8/5/16

El teatro en la Edad Media Jorge Dubatti


El teatro en la Edad Media

Jorge Dubatti

Fragmentos del Cap. I del libro de Jorge Dubatti Poéticas del teatro europeo Siglos V-
XVIII (Colihue, en prensa).

1. La Edad Media como unidad extensa supranacional. Europa, unidad y diversidad.
Periodización interna: Alta Edad Media, Baja Edad Media y Larga Edad Media. Tensiones
entre Premodernidad y emergencia de la Modernidad. “Primera Edad” de Occidente: los tres
legados culturales. Cristianismo, primer teocentrismo y la fe como fundamento de valor.
“Segundo” teocentrismo: diálogo con el antropocentrismo. La “gran creación”: el
“trasmundo” y el “orden” del universo. Sincretismo, diversidad y contrastes entre “quimera” y
“realidad”. 2. Pertinencia epistemológica del concepto de teatro. Teatro, teatralidad y
parateatralidad. Nuevas categorías para pensar fenómenos ancestrales: liminalidad. 3.
Periodización interna del teatro medieval. “Período difuso” (siglos IV a IX) o período de los
actores trashumantes y de las formas teatrales liminales con el ritual. “Período de re-
iniciación teatral” (siglos IX a XII) o . “Período de asimilación o eclosión teatral” (siglos XIII a
XVI) o . Período de la supervivencia de las formas dramáticas medievales (siglos XVI a XXI).
Origen del teatro medieval: poligénesis. 4. Pensamiento antiteatral en la Edad Media.
Antecedentes. Principales argumentos. Proyecciones.
“Un volumen sobre el teatro en la Edad Media, o
renuncia a existir, o cambia el estatuto del propio
objeto”
Luigi Allegri (2003, p. IX)
“El teatro medieval es demasiado vasto en cuanto a
tiempo, lugar, manifestaciones genéricas y teatrales
como para admitir una fácil generalización y un
tratamiento completo (...) El mundo todavía espera una
historia completa del teatro europeo de la Edad Media”
Martin Stevens (1990, p. 36)
“No nos está dado perder nuestro tiempo entre risas,
diversiones y deleites. Esto es sólo cosa de cómicos y
cómicas y no para aquellos que han sido llamados a la
vida celestial. [El teatro] es cosa de los que se alistan a
combatir en las filas del Demonio”
San Juan Crisóstomo (344-407), Homilía No 15
1. La Edad Media como unidad extensa supranacional. Europa, unidad y diversidad. La
historiografía reconoce como “Edad Media” una unidad extensa supranacional de2
periodización relativa a procesos históricos que se desarrollan en la Europa Occidental,
aproximadamente entre los siglos V y XV de la era cristiana, entre la Antigüedad
Grecorromana y la Edad Moderna.
Se acepta convencionalmente como hito que marca el comienzo de la Edad Media la caída del
Imperio Romano de Occidente (476 d.C.); también se acepta que, a través de diez siglos, el
medioevo se extiende hasta la caída del Imperio Bizantino (1453) o hasta el descubrimiento
de América (1492). Pero es sabido que los límites temporales de las unidades periodológicas
(que intentan enmarcar fenómenos complejos y diversos, de por sí incontenibles entre fechas
precisas) son lábiles. En “Qué es la Edad Media”, Manuel Riu (1989) afirma que “hoy no se
habla ya de inicios o finales de fecha fija” (p. 17) y revisa otras hipótesis de comienzo:
pueden tomarse como hitos relevantes el advenimiento del emperador Constantino (306), o el
Edicto de Milán (313) que dio libertad de culto a los súbditos del Imperio Romano, o la
muerte de Teodosio el Grande (395) que implicó la división del imperio en dos (Romano de
Occidente y Romano de Oriente o Bizantino), o la mayor invasión germánica (406-409). En
cuanto al cierre de los procesos históricos, Riu afirma que
“para nosotros la Edad Media termina entre 1450 y 1550, cuando se plasman nuevas
concepciones sociopolíticas, cuando declinan sus ideales característicos como el de la
caballería, cuando se produce la crisis de los universalismos y triunfan los
particularismos y los nacionalismos, cuando al simbolismo le sustituye el realismo en
las artes y las letras, cuando la espiritualidad se debate ante fuerzas nuevas y peligra la
autoridad de la Iglesia, cuando Europa siente ansias de descubrir y conocer en su
totalidad el planeta y sus gentes, en una expansión no operada con anterioridad;
cuando surge, con la renovación pedagógica, el deseo de perfeccionar el conocimiento
de los clásicos y cuando, con ellos, el hombre empieza a buscar en su propio mundo el
fin y el goce que antes situaba más allá de la vida terrena” (1989, p. 18).
También resulta lábil el trazado del mapa que define la Europa medieval en sus límites
geográficos, tanto en sus fronteras externas como internas, por las diferencias locales y
regionales, por las tensiones con el mundo bizantino e islámico y por los cambios en su
devenir histórico. Le Goff (En busca de la Edad Media) distingue un microespacio (la
cristiandad) y un macroespacio (por fuera de las fronteras de la cristiandad), a su vez
conectados por una intensa red de viajes (especialmente la circulación marítima y fluvial, ya
que no existían buenos medios de transporte terrestres). El microespacio era “accesible a la
experiencia común” en cambio el macroespacio era perceptible y mensurable con menos
facilidad”, porque3
“aún [entonces] se dispone de pocos instrumentos para imaginarse el mundo real (...)
Limita con un océano en el oeste, que no conduce a ninguna parte. Hacia el este y el
sur se encuentran religiones distintas, hostiles y, en el fondo, paganas (...) el
Mediterráneo se convierte en una frontera, mientras que la civilización, en unos pocos
siglos, se va extendiendo hacia el norte, mucho más allá de los límites romanos.
Cuando se trata del este, Occidente se mantiene indeciso. Los sabios medievales,
recuperando la tradición griega, fijan el límite de Europa en el río Tanais (el Don).
Utilizando la fórmula del general De Gaulle, no se trata de una Europa 'del Atlántico a
los Urales' (...) Desde el punto de vista geopolítico, vemos que la herencia medieval
sigue siendo bastante imprecisa (...) Si uno se sitúa en el interior de la cristiandad, las
cosas cambian, efectivamente. Sus microespacios (estados, ciudades, principados,
señoríos, obispados) son un legado duradero. Constituyen uno de los fundamentos de
esa coherencia propia de la civilización medieval. La nuestra le debe mucho. En el
transcurso de la Edad Media, la cristiandad es una y diversa, una y fragmentada a la
vez. Así es la Europa que nos ha legado la Edad Media" (2004, pp. 105-107).
La cartografía europea de la Edad Media varía de acuerdo a la metamorfosis permanente de su
universo histórico, político y cultural. Ya señala Claudio Guillén en “Europa: ciencia e
inconsciencia” (Múltiples moradas, 1998) que
“Europa no es pura geografía desde el momento en que ésta no se ciñe a circunstancias
y determinaciones físicas, solamente naturales. Son históricas, culturales y políticas las
condiciones y fuerzas que han modelado el espacio europeo y producido la movilidad
problemática de sus fronteras” (1998, p. 377).
Pero además la cartografía de la Europa medieval es compleja porque ¿cuándo y cómo puede
reconocerse al conjunto de pueblos y culturas que habitan en territorio europeo como unidad
cultural?, ¿cuándo comienzan los procesos de unificación de realidades tan diferentes?, ¿cómo
se resuelve el vínculo de la civilización occidental con las civilizaciones vecinas, la bizantina
y la sarracena? Como afirma Claudio Guillén siguiendo a Krzystof Pomian (1990),
“el pasado de Europa ha sido una repetida oscilación entre el predominio de la unidad
y el de la diversidad (...) El imperio carolingio del siglo IX establece unas conexiones
políticas y recuperaciones culturales que unen a pueblos distintos de forma
relativamente duradera. La disgregación –éclatement- subsiguiente la sufre el orden
político, no el cultural o el de las creencias. Casi dos siglos pasarán antes de que se
produzca la conversión de los normandos, añadida a la del resto de los germanos, de
los escandinavos, de los eslavos de Bohemia y de Polonia y los húngaros establecidos
en Panonia, a la iglesia romana; como al propio tiempo la conversión de Bulgaria y la
de la llamada Rusia de Kiev, a Bizancio. Esta expansión integradora por suma de
conversiones es lo que trae consigo a la vez la configuración poco menos que decisiva
de Europa (digo menos por cuanto Rusia no acabará de occidentalizarse hasta el siglo
XVIII) y su precaria integración. Del siglo V al XIV, siglo que ve la cristianización de
Lituania y Prusia, se ha llevado a cabo la ‘triple conversión’ de los pueblos situados
extramuros del antiguo limes romano: al cristianismo, al conocimiento de la lengua4
latina y a la escritura. Lo que Pomian llama la primera unificación europea se produce
sobre todo desde el siglo XII. ‘A partir del siglo XII Europa es una realidad unitaria,
coextensiva con la cristiandad latina. Pero su unidad, muy reciente, no es política. El
espacio latino es aún un patchwork de entidades de dimensiones diferentes’, sometidas
éstas a poderes de variada legitimidad, según los avatares de las agrupaciones
dinásticas”(Guillén, 1998, pp. 383-384).
Según Guillén, junto al poder unificador del clero y las órdenes monásticas, contribuirá a los
procesos de unificación “una nueva minoría, visiblemente europea, la de los profesionales de
la enseñanza en las universidades, poseedores de cátedras de teología, filosofía, derecho y
medicina” (1998, p. 384).
Periodización interna: Alta Edad Media, Baja Edad Media, Larga Edad Media.
Tensiones entre Premodernidad y emergencia de la Modernidad. La historiografía
reconoce la complejidad interna de los procesos de la Edad Media y plantea una
subperiodización en dos grandes momentos: Alta Edad Media (siglos V-XII) y Baja Edad
Media (siglos XIII-XV).
La Alta Edad Media se dividida, a su vez, en dos instancias: la “temprana Edad Media” o
“período de la génesis” (siglos V a VIII, identificados tradicionalmente como los “años
oscuros”) que, como señala Romero, “transcurre entre la época de las invasiones y la
disolusión del Imperio carolingio” (1994, p. 79); el “período feudal” (siglos IX a XII), que
para Romero “constituye la primera síntesis creadora, y a ella corresponde lo que
habitualmente se entiende por espíritu medieval” (1994, p. 79).
La Baja Edad Media es período de grandes cambios e innovaciones: en ella surgen las
ciudades, los gremios, la burguesía y la Universidad, se afirman los estados nacionales, se
desarrolla en forma inédita el teatro y Occidente inicia su actitud de expansión a través de las
Cruzadas. Según Romero,
“configura una época crítica en la que se desarrollan simultáneamente dos direcciones
antitéticas, una de signo todavía medieval pero revolucionario, y otra de signo
claramente antimedieval, raíz y expresión primera de la Modernidad” (1994, p. 80).
Coincide Riu cuando afirma que
“entre fines del siglo XII y comienzos del XIII una serie de acontecimientos, en
distintas esferas y a distintos niveles, configuran los cimientos y el desarrollo inicial,
en la plena Edad Media, de las líneas directrices del mundo moderno” (1989, p. 19).
Es decir que la Edad Media no sólo es en realidad –como veremos enseguida- la “primera5
Edad” de Occidente por su confluencia y reelaboración original de legados, sino también -y
especialmente en la etapa de la Baja Edad Media- una época de tensión entre la
Premodernidad y la Modernidad emergente. En los últimos siglos, en la Baja Edad Media, el
espíritu medieval premoderno convive con las prefiguraciones y primeras manifestaciones del
Renacimiento. 1 Para McNall Burns ese proceso de modernización tiene su origen ya en la
Alta Edad Media con
“el renacimiento carolingio del siglo IX, [con el que] comenzó en Europa una vida
nueva. El espíritu humano se remontó a alturas magníficas en la literatura, la filosofía
y el arte. El resultado fue otra de las grandes culturas mundiales, que se distinguió
tanto por el progreso intelectual como por su alto grado de prosperidad y libertad. En
realidad esta última civilización de la Edad Media se pareció a la Moderna más de lo
que cree la mayoría” (1980, tomo I, p. 236).
Pero la Edad Media no parece culminar en el siglo XV. Le Goff (2008) considera además una
“Larga Edad Media” (siglos XVI a XIX), que va del Antiguo Régimen hasta la revolución
industrial, en la que las estructuras medievales mantienen su influencia histórica en diálogo,
tensión y reelaboración con la Modernidad. Incluso Umberto Eco se refiere a una “Neo-Edad
Media” (tanto por la capacidad del siglo XX y XXI para “soñar” la Edad Media, como por los
puntos de contacto entre ésta y la Posmodernidad) y resalta la significación fundadora del
período medieval en la historia de Occidente:
“La Edad Media representa el crisol de Europa y de la civilización moderna. La Edad
Media inventa todas las cosas con las que aún estamos ajustando cuentas: los bancos y
las letras de cambio, la organización del latifundio, la estructura de la administración y
de la política municipal, la lucha de clases y el pauperismo, el altercado entre Estado e
Iglesia, la Universidad, el terrorismo místico, el proceso indiciario, el hospital y el
episcopado, hasta la organización turística (...) la Edad Media inventa también el
concepto del amor en Occidente” (1988, pp. 88-89).
“Primera Edad” de Occidente: los tres legados culturales. El término “Edad Media” (ya
empleado por los historiadores en el siglo XVII, pero formulado en el siglo XIV 2 ) remite al
concepto de un período “medio”, de transición o “puente” entre la Antigüedad grecorromana
y el Renacimiento o la Edad Moderna (Riu, 1989, p. 12). Pero si bien el nombre se ha
conservado en la historiografía actual, desde el siglo XIX implica una revalorización del
1
Véase en este mismo volumen el Cap. III y IV.
Le Goff afirma que "la palabra y el concepto de 'Edad Media' aparecen en
el siglo XIV, en los textos de Petrarca y de los humanistas italianos.
Hablan de un medium tempus (tiempo del medio) o, en plural, media tempora"
(2004, p. 43).
26
significado y la singularidad histórica del período, considerado mucho más que una mera
transición o una “Dark Ages” entre dos momentos estelares.
La Edad Media es concebida como la “Primera Edad” de Occidente, es decir, el período de
“génesis” de la civilización occidental. Se llama Occidente a una civilización o cultura que
tiene su origen en la Europa Occidental hacia el siglo V y se extiende hasta el presente,
diferenciable de otras grandes civilizaciones (entre otras, las bizantina, musulmana, hindú,
china y japonesa). Según Romero, la civilización occidental es
“una concepción del mundo y la vida que se expresa en infinidad de formas y que tuvo
su origen localizado en cierto ámbito territorial [Europa Occidental] y por obra de
determinados grupos sociales. Por algún tiempo (...) su tendencia fue más bien a
acentuar las diferencias con las culturas vecinas y a circunscribir el ámbito de su
desenvolvimiento. Pero a partir de cierto momento, la cultura occidental se torna
expansiva y sus portadores comienzan a difundirla más allá de las fronteras dentro de
las que se había originado, y con tanto éxito que pareció justificarse la ilusión de que
se había tornado universal” (1994, pp. 8-9).
La Edad Media es la cuna histórica de la civilización occidental porque en ella se da “la
confluencia de tres grandes tradiciones: la romana, la hebreocristiana y la germánica, de las
cuales las dos primeras suponían una síntesis de variados elementos” (1994, p. 13). Para
Romero,
“el formalismo romano [en el plano político y jurídico] suponía una actitud definida y
resuelta frente a algún problema : la organización de la familia, el régimen
patrimonial, las relaciones económicas, los principios morales, los deberes sociales o
las obligaciones frente al Estado (...) el legado hebreocristiano consistía en una
opinión acerca de los problemas últimos que condicionaba un modo de vida (...) frente
a los otros dos, el legado germánico fue el más simple. Los conquistadores traían
consigo una idea de la vida menos elaborada, más espontánea y más libre, creían en lo
que hay de naturaleza en el hombre y exaltaban sobre todo el valor y la destreza, el
goce primario de los sentidos y la satisfacción de los apetitos” (1994, pp. 15-24). 3
De los tres legados culturales, el más potente en su capacidad de organización fue el cristiano.
Hacia el 400 el clero cristiano constituía una jerarquía de patriarcas, metropolitanos, obispos y
sacerdotes. En 455 el emperador Valentiniano III decretó que todos los obispos occidentales
se sometieran a la jurisdicción del Papa en Roma. Junto al desarrollo de la organización
eclesiástica, adquiere protagonismo la vida monástica. En el siglo VI San Benito definió la
regla que se convirtió en norma para todos los monjes de la cristiandad latina. Más allá de las
3
Para un desarrollo más amplio de estas tres tradiciones y su confluencia, José Luis Romero, La cultura
occidental, 1994, pp. 7-69.7
diversas líneas internas de la cristiandad, la iglesia contribuyó a darle unidad a la cultura
europea:
“A medida que decaía el Imperio Romano en Occidente, la Iglesia iba suplantándolo
en muchas de sus tareas y ayudó a mantener el orden en medio del caos creciente. Que
algo se salvara del naufragio se debió sobre todo a la influencia estabilizadora de la
Iglesia organizada. Contribuyó a civilizar a los bárbaros, a difundir los ideales de
justicia social y a conservar y transmitir la cultura antigua” (1980, tomo I, p. 242).
Cristianismo, "primer teocentrismo" y la fe como fundamento de valor. “Segundo”
teocentrismo: diálogo con el antropocentrismo. Uno de los componentes fundamentales de
cohesión ideológica en la Edad Media fue el credo o dogma cristiano. Como señala McNall
Burns,
“al principio de la Edad Media era ya casi total el triunfo del cristianismo sobre todas
las religiones rivales. El edicto de tolerancia del emperador Galerio en el año 311
constituía ya una admisión de que esa religión era demasiado poderosa para que se la
pudiera extirpar mediante las persecuciones” (1980, tomo I, p. 240).
Según A. P. Carpio tres componentes caracterizan al cristianismo como concepción de
mundo:
- se trata de “una religión revelada”, en tanto “la Biblia no es para el creyente obra humana
sino la Palabra divina, porque allí es Dios mismo quien habla y revela al hombre su
existencia, sus propósitos, ciertos secretos de su propia vida (como el de la Trinidad, por
ejemplo), lo que Él espera del hombre. Esto supone para el creyente, como es natural, que
las Sagradas Escrituras no pueden contener sino la Verdad” (1995, p. 135)
- ese Dios es absolutamente trascendente respecto del mundo: “no sólo porque está más allá
de éste, totalmente separado de él, sino porque es absolutamente heterogéneo de todo lo
finito, inconmensurable con todo lo creado. Justamente es Él quien ha creado todos los
entes de la nada (ex nihilo fit ens creatum); de la nada, que entonces inficiona, lastra de
no-ser, a todo ente finito, lo tiñe de una contingencia radical y así lo separa del puro ser
sin mancha, de Dios” (1995, p. 135).
- ese Dios, sin romper o anular aquella trascendencia, “instaura un momento de mediación, un
puente, digamos, entre Dios (padre) y el hombre: ese puente es Jesús, el Hijo de Dios
hecho hombre, mediante el cual Dios, en su infinito amor y misericordia, redime al
hombre del pecado” (1995, p. 135).
En consecuencia, agrega Carpio, a diferencia del paganismo, el Dios cristiano es8
“un Dios de amor, no meramente un Dios al que se ama –pues esto ya se encuentra en
Platón y Artistóteles-, sino un Dios que ama a sus criaturas, y que por ello las salva
por Su amor, que incluso se sacrifica mediante su Hijo, quien asume en sí el pecado de
la Humanidad” (1995, pp. 135-136).
Por otra parte, el cristianismo se sustenta en la idea de que
“la Revelación enseña cosas que son extrañas al pensamiento racional. Que Dios se
haga hombre (Encarnación), y padezca, muera y resucite; que Dios sea uno y a la vez
tres, Padre, Hijo y Espíritu Santo (Santísima Trinidad); que en la misa el pan y el vino
se conviertan en el cuerpo y en la sangre de Cristo (Eucaristía); que en el Juicio Final
volveremos a tener el mismo cuerpo que ahora tenemos (resurrección de la carne);
todo esto muestra hasta la evidencia que los Evnagelios están plenos de contenidos ‘no
racionales’, no naturales. Ello se hace tanto más claro cuando se reflexiona en que
para el cristianismo lo que salva al hombre es la fe en el Cristo: no el conocimiento
racional o empírico en cualquiera de sus formas, sino la fe, que es una gracia que Dios
otorga al creyente, por tanto, un don sobrenatural” (1995, p. 136).
McNall Burns sintetiza las enseñanzas fundamentales de Jesús que se desprenden de la lectura
de los Evangelios:
“1) la paternidad de Dios, y la hermandad de los hombres; 2) regla áurea; 3) el perdón
y el amor a nuestros enemigos; 4) el pagar bien por mal; 5) abnegación; 6) condena a
la hipocresía y la codicia; 7) oposición al ceremonial como esencia de la religión; 8) la
inminente llegada del fin del mundo; y 9) la resurrección de los muertos y la
instauración del Reino de los Cielos” (1980, tomo I, p. 238).
Como señalamos antes, los procesos de modernización se inician en los últimos siglos de la
Edad Media, cuando la tendencia antropocentrista 4 comienza a cuestionar los valores del
idealismo cristiano y la autoridad de la Iglesia, promueve el redescubrimiento de la cultura
antigua, el desarrollo de los nacionalismos y las culturas particulares. El progresivo
afianzamiento de esa tendencia obligará al teocentrismo a redefinirse, a “modernizarse” a su
vez, en un proceso de afirmación, transformación, resistencia y diálogo con el
antropocentrismo. A esta nueva fase dialógica del teocentrismo con el antropocentrismo la
llamaremos “segundo teocentrismo”, que a nuestro juicio se prolonga con fuerza durante los
siglos XV a XVII como continuidad, modernización y herencia del legado medieval. La
invención de la imprenta (herramienta fundamental de la Modernidad) multiplicará a su vez
la difusión y el conocimiento de la Biblia, así como permitirá el surgimiento de otras formas
de relacionarse con el dogma. La Biblia se transformará en un palimpsesto de la cultura
4
Para un desarrollo pormenorizado de esta tendencia, véase el Cap. III del presente volumen.9
occidental, sus “palabras poderosas” (Northrop Frye) generarán patterns culturales que, más
allá del texto preciso y de las traducciones, siguen vigentes incluso en culturas muy
posteriores que se han laicizado.
La “gran creación”: el “trasmundo” y el “orden” del universo. Sincretismo, diversidad
y contrastes entre “quimera” y “realidad”. Sin embargo, el dogma no llega a imponerse
como una cultura monolítica, sino que convive sincréticamente con otras variantes culturales
y formas de subjetividad. La unidad se tensiona, histórica y territorialmente, con la diversidad
(Pomian, 1990). Para Romero, “la Primera Edad de la cultura occidental es múltiple y diversa,
contradictoria y cambiante, como todo lo que está animado por el vigoroso e incontrolable
movimiento creador” (1994, p. 106). Pero a juicio del historiador, esa diversidad permite
definir un aporte principal: “el rasgo decisivo de la creación medieval es la presencia del
trasmundo en constante y variado juego con la imagen del mundo sensorial” (1994, p. 95).
Pero ese trasmundo no es ortodoxamente cristiano sino
“multiforme y diverso. Se impone a través de la experiencia mística, a través del
sentimiento mágico del germano y a través de la poética adivinación de lo misterioso
que anida en el celta. El Paraíso cristiano vale como la misteriosa Avalón donde
aguarda y reposa el rey Arturo, o como el umbrío territorio que pueblan los endriagos,
los genios y las hadas. Antes de toda precisión, antes de todo dogma, el trasmundo
vibra en el espíritu medieval como el resultado de una experiencia poética, metafísica
o cognoscitiva. La realidad y la irrealidad se confunden y se entrecruzan
constantemente, y el prodigio parece revelar lo ignoto y escondido tras la superficie
del mundo sensible. De ese modo la verdadera realidad es la suma de la realidad
sensible y de la realidad intuida” (1994, p. 95).
Según Romero, de esta “interpenetración de mundo y trasmundo” surge la singularidad de las
resoluciones de la cultura medieval. Pero aclara que “la obra más gigantesca” de la Edad
Media es
“la imagen que forja del universo, y dentro de él, de este mundo, y esta vida que
constituye el signo del hombre, todo lo cual consigue ser armonizado –pese a todo-
dentro de un sistema coherente. Este sistema –el que evoca la idea de orden, tan
peculiar de la Edad Media-, no emerge de la realidad. Ha sido concebido e impostado
sobre la realidad; ha sido, puede decirse, sostenido heroicamente contra la realidad,
como don Quijote sostendría irrenunciable ilusión. Por eso puede considerárselo como
una gigantesca creación, acaso un insólito alarde de vigor intelectual, realizado, eso sí,
a expensas de la inmediata percepción sensorial del mundo” (1994, p. 103).
Sin embargo, debe tenerse en cuenta la heterogeneidad de la experiencia histórica cotidiana10
en la Edad Media, debido a que las relaciones entre “quimera” y “realidad” resultan variadas y
complejas.
“La idea de que el mundo de la realidad conforma un orden dentro del cual nada
carece de sentido constituye una invención del genio especulativo de la Edad Media, a
la que llega en el momento de mayor florecimiento intelectual, esto es, hacia los siglos
XII y XIII. No es comprobación de un hecho de realidad; es la impostación de un
principio ciclópeo concebido racionalmente –como los planos de una catedral- y bajo
el cual la realidad ha perdido luego eficacia y vigor hasta el punto de que el principio y
no ella sea lo que se divisa a la distancia. Esto es el orden medieval: una quimera con
la que se reemplaza deliberadamente a la realidad, eso sí, con tal energía que la
quimera adquiere el carácter de una creación de la razón y de la voluntad” (1994, pp.
103-104).
Unidad en la “quimera” y diversidad en la experiencia de la vida cotidiana, en la que
confluyen tradiciones culturales diversas según las territorialidades (no es lo mismo
Inglaterra, Alemania o Francia).
Por eso es muy importante valorar las observaciones de Mijail Bajtin sobre una cultura
popular en la que lo regional y los cruces culturales son variables fundamentales.
“Todos estos ritos y espectáculos organizados a la manera cómica, presentaban una
diferencia notable, una diferencia de principio, podríamos decir, con las formas de
culto y las ceremonias oficiales serias de la Iglesia o del Estado feudal. Ofrecían una
visión del mundo, del hombre y de las relaciones humanas totalmente diferente,
deliberadamente no-oficial, exterior a la Iglesia y al Estado; parecían haber construido,
al lado del mundo oficial, un segundo mundo y una segunda vida a la que los hombres
de la Edad Media pertenecían en una proporción mayor o menor y en la que vivían en
fechas determinadas. Esto creaba una especie de dualidad del mundo y creemos que
sin tomar esto en consideración no se podría comprender ni la conciencia cultural de la
Edad Media ni la civilización renacentista” (Bajtin, 1992, p. 11).
Bajtin opone en la Edad Media y el Renacimiento una cultura oficial y/o estatal a culturas
populares en las que es posible apreciar las formas más localizadas de la territorialidad y la
historicidad. La Iglesia advirtió tempranamente la fuerza de esa cultura popular, así lo
demuestra la carta del Papa Gregorio Magno (siglo VI) en la que promueve la apropiación y
no la destrucción de los espacios de celebración pagana:
“No tiren abajo sus lugares de adoración. Destruid sus ídolos; purificad las
construcciones con agua bendita; ubicad las reliquias allí; y dejad que se conviertan en
templos del Dios verdadero. De esta manera, el pueblo no tendrá necesidad de cambiar
su lugar de reunión, y donde desde antiguo iban a sacrificar ganado a los demonios, de
ahora en más dejadlos continuar la costumbre en el día el cual la iglesia haya dedicado
a un santo, y que maten a sus bestias no más como un sacrificio, sino para una comida
social en honor del Señor a quien ahora adoran” (Figueredo, 1999, p. 19).11
2. Pertinencia epistemológica del concepto de teatro. Teatro, teatralidad y
parateatralidad. Nuevas categorías para pensar fenómenos ancestrales: liminalidad. Es
necesario preguntarse: ¿es pertinente usar el término “teatro” para referirse a las prácticas
escénicas del período medieval? Eva Castro Caridad (1996, pp. 9-10) señala con acierto que
“el término Teatro es empleado con suma cautela en las historias de la literatura latina
medieval, ya que encierra una gran polisemia y está demasiado ligado a una tradición
y a unas condiciones materiales que son difíciles de individualizar en esa etapa de la
literatura escrita en latín. La historia de la palabra parte de un significado concreto, ya
que tanto el griego théatron como el latino theatrum designaron stricto sensu el lugar,
espacio o edificio ‘donde se observa’, y de ahí ‘lugar de reunión’, que es el valor que
se mantiene durante la Edad Media. El empleo trópico de la palabra sirvió para
denotar bien los espectadores que observaban, bien el espectáculo observado, fuera
éste de la naturaleza que fuera. Así pues, el enriquecimiento del vocablo, incluido el
sentido de género literario, es de época reciente y se produjo en las lenguas
vernáculas, ya que en las poéticas grecorromanas se utilizaron otros vocablos” (p. 9).
Efectivamente, para referirse a la composición literaria, Aristóteles habla de drâma,
tragoedia, comoedia; en latín se utilizan los términos tragoedia, comoedia, mimus, versus
fescennini, satura o fabula atellana. En cuanto a la dimensión espectacular del
acontecimiento teatral, Castro Caridad identifica tres grupos de palabras:
1. el que deriva del verbo spectare, iterativo de specto [‘percibir’, ‘ver’], que significa
‘observar’, ‘tener los ojos fijos en’:
“indica una percepción sensorial a través del órgano de la vista pero con el sema
adicional de ‘interés’ o ‘atencion’. Algunos de sus derivados son spectator, ‘el que
observa con atención’; spectaculum, `lo que es observado’, etc.; en fin, vocablos que
dieron origen a términos vernáculos relacionados con la realización escenográfica del
teatro” (1996, p. 10).
2. el relacionado con la raíz *lud-, de la que derivan los sutantivos ludus y ludio, el adjetivo
ludicrus, el verbo ludo:
“Esta raíz no ha sido todavía estudiada en profundidad, aunque parece ser que fue
exclusiva de la lengua latina tanto en su forma como en su significación básica relativa
al ‘empleo de gestos’. El plural ludi sirvió para denominar tanto las prácticas rituales
concretas de carácter público o privado, como los días de fiesta (Ludi Romani, Ludi
Plebei, Ludi Apollinares), o, incluso, los juegos, espectáculos y divertimentos que
formaban parte de esas celebraciones sociales (ludus circenses o ludus scaenicus)”
(1996, p. 10).
3. el conectado con el sustantivo scena o scaena,
“emparentado con skené griego, en cuanto que ambos son términos técnicos referidos12
al espectáculo teatral. En latín designaba originariamente un muro que se elevaba
verticalmente ante los espectadores, y que, en ocasiones (sobre todo en época
republicana y antes de que se levantasen los primeros edificios estables, el primero de
los cuales fue el impresionante teatro de Pompeyo erigido en el 55 a.C.) era el
elemento físico que identificaba el lugar en el que se iba a realizar una representación.
Era un rasgo tan peculiar del uso romano que las representaciones dramáticas
recibieron precisamente la denominación de ludi scaenici, y servía para designar ya
una tragedia o una comedia de asunto griego o romano, como una atelana, un mimo o
una representación de pantomima” (1996, p. 10-11).
En Teatro e spettacolo nel Medioevo (cuya primera edición es de 1988), Luigi Allegri
observa que es necesario cambiar el estatuto del propio objeto de estudio. No hay que
pensarlo en términos “modernos”, sino más bien ampliar el concepto de acuerdo a lo que los
antropólogos llaman “teatralidad” como componente presente de alguna manera u otra en
todas las culturas. Allegri afirma que
“la Edad Media pierde por mucho tiempo la memoria de la idea de teatro codificada en
la Antigüedad (...) pero a la vez utiliza elementos aislados, cuya constelación
constituye el teatro, y que mantienen así viva la función antropológica de la
teatralidad. Estos elementos podrían ser un patrimonio de habilidad técnica y en
general la conservación del mecanismo institucional de construir una performance
para ofrecerla como producto a un público de espectadores: esto es la teatralidad de
los mimos, de los histriones y de los juglares. O bien la distribución en diferentes
contextos de la característica básica del acto teatral, es decir su ser una acción otra, no
productiva en cuanto a las acciones cotidianas, acción intransitiva: esto es la
teatralidad difusa de la fiesta” (2003, p. IX).
Allegri propone confrontar lo “teatral” con lo “espectacular” (recordemos que los spectacula
latinos incluían contecimientos no sólo teatrales) y establece dos oposiciones: teatralidad
fuerte y espectacularidad débil (modelo de la teatralidad en la antigüedad griega);
espectacularidad fuerte y teatralidad débil (modelo de la teatralidad romana y tardo-romana,
p. 9). A la primera corresponde un dimensión pararitual, con gran carga cultural-comunitaria
y valor literario; a la segunda, una dimensión laica, con escasa representación de valores
comunitarios y mayor atención a los mecanismos de fabricación de un objeto-producto a ser
mirado sin “com-partecipazione”. Se trata de un teatro antiliterario, sostenido en el
desempeño del actor, que sólo secundariamente es el portavoz de un texto de autor. Lo
relevante es su presencia corpórea, su capacidad para improvisar y entretener cómicamente,
para sostener la atención del espectador, es decir, el teatro de los mimos y las pantomimas 5 .
5
Volveremos sobre este aspecto al tratar la periodización del teatro medieval en su primera etapa.13
A partir de estas categorías –con las que no coincidimos totalmente- Allegri propone una
historia del teatro medieval en la que por la vía del legado clásico, se produce un pasaje “del
teatro a la teatralidad difusa” (Primera Parte de su libro) y luego “de la teatralidad al teatro”
(Segunda Parte); y paralelamente, por la vía de la liturgia cristiana, un pasaje del “no-teatro al
teatro” (Tercera Parte). Finalmente, ya estabilizada la convención teatral, un pasaje “del teatro
al teatro” como desarrollo interno de convenciones (Cuarta Parte).
Por nuestra parte, creemos que hay que distinguir el uso histórico del vocablo “teatro”
(variable en su historicidad y en su territorialidad) del uso conceptual o teórico que le
otorgamos en el presente para definir un fenómeno plural que, en su diversidad de
manifestaciones concretas y de concepciones epocales y territoriales, se mantiene constante a
través de los siglos.
De acuerdo con la Filosofía del Teatro, llamamos teatro a un acontecimiento de la cultura
viviente que se estructura al menos en tres sub-acontecimientos: el convivio, la poíesis y la
expectación. La teatralidad es anterior al teatro y está presente en prácticamente la totalidad
de la vida humana: consiste en la relación de los hombres a través de ópticas políticas o
políticas de la mirada. Lo que diferencia al teatro de otras formas de teatralidad es la poíesis
corporal, productiva, expectatorial y convivial. Es necesario distinguir la teatralidad poiética-
convivial del teatro como acontecimiento específico; la teatralidad es históricamente anterior
al teatro, en tanto el teatro hace un uso poiético de la teatralidad preexistente. Para la Filosofía
del Teatro, el teatro es sólo un uso posible de la teatralidad. La existencia de la teatralidad es
condición de posibilidad histórica del teatro.
Existe una previsibilidad o estabilidad del teatro en su estructura genérica: el teatro constituye
una unidad estable de acontecimiento en la tríada convivio-poíesis-expectación. Pero el teatro
es, en tanto unidad, una unidad abierta dotada de pluralismo: hay teatro(s). Pueden
distinguirse al menos tres dimensiones de ese pluralismo: a) por la ampliación del espectro de
modalidades teatrales (drama, narración oral, danza, mimo, títeres, performance, etc.); b) por
la diversidad de concepciones de teatro; c) por las combinatorias entre teatro y no-teatro
(deslizamientos, cruces, inserciones, préstamos en el polisistema de las artes y de la vida-
cultura). Si hay diversas concepciones de teatro, deben diseñarse diversas bases
epistemológicas (complementarias o alternativas) para la cabal comprensión de esas
concepciones.
Por lo tanto, desde nuestro punto de vista, tanto es teatro el acontecimiento escénico de una14
tragedia griega, como una pantomima o un drama litúrgico, tanto un teatro de texto previo
“representado” como un teatro de improvisación y escritura escénica directa, en tanto en todos
estos casos combinan convivio-poíesis-expectación, más allá de que en su singularidad
remitan a concepciones de teatro diversas y exigen diversas bases epistemológicas para su
cabal comprensión. La Edad Media nos permite valorar mucho más las poéticas del teatro
como acontecimiento que las poéticas dramáticas o textuales-literarias. Coincidimos con
Palacios Bernal cuando afirma que “el teatro sobrepasa los límites del texto” y que “los
espectáculos teatrales [en tanto acontecimientos no necesariamente ligados a la “puesta” de un
texto] inundan el mundo medieval” (p. 219).
No coincidimos entonces con el argumento antropológico al que recurren Allegri o Palacios
Bernal cuando afirma: “La Edad Media revivió de otro modo y con otras formas la
espontaneidad natural del hombre de todos los tiempos y épocas que busca representar y ser
representado, que desea comunicarse con los demás” (2003, p. 218). No creemos en un mero
retroceso o regresión a lo antropológico sino en una proliferación de formas poéticas (muchas
de ellas escasamente documentadas). Piénsese que entre los fenómenos del teatro deben
incluirse los acontecimientos literarios orales, como señalan Paul Zumthor y Florence Dupont
y como observa Palacios Bernal al referirse a la escenificación de la literatura:
“La distancia que nos separa del mundo medieval no nos puede hacer olvidar que la
literatura medieval, sobre todo en sus inicios, era una literatura oral, transmitida, y esa
oralidad impregna todas las manifestaciones literarias. El juglar que recorre las cortes
de la Europa occidental, heredero de histriones romanos, con repertorio rico, variado y
cambiante, según las circunstancias, escenificaba la literatura. Al recitar y declamar
cantares, monólogos, romans, pastorelas, fabliaux, lais o canciones, temas y registros
dramáticos o cómicos, líricos o narrativos, populares o aristocráticos, está en esencia
recurriendo a la noción, apuntada hace algún tiempo por Zumthor, de la teatralización
de la literatura medieval” (p. 218).
Debemos agradecerle a la Edad Media que, al proponer al análisis un conjunto de fenómenos
no codificados por el pensamiento teatrológico tradicional, favorece una ampliación cada vez
más comprensiva y rica del acontecimiento teatral en su diversidad, y una superación de los
prejuicios reduccionistas que responden a clichés teóricos impuestos por el pensamiento
moderno. De esta manera sostenemos que cada fenómeno teatral debe ser pensado en su
historicidad y en su territorialidad singulares.
Los fenómenos teatrales de la Edad Media llaman a ampliar las categorías teatrológicas, así
como a ampliar el reconocimiento de los fenómenos teatrales en los siglos posteriores a la15
etapa medieval.
Retomando la observación de Eva Castro Caridad, es absurdo pensar que se hace o no teatro
en una época por el simple hecho de que se utilice o no el término. Tanto puede usarse el
término en sentidos diversos, como no usarse para la designación de prácticas que
efectivamente son teatrales.
Por último, la teatrología ha conquistado en los últimos años categorizaciones más sutiles para
pensar fenómenos ancestrales y especialmente para designar constantes históricas más allá de
los límites artificiales de las periodizaciones. El hecho de que la categorización sea “nueva”
no quiere decir que no designe un fenómeno antiquísimo 6 . Nos referimos al concepto de
liminalidad (DEFINIR, citar Diéguez: entre la vida y el arte, entre el rito y el teatro, entre el
teatro y las otrras artes), que vale para pensar las relaciones entre teatralidad poiética y no-
poiética en la Edad Media. Preferimos este término al de “parateatralidad” (DIEZ BORQUE y
otros), que resulta confuso si partimos de la idea de que la teatralidad es anterior al teatro. La
llamada “parateatralidad” sería en realidad un uso no-poiético de la teatralidad.
Vale la ocasión para reflexionar sobre la paradoja de la relación temporal entre las palabras –
entes históricos-, los conceptos –también entes históricos- y los acontecimientos históricos
que esas palabras y esos conceptos designan y conceptualizan: decimos que el acontecimiento
de la teatralidad es anterior al teatro, pero la palabra teatralidad, así como el concepto que
designa, son posteriores al teatro como palabra y concepto.
Se desprende de esta afirmación una conclusión relevante: ya hay reflexión sobre las prácticas
teatrales en la Antigüedad (Platón, Aristóteles, Horacio, etc.) y en la Edad Media. Por más
rudimentarias que sean en su caracterización del acontecimiento teatral, evidencian la
conciencia de una singularidad ontológica del teatro y, de acuerdo con Tatarkiewicz, de esa
conciencia se desprende una identificación, más o menos acabada, de lo poético y/o artístico.
El teatro no es, en consecuencia, una invención-creación moderna.
3. Periodización interna del teatro medieval. La imagen de una Edad Media en la que el
teatro “desaparece” o se reduce a expresiones pobres y discontinuas, ha sido definitivamente
descartada por la investigación. Ya en el siglo XIX, propicio para la revalorización de la Edad
6
Tal es el error de Bigi cuando piensa que el término teatrista, por el hecho de ser nuevo, identifica un
fenómeno nuevo. Todo lo contrario: es un término nuevo para identificar una constante histórica que hunde sus
raíces en el pasado remoto. (OJO referencia)16
Media, incluyó avances relevantes en el acercamiento al teatro medieval, entre otros:
-Jaime Villanueva, Viage literario a las iglesias de España, Madrid, 22 vols., 1803-1852.
-O. Le Roy, Études sur les Mysteres, Paris, 1837.
-A. Magnin, Les origines du Théâtre Moderne, Paris, 1838.
-E. Du Meril, Origines latines du Théâtre Moderne, Paris, 1849.
-E. de Coussemaker, Drames liturgiques du Moyen Age, Rennes, 1860.
-M. Sepet, Le drama chretien au Moyen Age, Paris, 1878.
-K. Lange, Die Lateinischen Osterfeiern, Munich, 1887.
-W. Creizenah, Geschichtedes neueren Dramas, La Haya, 1893-1903.
-M. Milá y Fontanals, Orígenes del teatro catalán, en sus Obras completas, Barcelona, 1895,
vol. VI, pp. 205-379.
En la primera mitad del siglo XX son fundamentales las contribuciones de E. K. Chambers
(The Medieval Stage, Oxford, 1903, 1o reimpresión en 1948), Karl Young (The Drama of the
Medieval Church, Oxford, Clarendon Press, 1933, reimpreso en 1976) y Gustave Cohen (La
Théâtre en France au Moyen Age, Paris, 1928, numerosas reediciones). A partir de la segunda
mitad del siglo XX los estudios se han incrementado e institucionalizado en espacios
específicos. Gracias a la confluencia de esta nueva bibliografía (Donovan, Álvarez Pellitero,
Axton, Stevens, entre otros) hoy sabemos que el teatro medieval fue de una riqueza
apabullante, tanto en su cantidad de expresiones como en su multiplicidad. Y que las lagunas
en la documentación o las pocas referencias a la actividad teatral no justifican suponer que la
actividad teatral “desapareció”, sino más bien que era marginal o poco considerada. De allí la
observación de Martin Stevens que figura como epígrafe de este capítulo, de allí también la
confianza en un futuro rico en hallazgos documentales y en producción académica de
categorías para pensar las prácticas del teatro en la Edad Media y su contribución al teatro
mundial. 7
Francesc Massip (1992) propone una división de la historia del teatro medieval en cuatro
etapas, que se corresponden con los subperíodos históricos de la Edad Media arriba señalados:
1. período difuso (siglos IV a IX): corresponde a los primeros siglos de la Alta Edad Media
“que preferimos denominar como época pagano-medieval (en el doble sentido de la
palabra pagano: como período agrario o rural, y como época de poderosa presencia de las
7
Volveremos sobre este aspecto en el subcapítulo 6 del Capítulo II.17
religiones y rituales precristianos)”. Para Massip es entonces “cuando la institución teatral
se diluye y sus componentes se esparcen en la multiplicidad festiva ocasional, mientras se
desarrolla, se codifica y se espectaculariza la ceremonia de la misa y otros actos litúrgicos
paralelos, conviviendo, a la greña, con los ritos y celebraciones pre-cristianas
ampliamente practicados por la población” (pp. 14-15).
2. período de re-iniciación teatral (siglos IX a XII): corresponde a los últimos siglos de la
Alta Edad Media, “que llamaríamos etapa feudo-medieval, cuando la liturgia se enriquece
y unifica e incluye en su seno acciones dialogadas y representativas, primero en el estricto
ámbito eclesiástico, pero muy pronto abriéndose a la participación de los fieles, a las
interpolaciones festivas y a la lengua romance” (p. 15) . Para Massip, esta etapa responde
a “un proceso enrevesado, en el que aquellas ceremonias de culto se empapan de los
recursos espectaculares propios de los mimos e histriones, auténticos albaceas de la
teatralidad, y por ello ferozmente condenados por la Iglesia” (p. 15). No coincidimos
totalmente con la idea de “re-iniciación”, ya que el teatro nunca desapareció.
3. período de asimilación o eclosión teatral (siglos XIII a XVI): corresponde a la etapa
burgo-medieval o “del renacimiento de las ciudades”, en la que “surgirán los misterios,
cuando el laicado hace suyas las dramatizaciones eclesiásticas y las salpimenta del legado
festivo popular que sobrevive inserto en la nueva religión; nacen las farsas y otras formas
teatrales al servicio de la comicidad y la diversión y se dan los pasos definitivos para la
reinstauración del teatro como elemento cultural de primer orden” (p. 15).
4. período de la supervivencia de las formas dramáticas medievales (siglos XVI a XXI): de
acuerdo con el concepto de Le Goff de “Larga” Edad Media, esta etapa corresponde a la
continuidad de las estructuras teatrales medievales “a través de la tradición popular, bien
que bajo la influencia del nuevo modelo de teatro que perfila el Renacimiento” (p. 15). En
realidad Massip lo extiende hasta el siglo XIX, pero a nuestro juicio se prolonga hasta el
siglo XXI inclusive (y continúa).
Detengámonos a continuación en un desarrollo más pormenorizado de la primera etapa
histórica..
Período difuso (siglos IV a IX) o período de los actores transhumantes y de las formas
teatrales liminales con el ritual. Como señalan María Cristina Figueredo y Elina Montes en la
Introducción a El teatro medieval inglés. Evolución de las formas hasta el siglo XVII (1999),
“Hasta el siglo IV existían en Europa 270 teatros distribuidos entre las ciudades más18
importantes del Imperio y los puntos fronterizos estratégicos con mayor concentración
de las guarniciones romanas. La vida del espectáculo continuaba (a pesar de las
presiones cada vez mayores de las poblaciones bárbaras en los confines del imperio) a
tal punto que, en el año 354, el emperador Constancio II autorizó la organización de
festejos que se extendieron por 176 días; a lo largo de ese período se ofrecieron al
público espectáculos circenses, juegos de gladiadores y 102 obras teatrales de distintos
géneros. Esa ‘industria estatal del espectáculo’ –como la llama Doglio-, sostenida por
el imperio para mantener también su cohesión cultural, tiene una brusca desaparición
en el 400 d.C.” (p. 5).
Ese desmantelamiento tiene sus principales causas en la decadencia imperial, en el avance de
las culturas bárbaras invasoras, así como en el progresivo auge del cristianismo y su
pensamiento antiteatral. 8 Pero no implica la desaparición total sino parcial de la cultura teatral
latina. “La caída de los teatros de ninguna manera implicó la completa extinción de los
scenici” (Figueredo, 1999, p. 9). Como señala Castro Caridad,
“las manifestaciones de la gran dramaturgia clásica greco-romana habían desaparecido
y caído en el olvido en la Roma de los primeros siglos de la era cristiana. La actividad
espectacular se redujo a las representaciones licenciosas del mimo, a la crueldad de los
juegos de gladiadores, a la pasión suscitada por el circo y a la vanidad del estadio”
(1996, pp. 113-114).
Ausentadas la comedia, la tragedia y el drama satírico, las dos formas teatrales más potentes
que se proyectan de la latinidad al medioevo son el mimus y el pantomimus. Define Castro
Caridad (1996):
“Mimus es un término que designa un tipo especial de pieza dramática y también al
actor que la representa. Era una pieza bufa que calcaba la realidad de la vida diaria en
su aspecto más grotesco y sus personajes más bajos. Los actores no usaban máscaras,
vestían como sus conciudadanos y los personajes femeninos eran encarnados, en
contra del uso normal en la comedia y la tragedia, por mujeres. La fase literaria de este
género ‘cómico’ se reduce al siglo I a.C. pero, a medida que aumentó su popularidad,
se fue reduciendo la importancia del texto, a favor de la improvisación y el
espectáculo que se mantuvo durante toda la Edad Antigua. El deseo de realismo
exigido por el público llegó a extremos tales que las escenas eróticas tenían lugar en
vivo sobre el escenario, lo mismo que las penas de muerte que se realizaban con reos
que eran ajusticiados en escena” (p. 34).
“Pantomimus tiene la doble vertiente significativa del vocablo anterior. Como
espectáculo hay que considerarlo una actividad desgajada de la gran tragedia, a raíz de
la gran importancia adquirida por el ‘primer actor’ en detrimento de la fábula y la
acción. La pantomima es un subgénero tardío (siglo I), que se caracteriza por los
temas desarrollados y por el tipo de ejecución. Los repertorios, basados en asuntos de
8
Véase al respecto el subcapítulo 3 en este mismo capítulo.19
la tragedia, se componían de ‘dramones truculentos, capaces de hacer temblar a un cid
y de obras libidinosas de subido color’, en palabras de J. Carcopino. La ejecución
corría a cargo de un solo actor que expresaba mediante gestos y mímica los
acontecimientos del texto cantado por el coro. El actor era hábil en personificar todos
los tipos humanos y divinos, tanto masculinos como femeninos, era capaz de
representar con su gesticulación todas las situaciones imaginables ya que sus
imitaciones abarcaban la naturaleza entera. Los actores de éxito en época imperial
llegaron a ser auténticos ‘divos’ que tuvieron acceso a las esferas de poder” (p. 34).
Mimus y pantomimus serán la base de desarrollo del “vasto grupo de animadores nómades de
los que dependió gran parte del entretenimiento en la Edad Media” (Figueredo, 1999, p. 10):
ioculatores, jugleurs, minstrels. En la Alta Edad Media, especialmente en la cultura sajona, la
tradición del mimo latino se cruzará con los aportes de la tradición germana del scôp,
“Entre los miembros del comitatus [que acompañaba al héroe guerrero] se encontraba
uno que no hacía uso de la lanza pero que, sin embargo, no por ello recibía menos
honra: él era el poeta del grupo y se apropió de la función del chorus para celebrar las
hazañas de su jefe. Una característica del scôp es que cantaba acompañado de su arpa
y generalmente lo hacía para animar la sobremesa. Ese tañedor de arpa es el bardo
profesional típicamente germano, quien está más cerca del demodokos homérico que
del senicus infamis tan despreciado en Roma. Para el siglo V ya estaba completamente
establecido, y no se lo encuentra en los registros latinos sino en los primeros poemas
ingleses” (Figueredo, 1999, p. 10).
Bardos, ministriles, juglares serán figuras constantes del teatro medieval y son los ancestros
de los posteriores trovadores, goliardos, bufones, bululúes y actores trashumantes, de plazas y
mercados, antepasados de los comediantes dell’arte. Observa Palacios Bernal con acierto que
“El juglar, depositario de la tradición mímica, es el nexo de unión que garantiza la
continuidad del teatro o más bien de formas teatrales desde la época clásica hasta los
primeros textos y representaciones teatrales documentadas y además se convierte en
un elemento esencial para comprender una de las hipótesis que se maneja sobre los
orígenes del teatro medieval” (p. 218).
Pero no coincidimos con Palacios Bernal cuando afirma: “Indudablemente el arte de los
juglares contiene el embrión del teatro” (p. 226), ya que, desde nuestro punto de vista, en la
actividad de los juglares el teatro ya acontece en su forma plena, ya está “todo” el teatro en
una de sus poéticas más ricas y completas. Los bardos, juglares y ministriles gozaron de
enorme popularidad, tanto entre los laicos como en el clero. Tal como observa Chambers, a
partir del Penintential del siglo XIII escrito por el subdiácono de Salisbury, existía una
jerarquía o clasificación de los ministriles desde el punto de vista ético. Resume Figueredo:
“En primer lugar estaban aquellos que usaban horribles máscaras, o entretenían20
mediante danzas y gestos indecentes; luego, los que entretenían a la corte con sátiras.
Estas dos clases eran condenables. Los que quedaban se distinguían por el uso de
instrumentos musicales: de ellos, algunos cantaban canciones lascivas en banquetes,
éstos eran también condenables. Otros, sin embargo, cantaban las hazañas de los
príncipes y las vidas de los santos. Estos debían ser tolerados” (1999, p. 12).
Esta etapa es muy rica además en expresiones populares, festividades y juegos (ludi) de
origen ancestral, de los que derivarán posteriormente expresiones como la Danza de las
Espadas, las Mummer's Plays (piezas de enmascarados), la Fiesta de los Locos, la Fiesta del
Niño Obispo, entre otras muchas. Esas manifestaciones encarnaban, con diferencias en cada
región de Europa, una cultura precristiana que, dada su potencia, la Iglesia se propuso
absorber y cruzar a través de un complejo proceso de sincretismo.
Origen del teatro medieval: poligénesis. De la exposición histórica anterior se desprende
que en la Edad Media no hay “un” teatro sino “teatros” diferentes que presentan orígenes y
procesos diversos y se interrelacionan. Puede hablarse de una poligénesis por el legado del
teatro latino; las prácticas del teatro popular de las plazas y las calles; el teatro en los
monasterios y las universidades; el teatro en la Iglesia. Palacios Bernal sintetiza cuatro
grandes teorías sobre la génesis del teatro profano medieval:
- la que lo hace derivar del teatro religioso, pero para la historiador,
“aun reconociendo el papel trascendental de la Iglesia, otros elementos tienen cabida
en los inicios y formación de este teatro. Si bien en dramas litúrgicos en latín existían
temas y personajes que eran tratados con comicidad y que posteriormente veremos en
obras profanas, éstos son escasos y controvertidos. Sólo algunas obras, cuya temática
religiosa no ofrece lugar a discusión – como Le jeu de Saint Nicolas o Courtois
d’Arras- se situarían en este nivel” (p. 226).
- la que apoya la tesis contraria:
“el espíritu cómico como influencia exterior. Escenas divertidas y extrañas al teatro
sacro entrarían a formar parte de él. El origen del teatro profano se encontraría en esa
antigua tradición mímica de la cual fueron depositarios los juglares que introducen ese
espíritu y esos elementos en el drama sacro y en su evolución dará nacimiento a un
teatro profano independiente (...) A partir de ellos se constituirán cofradías,
compañías de ‘amateurs’ que contribuyen a arrojar luz al análisis de estos oígenes” (p.
226).
-la que lo hace derivar de la comedia latina medieval del siglo XII, imitada de Plauto y bde
Terencio, “hipótesis cada vez más abandonada” (p. 226).
“Estas obras, escritas en latín por clérigos de la región del Loira, no fueron21
representadas y en ellas abundan además los fragmentos narrativos que superan con
creces a las partes dialogadas” (p. 226).
- la que recurre a elementos o fenómenos parateatrales
“que contribuyeron a la eclosión de este teatro. Al lado de fiestas religiosas –
verdaderamente populares- otras de origen pagano, aunque ligadas a la iglesia. Fiestas
libres, licenciosas y satíricas, como la Fiesta de los Inocentes, la Fiesta del Asno, del
Obispillo, de los locos o el propio Carnaval y en las que, junto con el carácter de
espectáculo que poseen en sí mismas, las compañías y grupos ofrecían
representaciones en las plazas públicas, porque el teatro medieval, religioso o profano,
es un producto de la civilización urbana, del desarrollo de las ciudades y del ascensión
de la burguesía” (p. 226).
4. Pensamiento antiteatral en la Edad Media. Antecedentes. Principales argumentos.
Proyecciones. Recorre como constante con variaciones los diez siglos de la Edad Media el
llamado “pensamiento antiteatral”, esto es, el ataque sistemático al teatro a partir de
argumentaciones religiosas, filosóficas o políticas. A partir de la segunda mitad del siglo II
d.C., los Padres de la Iglesia atacarán los espectáculos y el teatro, a los que identifican con el
paganismo romano. Para David Wiles (1997)
“desde el punto de vista de la Iglesia, el teatro no era simplemente una fuente de
obscenidad y difamación, sino parte de una religión contraria. Como [el teatro] no
podía ser eliminado, la opción era restringirlo o apropiárselo. El medio principal para
restringirlo fue la quita de la financiación estatal a los festivales dramáticos (...) La
apropiación resultó más exitosa que la restricción. El cristianismo superó al paganismo
a través de un proceso de absorción, transformando fiestas paganas en fiestas
cristianas, templos paganos en iglesias, santuarios paganos en cementerios” (p. 64).
Pero es cierto que la Iglesia, a través de los siglos, fue desplegando posiciones diversas sobre
el teatro, en una “dialéctica constante entre la aceptación y el rechazo”, así como existieron
“ciertas órdenes religiosas partidarias de la libre manifestación de la devoción religiosa
popular” (Castro Caridad, 1996, p. 114). Junto a los ataques proliferan las defensas.
El pensamiento antiteatral, además, tuvo expresiones anteriores al cristianismo. Para Jack
Goody (1999), el argumento contra la representación (en general) y el arte (en particular)
excede la Edad Media y, proveniente de una tradición secular, ya fue desarrollado
exhaustivamente por Platón en el Libro X de La República. Para Platón, la representación
artística (literaria, plástica, teatral) es una degradación de segundo grado, es decir, la
degradación de una degradación: la realidad de las ideas es degradada en los objetos reales, y
estos a su vez son degradados en las representaciones artísticas.22
“La representación, la mímesis o el teatro deben ser apartados [para Platón] de las
cosas reales (...) El más antiguo de los cronistas, Tatianus (aprox. 160 d.C.), se
pronunció contra el actor que ‘aparentemente finge lo que no es’ (Oratio ad Graecos).
No se trata aquí del libertinaje o del carácter blasfemo de la representación ni,
tampoco, de la veneración de los falsos dioses de lo que Tertuliano se queja
posteriormente, sino de la ‘suplantación de identidad’ de la mímesis propiamente
dicha, de la re-presentación de la realidad” (Goody, 1999, pp. 119-120).
Eva Castro Caridad afirma que
“las acusaciones de inmoralidad, lascivia y torpeza contra el teatro, entendido como el
lugar en el que se está a la vista de todos, surgieron ya entre pensadores paganos como
Cicerón, Séneca, Tácito, Luciano, Helio Arístides y los escritores de la diatriba cínico-
estoica, que tuvieron uno de sus motivos predilectos en el desprecio hacia los
espectáculos” (1996, p. 114).
En la misma línea de impugnación moral, siguiendo los estudios de Jonas Barish (The
Antitheatrical Prejudice, 1981), Goody encuentra que otro de los motivos de rechazo al teatro
“era la vida, supuestamente, licenciosa de los actores; en la Europa medieval, la
palabra theatrum tenía el significado de un local medio burdel, medio taberna con un
espectáculo de cabaret llevado a cabo por mimi, por mimos (Axton, 1974, p. 18). Estas
objeciones tienen que ver con el hecho de que los hombres se vistan de mujeres, lo que
estaba prohibido desde los tiempos remotos del Deuteronomio. ¿Por qué? ¿Para
prevenir una confusión de identidades? ¿Por miedo a la sexualidad dominante de uno
mismo? Posiblemente. También constituía una actividad contraria a la creación
divina” (p. 130).
Castro Caridad distingue tres momentos clave en la historia de la confrontación teatro-Iglesia:
“El primero tuvo lugar a partir del siglo II, cuando sólo se tenía la experiencia directa
del espectáculo no-teatral pagano: el segundo se inicia en el siglo X, cuando se
producen las reacciones ante la realidad dramática de las ceremonias surgidas en el
seno de la iglesia; y el tercero fue durante el siglo XII, cuando la reflexión sobre el
teatro se realiza desde un punto de vista teórico y filosófico” (1996, p. 114).
En todos estos años, “los argumentos a favor y en contra, tanto del teatro en general, como del
drama litúrgico en particular, recorrieron la Edad Media de tal forma que no hubo jamás una
postura unánime u homogénea” (p. 114). Hubo sí autores y textos más o menos influyentes.
El más influyente de los pensadores cristianos contra el teatro fue Tertuliano (c. 155-220), al
que Castro Caridad califica de “paradigma del rechazo cristiano” (p. 114). Tertuliano se
refiere al tema teatral en Apologeticus (42.2-7) y en el tratado De spectaculis (c. 198). En el
primero, sostiene que los cristianos deben abstenerse de asistir a los espectáculos por una
razón de tipo moral y religiosa: no son edificantes y favorecen la idolatría, se relacionan con23
festividades religiosas oficiales para honrar a los dioses paganos. En De spectaculis asume
una actitud catequética. Dice Castro Caridad:
“A las razones de orden moral, debido al peligro de caer en pecado por las pasiones
suscitadas por los espectáculos, añade las de tipo religioso y teológico. Basándose en
las Sagradas Escrituras, Tertuliano sostuvo que la prohibición del teatro parte de Dios,
porque en él se imita irreverentemente su obra creadora. El argumento teológico es el
más innovador, porque afirmó que el teatro era una manifestación de la idolatría
pagana tanto por su origen, sus denominaciones, sus supersticiones, como por los
lugares en los que se desarrollaban los espectáculos, que habían sido consagrados a los
ídolos (el emperador y los dioses paganos). Además, los artificios técnicos eran obra
del demonio, pompa diaboli, expresión recogida por San Isidoro que tuvo una gran
fortuna durante el medioevo” (1996, p. 115).
Teniendo en cuenta la carta de San Pablo a los Corintios (I Cor. 4.9), Tertuliano distingue un
theatrum daemonium pagano de otro theatrum infictitium et spirituale encarnado en la
comunidad cristiana, con un lugar adecuado para su representación (la iglesia o la basílica) y
con temas apropiados.
Marvin Carlson sintetiza el pensamiento antiteatral de Tertuliano de esta manera:
“Tertuliano emplea tres argumentos básicos contra los espectáculos, sólo uno de los cuales
involucra lo que podríamos llamar una teoría del teatro. Primero, cita referencias de las
Escrituras contra los espectáculos. Segundo, busca probar su naturaleza idólatra a través de
su origen, su local, su equipamiento y sus aspectos concernientes (concerns, sus
implicancias). Tercero, considerando sus efectos, desarrolla una teoría similar a la de los
neoplatónicos” (p. 28).
Otros ataques contra el teatro, coincidentes o diversos en sus argumentaciones, pueden
encontrarse en San Clemente de Alejandría (c. 160-220), Sobre el lujo y contra los
espectáculos; San Cipriano (210-258), Epístola a Donato; San Agustín (354-430),
Confesiones y La ciudad de Dios; San Juan Crisóstomo (344-407), homilías 9 y Contra los
espectáculos. De manera más atenuada, San Isidoro de Sevilla (c. 560-636), Etimologías,
Libro XVIII, "De la guerra y de los juegos", caps. XLII a LIII. Sintetiza Castagnino:
"El único texto expositivo, sin prédicas aparentes, de carácter informativo sobre el arte
dramático que se conserva de la temprana Edad Media (...) dedicado a explicar el
significado de los términos: teatro, escena, orquesta, trágico, cómico, músico, histrión,
mímicos, danzantes, patronato y anfiteatro. La referencia didáctica concierne a los
teatros griego y romano. La censura hacia ellos va implícita al subrayar otros vocablos
del léxico dramático, como: prostíbulo, lupanar; al aludir a los trágicos como 'cantores
9
Recuérdese el fragmento de la Homilía 15 que abre el presente capítulo.24
de los antiguos reyes criminales'; a los cómicos, como 'manifestantes de los estupros
de las vírgenes' y a los histriones, como a los que 'vestidos de mujer imitaban los
gestos de las impúdicas'" (1981, p. 39-40).
A fines del siglo XVI, en el anónimo Tretise of miraclis pleyinge, se sintetizan seis
argumentos tradicionales a favor del teatro religioso, seguidos de sus correspondientes
refutaciones. Castro Caridad (1996, pp. 124-125) lo sintetiza de la siguiente manera:
Razones a favor del teatro religioso:
Refutaciones:
1o. Se representan en honor de Dios. 1o. Los que actúan en una obra desean ser
vistos y agradar al mundo en lugar de a
Dios.
2o. Sirven para convertir a los hombres y
animarles a llevar una vida más acorde con
los principios cristianos. 2o. Los dramas toman el nombre de Dios en
vano y violan, por consiguiente, la ley.
3o. Al presenciar los sufrimientos de Cristo,
la gente se mueve a compasión y a
devoción, llegando incluso a llorar. 3o. Los lamentos y los lloros de hombres y
mujeres ante una representación no son por
el arrepentimiento de sus propios pecados,
sino por los sufrimientos de Cristo, y éste
había dado el mandato de no llorar a su
madre cuando se encontraba al pie de la
cruz.
4o. Los que no se convierten por los
sacramentos difícilmente pueden hacerlo
por los dramas.
4o. Algunas personas sólo pueden ser
convertidas a través del recurso de la
representación.
5o. La asistencia a este tipo de espectáculos
es la mejor forma de descanso, en lugar de
pasatiempos frívolos. 5o. La recreación del drama es hipocresía y
falsedad.
6o. Puesto que está permitido representar en
pintura y escultura la historia de la
Redención, también debe permitirse
representar en el drama, forma más
afectiva. 6o. La pintura tiene valor religioso en
cuanto que describe el plan de la Salvación,
como lo hacen también los textos, pero los
dramas se realizan para deleite del cuerpo,
no de la mente.
Goody señala que el pensamiento antiteatral de la Edad Media permite reconocer un grado
relevante de reflexión y conciencia sobre la ontología del teatro, así como sobre su diferencia
con el rito ceremonial. Goody considera que el pensamiento antiteatral del cristianismo25
establece un sistema de oposición entre trabajo y juego, realidad e ilusión 10 .
“Para los participantes fue altamente significativa la distinción entre los diferentes
tipos de representaciones, entre los ritos y el teatro, entre el trabajo y el juego. Ello
estaba relacionado con la atracción que ejercía el primero y el carácter ambiguo y
desagradable del segundo (...) Axton considera los escritos antiteatrales de Tertuliano,
Jerónimo y otros de los primeros Padres de la Iglesia, una respuesta al ‘teatro
pantomímico difamatorio del imperio romano tardío’. Pero su radio de acción se fue
extendiendo cada vez más. Los clérigos medievales rechazaban los spectacula y los
ludi, la imitación, los ‘pasatiempos populares’, los ‘disfraces’, las danzas
espectaculares, las competiciones y todo tipo de ‘juegos’, entre ellos la ‘indisciplina
clerical’ y festividades como el Día de los Inocentes en la Noche de Reyes.En el año
679 el Concilio de Roma ordenó a los obispos y clérigos ingleses no tolerar jocos vel
ludos” (pp. 124-125).
Del párrafo citado se desprende que, según Goody, los cristianos distinguían los juegos
teatrales no sólo del ritual cristiano, sino también del ritual primitivo. Para Goody ritual
pagano y juego pagano (p. 127) presentaban para el pensamiento cristiano una consistencia
ontológica diversa. Es decir, no asimilaban el teatro pagano al ritual pagano, sino que le
otorgaban otra entidad.
Si bien ha sido superado y cuestionado críticamente, resabios del pensamiento antiteatral
perduran hasta nuestros días en argumentos reaccionarios sobre la inmoralidad y la
irreverencia de los actores, incluso en los dichos de la clase media argentina que asiste
regularmente al teatro 11 .
Bibliografía
-AAVV., Culture et travail intellectuel dans l'Occident Médiéval, Paris, C.N.R.S., 1981.
-Álvarez Pellitero, Ana María, ed., Teatro medieval, Madrid, Espasa Calpe, 1990.
----------, “Desde los orígenes hasta el siglo XV”, en J. Huerta Calvo, dir., 2003, tomo I, pp.
109-135.
-Allegri, Luigi, Teatro e spettacolo nel Medioevo, Roma, Laterza, 2003.
-Auerbach, Erich, “Adán y Eva”, en su Mimesis. La representación de la realidad en la
10
Sobre el “poder ilusionante del teatro”, esp. pp. 127-128.
Recientemente, una espectadora teatral apasionada y consecuente por
muchos años, madre de una muy buena y exitosa actriz, me confesó la
indignación y el rechazo que sintió cuando la hija le expresó su vocación.
Sorprendido, le pregunté cómo podía justamente ella, tan "teatrera",
reaccionar así, y me contestó: "Es que una cosa es ir al teatro y otra
tener una hija actriz". En Los hijos de los hijos de Inés Saavedra, cuando
la hija le dice a su padre judío que se va a vivir al IFT a hacer la
revolución, el progenitor la insulta: "¡Kurbe!" (¡Prostituta!). Recuérdese
los argumentos de los poseedores de predios en el Cementerio de la
Recoleta, sí como de varios periodistas, cuando se intentó impedir el
estreno de Tertulia (Dubatti). Los ejemplos podrían multiplicarse.
1126
literatura occidental, México, Fondo de Cultura Económica, 1979, pp. 139-165.
----------, Lenguaje literario y público en la Baja Latinidad y en la Edad Media, Barcelona, Seix
Barral, 1969.
-Axton, Richard, European drama of the Early Middle Ages, London, Hutchinson, 1974.
-Bajtin, Mijail, "Planteamiento del problema", en su La cultura popular en la Edad Media y el
Renacimiento, Buenos Aires, Alianza Argentina, 1994, pp. 7-57.
-Barish, Jonas, The Antitheatrical Prejudice, Berkeley, University of California Press, 1981.
-Beadle, Richard, ed., Cambridge Companion to Medieval English Theatre, Cambridge
University Press, 1994.
-Bergadá, María Mercedes, Introducción al estudio de la filosofía medieval, UBA, Facultad de
Filosofía y Letras, 1981.
-Blüher, J., Vida y cultura en la Edad Media, México, FCE, 1946.
-Brown, Peter, El mundo en la Antigüedad tardía. De Marco Aurelio a Mahoma, Madrid,
Taurus, 1989.
-Carlson, Marvin, “The Medieval Period”, en su Theories of the Theatre, Cornell University
Press, 1984, pp. 31-36.
-Carpio, Adolfo P., “La razón y la fe. Santo Tomás”, en su Principios de Filosofía. Una
introducción a su problemática, Buenos Aires, Glauco, 1995, pp. 133-153.
-Carrizo Rueda, Sofía, “El Misterio de Elche, patrimonio intangible de la Humanidad”, en J.
Dubatti ed., Escritos sobre Teatro II, Editorial Nueva Generación/CIHTT/Escuela
deEspectadores, 2009, pp. 105-117.
-Castagnino, Raúl H., Teorías sobre texto dramático y representación teatral (de Aristóteles al
ocaso del autor dramático), Buenos Aires, Plus Ultra, 1981.
-Castro Caridad, Eva, Introducción al teatro latino medieval, Universidade de Santiago de
Compostela, 1996.
----------, “El arte escénico en la Edad Media”, en J. Huerta Calvo, dir., 2003, tomo I, pp. 55-
84.
----------, “Transmisión y recepción de la obra dramática en la Edad Media”, en J. Huerta
Calvo, dir., 2003, tomo I, pp. 197-216.
-Chambers, E. K., [1903] The Medieval Stage, Mineola and New York, Dover Publications,
1996.
-Cohen, Gustave, Le Théâtre en France au Moyen Age, Paris, Presses Universitaires de France,
1948.
-Curtius, Ernst R., "Literatura europea", en su Literatura europea y Edad Media Latina, México,
FCE, 1975, pp. 17-35.
-Dempf, Alois, La concepción del mundo en la Edad Media, Madrid, Gredos, 1958, selec. de
fragmentos.
-Dubatti, Jorge, artículo sobre Tertulia
-Dubech, Lucien, Histoire générale illustrée du theatre, Paris, Librairie de France, 1931, dos
tomos.
-Duby, Georges, Tiempo de catedrales. El arte y la sociedad 980-1420, Barcelona, Argot, 1983.
-Duvignaud, Jean, “Primera parte: Las Puertas del Infierno”, en su Sociología del teatro. Ensayo
sobre las sombras colectivas, México, Fondo de Cultura Económica, 1966, pp. 69-146..
-Eandi, Victoria, “El actor profano medieval” en Revista Ritornello. Devenires de la
Pedagogía Actoral, Buenos Aires, Año IV, No 6, marzo de 2005, pp. 34-43.
----------, ”El actor profano medieval: rasgos distintivos, técnicas, antecedentes y
proyecciones”, Revista Los rabdomantes, Universidad del Salvador, Buenos Aires, No 6,27
2007, pp. 75-84.
----------, ”El actor medieval y renacentista” en J. Dubatti, coord., Historia del actor, Buenos
Aires, Colihue, 2008, pp.45-80.
----------, "El bufón y la contracara del poder", Revista El Corsito, Universidad de Buenos
Aires, Centro Cultural Ricardo Rojas, a. 13, No 35, puede consultarse en la web:
http://www.rojas.uba.ar/corsito/numeros/35/bufon.htm
----------, “El actor del drama litúrgico medieval” en J. Dubatti, coord., Historia del actor II.
Del ritual dionisíaco a Tadeusz Kantor, Buenos Aires, Colihue, 2009, pp. 29-50.
-Emmerson, Richard, ed., Approaches to Teaching Medieval English Drama, New York, The
Modern Language Association of America, 1990.
-Eco, Umberto, “Diez modos de soñar la Edad Media”, en su De los espejos y otros ensayos,
Buenos Aires, Lumen, 1988, pp. 84-96.
----------, Arte y belleza en la estética medieval, Barcelona, Lumen, 1997.
-Figueredo, María Cristina, “Supervivencia de formas de representación de la Antigüedad
Clásica y los ritos populares en la Edad Media”, en M. C. Figueredo y E. Montes, 1999, pp. 9-
22.
-Figueredo, María Cristina, y Elina Montes, El teatro medieval inglés. Evolución de las formas
hasta el siglo XVII, Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de
Buenos Aires, 1999.
-Frye, Northrop, Palabras poderosas
-Fumagalli Beonio Brocchieri, Mariateresa, El intelectual entre Edad Media y Renacimiento,
UBA, Oficina de Publicaciones del CBC, 1997.
-Ganshof, Francois L., El feudalismo, Barcelona, Ariel, 1981.
-García Peinado, Miguel Ángel, Introducción a Maese Pathelin y otras farsas (Madrid,
Cátedra, 1986, pp. 9-59).
-Gómez Moreno, Ángel, “La teoría teatral en la Edad Media”, en J. Huerta Calvo, dir., 2003,
tomo I, pp. 85-108.
-Goody, Jack, “Teatro, ritos y representaciones del otro”, en su Representaciones y
contradicciones, Paidós, Barcelona, 1999, pp. 115-168.
-Guglielmi, Nilda, ed., El teatro medieval, Buenos Aires, Eudeba, 1980.
----------, La ciudad medieval y sus gentes (Italia, siglos XII-XV), Buenos Aires, Fundación para
la Educación, la Ciencia y la Cultura, 1981.
-Guillén, Claudio, Múltiples moradas. Ensayo de Literatura Comparada, Barcelona, Tusquets,
1998,
-Hauser, Arnold, Historia social de la literatura y el arte, Barcelona, Guadarrama, 1979, tres
tomos.
-Highet, Gilbert, La tradición clásica. Influencias griegas y romanas en la literatura occidental,
México, Fondo de Cultura Económica, 1986, Tomo I.
-Huerta Calvo, Javier, El teatro medieval y renacentista, Madrid, Playor, 1984.
----------, dir., Historia del Teatro Español. Tomo I: De la Edad Media a los Siglos de Oro,
Madrid, Gredos, 2003. Coordinadores del Tomo I: Abraham Madroñal Durán y Héctor Urzáiz
Tortajada.
-Huizinga, Johan, [1929] El otoño de la Edad Media, Madrid, Revista de Occidente, 1961.
-Lafitte-Houssat, Jacques, Trovadores y cortes de amor, Buenos Aires, Eudeba, 1966.
-Le Goff, Jacques, La civilisation de l'Occident Médiéval, Paris, 1964.
----------, En busca de la Edad Media, Buenos Aires, Paidós, 2004.
----------, Una larga Edad Media, Barcelona, Paidós, 2008.28
-Levine, Laura, Men in Women's Clothing: Anti-theatricality and Effeminization, 1579-1642,
Cambridge Studies in Renaissance Literature and Culture, 1994.
-Lewis, C. S., La alegoría del amor. Estudio de la tradición medieval, Buenos Aires, Eudeba,
1969.
-Madroñal Durán, Abraham, y Héctor Urzáiz Tortajada, “Introducción (Edad Media-Siglo XV
y Siglo XVI)”, en J. Huerta Calvo, dir., 2003, tomo I, pp. 35-54.
-Massip, Francesc, Teatre religiós medieval als països Catalans, Barcelona, Publicacions de
l’Intitut del Teatre, 1984.
----------, El teatro medieval, Barcelona, Montesinos, 1992.
-McNall Burns, Edward, [1947], Civilizaciones de Occidente, Buenos Aires, Ediciones Siglo
Veinte, 1980, dos tomos.
-Montes, Elina, “Del drama litúrgico al escenario isabelino”, en M. C. Figueredo y E. Montes,
1999, pp. 23-40.
-Nicoll, Allardyce, Masks, mimes and miracles, Nueva York, Harcourt, Brace and Company,
1931.
-Oliva, César, y Francisco Torres Monreal, Historia básica del arte escénico, Madrid, Cátedra,
1990.
-Palacios Bernal, Concepción, “El teatro medieval en el ámbito románico”, en J. Huerta
Calvo, dir., 2003, tomo I, pp. 217-235.
-Parain, Brice, dir., La filosofía medieval en Occidente, Madrid, Siglo XXI, 1974.
-Praz, Mario, La literatura inglesa. De la Edad Media al Iluminismo, Buenos Aires, Losada,
1975.
-Riu, Manuel, La Alta Edad Media, del siglo V al siglo XII, Barcelona, Montesinos, 1989.
-Romero, José Luis, La Edad Media, México, Fondo de Cultura Ecónomica, 1949 (Col.
Breviarios, 12). Hay varias reediciones posteriores.
----------, Ensayos sobre la burguesía medieval, Universidad de Buenos Aires, 1961.
----------, "La cultura occidental" e "Imagen de la Edad Media", en su La cultura occidental,
Buenos Aires, Alianza Editorial, 1994, pp. 7-69 y pp. 73-121.
-Russell Brown, John, ed., The Oxford Illustrated History of Theatre, Oxford/New York, Oxford
University Press, 1997.
-Stevens, Martin, “Medieval Drama: Genres, Misconceptions and Approaches”, R.
Emmerson, ed., 1990, pp. 36-46. Traducción de María Cristina Figueredo para la Cátedra de
Literatura Inglesa (Carrera de Letras, FFyL, UBA).
-Surgers, Anne, Escenografías del teatro occidental, Buenos Aires, Artes del Sur, 2005.
-Torrente, Álvaro, “La música en el teatro medieval y renacentista”, en J. Huerta Calvo, 2003,
tomo I, pp. 269-302.
-Van Tieghem, Paul, Los grandes comediantes (1400-1900), Buenos Aires, Eudeba, 1968.
-Wiles, David, “Theatre in Roman and Christian Europe”, J. Russell Brown, ed., 1997, pp. 49-
92.
-Zumthor, Paul, Essai de Poétique Médiévale, Paris, Ed. du Seuil, 1972.
----------, Parler du Moyen Age, Paris, Ed. du Seuil, 1980.

Le théâtre médiéval, le tragique et le comique : réflexions sur la définition des genres Élisabeth L ALOU

Le théâtre médiéval, le tragique et le comique : réflexions sur la
définition des genres
Élisabeth L ALOU
Université de Rouen
GRHIS
Avant de regarder comment tragique et comique s’articulent, se « lient » dans le
théâtre médiéval, il convient de définir les deux termes proposés par le titre du colloque.
En effet « tragédie » et « comédie » sont des mots étrangers au théâtre médiéval. On
distingue depuis la fin du XIX e siècle un théâtre religieux et un théâtre profane 1 . Le
tragique et le comique sont, il est vrai, d’autres mots. Mais si le comique est bien
présent dans le théâtre médiéval, le tragique demande une explication.
Dans le théâtre profane et comique – tel est le titre du livre de Jean-Claude
Aubailly en 1975 – on distingue d’ordinaire trois grands genres : les farces et les sotties,
mais aussi les moralités 2 .
Farces et sotties sont jouées pour faire rire. Charles Mazouer, dans son Théâtre
français du Moyen Âge 3 , intitule le chapitre concernant ce théâtre « la floraison du
théâtre du rire au XV e siècle ». Mais le mot de « comédie » n’est pas utilisé. Seule La
Farce de maître Pathelin passe parfois pour être la première comédie 4 .
Le théâtre comique ou profane est facile à identifier. Bernadette Rey-Flaud a rédigé
un livre entier dans lequel elle s’interroge sur ce qu’était une farce médiévale : « la farce
ou la machine à rire 5 ». Bernadette Rey-Flaud a essayé d’identifier le ressort du rire
dans les farces. Son souci était aussi de savoir quels textes considérer comme de
véritables farces et d’inclure ou exclure dans le genre à l’aide d’analyses presque
mathématiques tel ou tel texte. On ignore même comment il faut entendre le mot
« farce » (faut-il trouver l’étymologie dans « farcir » ? ou « farcer » ?).
Les sotties comme les monologues ou les sermons joyeux sont plus nettement
satiriques. Les sotties ont été éditées dans la collection des Anciens textes français par
Émile Picot en 1902-1912 6 Il mêle dans ces volumes des textes intitulés « farces » où
jouent des fous ou des sots et d’autres intitulés « sotties ». Marie Bouhaïk a décrypté
1
Jean-Claude Aubailly, Le Théâtre médiéval profane et comique Paris, Larousse, 1975.
Jean-Claude Aubailly, Le monologue, le dialogue et la sottie. Essai sur quelques genres dramatiques de
la fin du Moyen Âge et du début du XVI e siècle, Paris, Honoré Champion, 1976.
3
Charles Mazouer, Le Théâtre français du Moyen Âge, Paris, Sedes, 1998.
4
Michel Rousse, « Pathelin est notre première comédie » dans Mélanges de langue et littérature
médiévales offerts à Pierre Le Gentil, Paris, 1973, p. 753-758.
5
Bernadette Rey-Flaud. La Farce ou la Machine à rire. Théorie d’un genre dramatique (1450-1550).
Genève, Droz, coll. « Publications Romanes et Françaises », 1984.
6
Emile Picot, Recueil général des soties, Paris, 1902-1912. (Société des anciens textes français).
_____________________________________________________________________________________
Tragique et comique liées, dans le théâtre, de l’Antiquité à nos jours (du texte à la mise en scène), actes
du colloque organisé à l’Université de Rouen en avril 2012, publiés par Milagros Torres (É RIAC ) et
Ariane Ferry (C ÉRÉ d I ), avec la collaboration de Sofía Moncó Taracena et Daniel Lecler.
(c) Publications numériques du C ÉRÉ d I , « Actes de colloques et journées d’étude (ISSN 1775-4054) »,
n° 7, 2012.
22
ÉLISABETH L ALOU
d’ailleurs ce qu’elle appelle la « construction d’un genre 7 ». Les moralités sont à la
frontière entre théâtre « sérieux » et théâtre profane ou comique. Les trois genres
– farces sotties et moralités – ont connu leur plus important développement aux XV e et
e
XVI siècles.
Les moralités proposent au spectateur une explication allégorique du monde et bien
que profanes, elles ne sont pas forcément du ressort du comique. La volonté des
historiens du théâtre a toujours été de cataloguer ces pièces dans des genres, ce qui est
voué à l’échec car les frontières sont mouvantes : c’est même peut-être ce qui définit ces
textes et il n’est pas toujours facile de distinguer entre farce et moralité, farce et sottie
etc. Plus important pour définir ces différents types de théâtre comique est l’expression
« par personnages » qui indique à mon sens la véritable appartenance de ces textes à la
« performance », mot utilisé aujourd’hui pour identifier le théâtre.
Le théâtre comique existe aussi avant le dernier siècle du Moyen Âge. Je ne citerai
que le Jeu de Robin et Marion et le Jeu de la feuillée d’Adam de la Halle, dit le bossu 8 .
Ce théâtre profane est d’une grande richesse et propose tous les ressorts du comique.
On oppose traditionnellement le théâtre profane au théâtre religieux On parle face
au théâtre profane de théâtre religieux. Nous avons conservé bon nombre de miracles
joués au XVI e siècle dont 40 miracles de la Vierge « mis par personnages » ; des
mystères hagiographiques dont un certain nombre s’est perdu et des mystères de la
Passion dont trois grands auteurs se dégagent – Eustache Mercadé d’Arras, Arnoul
Greban de Paris et Jean Michel dont la Passion fut jouée à Angers. Tous ces textes ne
sont pas des tragédies et le propos n’est pas tragique, le but du mystère étant d’annoncer
la rédemption humaine par la venue du Christ. À l’issue du procès de Paradis, après une
discussion entre les vertus et Dieu sur le devenir de l’homme, la sentence est en effet la
rédemption de l’homme par la Passion du Christ. Cet épisode apparaît et fut joué en
« prologue » des mystères de la Passion.
Le tragique existe pourtant bien. Certains passages reconnaissent le destin tragique
de l’homme pêcheur (ou celui des païens voués à l’enfer). D’autres montrent l’angoisse
des hommes devant la mort et la tristesse qu’ils peuvent ressentir face à la disparition
des leurs.
Le premier texte en français, qui appartient au théâtre religieux, au XII e siècle, le
Jeu d’Adam, représente « par personnages » le péché originel. Dans cet ordo
representationis Ade, la destinée de tous les hommes, – Adam et Ève, chassés du
paradis, Caïn et Abel, leur progéniture – est d’être emportés en Enfer par les diables. Ce
jeu se situe avant l’invention du purgatoire, et même si Jésus Christ est descendu aux
limbes et en a ramené les prophètes et les personnages jadis « au sein d’Abraham », la
rédemption de l’homme pécheur n’est qu’évoquée et la venue du Christ paraît fort
lointaine face aux personnages de diables qui emportent les personnages en Enfer.
On trouve dans ce jeu les premières lamentations du théâtre médiéval, celles
d’Adam :
Allas ! pecchor, que ai jo fait ?
Or sui mort sanz nul retrait.
Senz nul rescus sui jo mort
7
Marie Bouhaïk-Girones « Le recueil général des sotties d’Emile Picot ou la construction d’un genre
dramatique » dans Les pères du théâtre médiéval, Examen critique de la construction d’un savoir
académique, éd. M. Bouhaik-Girones, V. Dominguez, J. Koopmans. Rennes, 2010.
8
Adam de la Halle, Œuvres complètes, éd. Pierre-Yves Badel, Paris, 1995, Le Livre de Poche,
coll. « Lettres gothiques ».3
L E THÉÂTRE MÉDIÉVAL , LE TRAGIQUE ET LE COMIQUE
Tant est chaite mal ma sort !
Mal m’est changé ma venture :
Mult fu ja bone, or est mult dore.
Hélas ! pêcheur qu’ai-je fait ?
Je suis mort pour avoir forfait.
Sans nul remède je suis mort
Tan je suis déchu de mon sort !
Comme a changé ma destinée,
9
Naguère encore si fortunée .
Ces lamentations sont du ressort du tragique, ou tout au moins elles sont destinées à
émouvoir les spectateurs.
C’est dans ce type de situation qu’il faut chercher le tragique dans les pièces du
théâtre religieux. Le Miracle de Théophile de Rutebeuf 10 – miracle du XIII e siècle dans
lequel le clerc Théophile donne son âme au diable mais est sauvé après s’en être repenti
par l’intervention de la Vierge Marie, et qui peut passer pour un des premiers miracles
de Notre Dame – met en scène Théophile désespéré d’avoir donné son âme au diable. Il
se lamente une première fois avant même d’avoir donné la charte à Satan, puis très
longuement (12 quatrains) plusieurs années après avant de demander l’aide de la
Vierge. Théophile qui est venu voir Salatin « qui parloit au diable quant il voloit » se
lamente :
Ha ! Laz, que porrai devenir ?
Bien me doit li cors dessenir
Quant il m’estuet a ce venir.
Que ferai, las ?
Se je reni saint Nicholas
Et saint Jehan et saint Thomas
Et Nostre Dame,
Que fera ma chetive d’ame
Elle sera arse en la flame
D’Enfer le noir.
La me covendra remanoir.
Ci avra trop hideus manoir,
Ce n’est pas fable. (v. 101-113)
Théophile, malgré la peur atroce qu’il ressent devant le diable, donne la charte.
Plusieurs années se passent avant que Théophile se repente :
Hé ! las, chetis, dolenz, que porrai devenir ?
Terre, comment me pués porter ne soustenir
Quant j’ai Dieu renoié et celui voil tenir
A segnor et a mestre qui toz maus fet venir ? (premier quatrain, v. 384-387)
Ensuite il prie la Vierge, qui refuse d’abord de l’entendre, puis va arracher la charte
au diable et lui piétine la panse du diable.
Les lamentations de la Vierge au pied de la croix appartiennent au même ressort du
tragique. Les lamentations de Notre Dame dans Le mystère de la Passion d’Angers de
9
Le Jeu d’Adam Ordo representiationis Ade, éd. Henri Chamard, Paris, Armand Colin, 1925, v. 315-320.
Le mystère d’Adam (Ordo representacionis Ade) ; éd. Paul Aebischer, Genève, Droz, 1964. Aussi traduit
dans Alfred Jeanroy, Le théâtre religieux en France du onzième siècle au treizième siècle, Paris, E. de
Boccard, 1964. p. 53. Voir aussi Thierry Revol, Représentations du sacré dans les textes dramatiques des
XI e -XIII e siècles, Paris, Honoré Champion, 1999.
10
Le miracle de Théophile Miracle du XIII e siècle de Rutebeuf, éd. Grace Frank, Paris, Honoré
Champion, 1975.4
ÉLISABETH L ALOU
Jean Michel 11 (1486) sont particulièrement bien venues, comme d’ailleurs l’ensemble
de la pièce.
Voici un fragment de ces lamentations 12 .
Nostre Dame
Mere sans consolacion,
Des dolentes la plus piteuse,
O mort dolente et rigoreuse,
Regarde le dueil ou je suis.
Je te reclame et tu me fuys ;
Mort, comme peulx-tu consentir
Mon cuer telle angoisse sentir
Que ne l’abas et desconfis ?
Mon Dieu, mon saulveur et mon filz,
Vecy l’eure de ton trespas.
Helas, he, ne me laisse pas,
Qui pour toy tant gemis et pleure !
Et me souffist que avec toy meure ;
Tout bien auray quant je mourray
Et, quant sans toy cy demourray,
Ce me sera mort plus que dure.
Jesus
O Pater in manus tuas
Commando spiritum meum [...]
Ces deux exemples appartiennent au genre du planctus lié depuis longtemps à la
musique ; or c’est le propre du théâtre médiéval de lier intimement musique et parole.
Ce genre existe depuis longtemps indépendamment du théâtre 13 .
Après ces quelques exemples de théâtre profane et religieux et de la présence du
tragique dans le théâtre religieux, nous pouvons nous tourner vers la problématique de
ce colloque. Quel lien y-a-t-il entre comique et tragique dans ce théâtre ?
Nous avons évoqué le scénario du Miracle de Théophile, pièce profondément
angoissée, et pourtant le comique n’est pas très éloigné : la Vierge piétine la panse du
diable et les mimiques de celui-ci prêtaient peut-être à rire, en même temps que le
public éprouvait du soulagement à voir Théophile – Faust médiéval – sorti des griffes
du diable.
En réalité le théâtre médiéval présente un mélange presque ontologique du tragique
et du comique. Charles Mazouer 14 dit ainsi qu’il faut « se débarrasser de la dichotomie
qui hante notre culture théâtrale depuis la Renaissance, celle du tragique et du comique.
Ces catégories sont grecques ; elles ne sont ni bibliques ni chrétiennes. Ce n’est qu’à
partir de la Renaissance que le théâtre occidental se pensera en opposant à nouveau des
pièces tragiques et des pièces comiques ».
D’abord, le théâtre médiéval mélange sur la scène successivement farces ou
moralités et mystères. Ainsi en 1496 à Seurre, on joua le Mystère de Saint Martin 15 écrit
11
Le mystère de la Passion (Angers, 1486) Jean Michel, éd. Omer Jodogne, Gembloux, Duculot, 1959.
Ibid., p. 416-417, v. 28368-28389.
13
On connaît bien en Normandie le Planctus de Guillaume Longue Épée. Jules Lair, « Complainte sur
l’assassinat de Guillaume Longue Epée, duc de Normandie », dans Bibliothèque de l’École des Chartes,
1870, p. 389-411 et en ligne : http://www.persee.fr/web/revues/home/prescript/article/bec_0373-
6237_1870_num_31_1_446328 ; et Jules Lair Lair, Étude sur la vie et la mort de Guillaume Longue-
Epée, Paris, 1893. Gustave Cohen, « Les éléments constitutifs de quelques planctus des X e et XI e siècles »,
dans Cahiers de civilisation médiévale, t. 1, 1958, p. 83-86.
14
Charles Mazouer, Le théâtre médiéval, Sedes, 1998. p. 18.
15
Le mystère de saint Martin, Andrieu de la Vigne, éd. André Duplat Genève, Droz, 1979.
125
L E THÉÂTRE MÉDIÉVAL , LE TRAGIQUE ET LE COMIQUE
par Andrieu de la Vigne et en son milieu la Moralité de l’Aveugle et du boiteux et la
Farce du meunier. De même au milieu du Mystère de saint Fiacre à 25 personnages
« cy est interposé une farsse 16 » dit le manuscrit. On pourrait multiplier les exemples.
Cette insertion de farces au milieu des mystères a même mené les historiens du
théâtre médiéval à trouver l’origine du mot « farce » dans cette situation particulière : la
« farce » serait la pièce qui « farcirait » le texte « sérieux » du miracle ou mystère
religieux. Il semble que cette hypothèse ne soit pas valide 17 . Il existe en effet des pièces
comiques jouées en dehors de tout texte religieux. Il faut plutôt chercher l’identité de la
farce dans le verbe « farcer » plutôt que farcir. Le verbe « farcer » désigne très tôt le fait
de jouer une pièce destinée à faire rire. Le mot « farceur » se trouve d’ailleurs dans des
textes d’archives, des contrats d’associations de « farceurs » avec le sens de « jouer des
farces 18 ».
Les personnages comiques d’autre part ne sont pas l’apanage du théâtre profane.
Les miracles et les mystères accueillent aux côtés de la Vierge Marie ou du Christ des
personnages comiques. Les personnages de bourreaux (qu’on appelle « tirans » dans les
mystères), de vilains ou de fous, sans compter les diables 19 se multiplient au fil du
temps.
Les diables qui font vacarme et « diablerie » dans la gueule d’enfer sont là pour
amuser le public beaucoup plus que pour donner le frisson.
Ils sont très présents pour la première fois dans le Mystère de la Passion d’Arnoul
Gréban, toute une hiérarchie diabolique soumise à Lucifer. Le passage où Satan
rapporte à Lucifer la naissance du Christ est très amusant. L’histoire est inversée : il n’a
pas réussi à faire commettre un seul péché à Marie.
Voici un fragment traduit dans l’édition de poche de la Passion d’Arnoul
Greban 20 :
S ATAN . – En un mot comme en cent, c’est une sainte. J’ai vu Judith, Esther, Rachel et Lia :
aucune comparaison ; elle les surpasse toutes.
C ERBÈRE . – Ce que tu dis là est plutôt inquiétant pour nous, Satan !
S ATAN . – Et encore je ne vous ai pas dit le plus beau : cette Vierge a eu un enfant et je ne sais ni
quand ni comment elle l’a fait. Ce dont je suis sur c’est qu’elle n’a connu aucun homme ; et
pourtant elle a accouché d’un garçon ; et pour notre malheur, car le bruit court que c’est lui le
Christ qui doit venir racheter le genre humain.
Le diable reste présent dans le Mystère de la Passion de Jean Michel (1486) : Satan
est même au pied de la croix et parle le premier juste après la mort du Christ..
J ESUS . – O Pater in manus tuas (v. 28 388)
Commando spiritum meum [...]
Ycy se fera tremblement de terre et le voile du temple se rompt par le milieu, et plusieurs morts
tous ensevelis sortiront hors de terre de plusieurs lieux et yront deça et dela.
S ATHAN . – près de la croix
16
Louis Petit de Julleville, Les mystères, Paris, 1889, t. 2, p. 511, p. 540.
Bernadette Rey-Flaud, op. cit. p. 170.
18
Marie Bouhaik et Katel Lavéant, « S’associer pour jouer » dans Le jeu et l’accessoire. Mélanges en
l’honneur de Michel Rousse, Rennes, 2012, p. 301-318. Aussi Marie Bouhaïk, « Faire l’histoire de
l’acteur » dans Médiévales, Théâtres français du Moyen Âge. Textes, images et performances, 59, 2010,
p. 107-125.
19
Élyse Dupras, Diables et saints Rôle des diables dans les mystères hagiographiques français, Genève,
Droz, 2006.
20
Le mystère de la Passion, Arnoul Greban, trad. Micheline de Combarieu Du Grès, Jean Subrenat, Paris,
1987 (Folio), p. 146-147 ; Le Mystère de la Passion d’Arnoul Greban, éd. Omer Jodogne, Bruxelles,
Palais des Académies, 1965, v. 7317-7338, p. 100.
176
ÉLISABETH L ALOU
Haro, haro, je brays en vain ! (v. 28 396)
Dyables infernaulx enragés,
Vengez mon dueil, vengés, vengés
vengez mon malheur desconfit !
Haro, je suis si tres despit
Que je creve de malle raige !
Haro, tous les dyables, j’enrage !
Ce Jesus qui est mort, en somme,
C’est Dieu qui c’est voulu faire homme,
C’est le filz de Dieu triumphant :
Je le congnoys bien maintenant
Jamais ne l’avoye au vray sceu. (v. 28 407)
Les diables se caractérisent par leur mode de parole. Ils crient : en effet depuis la
chute de Lucifer, ils sont condamnés à ne s’exprimer qu’en criant. Et ce mot « haro »
qui a un sens très particulier en Normandie avec la clameur de haro, est aussi le cri-
lamentation qui les caractérise. « Haro j’enrage » est la parole des diables 21 .
Dans le Mystère de saint Martin, une didascalie indique : « Icy sortent les deables
de leurs secretz, l’un cy, l’autre la, avecques feu et fouldre orrible, crians et braillans
comme il appartient 22 ».
La présence des diables génère une opposition fondamentale entre musique païenne
et diabolique et musique chrétienne et divine qui est mélodieuse 23 Les grossièretés, les
insultes, les imprécations parodiques forment une fantaisie verbale qui est en soi du
comique.
Les recherches poétiques même appartiennent au comique. Ainsi dans le Mystère
de saint Martin d’Andrieu de la Vigne, le diable Berith dit une balade de chant royal
dont tous les vers se terminent par -c et -ac. dont voici un exemple (v. 55-96) :
B ERITH . – Prince dampné, scrupuleux coac
Germa maudit, corps d’infernal eschac,
insaciable cornu, tigre estopic,
bec jaulne infect, temeraire ypodrac,
fol enraigé, qu’as-tu mengé ? Poac ! poac !
que te fault-il, paillart, puant aspic ?
et dans le Mystère de saint Didier 24 , la parole satirique du diable (avec des finales en
« -bre ») est comprise comme un jargon par le personnage du fou lui-même, qui
pourtant s’exprime lui-même dans une langue qui fait rire.
L UCIFER . – Holà ! dyables il convient
Le bouter en quelques ténèbres,
Et puis ainsin qu’il appartient
Tormentez luy teste et cérèbre,
Corps, face et palpèbre,
Boultez ou latèbre,
De nostre délubre,
Puis qu’on le térèbre
Par force illecèbre,
Turbide et lucubre
L E F OL . – Qu’esse que Lucifer célèbre ?
21
La clameur de haro permet à tout plaignant en Normandie de demander oralement réparation. Voir
Michel de Bouard, Guillaume le conquérant, Paris, 1984. p. 438.
22
Mystère de saint Martin, 1496, éd. André Duplat, Genève, Droz, 1979, Vers 54-55 cités par Élyse
Dupras, Diables et saints Rôle..., op. cit, p. 75.
23
Darwin Smith, Le jeu saint Loys, thèse Paris III, sous dir. Jean Dufournet, 1986 ; cité par Élyse Dupras,
Diables et saints Rôle..., op. cit, p. 76.
24
Mystère de saint Didier, éd. J. Carnandet, Paris, 1855, p. 431 cité par Élyse Dupras, Diables et saints
Rôle..., op. cit, p. 98.7
L E THÉÂTRE MÉDIÉVAL , LE TRAGIQUE ET LE COMIQUE
Je n’entend point ce fort latin,
C’est alement ou bedouyn,
Selon ce que je puis entendre.
Les personnages de fous – le fol – se trouvent aussi dans les mystères. Le Christ en
effet a guéri plusieurs « démoniaques » –pouvoir qui est encore dévolu ensuite aux
clercs exorcistes – et le personnage du fou, du « desvé » a été fort utilisé pour faire rire
mais aussi pour assener quelques vérités et participer à la satire. C’est le rôle des sots
dans les sotties, c’est déjà celui du Desvé mais aussi de Wallet dans Le Jeu de la
feuillée 25 . Ces deux personnages représentent l’un le desvé, un fou qu’on pourrait dire
tragique – un enfant malade qui a perdu l’esprit– et l’autre un sot, personnage
résolument comique.
L’une de ses tirades le dit bien d’ailleurs :
Saint Acaire, merde de Dieu,
Donne moi beaucoup de purée de pois ;
Car je suis, pour sûr, un sot avéré
Et je suis bien content de te voir.
Et je t’apporte, je crois bien
Mon neveu, un bon fromage gras.
N’attends pas pour le manger. (v. 344-350)
Ces deux personnages montrent aussi que le théâtre comique peut lui aussi délivrer
un message ambivalent sur l’âme ou la destinée humaine 26 .
Le rôle du fou est souvent du ressort de l’improvisation. Nous en avons la preuve
dans le manuscrit du mystère de saint Vincent, dans lequel le rôle est resté en blanc –
l’acteur ayant peut-être oublié de rapporter son roulet ou ayant improvisé.
Le comique de langue est lui aussi présent très tôt, mêlé au théâtre religieux, à la
performance d’un théâtre a priori « sérieux ».
Dans le jeu de saint Nicolas de Jean Bodel 27 , le dieu Tervagans s’exclame :
T ERVAGANS . – Palas aron ozinomas
Baske bano tudan donas
Geheamel cla orlaÿ
Berec he panteras taÿ
L I PREUDOM (qui n’y comprend rien). – Rois, que voloit-il ore dire ?
Le roi lui explique :
Preudom il muert de duel et d’ire
De ce c’à Dieu me sui turkiés. (v. 1511-1518)
On observe une même utilisation d’un langage spécifique au diable comme aux
dieux païens dans le miracle de Théophile 28 , lorsque Salatin invoque le diable :
Salatin. – Bagahi laca bachabé
Lamac cahi achabahé
Karrelyos
Lamac lamec bachalyos
Cabahagi sabalyos
Baryolas
Lagozatha cabyolas
Samahac et famyolas
25
Le Jeu de la feuillée, dans Adam de la Halle, Œuvres complètes, éd. Pierre-Yves Badel. Paris, Le livre
de Poche, coll. « Lettres gothiques », 1995.
26
Sur ce sujet, voir Edelgard E. Dubruck, « Le fonds sérieux de la farce médiévale : une dimension
insoupçonnée », dans « Et c’est la fin pour quoy sommes ensemble ». Hommage à Jean Dufournet.
Littérature, Histoire et Langue du Moyen Âge, Paris, Honoré Champion, 1993, t. 1, p. 469-467.
27
Le Jeu de saint Nicolas de Jehan Bodel, éd. Jean Dufournet, Garnier Flammarion, 2005.
28
Le Miracle de Théophile, op. cit., v. 160-168.8
ÉLISABETH L ALOU
Harrahya
Le jargon comme ces langues incompréhensibles ont été illustrées par la farce de
maître Pathelin dans laquelle les jargons breton, franglais, limousin ou normand
permettent à Pathelin d’échapper au drapier. Le jargon franco-anglais est une des
grandes réussites du jeu saint Loys 29 , édité par Darwin Smith, dans lequel les Anglais ne
savent plus parler français à la grande joie des spectateurs. Ces passages en jargon sont
le signe du mélange du sérieux et du rire, et dans les discours du fou, le signe d’un lien
avec un autre monde mystérieux.
C’est au jargon qu’ont été condamnés les hommes après la chute de la tour de
Babel. L’épisode est représenté dans le Mystère du Viel Testament 30 . Alors que les
charpentiers préparent « du plomb pour la couverture » de la tour, ils parlent dans une
langue incompréhensible :
G ASTE B OY . – Oriolla gallaricy
Breth gathahat mirlidonnet
Juidamag alacro brouet
Mildafaronel adaté
N EMBROTH . – Vella nostre ouvraige gasté
C ASSE T UILLEAU . – Quanta queso a lamyta
La seigneurie la polita
Volle dare le coupe toue ?
C HANAAM . – Qu’esse cy ? Faut-il qu’on se joue
De nous ? Mais d’où vient cest erreur ?
C UL E SVENTÉ . – Bianath, acaste folleur
Huidebref abastenyent
C HUS . – Bref je ne scay d’où cecy vient ;
Jamais ne vis tel fantasie
P ILLE M ORTIER . – Rotaplaste a la casie
Emy maleth a lacastot
J ETRAN . – Nous perdons icy temps, Nembroth
Car nous pouvons assez cognoistre
Que Dieu ne nous veult point permettre
Que ceste tour parachevons.
Dans ce registre, le comique est présent dès l’origine, dès les drames liturgiques 31 .
Dans un Jeu des rois du XII e siècle 32 , les rois mages parlent « en leur langue » et Hérode
qui parle latin, n’y comprend rien. C’est la première occurrence il me semble de ce
jargon qui farcit les textes les plus sérieux, à défaut d’être tragiques.
H ÉRODES . – Quid vis edissere nobis ?
Quem osculetur Herodes, faciendo eum sedere in dextera parte sui.
Alter[le second roi mage] in dextera Herodi dicat :
29
Darwin Smith, Jeu saint Loys, thèse citée plus haut. Darwin Smith, Maistre Pierre Pathelin. Le miroir
d’orgueil, Tarabuste, 2002 ; et Darwin Smith « Le jargon franco-anglais de Maître Pathelin », Journal des
savants, 1989, p. 259-276 et en ligne : http://www.persee.fr/web/revues/home/prescript/article/jds_0021-
8103_1989_num_3_1_1529
30
Le mistere du Viel testament, éd. Le baron James de Rothschild, Paris, 1878 (Société des anciens textes
français). t. 1, p. 271-272.
31
É. Lalou « Les textes en jargon franco-anglais du XII e au XV e siècle », La France anglaise, Actes du
111e congrès des sociétés savantes, Poitiers, 1986, Paris, 1987, p. 543-562.
32
Karl Young, The drama of the medieval church, Oxford, 1933, vol. 2, p. 70. Voir le recueil d’articles en
ligne sur le site du Lamop (http://lamop.univ-paris1.fr/)Le Théâtre de l’Église ( XII e - XVI e siècle), Paris,
Lamop, 2011. Ce volume contient les articles de Marie Bouhaïk-Gironès, « Le théâtre de l’Église ( XII e -
e
XVI siècle) » ; Jelle Koopmans, « Le théâtre dans l’Église : mythes et réalités » ; Simon Gabay, « Le
statut juridique de l’acteur en droit canon au Moyen Âge » ; Rose-Marie Ferré, « Émile Mâle, l’art et le
théâtre au Moyen Âge : jalons et résonances » ; Fabienne Joubert, « Les tableaux vivants et l’Église » ;
Daniel Russo, « Prolongements ».9
L E THÉÂTRE MÉDIÉVAL , LE TRAGIQUE ET LE COMIQUE
Ase ai ase elo allo crazai nubera satai lomedech amos ebraisim loasetiedet inbedo addoro otiso
bedoranso I et o iomo bello o illa et cum marmoysen aharon et cum cizarene ravidete qui adonay
moy
Hunc osculando jubeat Herodes sedere juxta priorem.
Tercius [le troisième roi mage] in sinistra Herodi dicat :
O some tholica lama ha osome tholica lama ma chenapi ha thomena
De quo Herodes faciat ut de prioribus, quibus
Herodes dicat :
Regem quem queritis, natum esse quo signo didicistis ?
Magi econtra :
Illum natum esse didicimus in oriente stella monstrante [puis ils montrent l’étoile à Hérode et
annoncent apporter l’or, l’encens et la myrrhe].
Le comique – provoqué ici par le jargon et peut-être les gestes mal connus des
acteurs – est donc lié au texte religieux dès les premières occurrences connues. Ce qui
apparaît là dans les drames liturgiques, c’est le jeu, la performance qui introduit le rire
au sein du plus sacré : le personnage de Jésus Christ nouveau né. Dans un autre drame
liturgique de la même époque – à Rouen – le personnage de Balaam et son ânesse est
déjà du théâtre comique joué pareillement dans l’église lors du drame de la Nativité. Un
ange invisible barre la route de l’ânesse qui parle avec son maître.
Le comique pourrait bien au Moyen Âge être fondateur du jeu théâtral au sein
même du théâtre religieux, ce qui pose la question de la place du rire 33 dans l’église et
face au texte des Évangiles.
Cette question même a été posée en 1989 par Jacques Le Goff, dans un article
fondateur intitulé « Rire au Moyen Âge » repris en 1997 dans les Annales sous le titre
« Une enquête sur le rire ». Piroska Nagy, dans Le don des larmes au Moyen Âge, a
souligné combien le christianisme a voulu constituer un système « rire/pleurer ;
rire/larmes » et, selon la formule de Jacques Le Goff, « limiter le rire et les larmes à
l’horizon du péché et du salut 34 ».
Il n’est donc pas étonnant de constater le lien indissoluble entre théâtre comique et
théâtre religieux. Indissoluble peut-être pas. En effet « dans la chrétienté médiévale, on
a ri et pleuré en dehors de ces fondements et de ces perspectives 35 ».
Nous l’avons constaté pour le champ théâtral avec les farces ou les sotties. La satire
existe depuis fort longtemps. Dans le Jeu de Robin et Marion 36 , on rit en chantant. Le
roi rit aussi en regardant le Dit des quatre offices d’Eustache Deschamps 37 , qui est une
satire de la domesticité de la cour, gagnée par le Carnaval et l’inversion déjà présents
dans le roman de Fauvel. Le Panetier, l’Echançon, le Saucier et le Cuisinier rivalisent
pour s’imposer à la première place.
33
Jacques Le Goff, « Rire au Moyen Âge » dans Cahiers du Centre de Recherches Historiques. 3, 1989,
p. 1-14 (rééd. dans Un autre Moyen Âge, Paris, 1999, p. 1343-1356 et en ligne sur revue.org :
http://ccrh.revues.org/2918) et « Une enquête sur le rire », Annales, Histoire, Sciences sociales, 1997, vol.
52, n° 3, p. 449-455 et en ligne : http://www.persee.fr/web/revues/home/prescript/article/ahess_0395-
2649_1997_num_52_3_279579). Voir aussi Andrea Marculescu, « Ridere and Deridere : the pratice of
laughter in the Parisian Sotties » et notamment sa bibliographie sur le rire.
34
Jacques Le Goff, « Enquête sur le rire », art. cit., p. 450. Voir aussi Piroska Nagy, Le don des larmes au
Moyen Âge. Un instrument en quête d’institution ( V e - XIII e siècle). Paris, Albin Michel, 2000.
35
Jacques Le Goff, « Enquête sur le rire », art. cit., p. 450. On pense aussi au Nom de la rose d’Umberto
Eco et à Aristote « Le rire est le propre de l’homme ».
36
Adam de la Halle, Œuvres complètes, éd. Pierre-Yves Badel, Paris, 1995 (Lettres gothiques).
37
É. Lalou, « Réflexions sur cérémonie, cérémonial et jeu », in J.-P. Bordier (éd.), Le jeu théâtral, ses
marges, ses frontières, actes de la deuxième rencontre sur l’ancien théâtre européen de 1997, Champion,
1999, p. 115-125. Œuvres complètes Eustache Deschamps, Paris, t. 7, 1891, MCCCLX, p. 175. (Société
des anciens textes français). (en ligne sur Gallica).10
ÉLISABETH L ALOU
Il existe donc un rire indépendant du religieux, peu commun peut-être si l’on pense
que le Carnaval et ses rites d’inversion sont bien inclus dans l’année liturgique. Mais ce
rire existe bien.
Si l’on regarde les textes de théâtre qui nous sont parvenus, le rire apparaît avec le
jeu, dès les drames liturgiques où s’opère le mélange entre comique et théâtre sérieux.
Quand la censure vient à bout du théâtre « religieux », au XVI e siècle, en interdisant les
mystères comme les sotties des basochiens, c’est du rire dont elle veut se débarrasser ;
et c’est alors que s’opère la scission entre comédie et tragédie. L’apparition de la
comédie au XVI e siècle comme d’ailleurs celle de la tragédie serait donc la mise au pas
du rire.
La dernière parole peut rester au Jeu de Saint Nicolas de Jean Bodel dont les
derniers vers prononcés par le sénéchal sont 38 :
L E SÉNÉCHAL . – Tervagan, du ris et du pleur/
que feïstes, par vo doleur/
verrés par tans le prophesie.
38
Traduction : « Tervagan, du rire et des pleurs / Que vous avez manifestés, vous verrez / Bientôt, par
votre douleur, le caractère prophétique », Le Jeu de saint Nicolas, Jehan Bodel éd. Jean Dufournet, Paris,
2005. (v. 1522-1527).


traducción

7/5/16

¿Te duele? César Brie

¿Te duele?
César Brie


Personajes
Marido
Mujer


La escena es un rectángulo de 7 metros por seis de profundidad. Hay cuatro postes
en las esquinas, unas cuerdas en el suelo a las que están atadas luces.
Durante la obra, la escena se volverá un ring de boxeo con cuerdas luminosas.
El público se coloca enfrente o a tres lados del ring, como en una pelea de box.
En el lado de atrás hay un hueco entre las cuerdas para permitir ingresar y sacar
objetos. Es un portal con una pucara.


Prólogo:
La esposa está vestida de novia. El marido elegante. Entran, ella en los brazos de
él.
Arman con luces de colores un ring de boxeo. Desembalan la mesa, los cubiertos,
platos, vasos y sillas de la casa.
Marido: ¿Qué será? ¿Qué será?
Mujer: ¿Quién lo sabe, quién lo sabe?
Marido: ¿Cómo fue? ¿Cómo fue?
Mujer: ¡Aquí estoy, aquí estoy!
Marido: Mira, mira, mira, mira
Mujer: Ay, ay, ay, ay!
Marido: ¿Qué pediste?
Mujer: ¿Qué pedí?
Marido: ¿Que nos dieron?
Mujer: ¿Qué nos dieron?
Marido: Lo que debían
¿Te duele?
Mujer: lo que se usaba
Marido: lo que sobraba
Mujer: lo que faltaba
Marido: lo que no había.
Mujer: ¿Y ahora, qué ocurre ahora?
Marido: Ahora se acaba, ahora se acaba
Mujer: Ahora comienza, ahora comienza.
Marido: El cimiento, el dintel, el muro, la ventana
Mujer: La mesa, los platos, cuchillos, cucharas
Marido: El techo, el lavabo, el armario, la cama.
Mujer: la puerta cerrada
Marido: ¿cerrada?
Mujer: cerrada
Cierran el portal por el que entraron con otras dos cuerdas luminosas.
Marido: Que no entre el frío
Mujer: ni el miedo
Marido: ni el lobo
Mujer: ni el suegro
Marido: ni la suegra
Mujer: ni el cura
Marido: ni el doctor
Mujer: ni el dolor
Marido: ni el infierno
Mujer: que no entre nada
Marido: a salvo de todo
Mujer: a salvo de todo
Marido: que no entre nada.
Quedan en el frente abrazados. El marido le desprende el velo de novia mientras la
mujer saca de su cuerpo un origami. Lo cuelga delante de la escena. Ese origami
representa la silueta de un niño.
Epílogo
El marido se sienta en la otra esquina del ring .Mientras habla ella se maquilla.
Marido: A salvo del sol, del miedo, de fantasmas.
Aquí no ha pasado nada. Aquí no ha empezado nada.
¿Te duele?
Tal vez llueva, tal vez no. Ayer como hoy, hoy como mañana.
Que se calienten los huesos, que los niños tiriten, los sueños se pierdan.
La esquina oscura, la calle angosta, las cinco y cuarto.
El bus, el trabajo. La mano en el rostro. La cabeza caída.
Se agita, se agita. Arrorró mi niño, arrorró y adiós.
Adiós mis amigos, adiós a mis perros, (a ella) adiós amor mío.
Mujer: Que te vaya bien, que nada te ocurra, que vuelvas temprano, que no te
fatigues.
Marido: ¿Quien pinta las nubes? ¿Quien pone la mesa? ¿La mesa de quién?
La mujer ha terminado su maquillaje. Mientras ella habla el marido comienza a
tirar todo al suelo, de a poco hasta volverse frenético. La mujer a cada ruido se
interrumpe, se estremece y se mancha la cara con su propio maquillaje. La casa
queda desvastada y el rostro de la mujer como si la hubieran golpeado.
Mujer: Yo estaba embarazada de nuestro segundo hijo. Me sentía gorda y fea. Estaba
tan insegura. Volvió tenso del trabajo. Su jefe le había gritado. (Golpe) No le gustó
la sopa y voló una cachetada. Luego me pidió disculpas. No me animé a reclamarle.
Se hizo costumbre luego. (Marido tira vaso) Primero los golpes luego las disculpas. Yo
tampoco me quedaba atrás ni a gritos ni sacudidas (Marido tira platos y cucharas)
Nunca lo denuncié. ¿A quién? ¿Para qué? ¿Qué iba a decir mi madre? ¿Y la suya?
(Marido voltea la mesa) ¿Qué iba a pasar con los niños?


Round 1
El marido se acerca a la mujer. Ella escapa. Mientras él habla ella recoge los objetos
caídos.
Marido: Repetí, repetí lo que me has dicho. No te escuché, adelante
Repetí ahora carajo, ¿qué fue lo que me dijiste?
El marido se quita el saco. Se pone guantes de boxeador y se coloca en su esquina
en posición de guardia.
Marido: Se llama guardia y de aquí parte y se inicia todo:
las acciones de ataque, los gestos de la defensa.
Las zonas vulnerables protegidas por los brazos
que al mismo tiempo desvían los golpes del adversario…
El marido se acerca y golpea la mesa que ella está ordenando.
¿Te duele?
Marido: ¿Que me olvidé de hacerlo? ¿Que no te compré qué cosa?
No voy de compras mi amor, no hay mercado en la cantera.
Vuelve a su esquina y continúa su entrenamiento.
Marido: El puño izquierdo a la altura del hombro y éste elevado
 para evitar que los golpes entren por los costados.
El codo queda a mitad entre el puño y el hombro.
Los músculos relajados.
La mujer recoge las cosas caídas. El marido se acerca y la empuja apenas con sus
piernas.
Marido: Decilo de nuevo, mierdita, estoy algo sordo. ¿Sabes?
No es música lo que martilla las orejas todo el día.
El marido vuelve a su esquina. La mujer termina de ordenar todo.
Marido: El secreto: economía en cada movimiento
así se logra alcanzar la mayor velocidad
y la contracción violenta de cada músculo empleado
en el momento final. El instante del impacto.
El marido se sienta en la esquina. La mujer se acerca y lo acaricia. Sonríe.
Mujer: El instante del impacto. El peso es fundamental.
Un puñetazo aplicado por un peso pesado
de ochenta y seis kilogramos tendrá efecto devastador
en un cuerpo de cincuenta. O sea de un peso mosca.
Lo hace levantar, le arroja la camisa. Luego limpia el saco que quedó colgado
en la silla.
Mujer: Viceversa, a pesar de la mayor rapidez,
el golpe de un peso mosca difícilmente podrá
dañar a un peso pesado.
Le pega frenéticamente con el saco.
Mujer: En el boxeo existen
dieciséis categorías,
para igualar los pesos
¿Te duele?
y que no exista ventaja.
Un grande pega a otro grande
y el pequeño a otro pequeño.
Todos pueden defenderse
y atacar llegado el caso


Round 2
Se sientan en la mesa. Ella acomoda los cubierto y el plato.
Marido: ¡No!
Ella cambia el plato y cubiertos de lugar.
Marido: ¡No!
Ella cambia de lugar la comida.
Marido: ¡No!
El marido acomoda el plato como desea.
El golpea con el tenedor en su plato. Ella se estremece, raspa el plato con el
tenedor.
El pone lo que no le gusta en el plato de ella.
Ella come y escupe lo que come. La segunda vez lo que escupe termina en el rostro
de él.
El marido se alza, le aferra las manos la lleva como una marioneta hacia el
proscenio.
Ella tose. El la lleva de un lado a otro mientras ella tose y tiene asma. Ella cae en
una esquina.
Marido: Una mujer está parada frente a una puerta
Abre la puerta y se topa con una ventana abierta
al fondo de la habitación. Atraviesa esa ventana
y encuentra un corredor, bombillas de luz eléctrica
la llevan hasta el final.
El la deja caer en la otra esquina
Marido: Al final hay un espejo.
¿Te duele?
César Brie
6
La mujer se mira y piensa.
Mujer: si lograra atravesarlo
mi cuerpo se volvería la imagen que reconozco.
Yo sería esa que veo, sola, totalmente sola”
Vuelve a llevarla de un lado a otro hasta que la deja en la mesa.
Round 3
El marido usa el brazo de la mujer para beber y comer.
Marido: ¿Y con eso? le dije
Con eso nada - responde
No te hagas - No me hago
A mí nadie me toma el pelo
Los pantalones bien puestos
Se puso blanco, se puso blanco y me pidió disculpas.
Conmigo nadie se mete, ¿Ves?
Está fría la comida.
Arroja su comida en el plato de la mujer.
Ella lo acaricia mientras le habla. El no reacciona, luego la rechaza hasta que las
caricias se vuelven cachetadas.
Mujer: Me llamaron de la escuela. Julián había roto un vidrio.
No le pegues con el cinto. Es un niño todavía.
Te he comprado una camisa. La cambio si no te gusta
Vinieron los de la luz. Si no pagamos la cortan.
Me llamaron de la escuela. Te he comprado una camisa.
Julián había roto un vidrio. La cambio si no te gusta
No le pegues con el cinto. Vinieron los de la luz.
Es un niño todavía. Si no pagamos la cortan.
Escuela, camisa, pagamos, niño, vidrio, no te gusta
La cortan si no le pegas, con el vidrio todavía,
Con el vidrio, con el niño, con el cinto, con la luz,
bestia, bestia, bestia, bestia….
Round 4:
¿Te duele?
César Brie
7
Él marido la arrastra por el ring hasta llegar a una esquina. Allí le coloca guantes de
boxeo. Ella se entrena.
Marido: Mi esposa, mi compañera. Mi vida.
Mujer: El brazo derecho atrasado, a la misma altura el hombro.
Al costado del mentón y algo más adelante.
El codo separado del cuerpo para evitar
que un golpe en el brazo afecte al hígado y al riñón.
Marido: Mi cruz, mi paraíso, mi norte, mi perdición
Mujer: Estar en guardia permite desplazarse y esquivar
parar, desviar y bloquear los golpes del contrincante
conservar el equilibrio repartido entre las piernas.
Ella acaba con los brazos caídos, desanimada. Él le quita los guantes. Música. ÉL
marido la alza y la lleva.
Marido: ¿Por dónde andas?
Mujer: Para qué quieres saberlo
Marido: Porque yo soy tu marido.
Mujer: Estoy flotando en un lago. Me sigues en una barca.
Remas con dificultad porque tu remo es un hacha.
Hay flores en mi vestido, dentro de la boca hay agua.
Está oscuro y el peso me hunde bajo las aguas.
Te detienes y jadeas. Me amenazas con el puño.
Marido: Aquí estoy, no soy quien dices, no te abandono mi vida
Mujer: Pero en el fondo del lago hay luces, una ciudad
y en las calles las mujeres barren los desperdicios
la basura cae al agua y queda flotando en ella.
La esposa recibe una escoba. Barre con ella. Pero la escoba esconde papel picado
que ensucia cada vez más mientras ella limpia
Mujer: Para dejar todo limpio, que todo brille por fuera, que no digan que soy sucia.
Pausa
Se ha pasado la mañana, como se vuela el tiempo.
Si no existieran las horas ¿cómo haría, dónde iría?
Su acción de barrer se vuelve violenta.
¿Te duele?
César Brie
8
Tengo una mano, una escoba, un brazo para agitarla
ese brazo es una parte de mi cuerpo y este cuerpo
limpia, limpia, limpia, limpia. Polvo, tierra, manchas, grasa.
Se detiene y habla al público con dulzura.
Esta vida… ¿de quién es? Igual a la de mi madre…
Abre el origami y aparece un segundo niño.
Tengo una mano, una escoba, un brazo para agitarla
ese brazo es una parte de mi cuerpo y este cuerpo limpia, limpia.
¿Quién limpia lo que yo ensucio? ¿Quién sacude mis dolores
y los tiende en una cuerda? Te escuchaba, me escuchabas.
Round 5
El marido se alza de la mesa hablando con la boca llena. La mujer sonríe.
Marido: Un cojudo, un cojudo, no debí haberle pasado el balón.
Para tirar al arco hay que estar tranquilo.
Un gol, un gol, un gol es un pase a la red.
además el árbitro cobraba lo que quería.
Posición adelantada aunque picara de atrás.
Seguro lo habían pagado. Debíamos haber ganado,
y aquí estamos, como siempre, peleando en la retaguardia.
Están de espaldas en el frente del ring. Uno ronca y el otro se estremece. Bajan y
suben con los ronquidos.
Mujer: Era perfecto mi cuerpo, eran perfectas mis piernas
enredadas en las tuyas. Era perfecta esa noche,
el silencio, los jadeos, los grillos, las cucarachas.
Era perfecto todo porque todavía me amabas.
El marido vuelve a sostener la mujer con dulzura.
Marido: ¿Fue ayer, tal vez antes de ayer? ¿Nos casamos hace un siglo?
¿Cada día una montaña, una cuesta, una escalera?
¿Quién se cansó primero? ¿Quién llenó todo de niebla?
¿Te duele?
César Brie
9
¿Quién colocó el algodón dentro de las orejas?
¿Quién maldijo a baja voz? ¿Quién arrojó la piedra?
La mujer va a una esquina y el marido a la otra.
Mujer: Comienza con un portazo. Luego cae un plato al suelo. Más tarde un puñetazo
en la mesa o en la silla. Luego patadas al perro. Después un empujoncito, luego una
cachetada. Al final puños cerrados, jaladuras de cabellos, arrastrarte por el suelo.
Después aparecen los pies, una patada, dos, tres… luego ya son pateaduras. Más
tarde con el cinturón. Del lado del cuero primero y al tiempo es con la hebilla.
El marido muestra sus manos. La mujer se toca el rostro.
Marido: Si pudieran hablar, ¿qué dirían estas manos?
La cama, la mesa, el techo, construyeron los armarios.
Estos brazos te cargaron cuando estabas por parir.
Así, así te sostuve cuando todo te dolía.
Mujer: Esta frente... ¿de quién es? Igual a la del abuelo
¿Y estas cejas? No son de él.
Son… mamá, tengo tus cejas y el ceño igual de fruncido
¿Y la nariz? de nadie, la nariz es sólo mía.
Marido: ¿Cuántos ladrillos cargaron? ¿Cuántos carros manejaron?
Estas manos acunaron, los castigaron también.
Con estas manos cavé la tumba de Jorge Almeida.
Mujer: el mentón es de mi padre, y las orejas también.
Los cabellos son de ambos.
El color es de mamá y la textura del viejo.
Marido: Estas manos se cansaron. Se emputaron, se crisparon
Te dijeron por favor, no molestes, no preguntes
Se acerca a la mujer y la toma por el cuello, luego la abraza
Mujer: El cuello me pertenece, el de ustedes es muy ancho
estas marcas, ¿de quién son? Están aquí, ¿quién las hizo?
Marido: Con estas manos rompí la silla de un puñetazo
Mujer: La boca es la de mi madre
Marido: Te vendé, te protegí, te abracé, te supliqué
Mujer: Y esta voz ¿de dónde viene?
Marido: Si hablaran, lo que dirían mis manos
Música. El marido sacude a la mujer con movimientos bruscos, le arranca el moño
del pelo, la carga en un baile burdo y violento.
¿Te duele?
César Brie
10
Ella queda sentada frente a la mesa con los cabellos cubiertos. Él le descubre el
pelo y le da de comer.
Marido: No tienes de qué quejarte. Cuando te enfermas te cuido.
Te preparo la comida, te atiendo, te limpio y busco
a los niños en la escuela. ¿Qué más? ¿Dime qué más quieres?
¿Quieres ver a tus amigas? Estoy de acuerdo, ve a verlas
aunque no entiendo qué historias tienen para contarse.
¿O ya no estás bien conmigo? ¿O es que hay otro? Dímelo.
¿No confías en tu marido? ¿Para qué ves esas putas?
¿Y qué les dices de mí? ¿Que te pego y te maltrato?
Mujer, te pedí disculpas. ¿No me habías perdonado?
Cada uno va a su rincón, se colocan los guantes de box.
Round 6
Campana.
Se ponen ambos en guardia.
Dan y esquivan golpes con las espaldas apoyadas en el otro.
Mujer: Por el resto de mis días
Marido: Hasta que muerte nos llegue
Mujer: Juro por lo más sagrado
Marido: Ante Dios y ante a la Virgen
Mujer: Por la familia y los hijos
Marido: Por el pan y la plegaria
Mujer: Te quemaré la comida
Marido: Me iré de farra las noches
Mujer: Me tiraré al plomero
Marido: Te moleré a puñetazos
Mujer: Vidrio molido en tu almuerzo
Marido: Te prestaré a mis amigos
Mujer: Fracasado, fracasado
Marido: Puta, puta asquerosa
Mujer: Desgraciado hijo de perra
Marido: Cara de culo, opa, sapo
Mujer: Por el resto de mis días
Marido: Juro por lo más sagrado
Mujer: Hasta que muerte nos llegue
¿Te duele?
César Brie
11
Marido: Ante Dios y ante a la Virgen.
Ambos: Por la familia y los hijos, por el pan y la plegaria.
Se quitan los guantes. Van a la mesa y pulsean.
Marido: Porque cocinas mal.
Mujer: Porque siempre llegas tarde.
Marido: Porque eres fea y amarga.
Mujer: Porque hiedes y eres gordo.
Marido: Porque eres gringa.
Mujer: Porque eres indio.
Marido: Porque gritas todo el día.
Mujer: Porque nunca me escuchas
Van a las esquinas. Ella corre y el marido va detrás de rodillas
Marido: Perdóname corazón, no voy a volver hacerlo.
Se me fue la mano, ¿entiendes? Mi amor, estoy de rodillas.
Nunca más voy a pegarte, antes me corto la mano.
Voy a comer tu comida. Lo que hagas yo me lo trago.
Campana.
Round 7
Él se sienta a comer, ella está debajo de la mesa.
Mujer: Es una luna de miel luego de la tormenta. Pide perdón, lo perdono.
Hablamos, nos abrazamos, nos hacemos el amor. Besos con arrumacos, caricias,
piropos, regalos. Como si fuéramos novios. Pero al cabo de unos días empieza todo
de nuevo: que la comida está mal, o que volví tarde a casa, que ya no lo quiero más,
que quién me creo que soy. Así hasta que me golpea.
Marido: (Cada vez se entiende menos a medida que llena la boca) Rico, delicioso, me
vas a enseñar la receta. ¿A quién le cocinan así? A nadie. En esta casa soy rey. ¿Mmm?
¿Es quinua? Mezclada con chuño, arveja. Las arvejas no me gustan. La próxima vez te
acuerdas ¿Y este sabor, es queso? Queso chino debe ser. Pero si parece mierda.
¿Quién te enseñó a cocinar? ¿Esa bruja de tu madre?
Golpea el plato sobre la mesa. Debajo ella se tapa los oídos.
Ponte en el culo tu cena.
Campana.
¿Te duele?
César Brie
12
Van de rodillas a las esquinas. Ella lo sigue.
Mujer: Me distraje con los niños y se quemó la comida. ¿Vas a perdonarme amor?
Él se da vuelta y ella se aleja. Él la sigue siempre de rodillas
Marido: Se me resbaló la mano, yo quería acariciarte. Vida mía discúlpame.
Ella se da vuelta y él se aleja. Ella lo sigue de rodillas
Mujer: Mañana preparo sajta. Ají, papa, pollo fresco
Él se da vuelta y ella se aleja. Él la sigue de rodillas
Marido: Te voy a comprar una blusa bordada a mano, mi vida.
Ambos se dan vuelta y se acercan reconciliándose siempre de rodillas.
Mujer: Discúlpame, discúlpame
Marido: Mi reina, mi palomita
Tercer Origami
Mujer: Hagan los deberes chicos.
Marido: No peleen.
Mujer: Nao, quédate quieta.
Marido: Es hora de comer. Cuidado que está caliente.
Mujer: ¿Dónde te duele mi amor?
Marido: Ya pasa mi vida, ya pasa.
Mujer: ¿Te golpeaste con la mesa?
Marido: Mala mesa… mesa mala!
Se abrazan y se dirigen al público sonriendo.
El marido se acuesta, alza y baja los pies con el ritmo del sueño. Sobre sus pies está
acostada ella que duerme y suspira.
Marido: Yo te sostengo, no temas. Donde vayas estaré.
Los sueños mi amor son caros. Nacen de las ilusiones y se vuelven pesadillas.
Te sostengo, te sostengo. Te ruego, no sueñes más.
Si no hay sueño no hay dolor y si no hay dolor no hay penas.
¿Te duele?
César Brie
13
Campana. Van a las esquinas.
Mujer: El amarillo y el verde mezclado en la luz del alba
Marido: Tornillo, destornillador
Mujer: Los pájaros que despiertan
Marido: Martillo, clavo, alicate
Mujer: El sol calienta la tierra
Marido: Combo, taladro eléctrico.
Cambian de esquina
Mujer: Escoba, pala, basura
Marido: El horizonte cubierto de esmeralda y de naranjas
Mujer: Hornalla, gas y pañales
Marido: Los pájaros se recogen
Mujer: Hornalla, gas y pañales
Campana.
La mujer reacciona a los golpes que el marido no le da.
Mujer: Volviste temprano mi vida.
Golpe
¿Pero qué tienes mi amor?
Golpe
Te queda bien la camisa
Golpe
Conseguí un nuevo trabajo
Golpe
Despacio, los chicos duermen.
Golpe. Campana.
Round 8
¿Te duele?
César Brie
14
Mujer: ¿Quieres comer? ¿Quieres comer?
Marido: Sí, quiero.
Mujer: ¿Comes pollo, res, o cerdo?
Marido: Chancho
Mujer: ¿Chancho?
Marido: Hay que sujetar al chancho cuando se lo degüella. Tiene que morir despacio,
apagarse, desangrarse de a poquito, de ese modo sale rica la morcilla.
La mujer le arroja platos que él hace rodar en el piso.
Mujer: Come chancho, come chancho.
Come verdura, fruta.
Come aire, come tiempo, come mierda,
come el suelo, come el polvo,
come hijos, come cama, come ducha.
Come llajua, come ají, come toda la comida.
¿Tienes hambre? ¿Tienes sed? ¿Tienes miedo? Tienes frío?
Come, come, ¿qué te pasa?
El marido le arroja agua en la cara.
Marido: ¿Qué me pasa, qué me pasa?
El marido tira el vaso sobre la mesa, ella se esconde bajo la mesa. El se trepa
encima y arroja agua con un trapo. Ella se protege debajo para no empaparse.
Marido: ¿Por qué tengo siempre que arruinarme la existencia?
¿Por qué no cuento hasta diez, no me salgo de la casa
antes de que sea tarde? ¿Qué es lo que me sucede?
¿Por qué no pienso? Me doy cuenta, ella me quiere.
Claro que no es perfecta. Nadie es perfecto, yo menos.
¿Un hormigueo en el cuerpo y luego no me controlo?
Un calor en la cabeza, y las manos que me pican.
Luego estallo, pego jalo y ya no controlo nada.
¿Y si tomara pastillas?
¿El sonido de su voz? ¿Es eso que me molesta?
¿El tono con que me dice que haga o no haga tal cosa?
Entrarle dentro, eso quiero, a puñetes, a patadas.
Si no me entiende cuando hablo al menos que se de cuenta.
Baja de la mesa, ella escapa a una esquina.
¿Te duele?
César Brie
15
Aquí estoy, amor mío, este soy yo, dulzura.
Piltrafa, puta, engreída, corazón, luz de mi vida.
Van a una esquina.
El marido acaricia a la mujer en el rostro y ella se va a la otra esquina limpiándose
y quitándose esa caricia. Dos veces.
Marido: ¿Recomenzamos de nuevo? Hasta aquí fue solo un sueño. Juntos, juntos como
nunca.
Uno frente a otro. Ella toma la mano de él y se acaricia. La mano de él resbala.
Mujer: ¿Por dónde recomenzamos? ¿Por un beso, una mirada, un grito, una
cachetada?
Campana
Round 9
La mujer se ha puesto guantes de boxeo. El marido sostiene su chaqueta. En
posición de guardia esquiva y golpea. El marido detrás la corrige y sonríe.
Mujer: El jab y el golpe directo
aparentemente iguales
son distintos en su fuerza.
El Jab sirve a mantener
la distancia y preocupar
al rival y contenerlo.
Marido: La decisión de los jueces
es siempre definitiva.
Apelarla no es posible.
La victoria puede ser
por puntos o abandono.
Mujer: El directo es contundente,
hay que apoyarse en el suelo
y tener mayor impulso
para golpear con dureza.
Marido: Si se quiere retirar
al púgil de algún combate
se deberá arrojar, en modo que se la vea,
¿Te duele?
César Brie
16
una toalla en la pelea.
Mujer: Se llama crochet al golpe
que se da desde el costado
sobre el rostro del rival.
Marido: La victoria por knock-out
es cuando uno es derribado
y no se alza hasta el diez.
Mujer: El uppercut o gancho
es un golpe ejecutado
desde abajo hacia arriba
y que impacta en el mentón.
Marido: El knok-out técnico ocurre
cuando el árbitro detiene
el combate por heridas
o porque uno de los dos
no puede seguir peleando.
Mujer: El swing es un crochet largo,
en el que se gira el puño
para que los nudillos
impacten con mayor daño.
Marido: Sí se dá un golpe bajo,
o se hacen cosas prohibidas
como patear o morder,
o golpear fuera de tiempo
se descalifica el púgil.
Campana.
Round 10
Se sientan uno al lado del otro en el suelo tratando de decir algo que no logran.
Sonido del tiempo en un metrónomo. El marido va a una esquina. Campana. Se pone
un traje de cura.
Ella voltea la mesa y la lleva a un rincón. La mesa se ha vuelto el confesional que
los divide.
Mujer: Al inicio fue el silencio. Le hablaba y no respondía.
No escuchaba, no me oía. Luego empezó a llegar tarde.
Olor a alcohol en la boca. Volvía borracho a casa.
¿Te duele?
César Brie
17
El marido arrastra la mesa con ella colgada.
Mujer: Luego fueron los insultos. Que soy una puta dice,
que lo engaño, lo traiciono, que yo no sé cocinar.
Luego las amenazas. Que se va a ir de la casa
que va a hacer otra familia. Que va a pegarles a los niños.
El se dibuja con lápiz labial estigmas en sus manos. Ella lo hace en diferentes partes
de su cuerpo.
Marido: Miren, miren, yo había perdido el trabajo,
me daba vergüenza volver. No sabía cómo decírselo.
Mujer: Esto fue con la plancha, había arrugas en su ropa.
Y esto por responderle.
Marido: ¿Y esta llaga? Tóquenla. Miren cuánto es profunda.
Mujer: No le gustó la comida.
Marido: Esta llaga huele a alcohol. La bebida por aquí se me salía.
Mujer: Esto por saludarle
Marido: Dame señor las marcas, tus señales, los estigmas.
Mujer: Esto por no saludarle
Marido: Tú perdonas, yo perdono.
Mujer: Y esto no entendí por qué.
Marido: Cargo la cruz, señor mío.
Ella se acurruca detrás de la mesa caída. Desde fuera él le lanza objetos que
golpean la mesa que la protege. También llueven tomates. Ella sonríe y se
estremece. El marido grita.
Marido: ¿Cuando fue? ¿Cómo fue? ¡Aquí estoy!
Mira, mira, ay, ay, ay! ¿Qué pediste? ¿Qué pedí? ¿Que nos dieron?
Lo que se usaba, lo que sobraba, lo que faltaba, lo que no había.
¿Y ahora? ¿Ahora se acaba? ¡¡Ahora comienza!!
El cimiento, el dintel, el muro, la ventana, el techo, el lavabo, el armario, la cama.
La puerta cerrada. Que no entre el frío, ni el miedo, ni el lobo,
ni el dolor, ni el infierno. Que no entre nada.
Campana.
Round 11
Campana. El marido pone la mesa. Desde el costado ella le arroja los objetos.
Ambos gritan.
¿Te duele?
César Brie
18
Mujer: ¿Y el dinero?
Marido: ¿Y la sonrisa?
Mujer: ¿Y las caricias?
Marido: ¿Y el descanso?
Mujer: ¿Y el regalo?
Marido: ¿Y el fricasé?
Mujer: ¿Y el beso?
Marido: ¿Y las uñas?
Mujer: ¿Y la fiebre?
Marido: ¿Y el café?
Mujer: ¿Y la esperanza?
Marido: ¿Y las canciones?
Mujer: ¿Y el domingo?
Marido: ¿Y la noche?
Mujer: ¿Y la vigilia?
Marido: ¿Y la tristeza?
Ella camina encima de la mesa dejando caer platos sobre un mantel que el marido
jala. Ella se acuesta en la mesa. El marido se sienta en la silla.
Marido: Tú ya no puedes dejarme. Yo seguiré contigo
donde quiera que te vayas. Hasta el día en que te mueras.
Aunque nos separen muros, calles, ciudades, países.
En tu miedo habré quedado, como una flor agraviada,
creerás que quiere golpearte la mano que te acaricia.
Marido arroja la mesa con ella encima, ella se sienta.
Mujer: Ya nunca estarás conmigo. Aunque duermas a mi lado.
Aunque busques nuestros hijos. Aunque comas mi comida.
Por encima de lo que hagas, a pesar de lo que digas,
como una sombra estarán tus puños, gritos, tu furia.
Campana
Round 12
Hablan al Origami
¿Te duele?
César Brie
19
Marido: ¿Y estas notas?
Mujer: Le cuesta la geografía
Marido: ¿Para eso te mando a la escuela?
Mujer: Hijo tienes que estudiar.
Marido: ¿Para esto me sacrifico?
Mujer: Que no lo sepa tu padre
Marido: ¿Me quito el pan de la boca?
Mujer: ¿Has visto los durazneros?
Ambos miran al horizonte.
Mujer: Todos cargados de flores.
La mayoría son rosas. (Le tapa los oídos) Tú no puedes darte cuenta.
No tienes ojos, imbécil. No distingues si es un árbol o es un palo de la luz.
Obtuso, cerrado, tonto, bestia, bruto, sordo, mono
¿Las blancas dices? También son flores de los duraznos.
De una especie diferente.
Marido: Te queda bien el vestido. Tiene el color de tus ojos. (Le tapa los oídos.)
Por más que te vistas bien, vas a seguir siendo una bruja.
Sólo te falta la escoba. ¿Por qué me casé contigo?
Hazme el favor de morirte mujer. Quiero ser viudo.
Gracias virgencita, gracias, si te la llevas ahora.
Entona también con tu piel. ¿Y esa blusa? ¡Qué sensual!
La mujer va a la esquina del espejo. Abre la caja del maquillaje.
Marido: ¿Qué dices? ¿Cómo te queda?
Mujer: No me gusta en realidad.
Marido: ¿Por qué? Me ha costado un buen esfuerzo.
Mujer: No se nota. El de Agustina se ve desde media cuadra.
Van a decir que te olvidas. Que ya no te importa de mí.
Marido: ¿Reintentamos entonces?
Mujer: Reintentamos.
El marido hace ruido con un objeto y ella grita. Su rostro se mancha con el
maquillaje.
Mujer: Ahora sí, ahora está bien. Dios está en el detalle
Marido: ¿Te duele?
Mujer: Finalmente, así se nota. No voy a pasar vergüenza.
Marido: ¿Te duele?
Mujer: Ojo negro, labio herido. Instituto de belleza.
Marido: Te duele, te duele, te duele.
¿Te duele?
César Brie
20
Mujer: Nariz rota. Rostro hinchado.
Marido: ¿Te duele?
Mujer: Un crochet en la mejilla resuelve todas las cosas.
Marido: Fue un gancho, amor, nunca aprendes.
Round 13
En las esquinas ambos con los pelos deshechos se confiesan.
Mujer: Te quiero
Marido: Soy yo el que te quiere de veras.
Mujer: Te amo.
Marido: Soy yo quien de verdad te ama
Mujer: Te doy todo, todo, todo.
Marido: Me das nada, nada, nada.
Gritan en el medio agarrándose de la cabeza.
La mujer golpea al marido gritando con impotencia y el marido no reacciona.
Mujer: Dilo de una vez al menos… ¿estás enamorado de otra?... ¿Quién es, dónde la
ves? ¿Es gorda, flaca, es fea? Dilo, hijo de puta, dilo… ¿por qué nunca dices nada?
Round 14
Hablan a los origamis.
Mujer: Tropecé, me di en la cara
Marido: La mamá se resbaló
Mujer: No gritábamos mi amor
Marido: Hablábamos en voz alta
Mujer: Era la TV mi vida, él nunca me dijo puta
Marido: La mamá es bonita y dulce
Mujer: El papá es un hombre bueno
Marido: La mamá es ama de casa
Mujer: El papá llega cansado
Marido: La mamá siempre los cuida
Mujer: El papá es un hombre bueno
Marido: La mamá es una mujer
Mujer: Yo soy una mujer
¿Te duele?
César Brie
21
Van alzando la voz hasta que él no puede más.
Marido: Yo soy un hombre.
Mujer: Yo soy una mujer.
Marido: Yo soy un hombre.
Mujer: Yo soy una mujer.
Marido: Yo soy un hombre.
Mujer: Yo soy una mujer.
Marido: Yo soy un hombre.
El marido golpea el suelo con un cinturón gritando como desesperado. La mujer
reacciona con estremecimientos
Marido: Yo soy el hombre, carajo, yo llevo los pantalones… Te guste o no, no
me importa… (Golpes de cinturón) ¡¡Basta!! Basta con tantas preguntas.
Vuelvo cuando quiero y basta… (Golpes con cinturón) Si bebo, si bebo es para
soportarte, para juntar coraje y poder verte la cara. (Golpes con cinturón) ¿Están
durmiendo los chicos?
Sacude la cuerda con los origamis.
Que se despierten carajo, que vean quien es su padre.
Que tengan miedo, terror. Que se asusten y que lloren.
Mujer: No los toques, no los toques
Marido: Allí están, tú los quisiste. A ver si ellos te defienden (golpes a la mesa con
cinturón) Si me vas a refregar con los hijos en la cara (golpes a la mesa con cinturón
y tira el cinturón)
Mujer: No los toques, no los toques
Marido: A papá se le obedece.
Mujer: No los toques
Marido: Soy yo quien trae el dinero.
Mujer: No los toques, no los toques
Marido: Puta puta puta puta
Mujer: No los toques, no los toques.
Marido: Puta, puta, puta, puta
El marido arranca los origamis de un manotazo. Los deja caer y se va.
Round 15
Mujer: Por los niños… por el tiempo… los golpes…las esperanzas.
¿Te duele?
César Brie
Por los besos, las caricias, los partos, las hemorragias
por el amor, los desvelos, las fiebres, los hospitales
por la sed, la soledad, por la oscuridad y el frío.
Yo fui joven, yo fui bella, yo fui alegre, yo fui hermosa
Yo fui niña, jugué a la gallina ciega.
y a la mancha, al escondite, yo fui niña, yo fui niña.
El marido la alza, le hace trepar en la silla sobre la mesa.
La carga y se la lleva en procesión.
Marido: ¿Dónde vamos, dónde voy, dónde te llevo ahora?
¿Cómo fue? ¡Aquí estoy!
¿Qué pedías? ¿Qué pedí?
¿Que nos dieron? ¿Qué te dí?
¿Y ahora, y ahora? Ahora se acaba.
Cerrados los hospitales, están cerradas las casas,
el municipio también. Todas las puertas cerradas.
Que no entre el frío, ni el miedo, ni el lobo
ni el dolor, ni el infierno, que no entre nada
Aquí no ha pasado nada. Aquí no ha empezado nada.
Que los niños tiriten, que los sueños se pierdan.
¿Quién pinta las nubes? ¿Quien hace la cama? ¿La cama de quién?
Grita desesperado mientras da vueltas alrededor del ring. La luz se apaga.