jueves, marzo 05, 2015

pastorela El pleito de las calaveras Original de J.J. Fernández de Lizardi Arreglo teatral de Felipe Reyes Palacios

El pleito de las calaveras

Original de J.J. Fernández de Lizardi
Arreglo teatral de Felipe Reyes Palacios

Para Emilio Carballido
Y el Gato Calavera


Personajes

El Director: representante del grupo
Calavera 1ª.: una madre consentidora
Calavera 2ª.: un escribano tracalero
Calavera 3ª.: una casadita infiel
Calavera 4ª.: un cornudo consentido
Calavera 5ª.: un curro relamido
Calavera 6ª.: un soldado tunante
Coro de Colegialas
Coro de Colegiales


Introducción

(Aparece El Director del grupo y se dirige al público a telón corrido, o con una luz sólo para él, de manera que no se vea el fondo de la escena. Viste ropa de calle, pero lleva, colgado al cuello, una máscara figurando una calavera, y en la mano un palo que se usará como lanza o maza.)

El Director: ¡Buenas noches, damas y caballeros, muchachitas y jovencitos,
invitadas e invitados, y uno que otro colado a quien le alabo el buen gusto que tiene, pues se ha venido a meter adonde está lo bueno! Antes de comenzar la función, quería ofrecerles nuestras más sinceras disculpas porque estamos comenzando cinco minutos más tarde de lo anunciado... (Consulta su reloj.) Bueno, ya son diez minutos; con razón ya estaban impacientes. Es que venimos de dar otra función, desde Celaya. (Aquí se dirá el nombre de alguna población, barrio o institución vecina, como: Coyoacán, Tijuana o la Secundaria Diez.) Y por más que nos apuramos, nos tardamos en recoger nuestros tiliches. (Voltea de repente hacia un lugar localizado del público. Meneando la cabeza.) ¡Híjole! ¡Hasta acá escuché la pregunta que hizo ese cuate!: “¿Quién es ese mono?” Mira, mano, yo no soy ningún mono. Yo soy el director (o representante) de este grupo de teatro, o compañía de cómicos de la legua, que es lo mismo. Aunque suena muy rimbombante eso de “director”, la verdad es que también la tengo que hacer de tramoyista, de Al Capone los discos..., de pintor de escenografías, porque... (Hacia bambalinas.) ¡ah los actores, con eso de que siempre se están concentrando en su papel, no les gusta ensuciarse las manos!... Y el día de hoy me va a tocar hasta actuar un papelito, porque uno d los actores hizo berrinche ayer que lo regañé, y hoy no vino. Afortunadamente es un papel muy corto, en el que nada más tengo que decir unos versitos. Es un papel de algo así como un... un portero que había antes en las universidades, cuando alguien se graduaba de licenciado o de doctor, allá en la época del Periquillo... Este portero anunciaba las ceremonias así, miren. (Se coloca la máscara y da tres golpes en el piso con su lanza.) ¡Atención, bachilleres!... (Se quita la máscara.) Bueno, a propósito de la calavera, les iba a decir que estamos aquí porque nos invitaron a recordar, junto con ustedes, el día de Muertos. Nos explicaron que se trataba de una conmemoración a la mexicana, 8Dando caderazos a uno y otro lado mientras canta.) sin “trico, trico, jalogüin, jalogüin”, ni disfraces de brujas, ni esas ondas que no sabemos qué rayos significan, aunque de seguro algo querrán decir. Esperamos, entonces, que la conmemoración vaya acompañada de su respectiva fiestecita, y que al final de la función se nos convide un fino chocolatito con rico pan de muerto, o ya de perdida, que nos regalen una calaverita de azúcar, como recuerdo. Nosotros pedimos que la función fuera hoy, porque algunos compañeros de grupo, y posiblemente algunos de ustedes, acostumbran ir al panteón a dejar flores. O sea que hemos preferido hacer las cosas al revés de cómo dice el refrán.

Para esta ocasión, nos parece que es mejor primero la diversión y luego la devoción. De esa manera podemos dedicar el día de los Fieles Difuntos a recordar serenamente a nuestros muertos..., a darles, y a recibir de ellos, la bendición que es la memoria..., (Como recordando una lectura.) el amor y la memoria, el puente que une a los vivos y a los muertos... (Contiene la nostalgia. Transición.) Entonces, así es mejor, para que los chistes de esta obra no interrumpan nuestro pensamiento...

La obra que vamos a representar, aunque medio intencionada, es en el fondo inocente, como el día de Todos Santos, considerado el día de los muertos chiquitos..., tan inocente como el chocolatito con pan de muerto que nos van a convidar, o como la costumbre que tienen en los pueblos de repartirles a los niños la fruta que un día antes estuvo en la mesa de la ofrenda..., los niños siempre son los ganones... Y los niñitos que están aquí, algunos con bigotes, ya están impacientes por ver las calaveras de José Joaquín Fernández de Lizardi, el Pensador Mexicano. ¿Las llamamos? ¡Sale, pues! Yo conozco por lo menos dos maneras, muy seguras, para que se presenten. Fíjense en la primera. Como estas calaveras son actores, se conforman con muy poca cosa, con un aplauso. Disfrutan un aplauso como si fuera ¡néctar de los dioses, maná caído del cielo en medio del desierto! Vamos entonces a aplaudirles, pero fuerte. ¡A la una, a las dos y a las tres! (Se voltea hacia la escena, aplaudiendo. Espera un momento. En vista de que no pasa nada: ) ¡No salen!... (Volteando hacia el público.) ¡A mí se me hace que el aplauso...

(Advierte de repente la presencia de dos grupos que entraton un poco antes del aplauso, curioseando furtivamente. El de la izquierda, al lado del actor, es un grupo de tres Colegiales, y el de la derecha uno igual de Colegialas. Son unos adolescentes vivarachos y burlones; todos llevan en la mano máscaras de varilla representando calaveras; a ratos se acercan la máscara al rostro, y otras veces la dejan muy aparte. Visten uniformes escolares, pero de hace muchos años; por ejemplo, los colegiales con boina y corbata, las colegialas con trenzas y moño.)

¿Y ustedes?... ¿Quiénes son ustedes?... ¡Ah!..., son un grupo de colegialas calaveras... (Las Colegialas se ríen porque una de ellas ha dicho, a medio volumen: “Somos dos, cuenten bien”. El Director voltea hacia ellas.) ¿Qué dijeron?
La Colegiala: (Con fingida inocencia.) Decía que somos dos grupos.
Los muchachos están allá y nosotras aquí. Cada quien vino por su lado. (Más risas.)
El Director: ¿Y saben sus papás, o sus maestros, que están ustedes aquí?
Un Colegial: ¡Claro que sí! Ni modo que nos quedemos encerrados, estudiando,
mientras todos están aquí viendo la función de teatro.
El Director: En efecto, no sería justo. Bueno, ya que están aquí...
(Como buscando asientos entre el público.) Mmh..., son seis... Bueno, miren, acérquense esas sillas que están allá afuera, y siéntense aquí, a los lados. (Ellos toman las sillas de entre bambalinas y quedan sentados a la vista del público.) Espero que no vuelvan a interrumpir la función, ¡por favor! Hace un rato estaba llamando a las hermanas calaveras, cuando ustedes llegaron y echaron a perder el recurso de los aplausos.

Pero afortunadamente me sé otro, bien efectivo. Es una cancioncita que le oí a un indígena tarasco de la isla de Janitzio, en Michoacán. (Hacia bambalinas.) A ver muchachos, préstenme la guitarra. (Se la dan. En realidad, la canción se acompaña de violín.) Es una canción que nos parece monótona a nosotros, pero estos indígenas llaman así a las almas de los muertitos. Y es muy apropiada para que se aparezcan estas calaveras llenas de vicios. Van a ver. (Toca y canta hacia el fondo de la escena.)

Salguen, salguen, salguen,
ánimas en pena;
Salguen, salguen, salgue,
ánimas en pena...

(Después de rasguear la guitarra y al comenzar de nuevo la estrofa, se abre el telón o se va iluminando el área de las calaveras, al tiempo que éstas van cobrando vida. Aparece entonces otra música truculenta, que termina por dominar a la anterior, ejecutada por una banda de pueblo; esta banda tocará el resto de la música, así para el baile final, como para subrayar irónicamente, a ratos, la conducta de los personajes.
El área de las calaveras consiste en dos secciones ubicadas al fondo, a derecha e izquierda, y sobre plataformas practicables. En el bastidor de cada seccón se han recortado tres vanos como de arcada, bien divididos entre sí. Altérnese la ubicación de las calaveras en esos vanos; es decir, la Calavera 1ª. a la derecha, la 2ª. A la izquierda, etc. La decoración de los bastidores, así como la composición del movimiento de actores, han de presentar a los personajes como figuras del juego de la lotería, que en un momento dado cobran vida, y por otra parte como vecinos que se pasean muy satisfechos en “los arcos” de la plaza de su puelo. Incluso podría escribirse, arriba de cada arco, la denominación de la calavera que ahí se encuentre: la madre consentidora, etcétera.
La conducta de las calaveras de Lizardi pide, en cuanto a su vestuario, una recreación de la espléndida obra calaveresca de José Guadalupe Posada. Máscaras, guantes y mallas negras, con sus respectivos huesos y “güesitos” pintados en color fosforescente, más algunos cuantos detalles muy típicos en una vestimenta de colores mortecinos, podrían ser la solución. Déjese el colorido intenso para los decorados, y recuérdense los recursos del maestro Posada: aparte de sus calaveras desnudas, las hay que van vestidas por entero, y otras que dejan asomar los huesos de piernas o brazos. De conformidad con los materiales que nos ofrecen autor y grabador, el vestuario puede abarcar de la época de Lizardi a la de Posada, admitiendo incluso detalles anacrónicos no muy violentos. Para la caracterización del Curro, tipo muy de principios del siglo XIX, véase documentación como la señalada en nuestra nota número 6.
Hecho todo lo anterior bellamente, las calaveras comienzan a pasear por el portal. Y luego bajan al área central, que es el sitio donde dirimirán su eximia calavería. El director curiosea un rato y luego sale tranquilamente.)


El Pleito


Calavera 1ª.: Yo soy más calavera que mi padre...
Calavera 2ª.: Más lo soy yo, por vida de mi madre...
Calavera 3ª.: Eso no. ¿Qué decís? ¡Hay tal manía!
No hay mayor calavera que la mía.
Calavera 4ª.: Tú también has mentido,
que mayor calavera no ha nacido
de ningún vientre humano
que la que tengo yo...
Calavera 5ª.: La de mi hermano
(señalando a la Calavera 4ª. )
sin disputa tendría
en la calavería
in rectum el lugar más preferente,
si nunca hubiera yo sido viviente.
Calavera 6ª.: Pues mientes tú también, ¡voto a Caifás!
Calavera 5ª.: ¿Cómo es eso de “mientes”?
Calavera 6ª.: Mentirás
(Exagerando su tosquedad para oponerla a la apariencia afeminada del curro.)
mil veces si dijeres
que la arquicalavera del mundo eres,
habiendo tantas y tan exquisitas
con cuernos, con sorongos, peloncitas,
con gorros y sombreros;
que lo digan, si no, los peluqueros,
que saben bien que algunas muy peinadas
suelen hacer dos mil calaveradas.
Calavera 5ª.: Pues todo eso es friolera,
porque yo soy la protocalavera
de cuantas tiene el mundo y ha tenido.
Calavera 6ª.: Pues yo digo que mientes y has mentido.
Calavera 4ª.: Y yo también lo digo.
Calavera 3ª.: Y yo...
Calavera 5ª.: ¡Bribones!
(Blandiendo su bastón.)
Habré de resolver estas cuestiones
a palos con vosotros.
Calaveras 3ª., 4ª. Y 6ª.: Eso si nos dejáramos nosotros.
¡Muera esta calavera!... (Riñen.)

(Se agreden con lo que pueden: sombreros, la mantilla o el chal, etcétera.)

Calavera 5ª.: Tanta canalla de esqueleto muera.
Calavera 1ª.: (A la 2ª. ) Metamos paz entre éstos, ¿te parece?
Calavera 2ª.: Muy bien hecho será.
Calavera 1ª.: Pues cese, cese
esta riña insolente.
Vamos, señores, ¿qué dirá la gente
(Señalando al público.)
al ver tan empeñada
la ira de tanta calavera honrada?
Calavera 2ª.: Valgan nuestros respetos
para movernos, nobles esqueletos,
a que haciendo lugar a la prudencia
a cuestión se reduzca la pendencia,
que sólo un necio o un tirano fiero
disputa su razón con el acero.
Y así, ¡vamos, ya está...!
Calavera 5ª.: Todo ha cesado
por mi parte, después que lo han rogado
con razones tan justas y bisoñas
vuestras nobles ilustres carantoñas.
Calavera 2ª.: Yo lo agradezco.
Calavera 1ª.: Y yo.
Calavera 5ª.: Mas es preciso
que, supuesto que se hizo
condicional la paz a vuestro ruego,
la condición se cumpla luego luego.
Calaveras 3ª. Y 4ª.: ¿Cuál es la condición?
Calavera 2ª.: Que se discuta
en juiciosa disputa
por una y otra parte,
con talento y con arte,
con juiciosas razones,
sin bulla, gritos, pleitos ni pasiones,
so cargo de conciencia,
quién merece el lugar de preferencia
entre las calaveras aquí estantes,
que réplicas serán y sustentantes;
y después que concluya el argumento,
con escrúpulos y tiento
se tomarán los votos
y se dará el lugar sin alborotos
a la que le tocare por derecho.
Después que todo esté hecho
mandará lo que quiera
¡la nuestra soberana Calavera!,
a quien desde ahora la obediencia damos.
¡Qué decís? ¿Lo juramos?
Todas: ¡Lo juramos!
Calavera 2ª.: Ya no hay lugar a queja ni rencilla.
Calavera 1ª.: Pues cada cual tomemos nuestra silla
y con música empiece nuestro examen.
Calavera 3ª.: Perdona, hermana,
mira que es ve-ja-men,
pues la disputa sólo se provoca,
no en razón de virtud.
Calavera 1ª.: Bien dices. (Hacia bambalinas.) Toca.

(Fanfarria. Todas las calaveras se dirigen a sus lugares, donde se disponen de una silla.)

El Director: (Entra con su lanza y la máscara puesta. Da tres golpes al piso.)
¡Atención!... (Titubea.) ¡Atención que... (Se quita la máscara.)
Les suplico que me disculpen, pero se me olvidaron los versitos...
Perdón. Aquí los traigo. (Saca un papel del bolsillo y lee,
entonando correctamente.)
¡Atención, que disputan
las calaveras
quién por mala merece
la preferencia!

¡Atención presten
las hermanas mironas (Por el público.)
que nos atienden! (Sale.)

(La calavera 1ª. Es una señorona melindrosa, ataviada con joyas muy vistosas. Quizá lleva un sombrero como el de la Cucaracha, calavera muy famosa de Posada.)

Calavera 1ª.: (En pie.) Yo, que vine la primera,
para no perder el tiempo
con discursos que molestan,
con arengas que no entiendo,
noble auditorio, diré
Lo que me esté más a cuento
para lograr del certamen
el voto que me deseo.
El mundo me llama madre
de familias, porque tengo
dos hijas diz que doncellas
y un mancebito soltero.
De éste nada esperen, diga,
porque con él no me meto.
Jamás le voy a la mano,
Cosa alguna le reprendo;
(Minimizando la importancia de todo
lo que a continuación enumera.)
o bien no venga a comer,
o se desvele en el juego,
o le empeñe a sus hermanas
tal vez algún aderezo
para obsequiar la mocita
a quien sirve de cortejo;
o bien venga del café
o de los billares ebrio,
o que jamás oiga misa,
o que nunca vaya al templo,
o que disipe lo poco
que ha heredado de su abuelo,
sin dedicarse jamás
a oficio, estudio, ni empleo,
sin hacer caso de mí,
ni yo de él ningún aprecio,
porque al fin es joven rico
(Alzando los hombros.)
y es fuerza dé tiempo al tiempo.
(Ahora con entusiasmo.)
De mis hijitas diré
que son como yo las quiero,
y que saben con primor
el arte que las enseño.
Son curras de las del día
y visten con tal graejo,
que nadie puede dudar
que son hermosos sus pechos.
Las malas lenguas me dicen
que son necias en extremo
y (que) no saben hablas más...
que de modas y cortejos.
Diz que vírgenes no son,
¡ni mártires!... No lo creo,
pues arto las martirizan
los sastres y peluqueros.
Cuando bailan, lucir saben
de la pierna lo bien hecho.
Son más hábiles que yo
pues embaucan, a un tiempo,
con la finura mayor,
a diez o doce mozuelos.
Yo en la vida las evito
las tertulias, ni paseos,
ni los bailes, ni visitas,
ni el lujo ni el galanteo.
Por todo lo cual parece (Con énfasis.)
que el premio yo lo merezco,
pues no solamente soy
calavera, sino quiero
que mi familia lo sea,
pues con mi consentimiento
haré que mi descendencia
sea raza de calvatruenos.
Colegial 1º.: (En alabanza irónica.)
Bien merece sin duda
la preferencia
entre cabezas malas,
madre tan buena.
Colegial 2º.: ¡Désele el premio
y el grado de maestra
de calaveras!
Colegiala 1ª.: ¡No se le dé, no, el premio!,
hasta que todos (Señalando a las calaveras.)
sus méritos no aleguen
y oigan los votos, (Ahora señala al público:
votantes.)
porque es preciso
el que alegue cada uno
todos sus vicios.

(La calavera 2ª. Va bien vestida y habla con cínica solemnidad. En la mano izquierda lleva una balanza pequeña, y en la derecha una pluma real, al estilo antiguo. Al público.)

Calavera 2ª.: Con ese seguro, yo
voy a decir mis servicios,
por si merecenn, señores,
lugar en vuestros oídos.
Soy un escribano, pues,
que el vulgo llama maldito,
porque jamás he usado
con conciencia de mi oficio.
Siempre procuro adular
ya a este juez, ya aquel ministro,
y según su inclinación
son los sentimientos míos;
de manera que aunque el reo
esté de culpa más limpio
que lo está de caridad
el mismo juez vengativo,
como yo a éste le conozca
su depravado designio,
enredaré el infelice
¡tan cierto como hay pepinos!
Y si fuere un poco tonto...
haré diga lo que no hizo.
Diré que en mi mano está...
(Con pluma hace que la balanza
se cargue hacia uno y otro lado.)
su libertad o castigo.
Por fin, lo seduciré
hasta probarle delito,
aunque vaya a dar a Ceuta
o lo conduzca al suplicio;
el caso es que se haga el gusto
del juez que sea mi padrino.
Para esto no lo valdrán
diligencias al más vivo,
pues en mundano las fojas
que digan lo qu él no dijo,
como no las rubricó,
diré que lo escrito, escrito.
Esto es cuando tenga parte
el juez en su maleficio;
que si no, yo haré muy bien
pasar por santo el delito.
si hay monedas... o si tiene,
como ya me ha sucedido,
mujer o hermana bionita,
con que pague el poblecito
las cosas de su prisión,
no le parará perjuicio.

(Se lleva a la espalda la mano de la balanza, ocultándola; guarda la pluma en el bolsillo superior del saco, y hace aspavientos con la mano mientras habla, como si litigara. Se dirige ahora a las demás calaveras.)

Calavera 2ª.: En esto de testamentos,
escrituras, codicilos,
hijuelas, obligaciones
o instrumentos más prolijos,
son célebres mis marañas
y mis artes peregrinos;
pues mi alma en bnada la aprecio
ni en nada la ley estimo,
de suerte que, como importe
a mi bolsa o mi apetito,
al que quiero dañar, daño,
y al que quiero servir, sirvo.
(De nuevo al público.)
Baste ya, por si merezco
el grado yo con lo dicho.
(Caravana.)
Colegial 3º.: ¡Désele el premio, digo!
Colegiala 2ª.: Yo digo que no,
pues no se ha oído a todos
como se ofreció.
Ambos coros: (De pie.) Sigan diciendo
y en el turno que deban
vamos oyendo.

(La Calavera 3ª. Avanza hacia el centro, contoneándose; aunque calavera, son apreciables sus encantos femeninos. Huesos, sólo la cabeza y manos. Quizá lleva un abanico, con el que coquetea.)

Calavera 3ª.: Pues, por cumplir, yo diré
que soy una casadita
con un hombre que me da
casa, vestifo, comida,
gusto, placer, diversión
y, finalmente, una vida
que en la casa de mis padres
acaso no la tendría;
y con todo eso, yo sé
pegársela cada día
con éste, aquél, con el otro;
(Risas de cinismo y coquetería.)
de manera que en la villa
no tienen más que pedir
porque yo no soy mezquina.
(Más risas, Pausa. A las demás calaveras.)
Ustedes mismos dirán
si habrá en la calavería
quién me dispute el lugar
para la soberanía.

(Regresa a su lugar. Escribano, Curro y Soldado tratan de llamar la atención con movimientos leves.)

Coro de Colegialas: (Al público, con sincera admiración.)
¡A ésta désele el premio!...
pues se lo merece.
Colegiala 1ª.: (Avanza hasta el centro de la escena, para apaciguar
debidamente los ánimos masculinos.)
oigamos a los otros,
por si prefieren.
Colegiala 3ª.: (Muy indignada.) ¡Qué en esta vida anda el vicio en disputa
de primacía!

(Un tanto inadvertidamente, la Calavera 4ª. Ha llegado al centro. Lleva en la mano un puro, que ha encendido antes.)

Calavera 4ª.: Hablando como se debe,
yo soy un pobre marido,
bueno por pobre, y por pobre:
jovial, prudente, sufrido;
de modo que, sin saber,
tengo mil amigos ricos
que obsequian a mi mujer,
que es como el diamante, lindo;
y aunque es verdad que no sé
trabajar ningún oficio,
nio tengo renta ni herencia,
comercio, empleo, ni destino,
está mi mujer decente,
(Se refiere al vestido.)
y yo como, bebo y visto.
(Fuma, largamente.)
y aunque tiene mi mujer
seis o siete muchachitos,
(Tirando calmadamente la ceniza en el suelo.)
yo no me atrevo a jurar
si alguno de ellos es mi hijo...
Coro de Colegialas: (De pie.)
¡A éste désele el premio, sin que lo pida!

(De inmediato, los tres hacen con la mano la figura de los cuernos y se la colocan en su propia cabeza, al tiempo que mugen. Luego, dos de ellos miman una corrida de toros, con música de pasodoble, mientras el tercero permanece mugiendo rabiosamente. La Calavera 4ª. Los mira con indiferencia, fumando. Entra el Director alarmado por el escándalo, con su lanza y sin máscara, y da tres fuertes golpes en el piso.)

El Director: ¡Oigamos la restante calavería!
Colegiala 1ª.: Pues pueden darse...
Colegiala 2ª.: Calaveras mayores...
Colegiala 3ª.: En otras clases...

(Mientras la Calavera 4ª. Regresa a su sitio y sale el Director, va bajando el Curro lentamente, haciendo molinetes con su bastón. Subráyese la pretendida elegancia, no se le haga afeminado; la voz es masculina.)

Calavera 5ª.: Yo soy, señores, un tuno
de estos que curros se llaman,
que me mantengo del juego,
del monopolio o la trampa,
y soy un bruto enjalmable,
aunque con brillante enjalma.
(Celebra a carcajadas lo que ha dicho. Encara al coro de colegialas.)
Ni yo entiendo filosofas,
ni policas, ni gramacas,
pero critico al Estado
(Volteando, zalamero, hacia las colegialas.)
cuando me hallo con las damas,
(Les dedica una inclinación de cabeza.)
y digo que de insurgentes
se acabaría la raza
con que el gobierno dijera
solamente mata, mata,
pues como ni he visto mundo,
ni sé yo lo que es campaña,
ni he leído historias sino
los Doce pares de Francia,
me parece que en matando
(Aspavientos enfáticos.)
a ros y a bellós, se acaba
este mal que nos apura
y se nos viene a las ancas.

(Se queda muy orondo.)

Coro de Colegiales: ¡A éste désele el premio
por majadero,
pues mayor calavera
no la tenemos!
Coro de Colegialas: ¡No, no se le dé,
pues premiar a los brutos
jamás es bien!

(El Soldado suelta una carcajada desde su sitio, y baja al centro. Burlándose del Curro repite: “pues premiar a los brutos, jamás es bien”; nueva carcajada. Al cruzarse con él, el Soldado lo azuza, silbándole galantemente, dándose besos tronados en la palma de su mano, hasta que el Curro le amenaza con su bastón; en ese momento el Soldado, apartándose rápidamente, se lleva la mano al lugar del sable, pero no trae. El Soldado, lleva una casaca puesta al revés, con el forro de fuera. Habla en tono quejumbroso; al público.)

Calavera 6ª.: Yo soy un soldado, en fin,
que me cogieron de leva,
y si he servido, he servido,
sábelo Dios, a la fuerza.
Dos veces me he desertado.

(Solicita la complicidad del público con un “shh”, atisbando con precaución hacia ambos lados del foro.)

Calavera 6ª.: Y con ésta va tercera,
y ya de esta deserción
¡voto a Cristo, que me pesa!,
(Insiste, con mímica, en la
ausencia del sable.)
porque el paisaje, amigos,
la licencia no franquea
de robar y de matar
¡como yo tal vez quisiera!;
(Mientras se va quitando la casaca,
y el tono fanfarrón.)
y por sólo este interés
asentaré plaza a fuerza,
pues a mí la religión,
la patria, el rey ni la reina,
ni otro honor ni faramalla,
en la vida me sujeta
a salir a la campaña,
ni hacer cuarto en centinela,
sino el amor de la plata,
la libertad... ¡y las hembras!
(Después de darle la vuelta, se viste la casaca con decisión.)
Ustedes dirán si puedo
ser el mayor calavera.

(Da una media vuelta militar y regresa a su sitio marchando.)

Colegial 1º.: ¡A éste désele el premio,
no faltan otros!
El Director: (Entra con un manojo de papeles en la mano.)
Aguárdense, que falta tomar los votos. (Señalando al público.)
Colegiala 1ª.: ¡Tómense presto!
Colegiala 2ª.: Y acábese la fiesta...
Colegiala 3ª.: ¡Con un festejo!

(Ambos Coros reciben de manos del Director el manojo de papeles, supuestas papeletas de votación que en realidad traen impresos versitos satíricos, calaveras literarias que, si son redactadas por los bardos del lugar, se pueden referir a personajes y asuntos de interés local. Los colegiales y colegialas bajan del foro y reparten las “calaveras” entre el público por un tiempo no muy largo, cuidando de quedarse con algunas para fingir la votación; durante ese tiempo la banda toca una truculenta música de suspenso. De regreso al foro, los Colegiales y Colegialas se congregan alrededor del Director, ocultándolo, en conciliábulo. Al cabo de él, ambos Coros vuelven a sus sitios, cada Colegial hace que cuenta los votos con que se ha quedado, y el Director ordena una fanfarria. Luego grita como en el juego de la lotería: )

El Director: ¡La madre consentidora!
Colegial 1º.: (Agitando en la mano los papeles.)
¡Cinco votos!
El Director: ¡El escribano tracalero!
Colegiala 1ª.: ¡Cinco!
El Director: ¡La casadita infiel!
Colegial 2º .: ¡Cinco!
El Director: ¡El cornudo consentido!
Colegiala 2ª.: ¡Cinco!
El Director: ¡El curro relamido!
Colegial 3º.: ¡Cinco!
El Director: ¡El soldado tunante!
Colegiala 3ª.: ¡Cinco votos! ¡Cinco!
Calavera 1ª.: (Bajan hacia el centro.)
Cinco votos ha tenido
cada uno a buen componer
y no se puede saber
quién más calavera ha sido.
Y así dése por partido,
para que ahorremos quimeras,
el bailar unas boleras
por lo que me toca a mí,
pues el voto falta aquí
(Señalando al público a todo lo ancho.)
de infinitas calaveras.

(A señas pide la música. Número bailable. La Madre consentidora saca a bailar al Escribano, y el Curro a la Casadita, con la consecuente molestia del Soldado. La música se hace lenta y se va desvaneciendo; las calaveras vuelven a su área, en cuyos “arcos” o portal pasean lentamente mientras hablan Colegialas y Colegiales.)

Colegial 1º.: Hay en el mundo muchas calaveritas
y andan en el portal
en estos días.
Colegial 2º.: No lo dijera,
por vida de mi madre,
si no se vieran.
Colegial 3º.: Se advierten calaveras
que han desertado
de las mesas de dulce
y andan paseando.
El Director: (Amonestativo.) ¡Qué buena venta
las dulceras tendrían
si las cogieran!
Colegiala 1ª.: Hay calaveras hembras,
hay cráneos machos.
Colegiala 2ª.: Soldados calaveras,
otras paisanos.
Colegiala 3ª.: (Otra vez muy indignada.)
que en esta vida
todo juzgo se vuelve
¡calavería!
Colegial 1º.: Diré por despedida...
Colegial 2º.: Si lo permiten...
Colegial 3º.: Ya que son calaveras...
Colegial 1º.: ¡No lo publiquen!
Coro de Colegiales: Pues no es preciso
hacer, aunque sean malos,
gala del vicio.
Coro de Colegialas y Director:
Pues no es preciso
hacer, aunque sean malos,
gala del vicio. (Telón.)

LO FRÍO Y LO CALIENTE De Pacho O’Donnell

LO  FRÍO Y LO CALIENTE
De Pacho O’Donnell

PRIMER ACTO

Escenografía: un living de época actual. Clase media decadente. Sobre un sillón un muñeco. Dentro de un vaso sobre una repisa dos agujas de tejer. Ingresa Norma, una cincuentona con bolsa de compras en la mano.
NORMA: Qué barbaridad (sale por la puerta que da a la cocina y vuelve sin la bolsa), una cola para el pan, como media hora de cola y encima después te atienden con cara de perro, la gente está cada vez mas guaranga (al muñeco sin mirarlo), antes no era así ¿no es cierto Rolando?, no, antes no era así, antes la gente era más amable (mientras habla limpia o acomoda ansiosamente el living), ¿te acordás de doña Rita?, doña Rita, la del almacén, la del almacén que estaba aquí en la esquina, donde ahora hicieron ese edificio de departamentos que parece un postre de sambayón, ¡a quien se le ocurre pintar un edificio de amarillo!, ¿no te acordás?, doña Rita, aquella gordita con cara de nutria, los dientes para afuera, la gordita pobrecita que se vino a morir de gripe, ¡que muerte tan estúpida!, seguro que el tano bruto del marido la hizo trabajar aunque estuviera enferma, porque ustedes los hombres… qué muerte mas estúpida, de lo mas simpática era… (se queda pensando) ¿Cómo se morirá una persona de gripe?, estornudará tanto que se ira agotando hasta espichar… o tendrá tanto, tanto liquido en la nariz que no podrá respirar y páfate se ahoga (desaparece por la puerta de la cocina. Se escuchan ruidos de vajilla y armarios) ¿a que no sabés lo que me costó la docena de huevos? (se asoma esperando una respuesta), ¡4000 pesos!, ¿oíste?, ¡cuatro mil! (desaparece otra vez, se escucha la voz en off), y después el gobierno dice que las cosas no aumentan, se creen que la geste es estúpida,  yo no sé donde vamos a ir a parar,  no sé. Una mujer de la cola me dijo que las cosas van a seguir subiendo, parece que el vecino es gerente, ejecutivo, algo así y lo sabía de buena fuente, ¡cuatro mil pesos una docena de huevos!, ni que fueran de oro… (se escucha una risa y vuelve a asomarse, tentada), se me ocurrió un chiste pero no te lo cuento porque sos un zonzo que no te gustan las guarangadas. Después se lo voy a contar a la Nelly, a ella le gustan (desaparece otra vez y sigue riéndose algunos segundos. Llama) ¡Aurora!, ¡Aurora! (reingresa en el living), ¿no la viste a Aurora? ¡Aurora!... qué barbaridad, nunca la encuentro a esta mujer, cada vez que la necesito no está, ¡Aurora!, el servicio doméstico es igual a todo, cada vez peor, por más que una les de todo lo que puede nunca hay que esperar nada a cambio. La casa es grande y no doy abasto con todo lo que hay que hacer y vos no solo no ayudás nada sino que además sos muy desordenado, hay hombres que ayudan en la casa a la par de la mujer. Si, ya sé, no digas nada, ya sé que vas a protestar porque la Nelly no me ayuda, pero ya bastante hace la chica con salir a trabajar porque tu jubilación, mi querido Rolando, no nos alcanza para vivir (alza un paño que cubre dos o tres valijas en un rincón y en un primer momento las patea con rabia pero luego las reordena), cuatro mil pesos la docena de huevos, imaginate, y decí que soy ahorrativa porque si fuera una de esas que no se fijan donde compran no llegaríamos a la mitad del mes porque la docena de huevos cuesta cuatro mil pesos en el mercado, pero si yo fuera una de esas vagas que con tal de no caminar compran en cualquier lado, otra que cuatro mil pesos, cinco o seis mil pesos tendríamos que pagar, no se donde iríamos a parar así, porque la verdad Rolando que tu jubilación no es ninguna maravilla, sí, es la verdad y no me mires así como si estuviera hablando pavadas, ninguna maravilla,  si me hubieras echo caso cuanto te dije y hubieras puesto la rotiseria (Norma continúa su ajetreo inútil y redundante, deteniéndose por ejemplo largos minutos en limpiar una pequeña fracción de mueble, una acción más compulsiva que justificada), te lo dije, ¿no es cierto?, mil veces te lo dije, un millón, me cansé de decírtelo y no me pongas cara de fastidio pero a vos siempre te faltaron las ganas de progresar, preferiste quedarte en esa oficina miserable, ese cuchitril que ni ventana tenia, ¿tenía ventana o no tenia?, no, no tenia, y si la tenía era como si no la tuviera, aunque pongas esa cara, pero vos no quisiste cambiar, te faltó lo que ya sabemos, eso te faltó y ahora estamos pagando el pato, si no fuera porque Nelly, pobrecita, trabaja, no sé que sería de nosotras, y por suerte que gana bien la Nelly, la hija de la vecina de abajo hace más de un año que busca trabajo y no lo consigue, suerte que la Nelly  nos salió bien, a veces protesta pero nos ayuda, ¿dónde estará Aurora?, ¿será posible? (desaparece por la puerta, reaparece y vuelve a desaparecer por otra, reaparece) No está, nunca está, yo no sé donde se mete esta chinita de porquería, al final soy yo la que tiene que hacer la limpieza, como si fuera tan lindo hacer la limpieza, una trabaja y trabaja para que nadie se lo reconozca, ¿o acaso vos me lo reconocés, eh?, nunca, el trabajo de la mujer en la casa es el peor que hay, mucho más sufrido que el de ustedes, pero es claro, el de nosotras las mujeres que lo reconozca magoya (va indignándose) y después de noche se hacen los melosos para que una los satisfaga, y encima se enojan si una está cansada, como si no fuera cansador barrer, limpiar, cocinar, lavarle la ropa al príncipe que nunca es capaz de agradecer, claro, porque vos abrís el placard y encontrás  las camisas planchaditas, ordenaditas, pero ¿quién las lavó, las enjuagó, las planchó, les puso apresto?, ¿eh?, ¿quién?, ¿Aurora?, por favor, si ésa es una princesa, vos sos el príncipe y ella la princesa y una la estúpida que se desloma para que todo esté en orden sin que nadie se lo reconozca (solloza), no, no te acerqués, no te hagás el buenito, lo que pasa es que fui una estúpida, no debí  haberme sacrificado así, una estúpida fui, nunca aprendí a ser egoísta, nunca, a los egoístas les va mucho mejor, yo debería haber estudiado para médica como quería, hubiera sido una médica buenísima, mucho mejor que esos sinvergüenzas que por darte una pastilla te cobran un ojo de la cara o uno de esos de la mutual que con tal de atenderte rápido ni te preguntan como te llamás (se dirige a la repisa y por unos segundos toma las agujas de tejer). Preguntale a la Nelly si no sirvo para médica, preguntale si no la ayudo cuando lo necesita. A propósito, ¿qué hora es?,  deben ser las ocho ya, la Nelly está por llegar, ¿cómo le habrá ido hoy?, pobrecita, siempre llegando tan tarde y cansada, le voy a preparar un té (sale por la puerta de la cocina, luego se asoma preocupada). Por favor Rolando, hoy no la hagas rabiar a la Nelly, es muy sensible y vos sos medio bruto, no la sabés tratar, sí, aunque protestés,  no la sabés tratar. A lo mejor lo del Felipe ése es nada más que un capricho (regresa a la cocina), que feo nombre, Felipe, es un nombre de tipo de mala traza, de avivado, los gangsters se llaman Felipe, una vez conocí a un Felipe que era estafador, había estafado en la fábrica donde trabajaba (duda), no, no lo conocí, me lo contaron, ¿o lo conocí?, no me acuerdo, bah, pero se llamaba Felipe (reaparece), ¿será un gangster el Felipe de la Nelly?, yo sé que a vos no te gusta y a lo mejor tenes razón, yo nunca me doy cuenta cuando una persona es mala, soy una ingenua, yo creo en todos, hasta en vos creí, mirá lo estúpida que soy, siempre pienso que la gente es buena, así me va, como la viva de Aurora, cuando la tomé creía que era una chinita buena, que me iba a ayudar en casa y, ¿qué resultó?, una irresponsable que no está nunca, ni a cobrar el sueldo viene, un desastre el servicio doméstico, callate, te conozco, vas a decir que no las sé tratar, que no sé manejar a las sirvientas, como si ustedes los hombres lo hicieran todo bien (enojada),  mirá Rolando, una sola cosa te digo: ojalá a la Nelly no le toque un marido como vos, ¡que dios la libre!, que no se deje engañar como yo, una estúpida fui, te creí todo lo que me dijiste cuando estábamos de novios, no me di cuenta que esperabas que el cura hiciera así (traza una señal de la cruz en el aire) para salir corriendo y desahogarte conmigo,  sí, ¡ y no me digas que no!,  nunca más me llevaste a bailar (nostálgica), ¿te acordás qué lindo era cuando estábamos de novios?, íbamos al club… ¿cómo se llamaba el club?, ese que estaba en plaza Italia, no, en plaza Italia no, en Once, acordate Rolando…no, el Aragonés no era (toma un escobillón y baila), bailábamos, ¿te acordás Rolando que bailábamos? (canta), bailábamos valses y boleros (empieza a reírse inconteniblemente), y te acordás, ¡ay que gracioso Rolando! (no puede hablar por la risa), ay qué risa, pará, no me hagas reír mas que no puedo hablar, ay, Rolando, ¡por favor!, te acordás aquella vez que me sacaste a bailar tango y yo te había advertido, ay que me duele la barriga, basta Rolando, que no sabia bailar tango, estaba tu primo, ese de los bigotes y me caí (llora, jadea, se atraganta de risa) y me caí en medio de la pista y me preguntaste “ ¿que hacés ahí” y el cantor no podía cantar de la risa, ay Rolando, basta (la risa va calmándose y reinicia un baile coqueto y seductor con el escobillón, como si fuera excitándose sexualmente), cuando querés sos divertido (timbre) ¡La Nelly!, por favor, Rolando, te pido que tratemos de pasar una noche tranquila, no la hagas rabiar, te digo que lo de Felipe es un capricho pasajero… ( abre. Entra Nelly, la hija, una mujer de treinta y pico años, vestida y pintada llamativamente denotando inequívocamente el oficio de prostituta. Está encinta. Norma la tratará como si fuera una niña. La actitud de Nelly será en un principio la correspondiente a una prostituta, pero luego entrará en el vínculo que le propone la madre y  adoptará los gestos, los movimientos y la entonación de una niña angelical e inocente) Hola, mi chiquita, ¿cómo estás? (la besa y acaricia) ¿estás cansada?, vení, dejá las cosas aquí y sentate a descansar (Nelly se desparrama sobre una silla), te preparé un té, ahora te lo traigo (desaparece y vuelve corriendo con la taza), ¿no te parece indignante que Aurora ni siquiera sirva para hacer una taza de té?
NELLY (todavía adulta):  Vieja, hace tres años que no está Aurora…
NORMA: Era lo que le estaba diciendo a tu padre recién, el servicio doméstico está cada vez peor, no puedo contar con esa chinita de porquería para nada (melosa), no es que me moleste hacer una taza de café para mi chiquita que llega cansada, al contrario, preguntale a tu padre, la tengo preparada hace un rato, ¿no es cierto Rolando? (Norma inicia un ritual que consiste en ir despojando a su hija de los atributos externos que configuran el rol de prostituta que ejerce en el “afuera”,  le quita la peluca, le limpia el maquillaje, le quita el corpiño, etc. , y los va remplazando por el disfraz de niña formal y recatada, rol que le corresponde “adentro”. Nelly acompañará dicha metamorfosis exterior con un simétrico cambio de conducta)¿Cómo te fue hoy?
NELLY: Bastante bien.
NORMA: ¿Cuántos?
NELLY: Dieciocho.
NORMA (orgullosa):  ¿Escuchaste, Rolando?, ¡dieciocho!, estarás agotada… (Nelly asiente), contame algo más, vos sabés que mamita se pasa encerrada en la casa como una fregona ocupándose de ese ingrato que es incapaz de agradecer lo que una hace por él,  mirá la cara que pone, porque a los hombres les parece lo más natural que nosotras nos desvivamos por ellos…
NELLY(ya es una niña timorata): Por favor, no empiecen a pelearse otra vez
NORMA:  Es que tu padre me saca de quicio, perdoname chiquita, son muchos años de aguantar sus desplantes y una es buena, pero la bondad tiene un límite…(cariñosa, a Nelly) bueno, contame algo que haya pasado en el trabajo hoy, pero esperá que te voy a traer unas galletitas, ¿querés?, sí, te voy a traer unas galletitas, te compré las que a vos te gustan, no cuentes nada hasta que yo no vuelva (desaparece y reaparece corriendo como si no pudiera dejar solos a Nelly y Rolando), acá tenés las galletitas, siempre me acuerdo de tus galletitas…bueno, contame.
NELLY: Estuve con un marinero sueco que habló todo el tiempo y no le entendía ni jota.
NORMA (admirativa) Escuchaste, Rolando, con un sueco…¿Cómo era, rubio, alto?
NELLY: No, era gordo y petiso, morocho…
NORMA (desilusionada): Era italiano.
NELLY: No, era sueco, mamá.
NORMA (terminante): No, era italiano, no me contradigas
NELLY: Uno de los últimos fue un medico, el dijo que era medico, a lo mejor era apenas un enfermero o un estudiante de medicina, cuando vio la mancha de aquí (se señala la ingle) se enojó mucho y me dijo que yo era un peligro que iba a infectar a todos, que deberían ponerme presa y se fue dando un portazo, un portazo tan fuerte que las demás chicas se asomaron para ver qué pasaba.
NORMA: ¡Qué antipático! Un grosero
NELLY (preocupada): ¿Es cierto que puedo infectar?
NORMA (reconviniéndola con muecas, muda, cabeceando hacia Rolando, en un susurro): Sabés que a tu padre no le gustan esos temas (toma la cabeza de Nelly entre sus manos como una nenita y habla en voz alta), pobrecita mi chiquita que le duele la orejita, sana sana orejita de rana, si no sana hoy sanará mañana, mamita le va a poner unas gotitas, ya sabe que mamita le cura todas las nanitas (las dos miran hacia las agujas de tejer), bueno, ¿qué vamos a hacer ahora?
NELLY (automáticamente, sin emoción, como tratándose de una rutina): Jugar.
NORMA (exultante): ¡Eso, jugar!
NELLY (va entusiasmándose): A jugar, sí, vamos a jugar.
NORMA (despeja el espacio, arrima las sillas contra las paredes) ¡Aurora, venga a llevarse la taza de té! ¡Aurora! ¡es posible, esta chinita de miércoles! Es increíble, una les da un poco de soga y ya se creen las reinas del mundo (lleva la taza a la cocina), y si a vos te molesta que juguemos, Rolando, te la aguantás.
NELLY (al muñeco, con afecto) Mamá y yo vamos a jugar, papá, pero no te vamos a molestar.
NORMA (indignada) Pero…¡lo único que faltaba!, que a su alteza le moleste que su hija juegue y se divierta, para que sepas ella estuvo trabajando toda la noche, todo el día, digo, siempre me confundo, dieciocho fueron, escuchaste bien, ¡dieciocho!, mientras vos te pasabas todo el día refunfuñando ahí sentado, sin reconocer nada de lo que tu esposa ni tu hija hacen para llevar adelante este hogar, sí, ¡y no hagás esos gestos porque no te lo voy a permitir!.
NELLY: Está bien, mamita, no te enojés, disculpalo.
NORMA: ¡Pero como no me voy a enojar con este desalmado, un egoísta, un egoísta que no quiere que tengas un momento de esparcimiento después de haberte deslomado por culpa de  que su jubilación no alcanza ni para suicidarse como la gente!
NELLY: Bueno, mamita, calmate.
NORMA: ¿Sabés cuánto costó una docena de huevos hoy, sabes?
NELLY: ¿Cuánto?
NORMA: ¡Seis mil pesos!
NELLY:¿Seis mil pesos?
NORMA: Seis mil. Y decí que camino las dos cuadras hasta la feria, que no soy vaga (provocando a Rolando), que me preocupo por mi hogar, que si no, no se cuanto pagaríamos la docena de huevos. Ah, y vos tesorito haceme acordar que después te cuento un chiste verde buenísimo que se me ocurrió.
NELLY: ¡Ahora, contámelo ahora!
NORMA: No, ahora no, porque el que te dije después me lo echa en cara, que te voy a echar a perder, las pavadas de siempre.
NELLY: ¿Vamos a jugar?
NORMA: ¿A jugar? Bueno, estoy agotada de trabajar en la casa, pero si vos me lo pedís lo hago con gusto, tesorito, mi queridísima.
NELLY: Juguemos a “la araña y la mariposa”.
NORMA (firme): No, vamos a jugar a “la princesa y el dragón”.
(Las dos mujeres excitadas corren hacia un armario del que toman elementos para disfrazarse grotescamente. Debe ser evidente que se trata de un juego codificado, jugado cientos de veces. Norma se disfraza de “caballero andante” y Nelly de “princesa”)
NORMA (ata el extremo de una cadena al tobillo de Nelly y el otro a la pata del sillón de Rolando): Vos haces de dragón, Rolando. Empecemos.
 NELLY (finge sollozar):  Ay, que triste que estoy, acá presa en el castillo, presa por este pérfido dragón que me ha raptado, ay qué infeliz que soy…
NORMA (montando un imaginario caballo caracoleante) ¿De quién es esa voz que parece un coro de Ángeles?,  ¿quién llora con lágrimas que parecen perlas cultivadas? Ahora vos, Nelly.
NELLY: ¡Ay, quien será el valiente caballero que me saque de aquí, quien será el valiente caballero que…(vacila) que…
NORMA (fastidiada) Que ose, Nelly…que ose…nunca te acordás de esa palabra.
NELLY: …que ose combatir con ese pérfido dragón!
NORMA: ¡Yo soy ese valiente, mi bella dama, yo arriesgaré mi vida para liberaros de esa inmunda alimaña!
NELLY: ¡Oh, mi hermoso paladín!, paladín era, ¿no, mami?, mi hermoso paladín, ¡si derrotas al dragón te haré mi esposo y serás el rey de la comarca!
NORMA: ¡Allá voy, asqueroso reptil! (“combate” contra Rolando revoleando su sable, finalmente lo golpea y el muñeco cae) ¡Lo maté, lo maté! (jadea satisfecha), y ahora mi bella princesa ¡eres libre! (Nelly se desembaraza de la cadena y  “montar” el caballo detrás de  Norma). ¡Vamos ahora, sol de mi vida, galopando hacia la felicidad! (Madre e hija ríen contentas desembarazándose de sus disfraces) Salió lindo, ¿no es cierto? (acariciando a Nelly),  mi chiquita lo hizo bien, muy bien mi tesorito, lástima que nunca te acuerdes de “ose”, es una palabra del castellano antiguo, no pude estudiar mucho, pero burra no soy, te imaginás si hubiese estudiado, pero esas son cosas de hombres, las mujeres solo servimos para barrer, cocinar… ¡Ah, si me dejaran ser presidenta por un día, un día nada más, solamente un día!, ¡cómo cambiaría todo!, en fin, para qué hacerse mala sangre,  la verdad es que tu padre tampoco estuvo del todo mal (mira a Rolando con recelo), a veces me da miedo que sea tan bruto, me da miedo que te golpee, un día se va a creer que es un dragón en serio y nos va a comer a las dos
NELLY (trata de que sus padres no disputen) ¿Y ahora a qué jugamos?
NORMA: A lo que vos quieras, tesorito.
NELLY: A “la araña y la mariposa”
NORMA (terminante) No, vamos a jugar al “nazi sanguinario” (Norma y Nelly, eufóricas, se disfrazan de “soldados norteamericanos”. A Rolando) Vos sos el nazi, como siempre.
NELLY: ¿Empiezo?
NORMA: Si, amorcito, sos un tesoro.
(Se echan al suelo y avanzan cuerpo a tierra parapetándose detrás de los muebles. Disparan sus armas y arrojan granadas imaginarias)
NELLY: O.K. John, ya sabes las órdenes que tenemos.
NORMA: Yes, Richard, debemos atacar la fortaleza enemiga para apoderarnos del plano secreto, solo así podrá salvarse nuestra patria.
NELLY: ¡Cuidado John!...allá esta el enemigo.
NORMA: ¡Tienes razón, allá veo al despiadado nazi que custodia la fortaleza! ¡Sus ojos están inyectados de sangre!
NELLY: Escucha John, si no regreso dile a mi novia Susan que siempre la amé, que no la olvidé jamás.
NORMA: Calla Richard, no seas tan lúgrube.
NELLY: Se dice “lúgubre”, mamá.
NORMA: “Lúgrube”, no me discutas y seguí jugando, no seas pavota.
NELLY: Tengo un mal presentimiento. Se que voy a morir en la demanda.
NORMA: Calla Richard, ahorra saliva y pensemos una táctica para deshacernos de ese nazi infecto, de esa bestia sanguinaria.
NELLY (poniéndose de pie y corriendo hacia Rolando) ¡Yo iré, cúbreme con la ametralladora y dale saludos Susan! ¡Sé feliz con ella! ¡Siempre supe que tú y ella se amaban en secreto!
NORMA: ¡Espera, Richard, te matará! ¡Ese perro te matará!
(Nelly rueda por el piso y cae a los pies de Rolando, inmóvil. Norma sale también de su escondite y corre hacia Rolando y lo ametralla con furia, estrepitosamente) ¡Maldito nazi, bestia inhumana, has matado a mi mejor amigo! ¡Ahora te ha llegado tu turno, toma, toma, toma, recibe tu merecido! (arroja al muñeco al piso, luego se arrodilla junto al “cadáver” de Richard y llora) ¡Oh, Richard, ofreciste tu vida por salvar la mía! ¡Susan y yo nunca te olvidaremos, la patria nunca te olvidará! (hunde su cara en el cuerpo de Nelly e imita el sonido de una trompeta tocando en silencio. Luego ambas se reincorporan eufóricas)
NELLY: ¡Que bien que lo hiciste mamá, que bien!
NORMA: Vos fuiste la que estuviste bien, queridita, ¿cómo se te ocurrió eso de “morir en la demanda”?, fue lindísimo (se deja caer en una silla, cansada) Bueno, basta de jugar que tu padre esta cansado Nelly recoge el muñeco con cuidado y lo vuelve a sentar en la silla) Ah, que bien se está así, en familia,¿no es cierto, Rolando?, no hay nada mejor que tener una familia, lo peor que puede pasarle a una persona es no tener familia, estar sólo en la vida,  yo siempre digo que la familia es como una cucha de perro,  lo que protege al ser humano de los sinsabores, de los contratiempos, de las zancadillas que la vida le hace a una (contenta con la frase) Yo debería escribir, si no fuera porque una tiene que andar todo el santo día atrás de calzoncillos, camisas, pañuelos, sería escritora y ganaría mucha plata.
NELLY (grave): Vos ibas a ser médica, mami.
NORMA (no la escucha): Cuando tengas tu propia familia, mi amorcito, vas a entender eso que te digo, pero para eso falta tanto, ¿no es cierto?, tanto…
(Sobreviene un silencio denso)
NELLY: Papito, a mi me gustaría que conocieras a Felipe… (cohibida) …a mi me gustaría tanto que Felipe entre a esta casa, que lo conocieran (ahora se dirige a mamá) ¿eh, mamá?, me gustaría tanto invitarlo a cenar con nosotros, aunque no sea mas que a tomar un café, cinco minutos y se va, un poquito así…
NORMA (adusta): Esas cosas, ya lo sabés, las tiene que decidir él (señala al muñeco)
NELLY (anhelante): ¿Lo puedo invitar, papá? (queda esperando una respuesta), ¿eh?
NORMA (de un salto se interpone entre padre e hija) Sabés que a tu padre no le gusta que toques ese tema, sabés que no le gusta, mirá la cara que pone…
NELLY (solloza, desesperada): ¿Pero por qué?, ¿por qué?
NORMA (abraza a su hija, “protectora”) Porque a tu padre no le gusta Felipe, por eso, porque no le gusta, ya te deberías haber dado cuenta, como si no conocieras a tu padre.
NELLY: Pero Felipe es bueno, no me tutea, me lleva a pasear por el rosedal, apenas si me agarra de la mano para cruzar las calles y me habla del futuro, de la casita que vamos a construir (llora abiertamente, refugiada en su madre) ¡nuestros hijos van a ir a una escuela religiosa!
NORMA: Te lo pedí, Rolando, cien veces te lo pedí, que no me la hicieras rabiar a la nena, pero parecés sordo, yo no sé que tenés en el cerebro, como si te gustara hacer rabiar a mi tesorito, mi pichoncito…
NELLY (fuera de si, a Rolando): ¿Por qué, por qué no me dejás hacer mi vida?... como todas las chicas que salen con sus novios, se casan y tienen hijos y forman un hogar como ustedes dos. ¡Yo también quiero formar un hogar!
NORMA: Bueno, Nelly, calmate, mi Nelly querida,  ¡sos un desalmado, Rolando, nunca la vas a terminar, siempre conseguís que esto se convierta en un infierno, sos un mandón, un egoísta como todos los hombres, solamente les importa lo de ellos! (las dos lloran juntas, aliadas), lo nuestro no importa, si el señor quiere que mi tesorito se quede soltera, lo va a conseguir porque lo único que le importa es imponer su voluntad, los demás que se embromen…, mi tesorito, si te contara todo, si supieras todo lo que te escondo para no hacerte daño, para que no conozcas qué clase de hombre es tu padre ( a Rolando) ¡y vos no me mirés así porque no me voy a callar, aunque me pegués, aunque esta noche te abusés de mi!...(Nelly sigue llorando en sus brazos y progresivamente va adoptando una actitud fetal) Vos no lo traigas a Felipe, largálo, cortá con él, vamos a darle una lección a este señor, después cuando se dé cuenta que te arruinó,  que te quedaste soltera, que sos una vieja sola como un perro, entonces se va a arrepentir y va a venir a pedir perdón y entonces mi amorcito, sí, así quietita, pobrecita mi chiquita, no lo vamos a perdonar  nunca aunque llore, patalee y grite al cielo no lo vamos a perdonar  (el llanto de Nelly se va acallando como dormida), ¿sabe mi pichoncito?, que se embrome por malo y por egoísta, ya me arruinó a mi, me convirtió en una fregona y ahora  la va a jorobar a mi nena querida (la voz de Norma se va suavizando, arrullante, como se habla a una bebita a punto de dormirse. Nelly comienza a chuparle el pecho), como todos los hombres, lo único que les importa es desahogarse y chau, si te he visto no me acuerdo, mi chiquita, arrorró mi nena, malo papá, es malo, arrorró mi sol, pupa a papá que le hace nana a mamita y a mi tesorito, duérmete mi niña, duérmase mi sol… ( la voz se extingue y Norma permanece acunando a Nelly en sus brazos, en una escena tierna.  Por fin Nelly abre los ojos)  ¿Ya estás tranquilita?, ¿se le pasaron los nervios a mi amorcito?, ¿sí? (Nelly asiente infantilmente), bueno, así me gusta, así me gusta, una bebita con una carita tan linda y unos ojitos tan marroncitos, ¿de quien son esos ojitos? (Nelly está feliz) ¿y esas manitos?, con unas uñitas tan sucias, tan sucias las uñitas, no importa, después mamita se las va a limpiar, y esa pielcita tan suavecita, suavecita como un gatito, el gatito de mamá, el gatito que mamá más quiere en el mundo, hasta el cielo la quiere su mamita, porque Nelly chiquitita es buenita y preciosa, y esa pancita gordita (ambas se ponen serias), esa pancita gordita que le queda tan fea, una pancita picarona que se tiene que ir, a la que nadie invitó, una pancita que vamos a echar, ¡fuera pancita! (se miran en silencio, graves) ¿Vamos? (Nelly parece hipnotizada por la mirada de su madre), vamos mi angelito que mamita no le va a hacer doler, ¿eh?, un minutito y ya está, y si se porta bien mami mañana le va a hace el postre de gelatina con frutas que tanto le gusta a Nelly chiquita, ¿eh? (Nelly asiente con su cabeza. Ambas se reincorporan como en una ceremonia, Nelly muy infantilizada, Norma recoge las agujas de tejer y se alejan hacia el interior de la casa. Norma vuelve atrás)
NORMA (a Rolando):  ¿Te pongo la radio, viejo? ¿Querés?, a ver si escuchás uno de esos noticiosos que tanto te gustan como si alguna vez dieran noticias buenas, puras desgracias pasan, ¡tenés cada costumbre vos! (enciende una radio antigua al máximo. Norma habla desgañitándose para hacerse escuchar), ¿ésta?, bueno, y no espíes que vamos a hacer cosas de mujeres, lo único que falta ahora es que quieras meterte también en nuestras cosas, que fenómeno… (Norma sale y detrás suyo Nelly. Por encima del ruido de la radio, música, avisos, al cabo de unos segundos comienzan a escucharse gritos de Nelly, desgarradores, terribles. Después se silencian. Reaparece Norma con las agujas de tejer ensangrentadas  en sus manos. Ningún cambio en sus emociones) ¡Aurora! (ingresa en la cocina) ¡Aurora! (reaparece). Es increíble, esta chinita no está, nunca está, ni su ropa está en la pieza de servicio. Otra vez voy a tener que limpiar sola toda aquella inmundicia. Yo no sé para qué se emplearán de mucamas si después son incapaces de cumplir con lo que se les pide y si yo fuera una de esas que las tratan como animales, pero no, yo a Aurora la trato siempre bien, como si fuera una persona, pero es inútil (vuelve a la cocina y regresa con un trapo de piso y el cepillo de fregar. Desaparece en el interior de la casa), hace muchísimo que no la veo.
(Reingresan Norma y Nelly juntas. Nelly ya no está embarazada, muestra un vientre plano, su cuerpo doblado en dos por el dolor. Pálida)
NORMA (fascinada, le acomoda el pelo, le arregla el vestido, la acaricia): ¿Viste Rolando?, ¡qué preciosa está!, parece un hada, es preciosa mi chiquita, preciosa, sí, claro, vos dirás que soy una exagerada, lo que pasa es que vos no escuchás las cosas que yo escucho cuando voy a hacer las compras, los cuentos sobre las chicas de hoy, un espanto, no sé donde vamos a parar, en cambio mi Nelly es un amorcito y ahora sin la pancita está bonita como siempre (primero pellizca y luego toma un cosmético para colorear el semblante demacrado de Nelly). Bueno, ahora a dormir, ya es tarde y las chiquitas tienen que irse a la cama porque mañana hay que despertarse temprano para trabajar, ya sabés que a papá no le gusta que Nelly bonita se quede despierta hasta tarde, se enoja papito (va conduciendo a su hija hacia la puerta), ¿dieciocho hoy?, ¡qué barbaridad!, ¡cuántos!, estarás cansadísima. Dígale hasta  mañana a su padre.
NELLY: Mamá…
NORMA: ¿Qué, palomita?
NELLY (en un hilo de voz, aniñada): El chiste verde…
NORMA: Claro, mamita se lo prometió. Ahora termine de despedirse de su padre.
NELLY (tierna): Hasta mañana, papá.
(Norma ha recogido  una caja de música y desaparece con su hija. Se escucha un murmullo y luego las risas de ambas festejando el chiste. Al cabo de unos segundos reaparece Norma y reinicia sus evoluciones arreglando y limpiando obsesivamente muebles, adornos, etc. La melodía de la caja de música suena hasta la extinción).
NORMA (constatando que no se escucha el carrillón): Se durmió, el tesorito se durmió. Estuviste mal, Rolando, con lo de Felipe, no deberías haberle contestado así, viste qué nerviosa se puso, es muy sensible la Nelly, ya sé que vas a decir que era tu deber, pero a lo mejor es nada más que un capricho pasajero, la chica no es sonsa así que seguramente se va a dar cuenta de que alguien llamado Felipe no puede tener buenas intenciones, bueno, lo cierto es que vos no te llamabas Felipe y tampoco tenías buenas intenciones, no se como no me di cuenta antes, una estúpida fui, la misma estupida de siempre, tan simpático que eras durante el noviazgo, un caballero, ¿te acordás, Rolando? Cuando íbamos a Palermo (Nostálgica, teatraliza lo que va relatando), vos me ayudabas a subir al bote, así, me tomabas del brazo y después remabas y me contabas tus planes, la casa que íbamos a tener, los viajes que íbamos a hacer, íbamos a ir  a la India, ¿te acordás?, íbamos a andar en elefante y nos íbamos a disfrazar con túnicas y después íbamos a volar a Francia y en París me ibas a llevar al Follies Bergere, y que gracioso, ¿te acordás?, nos peleábamos por la fila, vos querías ir a la primera fila y yo no quería, yo quería ir a la sexta porque en la primera no se veía bien, hay que estar con la cabeza así, y vos insistías, y yo entonces me enojaba y vos, para hacernos amigos otra vez, me comprabas un helado de chocolate, qué lindo Rolando, todo rosa, pero al final resultó una trampa, ni la India, ni las bataclanas ni nada, resultaste un tramposo… (La voz se va extinguiendo junto con la luz de escena)
















SEGUNDO ACTO

(La misma escenografía del acto anterior)
NORMA (ordenando y limpiando) … y yo me dije, ese detergente debe ser mas caro no porque sea mejor sino porque le hacen mucha propaganda y después la que paga los avisos es una, y tenía razón porque no hay ninguna diferencia entre uno y otro, casi la mitad del pecio (repite lo de las valijas del primer acto), ¿qué hora es?, ¡las ocho!, Nelly ya está por llegar,  no le voy a decir a Aurora que prepare un té porque no lo va a hacer, como siempre soy yo la que tiene que hacer todo en esta casa, como le habrá ido hoy, pobrecita, que buena es, sino no fuera así vaya a saber… (timbre) Ahí está, Rolando, por favor, sí, no pongas esa cara, te lo vuelvo a pedir, te lo vuelvo a pedir porque o sos sordo o lo hacés de gusto, pero siempre terminan peleándose vos y ella y yo teniendo que aguantarme el embrollo (abre, entra Nelly con el mismo aspecto de prostituta del primer acto, embarazada otra vez) ¡Hola, mi chiquita!, como estás, que suerte que llegaste, mamita siempre se pone contenta de que llegues, si no fuera porque vos existís mi vida no valdría la pena vivirla, vaya a saber lo que hubiera echo yo si vos no hubieras nacido, vení, sentate, dejá las cosas aquí, sacate todo eso que te molesta (repite la operación de desvestirla de “prostituta” y vestirla de “niña”. Nelly más desganada o malhumorada que en el primer acto), ¿pero qué le pasa a mi chiquita, qué es esa carita?, ¿no es cierto Rolando que la nena no tiene buena carita? (Nelly demuestra estar menos sometida a las imposiciones maternas, por ejemplo es más activa en lo de vestirse y desvestirse), te voy a traer el té y te vas a sentir bien enseguida, y las galletitas que a vos te gustan, no te imaginás lo caras que están, pero primero termino de vestirte y después…
NELLY: No, andá, yo termino…
NORMA (algo soprrendida): Bueno, en seguida vuelvo (sale).
NELLY (al muñeco, como gozando con la palabra)) Papá…papá…
NORMA (regresa): A que no te imaginás que pasó, es increíble…
NELLY (seca): Que Aurora no había preparado nada
NORMA: Justamente, adivinaste, Aurora no había movido un dedo, como si le hubiera hablado a la pared, peor que una pared porque una pared no hará nada pero por lo menos una sabe donde está, una la puede tocar, ensuciar, rascar, lo que quiere, en cambio a Aurora andá a encontrarla si sos bruja (Nelly ya está vestida). A ver preciosa, parate que quiero verte, sí, estás hermosa (Nelly gira sobre sí misma desganadamente), siempre tan rica y tan buena, decí que yo siempre me ocupo de que estés presentable, que si fuera como una de esas madres que ya sabemos, y si fuera por tu padre, pero en fin, para que vamos a hablar de eso,  para amargarte la tarde, mejor contame como te fue hoy.
NELLY (mecánica): Nueve.
NORMA (decepcionada): ¿Nueve?
NELLY: Nueve.
NORMA: Que pocos…
NELLY: Llovía. Cuando llueve la gente no sale a la calle.
NORMA: ¡Es cierto que llovía! Me había olvidado de la lluvia, ay, me pasó una cosa tan graciosa en la feria, resulta que una gorda de la otra cuadra, una gorda de lo más antipática que se cree que por tener auto puede andar con la nariz parada, iba cruzando la calle cuando pasó un 92 a toda velocidad y la salpicó íntegra, parecía un pollo mojado (Norma ríe, Nelly ajena, mira al muñeco), como si le hubieran derramado un balde en la cabeza,  las palabrotas que decía, parecía un camionero…
NELLY (conmovida): Hoy, papá, me acordé que a veces me ibas a buscar a la escuela y me comprabas pochoclo, una bolsita de pochoclo.
NORMA (interponiéndose): Dejalo a papá, sabés que no le gusta que lo molesten, cualquier cosa que una le diga siempre son pavadas para él, vení, descansá, que no habrán sido más de nueve pero hoy llovía y cuando llueve hay mucha humedad, y esa casa, la verdad es que esa casa es muy húmeda, vos y las demás chicas deberían protestar, ¿no es cierto, Rolando?, mirá si soy zonza, a quien le voy a preguntar, él, que nunca se animá a pedirle aumento de sueldo al patrón que era una monada de bueno, un caballero, de lo más amable, a mí siempre me saludaba, dos apellidos tenía, dos apellidos de veras y no como esos que juntan cualquier cosa, Spedaletti con… Molikovsky.
NELLY: Pero me compraba pochoclo a la salida del colegio.
NORMA (inquieta): Mirá si se va a acordar de esas cosas… dejalo tranquilo, a ver si se impacienta y nos arruina la tarde (melosa). Ahora la bonita y la mamita van a jugar, ¿eh?
(Nelly se dispone a jugar con una actitud menos dócil que en el primer acto. Para Norma representará un esfuerzo extra sostener el entusiasmo de la escena)
NELLY (decidida): A “la araña y la mariposa”.
NORMA: No, a eso no, vamos a jugar a…
NELLY (muy decidida): A “la araña y la mariposa”.
NORMA (entre sorprendida y desconfiada): Bueno, si insistís…vos hacé de mariposa como siempre.
NELLY: No, mami, hoy la mariposa sos vos.
NORMA: ¿Yo?... ¡Qué caprichosa que estás hoy, nena!
NELLY (al muñeco, con afecto): A vos, papito, te toca hacer otra vez de araña.
NORMA: Bueno, si mi chiquita lo quiere así, mi chiquita caprichosa, así se hará (inicia el juego). Había una vez una mariposita muy linda, bellísima la mariposita, a la que Dios Nuestro Señor había pintado de colores muy hermosos, el Creador se había pasado días y días pintando sus alitas con fucsias, con bermellones, con carmesíes …
NELLY: ¡Que colores tan raros, mami!
NORMA (fastidiada por la interrupción): Son los colores más lindos, nena deberías saberlo, y si no te callás no me puedo concentrar en el juego… la mariposita volaba de flor en flor, de una anémona a una caléndula, de una esterlicia a… a… (no se le ocurre otra flor de nombre difícil), bueno, bah, a una margarita (Norma, transportada, teatraliza lo que relata, agitando sus brazos como alas, mientras Nelly ha ido prestando una progresiva y tierna atención al muñeco, distrayéndose de las palabras y acciones de su madre), y vuela que vuela la mariposita de flor en flor, feliz en su libertad, gozando de la primavera, agitando sus alas bajo un sol radiante que le sonreía desde lo alto del firmamento, te lo dije nena, yo podría haber sido una gran poeta.
NELLY (ajena): Poetisa, mami.
NORMA: No seas burra, nena, poetisa es un poeta chiquito… y vuela que vuela, vuela que vuela, hasta que de pronto (trágica) no se dio cuenta que la araña malvada había tendido una telaraña entre dos ramitas para atraparla  (Norma se arrodilla frente al muñeco y finge estar enredada e inmovilizada), ¡socorro, socorro!, la mariposita ha quedado prisionera de la horrible araña, socorro, la mariposita bellísima, la preferida del creador del Universo está en peligro, a punto de ser aniquilada, destrozada, devorada por la pérfida araña! (Norma se sacude frenéticamente, echando miradas de terror hacia  Rolando. Nelly está conmovida, como si no supiera qué actitud tomar), ¡salvame, Nelly, que este imbécil me va a matar!, ¡socorro, socorro, Nelly! (se interrumpe muy disgustada) Nelly, ¿se puede saber qué estás esperando para librarme de esta araña inmunda?, cuando vos hacés de mariposa yo siempre te salvo, ¡ahora me tenés que salvar vos!, ¡socorro! (Nelly ya no vacila, ha decidido mantenerse al margen), ¡salvame, idiota, que la araña me va a matar, salvame de una vez! (finalmente Norma finge extraer un cuchillo de entre sus vestimentas y derriba al muñeco sobre el piso y lo  “apuñala”. Se pone de pie, agitada y furiosa). ¿Se puede saber que te pasa a vos, eh? ¿Qué querías, que me matase, eso querías? Tu madre a punto de morir en manos de esta bestia peluda y vos impávida ahí, mirando, como si no te importara un comino… no sé qué te pasa hoy Nelly, podría haberme matado, veías que estaba a su merced y  te quedabas ahí quieta como una estúpida, ¿o querías que me matara? , ¿eso querías?, ¿después de que yo me desvivo con tal de hacerte todos los favores?, ¿eh? (hace un esfuerzo popr calmarse), bueno,  ¿tenés ganas de jugar o no?, porque si no yo tengo cosas que hacer en la casa, muchas cosas, demasiadas, así que decidite, ya bastante tengo con aguantarlo al que te dije (recompone su papel de madre amante) Disculpame Nelly, lo que pasa es que no te sentís bien, eso pasa, esa casa tan húmeda, muy húmeda es, tenés una carita rara hoy, bonita como siempre, pero rara…
NELLY (suave): Quiero seguir jugando.
NORMA: ¿Si?, ¿quiere seguir jugando?, entonces yo dejo todo lo que tengo que hacer para darle el gusto a mi chiquita.
NELLY: No, no quiero jugar. Quiero que me cuentes algo.
NORMA: ¿Qué, mi cielo?
NELLY (contundente): Mi nacimiento.
NORMA (recelosa): Pero… ya te lo conté tantas veces, mejor jugamos…
NELLY (fiorme): ¡Otra vez, quiero que me lo cuentes otra vez!
NORMA: ¿Delante de él?, vos sabés que a él no le gusta que te cuente intimidades y hoy no estoy para aguantar desplantes de nadie.
NELLY: El me compraba pochoclo en el carrito de la esquina. Yo tenía guardapolvo blanco y él un traje gris. Hoy me acordé.
NORMA: Vamos, si a Rolando nunca le gustó que comieras porquería por la calle y si a veces comías era solamente porque yo a escondidas de él…
NELLY (no la escucha): Y había unas manzanas muy coloridas y brillantes con pochochos pegados, hoy me acordé… Contame el nacimiento, mamá, te lo pido.
NORMA: Está bien, te lo cuento, y vos Rolando no te metás que ya me estás empezando a agotar la paciencia con eso del pochoclo y las manzanas, ¡lo único que faltaba! (retoma el tono melifluo). Resulta que yo escribí la cartita a París pidiendo un angelito y después de algunos meses vino la respuesta favorable, iba a ser madre, iba a suceder aquello a lo que toda mujer aspira, el milagro de la vida que le está negado a los hombres… (Nelly va hasta un cajón, toma un trozo de esta cuerda y se la alcanza a Norma. Luego se acomodará de manera su cabeza asomará entre las piernas de su madre. Se trata de la representación de un parto) Y entonces el vientre cobró vida, y comenzó a empujar a mi angelito hacia la luz, yo era inmensamente feliz, sufría pero era inmensamente feliz, mientras tu padre, ¿te acordás Rolando?, se paseaba de un lado a otro del cuarto sin saber qué hacer, cada minuto venía y me preguntaba cómo estaba, que pregunta tan estúpida, ¿y como iba a estar yo?, feliz estaba, unos dolores terribles pero nada me importaba porque era para que mi angelito viviera (Norma jadea como los pujos de un parto) pero de pronto, ¡peligro!, ¡socorro!, ¡el cordón umbilical se había enrollado al cuello de mi hijita! (rodea el cuello de Nelly con la cuerda y comienza a ahorcarla), ¡culpa tuya, Rolando, culpa tuya porque sos un pecador y aquí tenemos el castigo divino porque Dios se entera de todo!, no debíamos haber abusado de la confianza de mis padres, debíamos haber esperado, y aquí tenemos nuestro castigo, Nelly querida se va a morir (Norma profiere unos gritos desgarradores y puja, como en trance, Nelly está a punto de asfixiarse, morada) ¡una hija debe ser hija del amor y no del sexo, Rolando!, ¡a los hijos hay que desearlos con el corazón y no con la pija!, por favor que se salve, Virgencita santa, que se salve, si se salva voy a consagrar mi vida a respetar las buenas costumbres y a hacerlas respetar, ¡por favor! (súbitamente suelta la cuerda y se incorpora, Nelly semidesmayada se derrumba), ¡se salvó, se salvó, Rolando, mi hijita se salvó, el milagro se produjo! (la toma en sus brazos para acunarla al igual que en el primer acto), mi chiquita adorada, mi angelito, mi velloncito de lana, la preciosita que esta viva gracias a mamita, la mamita que la quiere tanto (le acaricia la barriga), ¿y esos ojitos tan bonitos de quien son?
NELLY (aún con los ojos cerrados, en un murmullo): Basta, mamá.
NORMA (se interrumpe fugazmente,  hace de cuenta que no escuchó), esos ojitos tan bonitos que cuando miran parecen dos luceritos
NELLY: Basta, mamá.
NORMA (espantada): ¿Qué, Nelly, que dijiste?
NELLY (incorporándose): Basta, dije basta.
NORMA (como alcanzada por un golpe, reculando): ¡Vos también tuviste que decirla, esa palabra, vos también!
NELLY (desafiante): Sí, basta: be, a, ese, te, a, basta.
(Norma se abalanza sobre su hija y ambas forcejean, luchan, se revuelcan, siendo evidente que Norma no logra dominar a Nelly. Luego, ambas jadeantes, cejan en la contienda física)
NORMA: Esa palabra de mierda (a Rolando) Vos se la enseñaste, ella aprendió de vos a tratarme así (intenta recuperar una conducta amorosa y meliflua), pero Nellita, pichoncito, yo te salvé de ahogarte, estabas a punto de asfixiarte.
NELLY: Mentiras, mamá, eras vos la que me ahorcabas.
NORMA: ¿Cómo podes decir que no es cierto que te salvé?
NELLY: Yo no digo que no me salvaste. Lo que digo es que me salvaste de que vos misma me ahorcaras.
NORMA: Pero te salvé.
NELLY: Pero me ahorcabas.
NORMA: No te voy a salvar más.
NELLY (serena) Basta
NORMA: Te voy a pegar.
NELLY: Basta.
NORMA: Me voy a morir.
NELLY: Basta mamá.
NORMA (derrotada): ¿Entonces?
NELLY: Entonces vos vas a ser vos y yo voy a ser yo.
NORMA: ¿Cómo será eso?
(Nelly se encoge de hombros con una sonrisa. Hay un clima de ternura y tristeza entre ambas mujeres. Nelly se dirige hacia un rincón donde se ocultan las valijas y las coloca junto a la puerta. Las dos mujeres se miran en silencio, con despedida, luego cada una, como si hubiera sido un momento previsto desde hace tiempo buscan los elementos para armar una muñeca de un tamaño aproximado y un mismo estilo que Rolando)
NORMA: No querés que te deje la pancita lisa, vas a quedar más linda.
NELLY: Este es de Felipe, mamá, y va a nacer y después va a tener que pelear conmigo para poder crecer.
NORMA: No lo nombres a Felipe que tu papá va a hacer el mismo escándalo de siempre.
NELLY: Papá me compraba pochoclo a la salida de la escuela (se escuchan golpes a la puerta).
NORMA: ¿Felipe? (Nelly asiente con la cabeza) ¿Tiene cara de gangster? (espía por la mirilla), no, no tiene cara de… ¡Está impaciente, mira su reloj y tiene una bolsita de pochoclo en la mano! (Nelly se ha despojado de sus vestimentas de niña, Norma la observa, tiene una idea y corre al interior, regresa con un vestido de novia polvoriento y amarilleado por el tiempo). Te acordás Rolando, lo cosió mi tía Porota, pobre la tía Porota, un día salió de su casa, ya era viejita y no volvió nunca más (la viste a Nelly) nunca más, la buscaron por todas partes y no la encontraron nunca, bueno, tan bien no la deben haber buscado, pero ni velorio tuvo, desapareció, ¡Aurora!, esta chinita podría venir a ayudarme.
NELLY (acomodándose el vestido frente al espejo): Mamá, Aurora se fue hace años, gritó la palabra y se fue, ¿te acordás?
NORMA: Claro, claro que me acuerdo, te creés que soy idiota, gritó “basta” y dio un portazo que rompió el espejo, ¿cómo no me voy a acordar?, pero que se haya ido no quiere decir que no la siga llamando, la voy a seguir llamando todo lo que se me dé la gana, aunque no la encuentre nunca, porque a éstas una les da un poco de soga y se creen las reinas de la creación, en cuanto pisan el pavimento ya se creen las reinas (Nelly, vestida de novia, se pavonea ante su padre). Este seguro que te va a encontrar defectos, nunca hay nada que lo conforme, me pasé la vida tratando de conformarlo sin que jamás, pero jamás, escuchame  lo que te digo, haya sido capaz de reconocerlo, ¿sabés lo que pasa?, que en el fondo el hubiera deseado un hijo varón, porque las mujeres no servimos para nada. (otra vez los golpes en la puerta. Norma toma las agujas de tejer). Tomá (Nelly hace un ademán de rechazo), llevalas, las vas a necesitar (Nelly guarda las agujas y luego se quedan mirándose honda, tierna y tristemente. Es la despedida. Es evidente que establecen un pacto mudo)
NELLY: ¿Qué hago, mamá voy o no voy? Necesito pensarlo, ¿Por qué no me traes una taza de té?
NORMA: Enseguida te la preparo, esperame aquí, te la voy a hacer yo misma (Cuando Norma desaparece Nelly acomoda la muñeca sobre una silla y se desliza hacia el exterior con sus valijas. Antes de cerrar mira hacia Rolando).
NELLY: Siempre me voy a acordar del pochoclo, aunque haya sido una sola vez. Lástima papá.
NORMA (regresa, en la habitación sólo están los dos muñecos. A “Nelly”): Ah, no te fuiste, me parece bien, nunca conocí ningún Felipe que valiera algo, todos unos sinvergüenzas, pero vos sabés que soy una mujer de ideas amplias así que por mí, si hubieras decidido irte lo hubiera aceptado, pero tu padre, ya sabés como es,  sí, y vos no me pongas esa cara porque no me voy a callar, bastante me callé toda mi vida, cuando yo era chica, los mayores siempre tenían razón y una calladita, guay de que una quisiera decir esta boca es mía, nada, los mayores siempre tenían razón, aunque estuvieran equivocados siempre tenían razón, y una siempre sonriente y planchadita, ni una arruguita, impecable, si papá, si mamá, si señorita maestra… (su voz se extingue junto con la luz de escena)


                                               FIN






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