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domingo, agosto 29, 2021

Estocolmo, de Pablo Albarello.

Pablo Albarello

 




















Esta obra ha sido publicada para su difusión libre y gratuita, si bien quedan reservados todos los derechos de propiedad intelectual. El uso público de esta obra requiere el permiso del autor y a fin de recabar la correspondiente autorización dirigirse a pablo_albarello@e-pol.com.ar o palbarello@argentores.org










ESTOCOLMO






Pablo Albarello
4383-8621 / 15-5509-4909

Estocolmo


(Reg. Prop. Int. Expte. 517240)




Personajes: Walter - Julito - Tucán



Síntesis: Asalto a un banco con toma de rehenes, el ámbito impensado para el reencuentro de dos amigos de infancia. Uno el secuestrador, otro el secuestrado. Entre ejecuciones de rehenes, cocaína, negociaciones con el grupo GEO y disparatadas conferencias de prensa, la admiración de la víctima se trasmutará paulatinamente en la decisión dará un vuelco a su vida.
 

Estocolmo



Oscuridad. OFF NOTICIERO: Locutor 1: Hay muchísima tensión, hay incertidumbre, el paso del tiempo agrava la situación. Estamos esperando las confirmaciones que están llegando en cuanto a la cantidad de rehenes. ¿Dónde estás Marcelo?… / Locutor 2: Estamos a unos 40 metros de la entrada, personal policial que está llevando adelante la negociación, trata de convencer a los delincuentes para que depongan la actitud… Mucha gente, pueden ver, está siguiendo lo que ocurre desde las ventanas de edificios cercanos. Se han acordonado 150 metros a la redonda con efectivos de la guardia de seguridad de infantería… Se nos hace muy dificultoso (murmullo de alguien que interviene)  nos piden que nos corramos, es prácticamente imposible mostrar el frente del local, personal de las Comisarías 5ª, 9ª y el Grupo Especial están rodeando el Banco… / (Se escucha off de sirenas) Locutor 1: Recordemos Luis, que esto sucedió cerca de las 2 de la tarde: delincuentes fuertemente armados hacen su ingreso a esta sucursal, cuando por la hora de cierre había gran cantidad de público, se producen escenas de pánico, al ver la llegada policial los delincuentes toman rehenes y a partir de allí comienza el diálogo con el comité de crisis de la Policía Federal / Locutor 2: Como pueden ver, cada vez son más los vehículos que se cruzan en el lugar, personal policial trata de mantener alejados a los curiosos. Todos pidiendo que esto termine pronto, y que termine bien, sin víctimas…
Luz. Interior oficina de atención al público, un escritorio en el centro, una estantería, biblioratos y hojas desparramadas por el piso, una silla volcada, una entrada a foro sobre la izquierda, una ventana fingida a platea sobre la derecha. Walter (45 años, traje y corbata, aspecto impecable) está sentado sobre el escritorio, tiene una itaka en una mano, junto a él hay un megáfono. Julito (la misma edad, golpeado, sin un zapato, la camisa salida) está recostado en el piso, tiene las  manos y los pies atados con cable. Largo silencio desde que se da luz, ambos miran al frente con expresión ausente.
Walter: ¡A mi nadie me regaló nada!...
Julito: ¡Más vale!
Pausa.
Walter: ¡Yo  tengo mis asaltos a mano armada, mi asesinato en primer grado, mi fuga con auto robado!...
Julito: ¡Más vale!
Walter: ¡25 causas judiciales, 6 procesamientos!... ¡Vos sabés cómo trabajé para llegar acá!
Julito: ¡Más vale!
Pausa.
Walter: ¿Y ahora te presionan, cuando uno llega, por así decirlo a cierto nivel, te presionan, te halagan, te soban el lomo? ¿Eh?  (salta del escritorio, agarra el megáfonova hacia la ventana)  ¡HIJOS DE PUTAAAA... UNA HORA, UNA HORA, NI UN MINUTO MÁS! (a Julito, que lo mira sin aliento) ¿Y cuando yo necesitaba?... ¡Cuando era uno más en el montón, cuando era un don nadie! ¿Eh?... ¿Qué pasaba?... ¡SOLO COMO UN PERRO, ESTABA!
Julito: ¡Más vale!
Walter saca un pañuelo y se limpia las manos, sopla el polvillo del escritorio, se sienta cuidando la raya del pantalón.
Walter: ¡A veces pienso, mirá, me hago una mala sangre!...
Julito: ¡No les des bolilla!...
Walter lo mira inquisitivo, Julito se cohibe.
Walter: ¿Qué pasa?
Julito: C-cuando vos recién empezabas…
Walter: ¿Qué?
Julito: ¿Sabés lo que decían en el barrio?
Walter: No
Julito: Y el Walter ahora tiene su pedido de captura, sale en la revista “Casos”...
Walter: ¡Ahí está! ¡Porque no entienden, no-en-tien-den, se quedan en la exterioridad! (saca un papelito de cocaína, aspira) ¿Y sabés por qué?
Julito: ¿Por qué, qué?
Walter: ¡Por qué no entienden, marmota!
Julito: No
Walter: Porque siempre hicieron la fácil. Porque siempre acataron la norma. Porque cumplieron paso a paso con el cronograma establecido por la clase dominante. ¿Y mientras tanto, eh, la explotación del hombre por el hombre, las bases de una sociedad injusta, el complot judeo-mormón-capitalista-anglicano, eh?
Julito lo mira desorientado.
Walter: ¡Ni se mosquean!...
Julito: ¡Tal cual, ni se mosquean!...
Walter (corre a la ventana, con el megáfono): ¡HIJOS DE PUTAAAA... UNA HORA! (vuelve, se sienta, se frota obsesivamente las manos con el pañuelo, se sacude el polvillo) ¡Juliiiiito!...¿Te casaste?
Julito: Yo no… ¿Vos?
Walter vuelve a clavarle la mirada.
Walter: ¿Me ves cara de casado a mí?
Julito: N-no, bueno, no sé.
Walter: ¡No, porque decís ‘y vos’ con un tono, como diciendo este seguro que se casó, a este lo engancharon!
Julio: ¡No, nada que ver! Lo que quiero decir es… L-a verdad que no sé lo que quiero decir.
Pausa
Walter (repentinamente jovial): ¡Juliiiito, che, qué bárbaro! Y seguro que seguís en el barrio.
Julito: No..., tuve que levantar campamento.
Walter: ¿En el barrio no laburabas?
Julito: Y, no...
Walter: Yo tampoco,  en el barrio no laburo... (ampuloso) ¡Hay un respeto!
Julito: ¡Más vale!
Walter: Mirá vos si no existen las casualidades... Vos eras… Pará, pará, no me digas, vos estudiaste algo… Vos eras...
Julito: Mecánico dental.
Walter: Cierto,  esa mierda...
Se escucha una sucesión de disparos, Julito, espantado, repta para protegerse bajo el escritorio, Walter levanta los brazos y tira la cabeza hacia atrás en éxtasis.
Julito: ¿Y eso?
Walter: Estamos ejecutando.
Julito (lloriqueando): ¿C-cómo que están ejecutando?
Walter: Un rehén cada media hora (mira la hora) ¡La puta madre! ¡Tucán! ¡TUCAN!
Entra Tucán, chiquito, sucio, pinta de hambriento.
Tucán: ¿Jefe?
Walter: ¿Qué dije yo?
Tucán: Una ejecución cada media hora…
Walter: Una ejecución cada media hora… ¡Mirá el reloj, Einstein!
Tucán (mira su reloj pulsera, lo sacude): ¡La puta! ¡Se debe estar quedando sin pilas!
Walter: ¡TOMÁTELAS! ¡RAJÁ! ¡SALÍ DE MI VISTA!... (Tucán escapa) ¡Inútiles! ¡Infradotados!
Pausa. Julito sigue recostado en el piso, se remueve.
Walter: ¿Estás incómodo?
Julito: ¡No, para nada!
Walter: ¿Che, y Martita? ¿Cómo anda Martita?
Julito: Bien. Casualmente la vi la semana pasada.
Walter, evocativo, se para junto a Julito, apoya un pie en su espalda como sobre un banquito.
Walter: ¡Martiiita!... ¡Fuerte, Martita, poderosa, lindo par de tetas! ¡Lo que se dice una hembra con mayúsculas! ¿Se casó?
Julito: Se casó y se separó...
Walter: ¡Quién iba a decir! ¿No? ¡Yo a veces pienso!... ¡Son esas cosas!... ¡El amor!... ¿No? ¡El destino!...
Julito: Flores de un día son…
Walter (volviendo de la ensoñación): ¿Qué?
Julito (canta, lastimoso): “¡Amores de estudiante / flores de un día son!”, la letra de un tango.
Walter se queda otra vez tildado, mirándolo, Julito se cohíbe.
Walter: Vos siempre fuiste medio pelotudo, ¿no?
Entra Tucán trayendo una pizza.
Walter: ¿De qué es?
Tucán: Napolitana.
Tucán sale.
Walter: Vení que te aflojo.
Walter le desata las manos, le da una porción de pizza.
Julito: Gracias, se me habían dormido las manos.
Walter: ¡Se te había ‘cortado la circulación’, querrás decir!
Julito: Eso… cortado la circulación.
Julito tiene hambre, devora su porción, Walter prueba la suya, la escupe. Violento, agarra el megáfono, va hacia la ventana.
Walter: ¡HIJOS DE PUTAAAAA! ¡ESTA PIZZA ES UNA BOSTA! (vuelve, le saca de la boca la pizza a Julito) ¡TRAÉ PARA ACÁ!
Julito: ¡Dejá, por mí está bien!…
Walter: ¡Dame, te dije! (vuelve a la ventana, arroja la pizza): ¡QUIERO DOS GRANDES DE ANCHOA Y PALMITOS DE LA CONTINENTAL Y DOS CAJAS DE DON PERIGNON! (regresa, da media vuelta, vuelve) ¡Y TRES DOCENAS DE MEDIALUNAS DE MANTECA!... ¡Qué cosa!… ¡Bestias!  ¡Inoperantes!
Pausa. Ahora Julito mira a Walter.
Walter: ¿Qué pasa?
Julito: Nada, nada...
Walter: ¡Cómo nada, me estás mirando con cara de nabo!
Julito (temeroso): ¿Si querés vos pedís, así… cualquier cosa?
Walter: ¿Cómo cualquier cosa?
Julito: Sí, ¿podés pedir lo que quieras?
Walter: Ajá.
Julito: ¡Me estás jodiendo!
Walter: ¿En qué idioma hablo? 
Julito: ¡Está bien, está bien! Sólo decía…
Walter (entendiendo): A ver, ¿qué querés?
Julito: ¡No, por favor, dejate de embromar, Walter!…
Walter: Dale, decí: ¿qué querés?
Julito: ¡No, Walter, nada, mirá si yo voy a.. (Pausita) Un ‘home theater’, es una cosa que siempre me despertó la curiosidad...
Walter: (a la ventana) ¡Y QUIERO UN ‘HOME THEATER’!
Julito (entusiasmado): Y una bicicleta Aurorita con canasto…
Walter: ¡Y UNA BICICLETA AURORITA CON CANASTO!
Julito: ¡Qué bárbaro!…. ¿Y cumplen?
Walter: Siempre.
Julito: ¡Qué bárbaro!...
Walter: Obvio, estamos en la Argentina: la otra vuelta choreamos una financiera en el Microcentro, nos llegaron seis docenas de empanadas salteñas que habíamos pedido el mes anterior en la toma de una inmobiliaria en Barracas.
Julito: ¡Qué cosa!... La burocracia.
Walter: ¡Vos lo dijiste!
Walter comienza a caminar en círculos, se muestra inquieto.
Julito: ¿Walter?
Walter: ¿Qué?
Julito: N-nada...
Walter (violento, se monta sobre Julito y le apoya el caño de la itaka en la frente): ¡ME HINCHAN LAS PELOTAS LOS MISTERIOSOS! ¿QUÉ PASA? ¡HABLÁ O DECORO LA OFICINA!
Julito (lloriqueando): ¡No, pará, por favor!
Suena un celular.
Walter: Disculpame.
Walter se incorpora, saca el aparato del bolsillo.
Walter: Hola, qué hacés Morsa...okey, ahora pedís hablar con Baños… con el Juez Baños... ¡NO, IBARGUREN NO, BAÑOS, SOS SORDO! ¡Eso! ¡No señor! Eso dejámelo a mí... ¡No, vos no entendés!...¡Que de eso me encargo yo!... ¡MORSA, DIJE QUE YO LO RESUELVO!... Sí, en media hora estoy ahí. Ahora cortá que me está entrando el Garza…. Qué hacés Garza. ¡No señor! ¡No señor!... ¡A ver, a ver… respira hondo, Garza, vos no estás hecho para pensar, escuchame atentamente: si está loquito que se tranquilice… que se tranquilice… ¿Garza, quién manda acá?... Te pregunto a vos: ¿quién manda acá?... ¿QUIÉN MANDA ACÁ?... ¡Okey, entonces bajá un cambio!... ¡Bien… ahí está mejor!... ¡Hacé lo que te digo! ¡En media hora estoy!
En el transcurso de las comunicaciones, Julito se incorpora de rodillas, poco a poco va tomando confianza, se pliega a la actitud de Walter, insulta en voz baja al Garza preguntándole quién manda, como si fuese él el que habla por teléfono.
Walter (guardando el celular): ¡Negros de mierda! ¡Soretes!  
Julito (indignado): ¡Soretes! ¡Negros de mierda!... (cambiando) ¿Con quién hablabas?
Walter: El Morsa en un banco en Olivos y el Garza, en una financiera en Munro.
Julito: ¡Qué bárbaro!... ¿Y como te manejás?
Walter: Voy de uno a otro.
Julito: ¡Qué bárbaro!... ¿En qué?
Walter: Helicóptero.
Julito: ¡Qué bárbaro!...
Pausa, se escucha off de sirenas, Walter vigila por la ventana, Julito tiene algo para decir pero no se anima, se incorpora, da unos saltitos, pasea la vista por la oficina, endereza la silla y se sienta, silba buscando juntar coraje.
Julito: Walter…
Walter (sin prestar atención): Mmm.
Julito: ¡Qué loco, después de tanto tiempo!… Digo, venir a encontrarnos así. ¿No?
Walter: Mmm.
Julito: ¡Lo que son las casualidades! Yo justo que vengo a… y justo vos que venis a…
Walter: Mmm.
Julito: Te reconocí en el acto: cuando entraste, me agarraste del cuello y me empezaste a dar en la cabeza me dije “este es el Walter”…
Walter: Mmm.
Julito: ¡Cuántas vivencias!… ¡Cuántas anécdotas! ¿No?… ¡La infancia, Walter, la infancia!…
Walter: Mmm.
Julito: ¡Ni hablar del barrio!… ¡El barrio y la infancia, son dos cosas tan, pero tan importantes!… Alguien dijo una vuelta “la patria es la infancia”… Si uno lo piensa: no está tan mal….
Walter: No, no está tan mal.
Julito (decidiéndose): ¿Walter, yo podría entrar?
Pausita.
Walter (volviéndose): ¿Entrar?
Julito (perdiendo confianza): Sí, e-entrar… en esto.
Walter (lo mira unos segundos): ¿Entrar?… (larga una carcajada) ¡Entrar! ¡Qué hijo de puta!... ¡Entrar! (risa in crescendo) ¿Yo podría entrar?... ¡Está muy bien!… (palmea a Julito)  ¡Genial, Julito, genial!… ¡Entrar!… (llora de risa) ¡Sos un caso, vos! ¡Nunca se me hubiera ocurrido!... ¿Yo podría entrar?… ¡Julito de Parque Avellaneda va a entrar!… (risa incontrolable) “¡Abran cancha: que Julito, el mecánico dental va a entrar!”... No, no, mejor escuchá esta: “¡abran cancha que Julito, el 6 de Las Garrapatas de Parque Avellaneda, va a entrar!”...
Julito (entusiasmado): ¡Sí, sí!…
Walter (cambiando de golpe, se le va encima, comienza a golpearlo): ¿ME ESTÁS BARDEANDO? ¡LA CONCHA DE TU MADRE! ¡VOS ME ESTÁS BARDEANDO!
Julito (se protege la cara): ¡No, no, para nada!
Walter: ¿QUÉ TE CREÉS, PUTO, QUE ESTOY DE JODA? ¡QUE ESTOY ACÁ PARA DIVERTIRME! ¡LA RE CONTRA COGIDA CONCHA DE TU HERMANA, NO ME GUSTA QUE ME BARDEEN, ME ESCUCHÁS! ¡ME PONE CONFUSO, SE ME JUNTAN LAS IDEAS, SE ME MEZCLAN, VEO TODO ROJO!...
Julito (lloriqueando): ¡No, Walter, pará!
Walter suelta a Julito, se incorpora, se frota las manos con el pañuelo que luego dobla y guarda cuidadosamente, se sacude el polvillo, saca otro papelito de cocaína y aspira.
Walter (abruptamente): Urdaneta 447.
Julito (perplejo): ¿Qué?
Walter: La dirección de tu casa: Urdaneta 447, entre Tres Sargentos y Marcelino Gamboa.
Julito: ¿Cómo te acordás?
Walter: Tengo un desarreglo nervioso: no puedo olvidarme de los nombres ni de los números… ¡Se caía a pedazos tu casa, Julito! ¡Una rasqueteada al frente, una mano de pintura de vez en cuando, dejate de joder!… ¡Qué pedazo de vago tu viejo!
Julito: ¡Sufría de depresión, pobrecito!
Walter: ¡Un atorrante! ¿Qué depresión?
Julito: Esporádicamente, pero trabajaba.
Walter: ¿Levantar quiniela te parece un trabajo? ¡No le gustaba el pique: digámoslo con todas las letras!
Entra Tucán.
Walter: ¿Y ahora qué pasa?
Tucán: ¿Jefe, se acuerda?
Walter: ¿De qué tengo que acordarme?
Tucán: Lo que le pedí… Si no es molestia yo necesitaría retirarme…
Walter: ¿Perdón?
Tucán: ¡El bautismo de la hijita de mi hermana, la Elsa, se acuerda que le dije, que yo soy el padrino!…
Walter: El padrino…
Tucán: Sí, el padrino
Walter: ¿Y como se llama la criaturita?
Tucán: Jannette Kimberly
Walter: ¡Jannette Kimberley, qué lindo nombre!... (volviendo a sacarse) ¡NEGRO CABEZA DE MIERDA: PERO QUE TE PENSÁS QUE ES ESTO, EL SHOW DE PIÑON FIJO! (esgrimiendo la itaka) ¡RAJÁ O TE METO LA ITAKA POR EL CULO CAGÁS FUEGO PARA ADENTRO!…
Tucán escapa.
Walter: ¡Mugrientos!... ¡Pero fijate vos el planteo! ¿Qué es lo que está pasando con este país, Julito? (Julito asiente) ¿Dónde ha ido a parar el concepto de compromiso, de trabajo responsable?…
Julito: Es la potmodernidad…
Walter: ¿Te parece?
Julito (convencido): ¡Todo vale, lo único que importa es el aquí y ahora¡ ¡El carpe diem!…
Walter: ¡El carpe diem: vos lo dijiste!
Julito: ¿Y el futuro qué?
Walter: ¡Te juro que a veces me pone tan mal!
Julito (indignado): ¿Y a mí?
Pausita.
Walter: ¡Mirá, te voy a confiar algo!
Walter señala el techo.
Julito (siguiéndolo con la mirada): ¿Qué?
Walter: ¿Ves o no ves?
Julito: ¿L-la cámara de seguridad?
Walter: Correcto.
Julito: ¿Qué tiene?
Walter: Es falsa
Julito: ¿Cómo falsa?
Walter: Es falsa: es una carcasa de plástico, un cascarón con nada adentro: es falsa.
Julito: ¡No te puedo creer!
Walter: ¿Y cuando entraste te fijaste en el poli en la garita?
Julito: Sí
Walter: ¿Y?
Julito (mirando hacia la garita): N-no sé… no se mueve mucho.
Walter: ¡NO SE MUEVE NADA, IDIOTA! Es un estiquer, una calcomanía pegada al vidrio.
Julito: ¡Tenés razón… ahora que lo decís tenés razón, es un estiquer!
Walter: ¿A qué cráneo se le puede ocurrir, Julito, poner en un banco cámaras de seguridad y guardias falsos? ¿Te das cuenta con qué hay que lidiar, te das cuenta en qué mundo hay que desenvolverse?
Julito: ¡Tal cual!
Walter: Ojo, a mí me facilita, pero hay que comprender que así este país se va a la mierda.
Pausa. Julito se deprime, está al borde del llanto.
Julito: Yo soy distinto.
Walter (con frialdad): ¡No, Julito, vos no sos distinto!
Se escucha otra sucesión de disparos, Walter levanta los brazos y tira la cabeza hacia atrás en éxtasis, Julito, espantado se refugia debajo del escritorio, cuando cesan se incorpora para volver a su lugar, por las ataduras trastabilla y cae.
Walter: ¡Qué pelotudo! ¡Vení que te desato!
Julito: ¡No!
Walter: ¡No seas nabo, somos amigos o no somos amigos!
Julito: ¿Walter, de qué estábamos hablando recién? ¡Es tu trabajo, el trabajo es sagrado!
Walter: No exagerés.
Julito (con firmeza): ¡TE DIJE QUE NO Y ES NO! ¿Qué es esto: un viva la Pepa?... Y ajustame esta, fijate que acá  me volvió a circular la sangre.
Walter le ajusta las ataduras, Julito siente que se le estrangulan las muñecas pero no protesta.
Walter: ¡Sos raro, Julito!
A continuación ambos se contemplan un instante con simpatía, Walter extiende su pañuelo, se sienta junto a Julito en el piso, se escucha off de sirenas.
Walter: ¿A qué no te acordás el nombre del enano pelirrojo, el que jugaba de puntero derecho?
Julito: ¡Galundia! ¿No me digas que te acordás de Galundia?
Walter: Como para olvidarlo: tenía un frío en el pecho, no le hacía un gol ni al arco iris.
Julito: Era buen pibe.
Walter: Me acuerdo que le gustaba, ¿cómo se llama está música?
Julito: El folklore
Walter: Eso, el folklore.
Julito: Tocaba la guitarra muy bien. Había aprendido por tonos.
Walter: ¿Qué es de la vida?
Julito: Tuvo un final trágico, pobrecito...
Walter: ¡No digas!
Julito: Fue el único fan que se suicidó cuando se separaron ‘Los  Chalchaleros’.
Walter: ¡Mirá vos!
Julito vuelve a deprimirse.
Julito: Walter, sabés, yo hace un tiempo que siento un malestar, como una angustia acá... Escucho como una voz que me dice “Julito, tenés que hacer algo con tu vida, Julito tenés que cambiar”
Walter lo mira con detenimiento.
Walter: Es que vos nunca pensaste, Julito, de pibe, te acordás, digamos: nunca tuviste una perspectiva universal a macroescala. 
Julito: ¿Quién podía imaginar?
Walter: ¿Qué cosa?
Julito: Que la vida fuese así... Qué se yo, uno idealiza, cree que las cosas le tienen que suceder de otra manera, como… como… ¿Cómo se llamaba el libro de lectura ese que teníamos en tercer grado, el de la estufa que hablaba?
Walter: ‘Enriqueta Veranito’
Julito: ¡Enriqueta Veranito! ¡Te acordás de todo, vos!... Bueno, eso: como les decía  Enriqueta Veranito a los chicos, ahora no me viene puntualmente, pero todas ideas así sobre los valores humanos…
Walter: La solidaridad, el amor al prójimo…
Julito: Respetar las señales de tránsito, ayudar a cruzar a los cieguitos… Todas cosas así: ideales.
Walter: ¡Explicadas por una estufa que habla, mi Dios! ¡Si es para ir a buscar al ministro de Educación de esa época y pegarle un cuetazo en el orto!... ¡Y vos, obviamente, compraste todo!
Julito: Sí, bah, no sé…
Pausa.
Julito: Te vi en la tele.
Walter: Mmm.
Julito: En ‘Telenoche Investiga’, lo tengo grabado… ¿Walter, es verdad que hiciste plata?
Walter salta sobre Julito, lo agarra del cuello, le apunta a la cabeza.
Walter: ¿QUE SABÉS? ¡LA RECONTRA PUTA MADRE QUE TE PARIÓ! ¿QUE SABÉS? ¡HABLÁ O TE REVIENTO! ¡QUIÉN TE MANDÓ!
Julito: ¡No, no, pará, Walter, es lo que se comenta en el barrio, nada más!
Walter: ¡TE CREES QUE SOY BOLUDO! ¡TRES MILLONES DE BANCOS QUE HAY EN LA CIUDAD Y TE VENGO A ENCONTRAR JUSTO ACÁ, QUE CASUALIDAD! ¡PARÁSITOS, SANGUIJUELAS, ME ESTAN PRESIONANDO! ¡VOS TAMBIÉN SOS UNA SANGUIJUELA! ¿QUÉ QUERÉS, EH, QUÉ QUERÉS!
Walter, paranoico, va hasta la ventana, va y vuelve varias veces.
Julito: ¡Tranquilizate!
Walter: ¡ME PRESIONAN, ME QUIEREN CAGAR! ¡JUSTO! ¡A MÍ ME VAN A CAGAR! ¡TE MANDARON, VERDAD!... ¡HIJOS DE PUTAAAA, QUE PASA CON LOS CHALECOS ANTIBALAS! ¿QUIÉN TE MANDÓ? ¡HABLÁ!… ¡Y QUIERO TRES VALIJAS SAMSONITE!...
Walter se detiene de golpe, se agarra la cabeza, está a punto de desmayarse.
Julito: ¿Qué te pasa?
Walter: Nada, nada, a veces me viene así como una lipotimia.
Julito: Es que son muchas responsabilidades, Walter. ¡Vení, recostate y levantá las piernas!…. (Julito lo acuesta en el piso, Walter obedece) ¡Respirá hondo! ¡No te desmayes, Walter, no te desmayes, yo que hago si te desmayás! ¿Walter, me escuchás? (lo cachetea) ¡Walter! ¡Vamos, Walter, reaccioná!... Igual que mi tía Haydée, sufría este tipo de desmayos, después descubrieron que era por un problema de equilibrio en el oído… ¡Ah, ya sé; te doy otra dosis de ese medicamento que estás tomando! (busca en el bolsillo del saco de Walter, saca un papelito de cocaína) ¡Aspirá, aspirá, Walter, vas a ver cómo te reanima! ¿Qué es, sal de frutas?
Walter (aspira, reacciona, se incorpora de golpe): ¡Qué hacés, qué me tocás, salí de acá!..
Walter va hasta la ventana, vigila, vuelve.
Julito: Te sentís bien, qué suerte.
Walter¡La puta madre, mirá como me puse la pilcha! (se peina, se sacude, se acomoda el saco, cambiando): ¡Juliiiito!  Ves, ahí tenés: el ahorro. Otra cosa que se ha perdido: la cultura del ahorro. ¿A ver, decí, dónde está la riqueza de un país?... ¿En los capitales golondrinas, en la especulación financiera, en las fortunas que  van a parar a paraísos fiscales?  ¡No señor, en nuestro laburo, en botines anónimos sacrificadamente guardados moneda a moneda, escondidos en galpones, disimulados entre la lana de un colchón o en una lata de dulce de batata! (se exalta) ¡Capitales genuinos que se inyectan en el aparato productivo, que se reinvierten con sentido nacional, generando empleo, educación, salud pública, vivienda; catapultando la producción nacional, favoreciendo el compre argentino!  De lo contrario, pensá, Julito: la explotación del hombre por el hombre, las bases de una sociedad injusta, el complot judeo-mormón-capitalista-anglicano… ¿Eh, qué pasa? ¡Ni se mosquean!...
Julito (maravillado): ¡Tal cuál, ni se mosquean! ¡Vos tendrías que meterte en política, Walter! ¿No te das cuenta? ¡Sos un líder! ¡Vos hablás y arrastrás a las masas!
Walter: ¿En política?
Julito: Sí.
Walter: ¡Aflojá con la grapa!
Julito: ¿Por qué?
Walter: ¡En política! ¡Arrancarse los ojos por un cargo para después quedarse con los vueltos! ¡Es patético! ¡Haceme el favor: no me hagás calentar!...
Walter vuelve a la ventana. Julito se deprime, está a punto de llorar.
Julito: ¡Walter, golpeame!
Walter: ¿Qué?
Julito: ¡Golpeame con la culata de ese arma, destrozame la cabeza!
Walter: ¡Avisá!... (interesado) ¡Miralo a Julito! ¿Qué, sos de esos que se dan con látigos, que se hacen la paja oliendo un zapato?
Julito: ¡Nada que ver!
Walter: ¡Te estás yendo a la mierda, eh, yo soy un laburante, chorro, pero sanito! (interesado) ¿Y qué también te vestís de cuero, te ponés bozales y esas cosas?
Julito: Walter, me estás malinterpretando. Te pido que me pegues porque soy un fracaso, porque me lo merezco. ¿Entendés?... Decime: ¿por qué yo nunca me animé? ¿Por qué nunca supe ver las oportunidades? ¿Me quedé en el campeonato de barrio, no?....  Walter, yo necesito probar, me la paso fantaseando. Mi vida, mi trabajo es tan denigrante. ¡Soy tan cobarde!… Siento que hay tantas cosas que no me animé a hacer: plantar un árbol, tener un hijo, asistir a un congreso internacional de Endodoncia y Topicación con Flúor...
Walter: ¡NO!
Julito: ¡POR FAVOR!
Walter: ¡TE DIJE QUE NO!
Julito: ¡QUÉ TIPO DE MIERDA QUE SOS, QUÉ EGOÍSTA! 
Julito se rebela, se abalanza para  quitarle el arma, Walter se deja dominar.
Walter: ¡Bien! ¡Ves que te corre sangre por las venas! ¡Ves que podés ser un hombre!
Walter cambia, se le sube encima.
Walter: ¡Ahora, me parte el corazón, pero sos el rehén! (lo golpea brutalmente) ¿QUERÉS JUGAR, PUTITO? ¿QUERÉS VER QUIEN PEGA MÁS FUERTE? ¡DALE, JUGUEMOS!
Julito (cubriéndose, lloriquea): ¡No, Walter, no!
Suena el celular, Walter atiende encima de Julito.
Walter: Hola, sí, qué hacés mamá... Estoy trabajando... ¡Claro que me bañé, mamá!... El traje azul y la corbata bordó... ¡Sí, la bordó a rayas azules!... ¡No!... ¡Porque lo mandaste a la tintorería, mamá!... ¡Y a mí que me importa!... ¡No sé a que hora! No te prometo nada... ¡Que no sé a que hora!... (hinchado) ¡Qué sé yo: poneles aceite, mamá!… ¡Entonces para qué me preguntás si sabés que con crema no me gustan!… Estoy ocupado. Hablamos después... ¡No, ninguna novedad!... ¡Ah sí! ¿Sabés con quién estoy?... Julito, te acordás de Julito, el hijo de Niní, sí... Niní... que vivían en calle Urdaneta… enfrente del almacén… Sí, al lado de la gomería... Enfrente de almacén, al lado de la gomería… No, enfrente del almacén, entre la gomería y la casa del viejo Fava… (le pasa el celular a Julito) Quiere saludarte.
Walter se incorpora, se frota las manos con el pañuelo, se saca el polvillo del saco va hasta la ventana.
Julito (golpeado, rehaciéndose): Hola, qué dice señora, yo bien, acá me encontré con Walter…. ¡Y sí, hace un montón, fue un alegrón, imagínese!... No, mamá falleció,  hace tres años, sí, pobrecita. No pudo superar lo de papá… y sí, se enfermó de los huesos. Sufrió como una santa, en el último tiempo con los medicamentos desconocía, sí, me confundía con mi tía Rosita… No yo me mudé... Mecánico dental… Sí, esa mierda…  ¡Y está difícil, sí, qué le parece!...
Se prende un reflector potente desde la ventana, Walter se acomoda la corbata.
Walter: Decile que corte, que empieza la conferencia de prensa.
Julito: Me dice Walter que tengo que cortar, que empieza la conferencia de prensa ¡Me alegro mucho haberla escuchado!... ¡Sí, con todo gusto, adiós señora, un beso, adiós!...
Julito, deslumbrado, se incorpora como puede y se pega a Walter.
Walter (molesto): ¿Qué necesitás?
Julito: ¿Vas a salir en televisión?
Walter: ¿Y a vos qué te parece?
Off de  murmullo. Ambos enfrentan la luz.
Walter: Señores...buenas tardes...les agradezco su presencia.  Sí, la toma comenzó a las 14 hs., hasta el momento todo se ha desarrollado con normalidad y ahora estamos esperando la llegada del Señor Juez...
Off de  murmullo.
Walter: ¿Cómo? ¡Si hablamos todos no se entiende!
Julito (tomando confianza): ¿Me permitís? (a los periodistas) ¡Señores, les pido que nos ordenemos, todos van a poder preguntar, de uno a la vez, por favor! (señala) ¿De que medio? ‘Crónica’
Off de murmullo.
Walter: Correcto, son tres tomas en total, dos en Capital, una en el gran Buenos Aires... ¡En todas hay rehenes!...
Julito (señalando): Diario ‘Clarín’, adelante….
Off de murmullo.
Walter: Haya o no haya víctimas, lógicamente eso depende del compromiso y de la voluntad negociadora de las autoridades.
Off de murmullo.
Julito: ¡Por favor!... ¿‘Radio Mitre’? Adelante…
Off de murmullo.
Walter: ¡Estamos en eso! Como ustedes y la comunidad toda deseamos que se resuelva de la mejor forma posible. Mientras tanto, en pocos minutos más, estoy saliendo para un banco en Munro y una financiera en Olivos... Ahora les ruego que nos dejen trabajar. ¡No hay más preguntas!
Off de murmullo.
Julito: ¡Ya escucharon: no más preguntas!
Se apaga el reflector.
Julito: ¡Walter, estuviste brillante!
Walter: ¿Te parece?
Julito: Sí, totalmente.
Walter: ¿Doy bien en cámara, no?
Julito: ¡Das muy bien, además sonás muy convincente, muy seguro! (Pausa) Walter, vos que tenés memoria: ¿te acordás del equipo, no?
Walter: Cómo olvidarlo.
Julito: ¡Las Garrapatas de Parque Avellaneda, se prenden y no te sueltan!… ¡Ganamos todo, eh!
Walter: Todo.
Julito: Copa Infantil del Oeste ‘74’ y ‘75’, Zonal Juvenil ‘75’, ‘76’ y ‘77’, el Regional Interclubes 6 veces….
Walter: ¡26 títulos…. 2 internacionales!
Julito: Walter, yo era capitán de ese equipo.
Walter: Me acuerdo.
Julito: ¿Te acordás de la final contra la Octava de Isidro Casanova, que íbamos ganando 1 a 0 y el bestia de D’Aloia hace ese penal faltando un minuto?
Walter: Me acuerdo.
Julito: Si nos empataban íbamos al alargue, ya no teníamos cambios. Y yo me acerco y le digo al oído al gordo Difeo “tirate a la derecha”…
Walter: Y el gordo se tiró a la derecha y lo atajó, es verdad… Pero esto es distinto.
Julito: ¡No es distinto!
Walter: Esto es distinto.
Julito: ¡Walter, si yo pude en ese momento, ahora puedo!...
Walter: ¡Esto es distinto!
Julito (se arrodilla, suplicante): ¡Walter, por favor!
Walter (violento, lo agarra del cuello): ¡TE DIJE QUE NO Y ES NO! ¡TUCÁN! ¡TUCÁN!  (aparece Tucán) ¡Llevate esta rata! ¡Metélo en el baño, tiralo por la ventana, hacé lo que quieras!
Tucán lo arrastra hacia la salida.
Julito: ¡No por favor Walter, por favor!… (buscando una salida) ¡MARTITA!
Walter (a Tucán): ¡Dejalo!
Tucán sale, Julito vuelve al sitio donde estaba inicialmente, se ata los pies y las manos y se recuesta.
Julito: C-cuando estuve con ella, la última vez, me preguntó…
Walter: ¿Qué cosa?
Julito: Por vos.
Walter: Mirá que bien… ¿Y antes?
Julito: ¿Antes qué?
Walter: ¿No habló nunca de mí?
Julito: No
Walter: ¿Por qué?
Julito: No quería
Walter: ¡Puta del orto!
Julito: ¡No hablés así!
Walter: ¿Qué dije, acaso no fue siempre una puta del orto?
Julito (confuso): ¡R-retirá lo dicho!
Walter: ¿Retirá lo dicho? ¿De qué hablás?... (entendiendo) ¿No me digas que vos?…
Julito: ¿Que yo qué?
Walter (tentado): ¡No, no te la garchaste!
Julito (temblando de rabia): ¡L-lo que decís no es de caballeros! ¡Retirá lo dicho!
Walter: ¡No te la garchaste!
Julito se incorpora, se saca las ataduras, se pone en pose antigua de boxeo y lo enfrenta
Julito: ¡Dije que retirés lo dicho, ya!
Walter, burlón, hace la misma pose de boxeo y comienza a girar, al acecho y a amagarle golpes.
Walter: ¡Julito, único cristiano varón de toda la zona oeste y barrios adyacentes que no se garchó a la bombacha veloz, al gato más gato de Parque Avellaneda, Martita Ansaldi, alias ‘la Martita’, la reina indiscutida de la tirada de fideo!…
Julito le clava una mirada helada, Walter se siente en falta y baja los brazos. Pausa.
Walter: Okey, retiro lo dicho.
Se sientan sobre el escritorio, Julito saca una foto y se la muestra.
Walter: ¡Las tetas de siempre!… (cambiando) Digo: se mantiene, ¿no?
Julito: Nos vamos a casar
Walter: ¿No digas?…. ¡Muy bien, te felicito, Julito, es un paso importante en la vida!... ¿Y ella que dice?
Julito: No sabe
Walter (reaccionando): ¡CÓMO QUE NO SABE! ¡VOS ME ESTÁS TOMANDO DE PELOTUDO A MÍ!
Julito: ¡No lo sabe todavía, porque antes tengo que hacer algo con mi vida, Walter! (lloriqueando) ¡Walter por eso te estoy pidiendo una oportunidad, por favor, es ahora o nunca, necesito ser alguien, hacer algo de lo que Martita se sienta orgullosa! ¡No puedo seguir de mecánico dental! (alucinado) ¡Me estoy volviendo loco, te juro, tengo pesadillas espantosas: veo dentaduras, dentaduras que se trepan a la pared de mi habitación, parecen cangrejos de río, van hasta el techo, yo me tapo con las frazadas, sé que van a dejarse caer sobre la almohada para destrozarme a mordiscones, pero justo antes de atacarme se alinean como un coro de iglesia y empiezan a cantar: “Julito pelotudo, Julito pelotudo, pelotudo, pelotudo”... ¡Walter, soy un pobre tipo!
Walter (violento, lo agarra del cuello): ¡TE DIJE QUE NO Y ES NO!... ¡TUCÁN! ¡TUCÁN!
Entra Tucán, Julito lloriquea.
Julito: ¡NO ME EJECUTES, WALTER, POR FAVOR, NO ME EJECUTES!
Walter: ¡Tucán, Julito queda a cargo!
Julito: ¡WALTER!
Walter: ¡Te sorprendí, eh!...
Julito: ¡Walter, no sabés lo que significa esto para mí!
Walter: No seas maricón.
Julito: ¡No te vas a arrepentir! (se arrodilla, intenta besarle las manos) Water: ¡Salí, qué hacés! (con asco se frota las manos con el pañuelo) ¡Demostrá algo de orgullo!
Julito: ¡Perdoname, soy demasiado emocional!
Tucán, que se había retirado, vuelve con un sobretodo, se lo pone en los hombros a  Walter, se escucha off de sirenas.
Walter (a Tucán): Yo estoy saliendo para Munro y Olivos, hablá con los muchachos.  ¡Con él como si fuera yo, está claro!... Ahora andá que ya salgo.
Tucán sale.
Julito: ¡Walter, muchas gracias!
Walter: ¡Cortala con el franeleo y presta atención: tenés que pedir hablar únicamente con un Juez D’Anuncio!
Julito: Está, D’Anunzio...
Walter: Pedí un millón de dólares en billetes de uno y un Boeing 707.
Julito: Está.
Walter: Veintidós chalecos antibalas, 8 fusiles semiautomáticos, un catamarán y un par de motos de agua.
Julito: Motos de agua…
Walter: ¡Ah y un BM descapotable!…
Julito: BM descapotable…
Walter: Que te metan todo en un par de containers y que lo fleten al puerto…
Julito: ¡Está, está, andá tranquilo!
Walter mira la hora, va saliendo.
Julito: Walter
Walter se vuelve.
Walter: ¿Qué?
Julito: ¡Me alegró verte!
Walter: ¡Lo mismo digo, Julito!
Walter lo mira unos instantes, se sonríe moviendo la cabeza. Sale. Julito observa el lugar fascinado, agarra la itaka, corre haciendo poses de guerra.
Julito: ¡Qué bárbaro!...
Se escucha off de helicóptero, Julito, levanta la vista al techo, a continuación agarra el megáfono y va hasta la ventana.
Julito: ¡HIJOS DE PUTAAAA... TIENEN MEDIA HORA, MEDIA HORA!... ¡QUIERO TRES DOCENAS DE MEDIALUNAS DE GRASA!... (se aleja y vuelve a la ventana) ¡Y UN KILO DE HELADO!... ¡Es emocionante! ¡Me tiemblan las manos!... ¿Y ahora qué hago? Tengo que llamar a Martita: ahora va a saber quién soy… ¡Tucán, TUCÁN!... 
Entra Tucán.
Julito: Necesito un celular
Tucán (dándole su celular): Tome señor.
Julito (marcando nervioso): Ahí está llamando… No, no contesta… Qué mujer, es tan salidora, siempre haciendo trámites en algún lado. ¡Pero a partir de ahora la cosa va a cambiar, me va a tener que escuchar!... No, no le voy a dejar mensaje… Qué digo: seguro que me va a ver en la tele: no lo va a poder creer … ¡Yo sabía que algo maravilloso tenía que suceder, gracias destino: se ha presentado mi oportunidad, mi gran oportunidad!... ¿Podría llamar a mi hermano? ¡No! Son tantas cosas, tengo que serenarme, respirar hondo, hacer un orden de prioridades: la negociación, los rehenes, la conferencia de prensa, el botín… ¡El botín, que antigüedad, seguro que se debe decir de otra forma: la parte, la tajada!... Pero no necesariamente tiene que ser todo como dice Walter, puedo hacer las cosas a mi modo, poner mi toque personal, marcar un estilo, el estilo Julito… “¡Por las características del golpe, y el profesionalismo demostrado ha sido claramente un trabajo de Julito Mastandrea!”…“¡Otro trabajo profesional del temible Julito Mastandrea!”…
Durante este parlamento, Tucán toma posición detrás de Julito, consulta su reloj, lo golpea porque evidentemente no anda bien, saca su pistola, revisa la carga, la apresta tranquilamente.
Julito: ¡Serenidad y a la vez firmeza! ¡No, no hay que dudar, no hay que dejarse presionar, escuchás Tucán! ¡De lo contrario, eh, la explotación del hombre por el hombre, el complot judeo-mormón-capitalista-anglicano, eh, que pasa!...
Tucán: ¡Ni se mosquean, señor!                                          
Julito: ¡Tal cual, ni se mosquean!... ¿Cuántos rehenes quedan?
Tucán: Uno, señor
Julito levanta los brazos y tira la cabeza hacia atrás, en éxtasis; al mismo tiempo Tucán le acerca el caño del arma a la nuca, retira la cara y entorna los ojos para evitar salpicarse con el estallido del cráneo.
Julito: ¡A ver, Tucán, quiero escuchar ese disparo!... ¡Ejecútenlo!

DISPARO Y APAGÓN SIMULTÁNEOS

















 

lunes, junio 14, 2021

PRUEBA DE AMOR . Roberto Arlt.

PRUEBA DE AMOR 


Roberto Arlt




Boceto teatral irrepresentable ante personas honestas



Guinter 


Frida





Abierto sobre la escena, un cuarto de baño de muros cubiertos con azulejos

blancos, separado de la biblioteca por un tabique de mampostería. La puerta

del cuarto de baño comunica con el costado lateral izquierdo del foro, mientras

que la puerta de la biblioteca, dando frente a los espectadores, se abre sobre

un pasillo. La mesa de la biblioteca aparece anormalmente cubierta por un

mantel blanco sobre el cual se distinguen pilas de paquetes pequeños cuyo

contenido es imposible discernir. Fría luz invernal ilumina la escena.



ESCENA 1

(GUINTER, en traje de calle, pero sin sombrero, entra con paso lento en la

biblioteca; mira abstraído durante un instante los paquetes que están sobre la

mesa y se acerca a la biblioteca, de la que extrae un libro, que hojea y coloca

inmediatamente en el estante. Luego se acerca a la mesa, recoge las cuatro

puntas del mantel e improvisa así un bulto. Indeciso, cavila y sale; entra en el

cuarto de baño, donde se mira en el espejo.)

GUINTER.-Nada más que veintisiete años... y ¡qué viejo estoy. . .!

(Enciende un cigarrillo sentándose en la orilla de la bañera enlozada.)

GUINTER.-Podría estar peor... (Mira en derredor.) Es lógico...: Con estas cosas

no se juega.

(GUINTER cavila algunos segundos. Sale y entra en la biblioteca. Recoge el

bulto por las orejas de trapo y sale nuevamente, para aparecer en el cuarto de

baño. Deposita su carga en el suelo, mira buscando un lugar adecuado donde

guardarla y, después de cerciorarse de que la bañera no contiene residuos de

agua, coloca el bolsón dentro de ella. Terminada dicha operación, se refugia en

la biblioteca acostándose en un sofá, pero, impaciente, abandona su rincón

para acercarse a un reloj de pie cuya tapadera de vidrio abre, para hacer correr

lentamente con el dedo el minutero.) 

2

GUINTER.-Canalla..., siempre caminarás más rápido o más despacio de lo que

necesitamos nosotros los hombres.

Se escucha el repiqueteo de un timbre. (GUINTER sale apresurado.)

ESCENA 2

(GUINTER entra en la biblioteca en compañía de una joven que representa

veinticuatro años, con traje "sastre" azul y velillo sobre el rostro. Cuando se

quita el sombrero queda en escena un tipo insignificante de mujer. La fuerza

interna de FRIDA se trasluce en la parsimonia de sus gestos y en la contención

de sus nervios. Se tiene en presencia de ella la sensación que esta mujer es

una perfecta hipócrita, espiritualizada y afinada por experiencias que ha

sobrepasado. Toma asiento en un sofá frente a GUINTER.)

GUINTER.-¿Tenías miedo de venir?

FRIDA.-Miedo propiamente, no. Pero no me agradaría que en casa lo supieran.

GUINTER.-¿No estamos comprometidos, acaso?

FRIDA.-Eso tiene que ser extraordinariamente importante para mí, ¿no?

GUINTER.-¿Por qué decís eso?

FRIDA.-Según los hombres, únicamente un compromiso formal puede decidirla

a una mujer a dar ciertos pasos. . ., al menos entiendo que en tu

pregunta vos querés establecer eso ...

GUINTER.-Sí. . ., efectivamente,

FRIDA.-De modo que éste es tu departamento (mira en derredor). Muy bonito.

(Se produce un intervalo de silencio.)

GUINTER.-Bueno..., decime..., ¿te imaginás para qué te hice venir?

FRIDA.-No.

GUINTER (burlón).-¿Así que no te imaginás? Cierto, es lógico que no te

imaginés.

FRIDA.-No usés ese tono burlón. ¿He dicho alguna vez que era adivina?

GUINTER.-Es cierto... Bueno, aclararé yo el misterio. Necesito que me des una

prueba, una verdadera prueba de que tu amor no consiste en palabras.

FRIDA.-Entonces me lo imaginé. (Sarcástica.) ¡Qué curioso! No creí nunca

disponer de tanta imaginación.

GUINTER.-Pues esta vez tu imaginación ha fallado, me parece. Yo lo que

necesito es una prueba auténtica de amor.

FRIDA.-¿No te la doy al visitarte, completamente sola?

GUINTER (irónico).-A los veinticuatro años, son raras las mujeres que no han

visitado el departamento de un hombre solo. Algunas en compañía de la 

3

madre, para volver después solas; otras, en compañía de la amiga. El

procedimiento varía según el grado de hipocresía de la interesada, pero

al final las consecuencias son idénticas.

FRIDA (dominando su furor).-¿Con qué derecho me hablás así?

GUINTER.-Disculparás, ¿no?, pero hoy vamos a conversar de cosas que

considero serias. ¿Vos me querés?

FRIDA.-¿Lo dudás?

GUINTER.-Sos una maravilla, querida. Contestás una pregunta con otra.

FRIDA.-Eso quiere decir que dudás de mí.

GUINTER.-Exactamente. Dudo.

FRIDA.-¿Por qué?

GUINTER (fríamente).-Creo que estás dispuesta a casarte con mi dinero.

FRIDA (dejando escapar su indignación).-¿Qué decís?

GUINTER (cínicamente).-No repitamos las palabras como en los parlamentos

teatrales porque si no es cosa de nunca acabar. Si yo te ofendo al decir

eso, lo veremos después.

FRIDA.-Para decirme semejantes groserías no era necesario que me invitaras

a visitarte. Todo eso podías habérmelo dicho en casa.

GUINTER (burlón y con secos chasquidos de odio en la voz).-Convendrás que

en tu casa hablamos de amor. Incluso complicamos todo el sistema

astronómico en nuestras relaciones. Ya ves si hay tela para cortar en tu

casa. Pero vayamos por orden, te lo ruego, y no te molestes hasta el

final. (Con transición de ternura dolida.) Cierto, querida mía, te he

llamado para decirte que te quiero y dudo de tu sinceridad. No me

interrumpas. Dejar de creer o no poder creer en una mujer es una

desgracia involuntaria, semejante a la de estar enfermo. Nadie,

reconocerás honestamente conmigo, desea estar enfermo, sin embargo

los hospitales se encuentran repletos de dolientes. Por otra parte, y

aceptarás conmigo que lo que te digo es una verdad de peso, lo trágico

del amor consiste en que, siendo un sentimiento abstracto, se mide en

las relaciones sociales con la vara de los hechos concretos. ¿Me

entendés?

FRIDA.-Perfectísimamente.

GUINTER (Con cierta jovialidad burlona en los ojos).-De hecho, me querés con

la misma fuerza con que yo te quiero a vos, ¿no es así? Pero al final de

cuentas el que se tiene que casar soy yo. ¿No es otra vez así?

FRIDA.-Así es.

GUINTER (sumamente frío).-De modo que suponiendo que vos ahora me

dieras la prueba de amor de entregarte a mí, a cambio de esa prueba de

amor, que duraría, sin incluir naturalmente el tiempo de desvestirse y

vestirse, un minuto, yo, en pago de ese minuto, tengo que darte otra 

4

prueba de amor cuyas consecuencias económicas, serán efectivas para

ti para toda la vida..., es decir..., el matrimonio.

FRIDA.-Es así, Guinter..., no lo puedo negar. Pero quiero hacerte una

pregunta. ¿Qué queda para la abandonada? 

5

GUINTER.-En la actualidad las únicas mujeres que se casan son las que han

pasado por varias manos. Ellas aprovechan el conocimiento que les

confiere la conducta ilegal, para proporcionarse un marido, como esos

editores que se enriquecen publicando libros que predican la

desaparición de la propiedad privada y el exterminio en masa de los

capitalistas.

FRIDA.-¿Y qué es lo que entendés por conducta ilegal?

GUINTER.-Entiendo que la mujer practica conducta ilegal cuando infringe todos

los aparentes principios morales que son la base de nuestra sociedad

burguesa. La sociedad burguesa condena la libertad sexual en la

mujer... Pues bien..., la hipócrita actual finge despreciar tales prejuicios,

para valorizarse intelectualmente ante el hombre, para encadenarlo con

lazos de pasión y arrastrarlo así a la consumación del matrimonio, que

es la suma de todos los prejuicios e inmundicias que basamentan la

sociedad burguesa.

FRIDA.-Nunca se me ocurrió analizar ese problema.

GUINTER (ensañándose).-Incluso, muchas de ellas se casan par la iglesia... y

con corona de azahar. (Riéndose.) Se me ocurre que en vez de ceñir

una corona de azahar deberían adornarse la cabeza con una corona de

naranjitas...

FRIDA.-¿Naranjitas? -. . .

GUINTER.-Claro..., las naranjitas simbolizarían los óvulos de los abortos

padecidos durante la caza ilegal del marido.

FRIDA (sonriendo involuntariamente).-Sos un salvaje, querido.

GUINTER (burlón).-Me alegro. Siempre he dicho que sos una mujer razonable.

FRIDA.-Creo que demasiado razonable. Sigamos con tu tesis.

GUINTER.-A las mil maravillas. (Enigmático.) Me parece que hemos nacido el

uno para el otro.

FRIDA.-Es muy posible, si los sistemas astronómicos no se oponen.

GUINTER.-¿No te gusta la frasecita? Sin embargo es la verdadera. Pero no

nos vayamos por las ramas, estábamos en ... ¿en qué estábamos? ...

FRIDA.-En que la mujer, por una prueba de amor que dura un minuto, exige del

hombre una prueba de amor que dura una eternidad.

GUINTER.-Muy bien. Te pregunto yo ahora: ¿Qué prueba de amor puede dar

una mujer que, en vez de durar un minuto, dure una eternidad?

FRIDA (permanecerá callada un instante; luego, sonriendo, con serenidad

perfecta).-Guinter..., la mujer no puede dar ninguna prueba de amor.

GUINTER.-Dijiste la verdad. De modo que vos, de acuerdo con esa

manifestación, no podés dar ninguna prueba de amor, ¿no es así?

FRIDA.-Es así... al menos de ese amor a que te referís. 

6

GUINTER.-Magnífico. Veo que nos entendemos. (Cínicamente.) Cada vez me

inclino a creer más en la intervención del sistema planetario en nuestro

amor.

FRIDA.-No sé por qué se me ocurre que hoy se juega mi destino aquí. (Con

gesto de fatiga.) Y bueno... ¿Qué puedo hacer yo?. .

GUINTER.-Frida quiero preguntarte algo. ¿Qué es lo que opinás de mi estado

mental?

FRIDA.-Es normal. Todavía no estás muy nervioso.

GUINTER.-En este momento se me ha ocurrido una idea, Frida. Nosotros, los

hijos de las razas del norte, nos podemos entender con las mujeres...

FRIDA.-Ya sé..., que también sean del norte...

GUINTER.-¿Hacés ironía?

FRIDA.-No, Guinter.

GUINTER.-Te decía esto porque veo la vida de un modo muy particular.

FRIDA.-Es muy posible.

GUINTER.-Y en ciertas circunstancias me gusta jugarme la vida. Vos, Frida,

sos una mujer a la que gustoso le daría una prueba de amor.

FRIDA.-¿De qué amor?

GUINTER.-De este amor que vos no entendés

FRIDA.-¿Te parece?

GUINTER.-Decime, si yo fuera pobre, ¿te casarías conmigo?

FRIDA.-Creo que sí.

GUINTER.-Entonces me querés.

FRIDA.-Es muy posible que vos no entiendas lo que es amor de mujer.

GUINTER.-¿Qué prueba convincente puede dar un amor de mujer?

FRIDA.-¿No hemos convenido en que ninguna mujer puede darle a un hombre

una prueba de amor, si él previamente no cree?

GUINTER (nuevamente hostil).-Sin contar que esa prueba de amor a que nos

referimos, la mujer puede otorgarla en cada oportunidad a un imbécil

distinto. Y ese imbécil, creer que es técnicamente el primero... o a lo

sumo el segundo... pero nada más que el segundo. Máxime si se tiene

en cuenta que hoy hay parteras que fabrican una virginidad por

quinientos pesos.

FRIDA.-iQue enterado estás... ! (Burlándose de GUINTER.) Querido..., no

todas las familias pueden gastarse quinientos pesos en una...

GUINTER (deliberadamente grosero).-Cierto. Y además ¿qué harían las

familias que tienen varias chicas para colocar? (Con furor lento.) Es

colosal. Estas muchachas de familia burguesa, como quien lleva a un

zapatero un par de zapatos, llevan sus órganos genitales a una partera,

para que les eche media suela de virginidad.

FRIDA (impaciente).-Te prevengo que la astronomía es más 

7

GUINTER.-Estábamos...

FRIDA (examinando atentamente a GUINTER).-En que ninguna mujer puede

darle a un hombre una prueba de amor, como no sea su infinita

paciencia.

GUINTER (impasible).-Por otra parte el valor de esa prueba de amor no puede

extenderse a un espacio mayor de tiempo que el que ocupa esa misma

prueba para ser realizada. De modo que una posesión, que dura tres

minutos, no puede dar fe de un amor eterno, sino de un amor existente

dentro de esos tres minutos. Pero las mujeres se comportan en cierto

modo como las instituciones bancarias, que son instituciones para dar

ganancia a sus accionistas: abren al cliente un crédito idéntico al

depósito que han recibido en efectivo de éste. Es decir, son pasivas.

Cuando el cliente agotó el depósito, el banco cierra su crédito; la mujer,

la caja de su amor.

FRIDA.-Razonás muy bien... y de todo lo que decís se desprende que es

imposible darle una prueba de amor a un hombre como vos.

GUINTER.-¿No encontrás una sola prueba?

FRIDA.-No encuentro, Guinter.

GUINTER.-¿Por qué no la encontrás?

FRIDA.-Primero, porque matás la fe en mis propios actos; después, porque esa

prueba no existe, Guinter. Habría que inventarla expresamente, para

vos.

GUINTER.-Y la gente ha estado hasta el presente demasiado ocupada para

inventar una prueba para Federico Guinter, ¿no es así?

FRIDA.-Desgraciadamente, es lo que ocurre.

GUINTER (súbitamente reanimado).-Pues yo la he inventado. ¿Querés pasar

conmigo al cuarto de baño?

(FRIDA vacila un instante, luego se pone de pie. GUINTER le hace cruzar la

puerta ante él y sale.) 

8

ESCENA 3

(GUINTER y FRIDA aparecen en el cuarto de baño. FRIDA permanece de pie a

la entrada, mientras que GUINTER se sienta en la orilla de la bañera.)

GUINTER (señalando la bañera).-¿Ves? Aquí está mi fortuna. (Se inclina hacia

el interior de la bañera y, tirando de una oreja del mantel, lo desplaza tan

violentamente que algunos paquetes de dinero ruedan por el piso de

mosaico.) Volviendo a lo nuestro: creo que estás resuelta a casarte

conmigo para resolver tu problema económico. Eso, en primer término.

Para una mujer como vos, lo sentimental queda siempre colocado en

segundo o tercer plano.

FRIDA (cruzándose de brazos).-¿Cuándo terminarás de insultarme?

GUINTER.-Perdón..., mi finalidad no es insultarte sino probar la autenticidad de

tus sentimientos amorosos. (Poniéndose de pie.) La prueba puede

efectuarse de esta manera. Le prendemos fuego a la pila de billetes de

banco y, cuando este sucio papel haya terminado de arder, yo me habré

quedado pobre... y entonces, si vos persistís en casarte conmigo, es

verdad que me querés en este momento actual de tu vida. Y no podré

dudar.

FRIDA.-¿Estás loco?

GUINTER.-Dejá esas exclamaciones para las heroínas del teatro poético.

FRIDA (moviendo pensativamente la cabeza).-Es cierto. Perdoname. En fin...

(pasea por el pasillo del baño), es tu antojo..., perfectamente. Vos tenés

el derecho de hacer lo que se te antoja con tu dinero, pero yo me creo

obligada a advertirte que te he conocido rico..., no pobre...

GUINTER.-Efectivamente.

FRIDA.-De modo que, como yo no tengo poder para atarte con un chaleco de

fuerza, te digo que, después que hayas consumado ese disparate, me

reservo el derecho de aceptarte o rechazarte.

GUINTER.-Me parece muy bien el convenio. Siempre dije que eras una mujer

razonable.

FRIDA.-Siempre se es razonable ante alguien que es más fuerte o más loco

que nosotros. (Con súbito enternecimiento.) Pero si te rechazo, ¿dirás

algo?

GUINTER (examinándola, sinceramente sorprendido).-¿Por qué? Yo juego..., si

pierdo... paciencia..., mala suerte... La vida no es este sucio papel.

FRIDA.-No te creía tan fuerte.

GUINTER.-Es difícil conocer al hombre, quizá más difícil que a la mujer. 

9

(FRIDA se inclina ahora sobre la bañera y coge un paquete y lo abre. Deja caer

pensativamente los billetes, después toma otro paquete y repite la operación;

nuevamente se inclina, revuelve entre los mazos y extrae un tercer paquete.)

FRIDA.-Y todos son nuevos. Ese es, tu dinero..., tu pobre dinero. No te ha

hecho nada y lo vas a quemar.

GUINTER (enfático).-Mi fortuna... aquí, a tus pies.

FRIDA.-¿Compraste a muchas mujeres con ella?

GUINTER (irónico).-Para comprar mujeres no se necesita una fortuna.

¡Pobrecitas! Todas se venden por algo. Las más por una promesa de

firma en el Registro Civil; las otras, a veces por un par de medias... y

también por menos.

FRIDA.-Es triste eso.

GUINTER.-Nos van encanallando despacio. Al final uno llega a despreciarlas

de tal modo que cuando lo aburren a uno les escupe en la cara, las echa

a puntapiés y luego las vuelve a tomar.

FRIDA (con rencor que tiembla en la voz).-Te han hecho sufrir esas perdidas,

¡eh!

GUINTER.-¿Por qué será que todas las mujeres tratan de perdidas a las otras?

FRIDA.-Por la misma razón que los hombres tratan de imbéciles a todos los

otros que se han acostado con una mujer que se niega a complacerlo al

que pronuncia esa palabra.

GUINTER.-Es verdad.

FRIDA.-Bueno..., ¿insistís en pensar que yo me caso con tu dinero y no con

vos?

GUINTER.-Sí.

FRIDA.-Entonces podés prenderle fuego al sucio papel.

(GUINTER abre un cajón de madera que está colocado sobre la bañera y saca

una botella de nafta. Destapa el frasco y, cuando va a inclinarse para rociar el

dinero, FRIDA lo detiene de un brazo.)

FRIDA.-Guinter... , si me querés tanto no es necesario que me des una prueba

de amor.

GUINTER (con frialdad).-No estoy probando el amor que te tengo, sino

sometiendo a prueba el amor que decís tenerme. Lo cual es muy

diferente, querida.

FRIDA.-Hacé lo que quieras (Guinter rocía lentamente con nafta el dinero. Ella

habla ostensiblemente nerviosa.) Guinter no hagás locuras...

GUINTER (irónico).-Tenés miedo de tu porvenir económico, ¿eh? ¡Cómo lo

cuidás!

FRIDA (tapándose el rostro con las manos).-Hágase tu voluntad. 

10

(GUINTER enciende un fósforo y lo arroja al bulto de papel. Grandes

llamaradas azules y rojas se reflejan en los azulejos del muro y temblequean

franjas violáceas y anaranjadas. FRIDA, sin poder contener su curiosidad, se

acerca ahora silenciosamente a la hoguera que arde en el interior de la bañera,

y mira abstraída cómo se consume el dinero. Guinter observa en cambio con

curiosidad malévola el rostro de la mujer encendido por el reflejo del incendio.

FRIDA (de pronto, sin poder contenerse).-¡Qué pena horrible, Guinter! ¡Guinter!

¿Qué has hecho, mi Guinter?... Hombre, mi pobre hombre querido.

(FRIDA se abalanza al cuello de GUINTER, lo estrecha entre sus brazos

y lo besa en el rostro.) Guinter. Guinter mío..., hoy he aprendido a

quererte. ¡Qué alma, qué alma la tuya! ¡Oh, y yo que no te conocía! No

te conocía, Guinter. Te lo juro. Sí, creeme. No te conocía. Estaba a tu

lado fría, serena, calculadora. Dudaba de tu amor. Y ahora... ahora ¿qué

mujer habrá recibido una prueba de amor semejante? Decime, Guinter,

¿qué mujer? ¡Oh mi hombre! Mirá el fuego rojo... (Se inclinan ambos

tomados por la cintura sobre la hoguera, que les cruza el rostro de

resplandores escarlatas.) Las cenizas..., hasta las cenizas están rojas. Y

vos dudabas si me casaría con vos..., pero claro, grandísimo tonto,

criatura mía. (GUINTER se sienta en un extremo de la bañera.) Dejame

sentar en tu falda. (GUINTER deja que ella se siente sobre sus rodillas y

le enlaza la cintura con un brazo.) Verás, Guinter... verás..., seremos

felices a pesar de todo...

GUINTER.-Tenés que perdonarme, Frida. Dudaba...

FRIDA.-Quien tiene que perdonarme sos vos. Guinter. Tú, mi pobre Guinter.

Pero te acompañaré lo mismo. Tenés razón. La vida no es ese horrible

dinero. (Mirando hacia la hoguera que apenas humea y con una sonrisa

de niña.) ¡Qué curioso, Guinter..., a pesar de ser tan sucio, produce una

ceniza blanca...!

GUINTER (confidencialmente).-Tendremos muchas alegrías en la vida, Frida.

FRIDA (mirándolo con adoración).-Como ésta, ninguna...

GUINTER (enigmático).-Puedo darte una gran alegría todavía...

FRIDA (enternecida).-No sabés lo que decís, Guinter querido.

GUINTER.-Yo sé siempre lo que digo. (Echa la mano al bolsillo y extrae un

cheque. Se lo alcanza.) Tomá, éste es mi regalo.

FRIDA (leyendo extrañada el cheque).-¿Setenta mil pesos? ¿Cómo, tenías

más dinero que el que has quemado?

GUINTER.-No.

FRIDA (con asombro creciente).-¿Y entonces?

GUINTER.-El dinero que ardió era moneda falsa. 

11

FRIDA (se aparta lentamente de GUINTER. El cheque cae de entre sus manos

al suelo. Demudación de desilusión infinita relaja las líneas de su

rostro).-¡Ah... !

GUINTER.-¿Estás contenta, Frida? (Se acerca para tomarla de la cintura.)

FRIDA (abandonando la orilla de la bañera, donde se habrá dejado caer

automáticamente).-No me toques, Guinter.

GUINTER.-¿Qué te pasa?

FRIDA.-¿Cómo te procuraste ese dinero falso?

GUINTER.-Lo hice fabricar para mí. La imprenta que lo hizo sabía ya el destino

que tenía. Pero, ¿por qué me preguntás eso?

FRIDA (con el pensamiento ostensiblemente ausente de las palabras que

pronuncia).-¿Y hay gente que se atreve a hacer esas cosas?

GUINTER.-Pagándole, la gente se atreve a todo.

FRIDA (siempre abstraída).-Bueno..., es tarde, Guinter..., adiós...

GUINTER (estupefacto).-¿Cómo adiós?...

FRIDA (recobrándose con lentitud).-Bueno..., ha terminado la comedia. Guinter.

Sos un hombre..., un hombre como todos...

GUINTER (emocionado dolorosamente).-¿Qué decís... estás loca?

FRIDA (fría y triste).-Con razón que yo venía tan triste hacia aquí. Se jugaba mi

destino... y ¡en qué manos, Dios mío..., en tus manos de tramposo!

GUINTER.-Frida..., no pensás en lo que decís ...

FRIDA.-¡Qué pena... ! Me has roto para siempre... y porque sí, ¡Un tramposo!

¡Querer a un tramposo! (Lentamente se quita el anillo de compromiso y,

moviendo la cabeza como frente a un muerto, mira un instante la

hoguera que reanima en su rostro un resplandor bermejo y arroja el

anillo a la bañera. Algunas lágrimas corren por su carita.) ¡Qué pena,

Dios mío, qué pena! (Sale sin mirar a GUINTER, que conmovido, se

apoya en el muro con anonadamiento mentecato.)

TELON

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