque yo las quería. ' BAAL. Porque las querías. Profané dos veces cadáveres
para que te mantuvieras puro. Lo necesito. ¡Por Dios
que no sentí ningún placer!
I-IKART, a Sophie: ¿Y sigues queriendo a esta bestia transparente?
SOPHIE. No puedo evitarlo, Ekart. Sigo queriendo a su
cadáver. Sigo queriendo sus puños. No puedo evitarlo, Ekart.
BAAL. No quiero saber lo que hicisteis mientras yo estaba en la cárcel.
SOPHIE. Estábamos juntos ante tu cárcel blanca, mirando
hacia lo alto, hacia donde tú estabas.
BAAL. Estabais juntos.
SOPHIE. Pégame por eso.
EKART grita: ¿No la arrojaste tú a mi cuello?
BAAL. Entonces todavía podían robarme tu amor.
EKART. ¡Yo no tengo tu piel de elefante!
BAAL. Por eso te quiero.
Ekari. Por lo menos, cierra ese maldito pico mientras ella
esté aquí.
BAAL. ¡Que se va a a paseo! Está em ezando a encanallarse. Se pasa šs manos por el cuello. Se lava la ropa
sucia con tus lágrimas. ¿No te das cuenta de que se interpone desnuda entre nosotros? Soy paciente como
un cordero, pero no puedo salir de mi propio pellejo.
EKART se sienta junto a Sophie: ¡Vete a casa de tu madre!
soPHiE. No puedo.
BAAL. No puede, Ekart.
SOPHIE. Pégame si quieres, Baal. No volveré a decirte que
vayas despacio. No tenía esa intención. Déjame ir contigo mientras me aguanten las iernas, y luego me echaré entre los arbustos y no teniiiás que volverte. No me
eches, Baal.
Teatro completo, 1 'bl
BAAL, a su lado, estrechando a Ekart contra él: Ahora
estás contra mi pecho, ¿me hueles? ¡Ahora te tengo, hay
más cosas que la proximidad de una hembra! Se detiene. Ya se ven estrellas sobre la maleza, Ekart._
EKART mira fijamente a Baal, que contempla el cielo: No
puedo (pegarle.
BAAL, ro eándolo con el brazo: Oscurece. Tenemos que
encontrar refugio para la noche. En el bosque hay åipn:
donadas donde no penetra el viento. Ven, te ha are
de los animales. Sale arrastrándolo.
SOPHIE, sola en la oscuridad, grita: ¡Baal!
SALA DE TABLAS PARDAS
Noche. Viento. En las mesas, Gqugou y Bolleboll. El
viejo mendigo y Maja, con la nina en su cajon
BOLLEBOLL juega a las cartas con Gougou: Se me ha acabado el dinero. ¡Vamos a jugamos el alma!
EL MENDIGO. El hermano Viento quiere entrar. Pero no
conocemos a nuestro hermano Viento frío. jejeje.
LA NIÑA llora. _ MAJA la pordiosera: ¡Escuchad! ¡Alguien ronda la casa!
¡Con tal de que no sea algún animal grande!
BOLLEBOLL. ¿Por qué? ¿Es que tienes ganas otra vez?
Golpean en la puerta. r
MA_"A. ¡Escuchad! ¡Yo no abro!
EL MENDIGO. Vas a abrir.
MA_`A. ¡No, no! ¡Virgen santa, no!
EL MENDIGO. Bouque la Madonne! ¡Abre! I
MA_“A se arrastra hasta la puerta: ¿Quién anda ahi?
LA NIÑA llora. H
MAIA abre la puerta.
BAAL, entra con Eleart, empapados: ¿Es ésta la cantina del
generada! _ hospital?
I
.-
'H Bertolt Brqchi
MA_|A. Sí, pero no hay camas libres. Con mas descaro: Y
yo estoy enferma.
BAAL. Tenemos champaña. Ekart se ha acercado a la estufa.
BOLLEBOLL. ¡Venid aquí! Quien sabe qué es el champaña es amigo nuestro.
EL MENDIGO. ¡Aquí no hay más que gente fina, mi querido cisne!
BAAL, acercándose a la mesa, se saca dos botellas de los
bolsillos: ¿Eh?
EL iviENDiGo. ¡Eso es ma ia!
BOLLEBOLL. Sé de dónde ias sacado ese champaña. Pero
no lo diré.
BAAL. ¡Ven, Ekart! ¿Hay vasos?
MAJA. ¡Tazas, señor! ¡Tazas! Trae tazas.
GOUGOU. Yo necesito una taza para mí solo.
BAAL, desconƒ.f`ado: ¿Puede beber champaña?
GOUGOU. Por favor. Baal le sirve.
BAAL. ¿Que tiene?
GOUGOU. Congestión pulmonar. No es nada. Una pequeña obstrucción. Nada importante.
BAAL, a Bolleboll.- ¿Y usted?
BOLLEBOLL. Ulcera de estomago. Benigna.
BAAL, al mendigo: ¿Supongo que usted también tiene
algo?
EL MENDIGO. Yo estoy loco. _ BAAL. ¡Salud!.. Ahora nos conocemos todos. Yo estoy
sano. ¬ EL MENDIGO. Conocí a un hombre ue también creía que
estaba sano. Lo creía. Vino de unqbosque y un día volvió otra vez a él, porque tenía que meditar un poco.
Encontró el bosque muy extraño y nada familiar. Anduvo muchos días, adentrándose en la espesura, porque quería ver hasta donde estaba unido a él y cuántas
fuerzas tenía para aguantar. Pero no tenía muchas.
Bebe.
BAAL, inquieto: ¡Qué viento! Y tenemos que seguir viaje
esta noche, Ekart. -
I "
56 Bertolt Brecht '
\ chando poco a poco. Y no podrás salir con esta lluvia
si estoy totalmente borracho. - GOUQOU, a Ekart: Era más guapito, y por eso la consiguio. . EKART. ¿Y su superioridad intelectual? ¿Su supremacía
moral?
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GOUGOU Ella no era así Estaba sin estro ear. i
- . - P EKART. ¿Y qué hizo usted? ' GOUGOU. Me dio vergüenza.
BOLLEBOLL. ¡Escuchad! ¡El viento! ¡Está pidiendo a i
Dios un poco de paz.
MAJA canta:
Nanitanana, qìue el viento sopla.
Todos borrac os, canto esta copla.
BAAL. ¿De quién es ese niño?
MAJA. Es mi hija, señor.
EL MENDIGO. ¡Una virgo dolorosa!
BAAL bebe: Eso era antes, Ekart. Sí. También era bonito.
EKART. ¿El qué?
BOLLEBOLL. Se le ha olvidado.
BAAL. An-tes, ¡qué palabra más rara!
GOUGOU, a Ekart: La más bonita es Nada.
BOLLEBOLL. ¡Chist! ¡Ahora viene el aria de Gougou!
¡Que va a cantar el Saco de gusanos!
GOUGOU. Es como el viento que tiembla en las noches
de verano, sol. Pero nada tiembla. Nada. Absoluta-
. mente nada. Sencillamente, se acaba. El viento sopla,
ya no se siente frío. La lluvia cae no moja ya. Se dicen chistes y uno no se ríe. Se pucfie uno, no hay nada
que esperar. Huelga general.
EL MIENDIGQ. ¡Es el paraíso del infierno!
GOUGOU. Si, es el paraiso. No ueda por satisfacer ningún deseo. No se tienen ya deseos. Se pierde la costumbre de todo. También de tener deseos. Y así es uno
libre.
MAJA. ¿Y qué ocurre al final?
GOUGOU, con una mueca: Nada. Absolutamente nada.
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Teatro completo, 1 55
EL MENDIGO. Sí, el viento. Un atardecer, a la horaƒdel
crespúsculo, cuando no estaba ya tan_ solo, atraveso el
gran silencio entre los arboles y se situo bajo uno de
ellos, muy grande.
Bebe.
BOLLEBOLL. Era el mono que había en él. ,
EL MENDIGO. Sí, tal vez fuera _el mono. Se apoyo contra
el árbol, muy apretado, sintió la vida que habia en el,
o lo creyó, y dijo: eres más alto que yo y te mantienes
firme y conoces la tierra hasta muy hondo y ella te sostiene. Yo puedo andar y moverme mejor, pero no me
mantengo firme ni puedo penetrar en lo hondo y nada
me sostiene. Tampoco conozco la gran paz del cielo infinito sobre las copas silenciosas.
Bebe.
GOUGOU. ¿Y qué dijo el árbol? _ _ EL MENDIGO. Sí. Sopló el viento. Un estremecimiento re:
corrió el árbol y el hombre lo notó. Entonces se echo
al suelo, abrazó las raíces duras y salvajes y lloro amargamente. Pero hizo lo mismo con muchos arboles.
EKART. ¿Y se curó? _ EL MENDIGO. No. Pero murió más aliviado.
MAJA. Eso no lo entiendo.
EL MENDIGO. Nada se entiende. Pero muchas cosas se
sienten. Las historias que se entienden son sólo las mal
contadas. _ BOLLEBOLL. ¿Vosotros creéis en Dios? g
BAAL, ƒatigosamente: Siempre he creído en mi. Pero uno
puede volverse ateo. _ BOLLEBOLL, riéndose a carcajadas: ¡Ahora me estoy divirtiendo! ¡Dios! ¡Champaña! ¡Amor! ¡Viento y lluvia! Intenta agarrar a Maja.
MAJA. ¡Déjame! ¡Te apesta el aliento! _ BOLLEBOLL. Y tú, ¿no tienes sífilis? La sienta en sus rodillas. _ EL MENDIGO. ¡Cuidado! A Bolleboll. Me estoy emborraTeatro completo, 1 57
No hay ningún final. La Nada dura eternamente.
BOLLEBOLL. AIHÉII.
BAAL, que se ha levantado, a Ekart: ¡Ekart, .levántatel
Hemos caído entre asesinos. Se apoya en Eleart, rodeandole los hombros. Los bichos se esponjan. La podredumbre se acerca arrastrándose. Los gusanos cantan y se avonean.
EKART. Es iii segunda vez que te ocurre. ¿Será sólo la bebida?
BAAL. Aquí se exhiben mis intestinos... No es un baño
de barro.
EKART. ¡Siéntate! ¡Bebe hasta que no puedas más! ¡Entra
en calor!
MAJA canta, un poco borracha:
Invierno o verano, con lluvia o nieve...
Si estamos borrachos, cualquier mal es leve.
BOLLEBOLL, ha agarrado a Maja, lucha: Esa aria me hace
siempre tantas cosquillas, mi pequeño Gougou... Vayavaya, Majita.
LA NIÑA llora.
BAAL bebe: ¿Quién es usted? Irritado, a Gougon: Lo llaman Saco de gusanos. ¿Es usted un candidato a la
muerte? ¡Salud! Se sienta.
EL MENDIGO. ¡Cuidado, Bolleboll! El champaña no me
sienta muy bien.
MAJA, vuelta hacia Bolleboll, canta:
Cierra los ojitos, los párpados pesan.
Si vas a la cama verás que te besan.
BAAL, brutalmente:
Si te hundes al fondo, ratas en el pelo:
Muy alto y hermoso sigue estando el cielo.
Se levanta, con la taza en la mano. Negro está el cielo.
| I
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I
¿Por que te asustas? Tamborilea en la mesa. Hay que
seguir en el tíovivo. Es estupendo. Vacila. Quiero ser
un elefante que se mea en el circo cuando no es bonito
.i ¢ rn.4..¿.|.
W Bertolt Brecht
todo... Empieza a bailar, canta: ¡Baila con el vientoÍ
pobre cadaver, duerme con la nube, dios degenerado! `
Se acerca oacilante a la mesa.
EKART, borracho, se ha levantado: No me iré ya contigo. Yo tambien tengo un alma. Tú has corrompido mi
alma. Lo corrompes todo. Y ahora empezare también
con mi misa.
BAAL. ¡Te quiero, salud!
EKART. ¡Pero no me iré contigo! Se sienta.
EL MENDIGO, a Bolleboll: ¡Quita esas manos, cerdo!
MAJA. ¿Y a ti qué te importa?
EL MENDIGO. ¡Cállate, desgraciada!
MAJA. ¡Chalado, te falta un tomillo!
BOLLEBOLL, causttco: ¡Mentira! ¡No tiene ninguna enfermedad. ¡Eso es lo que pasa! ¡Todo es mentira!
EL MENDIGO. ¡Y tú tienes cáncer!
BOLLEBOLL, siniestramente tranquilo: ¿Que tengo cáncer?
EL MEND_IGO, cobarde: No he dicho nada. ¡Deja a la pobre chica en paz!
MAJA se ríe.
BAAL. ¿Por qué llora ésa? Se dirige lentamente hacia el
cajón que está al fondo. _ EL' MEND_IGO_. trritado: ¿Qué quieres de ella?
BAAL se inclina sobre el cajón: ¿Por qué lloras? ¿Nuncahas visto nada así? ¿O es que lloras siempre?
EL MENDIGO. ¡Déj'ala, iú! Le tira la raza a Baal.
MAJA se levanta de un salto: ¡Cerdo! ` BOLLEBOLL. Sólo uiere levantarle la camisa.
BAAL se endereza llentamente: ¡Qué cerdos sois! ¡Ya no
sabéis lo que es humano! ¡Ven, Ekart, vamos a lavarnos al río!
Sale con Ekart.
W Bertolt Brecht
Y era el cielo a la tarde del color de humareda
Y a la noche oscilaron con su luz las estrellas
Pero al alba hizo claro; la mañana, mu queda,
Y la tarde tranquila prescindieron de ellas. - Cuando aquel cuerpo blanco se pudrió sin consuelo
Lenta, muy lentamente se olvidó Dios de él:
Fue rimero su rostro, luego manos y pelo.
I l Finalinente carroña por aquel río, aque _ 1
Viento.
EKART. ¿Y anda por ahí el fantasma? -No es tan malo
como tú. Sólo el sueño se ha ido al diablo y el viento
brama otra vez en los troncos de los sauces. Así Lies,
sólo nos queda otra vez el blanco pecho de la Fillosofía, oscuridad, humedad hasta nuestro descanso eterno
e, incluso de las viejas comadres, sólo el sexto sentido.
BAAL. Con este viento no hace falta aguardiente para estar borracho. Veo el mundo bajo una luz suave: es el
excremento de Dios Nuestro Señor.
EKART. De Dios Nuestro Señor que, al unir la uretra con
el miembro viril, se calificó a sí mismo para siempre.
BAAL, echado: Todo es tan bonito.
Viento.
EKART. Los Sauces son como pedazos de dientes podridos en la negra bocaza del cielo... Pronto comerizaré
con mi misa. ¿_
BAAL. ¿Has terminado ya el cuarteto?
EKART. ¿De dónde iba a sacar el tiempo?
Viento.
BAAL. Ahí va una mujer pelirroja y pálida; con ésa podrás irte por ahí.
EKART. Tiene el cuerpo blando y blanco, y al mediodía
viene con él a los Sauces. Los sauces tienen ramas que
Teatro completo, 1 59
ESPESURA VERDE. DETRAS, EL RIO
Baal. Ekart.
BAAL, sentado en medio delfollaje: El agua está tibia. Estamos echados en la arena como cangrejos. Y ademas
los matorrales y las nubes blancas en el cielo. ¡Ekart!
EKART, escondido: ¿Qué quieres?
BAAL. Te quiero.
EKART. Estoy demasiado cómodo.
BAAL. ¿Has visto esas nubes? _ _ Í
EKART. Sí-. No tienen vergüenza. Silencio. Antes paso una
mujer por ahí. _ BAAL. Ya no me gustan las mujeres...
CARRETERA. SAUCES
Viento. Noche. Ekart duerme sobre la hierba.
BAAL, 'viniendo a trafués de los campos, como borracho,
con la ropa abierta, como un sona'mbulo: ¡Ekart!
¡Ekart! Ya lo tengo. ¡Despierta!
EKART. ¿Qué es lo que tienes? ¿Otra vez hablas en sueños?
BAAL se sienta a su lado: Esto:
Cuando estaba ya ahogada y bajaba flotando
Por pequeños arroyos hacia el río copioso,
Era un ópalo el cielo que se iba agrandando
Para dar al cadáver su tranquilo reposo.
Hierbas y algas espesas se agarraban a ella
Aumentando su eso al flotar lentamente,
Y los peces helaciios rodeaban a aquella
Que viajaba sin prisas a favor de corriente.
.L __..-_.. _ - ~
I
Teatro completo, 1 (sl
cuelgan como cabellos y entre ellas j...mos como ardillas.
BAAL. ¿Es más bonita que yo?
Oscuridad. El viento sigue bramando.
AVELLANOS JOVENES
Lar as ramas rojas que cuelgan. Entre ellas esta sentado
Baal. Mediodía.
BAAL. Simplemente la contentaré, a esa blanca paloma...
Contempla el lugar. Desde aquí, las nubes son bonitas
entre las ramas de los sauces... Cuando él llegue, sólo
verá la piel. Estoy harto de esos amoríos suyos. ¡Silencio, corazón!
MUJER JOVEN sale de la espesura, pelirroja, opulenta, palida.
BAAL sin volverse.- ¿Eres tú?
LA MUJER ¡oi/EN. ¿Dónde está su amigo?
BAAL. Está componiendo una misa en mi bemol menor.
LA MUJER JOVEN. ¡Di ale que he estado aquí!
BAAL. Se está volviendgo demasiado transparente. Se masturba. Está volviendo a la zoología. ¡Siéntese! Mira a
su alrededor.
LA MUJER JOVEN. Prefiero estar de pie.
BAAL se levanta, agarrrindose a las ramas de los sauces.-
En los últimos tiem os como demasiados huevos.
LA MUJER JOVEN. Yo li: quiero.
BAAL. ¡A mí usted no me importa! La agarra.
LA MUJER JOVEN. ¡No me toque! Me resulta demasiado
sucio.
BAAL, cogiéndola lentamente por la gar anta: ¿De quién
es este cuello? ¿Sabe cómo se hace callar a las palomas
o a los patos salvajes en el bosque?
LA MUJER JOVEN. ¡jesús María y josé! Se suelta. ¡Déjeme
en paz!
62 Bertolt Brecht
BAAL. ¿Con esas rodillas tan débiles? Se caerá. Al fin y
al cabo, quiere que la acuesten entre los sauces. Un
hombre es un hombre, en eso nos parecemos la mayoría. La coge en sus brazos.
LA MUJER JOVEN, temblando: ¡Por favor, déjeme! ¡Por
favor!
BAAL. ¡Qué codorniz más desvergonzada! ¡Vamos, basta! ¡Salvamento de una desesperada! La agarra de los
dos brazos y la arrastra hacia los matorrales.
ARCE EN EL VIENTO
Cieio nublado. Baal y Ekart, sentados en las raices.
BAAL. Hay que beber, Ekart, ¿te queda dinero?
EKART. No. ¡Mira ese arce en el viento!
Basi. Tienibla.
EKART. ¿Dónde está la chica que arrastraste por las tabernas?
BAAL. Hazte ez y búscala.
EKART. Te atilborras, Baal. Reventarás.
BAAL. Me gustaría oir el estallido.
EKART. ¿No te miras a veces también en el agua, cuando
está negra y profunda y todavía sin peces? Nunca te
cai as dentro. Tienes que tener cuidado. -Eres tan pesadgo, Baal.
BAAL. Tendré cuidado de otro. He compuesto una canción. ¿Quieres oírla?
EKART. Léemela y te conoceré.
BAAL. Se llama: La muerte en el bosque
Un hombre moría en el bosque eterno
Y viento y tormenta lo rodeaban.
Moria cual perro, en pleno invierno,
Mirando las copas del bosque eterno,
Y viento y tormenta nunca cesaban.
5,4 Bertolt Brecht i
- Ya ha terminado, mal desenlace,
Pero ha de morirse todo el ue nace.
Hay luz en el árbol, luz en lla tierra,
Ellos se santiguan, joven figura,
Cabalgan deprisa porque les place.
EKART. Vaya. Vaya. A esto hemos llegado.
BAAL. Cuando no puedo dormir por las noches, miro las
estrellas. Eso es lo que hay.
EKART. ¿Ah sí?
BAAL, desconƒiado: Pero no lo hago a menudo. Debilita.
EILART, después de un rato: En los últimos tiempos has
escrito muchas poesías. ¿Hace mucho tiempo que no
has estado con una hembra?
BAAL. ¿Por qué?
EKART. Pensaba. Niégalo.
BAAL se pone en pie, se despereza, mira la copa del arce, - se rte.
TABERNUCHA
Atardecer. Ekart. La camarera. Watzrnann. johannes,
desarrapado, con una chaqueta raída de cuello
levantado, degenerado sin remisión. La camarera tiene
los rasgos de Sophie.
EKART. Hace ya ocho años.
Bebe. Sopla el viento. _
JOHANNES. Hasta los veinticinco no empieza la vida. A
esa edad se ensanchan y tienen hijos.
_ Silencio.
WATZMANN. Su madre murió ayer. El anda por ahí, (pidiendo dinero prestado para el entierro. Luego ven rá
aquí. Y con eso podremos pagar los aguardientes. El
Teatro completo, 1 63
Tenía a su lado más de un amigo
Querierido calmarlo, darle un abrigo:
¡Ir-emos a casa, ven, compañero!
Pero él escupiendo, como un castigo,
Gritaba diciendo: ¡Yo os maldigo!
¡Yo no tengo casa! Y era sincero.
¿Te quedan aún dientes en esa boca?
¿Y cómo te encuentras, vamos a ver?
Revienta tranquilo contra esa roca,
Tu yegua comimos todos ayer,
Tú vete al infierno, que ya te toca.
Y el bosque sonoro los envolvía
Y ellos miraban al moribundo
Cogido a las raíces mientras gemía.
Aquello a otaba su sangre fría,
Cerraban los puños por un segundo,
Pues era uno de ellos quien se moría.
¡Eres sólo un loco, sólo una bestia!
¡Sarnoso, as ueroso, un puro andrajo!
Nos quitas él aire, vaya molestia,
decían los otros, y él, desde abajo:
¡Yo uiero vivir! No me rebajo.
Cabálgo en el viento, sin inmodestia.
Aquello era algo incomprensible,
Temblaban de asco pero callaban.
Y sólo la tierra era sensible,
El viento en los mares, siempre impasible:
Mis fuerzas ahora pronto se acaban.
Su exceso de vida lo mantenía _ Porque era un cadáver que aún vivía,
Carroña estrujada contra la tierra; _ Al alba, en la hierba, por fin moría.
Con asco y con odio, en la hierba fría
A aquella basura por fin se entierra.
Montados penetran en la espesura
Mirando aún el árbol bajo el que yace.
Teatro completo, 1 55
patrón es decente: nos fía con la garantia del cadáver
de una madre. Bebe.
JOI-IANNES. ¡Baal! ¡Ya no sopla el viento a su favor!
WATZMANN, a EKART: ¿Tú tienes que aguantarle muchas cosas, no?
EKART. No se le puede escupir a la cara: se está hundiendo.
WATZMANN, a johannes: ¿A ti te da pena? ¿Te preocupa?
JOHANNES. Es una lástima, me parece a mí. Bebe.
Silencio.
\X/ATZMANN. Cada día se vuelve más repugnante.
EKART. No digas eso. No uiero oírlo: yo le quiero.
Nunca le tomo nada a mail. Porque le quiero. Es un
niño.
WATZMANN. Sólo hace lo que no tiene más remedio. Es
tan vago.
EKART, dirigiéndose a la puerta: Hace una noche muy
suave. El viento es cálido. Como leche. Me gusta todo
eso. Nunca habría que beber. O no tanto. Volviendo
a la mesa. La noche es muy suave. Ahora, y durante
tres semanas más en otoño, se puede vivir muy bien
en los caminos. Se sienta.
WATZMANN. ¿Quieres irte esta noche? ¿Quieres deshacerte de él? ¿Estás hasta la coronilla?
JOHANNES. ¡Debes tener cuidado!
BAAL aparece lentamente en la puerta.
WATZMANN. ¿Ei-es tú, Baal?
EKART, duramente: ¿Qué quieres ahora?
BAAL entra y se sienta: ¡En qué agujero más miserable se
ha convertido esto! La camarera trae aguardiente.
WATZMANN. No ha cambiado nada. Sólo tú, al parecer,
te has vuelto más fino.
BAAL. ¿Eres tú, Luise?
Silencio.
JOHANNES. Sí. Aquí se está bien... Porque tengo que be-
Eitfi Bertolt Brecht
ber, que beber mucho. Eso fotalece. Es verdad que uno
se va también al infierno de una cuchillada. Pero es
distinto. Es como si se le doblaran a uno las rodillas,
sabéis: ¡sin sacudidas! Así: de forma que no se sientan
los cuchillos. Con las corvas acolchadas. Por cierto, antes no se me ocurrían esas cosas, tan divertidas, cuando me iba bien entre los burgueses. Sólo ahora se me
ocurren cosas, desde que me he convertido en un genio. Eh.
EKART estalla: ¡Quiero estar otra vez en los bosques, al
amanecer! ¡La luz, entre los troncos, es de color limón!
Quiero volver otra vez a los bosques.
JOHANNES. Bueno, eso no lo entiendo, Baal, tienes que
pagar otro aguardiente. Aquí se está realmente tan
ien.
BAAL. Un aguardiente para... ` JOHANNES. ¡Nada de nombres! Nos conocemos. Sabes,
a veces sueño de noche cosas horrendas. Pero sólo a
veces. Ahora se está muy bien.
Sopla el viento. Beben.
WATZMANN canturrea:
Hay árboles a docenas
Frondosos y muy vulgares
Para ahorcar todas tus penas
O reposar tus pesares. -
BAAL. ¿Cuando ha ocurrido esto ya? Una vez ocurrió así.
JOHANNES. La verdad es que sigue flotando. Nadie la ha
encontrado. Sólo ten o a veces la sensación, sabéis, de
que me bajase por ei gaznate, flotando en el mucho
aguardiente, un cadáver pequeñito, medio podrido. Y,
sin embargo, tenía ya diecisiete años. Ahora tiene ratas y algas en su cabello verde, y no le sientan mal... un
poco hinchada y blancuzca, llena de pestilente barro
del río, muy negro. Siem re fue tan limpia. Por eso se
tiró al río y se volvió heófionda.
úå Bertolt Brecht
EKART. ¡Qué idiotez! ¿Ves tú al o, Baal?
BAAL. No. No quiero. Es bonita ia oscuridad. Con champaña en el cuerpo y nostalgias sin recuerdos. ¿Eres mi
amigo, Eltart?
EKART, trabajosamente: ¡Sí, pero carita!
BAAL canta:
Una mueca en el rostro, tan mudo y hundido.
Muchas veces aún sueña con campos muy lisos.
Con sus cielos azules, allá en el o vido.
JOI-IANNES. Me quedaré siempre contigo. Me puedes llevar contigo tranquilamente. Casi no como.
WATZMANN ha encendido trabajosamente la luz: Hágase
la luz. jejejé.
BAAL. Eso deslumbra. Se pone en pie.
EKART, con la camarera en las rodillas, se pone trabajosamente en pie, intentando alejar el brazo de ella de su
cuello: ¿Qué te pasa? Si no es nada. Es ridículo.
BAAL se dispone a saltar sobre él.
EKART. ¿No estarás celoso de ésta?
BAAL avanza a tientas, tira un vaso.
EKART. ¿Por qué no puedo tener mujeres?
BAAL lo mira.
EKART. ¿Es que soy tu amante?
BAAL se arroja sobre él y lo agarra del cuello.
La luz se extingue. Watzmann se ríe, borracho, la
camarera grita. Entran otros parroquianos de la
habitación de al lado, con una lámpara "
WATZMANN. Tiene un cuchillo.
LA CAMARERA. Lo ha asesinado. ¡Jesús María y josé!
DOS HOMBRES se lanzan sobre ios ue luchan: ¡Diablos,
tú! ¡Suéltalo! -¡Ese tipo le ha daåo una puñalada, Santo Dios!
BAAL se levanta. De pronto amanece, se apaga la ¿simpara: ¡Ekart!
Teatro completo, I fi?
I
i' WATZMANN. ¿Que es la carne? Se descompone como el
espíritu. Señores, estoy completamente borracho. Dos
por dos son cuatro. Por lo tanto, no estoy borracho.
Pero tengo el presentimiento de un mundo superior.
¡Inclinaos, sed hum... humildes! Despojaos del viejo
Adán. Bebe temblando y con pasión. Todavía no he llegado al fondo, aunque tenga mis presentimientos, y todavía puedo multiplicar muy bien, dos por dos... ¡Dos,
d... os, qué palabra más rara! ¡Dos! Se sienta.
BAAL coge la guitarra y destroza con elia la lámpara:
. Ahora voy a cantar. Canta:
Casi enfermo de sol, carcomido de lluvia,
Con laureles robados en el elo revuelto,
Ha olvidado sus sueños, toiifa su infancia rubia,
Y ha tocado ya el techo, pero el cielo anda suelto.
No tengo una voz precisamente argentina. Afina la guitarra.
EKART. ¡Canta más, Baal!
BAAL sigue cantando:
¡Y vosotros, echados de cielo e infierno!
Asesinos que tanto y tanto sufristeis
Por ué abandonasteis el seno materno
Donäe estabais tranquilos, tranquilos vivisteis...
La guitarra desafina también.
WATZMANN. Es una hermosa canción. ¡De las que me
gustan! ¡Romántica!
BAAL sigue cantando:
Por mares de ajenjo, él sigue buscando.
Su madre, entretanto, lo ha olvidado ya.
El ríe y blasfema, y a veces llorando.
Aún piensa en la tierra en que feliz será.
WATZMANN. Ya no sé dónde está mi vaso. Esta mesa se
tambalea de una forma idiota. Encended la luz. ¡Cómo
va uno a encontrarse la boca!
Teatro completo, 1 69
10° DE LONGITUD ESTE DE GREENWICH
Bosque. Baal con la guitarra, las manos en los bolsillos
de los pantalones, se va alejando.
BAAL. ¡El viento pálido en los árboles negros! Parecen el
pelo mojado de Lupus. A las once sale la luna. Entonces habrá luz suficiente. Este es un bosque pe ueño.
Lo atravesaré para llegar a los grandes. Ando de maravilla desde que estoy solo otra vez dentro de mi pellejo. Tengo que dirigirme siempre hacia el norte. Siguiendo las nervaduras de las hojas. Tengo que dejar
atrás ese asuntillo. ¡Adelante! Canta.
Hacia los gordos buitres Baal levanta la vista.
En el cielo ya esperan el cadáver de Baal.
Se aleja.
Pero él se hace el muerto y no hay quien se resista.
Baal se zampa a los buitres, silencioso y genial.
Rdƒaga de viento.
CARRETERA
Atardecer. Viento. Aguacero. Dos gendarmes luchan
contra el viento.
PRIMER GENDARZME. ¡Esta lluvia negra y este viento de todos los difuntos! ¡Y ese maldito vagabundo!
SEGUNDO GENDARME. Me parece que se dirige cada vez
más al norte, hacia los bosques. Allí no lo encontrará
ya nadie.
PRIMER GENDARME. ¿Pero quién es?
SEGUNDO GENDARME. Ante todo: un asesino. Antes, actor de variedades y poeta. Luego, propietario de un tío-
FD _ Bertolt Brecht
vivo, leñador, amante de una millonaria, presidiario y
rufiån. Cuando el asesinato lo cogieron, pero tiene una
fuerza de elefante. Fue a causa de una camarera, una
furcia fichada. Por ella apuñaló a su mejor amigo de la
juventud.
PRIMER GENDARME. Un hombre así ne tiene alma. Es
una bestia salvaje.
SEGUNDO GENDARME. Y, sin embargo, es completamente infantil. Por llevarles la leña a ancianas casi lo agarraron. Nunca ha tenido nada. Esa camarera era lo último. Sin duda por eso mató a su amigo, de vida también dudosa, por cierto.
PRIMER OENDARME. ¡Si supiéramns al menos dónde encontrar aguardiente o una hembra! ¡Vamos! Esto es siniestro- ¡Y allí hay algo que se mueve! Salen los dos.
BAEL sale de nn matorral con un Íaato y la guitarra. Silba
entre dientes: ¿Así que muerto? ¡Animalito! ¡Cruzarse
en mi camino! Esto se pone interesante. Sale detras de
los otros.
Viento.
CABANA DE TABLAS EN EL BOSQUE
Noche. Viento. Baal en una cama sucia. Hombres que
juegan a Las cartas y beiøen.
UN HOMBRE, junto a Baal: ¿Qué quieres?“'Estás dando
las boqueadas. Hasta un niño lo vería, pero ¿a quién
le importas? ¿Tienes a alguien? ¡Pues entonces! ¡Pues
entonces! ¡ñprieta los dientes! ¿Tienes dientes aún? A
veces muerden el olvo tipos que todavía podrían sacarle mucho particlio a la vida, ¡millonarios! Pero tú no
tienes ni papeles. No tengas miedo: el mundo sigue andando, redondo como una bola, y mañana por la mañana seguirá silbando el viento. Considera las cosas
Teatro completo, 1 F1
desde un punto de vista más alto. Piensa: es solo una
rata que revienta. ¡Pues entonces! ¡No hay que sulfurarse! A ti ya no te quedan dientes.
LOS HOMBRES. ¿Sigue jarreando? Tendremos que pasarnos la noche con el cadáver -¡Cállate la boca! ¡Triunfo! -¿Todavía resoplas, gordinflon? ¡Cántanos algo!
«Cuando Baal ya crecía...›› -Dejadlo: será un fiambre
antes de ue pare esta lluvia negra. ¡Seguid jugando!
-Ese ha (bebido como una esponja, pero hay algo en
esa bola pálida que te da ue pensar. A ése nadie se lo
redijo en la cuna. -¡Eliiliez de trébol! ¡Pero cierren
l-ia boca, señores! Esto no es forma de jugar; si no se
lo tornan más en serio, no hay forma de jugar como
es debido.
Silencio, nada más que blasfemias.
BAAL. ¿Qué hora es?
EL HOMBRE. Las once. ¿Vas a salir?
BAAL. Enseguida. ¿Están mal los caminos?
EL HOMBRE. La lluvia.
LOS HOMBRES se ponen en pie: Ahora ha parado la lluvia. Ya es hora. '-Todo estará empapado. -Este chico tampoco tendrá que hacer nada esta vez. Cogen ias
hachas.
UNO, deteniéndose ante Baal, escape: Buenas noches y
hasta la vista. ¿Vas a estirar la pata?
OTRO. ¿Vas a morder el polvo? ¿De incógnito?
UN TERCERO. Podrías esperar a mañana para empezar a
oler mal. Cortaremos leña hasta el mediodía y luego
querremos corner.
BAAL. ¿No os podríais quedar un rato aún?
TODOS, con grandes carcajadas: ¿Quieres que te hagamos
de mamá? ¿Vas a cantar el canto del cisne? -¿Quieres
confesarte, garrafa de aguardiente?- ¿No puedes vomitar solo?
BAAL. Si os quedarais treinta minutos más.
TODOS, con grandes carca_ƒadas: ¿Sabes una cosa? Que re72 Bertolt Brecht ll. Team) cümplem' 1 H
vientes solo --¡Várnonos ahora! El viento se ha calma- 9 BAAL- Se ha ida' al diablo'
do por completo. -¿Qué te pasa a ti?
EL HOMBRE. Os sìígo.
BAAL. No puedo urar mucho, señores. Risas. ¡Tampoco a ustedes les gustaría morirse solos, señores! Risas. ;
OTRO HOMBRE. ¡Eres como una vieja! ¡Ahí te dejo un recuerdo! Le escupe a la cara.
Todos se dirigen hacia la puerta.
BAAL. ¡Veinte minutos!
Los hombres salen por la puerta abierta.
EL HOMBRE, en la puerra.- Estrellas.
BAAL. ¡Límpiame el escupitajo!
EL HOMBRE, e él.- ¿Dónde?
BAAL. En la frente.
EL HOMBRE. Ya está. ¿De qué te ríes?
BAAL. Me sabe bien.
EL HOMBRE, irritado: Eres un caso totalmente perdido.
Addio! Se dirige con el hacha hacia la puerta.
BAAL. Gracias.
EL HOMBRE. ¿Puedo hacer algo por ti...? Pero tengo que
ir al trabajo. Cruz y raya. ¡Cadaver!
BAAL. ¡Tú! ¡Acércate! El hombre se inclina. Era muy hermoso...
EL HOMBRE. ¿El qué, gallina loca, o mejor: capón?
East.. Todo.
EL HOMBRE. ¡Eres un sibarita! Se ríeƒnerte, sale; la puerta se queda abierta, se oe la noche azul. "
BAAL, inquieto: ¡Tú! ¡Amigo!
EL HOMBRE, en la ventana.- ¿Qué?
BAAL. ¿Te vas?
EL HOMBRE. ¡A trabajar!
BAAL. ¿Adonde?
EL HOMBRE. ¿Qué te importa?
BAAL. ¿Qué hora es?
EL HOMBRE. Las once y cuarto. Se oa.
Silencio.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis. No sirve de nada.
Silencio.
¡Mamá! Que se vaya Ekart, el cielo está tan condenadamente cerca que se puede tocar con la mano, todo
está otra vez empapado. Dormir. Uno. Dos. Tres.
Cuatro. Se ahoga uno aquí. Fuera debe de ser claro.
Quiero salir. Se incorpora. Voy a salir. Querido Baal.
Cortante: No soy una rata. Fuera debe de ser claro.
Querido_Baal. Hasta la puerta todavía) puedo llegar.
Rodillas aún tengo, y en a puerta estare mejor. ¡Maldita sea! ¡Querido Baal! Se arrastra a gatas hasta el ambral. Estre las... mm. Se arrastra afuera.
AMANECER EN EL BOSQUE
Leñadores
UNO. ¡Pásame el aguardiente! ¡Escucha los pajaritos!
OTRO. Hará un día de calor. _ UN TERCERO. Todavía hay un montón de troncos que tienen que estar cortados para la noche.
UN CUARTO. El hombre ese, ¿estará ya frío?
TERCERO. Sí. Sí. Ya estará frío.
SEGUNDO. Sí. Sí. , . TERCERO. Ahora podríamos tener los huevos, si no se
los hubiera comido él. Casi nada: ¡robar huevos en su
lecho de muerte! Al rincipio me daba pena, pero luego se me hincharon las narices. Gracias a Dios que no
olfateó el aguardiente en estos tres días. Que falta de
consideración: ¡huevos para un cadáver!
PRIMERO. Tenía una forma de echarse en la porquería; y
luego no se levantaba ya, y lo sabía. Se echaba como
LI .|
74 - Bertolt Brecht
Si fuerauna cama tendida. ¡Con cuidado! ¿Lo conocía
alguno? ¿Cómo se llamaba? ¿A qué se dedicaba?
CUARTO. Tendremos que enterrarlo así. ¡Y ahora pásame el aguardiente! R S
TERCERO. Le pregunté cuando ya tenía estertores: ¿en
qué piensas? Siempre quiero saber en qué se piensa. Y
me dijo: todavía escucho la lluvia. Se me puso carne
de gallina en toda la espalda. Todavía escucho la lluvia,
R Clljo.
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