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Personajes:
- DYLAN: Un adolescente de 17 años, un tanto torpe,
inseguro y nervioso, nada grave, es adolescente y ya se sabe que así son a
veces.
- VICTORIA: La madre de DYLAN, maestra de filosofía, con un
sentido del humor un poco excéntrico.
- MARTE: Un adolescente de 18 años, libre de espíritu,
con una pasión por el baile.
- BRUNO: El padre de MARTE, excéntrico y con una afición
por la comedia.
- PETRA: La madre de MARTE, devota a Dios, pero con un
toque de liberación en su interior.
- EL EXTRAÑO: Se llama
Orestes pero esta información se da al final. Es un personaje misterioso y
aterrador que resulta ser un clochard (persona que abandona el
mundo estructurado por elección).
- REPARTIDOR/LADRÓN: Le gusta el dinero fácil, y no es tan tonto,
aunque no sabe reaccionar ante lo inesperado.
Escena 1: Un Primer Movimiento
Lugar:
Dos mesas de ajedrez en un parque.
(En la derecha del escenario, Dylan y Victoria están
en una mesa de ajedrez, moviendo las piezas. En el otro lado, Bruno se estira
exageradamente en el suelo, haciendo sonidos de esfuerzo, mientras Marte lo
mira, visiblemente aburrido. Petra lee una enorme Biblia ya muy usada.)
DYLAN (Mueve
uno de sus peones.) Mamá, si tuvieras que hacer un primer movimiento… un
movimiento de apertura en una relación… ¿qué harías?
VICTORIA (Mira
el tablero con concentración.) ¿Yo?... un juego lento y estratégico? O un
juego agresivo. Cualquiera de los dos.
DYLAN (Mueve
las piezas sin ton ni son.) No, mamá. No es un juego. Es una persona.
Demonios, no me pones la atención que necesito.
VICTORIA (Suspira,
sin mirarlo.) No te preocupes, hijo. Para todo hay una estrategia. Solo
tienes que pensar dos o tres jugadas por delante. Te voy a comer la Reina.
DYLAN
¡No me refiero a eso! No quiero una estrategia. No sé cómo… cómo hacer el
primer movimiento.
(La conversación se interrumpe cuando llega un hombre
vestido de un traje de casimir, alguna vez de buena marca, ahora viejo y sucio,
sombrero y gesto adusto. Es pálido como un cadáver y su aspecto es atractivo
porque es auténtico. Se sienta y saca de su bolsillo algunas piezas de ajedrez.
El silencio es pesado.)
DYLAN (Le
habla a su mamá en un susurro audible.) Mira a ese tipo. Tiene una cara… Yo
creo que es un asesino. (Hace una voz cómica de muajaja) La permanencia
del Mal… como tú dices.
VICTORIA (Le
devuelve el susurro.) Dylan, solo es un hombre.
(EL EXTRAÑO, sin levantar la cabeza, golpea el tablero
con una de las piezas, como si estuviera matando una cucaracha. Se queda
inmóvil.)
DYLAN
No, mamá. Es algo más, nos está vigilando… ¡Nos quiere matar!
VICTORIA (Le
sonríe al hombre.) Cállate, ¿quieres?
(EL EXTRAÑO se levanta lentamente, sin dejar de mirar
el tablero. Sus movimientos son robóticos, da vueltas, es hiperquinético a
veces y a veces muy calmado, casi inmóvil. Camina hacia la mesa de los
aterrados Dylan y Victoria, pero a la mitad del camino, se detiene
abruptamente. Suelta una risa profunda y gutural. Los dos se miran con pánico.
El hombre cambia de dirección y se marcha, dejando sus piezas de ajedrez en la
mesa.)
Escena 2: Todo es Inesperado
Lugar:
Una típica banca de parque.
(Bruno se esfuerza por tocarse la punta de los pies,
con un rostro de intenso dolor. Está en el suelo, cerca del lugar donde Marte y
Petra están sentados. Petra lo mira de repente con desaprobación, pero prefiere
leer su Biblia.)
BRUNO
¡Vamos, MARTE, anímate! Solo unos abdominales. Hay que lograr un cuerpo fuerte…
¡Como un roble!
MARTE (Evidenciando
que no le cree una palabra a su “robusto” padre.) Papá… No pienso
lastimarme la espalda. A mí me gustaría hacer algo más rítmico… mover el
cuerpo, pero con gusto… Dejándote llevar por la música.
BRUNO (Se
levanta con dificultad.) ¡Tonterías! Si ya estoy haciendo condición…
Escucha… Si no duele… (Se dobla un poco por el dolor.) ... no sirve.
MARTE (Se
levanta y hace unos pasos de coreografía.) Yo prefiero bailar… mover las
caderas. ¡Bailar! Si no te duele… te va a gustar, ja, ja....
PETRA (Finalmente
expresa su desaprobación.) ¿Dijiste caderas?... BRUNO, deja a tu hijo en
paz con esos ejercicios del diablo, ya ves qué cosas dice. El verdadero camino,
está con mi padre… con mi papá Dios. Él me cuida del demonio y sus tentaciones…
Mover las caderas lleva directamente a uno de los más graves pecados capitales…
La lujuria.
(EL EXTRAÑO se acerca con un andar cojo y espasmódico.
Se sienta en la banca y todos permanecen sentados unos momentos, pero después
se levantan, incomodísimos. Petra respira profundo y lo saluda con un gesto
exagerado. El hombre no responde, se limita a recoger uno de los folletos que
se le habían caído a Petra. Revisa el folleto con su hiperquinesia, le da
vueltas, lo arruga, lo desarruga, con una expresión hierática. Petra, lo
observa aterrada, pero convencida de que tiene una misión, sintiendo que es su
oportunidad de oro, rompe el silencio.)
PETRA
... Hay que encomendarse a Dios. Dios es el remedio. Hay que vivir bajo su
manto. La creación del Cosmos es obra suya. Sin duda cuando observamos el cielo
en toda su maravillosa luz, nos damos cuenta del milagro que significa estar
vivos y… Y hay que encomendarse a Dios, ¿sabe?
(El hombre la ignora. Petra insiste, convencida de que
está a punto de salvar un alma. Bruno y Marte están detrás de Petra y tratan de
lograr que se vaya lentamente con ellos, como si estuvieran frente a una fiera
salvaje)
PETRA
En estos días de tentación hay que acercarse a nuestro padre... A nuestro
padre, papá Dios… El padre de todos nosotros…
(El hombre la mira de reojo. Su cara es una máscara.
El silencio es tenso. El hombre aprieta el folleto que estaba leyendo, lo
comprime hasta hacerlo bolita. Y finalmente lo avienta hacia atrás.)
PETRA (Tiembla,
pero continúa.) No me importa si usted me ignora. Yo sé que en alguna parte
de su alma está la luz de Dios. Hay que rendir cuentas, el día del juicio se
acerca... Hay que tener cuidado porque...
(En ese momento, llega un repartidor de comida en
bicicleta, con un casco enorme y una caja térmica en la espalda. Se acerca a
ellos, confundido.)
REPARTIDOR
Disculpen… ¿alguno de ustedes pidió un PFK?
(Todos se miran. Bruno y Marte se hacen un gesto de
que "nadie" lo ha pedido. EL EXTRAÑO, en un gesto inesperado, gruñe.
El repartidor se sobresalta.)
REPARTIDOR
Ah… creo que es para… ¿usted, señor? (Señala al Hombre del Saco. EL EXTRAÑO
gruñe de nuevo, y el repartidor se asusta.) ¡Oiga! Yo solo soy un
repartidor, no me haga daño, por favor.
MARTE (Al
repartidor.) Tranquilo. Solo déjelo y corra.
(El repartidor deja el Bucket (Cubeta con pollo crujiente)
en el suelo y se va a toda velocidad. Se puede entender que el pedido ya está
pagado. EL EXTRAÑO confirma algo con su teléfono, luego toma el bucket, sujeta
con sus sucias manos una pieza de pollo crujiente y con inesperada delicadeza
lo disfruta. Se sienta a comer, pero no sin dejar de ver a los “intrusos” con
desagrado. Parece que les va a invitar un poco de “la receta secreta”, pero
desvía la invitación para comerse otra pieza, cómicamente, ahora como una
bestia hambrienta. Petra se tapa la boca con las manos. Está aterrada, pero con
expresión de “Ni al caso, no tiene remedio este hombre”.)
PETRA
No tiene remedio este señor… ¡Es la expresión misma de todos los pecados!
(Finalmente, Petra accede a ser llevada por Marte y
Bruno… Se alejan trastabillando, no sin antes Petra grite con todas sus
fuerzas.)
PETRA ¡Es
el demonio! ¡El mismísimo demonio está con nosotros!
(Una vez que Petra y los chicos han salido de escena,
el hombre toma otro folleto. Lo revisa minuciosamente y sonríe y da un gruñido.
Se levanta y se va lentamente por la misma dirección que la familia.)
Escena 3: BRUNO
Y EL EXTRAÑO
(Bruno llega a la banca del parque. Se pone a hacer
ejercicio, cómicamente eleva las piernas y luego las recoge y las estira… Se
levanta… y finalmente se acuesta en la banca. EL EXTRAÑO llega y se le queda
viendo.)
BRUNO No
se enoje Usted. Le quité su lugar, ¿no es cierto? Su lugar de hecho es
todo el parque… Eso es una maravilla… No sé por qué… Usted se la pasa bien… Eh…
Usted se levanta cuando quiere y dice… Todo esto es mío… es mi parque. Es mi
libertad. Oiga, y usted sí puede hablar o no mucho… ¿Cómo se llama?... (Pareciera
que el EL EXTRAÑO fuera a decir algo, pero solo hace un ruido extraño gutural y
largo) Ya se enojó. (EL EXTRAÑO levanta un brazo y pareciera que va a hacerle
algo al asustado Bruno que se dispone a marcharse de ahí) Ya, ya, ya
entendí… Y ya me voy. (En cámara lenta Bruno camina para atrás y EL EXTRAÑO camina
hacia él levantando cómicamente los brazos, en una parodia de amenaza.
Finalmente BRUNO sale de escena y EL EXTRAÑO sale tras de él haciendo sonidos
extraños, pero cómicos.)
Oscuro
Escena 4: Dylan, Marte, y sus madres liberadas
Lugar:
El mismo parque.
(Se ilumina el escenario. Dylan y Marte marcan con sus
mochilas y suéteres una cancha improvisada. Luego se ponen a jugar con un balón
algo parecido al fútbol Se les ve cómodos, con una amistad ya consolidada. Se
ríen de sus pases fallidos.)
DYLAN
¡No, no! Así no es, tienes que darle con el empeine, no con la punta del pie.
No seas un bruto, Marte.
MARTE (Se
ríe.) Perdón, Maradona. Yo solo quiero que la pelota me obedezca, no me
importa cómo.
DYLAN Así
es la vida, ¿no? A veces solo quieres que las cosas se muevan para donde
quieres, sin importar cómo. Y no, no. La vida no te obedece. Como dice mi mamá…
cada día trae sus nuevas sorpresas.
MARTE (Se
le queda mirando. Se detiene.) ¿Te sientes bien?
DYLAN (Le
devuelve la mirada, pero bromea.) Me siento perfectamente. Es solo un
pensamiento de filósofo. Herencia de mi padre.
MARTE
Ah, mira… debo decirte que a mí me gusta la filosofía, y también me gusta el
baile… No se oponen, ¿verdad?
DYLAN
Claro que no. Pero no si mezclas todo junto, no si los mezclas al mismo tiempo.
¿Me explico?
MARTE
No, ciertamente no. Jajaja.
(Se siguen pasando el balón. Y luego se sientan y
conversan en silencio. Se ve a Victoria y Petra que llegan caminando por el
andador. Ellas tienen ahora el foco de la acción. Se ríen a carcajadas. Petra
no lleva su Biblia, sino una bolsa de mano. Las dos se paran cerca de una
banca.)
VICTORIA
¡Te lo juro, Petra! Era todo un tóxico de esos que ya sabes… No sé cómo
logramos tener un hijo tan maravilloso. Tú crees, ¡me dijo que no le hablara de
filosofía! Que la filosofía no servía para nada. Que a mí me parecía poca cosa
por ser un taxista miserable, que sentía que lo humillaba aunque él ganara más
que yo… Yo, tan estudiada… y con mi maestría y medio doctorado… Me sentía tan lejana
a él. No sé cómo en algún momento hasta lo quería, y debo admitirlo, me gustaba
mucho… Dylan es muy parecido a él…
Pero... no dejo
de hablar verdad y no debería contarte todas mis penas. Tú tienes tus propios
problemas, pero tienes a tu biblia, eso sí.
PETRA (Sonríe,
por primera vez serena y ecuánime) La Biblia es un peso que llevo por la
vida… literal… ja, ja… Pero hoy la dejé en mi buró. Ninguna Biblia o libro
mágico me puede ayudar a soportar a mi marido.
VICTORIA (Con
una sonrisa.) Nadie debería tener que soportar algo.
PETRA Sí,
no… Ya no tiene sentido que estemos juntos. Y sabes… ya no hacemos nada... me
refiero a… (VICTORIA asiente, empática) Ya te imaginas claro. Ya ni
siquiera hablamos. Y tengo que aguantarlo con sus manías y sus costumbres de
maniático … También sabes de qué hablo, ¿no es cierto?
VICTORIA
No. La verdad no, pero estoy intrigada, cuéntame todos los detalles....
(Victoria y Petra se levantan y caminan, sintiéndose liberadas,
hasta que se acercan a Dylan y Marte, que siguen sentados y conversando. Todos se
sientan en la misma banca, como si fueran una familia reunida.)
Escena 5: La sopa sin sal
Lugar:
El mismo parque.
(Llega Bruno y se sienta en la banca. Lleva puesto un
abrigo larguísimo todo desgastado y sucio, además usa unos de jeans rotos y
botas negras muy grandes y toscas. Está irreconocible o bien se le puede
confundir con EL EXTRAÑO. Pasa un momento a solas. Voltea a donde está su
familia pero no lo reconocen y sonríe por ello. Llega EL EXTRAÑO y se pone en
un lugar visible para Bruno y el público. Da ligeras vueltas en círculo y tiene
el celular en la mano. De repente, también, trata de aplastar algo con un pie o
revisa su teléfono celular compulsivamente. Bruno se levanta y se le acerca,
cauteloso. EL EXTRAÑO abre desmesuradamente los ojos pero no voltea a ver a su
nuevo clon.)
BRUNO (Le
habla en voz baja, con admiración en la voz.) ¡Señor! Lo he estado
observando. Usted... usted es un ejemplo de libertad. No necesita nada. Vive
todos los días en este parque con la lluvia, el frío, el sol… Usted ha sabido
cómo encontrar la paz. No como yo.
(EL EXTRAÑO lo mira de reojo. Bruno sigue hablando.)
BRUNO
Soy un desgraciado… No me refiero a que sea yo malo, sino que mi vida es una
desgracia. Mi vida es tan predecible… Mi esposa no me hace caso... No soy un
ejemplo a seguir para mi hijo. Mi vida… es una sopa sin sal. Sería todo un
cambio si yo me libero de todo y vivo como usted, libre como un pájaro.
(EL EXTRAÑO hace un movimiento y una cara de inmenso
fastidio… Gruñe, pero no dice una palabra, y trata de irse lentamente, pero
Bruno lo sigue con admiración. De pronto, un hombre enmascarado se acerca al
lugar donde están las dos madres y los dos chicos. Es el mismo repartidor, pero
esta vez con una navaja y una expresión desesperada. Les exige todo su dinero.)
LADRÓN Ya
se la saben. ¡Denme todo! ¡Todo su dinero, sus celulares, todo!
(Los dos chicos, Dylan y Marte, se quedan pasmados.
Victoria y Petra se miran, asustadas. EL EXTRAÑO y Bruno reaccionan para
defenderlos.)
BRUNO (Se
pone delante de los demás, con los brazos extendidos, y mira al ladrón.)
¡Alto ahí, señor! ¡Ese hombre y yo estamos en paz! ¡No nos va a quitar lo que
no tenemos!
LADRÓN (Mira
a Bruno, luego al Extraño, luego a los demás, confundido. Se le nota que no
entiende nada.) ¿De qué demonios habla? ¿Qué hombre?
BRUNO
Ese hombre. Por cierto, ¿cómo se llama usted…?
EL EXTRAÑO (Con
una voz que parece salida de ultratumba) Me llamo Orestes, pero ya nadie me
nombra.
BRUNO
Ah, qué bonito, qué poético… Yo quiero ser como usted…
El LADRÓN
¡Oiga! Sí sabe que esto es un asalto, ¿no?
BRUNO
Eso es una agresión. Es como la guerra y yo quiero hablar de paz. ¡Quiero
encontrar la paz! ¡La redención que da la paz! ¡La paz que se encuentra en un
parque! ¡Este hombre, que nadie nombra y que se llama Orestes… y yo que me
cambiaré de nombre y me llamaré… Teodosio… somos libres! ¡No tenemos nada! ¡Ni
una cartera! ¡Ni un celular! ¡Ni un… un… un…!
(Orestes toma al ladrón del cuello con una fuerza
inesperada y se lo lleva lejos. El ladrón se ve arrastrado y amenaza
inútilmente a todos con la mirada. Las dos madres, Victoria y Petra, y los dos
chicos, Dylan y Marte, se quedan asombrados y aliviados. Bruno se acerca a
ellos, con una sonrisa de oreja a oreja.)
BRUNO (Con
una voz solemne.) Hola… (Levanta las manos). Yo soy Teodosio. Y soy
amigo de Orestes. He decidido, oficialmente, venirme a vivir al parque. (Se
ríe).
(Victoria lo mira con ternura. Petra lo mira aliviada.
Dylan y Marte sonríen y aprueban gestualmente. Orestes, llega y se pone a un
lado de Bruno sin decir una palabra, pero le pone una mano en el hombro.)
BRUNO (Con
una sonrisa, levanta la mano y le dice adiós.) ¡Bueno, familia! Ya saben dónde
vivo. ¡Pueden venir a visitarme!
(Bruno y Orestes se marchan, muy amistosamente.
Victoria y Petra se abrazan. Se les ve felices.)
VICTORIA
Un gran cambio, amiga. Y sin ayuda de la Biblia.
PETRA (Se
ríe con ganas, y levanta la bolsa de mano.) La biblia, se quedara quieta en
un cajón, y la sacaré de ahí solo si me hace falta. Todavía me queda mucho por
aprender.
VICTORIA Somos
afortunadas… Se ven felices y yo me siento bien. (En son de extraña broma)
Oye… No te gustaría vivir al aire libre… hay muchos más parques, sabes?
(Ambas mujeres se despiden con una sonrisa cómplice de
sus hijos. Ya solos Dylan y Marte se miran como pudieran hablarse por telepatía.
Marte saca su celular y pide algo de comer a domicilio.
MARTE Me
gustaría que nos fuéramos de fiesta. Bailar hasta cansarnos. Me siento como un
hombre nuevo. Y tengo la sensación de que alguien va a traernos sushi.
DYLAN (Sonríe,
y mira a Marte a los ojos.) Estoy confundido. Son dos cosas diferentes,
¿no?
MARTE
Seguro. Vámonos de fiesta, ¿te parece?
DYLAN
Me parece bien. Pero con una condición.
MARTE
¿Cuál?
DYLAN
Que me acompañes a tu casa,
MARTE
No se dice “¿Que me acompañes a tu casa?”.
DYLAN (Contesta
con cara de duda y sonríe al mismo tiempo, ya no entiende nada). Claro. Ya
no entiendo nada, pero yo nunca entiendo nada. Vamos… (Se detiene) Oye,
¿y el sushi que era una sorpresa…? ¿Va? O no va mucho.
(Marte se ríe con un gesto de ya vas a ver. Los dos se
van juntos, jugando a pasarse el balón. La escena se oscurece.)
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