jueves, julio 28, 2022

Encarnación y Holofernes, de Benjamín Gavarre.












Encarnación y Holofernes


de Benjamín Gavarre

 

Son casi las seis de la tarde, la hora la marca un reloj viejo que se puede distinguir con facilidad.  

La luz se filtra por una ventanita.  

Es el cuarto de planchar pero también el cuarto de trebejos.  

María Encarnación, una mujer de unos veinticinco años, está planchando una camisa en el burro de planchar. La camisa, visiblemente arrugada es blanca, es de hombre y es de una talla que corresponde a un hombre grande o tal vez un hombre obeso. 

Encarnación plancha con pericia el cuello, los hombros... los puños... Y repite cada vez que termina una parte...  

 

Encarnación. — "Para que no se arrugue"... El cuello, los hombros... los puños... Siguen las mangas, el frente... 

 

Encarnación reflexiona. Mira al reloj y respira con cierta ansiedad. Deja la plancha, y mira la camisa... Repite:  

 

Encarnación. —  ...el cuello, los hombros, los puños... Me faltan las mangas, el frente, atrás.... Atrás...  

 

Mira otra vez el reloj de pared.  

 

Encarnación. — Tengo que estudiar... Tengo que hacer mi tarea. 

 

Deja la camisa colgada en un perchero. De la plancha sale vapor pues no la ha apagado como suele hacer en un acto mecánico. Saca una libreta grande, tipo profesional rayada. 

Abre la libreta y escribe mientras dice en voz alta... 

 

Encarnación. —   Las alas... las aladas, las saladas, la sala, las hadas.... enlazadas... 

 

Se nota que escribe lo que va diciendo. 

 

Encarnación. — Las alas... las aladas, las saladas, la sala, las hadas.... enlazadas... 

 

Ensimismada en su labor se da cuenta de que Holofernes, su marido, la observa desde el quicio de la puerta. Es un hombre gordo, grande, de unos cuarenta años.  

 

Holofernes. — (En voz baja, pero imperativo) Mi camisa. 

 

Encarnación sigue con su labor... No lo voltea a ver porque no lo escucha. 

 

Holofernes. — (Más alto) Mi camisa. Trabajo. Yo trabajo. 

 

Encarnación los voltea a ver. Cierra la libreta.  

 

Encarnación. — ¿A esta hora? ¿Vas a trabajar de noche? ¿Otra vez? 

 

Holofernes. — Otra vez, no, hoy no. Y si trabajo de noche, hoy o cuando se me pegue la gana, no es asunto tuyo. 

 

Encarnación. — Entonces la quieres para ahorita. 

 

Holofernes. — (Agresivo, pero en volumen bajo) La quería para ayer. 

 

Encarnación. — ¿Cómo? No entiendo. 

 

Holofernes. — Quiero decir... Déjalo. Nunca entiendes nada. 

 

Encarnación. — Yo nunca entiendo nada. Bueno. Sí. (Titubea) Yo lo que sí alcanzo a entender es que tú necesitas la camisa mañana, para irte a tu oficina, mañana, temprano. 

 

Holofernes. — ¿No entiendes?  Necesito que tengas lista mi camisa, Ahora. Quiero tener preparado todo lo que me voy a poner mañana. 

 

Encarnación. — Mm, pues entonces te la voy a planchar y te la llevo y te la pongo con todas las cosas que necesitas para ir a trabajar mañana. Yo tengo que ponerme a estudiar. Tengo que hacer la tarea. 

 

Holofernes. — ¿Cuando acabes de estudiar?... Eso qué significa. 

 

Encarnación. — Nada, que ya me tengo que ir, y no he hecho la tarea... Acabo la tarea, plancho tu camisa, la dejo con tus cosas... y ya después me voy a la escuela. Entro a las ocho. 

 

Holofernes. — Por favor, sigues con la idea de que vas a aprender a leer y escribir... ¿a tu edad? 

 

Encarnación. — A mi edad, sí... Para eso hay cursos en la noche, para gente de mi edad... y hay todavía más mayores que yo. 

 

Holofernes. — ¿Más mayores? Y ahí en esa escuelita aprendiste a decir ese barbarismo? 

 

Encarnación. — ¿Ese qué? 

 

Holofernes. — Discúlpame. Debo acordarme de que tú apenas vas a aprender a leer a escribir...  "Barbarismo": uso incorrecto del lenguaje, utilizado por las clases ignorantes. 

 

Encarnación. — ¿Eso lo sacaste de un diccionario? 

 

Holofernes. — Claro. Lo saqué de mi diccionario personal. Dedicado para que lo entiendan las personas como tú. 

 

Encarnación. — Pues ya está. Por eso voy a ir a la escuela, para que se me quite lo ignorante y pueda entender lo que alguien como tú me dice. Quiero ser una mujer preparada. 

 

Holofernes. — Pero cómo se te ocurre. Cómo crees que tú puedas ser más de lo que eres. Eres una pobre mugrosa, una Mugrosita. Nunca vas a salir de lo que te corresponde hacer en la vida... Planchar mis camisas y hacerme la comida. 

 

Encarnación. — ¡Es en serio? 

 

Holofernes. — O tú crees que me casé contigo por tu linda cara. Si estás bien fea. 

 

Encarnación. ¿Bien fea? 

 

Holofernes. — Y ni siquiera cocinas bien. Haces puros batidillos: arroz batido, calabazas aguadas. 

 

Encarnación. — O sea que te parezco fea. 

 

Holofernes. — Pues quién te ha dicho lo contrario. O qué a eso vas a la escuelita, ¿a conseguirte otro mugroso como tú que te haga el favor? 

 

Encarnación. — Mi maestra... 

 

Holofernes. — (No la escucha) Y si no te sale todo batido, te sale todo quemado. Se te queman las milanesas, se te quema el pollo... Puta, lo único que no se te quema son las nalgas. 

 

Encarnación. — (No le sorprende el maltrato de su marido) Mi maestra dice.... 

 

Holofernes. — Lo único que medio sabes hacer es planchar, pero mira, ni siquiera sabes apagar la plancha, se te va a descomponer, sale y sale vapor, tú no haces bien tu trabajo y es el momento en que no tengo camisa que ponerme, para ir a trabajar, para mantenerte, para que te tragues la comida batida y quemada me preparas. 

 

Encarnación. — (Toma la plancha y a pesar suyo, se pone a planchar lo que le faltaba) Voy a plancharte tu camisa para que dejes de estar fastidiando. 

 

Holofernes. — No me haces ningún favor. Es tu obligación. Para eso están las mujeres. 

 

Encarnación. — (Larga pausa. Encarnación balbucea en voz baja) “Para que no se arrugue"... El cuello, los hombros... los puños... Siguen las mangas, el frente... (Termina de planchar y le ofrece con mucha dignidad la camisa a su marido. Lo mira desafiante y dice...) Mi maestra dice que tú ejerces violencia de género. 

 

Holofernes. — Tú maestra qué... ¿Qué dijiste?... ¡Ejerzo? Y eso qué, de dónde sacas esas palabras. No son tuyas. 

 

Encarnación Dice que tú eres un opresor y abusivo violento. 

 

Holofernes. — ¡Tsssss! ¡Sale! 

 

Encarnación. — Y que lo que debo de hacer es empo... empo... derarme. 

 

Holofernes. — (Se burla) Empo... Empo... ¡Por favor! O sea que no vas nada más a aprender a leer y escribir. No vas a que te enseñen a "Así hace la osa, así la osa se asea". 

 

Encarnación. — Qué es eso. 

 

Holofernes. — Son las palabras que uno escribe cuando aprende a leer y a escribir, cuando uno es un niño, cuando tienes cinco años o seis. Así aprendí yo. 

 

Encarnación. — (Toma valor; se burla) De veras, aprendiste así a escribir... con "Así hace la osa, así la osa se asea". Ya pasaron muchos años de eso. 

 

Holofernes. — Sé lo que tratas de hacer. No soy ningún estúpido. 

Tú maestrita trata de ponerte en contra mía. Dice que soy... (Pausa, reflexiona) Lo que dice es falso. Yo nunca te he maltratado. 

 

Encarnación. — ¿No?? Me has golpeado. 

 

Holofernes. — Claro que no. 

 

Encarnación. — ¿Y cuando me pegaste con la plancha? 

 

Holofernes. — Pero no te golpee como tú dices, o qué, te pegué con el puño. Apenas nos habíamos juntado. Después de que te embarazaste. 

 

Encarnación. — Después de que me dejaste embarazada. 

 

Holofernes. — Tú andabas de putita. Te embarazaste para agarrarme de los huevos, para atraparme. 

 

Encarnación. — Para quedar atrapada por el señor. Para plancharle las camisas, para cocinarle su comida batida y quemada, para que me hicieras abortar de todas formas, aunque yo sí quería a la niña. 

 

Holofernes. — ¡Cuál niña? 

 

Encarnación. — Iba a ser niña. 

 

Holofernes. — Estás pendeja, de dónde sacas eso, si era un feto de dos meses. 

 

Encarnación. — Yo sé que era una niña. Y tú me pateaste. Tú no me golpeas, con el puño, pero me pateaste. 

 

Holofernes. — Pero no fue por eso que abortaste. Te tomaste esas pastillas que te hicieron daño. 

 

Encarnación. — Me tomé esas pastillas que me diste tú, que me iban a quitar el dolor, y me hicieron abortar.  

 

Holofernes. — Eso es lo que tú dices. 

 

Encarnación. — Eso es lo que me dijo mi familia. 

 

Holofernes. — A tu familia ni le interesas, se libraron de ti. 

 

Encarnación. — Es cierto, a nadie le intereso, a ti tampoco te intereso. Y como te dije... Voy a estudiar y voy a prepararme para librarme yo de ti, para librarme del maltrato de años. Yo no tengo que soportar violencia de género. 

 

Holofernes. — O qué la...  Ya te dije que nunca te he golpeado. 

 

Encarnación. — No hace falta que me pegues... con el puño. Me has maltratado. Me maltratas, de muchas maneras. Me tratas mal, me hablas peor. Ejerces violencia... 

 

Holofernes. — Otra vez la palabrita... "Ejerzo". Esas son palabras que has escuchado a donde vas... a aprender a leer y escribir. Pues qué clase de escuelita nocturna te buscaste, de puras feministas, seguro. Pues mira, si te parece mal vivir conmigo, vete con tu maestrita, vete con tus feministas y a ver si allá te mantienen, mugrosita.  

 

Encarnación. — Te voy a pedir que no me vuelvas a decir así. 

 

Holofernes. — No quieres que te diga cómo, "mugrosita"... Eh, ¿Mugrosita? 

 

Encarnación. — (Agarra la plancha que todavía no ha desconectado y la levanta y amenaza a su marido) ¡Te lo advierto! 

 

Holofernes. — Qué me adviertes, ¿me vas a pegar?, ¿con la plancha? ¿ahora tú vas a ejercer violencia de género?, ¡por favor! 

Tú no eres más que una pobre infeliz. 

 

Encarnación. — Exactamente. Soy infeliz a tu lado. He sido infeliz durante todos estos años a tu lado. Pero se acabó. Puedes esperar noticias mías. Voy a hacer todo lo posible porque conforme a derecho me des lo que me merezco. 

 

Holofernes. — "Conforme a derecho". Vaya, vaya; sí que te han aconsejado bien, en tu escuelita. 

 

Encarnación. — Sí, me han dicho que no tengo que soportar tus malos tratos, tus salidas de noche con no sé quién, tu abuso constante. 

Voy a aprender a leer, sí, voy a aprender a escribir, y cómo ves también voy a aprender a hablar, para defenderme. Vas a tener que pagar todo el daño que me has hecho, pero vas a tener que pagarme donde más te duele, me vas a dar dinero. 

 

Holofernes. — Si no fuera porque me das lástima me darías mucha risa. Tú no eres nadie. Todo lo que eres me lo debes a mí. Tú eras una pobrecita mugrosa abandonada por tu familia y por todos. Nadie nunca te ha querido y yo te di la oportunidad de darte una casa. Eres fea, tonta y nunca vas a lograr nada en la vida. 

 

 

Encarnación. Tal vez no, pero si me sigo quedando a tu lado seguro que acabo convirtiéndome en lo que dicen tus horribles palabras. No te preocupes, alguna razón habrá para que seas como eres. Creo, que si yo soy mugrosa, tú eres un pobre diablo, gordo y feo. O qué, tú nunca te has visto en un espejo. Eres horrible, por fuera, pero sobre todo por dentro. Aquí lo dejamos. Aquí se acaba. 

 

Holofernes. — ¿Eso crees tú? ¿Aquí se acaba? No, preciosa. De aquí no te vas sin pagar.  

 

Encarnación. (Levanta la plancha y amenaza una vez más a su marido) Te lo advierto. 

 

Holofernes. — Tú a mí ya no me levantas la voz. Tú deberías saber que aquí soy el que mando. Yo soy el más fuerte y déjame darte malas noticias, se te acabaron las clases, mugrosita, hasta aquí llegaste. 

 

Holofernes se acerca amenazante y le arrebata la plancha a Encarnación. 

 

Oscuro 

 

 

miércoles, julio 27, 2022

Un adolescente. Monólogo, de Benjamín Gavarre.

 








Un adolescente 

 

Monólogo, 

 

de Benjamín Gavarre 

 

 

Sala de estar y comedor en un espacio clase media. 

 

Nene. — (Voz de Nene que imita a su papá) ¡Y no puedes salir a la calle y Sanseacabó! Sanseacabó, sanseacabó. Tú y tus frases del siglo antepasado. (Lo vuelve a imitar) “Pues será la Luna, pero no puedes salir y sanseacabó”. (Nene, furioso, llega a la sala y da vueltas en círculos) ...Sansanseacabó, será la Luna, será, será... Esto es una Kermés. No puedo estar en mi cuarto porque mi papi me tiene castigado y sí, estoy castigado, porque siempre yo estoy del lado de mi madre, y mi papá se peleó una vez más con mi mami, con mi madre, pero yo regresé, o me regresaron. Todo porque me gustó una niña, sí, una chica, una mujer de color... una mujer negra, ¿me explico? 

 

Mi papá se la pasa discutiendo con mi madre, cuando ella está en la casa. Ahorita no está. La corrió mi papá. Le dio un puñetazo en la cara, y pues salimos disparados los dos, hace ya unos dos meses, mi madre y yo, yo y mi madre, salimos disparados, a casa de mi tía... que no es mi tía, pero eso no importa. 

 

Ellos siempre se golpean, se reconcilian, se golpean, se reconcilian, mis papás, cuando están juntos. Ahorita no están juntos, mi papá la corrió, o mi mamá se fue, dice que ahora sí va en serio, ella, mi mamá, pero a mí me regresaron y estoy castigado, ese es el pedo, que estoy castigado y sin poder salir, ya tengo dos semanas, ¿ya dije eso?... Sin poder salir. ¡Dos semanas! Puta madre, mi vida es un asco. 

 

Y aquí las paredes son de papel. Y todo se oye, se oye cuando se pelean y se oye cuando se reconcilian. Prefiero cuando mi papá le casi rompía la cabeza a mi mamá a botellazos. Al menos pasaba algo, al menos mi papá salía disparado, pero él dice que ésta es su casa... y por eso regresaba luegoluego, y pues mi mamá y yo éramos, y somos, siempre, los que salimos disparados a casa de mi tía, que no es mi tía, es decir a casa de mi tía que vive con mi tío, que no es mi tío. 

 

Cuando están juntos, mis papás, no me queda más que oírlos casi matarse y luego escuchar cómo se reconcilian. Y yo les grito (Grita) ¡Estoy tratando de dormir!!!! ¡Qué no saben que las paredes son de tablaroca!!!??? ¿Qué no saben que son como de papel, de papel de china???? Y les digo: qué no saben que tienen un hijo cuasiadolescente sensible y al que no le gustan los gritos de cuando se golpeeaaaan? Y mucho menos a este simpático y sexy adolescente le gusta escuchar cuando hacen sus pequeñísimos ruiditos cuando se reconciiiiilian? Y les vuelvo a decir: “¿Me oyen, me oyeeeen, claro y fuuerteeee? Porque si no es así soy capaz de gritar máaas fuerte, a ver si ahora síi me escuuuuuchan”.... (Nene, imita la voz del papá) ...Ya cállate, nenito, o te vuelvo a dar una buena sopapiza!!! (Nene vuelve a ser Nene) Así grita mi papá. Así habla él... cuando habla, cuando grita. 

 

Ahorita el pobre está solo, y mi mami no está, mi madre. Si mi papá no dice ‘sopapiza’ no es feliz. A mí sí que no me gustaría que me diera otra sopapiza. La última sopapiza que “me propinó”, como él dice, casi me deja muerto. Me mandaron con cuatro costillas rotas y el ojo reventado a casa de mi tía, la que no es mi tía, y a casa de mi... ya se sabe.  A estas alturas les deberían de dar una medalla a mis “tíos”, porque sirven de hospital, de refugio de mujeres golpeadas, y sirvieron, tiempo atrás, de Casa Cuna, Orfanato. Casa de refugiados políticos, no por nosotros, es decir no por mi mamá, y yo, sino que le dieron asilo a unos venezolanos o dominicanos, o republicanos... no eso no. Eran como negritos, como con el pelo chino, si hasta las pestañas las tenían chinas y supongo que todo lo tenían chino. A mí me gusta la hija que es como de mi edad… y la traté de espiar ahora que estaba con mi tía, y ahí está, sigue de refugiada, creo, y yo estaba ahí, pues de refugiado de la violencia familiar ejercida por mi padre. Y ella es negra como el carbón y yo nada más le veía las nalgas y quería ver si las nalgas las tenía tan bonitas como se le veían con ropa, y la traté de espiar para por lo menos verla en calzones y tenía ganas de que por Dios santísimo se quitara los calzones, pero cuando la trataba de espiar que me descubre mi tía. Y bueno, se armó grande con la que sí es mi mamá porque me pidió que me fuera y yo tuve que pedirle asilo a mi papá que a pesar de que me había golpeado, y a mi mamá también la había golpeado, mucho, con el puño cerrado, el maldito bastardo… Y por eso estoy aquí, de regreso, y pues a pesar de todo me dio permiso de volverme a quedar aquí... en mi casa, castigado, eso ya tiene dos semanas. Sin poder salir. 

 

Se escucha el sonido de un avión 

 

Nene. — (Habla casi a gritos, acostumbrado no hace referencia los muchos aviones que pasan por su casa) ¡Y bueno, yo ojalá estuviera a gusto aquí, sin poder salir, porque mi papá me ha prohibido “terminantemente salir ni siquiera a la esquina”. Así dice él, mientras yo me vuelvo loco, absolutamente loco, doy vueltas en círculos y me veo en ese espejo que está en esa pared y despacito, me encuentro con el espejo que está en esa ooootra pared, y sigo dando vueltas y ahora me voy a ir en el otro sentido y ojalá por lo menos tuviera un puto celular para no ponerme tan loco, pero es el caso que mi querido padre me quitó el cel porque esa clase de “aparatejos los engendró el demonio”. 

 

Se vuelve a escuchar un sonido de avión 

 

Nene. — (Se sienta en un sofá, grita y se tapa la cara) Chaise, chaise, chaiseeeee... Yo no sé por qué me gusta decir chaise. Me gusta más decir chaise que chale... Y eso que no soy alemán... Chaise... Chaise... Chale... No, no me sabe. Changos.... Puta madre... mi vida es un asco. Mierda, chaise, mi vida apesta. 

 

Y no, no es que mi papi sea un retrograda que esté en contra de la modernidad y todo eso. No, no es de esos que encierran a sus hijos desde que nacen y los tienen como en un estado de pureza absoluta, no, no es que mi padre se sienta el vampiro psicópata que se coge a su hijos y cuando ya están grandecitos los empala y los ve dulcemente morir lentamente mientras se come una milanesa. No. Mi padre... Mi padre... con toda razón me ha puesto un castigo por haberle visto la cola a mi negrita, o por haber tratado de verle las nalgas a mi muchacha preciosa, negra, buenísima, y que además tiene mi edad. Qué más quiero. Pues quiero cogérmela, pero no me dejan. 

 

Suena un avión pero menos intensamente. Nene ve a lo lejos. 

 

Nene. — Mi papá no es un Ogro, no es Vlad el empalador... y no es un testigo de Jehová... Puta. Eso sí estaría jodido. Me dice que yo solo quiero el celular para masturbarme. No me lo dice así. ¿Cómo era?, ah sí: (Imita a su padre) “Yo pago las cuentas, eso deberías comprenderlo... y no voy a permitir que utilices ese adminículo del demonio para satisfacer tus bajas pasiones” ... Ja, ja, ja... Y así, así me lo topo con su cara de Testigo de Jehová, pero, no, no es testigo de Jehová. Gracias a Dios. Y sí, sí, sí, sí chingao, síiii, sí me la paso todo el día jalándomela. Todo el día y toda la noche jalándomela... en la sala, en la cocina, todo el día y toda la noche me la jalo, y bueno a veces en la mañana me la jalo en el baño, como todo chico normal. Y eso también le molesta, a mi papi. (Imita al padre) “Te tardas mucho, Nene, no sé qué atroces y pervertidas costumbres tendrás, porque no es normal tardarse tanto. “Qué vamos a hacer para que termines de una vez por todas con tus bajas pasiones”. (Vuelve a ser el Nene) Pues una cosa, papá sería... que me dejen coger con quien yo quiero. Pero no... Yo creo que aunque me dejaran coger en paz, me la seguiría jalando. Es más cómodo. Y no tengo que esperar a que nadie me diga si voy bien, o si más rápido o si les duele, o si tengo condón. Y además me gustan los baños en la tina. Aunque no me masturbara en la tina, me gusta tomar baños de tina. ¿Es eso un problema? ¿Afecto a la humanidad completa si tomo baños de tina? ¿El planeta se va a destruir si tomo baños de tina y además me masturbo de lo lindo? ¿Sí? ¿No? ¿Alguien tiene algún problema, alguien tiene algún problema, alguien, alguien'... ¿Alguien? Ejem. 

 

Pasa un avión 

 

Mi papá me dice que no me da el celular porque veo mucho porno. Y la verdad no me hace falta el porno. Yo mismo me paso mis propias películas en la mente. Tengo mucha imaginación, y me la puedo pasar cogiéndome a mi negrita, o a quien yo quiera, sin necesidad de que me pongan gente que ni conozco y que nada más dice Oh god, o god, o god. ¡Chaise!... ¿No tienen otra palabra?... Ah, sí, ¡fuck, fuck, fuck!!!!!... No, bueno... Lo malo es que cuando estoy viviendo intensamente mis fantasías.... Pues que topo con los alaridos de mi madre y las instrucciones de mi padre. Sí, qué pena, pero le da instrucciones a mi mamá. Le sorraja un puñetazo en plena cara, y, cuando se la coge, le da instrucciones. Es penoso. Y las paredes pues son de tablaroca... Chaise, puta madre. Mi vida es un asco. Y a veces más, y pues ya se sabe, cada vez que se reconcilian... Cogen. Y aunque no se reconcilien, cogen, aunque mi mami no quiera, y yo me doy cuenta de que ella ya se quiere dormir, pero él insiste y dale y dale y le da instrucciones, la pone de cabeza, la voltea, no sé qué tanto hacen, o sí sé, porque le da instrucciones... pero llega el momento en que la pone de malas y ella se va, mi madre se va, trata de escaparse de las ‘bajas pasiones’ de mi papá. Y luego, cuando ella se trata de escapar, él la detiene en la puerta: “De aquí no sales”, y, “yo no tengo ganas, entiende, Dagoberto”, y, “no me llames por mi nombre”, solamente me llamas por mi nombre cuando no me quieres nada, cuando me odias, y tú no puedes odiarme porque para eso soy tu marido y Bla, bla, bla, bla, bla, bla... Y silencio. Se oyen muebles que se arrastran, y tazas rotas, o vasos de vidrio que se estrellan en el piso, y a veces hasta espejos... y luego, silencio. Y luego pues ya se reconcilian, y se escuchan los jadeos y las instrucciones.... y los alaridos... de placer, ugh, Guácala. 

 

Silencio largo. 

 

Nene. — (Mira a las alturas como esperando el ruido del avión pero no pasa nada) Cuando era niño me contaba historias, sí. Mi papá a veces parece un Ogro, pero no es un psicópata. No es Vlad el empalador, y pues tampoco es menonita, ni tiene nada que ver con la secta de las últimas perras vengadoras, o eso. No, a veces es un buen tipo. A veces. 

 

Cuando era niño, cuando yo era niño pues me contaba cuentos, me leía cuentos, cuando me daba baños de tina, él era entonces el que me bañaba, en la tina, y me contaba cuentos, me leía cuentos. Yo creo que por eso me siguen gustando los baños de tina, pero ahora el que me cuento historias soy yo. Y pues sí, me tardo, me tardo cuando me doy baños de tina. 

 

Mi papá me enseñaba muchas cosas. Me llevaba a muchos lados. Tenía la “firme intención de que yo cultivara las bellas artes”. Así decía. Me llevó a tomar clases de pintura, de canto, de danza clásica... Y los idiomas. Yo no sé cómo no soy más nerd, porque me la pasé toda mi vida aprendiendo cosas y me gustaba imaginar historias y leer historias y representar historias... mi papá pensaba que yo iba a ser actor, o músico o cantante. Y pues ahorita no soy nada de eso. Tal vez después. Ahorita mi papá no me deja salir, no me deja estudiar. Desde que me escapé de la casa con mi mamá y luego regresé... pues no me permite hacer nada. Estoy permanentemente castigado hasta nuevo aviso. Pero si él fue el que le pegó a mi mamá... Sí, él fue el que le sorrajó el puño en plena cara. 

 

Se escucha un avión que pasa. 

 

Nene. — (Habla a gritos, por sonido del avión) Y lo único malo de estar encerrado, es que no sé qué va a ser de mí. No tengo contacto humano, mi vida es un asco, el único contacto que tengo es con un viejo casi sicópata que se la pasa hablándome raro y que se siente muy culpable de haber golpeado a la mujer a la que verdaderamente ama y con la que le gusta estar, pero a la que desgraciadamente le gusta golpear. Cuando mi mamá no hace lo que él quiere. 

 

Y bueno. También ella. Hay que decirlo. Y se va a decir. Ella siempre regresa. Ella siempre regresa y lo perdona. Y ella no es capaz de hacer nada por su cuenta. No puede buscarse un trabajo decente. No es posible que no se busque aunque sea un trabajo indecente. No, no eso no. Un trabajo indecente no. Es mi madre, o qué no. es mi madre o no es mi madre. 

 

Pues siempre regresa. Y no estudia, y no sabe hacer nada, y solo sabe cocinar, aunque cocina muy rico y hace unos cuadritos con los jitomates que solo ella sabe cortar. Y sabe cortar muy bien la zanahoria con un cuchillito muy chiquito y le salen muy bonitos sus cuadritos de zanahorias, y jitomates y papitas. Ella sabe hacer muchas cosas, pero no sabe ganar dinero. Podría... Yo creo, ganar dinero. Tomar clases... Leer... Hacer algo creativo... 

 

Se escucha un avión que pasa 

 

Yo podría hacer algo creativo: ¿coleccionar estampillas?... ¡Nel! ¿Escribir un diario?... ¡Qué me pasa! ¿Pintar mi cuarto?... Bueno.  Ponerme a cocinar... no, tampoco. Escuchar música, hablar con mis amigos... Ja, sí, cómo no. Con los veinticinco amigos que tengo y con los treinta y cinco con los que estoy peleado por dejarlos en visto.... Ahhh sí, síiii, síiiiiiii.... Me pongo muy intenso, pero qué puedo hacer. Me caga la gente que dice pendejadas, me caga la gente que nada más dice: ¿Qué pasó, amigui, qué haces?... Y pues no, no hago nada, ni ellos tampoco, pero me cagan y luego pues no les contesto, y se enojan... ¿Topas? Se malviajan, porque no me voy con ellos, porque no me gustan las aguas locas, porque no quemo y no me meto el perico y no me gusta nada de lo que dicen, quieren o hablan... Puta... No tengo a dónde ir, no tengo ningún interés en hacer nada, ni algo creativo, ni nada, ni tengo amigos, ni amigas, ni chava. Bueno, he cogido setenta y cuatro veces, las tengo anotadas y pues me he venido setenta y cuatro veces, con setenta y cuatro niñas, siempre termino afuera porque no vaya a ser, y termino afuera y uso condón... y eso les molestaaaaa. Están bien pendejas si quieren que termine adentro... Y no sé, pero no me las doy de galán, pero a mí siempre me dicen que sí, y a otros batos siempre les dicen que no. Siempre los batean a los muy pendejos, pero yo no sé si puedo decir que tengo suerte, pero me dicen sí, y siempre ellas son las que cogen conmigo y yo casi ni me tengo que esforzar porque hasta el chingado condón me ponen y hasta casi se vienen por mí, pero yo soy el que termino siempre primero y termino afuera. Y se enojan. Yo no sé por qué se enojan. Obvio, nunca las vuelvo a ver. Setenta y cuatro veces y todas han sido distintas, nada serio, y nunca más me vuelven a hablar, ni yo las busco, y pues lo bueno es que no me buscan, porque yo para qué las busco... Qué intenso. 

 

Queda un momento en silencio. 

 

Pasa otro Avión. 

Nene. — Lo malo de todo esto es que mi padre no me dijo cuando se me acababa el castigo. Ya van dos semanas. Y lo peor es que ni siquiera está mi mami. Mi madre. 

 

Por lo menos si tuviera mi cel. Pues ya por lo menos podría escuchar música, ver videos, entrar a ver las pendejadas que publican. Publicar mis propias pendejadas... Sacarme selfis, no, no por favor... con esta cara que debo tener... No, no quiero ni saber cómo me veo... (Se acerca a uno de los espejos que están en las paredes). Santo Niño de Atocha... Si tengo unas ojeras… Ya sé. Lo que necesito es meditar. Sacar mis demonios. Establecer mi equilibrio. Eso. Tengo que ajustar las fuerzas de mi naturaleza... Eso es. esta es la solución. 

 

Pasa un avión. 

 

Dice mi psiquiatra que lo que me hace falta es llegar a la madurez sexual... ¿Madurez sexual? Y eso qué significa. Madurez sexual mis huevos. Cómo voy a tener madurez sexual si tengo diecisiete años. Cómo voy a tener madurez sexual si tengo un papá que todavía me dice Nene, y tengo un papá que no me deja salir, y tengo un papá que corrió a mi mami de mi casa. A mi madre. 

 

Tengo que relajarme. Algún día el castigo acabará. Algún día. 

 

Lo único que puedo hacer es concentrarme, relajarme y mirar, pero sin ver... Eso es mirar, pero sin ver... Y qué es lo importante... Mirar pero sin ver, mirar, pero sin ver. 

 

Pasa un avión. 

 

Esa que miro, pero que no veo... esa que no veo, pero sí miro. Esa... es mi propia imagen... ese soy yo. Ese soy yo. Y parece que... sí, me gusta lo que veo. Todo va a salir bien, algún día, no será fácil. Saldré de aquí, podré salir y todo va a estar bien. Hay mucho qué hacer, mucho que trabajar, mucho por vivir.  Pero todo va a estar bien. Ya pronto voy a salir. Ya pronto. 

 

Todo va a salir bien. 

 

Muy, muy bien. 

 

 

 

Nene se queda con los ojos cerrados. Respira. 

 

Medita. 

 

 

 

Oscuro. 

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