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Harold Pinter POLVO ERES

Harold Pinter

POLVO ERES

PERSONAJES
Devlin
Rebecca

Ambos en los cuarenta y tantos años
ÉPOCA:
Ahora
Una casa en el campo.
Salón de la planta baja. Ventanal Perspectiva de un jardín.
Un sofá. Un sillón. Dos lámparas normales.
Atardecer.
El salón se ensombrece durante la representación. La luz eléc-
trica se intensifica.
Al concluir la pieza el salón y el jardín se definen muy tenua-
mente.
La luz eléctrica se ha intensificado pero no alcanza a ilumi-
nar la estancia.
Devlin de pie con un vaso en la mano. Rebecca sentada.



Silencio.



Rebecca
Bueno... por ejemplo... él se detenía detrás de mí y apre-
taba el puño. Y luego ponía su otra mano sobre mi cue-
llo y lo apretaba hasta acercar mi cabeza a su cuerpo. Su
puño ... rozaba mi boca. Y decía: "Besa mi puño".
Devlin
¿ y tú le obedeciste?
Rebecca
Claro que sí. Besé su puño. Los nudillos. Entonces él
abría la mano y me ofrecía la palma ... para besarla ... y yo
la besaba ...
(pausa)
y entonces yo hablaba.
Devlin
¿ y tú qué decías? ¿Qué cosas decías? ¿Qué decías tú?
(pausa)
Rebecca
Yo decía "Pon tu mano en mi garganta". Lo murmura-
ba mientras besaba su mano, a través de su mano, pero
él escuchaba mi voz, la escuchaba a través de su mano,
sentía mi voz en su mano, allí la escuchaba.
(Silencio)
Devlin
¿Lo hizo realmente? ¿Colocó la mano alrededor de tu
cuello?
Rebecca
Por supuesto. Lo hizo. Lo hizo. Detuvo allí la mano,
muy suave, muy suavemente. Es que me adoraba,
¿sabes?
Devlin
¿Te adoraba?
(pausa)
¿Qué quieres decir, te adoraba? ¿Qué quieres decir?
(pausa)
¿Quieres decir que te apretaba la garganta? ¿Qué estás
diciendo?
Rebecca
No.
Devlin
¿Entonces qué? ¿Qué estás diciendo?
Rebecca
Aplicó un poco de ... presión ... en mi cuello, sí. Hizo que
mi cabeza se fuera hacia atrás, suavemente, pero cierta-
mente.
Devlin
¿Y tu cuerpo? ¿A dónde se fue tu cuerpo?
Rebecca
Hacia atrás, mi cuerpo se fue hacia atrás, lenta pero cier-
tamente.
Devlin
¿De manera que tus piernas se iban abriendo?
Rebecca
Sí.
(pausa)
Devlin
¿Tus piernas se abrían?
Rebecca
Sí.
(Silencio)
Devlin
¿Sentiste que te hipnotizaban?
Rebecca
¿Cuándo?
Devlin
Ahora.
Rebecca
No.
Devlin
¿De verdad?
Rebecca
No.
Devlin
¿Por qué no?
Rebecca
¿Por quién?
Devlin
Por mí.
Rebecca
¿Tú?
Devlin
¿Qué te parece?
Rebecca
Me parece que eres un puerco fornicador.
Devlin
¿Un puerco fornicador? ¿Yo? Estás bromeando.
(Rebecca sonríe)
Rebecca
¿Bromear yo? Tú debes estar bromeando.
(pausa)
Devlin
Comprendes por qué te hago estas preguntas, ¿verdad?
Ponte en mi lugar. Estoy obligado a hacerte preguntas.
Hay tantas cosas que ignoras. Yo no sé nada ... nada
sobre este asunto. Estoy en la oscuridad. Necesito luz.
¿O a ti te parece que mis preguntas no son legítimas?
(pausa)
Rebecca
¿Cuáles preguntas?
(pausa)
Devlin
Mira. Para mí sería muy importante que lo definieras ... a
él... más claramente.
Rebecca
¿Definirlo? ¿Qué quieres decir, definirlo?
Devlin
Físicamente. Quiero decir, ¿qué aspecto físico tenía en
realidad? ¿Me entiendes? Qué tan largo, qué tan ancho ...
cosas así. Altura, anchura ... Quiero decir, sin tomar en
cuenta su disposición ... cualquiera que ésta haya sido .. .
o su rango ... espiritual... sólo quiero, bueno, necesito .. .
tener una idea más clara de él... es decir, no una idea
más clara ... sólo una idea, realmente ... porque no tengo
la menor idea ... tal y como están las cosas ... del aspecto
de este hombre. Quiero decir, ¿cómo era? ¿Puedes darle
una forma, una forma concreta, para mí? Quiero una
imagen concreta de él, ¿ves? .. una imagen que pueda
llevarme conmigo. Quiero decir, tú sólo hablas de sus
manos, una mano cubriéndote la cara, la otra tomándo-
te de la nuca, luego la primera esta vez en tu garganta.
¿Este hombre, es puras manos? ¿Qué tal sus ojos?
¿Tenía ojos?
Rebecca
¿De qué color?
(pausa)
Devlin
Eso es, precisamente, la pregunta que te estoy hacien-
do ... mi amor.
Rebecca
Qué extraño que alguien me llame mi amor. Nadie me
ha llamado mi amor. Aparte de mi amante.
Devlin
No lo creo.
Rebecca
¿Qué es lo que no crees?
Devlin
No creo que jamás te haya llamado mi amor.
(pausa)
¿Te parece ilegítimo mi uso de la palabra?
Rebecca
¿Qué palabra?
Devlin
Mi amor.
Rebecca
Es cierto, tú me llamaste mi amor. Qué chistoso.
Devlin
¿Chistoso? ¿Por qué?
Rebecca
¿Cómo puedes tú llamarme mi amor? Yo no soy tu amor.
Devlin
Sí que lo eres.
Rebecca
Pues no quiero ser tu amor. Es la última cosa que quie-
ro ser. Yo no soy el amor de nadie.
Devlin
Esa es una canción.
Rebecca
¿Qué cosa?
Devlin
I'm nobody's baby now
Rebecca
No. La canción dice You're nobody's baby now. No yo, tú.
Pero de todos modos yo no usé la palabra baby.
(pausa)
No puedo decirte nada sobre su apariencia.
Devlin
¿Lo has olvidado?
Rebecca
No. No lo he olvidado. Pero ese no es el asunto. De
todos modos, él se fue hace muchos años.
Devlin
¿Se fue? ¿A dónde se fue?
Rebecca
Su trabajo se lo llevó. Tenía un empleo.
Devlin
¿Qué era?
Rebecca
¿Qué?
Devlin
¿Qué clase de empleo? ¿Qué empleo?
Rebecca
Creo que era algo relacionado con una agencia de viajes.
Creo que era una especie de correo. No, no era eso. Ese
era sólo un trabajo ocasional. Quiero decir que ese era
parte de su empleo en la agencia. Tenía un puesto muy
alto, ¿sabes? Tenía muchas obligaciones.
(pausa)
Devlin
¿ Qué clase de agencia?
Rebecca
Una agencia de viajes.
Devlin
¿Qué clase de agencia de viajes?
Rebecca
Él era un guía, ves. Un guía.
Devlin
¿Un guía de turistas?
(pausa)
Rebecca
¿Te he contado alguna vez sobre ese lugar ... la vez que
me llevó a ese lugar?
Devlin
¿Qué lugar?
Rebecca
Estoy segura que ya te lo conté.
Devlin
No. Nunca me lo dijiste.
Rebecca
Qué gracioso. Juraría que lo había hecho. Que te lo
había contado.
Devlin
No me has contado nada. Jamás habías hablado sobre él
antes. No me has contado nada.
(pausa)
¿Qué lugar?
Rebecca
Ay, una especie de fábrica, supongo.
Devlin
¿Qué quieres decir, una especie de fábrica? ¿Era una
fábrica o no lo era? Y si era una fábrica, ¿qué clase de
fábrica era?
Rebecca
Bueno, fabrican cosas, como en cualquier fábrica. Pero
no era una fábrica común y corriente.
Devlin
¿Por qué no?
Rebecca
Todos usaban gorras... los trabajadores... gorras sua-
ves ... y se las quitaron cuando él entró, conduciéndome,
llevándome entre las filas de trabajadores ...
Devlin
¿Se quitaron las gorras? ¿Quieres decir que se descu-
brieron ante ti?
Rebecca
Sí.
Devlin
¿Por qué lo hicieron?
Rebecca
Él me dijo después que era porque le tenían un gran res-
peto.
Devlin
¿Por qué?
Rebecca
Porque dirigía la fábrica con enorme disciplina. Tenían
una fe total en él. Respetaban ... su pureza ... su ...
convicción. Lo habrían seguido por un despeñadero, por él se
habrían arrojado al mar, si él se lo hubiese pedido, dijo
él. Hubieran cantado en un coro, con tal de que él los
dirigiera. De hecho, él dijo que eran muy musicales.
Devlin
¿Y qué opinaron de ti?
Rebecca
¿De mí? Ay, fueron muy dulces. Yo les sonreí. E inme-
diatamente cada uno de ellos me sonrió de vuelta.
(pausa)
Lo único malo era ... el lugar era muy húmedo.
Excesivamente húmedo.
Devlin
¿Y no estaban vestidos apropiadamente para el clima?
Rebecca
No.
(pausa)
Devlin
¿No me dijiste que él trabajaba para una agencia de via-
jes?
Rebecca
y una cosa más. Yo quería ir al baño. Pero simplemente
no podía hallarlo. Lo busqué por todas partes. Estoy
segura de que tenían un baño. Pero nunca averigüé
dónde estaba.
(pausa)
Es cierto que él trabajaba para una agencia de viajes.
Era un guía. Acostumbraba ir a la estación local del tren
paseándose por el andén y arrancando a los bebés de los
brazos de sus aullantes madres.
(pausa)
Devlin
¿Eso hacía?
(Silencio)
Rebecca
Por cierto, estoy terriblemente molesta.
Devlin
¿De veras? ¿Por qué?
Rebecca
Por esa sirena de la policía que escuchamos hace un par
de minutos.
Devlin
¿Cuál sirena de la policía?
Rebecca
¿No la oíste? Seguro que la oíste. Hace apenas un par de
minutos.
Devlin
¿Y qué?
Rebecca
Nada, que estoy terriblemente molesta.
(pausa)
¿No quieres saber por qué? Bueno, te lo diré de todos
modos. Si no te lo digo a ti, ¿a quién podría contárselo?
Es que tuve una sensación muy fuerte. A medida que la
sirena se iba alejando de mi oído, ¿ves?, supe que se iba
haciendo cada vez más y más ruidosa para otra persona.
Devlin
¿ Quieres decir que alguien la está escuchando siempre,
en alguna parte? ¿Es eso lo que estás diciendo?
Rebecca
Sí. Siempre. Eternamente.
Devlin
¿Eso te hace sentirte segura?
Rebecca
¡No! ¡Me hace sentirme insegura! Terriblemente insegu-
ra.
Devlin
¿Por qué?
Rebecca
Detesto que el ruido se desvanezca. Detesto el eco que
se va yendo. Detesto que me abandone. Detesto perder-
lo. Detesto pensar que otra persona lo posee. Quiero
que sea mío, todo el tiempo mío. Es un sonido tan her-
moso. ¿No te parece?
Devlin
No te preocupes, siempre habrá otro ruido. Hay uno
que ya viene en camino. Créeme. Volverás a escucharlo
otra vez, pronto. En cualquier momento.
Rebecca
¿Tú crees?
Devlin
Seguro. La policía es gente muy atareada. Tienen tantas
cosas que hacer. Tienen tanto que cuidar, tanto que vigi-
lar. Todo el tiempo están recibiendo señales, casi siem-
pre en clave. No hay ningún minuto del día en que no
estén escabulléndose de un lugar a otro del mundo, en
sus carros patrulla, haciendo sonar sus sirenas. De
manera que al menos eso te puede reconfortar. ¿O no?
Nunca más estarás sola. Nunca te faltará una sirena de
la policía. Te lo prometo.
(pausa)
Escúchame. El tipo éste del que estabas hablando ... Me
refiero a este tipo del cual hemos estado hablando tú y
yo ... por así decirlo ... ¿Cuándo lo conociste exactamen-
te? Quiero decir, ¿cuándo pasó todo esto, exactamente?
Yo no he... cómo puedo decirlo... no tengo clara la
situación. ¿Fue antes o después de conocerme a mí? Es
un asunto de una cierta importancia. Estoy seguro de
que así lo entiendes.
Rebecca
Por cierto, hay algo que me estoy muriendo por decirte.
Devlin
¿Qué?
Rebecca
Sucedió mientras escribía una nota, unas notas para la
lavandería ... Bueno ... para ser franca ... una lista de lavan-
dería ... Bueno, pues puse mi pluma en la mesita del café
y se fue rodando.
Devlin
¿De veras?
Rebecca
Se fue rodando y cayó en la alfombra. Frente a mis pro-
pios ojos.
Devlin
Dios mío.
Rebecca
Esta pluma, esta pluma perfectamente inocente.
Devlin
¿Cómo sabes que era inocente?
Rebecca
¿Por qué no?
Devlin
Porque no sabes dónde estuvo antes. No sabes cuántas
manos la detuvieron, cuántas manos han escrito con
ella, qué han hecho con ella otras personas. No sabes
nada acerca de su historia. No conoces la historia de sus
padres.
Rebecca
Una pluma no tiene padres.
(pausa)
Devlin
No puedes estar allí sentada y decirme semejantes cosas.
Rebecca
Puedo estar sentada aquí.
Devlin
No puedes sentarte allí y decir semejantes cosas.
Rebecca
¿No crees que tengo derecho a sentarme aquí? ¿No me
concedes el derecho de sentarme en esta silla, en la casa
que habito?
Devlin
Te estoy diciendo que no tienes derecho a sentarte en
esa silla o en la silla que sea y decir las cosas que estás
diciendo sin importar que vivas o no vivas aquí.
Rebecca
¿No tengo derecho a decir qué cosas?
Devlin
Que la pluma era inocente.
Rebecca
¿Tú crees que era culpable?
(Silencio)
Devlin
Te estoy dejando libre. ¿Lo has notado? Estoy permi-
tiendo que te me escapes. O quizás soy yo el que se
escapa. Es peligroso. ¿Te das cuenta? Estoy en arenas
movedizas.
Rebecca
Igual que Dios.
Devlin
¿Dios? ¿Dios? ¿Te parece que Dios se está hundiendo
en arena movediza? Qué percepción verdaderamente
asquerosa. Llamarla percepción es darle dignidad a tu
idea. Ten cuidado cómo te expresas de Dios. No tene-
mos más que uno. Si lo dejas irse, no regresará. Ni
siquiera nos mirará de reojo. En ese caso, ¿qué vas a
hacer? ¿Te imaginas lo que sería un vacío sin Dios? Es
corno si Inglaterra jugara contra Brasil en el estadio de
Wembley sin un solo espectador presente. ¿Te imaginas?
Jugando ante un estadio totalmente vacío. El match del
siglo. Silencio absoluto. Ni un alma mirando. Absoluto
silencio. Aparte del silbato del referi y una buena dosis
de joder y simular. Si te apartas de Dios, quiere decir
que el grande y noble juego llamado fútbol caerá en des-
uso permanente. No habrá tiempo extra para marcar
después del tiempo extra después del tiempo extra, nin-
guna manera de meter goles en el tiempo eterno sin fin.
Ausencia. Empate. Parálisis. Un mundo sin equipo ven-
cedor. Espero que entiendas lo que te estoy diciendo.
(pausa)
Ahora déjame añadir lo siguiente. Hace un ratito hiciste
una referencia ... digamos ... hiciste una referencia un
tanto oblicua a tu amiguito ... ¿tu amante? .. y a los bebés
y a las madres, etc. Y a los andenes. De ello inferí que
me estabas hablando de alguna especie de atrocidad.
Ahora déjame preguntarte una cosa. ¿Qué derecho crees
poseer para discutir una atrocidad semejante?
Rebecca
Yo no tengo ningún derecho. A mí nunca me ha sucedi-
do nada. A ninguno de mis amigos les ha sucedido
nunca nada. Yo nunca he sufrido. Mis amigos tampoco.
Devlin
Bien.
(pausa)
¿Quieres que hablemos más íntimamente? Hablemos de
cosas más íntimas, hablemos de algo más personal,
hablemos de algo dentro de tu propia experiencia inme-
diata. Quiero decir, por ejemplo, cuando el peinador
toma tu cabeza entre sus manos y empieza a lavar muy
suavemente tu pelo y darle masaje a tu cuero cabelludo,
cuando el peinador hace esto, cuando tú cierras los ojos
y él hace eso, tú confías absolutamente en él, ¿no es
cierto? No es sólo tu cabeza lo que tiene entre sus
manos, ¿verdad que no?, es tu vida, es tu bienestar ...
espiritual.
(pausa)
Lo que quería saber era esto ... cuando tu amante colocó
su mano sobre tu cuello, ¿te recordó a tu peinador?
(pausa)
Estoy hablando de tu amante. El hombre que trató de
asesinarte.
Rebecca
¿Asesinarme?
Devlin
Darte la muerte.
Rebecca
No, no. No trató de asesinarme. No quería asesinarme.
Devlin
Te sofocó y te estranguló. ¿Cuál es la diferencia? Tú
misma me lo has contado. ¿No es lo que él hizo?
Rebecca
No, no. Me compadeció. Me adoraba.
(pausa)
Devlin
Este tipo, ¿tenía un nombre? ¿Era extranjero? ¿Y dónde
me encontraba yo ene se momento? ¿Qué quieres que
piense? ¿Me fuiste infiel? ¿Por qué no confiaste en mí?
¿Por qué no confesaste? Te hubieras sentido mucho
mejor. De verdad. Pudiste haberme tratado como a un
cura. Me hubieras picado el amor propio. Siempre he
querido que me piquen el amor propio. Ha sido una
ambición de toda mi vida. Ahora he perdido mi gran
oportunidad. Al menos que todo esto haya ocurrido
antes de conocerte. En cuyo caso no estás obligada a
contarme nada. Tu pasado no es asunto mío. Además,
no tuve pasado. Cuando dedicas tu vida al estudio,
corno yo, no permites que te distraigan las realidades
humorísticas, tú sabes, las tetas y cosas así. Tu mente
está en otras cosas, como saber si tu ama de casa es una
persona atenta, si puede servirte huevos con jamón
después de las once de la noche, si la cama está calien-
te, si el sol se levanta en la dirección correcta, si la sopa
está fría. Sólo de tarde en tarde jugueteas con la nalga de
la mucama -suponiendo que hay una mucama, no
nalga- pero por supuesto nada de esto es válido si tie-
nes una esposa. Cuando estás casado, dejas que el pen-
samiento, las ideas, la reflexión, tomen su propio curso.
Lo cual significa que nunca permites que el mejor hom-
bre gane. Que se joda el mejor hombre, ese ha sido
siempre mi lema. El hombre que llega a la meta es el que
esquiva los golpes y prosigue adelante sin importarle el
viento o el clima. Un hombre con testículos y aplica-
ción.
(pausa)
Un hombre al que todo le vale mierda. Un hombre con
un rígido sentido del deber.
(pausa)
No hay contradicción alguna entre estas dos afirmacio-
nes. Créeme.
(pausa)
¿Estás siguiendo la lógica de mi argumento?
Rebecca
Ah, sí, hay algo que se me olvidaba decirte. Fue muy
gracioso. Miré por la ventana del jardín, por la ventana
que da al jardín, a mediados del verano, en aquella casa
en Dorset, ¿recuerdas? No, es cierto, tú no estabas allí ..
Creo que no había nadie más. No. Yo estaba sola. Esta-
ba mirando por la ventana y vi a toda una muchedum-
bre caminando entre los árboles, con rumbo al mar, en
la dirección del mar. Parecían tener mucho frío, usaban
abrigos, aunque el día era muy hermoso. Un día hermo-
so y caliente el Dorset ... Llevaban maletas. Había unos ...
guias ... que los conducían, los guiaban. Caminaban entre
los árboles y a la distancia pude verlos caminando por el
acantilado rumbo al mar. Y entonces los perdí de vista.
Como sentía verdadera curiosidad, subí al segundo piso
y fui a la ventana más alta de la casa para mirar por enci-
ma de las copas de los árboles y pude ver lo .que ocurría
en la playa. Los guías ... estaban conduciendo a toda esta
gente por la playa. Era un día tan hermoso. Todo esta-
ba tan quieto; el sol brillaba. Y vi a toda esa gente entrar
al mar. La marea los cubrió lentamente. Sus maletas se
bamboleaban entre las olas.
Devlin
¿Cuándo sucedió eso? ¿Cuándo viviste en Dorset? Yo
nunca he vivido en Dorset.
(pausa)
Rebecca
Por cierto, alguien me contó el otro día que existe una
enfermedad llamada elefantiasis mental.
Devlin
Cuando dices "alguien te contó", ¿qué quieres decir?
¿Qué significa "el otro día"? ¿De qué estás hablando?
Rebecca
La elefantiasis mental significa que cuando derramas
una onza de salsa, por ejemplo, inmediatamente se
expande hasta convertirse en un mar de salsa. Se con-
vierte en un mar de salsa que te rodea por todas partes
hasta que te sofocas en un voluminoso mar de salsa. Es
terrible. Pero tú tienes la culpa. Tú lo quisiste, tú lo tie-
nes. No eres la víctima, eres la causa. Porque tú mismo
derramaste la salsa en primer lugar, tú mismo entregas-
te el bulto.
(pausa)
Devlin
¿El qué?
Rebecca
El bulto.
(pausa)
Devlin
Entonces, ¿cuál es el problema? ¿estás preparada para
ahogarte en tu propia salsa? ¿O estás preparada para
morir por la patria? Mira. ¿Qué me dices, mi amor? ¿Por
qué no sales y manejas hasta el pueblo y ves una pelícu-
la?
Rebecca
Qué gracioso, una vez en un sueño ... hace mucho tiem-
po ... escuché que alguien me llamaba "mi amor".
(pausa)
Levanté la mirada. Había estado soñando. No sé si
levanté la mirada en el sueño o al abrir los ojos. Pero en
el sueño una voz me llamaba. De eso estoy segura. La
voz me llamaba. Me llamaba "mi amor".
(pausa)
Salí caminando a una ciudad helada. Hasta el todo se
había congelado. Y la nieve tenía un color curioso. No
era blanca. Bueno, era blanca pero tenía otros colores
también. Como si unas venas corriesen entre la nieve. Y
no era suave y pareja, como es la nieve, como la nieve
debe ser. Y cuando llegué a la estación vi el tren. Había
otras personas allí.
(pausa)
y mi mejor amigo, el hombre al que yo le había entre-
gado mi corazón, el hombre que para mí fue mi hombre
desde el momento en que nos conocimos, mi amado, mi
muy adorado compañero, lo vi caminar a lo largo del
andén y arrancarle los bebés de los brazos a sus
madres ... que aullaban.
(Silencio)
Devlin
¿Viste a Kim y a los niños?
(Ella lo mira)
Hoy ibas a ver a Kim y a los niños.
(Ella /lo mira fijamente)
Tu hermana Kim y los niños.
Rebecca
¡Ah sí, Kim! Y los niños, claro. Sí. Sí, desde luego que
los vi. Tomé el té con ellos. ¿No te lo conté?
Devlin
No.
Rebecca
Por supuesto que los vi.
(pausa)
Devlin
¿Cómo están?
Rebecca
Ben ya habla.
Devlin
¿De verdad? ¿Qué dice?
Rebecca
Y, cosas como "Me llamo Ben". Cosas así. Y "Mami se
llama Mami". Cosas así.
Devlin
¿ Y qué me cuentas de Betsy?
Rebecca
Está gateando.
Devlin
Qué asombroso. ¿De veras?
Rebecca
Creo que estará caminando antes de que nos demos
cuenta. Te lo digo en serio.
Devlin
Y probablemente hablando también. Diciendo cosas
como "Mi nombre es Betsy".
Rebecca
Sí, por supuesto que los vi. Tomé el té con ellos. Pero,
ay ... mi pobre hermana ... no sabe qué hacer ...
Devlin
¿Qué quieres decir?
Rebecca
Bueno ... es que él quiere regresar ... tú sabes ... la llama
por teléfono todo el tiempo y le pide que lo acepte de
vuelta. Dice que no aguantaba la situación, que dejó a la
otra mujer, que vive totalmente solo, que ha dejado a la
otra.
Devlin
¿La ha dejado realmente?
Rebecca
Eso dice. Dice que extraña a los niños.
(pausa)
Devlin
¿Extraña a su esposa?
Rebecca
Dice que ha renunciado a la otra. Dice que nunca fue
nada serio, tú entiendes, fue puro sexo.
Devlin
Ah.
(pausa)
¿Y Kim?
Rebecca
Ella nunca lo aceptará de nuevo. Nunca. Ella dice que
nunca volverá a compartir una cama con él. Nunca.
Jamás.
Devlin
¿Por qué no?
Rebecca
Nunca jamás.
Devlin
¿ Pero por qué no?
Rebecca
Por supuesto que vi a Kim y a los niños. Tomé el té con
ellos. ¿Por qué lo preguntas? ¿Crees que no los vi?
Devlin
No. No lo sabía. Simplemente, porque tú dijiste que ibas
a tomar el té con ellos.
Rebecca
¡El hecho es que tomé el té con ellos! ¿Por qué no? Ella
es mi hermana.
(pausa)
Adivina a dónde fui después del té. Al cine. Vi una pelí-
cula.
Devlin
¿Ah sí? ¿Cuál?
Rebecca
Una comedia.
Devlin
¿Ah sí? ¿Era graciosa? ¿Te reíste?
Rebecca
Los demás se rieron. Los otros miembros del público.
Era graciosa.
Devlin
¿Pero tú no te reíste?
Rebecca
Otros se rieron. Era una comedia. Había una mucha-
cha ... tú sabes ... y un hombre. Estaban almorzando en
un elegante restarán, en Nueva York. Él la hizo sonre-
írse.
Devlin
¿Cómo?
Rebecca
Bueno ... le contó chistes.
Devlin
Ya veo.
Rebecca
Y en la escena siguiente la llevó en una excursión al
desierto, en una caravana. Ella nunca había vivido en un
desierto antes, ¿ves? Tuvo que aprender a vivir en un
desierto.
(pausa)
Devlin
Suena muy chistoso.
Rebecca
Sólo que había un hombre sentado delante de mí, a mi
derecha. No se movió durante toda la película. No se
movió, era rígido, como un cadáver con rigor mortis,
nunca se rió, estaba sentado allí como un cadáver. Me
fui lejos de él, lo más lejos que pude irme.
(Silencio)
Devlin
Está bien, mira, recomencemos. Vivimos aquí. Tú no
vives ... en Dorset ... o en ninguna otra parte. Tú vives aquí
conmigo. Esta es nuestra casa. Tienes una hermana muy
agradable. Ella vive cerca de ti. Tiene dos lindos hijos.
Tú eres su tía. Eso te gusta.
(pausa)
Tienes un jardín maravilloso. Amas tu jardín. Lo creas-
te con tus propias manos. Tus dedos son verdadera-
mente verdes. También son dedos muy hermosos.
(pausa)
¿Oíste lo que dije? Acabo de echarte un piropo. En rea-
lidad, acabo de hacerte varios cumplidos. Empecemos
de nuevo.
Rebecca
No creo que podamos empezar de nuevo. Empezamos ...
hace mucho tiempo. Empezamos. No podemos empe-
zar otra vez. Podemos terminar otra vez.
Devlin
Pero nunca hemos terminado.
Rebecca
Te equivocas. Hemos terminado una y otra vez. Y
podemos terminar una vez más. Y una y otra vez. Y una
vez más.
Devlin
¿No estás usando mal la palabra "terminar"? Terminar
significa terminar. No puedes terminar "otra vez". Sólo
puedes terminar una vez.
Rebecca
No. Puedes terminar una vez y luego terminar de nuevo.
(Silencio
Rebecca canta suavemente)
"Polvo eres ... "
Devlin
" ... y en polvo te convertirás ... "
Rebecca
"Si las mujeres no te matan ... "
Devlin
" ... el trago lo hará".
(pausa)
Siempre supe que me amabas.
Rebecca
¿Por qué?
Devlin
Porque nos gustan las mismas emociones.
(Silencio
Escucha
Pausa)
¿ Por qué nunca me has hablado de este amante tuyo
antes? Tengo derecho a ponerme muy enojado. ¿Te das
cuenta? Tengo el derecho de enojarme muy en serio.
¿Lo entiendes?
(Silencio)
Rebecca
Por cierto, hay algo que quería contarte, estaba de pie en
una habitación en el piso más alto de un edificio, muy
alto en el centro de la ciudad. El cielo estaba tachonado
de estrellas. Estuve a punto de correr las cortinas pero
continué junto a la ventana mirando las estrellas.
Entonces miré hacia abajo. Vi a un viejo y a un niñito
caminando por la calle. Ambos arrastraban maletas. La
maleta del niño era más grande que- él. La noche era
muy brillante. A causa de las estrellas. El viejo y el niñi-
to caminaban por la calle. Iban tomados de la mano. Me
pregunté hacia dónde iban. En fin, que iba a cerrar la
ventana cuando me di cuenta de que una mujer les
seguía, cargando a un bebé entre sus brazos.
(pausa)
¿Te conté que la calle estaba cubierta de hielo? Una calle
helada. De manera que ella tenía que caminar con
mucho cuidado. Salvar los obstáculos. Las estrellas bri-
llaban. La mujer siguió al hombre y al niño hasta que lle-
garon a la esquina y desaparecieron.
(pausa)
Ella permaneció inmóvil. Le dio un beso a su niña. El
bebé era una niña.
(pausa)
La besó.
(pausa)
Escuchó el latido del corazón de la niña. El corazón de
la niña latía.
(Rebecca permanece sentada, inmóvil)
El bebé respiraba. Lo acerqué a mí. La niña respiraba.
Su corazón latía.
(Devlin se dirige hacia Rebecca. S e detiene cerca
de ella y la mira desde su, altura.
Aprieta el puño y lo detiene frente a la cara de
Rebecca. Coloca su mano izquierda en la nuca de
la mujer y lo aprieta. Acerca la cabeza al puño. El
puño de Devlin toca la boca de Rebecca)
Devlin
Besa mi puño.
(Ella no se mueve
Él abre la mano y cubre la boca de ella con la
palma de su mano.
Ella no se mueve)
Habla. Dilo. Di "Pon tu mano alrededor de mi garganta".
(Ella no habla)
Pídeme que tome tu cuello con mi mano.
(Ella ni habla ni se mueve.
Él le toma la garganta. La aprieta suavemen-
te. La cabeza de la mujer se echa atrás.
Rebecca habla. Su voz hace eco. Él va soltando
la mano.)                
Rebecca
Nos llevaron hacia los trenes.
Eco
los trenes
(Devlin retira la mano del cuello de Rebecca)
Rebecca
Se llevaban a los bebés.
Eco
a los bebés
(pausa)
Rebecca
Tomé a mi bebé y lo cubrí con un mantón.
Eco
mi mantón
Rebecca
y lo envolví como un bulto.
Eco
un bulto
Rebecca
y lo sostuve debajo de mi brazo izquierdo.
Eco
mi brazo izquierdo
(pausa)
Rebecca
y pasé con mi bebé.
Eco
mi bebé
(Pausa)
Rebecca
Pero el bebé lloró.
Eco
lloró
Rebecca
y el hombre me dijo detente.
Eco
detente
Rebecca
y me dijo qué llevas allí.
Eco
llevas allí
Rebecca
Alargó la mano para tomar el bulto.
Eco
el bulto
Rebecca
y esa fue la última vez que tuve en mis brazos el bulto.
Eco
el bulto
(Silencio)
Rebecca
y entonces nos subimos al tren.
Eco
al tren
Rebecca
y llegamos a ese lugar.
Eco
ese lugar
Rebecca
y allí me encontré a una mujer que conocía.
Eco
conocía
Rebecca
y ella me preguntó qué le pasó a tu bebé.
Eco
tu bebé
Rebecca
Dónde está tu bebé.
Eco
tu bebé
Rebecca
y yo dije cuál bebé.
Eco
cuál bebé
Rebecca
Yo no tengo ningún bebé.
Eco
ningún bebé
Rebecca
Yo no conozco ningún bebé.
Eco
ningún bebé
(pausa)
Rebecca
Yo no sé nada de ningún bebé.
(Largo silencio

Oscuridad)

Monólogo breve (femenino) El silencio de las tortugas de Lucia Laragione

El silencio de las tortugas
de Lucia Laragione (Monólogos de dos Continentes)


Un cementerio. Alrededor del mediodía de un día nublado. Una mujer de unos 50 años largos, menuda y nerviosa, quita las flores marchitas de un jarrón y pone en su lugar flores artificiales.

Celina:

¿Son lindas, no? Lo más parecidas que encontré a las naturales (pausa)
Si, ya sé, ya sé. Me imagino lo que estás pensando. ¿Cómo yo que siempre odié las flores artificiales? ¿Cómo es que ahora…? (pausa) ¡tantas cosas son distintas ahora! Yo misma estoy sorprendida. No me reconozco. Claro, vos tampoco me reconocerías, Roberto (pausa) 

Estas “nomeolvides” no se marchitan, no necesitan agua ni hay que cambiarlas cada semana (pausa) Yo, la semana que viene no voy a venir. Ni la otra. Ni la otra (pausa) Me voy de viaje, Roberto. Sí, ya sé, ya sé. Me imagino lo que estás pensando. ¿Cómo yo que odiaba moverme de casa, que no quería ni acompañarte al country los fines de semana…? Es cierto que no me gustaba salir (pausa) Me quedaba cuidando mis plantas. Cambiándoles la tierra, limpiándolas hoja por hoja y, sobre todo, hablándoles. Les hablaba mucho (pausa) Bueno, en realidad, sólo hablaba con ellas. Quiero decir, de mis cosas (pausa) Vos siempre estabas tan ocupado, tenías tan poco tiempo…! (pausa) Ahora sí tenés mucho tiempo, Roberto, pero no te preocupes, no por eso me voy a abusar…sabés que siempre fui discreta… (pausa) 

Volviendo al tema de que no me gustaba salir…se me ocurre que, tal vez, tenía miedo…(pausa) Sí, ya sé, ya sé. Me imagino que estás pensando que soy una idiota…pero tenía miedo. Sí. Miedo de los otros. De parecerles tonta, de que no me aceptaran. No sé, miedo (pausa)
Y además me agarraban esas terribles jaquecas…¿te acordás, Roberto? Acostada en la oscuridad, con las compresas frías sobre la frente. Horas muertas así, hasta que el dolor desaparecía (pausa)
Ahora ya no me duele la cabeza. Ni una puntadita.

Y ya tampoco tomo más. ¿vos sabías que yo tomaba, no es cierto?
En el placard, entre la ropa muy bien doblada y guardada, con aroma a lavanda, escondía la petaca de vodka. Era más difícil esconder el aliento…(pausa) Vos sabías, Roberto, pero no te importaba. Empecé al perder el segundo embarazo. Cuando estabas por llegar, como sabía que no soportabas verme llorar, me tomaba unos tragos. Así era más fácil para los dos (pausa) ¡Ojala hubiéramos adoptado un bebé!

Cuando te hablé de eso, me trajiste a Caty. (Imitando la voz y el tono amable de Roberto) Es una compañía y no te va a dar ningún trabajo. Sólo tenés que darle agua y lechuga en verano, porque en invierno duerme (pausa) ¡¡qué silenciosas son las tortugas, Dios mío!! Me pasaba horas con la oreja pegada al caparazón, tratando de escuchar si emitía algún sonido. NADA. Nada de nada. YO que tanto había soñado con el bochinche de los hijos…(pausa)

Una vez leí en una revista que las tortugas chillan solo cuando sienten un dolor intenso, un sufrimiento insoportable (pausa) Hasta que empezó a obsesionarme la idea no sabía lo cruel que yo podía ser (pausa) Lo necesitaba. Necesitaba oírla chillar (pausa) ¿Te acordás, no es cierto? El Dr. Terra no podía entender como el pobre animal se había clavado la aguja (pausa) Todavía en sueños me persigue ese chillido. Espero que la pobre Caty me haya perdonado. En fin… ahora todo es distinto. VOS tenés el silencio que querías. Y yo me voy de viaje. Será un viaje largo. Durará lo que dure el dinero (pausa) 

Vendí la casa, Roberto. Y también el departamento. Sí, ya sé, ya sé. Seguro te estás acordando de aquella oferta tan buena que nos hicieron, cuando vos querías vender a toda costa y yo no quise. Me angustiaba tanto tener que irme de mi casa que, esa vez, me puse firme. Y nos quedamos  (pausa) Podés estar tranquilo, Roberto. Me pagaron un buen precio. No tanto como el que nos habían ofrecido aquella vez. Pero está bien, muy bien.

Alcanza para unos cuantos meses en Grecia, recorriendo sus islas, hundiendo los pies en las arenas blancas, bañándome desnuda en el mar…(Imitando la voz y el tono de Roberto) ¿Desnuda? ¿Te volviste loca Celina? (Con su propio tono) Bañándonos, mejor dicho. (pausa)

Puedo oírte, Roberto. Puedo oír perfectamente lo que estás pensando. Crees que soy una perfecta idiota. Que alguien se está aprovechando de mí. Que me va a dejar sin un peso tirada en las ruinas. No, no es así (pausa) ¡La Vida da unas vueltas tan inesperadas…! (pausa)
YO jamás, jamás me habría imaginado que a vos ¡a vos! ¡Iba a deberte mi Felicidad de hoy!
Sí, ya sé, ya sé…me imagino lo que pasa por tu cabeza. La lista completa de amigos y conocidos. Y hasta adivino en quién estás pensando. En el bueno del Dr. Terra que operó a Caty. (Imitando la voz y el tono de Roberto) Ese tipo – te lo digo yo- está mucho más interesado en revisarte a vos que a la tortuga (pausa) No me hacías un gran favor diciéndome eso, Roberto. Pero ahora ya no importa. Porque soy feliz. Y vos tenés que ver con esta Felicidad. (pausa)

Al principio no fue así, ¿sabés? Al principio me dolió. No porque yo no me lo imaginara. No soy tan tonta. Pero es distinto imaginarse algo a verlo. Es muy distinto. Y fue en el velorio donde…Porque se apareció en el velorio. Nadie lo podía creer. Porque todos, Roberto, todos sabían. Y cuando entró, miraron para otro lado, se hicieron los burros. Nadie quería darse por enterado. Pero entonces vino derecho a mí “Vos sos la mujer de Roberto, ¿no?”, preguntó. Dije que sí con la cabeza. Me estrechó en un abrazo muy fuerte. Yo no pude reaccionar. No sentía nada. Era como si mi cuerpo se me hubiera vuelto de arena. La gente nos miraba con los ojos abiertos como huevos.  

Quizá fue por eso que, ahí, en mitad del velorio, me asaltó un deseo incontrolable de comer huevos fritos con papas. Como cuando te esperaba hasta muy tarde y vos no llegabas y entonces, iba a la cocina y pelaba y freía cinco papas grandes. Devoraba una fuente entera a triple caballo. (pausa) Fue como si adivinara mi deseo porque me dijo: “¡vamos!” y me llevó del brazo al bar de la esquina. Me comí dos platos. Uno detrás de otro. Me miraba en silencio. 

Esperó a que terminara para preguntarme: “¿sabés quién soy yo?” Recién entonces la miré de arriba abajo. Me dolió, Roberto. Me dolió verla tan linda. ¡Pero qué caradura, decían todos! ¡Echala! ¿Por qué no la echás?, azuzaban los parientes. Yo no quería que se fuera. Me dolía verla linda, más joven que yo y saber…Pero - la vida es tan rara, Roberto - de alguna manera me consolaba su presencia. En el entierro, lloramos juntas. Abrazadas (pausa)  Lo más extraño sucedió después… Volvimos en el mismo auto y ella se bajó en casa. Fui al cuarto, ella me seguía. Entré al vestidor donde tu ropa estaba prolijamente doblada y guardada y empecé a tirar todo al piso. Ella me ayudaba. En silencio, sin decir ni una palabra. Después fui a buscar las tijeras. Y corté todo por la mitad. Las camisas con monograma. Las corbatas de seda. Los trajes, las medias, los calzoncillos, los piyamas. Mitad para ella, mitad para mí. Parecía que nos repartíamos tus restos, Roberto. Agotadas nos quedamos dormidas. En la misma cama donde tantos años vos y yo dormimos juntos y tan lejos el uno del otro. ¡Sí, ya sé, ya sé! Me imagino lo que estás pensando. Pero no Roberto, no. Ese día no pasó nada. Fue poco a poco que nos dimos cuenta de que nos gustaba estar juntas. Que nos reíamos de las mismas cosas. Que no necesitábamos hablar para entendernos. Que nos extrañábamos. A mí me llevó más tiempo admitir que mi cuerpo se ponía locamente despierto en su presencia (pausa) Luché contra eso que sentía. Me asustaba terriblemente. Nunca nadie me había hecho sentir así. La intensidad, dolía. Y, finalmente, las ganas pudieron más que el miedo y lo que los demás podían decir. (pausa) ¿Vieja loca? ¿Es eso lo que estás pensando? No me importa. Muchos lo pensaron y hasta lo dijeron. Pero a mí no me importa…(pausa) Por primera vez en mi vida soy verdaderamente feliz. ¿Y sabés? Fue muy raro darme cuenta que, antes de conocerla, yo conocía su olor. ¡Lo olí tantas veces en tu ropa, en tu cuerpo, que ese olor de ella me era familiar y querido mucho antes de hundir mi nariz en la piel blanca y suave! (pausa) No te inquietes. No voy a contarte detalles. Sabés que siempre fui pudorosa y en eso no cambié. (pausa)

Está empezando a llover, Roberto. Caen unas gotas gordas y pesadas que mojan mi cuerpo y tu lápida, y los árboles y las nomeolvides…  (pausa) A Caty la dejé en el Zoológico. Apenas la pusieron con las otras tortugas, una se le acercó y la montó. (pausa) Las tortugas no chillan solo cuando sufren. También lo hacen cuando sienten placer. (pausa) Estoy segura, segura que Caty me perdonó. (Reacomoda las flores artificiales) Adiós, Roberto (pausa) Y gracias.

Sale. Apagón.

31/3/15

PEQUEÑA CRUEL BONITA de Santiago Loza MONóLOGO femenino



PEQUEÑA CRUEL BONITA
de Santiago Loza



Una nena dispuesta a declamar enfundada en un vestidito primoroso. La
mujer que intenta la palabra. Las fugas de la memoria, monólogo
construido de voces lejanas que siguen resonando, un gesto que pueda
evocar lo que no se nombra. Aquello que se oculta en los pliegues del
recuerdo
Sobre un cubo pintado con los colores fundamentales y chirriantes, de espalda,
Marga gesticula: hace ademanes ampulosos, señala al cielo, abre sus brazo,
mueve las manos como palomas, contorsiona su cuerpo, es una coreografía
exacta, mecánica, que una vez concluida vuelve a repetirse. Marga está
vestida como una niña, de espalda y con luz tenue hasta podría ser confundida
con una, pero no lo es. Tiene años acumulados en el cuerpo, el rostro marcado
por tiempo. Un gran moño rojo le corona el peinado, cuando deja de repetir la
coreografía básica se detiene, despacio se quita el moño, deja caer la cinta a
un costado.
La luz se intensifica, ella se da vuelta, ahora se la ve bien, hay algo de ridículo
en su atuendo, baja del cubo y lo abre, es un baúl, saca un pañuelo y un globo
blanco pliega el pañuelo en forma de venda y se tapa los ojos, se lo ata atrás
en la nuca. Cierra con cuidado el baúl, se sienta con las piernas abiertas e infla
el globo, parece faltarle aire para hacerlo, lo infla hasta el imposible, cuando
está a punto de estallar, levanta su brazo, abre su mano y el globo sale en
espiral, disparándose por el aire, se quita el pañuelo, lo deja caer en el suelo.
Vuelve a subirse al cubo, mira hacia arriba. Cruza los brazos.




MARGA
Había un ejercicio que hacíamos para perder la timidez, recitábamos sin
mirar... pero a mí la oscuridad me asusta, así que en vez de perder la timidez
me puse a llorar, ella me consoló... me acuerdo...
Silencio.
Pequeña cruel bonita!
Mi pequeña...
Mi pequeña cruel...
Mi pequeña cruel bonita...
Bah...
Uno, dos, tres, repítelo otra vez, tres, dos uno...
Marga vení y mostrále a los señores lo que hacés!
Por qué no recitas ese poema tan lindo que te enseñó la profesora?





Miren que bonita, miren tan chiquita y cómo memoriza, miren que cruel puede
ser a veces, como hace quedar de mal a su madre que tanto la quiere...
Hace gestos con las manos, como si fuese arrancando lo pétalos de una flor.
Me quiere, no me quiere, me quiere no me quiere, me quiere no me quiere....
me quie... no me qui... me quiere! Me quiere!
Suspira.
Margarita, me pusieron Margarita. En realidad figura en el documento y así me
bautizaron, María Margarita. María por la virgen y Margarita por la obviedad: a
mamá le gustaban las margaritas... en esa época eran sus flores preferidas,
pero como duran poco, y los gustos cambian... claro en ese momento ellos
eran... no digo pobres porque pobres son los pobres, digo como solía decir
papá, eran “austeros”, de gustos vulgares, sin ninguna distinción.
Papá, el día que le dijo que la amaba recogió un puñado de margaritas y se
sacaron una foto juntos y que se dijeron que si un día tenían un hijo le pondrían
Pedro y ella pregunto que pasa si tenemos una nena, y el dijo que ella diga,
que cierre los ojos y diga un nombre, apretó las flores que ya se estaban
chamuscando, abrió los ojos: Margarita!
Después se acordaron de la Virgen..., para no quedar mal con la abuela que
era de lo más devota, pero nunca nadie me dijo ese nombre así que la Virgen
quedó en el documento y Margarita...
Bueno, eso de la vulgaridad, alguien se lo hizo notar, ella se puso incómoda, y
ahí pasé a ser Marga.
Marga: mi nombre artístico.
Se queda en silencio, se baja del cubo, se sienta en el mientras se va
desvistiendo, lo hace con algo de cansancio.
No sé por qué hace días tengo ganas de hablar y hablar, no escuchar a nadie,
hablar hasta que se me enreden las palabras, hasta quedarme con la boca
seca y la garganta dolorida, hablar sin parar, como una cotorra, como una loca,
como una yegua desbocada corriendo por el monte sin poder detenerse...
De golpe se pone de pié, apoya una pierna en el cubo y señala al fondo, toma
aire.
... La pared estaba descascarada, la pintura era de un color turquesa, más
tirando a verde, me parece, verde aturquesado...
El pizarrón era negro y la letra que tenía la profesora era tan linda que por ahí
me quedaba contemplando el dibujo de la letra, la forma y no leía el poema que
escribía con la tiza.
Marga qué te pasa que te distraés?
Es que le juro que de grande quisiera tener una letra así de bonita. Para qué te
hace falta si sos bonita, lee bien y concéntrate.





Gracias, gracias, usted también es...
... Éramos trece, como los discípulos, ella decía, en broma, que cual de
nosotros sería Judas... hacía esa clase de chistes...
El lugar... los sábados... los sábados a la mañana, de diez a doce, se me
pasaba volando... el lugar... era un garaje; el marido se llamaba... no importa...
Nato... o le decían Pato... no importa... él, ese día sacaba el auto afuera para
que ella pudiera dar clases.
Ella se llamaba Carolina, a mi me gustaba tanto ese nombre, me parecía que
sonaba como una canción, una canción corta que solo dijera Carolina... yo la
tarareaba por dentro mientras me llevaban a la escuela “Carolina, Carolina,
Carolina” no le encontraba rima con nada. Era como si el nombre rimara así
solo con esa palabra la palabra Carolina.
El auto estaba en la vereda, a veces el tipo aprovechaba esas dos horas para
lavar el auto, un Falcon de color... no me acuerdo... esos que tenían los focos
redondos y hacían un ruido bárbaro. Nosotros teníamos un Citroen, cuando
estaban estacionados cerca parecía un elefante al lado de una ratita... dicen
que a los elefantes les asustan las ratas, así que pensaba eso y me daba
gracia, mucha gracia, me moría de risa por dentro.
Cuando escuchaba el ruido del auto, del motor que se apagaba, sabía que se
acercaba la hora, me apuraba en tomar la leche y sentía un latido acá, o acá,
nunca supe bien de que lado estaba: se acerca la hora, se acerca la hora...
Gira de golpe y hace los ademanes del principio, pero los hace rápidos con
premura, vuelve a darse vuelta. Se quita el vestido de nena, queda en corpiño y
bombacha, abre el baúl y se pone un vestido de corte simple, discreto.
Había días en los que no lavaba el auto, y se levantaba tarde por que era de
salir por las noches, se levantaba cerca del mediodía, y yo lo espiaba por la
puerta que daba a la sala, andaba en calzoncillos, unos que le quedaban muy
apretados y le marcaban todo, los tenía manchados.
Nunca había visto a un hombre en calzoncillos, Papá en eso era pudoroso, en
eso...
No abras las piernas que sos una señorita!
Cruzálas así, delicadamente.
Así bien cruzaditas, con las manos sobre la falda, a los hombres no les gustan
las desvergonzadas....
Carolina tenía la piel tan blanca y los huesos finos, y una ... una manera de
moverse tan... y cómo modulaba: Viento...vien.. to.. Patria... Pa...tria...
Azucenas... azuce...nas...estre...llas... mar... ban..de..ra.
Cuando volvía de la clase, veía el agua que había quedado del lavado del
auto... yo le pregunté a mamá si ese auto podía desteñir... ella dijo que había
preguntas que no se hacían, que mejor no preguntar... y deje de hacerlo;
quedarme calladita y abrir la boca solo para declamar.
Abre la boca y sin emitir sonido repite un texto, se le crispan las manos al
hacerlo.





Saca del baúl una escarapela grande y se la prende en el pecho, dos
banderitas de plástico. Se pone firme sobre el cubo agita las banderas. Las
deja caer al costado, respira hondo.
Señora directora, Madre superiora, honorables miembros de la cooperadora,
queridos padres, familiares, allegados y alumnos:
Saca un papel que lo despliega ceremonial, lo acerca a ella y lo estira con las
manos.
Hoy la patria nos convoca para rendirle homenaje. Ha elegido a esta humilde
criatura para que diga algunas palabras que quedarán disminuidas ante la
grandeza del día. Tengo la responsabilidad de ser la voz inocente que haga
vibrar nuestros valores sagrados. Escuchen la voz de esta niña, hagan un
silencio profundo. Nuestra nación nos pide que nos hermanemos, hoy es su día
de fiesta, por las Pampas vastas, por los recónditos poblados del interior, por
los gélidos azules de nuestros Hielos Continentales, por las alturas de la Puna,
por las aguas desmesuradas de las Cataratas se escucha un grito, un grito de
urgencia que emerge de la naturaleza noble de nuestra tierra, de las miradas
calmas de nuestros compatriotas, de la sencillez de las cocinas, del trabajo
empecinado de las manos que amasan un pan blanco, que manejan una
empecinada máquina de fábrica, de una madre que acaricia con dulzura
infinita a su hijo pensando en el porvenir, de aquellas manos revolviendo una
olla, que preparan un delicioso y modesto locro; y por que no de las manos
enguantas y sudorosas del basurero que cada madrugada limpia con cuidado
este lugar que habitamos. De las manos, de los lugares, de lo profundo de
nuestro ser nacional emerge ese grito potente y necesario: Unidad! Volved ha
ser hermanos. Volved a construid cada día, aunque no más sea con adobe lo
que otros destruyeron, volved a cosechar las espigas doradas por el sol
radiante que engalana nuestra bandera, aunque esas espigas estén secas
bastará para saciarnos, algo de trigo limpio tiene que quedar. Unidad hermanos
argentinos, unidad es lo que la Patria pide a gritos. Que no vengan de
comarcas lejanas a decirnos quienes somos, a usurpar nuestras casas y
corazones, no los dejaremos entrar! Nuestros corazones están blindados, solo
hay en su interior la llama perpetua del orgullo nacional, ahí entre las llamas
flamea insistente nuestra gran historia. No estamos vencidos ni desarmados, la
lucha será ardua y es mucha, pero escucha, escucha hermano. La Patria te
protege, te ampara, y si por el trágico destino, decides irte lejos, también te
extraña.
Dobla el papel, se quita la escarapela y baja del cubo.
Cuando se agachaba con la manguera a limpiar las llantas... se le asomaba la
raya del culo, la punta de la raya... ( se ríe ) Cómo se llamaba?.. Nato, me
parece que le decían Pato...
No entiendo que hacía con ella.
Las mujeres somos ciegas en el amor, eso decía mamá.



Abrí bien los ojos, tené cuidado por que los hombres, tienen miradas de buitres.
Silencio. Piensa, toma aire y continúa.
Como ese día, en que llego temprano a la clase de declamación... eso me pasa
por hacendosa...
Marga es hacendosa.
Marga es sumisa.
Marga quiere a su mamá.
El escuchaba la radio, y ella estaba en la pieza, me dijo que la esperara. Me
hizo pasar al living y que me sentara en el sillón así la espera era más cómoda.
Así sentada pareces una de esas muñecas que colocan en los sofás de
adorno, pareces una muñequita.
Yo me pongo colorada.
No me gustan esas muñecas, en la casa de la abuela hay una, no me la dejan
tocar; está ahí inmóvil, con el vestido abierto como abanico y los bracitos en
alto, parece que desde el sofá vigilara toda la casa.
Yo desnudé todas las muecas, haber si tenían algo ahí entre las piernas, pero
no tienen nada, todo cerrado... cuando era más grande vinieron muñecas que
sí tenían, hasta había algunos muñecos que tenían pitito, para que las nenas
se vayan acostumbrando, debe ser... pero yo ya no jugaba con... a mi no me
tocó.
...El se me acerca y me dice que me va a dar un regalito, que será nuestro
secreto, que lo guarde, que en otro momento me explica como usarlo.
Se me acerca, tiene la camisa abierta y un matorral de pelos enredados en el
pecho, entre la maraña oscura, cuando se acerca más, veo como cuelga de
una cadenita de oro una medallita de la Virgen de Luján, se mueve la medallita
como una hamaca. Yo miro la figura, parece que me estuviera guiñando un ojo,
la Virgen de Luján me guiña un ojo!
Saca de la billetera un cuadrado chiquito, mas o menos así. Prometéme que va
a ser nuestro secreto.
Le prometo...
Jurámelo...
( Marga pone los dedos en forma de cruz y los besa dos veces sellando el
pacto )
...Mirá que las nenas alcahuetas no me gustan...
En eso entra Carolina y me sonríe, tiene un turbante hecho con un toallon en la
cabeza, me mira con él y se pone más blanca de lo que es. Me agarra del
brazo y me lleva al garaje, me parece que está enojada conmigo, me sienta en
una silla y me dá un poema para que vaya repasando mientras llegan los otros
chicos.
Me mira y me acaricia el pelo, no está enojada, me dice que le hubiera gustado
tener una nena como yo...
Se le llenan los ojos de lágrimas...



Yo que soy pequeña y bonita. Cruel y caprichosa la hago llorar. Quiero secarle
las lágrimas pero no me deja, ya no me deja más,
Ya no me deja nunca más sola con él, ni a sol ni a sombra, ella mira que el no
se me acerque y el me mira con bronca, mira todo con bronca, esas miradas
cargadas de bronca eterna.
Abre el baúl, saca un profiláctico, lo abre con los dientes, lo estira y lo infla
como al globo del principio, cuando esta a punto de estallar lo suelta y sale
despedido por el aire.
( tararea ) ...”hoy le escribí una carta a mi querido hermano,
le puse que lo extraño y que lo quiero mucho....
Mamá me ha contado que el es un buen soldado que cuida las fronteras de la
patria,
mamá me ha contado que el es un buen soldado que cuida las fronteras de la
patria...”
A ver si me sale de un tirón:
“María Achuzena techaba su choza y un techador que pasaba le dijo, María
Achuzena tu techas tu choza o techas la ajena?
yo no techo mi choza ni techo la ajena,
yo techo la choza de María Achuzena...”,
ya está... ( suspira aliviada )
Mamá quienes son los desaparecidos?
Los desaparecidos son los pibes que no pudieron encontrar en Malvinas, que
se perdieron en esas tierras áridas.
Y son tantos?
No son tantos como dicen, vos no tenés que ver tanta televisión, ni tocar de
oído, sabés como exagera esa gente.
Me quedo más tranquila... “Pablito clavó un clavito, cuántos clavitos clavó
Pablito?...”
Murmura algo como tratando de acordarse de otro trabalenguas, desiste.
Por qué no recitás esa poesía tan linda que te enseñó Carolina, esa de las
manzanas y los lirios?
No me acuerdo.
Dale no seas cruel que tus padrinos quieren escucharte.
No me acuerdo.
Carolina se va a enojar, mella dice que tenés mucho talento?



No recuerdo nada... cómo era Carolina...
Silencio.
...Era de hablar poco, y tenía una voz suavecita, ya lo dije no?
La ultima clase, cuando se arrimaba el verano, ella puso un disco.
Una mujer recitaba, era una española, los poemas eran hermosos y las
palabras te acariciaban las orejas, no puedo acordarme que decía, me acuerdo
de Carolina, que acompañaba el poema sin largar la voz, era como si fuera
saboreando cada sonido, masticando las palabras que llegaban del
tocadiscos... y parecía que se alejaba, que estaba lejos, en otro lugar y que
solo había dejado su cuerpo para acompañarnos. Tenía los ojos cerrados y una
expresión calma.
Mueve la mano al compás de la rima, un movimiento en cámara lenta, tiene
dos anillitos de plata que me encantan y las uñas pintadas de un rosa pálido.
Pálida... así la veré después...
...estaré sentada en un colectivo, con unas carpetas en la falda, a través de la
ventanilla...
Ella estará por cruzar la calle... pálida...
No se si es ella o su sombra, una sombra pálida... se acordará de mi?
No voy a tener fuerzas para gritarle, y es probable que ella tampoco las tenga
para mirarme.
Por qué se muda Carolina?
Para que dejen tranquilo al marido, pobre tipo no lo dejan en paz, desde que
salió en los diarios. No creas nada de lo que dicen los diarios, están
empecinados en molestar a la buena gente... un tipo tan noble... a la gente de
valores se la persigue, el mundo está dado vuelta.
Carolina no me habla... dicen los chicos que ya no dará más clases...
Pobre mujer, pobre mujer, que calvario...
Se termina de sacar la ropa a ciegas, queda desnuda sentada en el cubo.
En un momento el disco, la púa, empieza a patinar, se raya la voz, repite la
misma palabra, nada...
... nada, nada, nada, nada... y ella abre los ojos y saca el disco y tiembla y
todos nos quedamos mudos... nada, nada, nada... nada... nada... nada....
No sé por que hace días tengo ganas de recordar, no me sucede a menudo.
Debe ser que la otra mañana soñé con eso, con la voz del disco que se repetía
y me desperté con vértigo, como si me hubieran ahuecado.
Qué decía?
No me acuerdo...




Ella hablaba despacito y cada tanto charlábamos cosas hermosas, yo me
sentía en esas charlas de mujeres...
Qué decía?
No me acuerdo.
... Había un ademán que hacía con la mano, a ver si me sale...
Intenta reconstruir ese ademán pero no lo logra, está perturbada.
Era tan delicado... como si acariciara el aire..
Tenemos la obligación de ser felices, cada tanto...
Ya es hora que te levantes, ya no sos una nena, por qué sos tan rebelde, por
qué me hacés renegar, por qué has crecido, con qué derecho, por qué hacés
llorar a tu madre, que mala que sos, que mala que te has puesto....
Me pasa de abrir los ojos... o querer abrirlos y no poder... me pasa de querer
ponerme en pie y preguntarme para qué....
Cómo voy a atravesar este día, con que fuerza, de qué modo, para qué... no
voy a poder.. no voy a poder.. no voy a poder...
Cuántos años tengo?
Qué lugar es este?
Quienes son ustedes, los que habitan al otro lado de la puerta?
Cómo los voy a mirar a los ojos?
De qué forma puedo armar una sonrisa que pueda complacerlos?
Cuándo se deja de ser nena, cuando se deja de ser joven, cuando se deja de
ser mujer, cuándo se deja de ser vieja, cuándo se deja de ser...
... Carolina decía...
...Algo del alma...
Yo dudo que el alma exista... ella no...
Hay unos laberintos en el cerebro en los que uno se pierde, y si empieza a
buscar la salida pude perderse del todo así que es mejor quedarse quieta, no
pensar más allá de lo indispensable.
Yo fui feliz muchas veces ( piensa, cuenta con los dedos ), me enamoré tres
veces, viajé bastante, no puedo quejarme, estudié, me hicieron dos raspajes,
cuando iba a ser el tercero, pensé que no iba a resistir así que tuve un hijo que
es la alegría de mamá y también la mía aunque sea medio salvaje el pobre, el
médico dice que le falta la figura paterna y yo le digo que para eso está el
abuelo y el dice que no es suficiente pero que saben los médicos de cómo vive
una en realidad.
Qué saben de la realidad...
La realidad, en realidad he sido feliz... muy feliz, de chica, de grande...
Pequeña cruel bonita recítame ese poema, por qué estás tan callada?





Me olvidé de todo...
Ella hablaba de su alma y yo creo en los cerebros... el alma es nada...
... nada, nada, nada.
Aunque a veces siento que algo se me infla adentro, y me digo que debe ser el
alma, que puedo estar equivocada.
Y yo quisiera hacer con mi alma un lugar de todos.... desplegarla como un
mantel, colocarla en la mesa, poner platos, tenedores y cuchillos...
Vasos repletos de vino...
Que coman y tomen hasta saciarse, y que haya sol, un sol tranquilo...
... Y sentarla a Carolina en la punta.
Ella comería prolijita, y yo la miraría, y nos miraríamos con complicidad, y ella
sonreiría porque era de poco sonreír.
Y al final cuando los estómagos estén llenos le pediría que, como regalo, recite
el poema más hermoso, el que ella ame más, y se pondría de pie y con esa
voz, sonando en el medio de la nada, nos dejaría a todos extasiados y al
concluir le pediría otro y después otro y yo los repetiría en voz baja para
grabarlos para siempre...
Tengo esa imagen que se me incrusta antes de dormir, como una braza me
quema en la noche...
Tendría que tener alma pero soy cruel.
Sos hija del rigor, si ya sé mamá, prometo comportarme.
Tendría que tener alma... o si la tengo no sé donde está, o en que rincón se me
ha quedado atorada. ( se ríe, una risa seca que se aplaca, se para sobre el
cubo ) ...
Pequeña mía...
Pequeña cruel....
Pequeña cruel bonita.... recitános algo, hacemos silencio y recitános algo...
Por qué será que tengo tantas ganas de hablar de hablar hasta quedarme
seca, sin palabras....
Pequeña cruel bonita, te estamos escuchando...
Hagan silencio, está por declamar...
Marga se pone firme, abre los brazos, los eleva, repite la partitura de gestos del
principio pero con desgano, parece una muñeca desarticulada, a punto de
quebrarse. No abre la boca.
Se tapa con sus manos la desnudez.
Se aquieta.
Baja del cubo, lo abre, una luz débil sale del interior. Ella entra al cubo, se
pliega y cierra la tapa.
Todo queda oscuro.