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miércoles, septiembre 03, 2025

DESPROPÓSITO. OBRA PARA CUATRO PERSONAJES Y CUATRO INTÉRPRETES. Leonel Giacometto. Rosario, Argentina.





Leonel Giacometto



















DESPROPÓSITO

 

OBRA PARA CUATRO PERSONAJES Y CUATRO INTÉRPRETES [obra de silencios significativos]: Desde Rosario, Argentina escribe Leonel Giacometto: to bengavarre@gmailcom

"HOLA. Respondiendo a la invitacion de tu página, en adjunto envío texto de mi autoría para su publicación online, de ser posible. Saludos, en contacto, Leonel.".

 

LEONEL GIACOMETTO (Rosario, Santa Fe, 1976). Escritor, dramaturgo, periodista cultural y, a veces, director de actores. En narrativa ha publicado Pequeñas dispersiones (Editorial Municipal de Córdoba, Córdoba, 2005). Algunos de sus cuentos fueron premiados y publicados en antologías en Argentina, España, Costa Rica y México. Para chicos ha escrito Naúfragos y Piratas (Editorial Homo Sapiens, 2005), Leones, osos y perdices (Editorial Colihue, 2006), La gata mujer (Primer Premio Certamen de Teatro-Guignol La Maison d'Amérique Latine en Rhône-Alpes, Francia, 2009). Para teatro, entre otras, Dolor de pubis (Siete autores: la nueva generación, Editorial Inteatro, Buenos Aires, 2004),Santa Eulalia, Madagascar (Dramaturgos del Litoral argentino, Editorial de la Sociedad General de Autores, Argentores, Buenos Aires, 2008) Despropósito, Arritmia (Nueva dramaturgia argentina, Editorial Inteatro, Buenos Aires, 2008), Plató (Tercer Premio en el VII Certamen de Textos Teatrales de Torreperogil, España, 2004), Herr Klement (Primer Premio del concurso de textos teatrales del Ayuntamiento de Santurce, España, 2005), Todos los judíos fuera de Europa, El difuntito (Teatro x la identidad, Edición 2009, Rosario). Escribió y dirigióCarne Humana (1998), Fingido (2007), Real (2007), Latente (2008) y Desenmascaramiento (2008). Sus obras son representadas en Argentina, España, El Salvador, México, Estados Unidos y Venezuela. Junto a Patricia Suárez publicó Trilogía peronista (Editorial Teatro Vivo, Buenos Aires, 2005). Reside en Rosario. Nominado a los Premios ACE 2006/2007, mejor autor argentino por Todos los judìos fuera deEuropa (6 nominaciones ACE, 3 Premios ACE -Mejor espectàculo off, Mejor Actor, Revelaciòn masculina). Colaboró como en Secciones de Cultura y Espectáculos de los diarios La Capital (Rosario), El Litoral (Santa Fe) y El Ciudadano (Rosario) y es autor, además, de dos blogs de ficción en Internet: Enceguecido, una conspiración de putos (http://enceguecido.blogspot.com/), y Putos breves, ficción jedionda(http://putosbreves.blogspot.com/) que actualiza semanalmente. -- Leonel Giacometto http://enceguecido.blogspot.com/ http://putosbreves.blogspot.com/ http://notasenundiario.wordpress.com/

DESPROPÓSITO   [i] de Leonel Giagometto [ii]

 

Aun hilando más fino podríamos agregar que el teatro vivo sobre la escena, la organicidad que buscamos en la actuación implican un cierto riesgo de que cada noche de función aparezcan matices diversos, dependiendo de la mayor o menor entrega del juego escénico y de los “accidentes” que tiñen el curso vivo de la interacción real.

RAÚL SERRANO

Nuevas tesis sobre Stanislavski

(Editorial Atuel, Buenos Aires, Argentina, 2004)

 

Personajes / Intérpretes:

La mujer que escucha / Actriz que hace de La mujer que escucha

El hombre que mira / Actor que hace de El hombre que mira

La mujer que siente / Actriz que hace de La mujer que siente

El hombre que siente / Actor que hace de El hombre que siente

 

Monoambiente en el que hay pocos muebles; tan sólo una silla, una mesa, un pequeño velador y un sillón de tres cuerpos junto a otro sillón de un cuerpo. Del techo pende una lamparita que nunca está encendida. Siempre hay penumbra y el velador da una tenue luz amarilla.

 

Ingresa La mujer que escucha y El hombre que mira. Silencio. Ella se sienta en el sillón de un cuerpo. Él, en el sillón más grande. Silencio. Ella emite un profundo suspiro.

 

    La mujer que escucha: (Luego de un suspiro.): Sí.

    El hombre que mira: Por momentos es violento.

    La mujer que escucha: Sí.

    El hombre que mira: Por momentos es desesperado.

    La mujer que escucha: Sí.

    El hombre que mira: Ella va a su casa los miércoles a última hora, sólo para coger.

    La mujer que escucha: Sí.

    El hombre que mira: Él.

    La mujer que escucha: Sí.

    El hombre que mira: Ella.

    La mujer que escucha: Sí.

El hombre que mira: Al principio bajaba de un taxi pero últimamente desciende de un colectivo que la deja en la esquina del edificio. Ella. Del 107. El 107 es un colectivo.

    La mujer que escucha: ¿Importa?

    El hombre que mira: Antes se bajaba del taxi y muy rápido tocaba el timbre del portero eléctrico. Presionaba una sola vez –como también lo hace ahora-. Nadie contestaba del otro lado y en contados segundos estaba ingresando al edificio –como también lo hace ahora-. Él la espera sentado en la única silla que hay en el monoambiente, junto a la única mesa. ¿O es un sillón?

    La mujer que escucha: No importa.

    El hombre que mira: ¿No importa?

    La mujer que escucha: No.

    El hombre que mira: Es el sexto piso. El “A”; aunque no estoy muy seguro. Podría ser el “B” o “C”.

    La mujer que escucha: No importa.

    El hombre que mira: ¿No importa?

    La mujer que escucha: No.

    El hombre que mira: Es un edificio enorme con muchos departamentos por piso. La mayoría son monoambientes y están habitados por estudiantes.

 

Silencio.

 

    El hombre que mira: Ella ingresa. La puerta está sin llave. Se desnudan inmediatemente. Después ella se va sin quedarse a dormir. Se viste rápidamente y se va sin saludar; sin despedirse. Cuando ella se va, él se masturba y luego sale. Se viste y se va. En el monoambiente hay pocos muebles; tan sólo una silla, una mesa, un pequeño velador, y algo parecido a un sillón. Del techo pende una lamparita que nunca está encendida. Siempre hay penumbra; del velador sale una tenue luz amarilla. Sin embargo es posible observar los más mínimos detalles. Hace meses que vienen haciéndolo y casi lo mismo que vengo observándolos. No sé cómo fue su primer encuentro. La primera vez que los vi, al parecer, ya habían establecido un secreto y tácito código. No tengo idea de quiénes son, ni dónde viven, ni de qué lugar viene cada uno. No ponen música, no beben; ni siquiera hablan entre ellos. Sin embargo, lo que sucede en ese monoambiente junto enfrente de mi departamento es un espectáculo digno de una representación teatral en el que todo, menos la luz, está permitido.

La mujer que escucha saca una pequeña libreta en la que escribe.

El hombre que mira: ¿Qué escribe?

La mujer que escucha: Frases.

El hombre que mira: ¿Cuáles?

La mujer que escucha: ¿Usted qué piensa?

El hombre que mira: Al principio me pareció intrigante y, semana tras semana, quería averiguar de qué se trataba. Cuando supe que se encontraban sólo los miércoles por la noche, comencé a llegar más temprano a mi casa. (Silencio breve.) Compré un telescopio con la tarjeta de crédito para observarlos mejor. Siempre el mismo rito de desnudarse velozmente y tirarse en el sillón, en el piso. Ella parece más joven y posiblemente lo sea. Él es enorme comparado con ella.

 

Silencio algo extenso.

 

La mujer que escucha: ¿Si?

El hombre que mira: Mi imaginación les creó una historia, y hasta un nombre para cada uno.

La mujer que escucha: ¿Nombres? ¿Hay nombres?

El hombre que mira (Tocándose la cabeza.): Aquí. Él se llama Ariel y tiene 45 años. Ella tiene un nombre simple: se llama María y tiene 20. Por su aspecto, Ariel es profesor universitario. Profesor de Letras. Ella es su alumna. Hace meses que viven una relación silenciosa y clandestina. Él es casado y tiene dos hijos de casi la misma edad de María. Ella es tímida y él fue su primera relación amorosa. Como sucede con la mayoría de la gente, la primera vez, quizás, hablaron de pavadas sobre la universidad. Después se produjeron largos e incómodos silencios durante los cuales se miraron sin saber qué hacer. Estaban sentados en algún rincón de la facultad y, cuando se pararon los dos al mismo tiempo, él le dio un papelito en el que estaba escrita la dirección del monoambiente.

 

Silencio.

 

La mujer que escucha: ¿Entonces?

El hombre que mira: Entonces... (Se interrumpe.) Ahora que lo pienso bien, teniendo en cuenta que el edificio está lleno de estudiantes, quizás Ariel no sea profesor y quizás ella no sea su alumna. Tal vez, él es su patrón y ella su empleada. (Pausa breve. Piensa.) No creo que sea su secretaria, no me parece tan simple la cuestión.

La mujer que escucha: ¿No?

El hombre que mira (Poético.): En la penumbra, cubiertos de una pálida luz amarilla, prueban distintas posturas amatorias. Por momentos, él parece violento; casi desesperado. Sin embargo ella lo calma con caricias. Le propone caricias y le muestra cómo es explorarse mutuamente. Es dulce. La situación es dulce.

La mujer que escucha: La situación es dulce.

El hombre que mira: Muy dulce.

La mujer que escucha: ¿Cuán dulce?

El hombre que mira (Después de un breve silencio.): Más de una vez, no sé cómo decirlo, por momentos una especie de envidia recorría mi cuerpo al verlo a Ariel junto a María. Casi siempre, justo en el momento exacto de acabar, ella lo sujeta con sus piernas y lo mira profundamente. Él le muerde el cuello y se derrama dentro de ella. Nunca vi que hablaran.

La mujer que escucha: ¿Nunca?

El hombre que mira: Jamás se hablaron dentro de ese monoambiente. Quizás se susurren obscenidades.

La mujer que escucha: ¿Cuáles?

El hombre que mira: Quizás ella le pida que le... le... (Titubea y lo dice bajo y con algo de rencor.) chupe las tetas. Porque él pasa largo rato acá, (Se toca la mitad del pecho.) en el valle. Después siempre, primero, la izquierda; la que desde mi ventana parece más grande que la otra. Y no se las besa... Se las chupa. Succiona como esperando que salga algo... Y a mí ya me da asco. Y ahora más... Ahora yo...

La mujer que Escucha: ¿Qué? ¿Más asco?

El hombre que mira: Los miércoles eran, o son, qué sé yo, los mejores días de la semana. Mi semana empezaba y terminaba un miércoles. Todos los miércoles. Semanas de un solo día. (Simula tener delante el telescopio.) Dejo mi departamento en penumbras, lentamente me acerco a la lente, cierro el ojo izquierdo y con el derecho la observo. A ella. Porque es a ella a quien observo realmente. A María... Esa mujer, bah, esa chica, como dije, para mí se llama María y tiene desde acá (Se toca el ojo derecho.) las mejores... No, las mejores no... María tiene tetas tiernas que me hablan.

La mujer que escucha sonríe.

El hombre que mira: Sí, me dicen cosas de ella... (Silencio.) Yo... Yo... Soy inofensivo, soy... Soy más tierno que sus tetas. Hacía mucho tiempo que nadie reavivaba mi esperanza. De repente, un miércoles, la curiosidad se convirtió en amor. Es amor, aunque no sepa nada de ella y, al mismo tiempo, conozca cada mínimo detalle de su cuerpo. (Silencio.) Un jueves, me desperté sabiendo que la amaba. Y me sentí patético. Me dio vergüenza haber pasado tantos meses mirando cómo... (No se atreve a decirlo.) Me dio vergüenza, sobre todo, mi soledad. Y me sentí la criatura más despreciable y sola del planeta. Supongo que habré soñado con ella. Nunca me acuerdo de lo que sueño. Aunque sé que todas las noches sueño, cuando me despierto, sólo tengo sensaciones y alguna que otra imagen suelta. Esa mañana me desperté enamorado de ella pero no me acuerdo qué soñé. Sólo una sensación, la de... la de morirme de amor por ella.

 

Silencio.

 

El hombre que mira: Era una cosa rara, pocas veces la experimenté así. Era, es como si me estuviera muriendo de hambre. Hambre de amor. (Silencio. Pausa breve.) Todo parecía en cámara lenta, todo estaba como detenido en un momento exacto.

La mujer que escucha: ¿Cuál?

El hombre que mira: No lo sé. (Silencio breve.) No saber es hermoso, pero yo estoy decidido... (Titubea.) Dedicido. (Silencio breve.) Casi podía olerla esa mañana. Por primera vez sentí su olor; su verdadero olor. Su olor real estaba aquí. (Se toca la cabeza y luego el corazón.)

 

Apagón lento. Pausa con oscuridad. Luz del velador. Penumbra. La mujer que escucha y El hombre que mira siguen en sus respectivos lugares. En un sillón está sentado El Hombre que siente. Ingresa La mujer que siente. Pausa. Comienzan a desnudarse y realizan el rito erótico descripto por El hombre que mira.

 

El hombre que mira: Pero, hace más o menos una semana, algo sucedió. No estoy muy seguro de qué fue lo que pasó el último miércoles que ella estuvo en ese monoambiente, pero él intentó hacer... hacerle algo que ella no quiso. Y se fue. Vi su rostro enojado... Se le había achicado la cara de lo enojada que estaba. Enojada, sí. Yo, desde mi ventana quería gritarle “¿Adónde vas? ¿Adónde? ¿Adónde?”... Pero, obviamente, no lo hice. (Silencio.) Al miércoles siguiente no apareció y él se quedó toda la noche esperándola. Igual que yo.

 

La mujer que siente deja la situación con El hombre que siente. Se cubre con lo primero que encuentra (una manta o una sábana) y viene a sentarse en el sillón donde está El hombre que mira. Este la mira entre desconcertado y sorprendido. Silencio extenso. La mujer que siente, que estaba algo nerviosa, paulatinamente, se calma.

 

La mujer que siente (A La mujer que escucha.): Yo no ando muy bien. Aquí hay algo que no logro entender del todo.

La mujer que escucha: Yo tampoco.

La mujer que siente: ¿Cómo?

La mujer que escucha: Nada.

La mujer que siente: No sé qué será pero, bueno, no, qué sé yo, quizás sea yo... Es que no ando muy bien... Pero ahora, qué sé yo, acá sentada, me veo y pienso, qué sé yo, me digo que se me va a hacer muy difícil mantener (Hace comillas con las manos.) “el hilo” ... (Se sincera.) Hoy no es un buen día para mí. No fue una buena semana y hoy como que hice crisis. Nunca me gustó y nunca lo intenté, sólo... (Se interrumpe.) Bueno, no sé, quizás sí. Sí.

La mujer que escucha: ¿Sí?

La mujer que siente: Estoy tratando de perderme.

La mujer que escucha: ¿Qué?

La mujer que siente: No, no es eso. No quiero perderme. Quisiera entender un poco más cómo suceden las cosas. (Silencio.) Esta ciudad es peligrosa. Peligrosa y absurda. Absurdamente peligrosa. Peligrosamente absurda. Las dos cosas al mismo tiempo. (Silencio. Cómplice.) ¿Nunca le pasó que durante unos días, por todos los medios posibles, intentó no cruzarse con una persona pero justo, justo, qué sé yo, en el lugar menos indicado, en el que nadie le creería si lo contara, ahí, aquí, justo se la encuentra? Pasa, sí, pasa. El tema es... O, bueno, qué sé yo, el problema es que, en la situación en la que me encuentro, no puedo decir las (Hace comillas con las manos.) “frases clásicas”

La mujer que escucha: ¿Cuáles?

 

Silencio extenso.

 

La mujer que siente: No, no. No. No es eso lo que quiero decir. Perdón, perdón. No es eso.

La mujer que escucha: ¿Qué es entonces?

La mujer que siente: Son más las cosas que no puedo decir que las que sí. Ni siquiera sé su nombre. Estoy enojada con él. Hace una semana ya. Pero, no sé, qué sé yo, no creo que dure mucho más mi enojo. Después de todo, no es tan (Hace comillas con las manos.) “raro” lo que me pidió. Y quizás mi enojo se confundió con el miedo. Me entró como pánico cuando... (Se detiene y hace un silencio abrupto.) Es miedo, lo sé, porque ahora casi no puedo decirlo sin que se me ponga la piel de gallina. (Silencio breve.) Debe estar confundido. No debe entender muy bien dónde está. (Silencio breve. Piensa) Bah, quien más quien menos... ¿Es aburrido todo mi palabrerío?

 

Silencio.

 

La mujer que siente: ¿Lo es?

La mujer que escucha: No, no.

La mujer que siente: Me gustaría poder decir exactamente quién es él para mí. Pero no logro una palabra exacta. No es mi novio. No es mi pareja. Me lleva muchos años para ser mi pareja o novio. No me veo con él en una relación. No veo casándome con él. Tampoco es mi amante. Generalmente se sabe, al menos, el nombre del amante, ¿no? (Piensa.) Aunque no, es mi amante sí.  Es raro... Bah, más que raro es sorprendente. Hace meses que estoy (Hace comillas con las manos.) “viéndome” con él y ni siquiera sé su nombre. Tampoco sé cómo es su voz. Conozco sus gestos... hasta sus gemidos, pero no sé cómo es su modo de... Sin embargo es tan... dulce. Era tan dulce, ahora no sé qué pensar.

 

Silencio. El hombre que mira, en silencio, se emociona; llora en silencio.

 

La mujer que siente:  Una vez fui a su encuentro con la certeza de que le diría: “Es hora de que hablemos”. Pero no pude. Él me... me envolvió en él y yo me envolví en él. Siento que soy, en ese único día que nos encontramos –que nos encontrábamos-, tan suya como él es tan... tan mío. (Silencio.) Todos los miércoles nos encontramos. Siempre de noche o cuando empieza a anochecer. En un monoambiente que parece desocupado. Me da mucho pudor contar cómo fue qué fui allí por primera vez. No es... No fue fácil para mí subir y saber que allí, detrás de esa puerta, me esperaba un hombre del cual no sabía –no sé- absolutamente nada. Nada. No sé si ese departamento es suyo o si se lo prestan para (Hace comillas con las manos.) “la ocasión”. Si tiene amigos, si habla de mí con... (Se interrumpe.) Y, sin embargo, el hecho de no saber me gusta. Por eso creo que en poco tiempo iré, volveré a él y lo miraré y le haré un gesto de, ¿cómo decirlo?, bienvenida. (Silencio.)  Pero vamos a seguir así, sin hablar... ¿Qué mejor que el vocabulario de las caricias? (Silencio.) Las palabras se deforman en la boca. ¿Qué cosa podría deformar un beso?

 

El hombre que siente se para, semidesnudo y cubriéndose con lo que primero que encuentra. Viene a sentarse al sillón donde están los otros. El hombre que mira queda en el medio. Pausa con silencio. Algo de asombro.

 

El hombre que siente (A La mujer que escucha.): Es sólo un momento.

La mujer que escucha (A La mujer que siente.): Así es su voz.

 

Silencio.

 

El hombre que siente (A La mujer que escucha.): Algo... Algo se me atravesó en la cabeza. Acá. (Se toca la sien izquierda.) De acá hasta acá. (Se toca la nuca y, al rato, emite un gran suspiro parecido a una queja.) Ahhhh... Pero ya pasa... Ya pasa... Es que yo no ando bien. Desde hace un tiempo que aparecen. Siempre de acá hasta acá. (Se toca de la sien izquierda a la nuca.) Siempre. Son como punzadas que se inflan y se desinflan. Como si respirasen. Como si algo quisiera salirse. A veces pienso que un día se me va a abrir la cabeza y va a salir, no sé, un manitú.

La mujer que escucha: ¿Un manitú?

El hombre que siente: Un manitú. No sé exactamente qué son pero me hablaron de ellos.

La mujer que escucha: ¿Quién?

El hombre que siente: ¿Quién qué?

La mujer que escucha: ¿Quién habló de ellos?

El hombre que siente: ¿A mí?

La mujer que escucha: Sí.

El hombre que siente: No recuerdo ahora. Es muy difícil para mí a... (Se interrumpe.) Son algo así como íncubos, seres que se forman en el cuerpo de uno... De cualquiera y chupan la energía hasta nacer. Me contaron de alguien que tenía un íncubo en la espalda y estuvo sufriendo veinte años con él hasta que nació de la espalda y el pobre hombre murió destrozado...

La mujer que escucha hace un gesto de desagrado.

El hombre que siente: No, no, no se asuste... Es jaqueca... Los íncubos no existen... Es metáfora. El dolor sí. El dolor existe.

 

Silencio.

 

El hombre que siente: Es orgullosa. Como yo. (Hace un gesto de dolor.) Otra vez. Es más leve ahora, pero otra vez la punzada respira dentro de mi cabeza. Y es por ella.

 

Silencio.

 

 El hombre que siente (Después de un gran suspiro.): Es que... Es que... (Titubea hasta que encuentra las palabras.) Tengo tanto... Todo el amor que no pude darle está acumulado en mi cuerpo. Tantos años de no saber qué hacer con este amor que ahora pugna por salir todo junto... Jamás pensé que dolería tanto. Pero sí. Sí.

 La mujer que escucha: ¿Perdón?

 

Silencio. Pausa larga.

 

El hombre que siente: Hace mucho tiempo conocí a un perro enamorado. No sé de qué raza era. Probablemente de ninguna. Se llamaba Patán, como el perro ése de los dibujitos de hace mucho... Ese perro que siempre sonreía socarronamente ante la desgracia ajena... Pero éste era distinto... Patán era de un amigo a quien yo visitaba de vez en cuando. Un día, estando en la casa de mi amigo, mientras conversábamos ya no recuerdo de qué, presencié el momento exacto en que Patán se extasiaba de amor ante un disco de Tom Jobin. Y no era la música sino el objeto. Un disco de vinilo de Jobin provocaba marasmos de amor al pobre perro.

 

Silencio.

 

El hombre que siente: Es extraño, lo sé, pero a veces oigo aquí (Se toca la cabeza.) al perro gimiendo suavemente y arrojándose sobre el disco con un lamento que, para mí, fue a todas luces el del placer. (Pausa berve.) Una intensa mueca atormentada de ternura. (Pausa breve.) Y se me da por pensar ahora en todas las imposibles historias de amor. ¿Qué podía el perro, con su cuerpo y sus reacciones tan de perro, hacer ante un cuerpo que no se le parecía absolutamente en nada? ¿Morder? ¿Masticar el cuerpo de plástico de su amor? (Sonríe levemente.) Recuerdo que me acerqué a Patán y lo miré profundamente. Lo miré tratando de aquietar su enamorada respiración y le dije: “¿De qué te va a servir, pequeño monstruo, tomarlo entre tus fauces como deseás?”. Un placer insólito. Un amor incomprensible, desconcertante, desproporcionado... (Pausa breve.) Una tarde, más adelante, charlando en un café, mi amigo me cuenta que, finalmente, Patán había destrozado su disco de Tom Jobin. Y yo me quedé pensando, entonces, en el goce fugaz pero eterno de ese perro al poseer, con estilo de perro, aquel disco que lo hacía sufrir de amor.

 

Silencio. Pausa larga. El hombre que mira está incómodo y La mujer que siente comienza a llorar en silencio.

 

 El hombre que siente: Mi tesoro. Mi honra. Mi placer. Ella es la forma más perfecta para olvidarse de todo. (Pausa breve.) Está enojada conmigo. Una pavada... Una pavada que ya dura más de una semana. (Pausa. Titubea.) Soy un cobarde. Y sí, lo era. Lo fui y por eso desde hacía diez años no hice otra cosa más que buscarla. No fue fácil. No es fácil ahora que ya estamos juntos. Juntos como nunca lo estuvimos... (Cambia. Con el dedo índice izquierdo se acaricia el reverso de su mano derecha.) Suavemente me acaricia sin decir una palabra. Me acariciaba. Me acariciaba y se miraba el dedo con el cual me... Y yo, (Se toca la sien izquierda.) yo, yo me sentí... Sentí que estaba como cuando...

La mujer que escucha (Interrumpiendo groseramente.): Basta.

 

Pausa extensa con silencio. La mujer que siente, inmóvil, llora casi sin parpadear. El hombre que mira llora sorprendido. El hombre que siente, también, llora.

 

La mujer que escucha: ¿Por qué las lágrimas?

El hombre que siente: ¿A quién?

La mujer que escucha: No lo sé.

 

Silencio.

 

La mujer que escucha: ¿Qué es lo que intenta decirnos?

El hombre que siente: ¿A quién?

 

La mujer que escucha cambia. No soporta la situación. En realidad es la actriz que representa el papel quien no soporta la situación.

 

La mujer que escucha/Actriz (Con titubeos y nerviosismo.): ¿Qué es lo que yo tengo que creerme? (Pausa.) Hay algo que yo no entiendo en todo esto y no puedo más. Discúlpenme. (A El hombre que siente.) ¿Yo tengo que creerme que vos eras el padre de ella?

 

Silencio.

 

Actriz: ¿Eso tengo que creerme? ¿Y quién sería yo? ¿La psicóloga? ¿La psiquiatra? ¿La doctora? ¿Quién? ¿Qué personaje tengo que inventarme? ¿Y dónde estamos realmente? ¿En el monoambiente donde pasaba todo? (Señalando a El hombre que mira.) Y si es así, ¿qué hace él aquí? ¿Qué hago yo aquí? Desde el principio dije que esto no tenía ni pie ni cabeza. Discúlpenme. Desde el principio dije que era muy fuerte mostrar un incesto. Desde el principio dije que era innecesario, que no hacía falta, que es muy fuerte hacer esto. ¿Para qué? ¿Con qué afán? ¿Para qué? ¿Eh? (Al público.) ¿Era esto necesario, díganme? ¿Qué indicios tuve yo para saber que ella era su hija? ¿Qué indicios tuvieron ustedes? Todo artificio y simulación. Ni siquiera lloran en serio. Simulan algo que no vivieron. Pobre gente, al fin de cuenta. Y no, no piensen que esto es un truco teatral. Que esto, que yo ahora, así como estoy, soy un truco teatral. Porque no estaba previsto, porque yo no era la actriz pensada para esto, porque yo... (Se interrumpe.) Porque este no era el final. Este no es el final El final era otro. En el final pasaba otra cosa. Yo hablaba y decía otra cosa. Llorábamos todos. “Cerraba” esto, cerraba la historia y quedaba en evidencia un incesto... Eso... Ni más ni menos... Y ellos seguían simulando este llanto. Así. (Señalándolos.) Pero acepté hacer esta obra sólo para decir esto, que estoy harta de estas cosas arriba del escenario. A fin de cuentas,¿ qué pierdo? Si yo no vivo de esto, si nadie de los que está acá vive de esto. ¿Para qué este sufrimiento simulado? ¿Para qué? Harta. (Sale.)

 

Los tres permanecen inmóviles, llorando, “como si nada”.

 

El hombre que mira: ¿Qué hago yo con todo eso ahora

La mujer que siente: ¿Y yo?

El hombre que siente: ¿Y yo?

 

Apagón.

 

 

[i] Estrenada en 2005, en Rosario, Santa Fe (Argentina) como parte de Lo mismo que el café, Versión 2.0 con dirección de Rody Bertol y las actuaciones de Jorge de la Rosa, Anahí Martino, Darío Castañeda y Candela Siale. Reestrenada en Rosario en 2007, con dirección de Alejandra Codina y las actuaciones de Anahí Martino, Lucrecia Moras, Darío Castañeda y Juan Carlos Capello.

[ii]LEONEL GIACOMETTO (Rosario, Santa Fe, 1976). Escritor, dramaturgo, periodista cultural y, a veces, director de actores. En narrativa ha publicado Pequeñas dispersiones (Editorial Municipal de Córdoba, Córdoba, 2005). Algunos de sus cuentos fueron premiados y publicados en antologías en Argentina, España, Costa Rica y México. Para chicos ha escrito Naúfragos y Piratas (Editorial Homo Sapiens, 2005), Leones, osos y perdices (Editorial Colihue, 2006), La gata mujer (Primer Premio Certamen de Teatro-Guignol La Maison d'Amérique Latine en Rhône-Alpes, Francia, 2009). Para teatro, entre otras, Dolor de pubis (Siete autores: la nueva generación, Editorial Inteatro, Buenos Aires, 2004), Santa Eulalia, Madagascar (Dramaturgos del Litoral argentino, Editorial de la Sociedad General de Autores, Argentores, Buenos Aires, 2008) Despropósito, Arritmia (Nueva dramaturgia argentina, Editorial Inteatro, Buenos Aires, 2008), Plató (Tercer Premio en el VII Certamen de Textos Teatrales de Torreperogil, España, 2004), Herr Klement (Primer Premio del concurso de textos teatrales del Ayuntamiento de Santurce, España, 2005), Todos los judíos fuera de Europa, El difuntito (Teatro x la identidad, Edición 2009, Rosario). Escribió y dirigió Carne Humana (1998), Fingido (2007), Real (2007), Latente (2008) y Desenmascaramiento (2008). Sus obras son representadas en Argentina, España, El Salvador, México, Estados Unidos y Venezuela. Junto a Patricia Suárez publicó Trilogía peronista (Editorial Teatro Vivo, Buenos Aires, 2005). Reside en Rosario. Nominado a los Premios ACE 2006/2007, mejor autor argentino por Todos los judìos fuera de Europa (6 nominaciones ACE, 3 Premios ACE -Mejor espectàculo off, Mejor Actor, Revelaciòn masculina). Es autor, además, de dos blogs de ficción en Internet: Enceguecido, una conspiración de putos (http://enceguecido.blogspot.com/), y Putos breves, ficción jedionda (http://putosbreves.blogspot.com/) que actualiza semanalmente.

Contacto: leonelgiacometto@yahoo.es













miércoles, abril 27, 2011

Dolor de Pubis, de Leonel Giacometto: Rosario, Argentina


dolor de pubis,
de
Leonel Giacometto

















DOLOR DE PUBIS
de
Leonel Giacometto


Mención Premios de la Secretaría de Cultura de la Nación, 2001/2002. Publicada en Siete autores: la nueva generación, Editorial Inteatro, Instituto Nacional del Teatro, Buenos Aires, Argentina, 2004. No representada, aún.


Moverse es un desafío, pero no debería serlo. Puedo moverme. Se ha logrado con anterioridad. Por definición, nosotros los humanos somos materia en movimiento. ¿Por qué moverse, de todas formas, cuando uno tiene todo lo que necesita aquí mismo? De todos modos, pronto tendré que moverme. Cuando esté bastante pasado me moveré; además, lo sé por experiencia. Sencillamente no puedo concebir que vaya a estar tan pasado que quiera moverme. Eso me asusta, porque pronto tendré necesidad de moverme. Sin duda podré hacerlo; sin duda.
IRVINE WELSH


Personajes:
ELLA, mujer de unos 25 o 26 años.
ÉL, hombre de unos 27 o 28 años.
LA MUJER, mujer de unos 40 años.
VOZ DE HOMBRE.


      Habitación cerrada, amplia, algo derruida. Desorden. Atrás, la puerta del baño. A la izquierda, la puerta de calle. No se observan ventanas.



1

     (Oscuridad.)

ELLA (En off):- Me contó que no sabía quién era, que lo había visto dos o tres veces. Raro en ella porque siempre mira a todos... Mira, bueh, no mira. Clava los ojos de una manera que a veces te da vergüenza ajena. La otra vez yo estaba al lado y no sabés cómo... ¡Ay!, ¿me estás escuchando? ¿Me estás escuchando?

      (Luz. ÉL, que dormía, despierta violentamente después de una pesadilla, desconcertado y aturdido; está algo sucio y tiene las muñecas vendadas con una tela blanca manchada de ciertas tonalidades rojas. ELLA, que termina de bañarse, de espalda, hace rato que habla.

ELLA: - Me contó que no sabía quién era, que lo había visto dos o tres veces. Raro en ella porque siempre mira a todos... Mira, bueh, no mira. Clava los ojos de una manera que a veces te da vergüenza ajena. La otra vez yo estaba al lado y no sabés cómo... ¡Ay!, ¿me estás escuchando? ¿Me estás escuchando?

       (ÉL, después de un sonoro bostezo responde afirmativamente con la cabeza.)

ELLA:- Yo me harté, me hice la boluda y me fui. ¡No la soporto cuando se pone así! ¡Desubicada de mierda! Te mira a vos, a aquel, a ese, a la pared, a todos. Y al pedo porque cuando vienen, te los tira. Me los pasa (Sonríe.) y yo bueno de vez en cuando elijo. Yo sí elijo. Pero la cuestión es ella. ¿Me estás escuchando?
ÉL ("Sí" con la cabeza):- ¿Y para qué salís con ella?
ELLA:- ¡¿Eh?!
ÉL:- Con ella, ¿para qué salís?
ELLA:- Porque vos no querés salir.
ÉL:- Eso no tiene nada que ver. Salí con otra.
ELLA:- Para salir salgo con ella que conoce a todo el mundo.
ÉL:- Entonces jodete. O decí1e.
ELLA: - ¿Qué más querés que le diga? Me cansé de hablarle. No entiende. Ella me dice: "sí, sí, tenés razón" pero... porque... ¿sabés qué es lo peor? Que después anda llorando por los rincones. La pelotuda se mete con tarados que no miran a nadie pero te revolotean todo el tiempo. ¿Entendés?
ÉL:- ¡Ah, porque vos no!
ELLA:- ¿Yo qué? Yo nada. Yo soy consciente de lo que hago. Yo miro sabiendo perfectamente qué es lo que... ¡No!.. Yo miro a quien quiero y siempre resulta bien.
ÉL:- Sí, pero ¿después?
ELLA:- ¿Después qué?
ÉL:- Después no hacés nada. “Dormís”.
ELLA:- ¡Claro! Yo voy donde quieran pero les aclaro: “yo quiero dormir”. Además no es que no haga nada. Nos besamos, nos tocamos pero no cojo. Yo no cojo con cualquiera.
ÉL:- Con nadie.
ELLA:- Con vos sí.
ÉL:- ¿Y qué querés demostrar con eso?
ELLA:- ¿Con qué?
ÉL:- No cogiendo con nadie.
ELLA:- Cojo con vos. Me basta.
ÉL:- Conmigo lo hacés porque me conocés y porque te conozco. Además yo realmente nunca pu...
ELLA (Interrumpiendo):- ¿Y vos, por qué cogés conmigo?
ÉL:- Porque te quiero.

      (Pausa. Se miran un instante para después romper a reír estruendosa y estúpidamente.)

ÉL (Riendo):- ¡Bueno! Quería ser un poco convincente.
ELLA (Riendo también):- ¿Convincente?, ¿y eso? (ÉL se encoge de hombros.) ¡Ay no, no sabés! ¡Se viste tan mal! Y encima esos pelos rubios que tiene ahora. Vos la tendrías que haber conocido con el pelo largo, oscuro, y las camisolas floreadas.

     (ÉL busca una botella de vino y dos vasos no iguales. Sirve al tiempo que ELLA continúa.)

ELLA:- Te acordás que yo antes no le daba pelota. Me hablaba, me hablaba y me hablaba todo el tiempo. Y tanto me rompió las pelotas que entonces una noche le dije: “quedate si querés, quedate acá conmigo”. Estaba más sola que un sifón de soda. Y se me pegó. Era mi sombra. A la semana se había cortado el pelo y se lo había teñido de rubio como: yo. ¿Te acordás?
ÉL:- Sí. “Mujer soltera busca”.
ELLA:- ¡Sííí! ¿Te acordás? Se vestía igual a mí. ¡Qué tarada!
ÉL (Tomando vino):- ¿Y qué pasó?
ELLA (Terminándose de vestir):- ¿Con qué?
ÉL:- Con ese que había visto.
ELLA:- ¡Ah! Nada, por supuesto. Ese parece que nunca le dio pelota, pero ella insiste, insiste con que todo lo que hace el otro es para hacerse ver ante ella.
ÉL:- ¿Y es así?
ELLA:- ¡Noooo! ¡Ni ahí! Pero bueh, seguro que hoy va a querer que la acompañe. (Se acerca demasiado a ÉL. Lo acaricia y besa.) ¿Por qué no salimos juntos hoy? ¿Eh? ¡Dale!
ÉL:- No. No quiero.
ELLA (Besándolo):- Vamos a donde vos quieras.
ÉL (Besándola):- ¡Nooo! ¿Por qué no te quedás vos?
ELLA (Separándose):- Si me quedo me aburro. (Inexplicable e intenso dolor en su cuello.)
ÉL:- ¿Qué te pasa?
ELLA:- No sé, me duele el cuello.
ÉL:- Quedate entonces. Yo te cuido.
ELLA (Pequeña sonrisa):- ¿Vos me vas a cuidar? (Se para.) Ya se me pasará. Me voy, después vengo.
ÉL:- Quedate.
ELLA: -No, después nos vemos (Se acerca nuevamente a ÉL y le da un pequeño papelito plateado.) Tomá. (Apaga las luces.)
ÉL:- No apagués.
ELLA (Burlándose):- ¿Por qué? ¿Tiene miedo el nenito? (Apaga y sale.)
ÉL (Se recuesta.)


        (Apagón.)


2

       (Luz de un televisor en ninguna sintonía. Lejos, muy lejos, se escuchan jadeos. ÉL, acurrucado en una esquina, tiene los vendajes de las muñecas sueltos y algo más ensangrentados. Terminan los jadeos al tiempo que entra ELLA. Radiante en su decadencia vuelve de la noche, sostiene una botella de whisky y un cigarrillo. No advierte dónde está ÉL. Pone música e intenta bailar.)

ELLA:- ¡Ey! ¿Qué hacés ahí? (Se acerca.) ¿Otra vez? ¿Qué pasó? (Lo acaricia y acomoda los vendajes.) ¿Qué hiciste? Hablame.
ÉL:- Nada. Tengo hambre.
ELLA (Suspira. Pausa corta):- ¿Hambre? (Se para y busca por ahí. Encuentra un frasco.) Mermelada de naranja, ¿querés?
ÉL (Responde afirmativamente con la cabeza.)
ELLA (Dándole el frasco):- Pero no hay pan.
ÉL:- No importa.

     (Pausa. ÉL come mermelada con los dedos. ELLA sirve whisky).

ELLA:- ¿Te sentís mejor?
ÉL:- ¿De qué?
ELLA:- ¿Cómo de qué? De lo que te hiciste.
ÉL:- Yo no me hice nada.
ELLA (Suspira y busca el papelito plateado):- ¿No?
ÉL:- Si querés, tenés que ir a comprar.
ELLA:- Debo tener por ahí. Siempre tengo.
ÉL:- ¿Me das whisky? (Pausa.) ¿De dónde sacaste la botella? (ELLA no responde.) ¡Ey!. ¡Uno, dos, tres, planeta tierra!
ELLA:- ¿Cuándo vas a terminar con todo esto?
ÉL:- Contame qué hiciste anoche.
ELLA:- Decíme vos qué hiciste anoche.
ÉL:- ¿Yo? Nada, te esperé.
ELLA:- Sí, ya veo.
ÉL:- ¿Y esa botella?
ELLA (Neutra):- Me la traje.
ÉL (Haciendo masajes en la espalda de ELLA):- ¿De dónde?
ELLA (Envuelta en los masajes):- No sé, no me acuerdo. Yo estaba con la “mujersolterabusca” pero después ella se fue y yo creo que la busqué... ¡No! Yo me quedé sola apoyada en la barra. Pensaba, creo. Sí, pensaba que aparecerías para compartir el whisky... Porque yo estaba colgada tomando whisky y porque nadie comparte los tragos últimamente.
ÉL:- ¿Y la botella?
ELLA:- ¿Eh? ¡Ah! No sé, habré hablado con el barman para traérmela. Seguro. Quería tomar whisky con vos.
ÉL:- Acá hay whisky, te hubieses quedado.
ELLA:- No. Basta de hacerte eso.
ÉL:- ¿Pensaste que estaba muerto?
ELLA:- Pensé lo mismo de siempre.
ÉL: -¿Sí? ¿Dónde está la nenita que simulaba los ataques de epilepsia en el medio de la noche?
ELLA:- Era chica.
EL:- Los ojos empezaban a darte vueltas y te ponías a...
ELLA (parándose al tiempo. Busca otro papelito plateado en su cartera y un encendedor. Interrumpe. Apenas sonríe.):-Primero yo. ¿Dónde están?
ÉL:- En el baño. (ELLA sale al baño.)
ELLA (En off):- ¡Qué asco, la puta madre! (Reingresa furiosa.) ¡Si te hacés la paja, por lo menos limpiá o acabá en el inodoro!
ÉL:- ¿Yo? ¿Qué?
ELLA: -No te acordarás, pelotudo.
ÉL (Indiferente):- Yo no hice nada. Será una gotera.
ELLA (Sirviéndose más whisky):- ¡Qué gotera! No sé qué estás buscando. Te vas a volver idiota de tanto hacértela.

     (Pausa. ELLA sonríe. ÉL estalla en una carcajada. ELLA lo sigue.)

ELLA:- En serio, no seas tan sucio.
ÉL:- ¡Mirá quién habla! Yo tengo que bancarme que dejés tiradas...
ELLA (Interrumpiendo):- ¡¿Qué?! ¿Cuándo ensucié algo? ¿Cuándo me hice la paja?
ÉL:- ¡Nooooo! ¡Nunca, ya sé! Nunca tus dedos frotaron tu sudoroso clítoris.
ELLA:- No seas guaso. No empecés. ¿No estabas tan mal?
ÉL:- Te estoy diciendo la verdad.
ELLA:- ¿Qué verdad? Si no me masturbo es porque no lo necesito. No soy como vos. Aburrido y triste.
ÉL:- ¿Triste?
ELLA:- ¡Sí! Triste. Nada más triste que encerrarse y frotarse y tocarse. ¡Una lágrima!
ÉL:- Tenés que cerrar los ojos.
ELLA:- ¡No seas boludo!
ÉL (Saliendo del baño):- ¡Ay, bueh! Voy yo a buscarlas.

     (ELLA va a su cartera y saca un teléfono celular; encuentra un porro y se lo arroja a ÉL, que reingresa con las manos vacías.)

ELLA:- Tomá, prendelo.
ÉL (Recibiendo el porro):- No sé dónde... ¡Upss! ¿Qué hacés con un celular?
ELLA (Intenta encenderlo):- Lo encontré tirado en la pista. Algún boludo lo habrá perdido.
ÉL:- Pero no sabés cómo funciona y en cualquier momento llama el dueño y lo bloquea. No vas a poder hablar (Y se dedica a fumar.)
ELLA:- ¿No? Vamos a ver: marco el número, después tengo que apretar "send" y ahí está... (Al teléfono.) ¿Qué hacés? Llegaste... No, de un público... Y, no quiere poner el teléfono, ya sabés... Debe estar durmiendo... ¿Qué hiciste al final?...  ¡Ah, te fuiste con él!...  ¿Sola? ¡Ah, con un grupo!... ¿Quienes?... ¿Y?... ¿Nada, boluda?... Pero, ¿qué tiene que ver que estuviera muy pasado? Es el mejor momento... Sí... ¡Ah, sí, también!... Sí, se te largan a llorar y no paran. Pasa seguido. Terminás siendo una oreja... Mmm... ¡Bueh!...  ¿Yo? Me fui con el barman... MmmmJmmm, el rubio de lanitas... A la casa, vengo de ahí... Sí, re-bien... ¡No! Nunca se enterará. Además, que diga lo que quiera... Puede ser, sí. Bueno, bueno, se me corta, después voy para allá. Besito. Chau... (Cuelga.)
ÉL (Pasándole el porro):- ¿Te pagó con la botella?
ELLA:- Estúpido. Tanto que me copia, a ver si empieza a mentirme un poco, aunque sea.
ÉL:- ¿Te fuiste o no te fuiste con el barman?
ELLA:- ¿Adónde querés que me vaya? Estás desconfiando. (Fuma y se sirve whisky.)
ÉL:- ¿Yo? Sé bien hasta dónde llegás.
ELLA:- ¿Hasta dónde?
ÉL:- Vos lo sabés.
ELLA:- Un día -hace mucho- un tipo me dijo que yo no tenía límites. Me hizo un escándalo y (Sonríe.) se largó a llorar. ¿Podés creer?
ÉL:- Sí, no me extraña.
ELLA (Burlándose):- ¡No me extraña, no me extraña!
ÉL:- Sí, no me extraña.
ELLA:- ¿Quién no te extraña?
ÉL:- Vos.
ELLA:- ¿Quién? ¿Yo no te extraño?
ÉL:- No.
ELLA:- ¿Yo? ¿Cómo sabés que yo no te extraño? Yo te extraño. Siempre... A veces.
ÉL (Riendo):- ¡No! Vos no me extrañás.
ELLA (Riendo también):- Sí. Yo te extraño.
ÉL (Negando con la cabeza):- No. No me extrañás. Siempre hacés lo mismo.
ELLA:- ¡Sííi!... Yo te extraño. Siempre extraño cuando salíamos los dos.
ÉL:- Yo estaba hablando de otra cosa.
ELLA:- ¿De qué?
ÉL:- De vos hablaba yo. No de esa pelotudez.
ELLA:- No es ninguna pelotudez. Vos te encerraste acá y yo seguí saliendo.
ÉL:- ¿Y?
ELLA:- Y eso. Que siempre estás acá encerrado.
ÉL:- ¿Por qué no te quedás conmigo?
ELLA:- Yo estoy siempre.
ÉL:- Te vas de noche.
ELLA:- Sí, pero vuelvo. No te abandono.
ÉL:- Sí, me abandonás. Yo estoy todo (Pausa.) De noche tengo miedo.

     (ELLA rompe a reír estruendosamente. ÉL no. Suena el timbre del teléfono celular. Silencio, sólo el timbre. Apagón.)


3

     (Horas después. ELLA y ÉL, relajadamente quietos y juntos, fuman porro y beben whisky.)

ÉL:- ¿Escuchás?
ELLA:- ¿Qué?
ÉL:- La música.
ELLA:- ¿De dónde viene?
ÉL:- Del vecino.
ELLA:- No hay vecinos.
ÉL:- ¿Estaremos escuchando la misma música?
ELLA: -La que yo escucho es linda.
ÉL:- La mía también.

     (Pausa tensa e incómoda.)

ELLA:- Contame algo.
ÉL:- ¿Qué?
ELLA:- Contame qué hacés en el baño de noche. Solo.
ÉL:- No estoy solo.
ELLA:- ¿A quién traés?
ÉL:- A nadie. Viene.
ELLA:- ¿Quién?
ÉL:- Ella. Es enorme. Nunca se fue pero (Pausa corta.) viene. Está. Está con ellos siempre. Me grita y me pregunta por vos. Ella... Ella sabe que te fuiste y se enoja conmigo. Se pone como loca, se enfurece y los llama a ellos... Vos no la ves porque te vas pero yo sí.
ELLA:- ¿Quién viene?
ÉL:- Me obliga a hacer cosas. Y a mí me da mucho miedo. Mucho.
ELLA (Suspira y cree entender):- Ya no está. Hace tiempo que no está.
ÉL:- Si vos estuvieras seguro no aparecería. Seguro.
ELLA (Suspira nuevamente):- Acá estoy. No tengas miedo.

     (ELLA lo besa. Se besan largamente. Se acarician lentamente y comienzan a desnudarse. Intercalan sonrisas, llantos y gemidos. En el momento en que ÉL intenta sacarle la bombacha, ELLA se desespera.)

ELLA (Dando pequeñas patadas):- ¡Salí!... No, salí, por favor... No.

      (Violentamente ÉL se aleja al fondo y se agacha en un rincón; se masturba. ELLA queda en posición fetal, de frente, con las manos en su entrepierna.)

ELLA (Murmurando.):- Tengo que hacer algo. Hay que hacer algo.

     (Pausa. Cuatro imágenes separadas por pausa donde se los ve en distintos lugares de la habitación. Separados, distantes, silenciosos. En la última imagen, ELLA se pinta los ojos para salir y ÉL, semidesnudo, se desploma en el colchón en perfecto silencio. Apagón.)

4

     (Noche. Penumbra. ELLA salió. ÉL, algo aturdido y muy asustado, despierta. LA MUJER está de espalda, inmóvil y oculta en la oscuridad; emite un extraño quejido, un llanto silencioso.)


LA MUJER (advirtiendo que EL se acerca):- ¿Otra vez? ¿Qué más querés? (En otro tono.) ¿Qué necesitás? ¿Qué hacés ahí? Vení... Vení acá.

     (ÉL, en cuatro patas, se envuelve y se pierda en la pollera de LA MUJER.)

LA MUJER:- ¿Te das cuenta cómo late? No para desde anoche. No me dejó dormir. No pude dormir. Y ahora estoy desvelada. Desvelada y harta. (Pausa breve. Otro tono. A sí misma.) No los soporto. Me miran mal. Me odian con los ojos. Siempre están espiándome. Y no aprenden. Lo hacen todo a propósito. Y yo me golpeo la cabeza, me golpeo la cabeza para no escucharlos, para no mirarlos, para que desaparezcan... Pero están ahí todo el tiempo... Ahí. Siempre. Y son feos y no me quieren. Y cuando están callados piden y cuando hablan piden. Y yo no sé qué hacer... Yo. Quiero desaparecer irme con alguien (a ÉL.) Mirame ¡Mirame! ¡Mirá qué triste estoy! Un bichito soy. (Lo toma dulcemente y se dirigen al baño.) Estoy muy sola y ustedes no me ayudan. Mirá que un día me voy a ir y los voy a dejar solos.

     (Salen. Luz en el baño. LA MUJER reingresa y vuelve a sentarse. Se duerme sentada.)

VOZ DE HOMBRE (Gruesa y susurrante):-¡Shhhhhhh!... Qué se va a despertar. No hagamos ruido. Si se despierta se va a enojar mucho con ustedes. (Pausa. Respiración.) Vamos a jugar los tres Como el otro día, ¿sí? (Pausa corta.) ¿Qué tenés ahí?... A ver mostrame. ¡Shhhh! No hablen... (Silencio.) ¿Quieren ver ustedes? (Pausa corta.) ¿Quieren tocar? (Pausa corta.) Después me toca a mí... Sino me enojo... Después me toca a mí (Las palabras se mezclan con la respiración que se hace  más fuerte.)

     (Apagón.)



5
     (Hora incierta. Luz en el centro. De a ratos se ven las piernas de ELLA, que constantemente se mueve; está nerviosa y agitada, habla casi sin pausas. ÉL, en penumbras, duerme.)

ELLA:- Sí porque con esto no logra otra cosa más que la lástima que le tenga lástima y que finalmente termine viviendo en función de él pero no, se terminó, yo estaba segura que tarde o temprano algo iba a cambiar no sé para qué me quedé esta noche acá y sí por lástima y por miedo también porque hoy llegué y estaba tirado en el baño todo vomitado y cagado qué mierda hace a la noche y estoy segura que lo hace a propósito no puedo tener una vida fuera de él no quiere que yo tenga mi propia vida y yo no puedo estar con el coraz6n el boca todas las noches pensando que un día llego y se c1avó un cuchillo en el pecho no piensa en mí no piensa en nada mierda tiene en la cabeza y ahora está durmiendo como una iguana porque sabe que yo estoy a su lado pero cuando despierte voy a hablar le voy a decir lo que me pasa porque al fin de cuentas yo nunca puedo hablar nunca me pregunta si me gusta alguien si conocí a alguien nada pero mañana va a saber que sí, conocí a alguien, un hombre conocí que hace rato que lo conozco y que se muere por mí y seguramente saldrá con sus bromas de siempre pero se le va a caer la boca al piso cuando le diga que me invitó a vivir en su casa a estar con él y ahí es donde yo tengo que estar firme porque es capaz: de cualquier locura sí pero le voy a hacer entender que después de todo es para el bien de los dos que esto lo obliga a salir y a enfrentarse con el mundo tampoco lo voy dejar tirado ni voy a desaparecer vendré a visitarlo y él me podrá visitar cuando quiera después de todo es mi hermano no podemos seguir viviendo así que lo entienda que silencio hay parezco una loca no pero no puedo callarme es mejor así que se entere el día que me voy y no venir advirtiéndoselo de última para seguridad mía que se venga con nosotros los primeros días pero después que vuelva aquí o mejor lo dejo así unos días y después aparezco qué olor me habré tirado un pedo o habrá sido él va a decir que lo abandono y bueno no puedo seguir haciéndome cargo de él y ese ruido fue otro pedo fue un ruido de pedo pero no mío me voy, sí, fue él, sí.


     (Apagón.)


6
     (Penumbra. ELLA salió. LA MUJER está sentada, desplomada sobre la mesa; fuma y toma vino. ÉL, con el mentón sobre la mesa, toma vino agarrando el vaso con las dos manos.)

LA MUJER (en distintos tonos):- ¿Qué es lo que pretenden? (Acaricia bruscamente su cara desparramándose el maquillaje.) Mirá, se corre todo. Me desfiguro, me arruino y no puedo estar así ¿Qué van a decir? ¡Mirá! ¿Qué van a decir cuando me vean así? (Silencio.) Les importa mi cara. (Silencio.) Pero sobre todo, les gusta esto (Deja al descubierto una de sus tetas.) Les encanta chuparlas. Perderse en esta carne. ¡Miralas! No tengas vergüenza de mí. Yo no la tengo. No. (Pausa. Toma vino.) Escuchame (Sonríe.) ¿Me escuchás? Allá (Señala.) hay alguien durmiendo y yo quiero ir un ratito a dormir con él. ¿Vos te quedás acá? ¿No vas a entrar? Mirá que si te veo, mañana te pego (Se para y se aleja.) Quiero dormir después de todo, ¿qué queda por hacer? (Sale hacia el baño.)

     (ÉL, se duerme. Pausa. Ingresa ELLA de la noche con un gato entre sus manos.)

ELLA (acariciando al gato. A ÉL, que duerme):- Me lo regaló recién. Es suyo.

     (ELLA se sienta junto a ÉL, que sigue durmiendo.)

ELLA:- Es de él... Es suyo, pero me lo regaló a mí. Me dijo cuánto lo iba a extrañar porque es su único amigo, y que ahora él quedaría solo...  ¿Sabés por qué me lo dio? Para que yo, mañana, vaya a la casa con Van Gogh -así se llama el gato- y no esté más solo... Sí...  Porque quiere que yo vaya a su casa y quiere que yo esté a su lado... Porque me quiere... Y porque yo lo voy a querer como...
ÉL (despertando. ELLA hace silencio):- ¿Y eso?
ELLA:- ¿Viste que lindo?
ÉL:- ¿De donde sacaste el gato ése?
ELLA (Encendiendo un cigarrillo): -De la calle. Recién. Lo vi, me pareció lindo y me lo traje.
ÉL (Acariciándolo):- Sí, es lindo... Le falta una oreja.
ELLA:- ¡Pobrecito!. Habrá nacido así.
ÉL:- O se la habrá arrancado otro gato.
ELLA:- ¡No! No tiene cara de bardo. Es dócil.
ÉL:- Por eso. Es débil.
ELLA:- Es para vos.
ÉL:- ¿Para mí? ¿Por qué?
ELLA:- Porque te lo regalo.
ÉL:- Si no es tuyo.
ELLA:- Me lo encontré en la calle. Ahora es mío y te lo regalo.
ÉL:- Es de alguien. Mirá, tiene una correíta en el cuello. Este gato se
perdió.
ELLA:- Ehhh... Bueno, lo cuidás hasta que aparezca el dueño.
ÉL:- Lo cuidamos.
ELLA:- Hay que darle leche.
ÉL:- Andá a buscar.
ELLA:- Andá vos.
ÉL:- No tengo plata.
ELLA:- Yo te doy. Andá.
EL:- No, andá vos. Yo no quiero ir.
ELLA:- Es tu gato.
ÉL:- Vos lo trajiste.
ELLA:- Bueno. No tomará leche el gato. Que tome agua o whisky.
ÉL (Como el gato):- ¡Andá a comprarme leche. Quiero leche, don gato!..

     (Inesperadamente ELLA lo abraza fuertemente y lo besa.)

ÉL:- ¿Qué pasa?
ELLA (Llora y ríe):- Vamos a bañarnos juntos.
ÉL:- Viniste en pedo.
ELLA:-No... bueno... sí...  Quiero que nos bañemos y que bañemos al gato.
ÉL:- Los gatos no se bañan.
ELLA:- ¿A vos quién te lo dijo?
     (Apagón.)



7
     (Después de bañarse. Semidesnudos. ELLA está terminando de peinarlo a ÉL, que tiene el gato en su regazo. Fuman y toman whisky. Pausa hasta que ELLA termina de peinarlo. Después, comienza a vestirse al tiempo que, en el desorden, busca ropa y dos viejas valijas.)

ÉL:- Es de día, ¿otra vez salís?

     (Silencio espeso, cerrado.)

ELLA (Encontrando las valijas):- Antes que esto sea un escándalo te digo: conocí a alguien que me invitó a pasar un tiempo en su casa.

     (Silencio.)

ÉL:- Me abandonás después de todo.
ELLA (Acomodando, apuradamente, la ropa):- No, no empecés. Yo no te abandono. Me voy. Yo me voy.
ÉL (Sirviéndose whisky. El gato huye):- ¿Adónde te vas a ir? ¿Adónde te vas a ir así de rápido?
ELLA:- Hace rato que la conozco. Entendé que vos tampoco podés seguir así.
ÉL:- ¿Qué decís?
ELLA:- De esta manera salís vos también.
ÉL:- Yo no quiero ir a ningún lado.
ELLA:- Sí, tenés que entender que sí.
ÉL:- No.
ELLA (Tomando del vaso de su hermano):- Después de todo, ¿cuánto tiempo íbamos a seguir así? Yo tengo que tener mi vida y vos la tuya.
ÉL (Sacándole el vaso y sirviendo más):- No te hagás la segura para hablar.
ELLA:- Pensá y decí lo que quieras. Yo así no puedo seguir. Me hace mal.
ÉL:- ¡Qué mal te hace! Sí. Fácil.

     (Pausa. ELLA no responde, lo mira.)

ÉL:- ¿Vos cogiste ya con ese alguien? Acordate que para cogerte a vos...
ELLA (Interrumpiendo):- ¡Basta!
ÉL (Ofreciendo el vaso):- No vas a poder coger con nadie.
ELLA (Cerrando las valijas y recibiendo el vaso):- Te tengo lástima. Ese es el problema. Siempre tuve lástima de mi hermano.
ÉL:- Entonces no te vayas.
ELLA:- ¿Ves?
ÉL:- Te hacés la dura pero sos de agua, como yo.
ELLA:- Te dejo plata ahí (Señala.)
ÉL (Sacándole el vaso):- Estás encerrada. No podés elegir irte.
ELLA:- No hablés más. Me voy.
ÉL:- Mañana estás de vuelta... Hecha mierda.
ELLA:- No hagás locuras, por favor (Se acerca sosteniendo las valijas y le da un beso.) Después de todo, esto lo hago por vos... Esto lo hago porque te quiero.
ÉL (Imprevisto):- El miedo que yo siento es el mismo que vas a sentir cuando te cojan. Por eso estamos juntos... Por miedo. (Intenta agarrar las valijas.)

     (Cuando ÉL agarra las valijas, ELLA las levanta y lo empuja con éstas haciendo estallar en el cuello de su hermano el vaso que éste sostenía. Brota sangre del cuello y ÉL cae con un fuerte temblor. ELLA, dura, sin saber qué hacer, se arrodilla junto al cuerpo. Llora, gime, toca la sangre y se la lleva a la boca. Pausa larga e incómoda.  Se para, se acomoda la ropa, se seca las lágrimas –ensangrentándose toda-, agarra las valijas y se dirige a la puerta de calle. Mínima pausa dubitativa en la puerta. Murmura algo inentendible y sale.)

    (Apagón.)