27/3/15

TRATALA CON CARIÑO de Oscar Viale










TRATALA CON
CARIÑO

de Oscar Viale













PERSONAJES



COCO
ERNESTO
LA NENA
WALTER


(COCO, un ex boxeador muy golpeado, poniendo de manifiesto todas, sus carencias motoras, trata de entrar al lugar, un enorme, viejo y sucio baúl. ERNESTO, su hermano, trata de impedírselo, aunque el empeño y la obcecación de Coco son más fuertes).

ERNESTO
-¡Esperá, no lo entres!
COCO
-¡Dejame! ¡Ya la tengo dominada a esta mierda!
ERNESTO
-¡Me arruinás el piso, no lo arrastres!
COCO
-¡Lo levanto, esperá! (Hace un esfuerzo enorme, el baúl es pesado)
ERNESTO
-¡Cuidado! ¡No lo inclines! ¡Te vas contra la pared!
COCO
-¡No puedo cuidar el piso y la paré al mismo tiempo!
ERNESTO
-¡No lo muevas, entonces!
COCO
-¿Y cómo hago pa entrarlo si no lo muevo?...¿Sos tarado, vó?
ERNESTO
-¡Te estoy pidiendo que no lo entres!
COCO
-Si ya está adentro. ¡Mirá dónde está la puerta!
ERNESTO
-¡Llevátelo! ¡Sacalo de aquí! (Coco se detiene y lo mira) ¿Qué me mirás?
COCO
-¡No te entiendo! ¿Qué hago: lo saco o no lo entro?...
ERNESTO
-¡Las dos cosas!
COCO
-¡Dale, no contestés boludece!
ERNESTO
-¿Para qué lo subiste, digo yo?...
COCO
-¡Ahora ya está acá; bancátela, querido! (Vuelve a lidiar con el baúl)
ERNESTO
-¡Basta, dejalo ahí! ¡Quedate quieto!
COCO
(Deteniéndose otra vez) ¿Te queda cómodo acá?
ERNESTO
-Eso molesta en cualquier parte.
COCO
-Vo contestá lo que te pregunto: ¿Lo dejo acá, no?...
ERNESTO
-¡No, ahí molesta!
COCO
-¿Entonce cómo carajo hago; a vó quién te entiende?...¡Recién dijiste que no lo mueva más!
ERNESTO
-El lugar de esa porquería es la calle. ¡No podés aparecerte con eso en una casa, así como así! ¿De dónde sacaste esa roña? ¿Por qué lo subiste? ¿Qué llevás ahí dentro? (Encimó las preguntas)
COCO
-(Luego de un silencio) ¿Qué te contesto primero?
ERNESTO
-¡No me contestes nada! Vayamos a lo práctico; hagámosla corta, ¿Puede ser?...Tengo mucho que hacer, no se si puedo recibirte en este momento...
COCO
-¡Si ya me recibiste! ¡Sentílo! ¿Quién me abrió la puerta?
ERNESTO
-Quise decir que no puedo atenderte.
COCO
-¡Me estás atendiendo! ¿O no?... ¿No estoy hablando con vos? Porque sos vos, ¿no?
ERNESTO
-Sí, yo soy yo... (Trata de calmarse). No te esperaba, Coco, comprendeme. Esta es una sorpresa total. No te anunciaste. Y yo tengo mis ocupaciones, mi tiempo cubierto...Ya estaba por salir, por ejemplo.
COCO
-¿Ah, sí?...Buen, andá y volvé yo te espero.
ERNESTO
-No, mejor hablemos ahora...
COCO
-¡Qué vueltero que sos! ¡Me la estás cambiando a cada rato!
ERNESTO
-Puedo distraer un momento para escucharte...
COCO
-¡Vos no te distraigas nada! Atendé lo que tengas que atender, yo no tengo apuro...
ERNESTO
-¡Pero yo sí! Dale, hablá ¿Qué querés?, ¿qué te trae por aquí?...
COCO
-Estábamo en el pueblo, viste. No había laburo ni nada, andaba todo encarajinado, las cosas no venían bien...Entonce le dije a la Nena: vamo a Buenos Aires, lo vemo a mi hermano Ernestito...Y vinimo.
ERNESTO
-¿Con quién viniste? ¿De qué nena está hablando?
COCO
-¿Cómo de qué nena?... (Señala la puerta) ¡De la Nena! (Mira hacia ahí). Uy, ¿dónde se metió? ¡Estaba ahí!... (Sale corriendo hacia afuera, llamando). ¡Eh, che:Nena! ¡Vení pa acá!...
(ERNESTO queda unos segundos sin reflejos. COCO regresa casi de inmediato acompañado por la Nena, una jovencita de unos quince o dieciséis años, mal entrazada y en avanzado estado de gravidez. Coco la viene prácticamente arrastrando y pasan delante del asombrado ERNESTO sin detenerse ante él).
COCO
-¿Qué hacías ahí afuera como una pava?...¡Vení, ponéte cómoda! ¡Dejá la valijita y sentate! (La chica mira preocupada a ERNESTO). ¿Qué lo mirás? ¡No te va a comer, es mi hermano!... (Como ve que la Nena no hace caso, él mismo le quita la valija y la hace sentar de un empujón) ¡Ahí está, eso es lo que yo te decía!...¿Viste que mi hermano no dijo nada? Se quedó pistola, tiene buenos sentimientos, no es un mostro; tiene buena onda, buen corazón, buen...¡todo bueno tiene! (Va hacia ERNESTO y lo abraza fuertemente) ¡Hermanito querido!
ERNESTO
-(Dolorido).¡Ay, no aprietes tanto!
COCO
-¿Vos tenés buen corazón o no?
ERNESTO
-¡Soltame!
COCO
-¡Contestá primero!
ERNESTO
-¡Eso no se puede contestar! ¡Ni tampoco debe preguntarse!
COCO
-¿Ah, no? (a La Nena). ¡Sentilo! ¡Yo te lo pregunté, ahora vo contestame!
ERNESTO
-En la pregunta ya está implícita la respuesta...
COCO
-A mí no me contestaste nada...(a La Nena). ¿Dijo algo, vos lo oíste?
ERNESTO
-¿Qué querés que te responda, Coco? Ese tipo de pregunta obliga al interpelado a responder con eufemismo o ejerciendo una falsa modestia...
COCO
-¡Nada de falsa moneda! ¡A mí decime la verdad, batime la justa! ¿Tenés buen corazoón o no?
ERNESTO
-(A punto de explotar). Bueno, de acuerdo: tengo buen corazón...
COCO
-(Dándole una fuerte palmada en la espalda). ¡Así me gusta, carajo! ¡Esos son hermanos!
ERNESTO
-(Apartándose dolorido). ¿Pero qué hacés, salvaje?...
COCO
-¡No me digas que te dolió! (A La Nena) Este es el lector de la familia, siempre con libros anda...es como un dotor. ¿Viste como la parla? ¡La hace de trapo, la hace!...Pero es cagón pa los golpes: no te aguanta una piña bien dada...(La otra vez hacia ERNESTO) ¡Hermano lindo! ¡Venga acá!
ERNESTO
-(Alejándose precavido). ¡Salí, salí!
COCO
-(Ríe) ¡Miré como raja! (Haciendo fintas de box ante él) ¡Vení, no rajés maulón! ¡Haceme frente, vení!
ERNESTO
-Dejame tranquilo! ¿A esto viniste?
COCO
-¡Te vine a dar unos abrazos, che! ¡Dejate abrazar!
ERNESTO
-¡No, nada de abrazos! ¡Hablá de lo que tengas que hablar y se acabó!
COCO
-(A La Nena) ¡Sentilo! Es inútil, el que agarra un libro no te agarra un sentimiento: se vuelve una heladera. esta es la diferencia entre nosotro: a éste se le agrandó la cabeza...a mí se me agrandaron las mano. Yo la te la doy, pero este se guarda la sabiola. ¡Es una basura este guacho!
ERNESTO
-¡Qué hablás de sentimientos ,vos! ¡Si te pasaste la vida borrándote!...¡Nunca sabemos dónde estás! ¿Dónde estuviste todo este tiempo?...Anduve tratando de localizarte...
COCO
-¿Cuándo, ahora?...
ERNESTO
-No, hace bastante ya...Hará cuatro años, día más o día menos.
COCO
-¿Cuatro años?...Buen, al fin me encontraste: acá me tenés...¿Qué querías?
ERNESTO
-Un poco tarde, ¿no te parece?...
COCO
-¿Quién dijo? Nunca es tarde, cuando la...(Se queda pensativo) ¿Cuándo la qué?...Yo lo sabía a este dicho...¡Ahí está: "nunca es tarde cuando la..." (Se traba otra vez). Y después sigue. Pero estuve bien, ¿no? ¡Te lo encajé justito! ¡Yo también soy rápido pa las contestaciones!...(A La Nena). ¿Viste qué bien estuve?
(La Nena lo llama con un gesto y le dice algo al oído)
-¡Ah, sí! (A ERNESTO) ¿Vos pa qué me buscabas, Ernestito?
ERNESTO
-Había fallecido mamá y queríamos que te enteraras. Fui al Boxing Club, estuve en el Luna Park...pero no hubo caso, nadie sabía de vos.
(Hay un silencio terrible. Coco lo mira con ojos extraviados, como si hubiese recibido un golpe de knock out)
¿Qué te pasa?
COCO
-¿La vieja murió?...
ERNESTO
-Perdoname, ¿No lo sabías? Pensé que finalmente te habías enterado...
COCO
-¿Murió?...¿En serio?...¿No me estás cargando?
ERNESTO
-¿Cómo voy a jugar con algo así?
COCO
-¿Entonce no está acá, en casa?...¿No la voy a ver, no va a aparecer por esa puerta?...
(ERNESTO ni siquiera responde. Coco se traslada pesaroso, tomándose el pecho. A La Nena).
La Vieja murió, ¿viste?...¡Murió! ¡Y este guacho no me dijo nada, me dejó afuera!...(Parece sentir un gran dolor).
************************************
ERNESTO
-Te busqué por todas partes, Coco...
COCO
-¿Sabés lo que sos?...¡Un hijo de puta! (Va hacia ERNESTO y comienza a tirarle trompadas, ERNESTO pone distancia sin ninguna elegancia) ¡Turro! ¡Angurriento! ¡Egoísta!...
ERNESTO
-¡Pará, quedate quieto! ¿Qué hacés?
COCO
-¡La lloraste solo desgraciado!...(Llora desconsoladamente) ¡Pobrecita! ¡Pobrecita mi viejita!...
************************************
Con lo que yo la queria….
ERNESTO
-Salió en todos los diarios, Coco. Yo personalmente fui a ver a todos los jefes de deportes para pedirles que publicaran un suelto...¡Y lo publicaron; se portaron todos muy bien! "Falleció la madre de Kid Patadón", puso Clarín. Y La Razón, más o menos: "un conocido púgil pierde a su madre"...
COCO
-(Ofendido) ¡Yo no la perdí! ¡Ustedes la dejaron ir!
ERNESTO
-Es una figura literaria...una forma de decir "murió".
COCO
-(Todavía lagrimeando) Quiere decir que todavía me recuerdan, ¿no? Los periodistas, digo. ¡Me recuerdan!
ERNESTO
-Fue hace cuatro años...Ahora no sé.
(Hay un silencio. Coco sigue con la cabeza metida entre sus amnos).
COCO
-Yo no leí nada...¿Sabés como me hubiese gustado leerlo?
ERNESTO
-¿No compras diarios?
COCO
-¡No sé leer! ¿No te acordás?
ERNESTO
-¡Ay, caramba, es cierto! No me acordaba, perdoname.
COCO
-No importa, la intención fue buena...(Se duele otra vez). ¿Así que murió?...¡Pobrecita! ¡Pobrecita!
************************************
ERNESTO
-Le sobrevino una flebitis y no pudo salir adelante...
COCO
-¿Una fle qué?
ERNESTO
-Flebitis. Es una inflamación del conducto de las venas que produce una...
COCO
-(Tapándose los oídos) ¡Salí! ¡Salí, callate! (Hay un silencio, mira a La Nena) ¿Se calló?...(La Nena asiente, Coco libera sus oídos) ¿Y cómo fue...de un día pal otro?
ERNESTO
-No, fue un proceso largo...
COCO
-(Indignado). ¿Será posible que en este país los proceso siempre terminan pa la mierda, che?...
ERNESTO
-(Luego de una pausa) Pensé que te habías negado a venir...Como vos y mamá no se llevaban bien, dí por descontado que todavía le guardabas algún rencor...
COCO
-¿Quién rencor? ¿Yo?...¿Tás piantao? ¡A una madre no se le guarda rencor! ¡La madre al hijo, sí...! ¡pero un hijo nunca! (Retoma su llanto) ¡Pobrecita! ¡Pobrecita!...¡Qué carácter podrido tenía...!¡pero pobrecita!...(Hay un silencio).
************************************
LA NENA
-Tengo sed. ¿Puedo tomar algo?
ERNESTO
-Sí, cómo no. ¿Qué desea?
(La Nena se levanta pesadamente y va hacia un bargueño donde hay una serie de botellas).
LA NENA
-(Señala una botella). Dame un poco de ésto.
ERNESTO
-Esas son bebidas alcohólicas...¿No me dijo que tenía sed?
LA NENA
-Sí, sed de ésto. ¿Me puedo servir? (Toma una botella)
COCO
-(Corre hasta la chica).¡Dejá eso! ¡Alcohol! no, carajo!...(Le quita la botella) ¿Estás piantada, vos? (Le amaga un revés).
ERNESTO
-(Asustado).¡Eh, qué vas a hacer!...(Le toma el brazo).¡No le pegues!
COCO
-¡Es que me tiene podrido la mocosa ésta!...¡Se prende a las botella como si fuese la teta!...(Amaga pegarle otra vez y ERNESTO se lo impide).¡Soltá!
ERNESTO
-¡No le podés pegar! ¡Tenés la mano muy dura!
COCO
-¡Qué desgracia que tengo, che!...¡Curda vieja ésta desgraciada!...(A La Nena).¡No la voy a dejar, ya se lo dije! ¡Basta de chupi!...Eso no es para usted; es muy borrega pa darle al chupi...¡Además, acuérdese que está en estado, carajo! ¡Cuide lo que tiene ahí!...(A ERNESTO, orgulloso). ¡Está en la dulce espera!...¿Te diste cuenta, no?
ERNESTO
-Sí, me dí cuenta.
COCO
-Está linda,¿viste?
ERNESTO
-(Mintiendo mal). Ssssi. ¿De cuánto está?
COCO
-Y...está de unos cuantos mese. Ya casi está lista pa...
LA NENA
-(Cortándolo).¡No, todavía falta!
COCO
-(A ERNESTO). No, todavía falta. ¡Pero está linda igual! Muy saludable. Dá gusto verla. Mirá esos cachetes. Mirá esta pancita...(Se la toquetea). Cualquiera que te la vea dice que está bien cuidada...
ERNESTO
-Sí, es lo que parece. ¿Lleva algún control?
COCO
-¿Quién, ésta?...¡Esta no tiene ningún control! ¿Si le das de chupar, por ejemplo, capaz que se pasa tres días mamándose!
ERNESTO
-¿Hablaba del embarazo...Se está controlando? ¿Dónde se trata?
COCO
-Ah, no sé. (A La Nena) ¿A vos te trató alguien?
LA NENA
-Varios. (Con picardía, tocando su vientre). Pero el culpable de ésto...es uno solo. Vos ya sabés, no preguntés.
ERNESTO
-¿Y el padre qué hace? ¿Dónde está; se ocupa de ella?
COCO
-¡Qué se va a ocupar! Está siempre mamao el hombre; borracho perdido. Fue el que la envició a ésta.
ERNESTO
-¿Entonces no se hace cargo del chico?
COCO
-¿Qué chico?
ERNESTO
-¡El que está esperando! ¿De quién es el hijo que está esperando?...
COCO
-¿Cuál éste? (Señala la panza de La Nena). ¡Este es mío!
ERNESTO
-¿Cómo tuyo?...¿Qué estás diciendo? ¡No puede ser!
COCO
-(A La Nena) ¡Sentilo! Dice que no puede ser...
ERNESTO
-Pero Coco...lo que hiciste es...¡es un delito! ¡Se llama incesto!
COCO
-¿Ma qué delito? ¡Si lo hace todo el mundo!
ERNESTO
-¡No es verdad! ¡Todo el mundo no se acuesta con sus hijos!
(Hay un silencio. Coco se pone serio).
COCO
-¿Ella el hijo lo tiene puesto...? ¿cómo se hace para...? ¿No se hace la porquería con una embarazada?...
ERNESTO
¡No hay que hacerlo con la hija! ¡Podés ir preso!
COCO
-¿Por qué?...
ERNESTO
-Porque cuando tenga el hijo y diga que el padre sos vos...te agarran de una oreja y te tragás no sé cuántos años de cárcel!...
COCO
-(Sorprendido) Mirá vos. ¡Entonce que no se diga que soy el padre!
ERNESTO
-¡Pero lo sos! El delito puede quedar impune...pero igual lo cometiste. Es algo grave...sicológicamente la has destrozado a tu hija.
COCO
-¿A qué hija?...¿Vos ya sabés que va a nacer una nena?...
ERNESTO
-¡No! ¡Hablo de ella! (Señala a La Nena) ¡Estamos hablando de ella, de tu hija!
COCO
-¡Ella no es mi hija!
ERNESTO
-¿Cómo que no?
COCO
-(A La Nena) ¡Sentilo! ¡Dice que sos mi hija!
LA NENA
-¡No! ¡Está confundido! ¡El no es mi papá! (Coco y La Nena rién)
ERNESTO
-(Abochornado) Bueno...perdón. No sé cómo pude confundirme. Seguramente porque le decía La Nena...
COCO
-(Riendo) ¡Le digo la nena pa no decir el nombre, que es complicado!
LA NENA
-Si me llamo Eugenia!
COCO
-¿Ah, si? (A ERNESTO) Se llama Eugenia, pero nunca me viene a la lengua...
ERNESTO
-Además, en algún momento, nos enteramos que habías tenido una hija...Es verdad, ¿no?...
(Hay un silencio. Coco se queda pensativo unos segundos, tratando de recordar)
COCO
-No me acuerdo. Pero puede ser. A lo mejor pero, hace tiempo...Algo hubo.
ERNESTO
-Mirá , si mal no recuerdo...debería tener la edad de esta chica.
COCO
-(Luego de mirar largamente a La Nena) Puede ser. (Asiente varias veces) Puede ser. No digo que no.
ERNESTO
-(Buscando desquite con saña) Vamos, no te hagas el tonto...Si la madre estuvo aquí en casa, y traía a la bebita en los brazos. Habló con mamá, le contó que te había perdido el rastro unos días antes de tener familia...Parecía una buena madre...¿Por qué le hiciste eso?...
************************************
COCO
-No me acuerdo.
ERNESTO
-(Capcioso) Después también estuvo otra mujer. Y dijo que vos...
COCO
-(Cortándolo) ¡Lo que pasa es que yo no los presente a ustedes! ¡De ahí viene toda la confusión!... (A La Nena, reprobatorio) ¿Vos cómo te metés en una casa sin presentarte, sin saludar?...¡Hay que ser un poco gente, che!...Diga ¡Hable, converse! Diga: yo soy Fulana, ¿con quién tengo el gusto?...¡Con toda la voz, con toda la educación!
LA NENA
-Tengo sed.
COCO
-(Furioso) ¡Cállese la boca! ¿Qué es eso de "tengo sed, tengo sed"?...¡Primero preséntese, carajo!... (La toma de un brazo y la oblig a enfrentarse a ERNESTO) La Nena, mi mujer. Ernestito, mi hermano menor.
ERNESTO
-(Estirando la diestra incómodo) Mucho gusto.
COCO
-¿Cómo mucho gusto?...¡Son parientes, che! ¡Tienen que besarse!...¡Agarren confianza!
(Los empuja y los obliga a juntarse. La nena estampa un beso en la boca a ERNESTO, quien la observa torvamente).
-(Satisfecho) ¡Eso, así me gusta!
LA NENA
-¿Ahora puedo tomar?
COCO
-¿Otra vez empezamos con lo mismo? (Le amaga un bofetón; la chica se cubre aparatosamente, pero Coco no alcanza a largar el golpe) ¡Me vuelve loco esta guacha!...¡Tengo que estar fajándola todo el tiempo! ¿Será posible?...
ERNESTO
-En esta casa, delante mío, no se te ocurra pegarle...
COCO
-¿Ah, no? ¿Quién va a ser culo de prohibírmelo, a ver?...
ERNESTO
-Es peligroso, Coco. Pensá en su estado.
COCO
-¿En qué estado? ¿Ya está en curda?...¿Cuándo tomaste, desgraciada? (La corre para pegarle. La Nena escapa hacia el interior) ¿Cuándo tomaste?
ERNESTO
-(Poniéndose delante de Coco) ¡Esperá; entendiste mal!...(Lo abraza para detenerlo de alguna manera) ¡Tranquilo, Coco! ¡Yo no quise decir que estaba borracha! ¡Hablaba de su embarazo, nada más!
COCO
-(Dejándose abrazar, con desánimo) Por eso la traje a Buenos Aires, sabés. A ver si la puedo sacar del vicio, carajo. Tengo que rescatarla. Tengo que protegerla.
ERNESTO
-Está bien, me parece perfecto. (Se separa, le acaricia el rostro) ¿La pensás llevar a Alcohólicos Anónimos?
COCO
-No, la viá llevar al Luna, pa que hable con Leture. Ella tiene mucha labia, sabe cómo tiene que hablar, lo que tiene que pedir...
ERNESTO
-¿Eso que tiene que ver con ella?...¿No dijiste que la querías sacar del vicio?...¡Ocupate de esta chica, no pierdas el tiempo!...
COCO
-¡Antes que me consiga la pelea! ¡Después, hacemos lo que quiera! Es muy importante esa conversación, tiene que estar con todas las luce. Yo solo no los voy a convencer. En cambio, si la ven a ella, por ahí les agarra lástima...y me dan la pelea.
ERNESTO
-¿Qué pelea? ¿Vos pensás boxear de nuevo?
COCO
-Tengo que hacer mosca de alguna manera.
ERNESTO
-¿Cuánto hace que no peleás?
COCO
-Todavía soy joven, puedo volver en cualquier momento...
ERNESTO
-Es peligroso. Mejor pensá en otra cosa. Sos un veterano.
COCO
-Nicolino pelió hasta los treinta y nueve. Ki Cachetada hasta los cuarenta y seis. Archi Mur: ¡hasta los cincuenta! ¿Y Yá Densi?...¡Yá Densi cuando bajaba del ring se iba apoyando en un bastón!...¡Así se iba, mirá!....(Imita a un Dempsey rengo que se apoya en un bastón)
(La Nena vuelve prudentemente, ganando espacio y confianza de a poco).
-¡Decí que después le vino la parálisis total y ya no pudo seguir...que si no, era capaz que seguía y seguía!....Pero ya estaba bien forrado en dólare cuando le vino. Es lo que pienso hacer yo: sigo hasta la parálisi, silla de rueda, su ruta.
ERNESTO
-¡Eso es un disparate, no seas chiquilín!
COCO
-¿Qué chiquilín? ¡Lo hago por el pibe que viene! ¡Qué tenga un padre paralítico, pero millonario!...(A La Nena) Eso tené que decirle a Leture, Nena: que no me importa lo que venga. ¡Yo, por el pibe, todo! Anotalo, mirá que después yo me olvido...
ERNESTO
-(A La Nena). ¡Usted no va a decir nada!
COCO
-¡Que diga, que diga todo! ¡Vos no te metás!
ERNESTO
-Usted le llega a conseguir una pelea y yo los mando presos a todos: a él, a usted y a Lectoure!
COCO
-¡A Lecture no, pobre hombre!...
ERNESTO
-¡Eso sería lisa y llanamente un asesinato!
COCO
-¡Sentilo! ¡Se volvió botón éste!
ERNESTO
-(A Coco, enfrentándolo indignado). ¡Sos un tipo muy golpeado! ¡Perdiste tus últimas peleas por nocáu!
COCO
-¡Nocáu, dice! ¡Sentilo!
ERNESTO
-Empezaste a los quince años...¡son demasiados golpes ya!
COCO
-¡Empecé a los dieciocho!
ERNESTO
-¡A los quince! ¡Falsificaste la cédula para debutar! Mamá fue a denunciarte a la Federación de Box, ¿te acuerdas?...Pero llegó tarde, ya te habían destrozado el tabique nasal...Y a los veintidó estuviste dos meses internado en el Rawson por un coágulo cerebral...A los veinticuatro, Saldívar te mandó de vuelta al hospital, con tres costillas fracturadas...
************************************
COCO
-¿Te acordás? ¡Pero se soldaron! ¡Las tengo soldadas!...
ERNESTO
-¡Pero hay otras cosas que no están soldadas! ¡Y no podés ir a arriesgar la vida inconcientemente!
COCO
-(Como repitiendo el versito). ¡Nicolino pelió hasta los treinta y nueve; Ki cachetada hasta los cuarenta y seis. Y Archi Mur hasta los cincuenta!...
ERNESTO
-¡Eso no importa! ¡Ellos eran grandes boxeadores! ¡Pudieron hacerlo porque se cuidaron, porque no era fácil pegarles una trompada! ¡Vos siempre fuiste uno del montón, un bagayo, un vulgar zapallero!...
COCO
-¡Sentilo! ¡Gané diecisiete como aficionado y doce como profesional! ¡Veintinueve en total!
ERNESTO
-Veintinueve, está bien...¿pero cuántas peleas hiciste?
COCO
-Ciento cuatro.
ERNESTO
-¡Ahí tenés! ¡Mirá! ¡Ganaste apenas veintinueve en ciento cuatro peleas!...¿Y cuántas veces te pusieron nocáu?
COCO
-¿Nocáu, lo que se dice nocáu?...¿Los que metí yo?
ERNESTO
-¡No, los que recibiste!
COCO
-(Parece querer recordarlo unos segundos) No me acuerdo.
ERNESTO
-(Iracundo). ¡En todas las demás te fajaron, te hicieron bolsa! ¡Reconocelo!
COCO
-Kí Patadón me decían...¡el que pega fuerte soy yo!
ERNESTO
-¡Vos te bautizaste así!
COCO
-¿Estuve bien, no?...Suena lindo...todo el mundo me llama así.
ERNESTO
-¿Todo el mundo quién?...¡Si sos un ilustre desconocido! ¡En el Luna llegaste a pelear de semifondista y punto!
COCO
-(Puchereando), ¿Por qué me humillás así, hermanito? ¡No está bien eso!
ERNESTO
-¡No te humillo, pongo las cosas en su lugar!
COCO
-¡Vos tendrías que alentarme, darme manija...y no tirarme el chico al fondo como estás haciendo!
************************************
ERNESTO
-¡Lo que quiero es ponerte en la realidad, Coco: vos no podés volver a pelear!
COCO
-(Lloriqueando como un niño) Vos me tenés que decir: "¡qué bueno que sos, Coco!"...¡Levantarme el ánimo, enchufarme enrgías! Cuando uno viene mal y cae medio muerto al rincón...los segundos tienen que consolarlo a uno! ¡Encontrarle la vuelta para que siga!
ERNESTO
-¡Yo no soy tu segundo!
COCO
-¡"Vamo, Coco, seguilo que ya lo tenemo! ¡Sacá las mano, no lo dejés pensar y ya está! ¡Vamo, salí, no reculés, maulón!..." (Se engancha con una supuesta pelea, tira golpes al aire) ¡Vení, pegame si sos culo! ¡Tomá la cara, negro de mierda, pegame!...
¡Saque el swing, Coco! ¡Swing abajo y cross arriba!
...¡Se cae el negro, vamo, se cae! (Tira una seguidilla al aire) ¡Bien, Coco: así! Meta sin asco!...
ERNESTO
-(Preocupado) ¡Coco, por favor, calmate!
COCO
-¡No, qué calmate! ¡Si lo estoy amasijando! ¡Vamo el áperca; meta el áperca!...(Tira varios upper cuts con toda la furia)
(ERNESTO lo toma previsoramente por detrás, en un abrazo de oso y lo inmoviliza!.
ERNESTO
-¡Pará, por favor, pará!
(Coco deja de tirar golpes y se calma)
COCO
-(Agitado, buscando aire con la boca abierta) ¿Lo saqué? ¿Se cayó el negro?...
ERNESTO
-¡Tranquilo, por favor!
COCO
-¡Contestame! ¿Se cayó o no?
ERNESTO
-Se cayó, sí...(Lo lleva hacia el sillón) Vení, sentate, descansá.
(Coco respira con dificultad: la nariz no alcanza para recibir todo el aire que necesita)
COCO
-¿Viste? ¡Todavía estoy en forma!...¿Estoy en forma no? (ERNESTO asiente con lástima) ¿Entonce por qué me tirás el culo de esa manera, hermanito?...El boseo se está muriendo, no hay boseadores que te llenen el Luna...Yo me las puedo rebuscar. ¡Si no salió nadie como la gente! Por ahí engancho dos o tres peleas y hago un fangote de guita... ¡Puede ser! ¿Por qué no?...¿Sabés por qué puede ser? ¿Porque los hijos vienen con un...? ¿Cómo es?
ERNESTO
-No es tan fácil la cosa. Antes te van a pedir un examen psico-físico...
COCO
-Los hijos vienen con un...¡Bueno, y después sigue! ¡Te la metí justita, eh!
ERNESTO
-¡Y si no llegan a hacerlo...Yo mismo me voy a encargar de impedir esa locura! ¡Voy a la Comisión de Box y te denuncio!
COCO
-¡Sentilo! ¡Voy a ser padre, loco! ¡Entendela!
ERNESTO
-¡Si volvés a pisar un ring no vas a tener esa dicha!
COCO
-¿Qué dicha?..."¿Nunca es tarde cuando la dicha es...?" ¡Ese es otro refrán, loco! (A La Nena). ¡Sentilo! ¡Ya está hablando boludece!
ERNESTO
-¡No te dejo pelear! ¡Lo entendiste: No te dejo! (Se lo deletrea) ¡Yo, per-so-nal-mente!...¡Te lo juro! (Besa sus dedos en cruz)
COCO
-¿Ah, vos no lo querés?...(Se queda un instante en el aire, pensándolo) Buen, está bien: entonce no peleo. Me busco alguna otra changa.
ERNESTO
-Eso ya suena de otra manera.
COCO
-(Acercándose a La Nena) Pero igual nos vamo a acomodar por acá, quedate mosca vo.
ERNESTO
-(Desconfiado) ¿Acomodarse en dónde?...
COCO
-(Siempre a La Nena) Laburo de cualquier cosa hasta que nazca el chico...¿Sabés cocinar?
LA NENA
-Más o menos.
COCO
-Buen, entonce te encargás de cocinar pa todos.
LA NENA
-¿Para todos? ¿Cuántos son "todos"?...
COCO
-(Señalando conjuntamente) ¡Nosotro!
ERNESTO
-(Buscando precisiones) Perdón, ¿de qué están hablando?...¿En dónde estás pensando quedarte Coco?...
COCO
-¡Yo solo no! ¡La Nena también!
ERNESTO
-Sí, ya lo oí...Pero lo que me interesa saber es en dónde planean quedarse...
COCO
-¡En Buenos Aires!
ERNESTO
-Esto también lo entendí...Pero ¿en qué lugar de Buenos Aires?
COCO
-¡En este barrio! Lo conozco bien...acá me crié.
ERNESTO
-Ah, qué bien...Lo único que te falta agregar es que piensan vivir en esta casa...
COCO
-(Sonriente) ¿Cómo lo adivinaste?
ERNESTO
-(Explotando con ferocidad) ¡No! ¡Eso ni lo sueñes! ¡No! Ene o, ¿entendiste?...¡No podés descargarte después de una ponchada de años y venir a instalarte aquí...! ¡sin siquiera preguntar si se puede!
COCO
-¿Se puede?...
ERNESTO
-¡No! ¡No! ¿Lo tenés claro?...(Vocifera). ¡Estoy diciendo que no!...
COCO
-¡Sentilo! Dice que no.
ERNESTO
-¿Y que hay?...¿Quién me lo impide? ¡Tengo derechos adquiridos!...
COCO
-¿Quedate tranquilo...? ¿por qué gritás?
ERNESTO
-(Muy nervioso, casi histérico) ¡No voy a permitir que me saqués algo por la fuerza! ¡Yo también me sé hacer valer!...¡No soy aquel pibe inofensivo que vos dejaste!
COCO
-Yo no te dejé.
ERNESTO
-¡Es una forma de decir!
COCO
-¡Sentilo! ¡Dice que yo lo dejé! ¡El que hizo rancho aparte siempre fue él!
ERNESTO
-¡El tiempo no pasa inutilmente! ¡La gente cambia! ¡Y yo, desde que mamá murió, soy otra persona!
COCO
-(A La Nena). ¡Nunca pasó pelota, siempre se cortó solito, andaba con sus amiguetes los intelectuales...! ¡y ahora me sale con que yo lo dejé!
ERNESTO
-(Fuera de sí). ¡No te enrosques con eso, ahora! ¡Yo estoy hablando de otra cosa!
COCO
-Es la casa de la vieja...¡Ella siempre me recibía!
************************************
ERNESTO
-¡El alquiler ahora lo pago yo! ¡Los servicios también los pago yo! ¡Es mi casa, no la de mamá!...
COCO
-¡Le afanó los muebles y ahora dice que todo es de él!
ERNESTO
-¡Me los gané! ¡Yo estuve a su lado hasta su último suspiro! ¡Pagué medicamentos, médicos, internaciones!
COCO
-¡La vieja tenía una pensión! ¡Me la pasó más de una vez!
************************************
ERNESTO
-¡La pensión no alcanzaba para pagar tres platos de sopa!
COCO
-(Siempre a La Nena) ¿Viste qué labia tiene? ¡Se las sabe todas, tiene una contestación para cada cosa, sentilo!
(ERNESTO va hasta Coco y lo hace girar hacia él, le toma el rostro entre las manos y lo obliga a escucharlo y a verlo).
ERNESTO
-(Gritando) ¡No te podés quedar! ¡Mirame cuando te hablo! ¡Esta es mi casa...y yo recibo a quién se me antoja! ¿Entendiste?
COCO
-¡Sí, te entiendo...Pero siempre que vine, yo me quedé!
ERNESTO
-¡Ahora no; hoy no! ¡No hay espacio...no tengo lugar! ¡No vivo solo! ¿Entendiste ahora?...
(Hay un silencio. ERNESTO suelta el rostro de Coco y se aleja de él)
COCO
-¿Te casaste?...
ERNESTO
-(En otro tono más calmo) No...pero estoy viviendo una situación casi idéntica.
COCO
-¿Casi idéntica?...¿Se parece a mí la mina? ¿Es como yo?...
ERNESTO
-¡La situación es idéntica! Hablo de la situación...
COCO
-(Corre emocionado hacia su hermano y lo abraza) ¡Hermanito querido! ¡Qué feliz me hacés!...Quiere decir que me querés!...(Lo besuquea).
ERNESTO
-(Apartándolo casi asqueado). ¡Salí, soltame! ¡No me besuquees!
COCO
-¡Me diste vuelta el corazón! (Lo suelta y se pone a llorar) ¡Y yo que pensé que eras un tipo jodido como la vieja!...
ERNESTO
-¡Mamá no era jodida! ¡No lo repitas más!
COCO
-Siempre estaban secreteando...eran compinches. Andaban por los rincones, hablando bajito: chucu-chucu chucu chucu...¡No sé de qué carajo hablaban, pero después siempre me miraban torcido!...¡Pero ahora resulta que te buscás una mina parecida a mí! ¿Te das cuenta, Nena?...
************************************
ERNESTO
-¡Estás retorciendo lo que dije a propósito! ¡Para no entender lo que realmente te estoy diciendo!...(A La Nena). Usted me entendió, ¿no?
LA NENA
-No sé de qué estan hablando, perdone...
ERNESTO
-¿Cómo que no sabe?...¿Es sorda? ¡No pueden quedarse aquí, eso es lo que estoy diciendo: no tengo lugar!
COCO
-(Olvidándose del llanto). Nos arreglamos con poquita cosa...
ERNESTO
-¡No tengo donde ponerlos!
COCO
-Dormimos en cualquier parte...
ERNESTO
-¡Es imposible!
COCO
-Un colchoncito en la cocina...
ERNESTO
-¡No tengo colchón!
COCO
-¡Pero tenés cocina!...En el suelo, entonce.
ERNESTO
-¡No puedo!
COCO
-¡No digás que no tenés suelo! ¿Dónde estamo pisando?
ERNESTO
-(Tomándole otra vez el rostro). ¡No hay espacio vital! Me resulta imposible compartir la casa con alguien más...¡Porque conmigo ya vive otra persona!...¡A ver si me entendés: carajo! (Lo suelta enojado)
COCO
-¡Entonce te casaste! ¿Por qué me engañás?...
ERNESTO
-¡No me casé! ¡No me casé! ¡No me casé! ¿Cuántas veces tengo que repetírtelo?...
COCO
-¿Entonce por qué te negás? ¡Qué vueltero que sos!
ERNESTO
-(Haciendo bocina) ¡Andate de aquí!...¡No me hagás calentar más!...¡Andate, por favor!
COCO
-¿Yo solo?...
ERNESTO
-¡Los dos! ¡Váyanse los dos!...
(Hay un silencio. Coco mira a su hermano como si se negase a entender algo tan claramente expuesto. La pausa permite que, incluso, ERNESTO se relaje un tanto, avergonzado por su salida de tono).
COCO
-(Tiernamente, muy cerca del otro) ¿Por qué sos así?...Donde caben dos...¿como es?, caben cuatro.
ERNESTO
-El dicho no es así. Donde caben dos, caben tres, se dice.
COCO
-¡Te aceto!...(Se pone en movimiento). ¡Entonce me quedo yo solo y la mando de vuelta a La Nena.
ERNESTO
-(En guardia otra vez). ¿Aceptás qué, aceptás qué?...¡Yo no te ofrecí nada!
COCO
-¡Lo dijiste bien clarito! (A La Nena). Lo lamento te tenés que volver solita. Ya lo sentiste: no te quiere.
ERNESTO
-¡Un momentito! ¡No me empieces a enroscar de nuevo!
COCO
-(Con La Nena). ¿Tenés plata pal boleto de vuelta...(Busca en sus bolsillos vacíos). Paciencia, la quisimos hacer bien, pero no hubo forma...Allá a lo mejor encontrás alguno que te tire una mano: las embarazadas siempre dan mucha lástima...(A ERNESTO). ¿Tenés unos pesos pal pasaje?
ERNESTO
-(Sin responder al pechazo). ¿La pensás mandar sola de vuelta...en ese estado?...¡Sos un salvaje, un irresponsable!
COCO
-¡El salvaje sos vos! ¡Si la odiás a la pobre chica!
ERNESTO
-¡Yo no tengo nada que ver con ella!
COCO
-¡Es mi mujer! ¡Tu cuñada!
ERNESTO
-¡Aunque así sea! ¡Es problema tuyo! ¡Tenés que acompañarla, vaya adonde vaya!...En cualquier momento necesita atención médica...¡Un poco de responsabilidad, che!
COCO
-Tenés razón, tenés razón...Entonce hacemo una cosa: el que se va soy yo. A ella la dejamo acá.
(Va hacia el baúl)
ERNESTO
-La dejamos acá, ¿dónde?
COCO
-¡Acá, con vos! ¡Yo sé que la vas a cuidar, le vas a poner los mejores médicos! (Toma el baúl y comienza a moverlo). ¡Tenés un gran corazón!
ERNESTO
-(Tomando el baúl del otro lado) ¡Esperá un cachito! ¿Adónde vas?
COCO
-Me voy, ¿no es lo que querés? ¡Chau, muchas gracias! (A La Nena) ¡Vos te quedás con él, no le va a faltar nada!
ERNESTO
-(Luego de pelear un instante por el baúl) ¡No me encajes tus problemas! ¡No me vengas con regalitos!
COCO
-¡El chico es nuestro! ¡No te lo va a regalar!...¡Dejame, sacá las manos de ahí!...
(Vuelve a lidiar por el baúl un instante).
ERNESTO
-¡Vos no te podés ir! ¡Quedate acá!
COCO
-(Soltando el baúl). ¿Pero quién te entiende a vos?...
(Por efecto de la inercia, ERNESTO rueda por el suelo, junto con el baúl, pero Coco no lo advierte y le da la espalda, hablando con La Nena).
-(A La Nena). Que me vaya, que me quede...¡Es una veleta terrible este tipo!...
ERNESTO
-(Levantándose dolorido). ¡No quiero que te quedes! ¡No cambies mis palabras!
COCO
-(Siempre a La Nena) Vas a ver que al final se queda con vos...
ERNESTO
-(Haciendo girar para sí) ¡Aquí no se queda nadie!
COCO
-Tranquilo, flaco, manso...(Lo acaricia como a un animal) No grites...¡Estás mal de los nervios! ¿Por qué no vas a un médico vos también, de paso que va La Nena?...A uno de la cabeza, como los de la Federación de Bos. Te ponen unos chupetes con cablecitos y te conectan con un aparato que tiene un limpiaparabrisas que escribe rayitas...¡A mí me hicieron una vez y salí fenómeno! ¿Sabés qué me dijo el médico?...
ERNESTO
-¡No sé, y no me interesa!
COCO
-"¡Váyase; y no quiero verlo más por acá!"... y no volví. ¿Para qué? ¡Si yo estoy fenómeno!...El que volvió fue el Chino Bisogno...y así quedó. Le hicieron tantas conesiones que al final le vino un virulo y cortó polea. Te miraba y no te reconocía; ponía los ojos chingados y hablaba boludece....Pero el Chino era una esesion, estaba muy golpeado...COn vos es distinto; vos dejate hacer todas las conesiones que quieren...(Lágrimas) ¡Pobre Chino! ¿Dónde está ahora? ¡Tirao por ahí! ¿Quién se va a bancar un cacho e carne así?...
(Llora lastimeramente unos segundos, creándole mucha culpa a ERNESTO y una indiferencia total a La Nena, que espera displicente el desarrolo de los acontecimientos).
Vamo, Nena: éste nos dio el toque. Rajemo.
(La Nena se incorpora con dificultad mientras Coco vuelve a su baúl).
ERNESTO
-(Culposo) Si me hubieses avisado con tiempo... a lo mejor nos arreglábamos de otra...Estas cosas hay que prepararlas, pensarlas.
COCO
-Tendría que haber esperado a que me invitaras... ¿No es cierto?
ERNESTO
-¡Claro!
COCO
-(Rápido) ¿Me invitás?
ERNESTO
-(Más rápido aún) ¡No!
COCO
-¿Con cuánta anticipación tengo que avisarte?...
ERNESTO
-Yo tengo que asimilar las cosas de a poquito, conocer a la gente...
COCO
-A nosotros ya nos conocés...
ERNESTO
-(Haciendo la salvedad) ¡Profundamente! ¡No! Ella todavía es un enigma.
COCO
-Te la dejo dos o tres meses y la conocés mejor...
ERNESTO
-(Bajo pero firme) No, gracias. ¡Ella es responsabilidad tuya, y la solución también debe ser tuya!
COCO
-Yo había encontrado una solución...
ERNESTO
-¿Cuál?
COCO
-¿Por qué crees que vinimo acá?...¡Estaba todo pensado!
ERNESTO
-¿Ah, sí? ¡Qué piola! ¡Me querías enchufar el fardo a mi, eh! ¡Eso no vale, así no sirve! ¡Asumí tus hechos, querido! ¡La chica es tuya, el embarazo es tuyo...hasta el baúl es tuyo!
COCO
-No, el baúl me lo prestaron.
ERNESTO
-Hacé de cuenta que es lo último que conseguiste gratis en tu vida.
COCO
-Lo último fueron los pasajes pa Buenos Aires...
ERNESTO
-¡Muy bien, te felicito! ¡Pero para bien tuyo y de tu familia, lo mejor que puede ocurrirte es que las prebendas, esas atenciones, esas gauchaditas que recibís por lástima...se acaben. Empiezo por dar el ejemplo: de mí no vas a conseguir nada; no te pienso ayudar, en esta casa estás recibiendo el primer no de la lista.
COCO
-(Desconcertado, dolido) ¿Por qué? ¿Yo qué te hice; por qué me querés mal...?
ERNESTO
-Si te convencés que ya nadie te va a ayudar, seguro que sacas fuerzas de flaquezas, podés mirar la vida de otra manera y un mundo nuevo se presentará ante tus ojos...
COCO
-El mundo del cementerio...¡porque yo me muero!
ERNESTO
-¡Es lo más sano que puede ocurrirte Coco! ¡No podés seguir descargando el peso de tu irresponsabilidad sobre los demás! ¡Los demás tenemos nuestras propias preocupaciones, nuestros propios problemas...Flor de problemas, en algunos casos!...¿Entendés?
(Hay un silencio. Coco lo mira fijamente, se lo siente hacer el esfuerzo de pensar).
COCO
-¿Tenés problemas, no?...¡Me dí cuenta de entrada!
ERNESTO
-(Evasivo) Estábamos hablando de vos...A mí dejame al margen.
COCO
-Dale, vamo, deschavate: ¿Qué problema tenés? Yo te ayudo a salir adelante, enseguida le encuentro la vuelta...Soy canchero en eso!...(Lo cerca,lo abraza, lo acaricia) ¿Es asunto de guita¿De sentimientos?...¿Quién te está jodiendo? Si hay que fajar a alguien...marcámelo y hacete a un lao...(Muy tierno) Hablá, querido, hablá!...
(Su contacto es equívoco. Y es lo que piensa Walter cuando entra y los sorprende así. Es un hombre fornido, varonil, con bigotes estilo mostacho. Si un excéntrico pijama, de corte y colores llamativos, no disminuyera un tanto sus rasgos más machistas, se diría que su porte es el de un militar, y de los duros.
Solo La Nena, advierte su presencia, pero no hace comentario alguno. ERNESTO se ha dejado invadir por la ternura explícita de Coco y acepta sus caricias como un niño, revolviéndose gatunamente)
COCO
-Dale, sé buenito, aflojá...
ERNESTO
-¡No! ¡No quiero!...
COCO
-¡Dejate venir...! ¡No te guardes nada!...
WALTER
-(Con voz tronante, seca) ¿Qué está pasando aquí?...
(Al oir su voz, ERNESTO da un salto asustado y se separa de su hermano. De ahora en más -y en presencia de Walter, particularmente- su cambio es radical: se muestra temeroso, vacilante, indefenso, y hasta le aparecen actitudes femeninas)
-¿Qué es esto?...¿Quién es esta gente?
ERNESTO
-(Muy nervioso) Son...él es mi...¡Llegaron hace un momento: no sabía que venían!
WALTER
-¿Quiénes son?...
ERNESTO
-Ya se iban ¡se estaban despidiendo! (Va hacia Coco, urgiéndolo) Mejor hablamos en otro momento...ahora me resulta imposible, ya les dije. ¿Qué tal si combinamos una cita y nos encontramos un día de éstos?...
COCO
-(Por Walter) Este es tu "problema" ¿no?
ERNESTO
-(Evadiendo la respuesta) ¿Por qué no anotás el teléfono de mi oficina y me llamás mañana a la tarde, por ejemplo?...
COCO
-(Insistente, prendido como garrapata) ¡Dale, decí la verdad!...
ERNESTO
-(Casi una súplica, en medio tono) ¡Por favor, no me comprometás!
LA NENA
-(A Walter) ¿Me puede dar algo de tomar? El otro hace como una hora que da vueltas y no es capaz de largar ni un vaso de agua...
ERNESTO
-(Corre a interponerse entre Walter y La Nena). No es verdad, no me pidió nada!...Además, ¿qué obligación tengo con usted, chirucita?...¡Agarre su valija y váyase! ¡Vamos!...(Toma la valija de La Nena).
COCO
-¡Ella no se va...ni yo tampoco! ¡Deja esa valija ahí!
ERNESTO
-¡Vos agarrá esa porquería (Por el baúl) y sacala de aquí! ¡Ya mismo! (Va histéricamente hacia el baúl) ¿Qué esperás?
COCO
-¡Si llegás a tocar ese baúl te estrolo de un piñazo!
ERNESTO
-(Pone la valija al lado del baúl) ¡Aquí está todo! ¡Como lo trajeron, se lo llevan!
COCO
-(Dándole un empellón a La Nena, quien cae sentada) ¡Vo sentate y quedate mosca!
ERNESTO
-(En un arrebato amanerado) ¡Coco, por Dios te lo pido, no me obligues a hacer una escena!
WALTER
-(Que observa todo entre impasible y asombrado) ¿Podré enterarme alguna vez quién es esta gente?...
COCO
-(Yendo amenazante hacia él) ¡Yo te viá decir quién soy!...
ERNESTO
-(Corriendo a interponerse otra vez) ¡Dejame que se lo digo yo!
COCO
-(Por encima del hombro de ERNESTO) ¿Sabé quién soy yo? ¡Tu macho! ¡El que te va a romper el culito si no lo dejás tranquilo al Ernestito!...
ERNESTO
-(Fuera de sí, histérico) ¿Pero Coco! ¿Qué me hacés? ¡Callate! ¡No te metas en mi vida!
COCO
-Si éste es tu problema...¡yo te lo saco de encima en dos minuto!...¡Abrite, dejame, salí del medio!
(Quiere abrirse paso hacia Walter, quien toma distancia, pero ERNESTO, convertido en una araña, se lo impide.)
ERNESTO
-¡No! ¡No! ¡No te dejo!
COCO
-¡Pero dejame pasá, carajo!...
(Da un empellón a ERNESTO, que rueda aparatosamente por el suelo y va hacia Walter, quien escapa alevosamente hacia interiores. Coco lo sigue)
COCO
-(Saliendo tras Walter) ¡Vení, turrito! ¡Haceme frente!
(ERNESTO queda sentado en el piso, abatido y desesperanzado. Desde adentro llegan voces y ruidos de lo que parece una persecución y luego una lucha)
ERNESTO
-(Llorando desconsoladamente, indefenso) ¿Por qué me tiene que pasar esto? ¿Por qué no lo eché? ¿Por qué soy tan cagón?
LA NENA
-(Sin que ERNESTO la registre). Me hubiera dado algo de tomar de entrada...y ya nos hubiéramos ido.
ERNESTO
-Yo sabía que algún día iba a venir...¿Por qué no me preparé?...¡A mamá siempre le hacía lo mismo!
************************************
LA NENA
-Porque sería tacañuza como usté.
ERNESTO
-¡Mirá el desastre que me está haciendo!...¡Mirá! (Se cubre el rostro)
(Los gritos y los ruidos desde el interior arrecian)
LA NENA
-Porque él nota que acá no hay buen corazón...éso es lo que pasa.
(Coco regresa trayendo a los empujones a un ahora desacomodado Walter cuyo atildamiento ha desaparecido por completo)
COCO
-(Empujando a Walter hacia ERNESTO, quién sigue llorando en el suelo) ¡Dale, decile que no lo vas a molestar más!
(Walter , temeroso, no se decide a hablar)
¡Vamo, hablá...(Lo amenaza con el puño en alto)
WALTER
-Me ...me voy, ERNESTO.
COCO
-¡No! ¡Todo, decile todo!
WALTER
-¿Todo qué?
COCO
-¡Que vas a dejar de vivirlo! ¡Que no es más tu sirviente! ¡Que acá el patrón se acabó! ¡Eso decile, vamo!
WALTER
-(Con temor, pero con un resto de dignidad) ¡Yo no puedo decir eso!
COCO
-(Amenazante) ¿Ah, no? ¿Te retobás? ¿No te alcanzó con lo que te dí?...(Levanta nuevamente el puño)
WALTER
-(Mientras se cubre ante el probable impacto)
¡Está bien, está bien! ¡No pegue!...(Le cuesta, pero no tiene más remedio). No te voy a molestar más...
COCO
-(Hostigándolo) Todo, vamo.
WALTER
-No me voy a a aprovechar más de vos...
COCO
-(Apuntándole). No sos más mi sirviente.
WALTER
-No sos más mi sirviente...
COCO
-(Idem) Estás libre, no tenés más patrón.
WALTER
-Estás libre...no tenés más patrón.
COCO
No era justo lo que te estaba haciendo.
WALTER
-No era justo lo que te estaba haciendo...
COCO
-Yo te estaba afanando. No laburo, la guita siempre la ponés vos.
WALTER
-(Resistiéndose) ¡No es verdad!
COCO
-(Imponiéndose con el puño en alto) ¡Decilo!
WALTER
-¡Ese era el acuerdo entre nosotros! ¡El no quería que yo trabajase!
COCO
-¡No me importa! ¡Vo decilo!
WALTER
-¡ERNESTO fue quien propuso esta forma de vida, le juro! ¡Yo no influí! ¡El me pidió que viniese a vivir acá!
COCO
-¿Y a vo te parece que está bien? ¿Por qué no vas a laburar? ¡Mirá el lomo que tenés!...
WALTER
-¡Yo soy un artista!
COCO
-¡Artista las pelotas! ¡Con ese físico andá a laburar, atorrante!...¡Vividor! ¡Cafishio! ¡Pulastrón! ...(Imitándolo) ¡"El me lo pidió, él me lo pidió"! ¿Y vo le hiciste caso?...¡Un macho, un tipo que las tenga bien puesta, sale a la lleca a ganarse el mango! ¡Las mujeres son las mantenidas! ¡Las mujeres se quedan a la casa!...¡Sentilo!...¡Mirá que hay que sé cara rota, Dios te libre!...
(Walter mira hacia ERNESTO, quien sigue en el suelo, llorando)
WALTER
-¿Por qué no hablás, ERNESTO?...¿Quién es éste señor que puede dominarte así?...Hay algo que yo no sé, perdí el hilo.
COCO
-Soy el Coco, el hermano mayor. Esta casa también es mía.
(Walter duda sobre lo que le están diciendo, pero ERNESTO no abre la boca)
WALTER
-¿Es verdad?...
COCO
-Pregunta si es verdad, sentilo. Esta es la casa de la vieja; estos son los muebles de la vieja, él y yo somos los hijos de la vieja. La vieja murió. ¿De quién es la casa, entonce?...
************************************
WALTER
-(A ERNESTO, luego de un silencio). Nunca me hablaste de tu hermano. Decías que la casa era alquilada...
COCO
-¡A mi también! ¡Pero yo no le creí! Se hizo el sota, a ver si pasaba. ¡Pero atenti, yo no reclamo nada, que se quede con todo! Pero si fuera por la legal....la mitá de todo es mío. (A ERNESTO) ¿No es cierto?
(ERNESTO no responde. Lentamente se pone de pie y va hacia el bargueño. Toma una botella. La Nena atenta a eso, corre a ponerse a su lado)
WALTER
-¿No pensás hablar?...
COCO
-¡Oíme, cortala vo! ¡No lo apretes más! ¿No dijiste que aquí no mandabas más?...Buen, efetivamente; ¡no mandás más y te las estás picando!...(Lo empuja) ¡Isa! ¡Saliendo!
WALTER
-¡Espere! ¡No voy a salir así a la calle! ¡Tengo mi ropa en el dormitorio!...
COCO
-(Llevándolo a la puerta a empujones) ¡Tomátela, vamo!
WALTER
-¡Pero, escúcheme!...
COCO
-(Sacándolo fuera del lugar) ¡Vamo! ¡Vamo que te amasijo!...
(Salen los dos fuera. La puerta queda abierta unos segundos)
LA NENA
-(Con un vaso en la mano) Servime a mí también...
(ERNESTO le pasa la botella. Cuando La Nena se está sirviendo, regresa Coco y le quita todo de las manos, sin comentario alguno)
COCO
-Buen, listo, terminamo con tu problema. Ahora hay sitio pa La Nena. Te la puedo dejar tranquilamente.
ERNESTO
-¿Siempre supiste que mamá había comprado la casa?
************************************
COCO
-Siempre, no. Desde hace un tiempo.
ERNESTO
-¿Desde cuándo?...
COCO
-Desde el...(Hace un esfuerzo, piensa) No me acuerdo.
ERNESTO
-¿Por qué no viniste a reclamar tu parte?
COCO
-(Esquivo) ¡Estamo hablando de otra cosa ahora!
ERNESTO
-Podemos iniciar los trámites de la sucesión cuando vos quieras...
COCO
-Pero, ché. ¿Te embalaste con eso, ahora?...Estamo conversando de La Nena. Ella tiene que tener alguien que la cuide, no puede seguir en banda esta chica...
ERNESTO
-¡Cuidala vos, Coco! ¡Es lo que corresponde! ¡Quedate!
COCO
-¡No puedo! Yo me tengo que volver al pueblo! ¡Además, aquí hay lugar para uno solo!
ERNESTO
-¡Te quedás! ¡Así, de paso, arreglamos lo de la sucesión!
COCO
-¿Pero cómo es la cosa; ahora nos podemos quedar todos? ¿A vos quien te entiende?...¡Sentilo! ¡Recién nos rajaba, no quería saber nada con nosotro!
ERNESTO
-¡Porque la situación era distinta! ¡Pero ahora te hiciste tu propio espacio...¡Así que usalo!
COCO
-¡Yo me tengo que volver al pueblo!
ERNESTO
-¿Qué pueblo?
COCO
-¡De donde venimo!
ERNESTO
-¿Por qué tenés que volevr?...¿Qué pasa ahí, que cosa extraordinaria está ocurriendo allí para que te veas obligado a dejar tirada a tu mujer aquí en Buenos Aires a punto de parir, prácticamente?...
COCO
-(Difuso). Pasan...pasan muchas cosa. Es la tierra chica.
ERNESTO
-¡Por favor, no me vengas con cuentos! ¡Vos no tenés tierra chica, no tenés raíces...sos de cualquier parte! ¡Sos un gitano, un linyera!
COCO
-(Vacilante). No, ahora eché...tengo que volver porque..un...
(ERNESTO lo toma de un brazo y lo aparta, alejándose lo más que puede de La Nena)
ERNESTO
-(En sordina) A mi no me engañás, Coco. Vos querés enchufarme a la chica.
COCO
-No, en serio, creeme.
ERNESTO
-Vos te hiciste a esa idea, Coco, reconocelo. Pero conmigo no contás. Si querés quedarte, ésta es tu casa...Pero esa mujer es tuya, a mi considerame al margen de esa circunstancia.
COCO
-Lo mío es tuyo, y lo tuyo ...
ERNESTO
-(Cortándolo, terminante) ¡No! ¡No! ¡Es la tercera o cuarta mujer que embarazás! Y con todas hiciste lo mismo: las largás en banda! Mamá tuvo que bancarse a varias de ellas...
************************************
COCO
-¡Varias, no! Una o dos, apenas.
ERNESTO
-¡No importa, las que sean! ¡Pero yo no soy mamá! ¡Si metiste la pata...hacete cargo!...¡Es una mocosa! ¡Vos no tenés perdón de Dios!...¡No le podés hacer una cosa así!
COCO
(Autocompadeciéndose, lacrimógeno) Lo peor que le puede pasar a esta chica es que yo me quede a su lado, hermanito...¡Mirame! ¿Qué soy yo? Un cacho e carne, un mono!...¿No viste como camino?...A los tropezone, no coordino los movimiento...
ERNESTO
-¡¿Entonces por qué te ponés a echar hijos al mundo, cabezón?!
COCO
-¡Porque eso tampoco lo puede coordinar!
ERNESTO
-Todo lo que vos quieras...¡pero yo no puedo hacerme cargo de una mujer y un hijo ajenos!
COCO
-¡Un tiempito, nada más, hermanito! ¡Hasta que yo me encarrile!...¡Además, yo no soy útil en esos momentos! Me falla la cabeza a vece! (Baja aún más el tono, para que La Nena no pueda oirlo). ¡No se lo digas a ella, a ver si se asusta! En cambio vo sos inteligente, vivís de los pensamientos...¡Además, tenés un buen pasar, guita no te falta; menos ahora que rajamos a tu problema, al cáncer ese que te morfaba toda la guita!...¿Quién mejor que vos para recibir en este mundo al chiquito ese con una sonrisa?....(Llriquea) ¡Hacelo por esa almita todavía en gestación, Ernestito!...(Lo abraza y le llora en el hombro) ¡Pensá en él! ¡Ayudalo, por favor!...¿Puede ser? ¿Puede ser?...
(ERNESTO, enganchándose en la emoción, lo deja ahí un momento. Suspira fuertemente)
ERNESTO
-Bueno, vamos a ver si...
COCO
-(Apartándose sin rastros de la emoción anterior) ¿Dijiste bueno?
ERNESTO
-No, dije que vamos a ver...
COCO
-(Interrumpiéndolo con besos) ¡Hermanito querido! ¡Sos una maravilla! ¡Un alma generosa! ¡Un rico! ¡Un rico total!
ERNESTO
-¡Esperá, soltá, dejame hablar!...
(Coco ha salido corriendo hacia el baúl y trata de llevarlo hacia la calle)
COCO
-(Gritando hacia La Nena) ¡Bueno, chau, nenita! ¡Te dejo instalada!...¡Mi hermanito se va a ocupar de todo!...
ERNESTO
-(Corre a lidiar con el baúl de Coco). ¡No! ¡Esperá! ¡Yo no dije eso!...(A La Nena) ¡La cosa no es así!
COCO
-(A La Nena también) ¡No es así como yo te digo! ¡El te va a explicar! (A ERNESTO) ¡Soltá! ¡Dejame llevarlo!
ERNESTO
-¡No!
COCO
-¿Ah, lo querías? ¡Estás bien, te lo dejo!
(Suelta el baúl y ERNESTO, que ehaciendo fuerza del otro lado, vuelve a rodar por el suelo como al comienzo.Se golpea una pierna)
-¡Dentro de unos días llamo por teléfono!
LA NENA
-¡Aquí no hay teléfono!
COCO
-(A ERNESTO, en el suelo). Pero, che, ¿cómo no tenés teléfono? ¡Yo te voy a hacer poner! ¿Qué barrio es éste? ¿A qué central corresponde?...¡Dejalo por mi cuenta!
(Sale sin esperar respuesta, casi corriendo)
ERNESTO
-(Quiere correrlo, pero el dolor de la pierna se lo impide) ¡Vení, Coco! ¡No te vayas!...¡Ay! (Se masajea la pierna)
(El dolor y su falta de carácter, hacen que ERNESTO se dé por vencido. Se produce un largo silencio, hasta que el dolor parece pasar. La Nena -como casi todo el tiempo- permanece impasible y distante. Se miran largamente)
ERNESTO
-(Agrio) ¿Qué mira?
LA NENA
-Yo, nada. ¿Y usted?
ERNESTO
-Comprenderá que no me causa ninguna gracia esta situación...Es algo difícil de digerir. (En un improntu, mirando hacia la puerta de calle) ¡La puta que lo parió!...¡Entró a esta casa y me dio vuelta la vida ese hijo de puta!...
(Nuevo silencio. A La Nena no se le mueve un pelo)
LA NENA
-¿Me vas a dar algo de tomar ahora que Coco no está?...
ERNESTO
-(Furibundo) ¿Eso es lo único que se le ocurre decir en este momento? Acá estamos dos desconocidos frente a frente, no sabiendo cómo carajo van a arreglarse para convivir, usted se da cuenta que tiene adelante a un tipo contrariado, envenenado por su presencia, y lo único que hace es pensar en su sed...
LA NENA
-A lo mejor porque no soy como usted; yo le hago frente a mis necesidades...
(ERNESTO la estudia unos segundos; mide la aprente sabiduría de la jovencita. Enseguida va hacia el bargueño. La Nena lo sigue. El le sirve un raquítico vaso de whisky, y se lo ofrece)
-Póngale un poco más, no sea mezquino. (El vuelve a servir ahora generosamente y le entrega el vaso). Eso sí, le aviso ya que no se confunda: con una copita no se consigue nada de mí...
ERNESTO
-¡Yo no quiero conseguir nada de usted!
LA NENA
-Es lo que dijo el Coco.
ERNESTO
-¿Qué es lo que dijo Coco?
LA NENA
-Que usted no iba a agarrar viaje de entrada...que es retraído con las mujeres...Pero que yo lo apretara y me le ofreciese, porque a usted había que salvarlo de la mala impresión que tiene de nosotras. ¿Ninguna lo hizo feliz en la cama?...(ERNESTO la mira estupefacto. Ella bebe y lo mira con picardía) ¿No quiere que hagamos una pruebita?...
ERNESTO
-¿Coco dijo eso?...¿El cómo sabía que...?
(Se corta)
LA NENA
-No sé. No me pregunte por qué, pero él sabía todo lo que iba a pasar acá. El me lo contó antes. (Ofreciéndose) ¿Hacemos la pruebita o no?...
ERNESTO
-(Apartándose un paso) ¿Qué es lo que sabía, qué es lo que le contó?...
LA NENA
-(Lo persigue y él retrocede). Soy más interesante cuando estoy lisita...pero a algunos los caliento más con la panza...
ERNESTO
-¡Quédese quieta y contésteme!
LA NENA
-Le contesto en la cama...¿se anima?
ERNESTO
-(Asqueado) ¡Usted es un tacho de basura...un pozo ciego! ¿Lo único que le pasa por esa cabeza es...es el placer?...
LA NENA
-A los nueve años me violaron...Y después seguí, por gusto, porque es lindo...¿A usted no le atrae? ¿Qué le ve de malo?...(Intenta acariciarlo)
ERNESTO
-(Apartándose espantado) ¡Salga! ¡Aunque no lo sienta, finja un poco de respeto por mi hermano!...
LA NENA
-Venga, déjese. Le prometo que después de estar conmigo, usted va a cambiar.
ERNESTO
-¡La que tiene que cambiar es usted! ¡Piense en Coco: él la quiere mucho!
LA NENA
-Claro que me quiere. Pero no me toca. Nunca me puso la mano encima...
ERNESTO
-(Irónico) ¿Ah, no? ¿Y eso cómo apareció, por arte de magia?...
LA NENA
-¿La panza, dice usted? (Se la acaricia) ¡Coco no tuvo nada que ver con ésto! ¡A él lo conocí el domingo pasado!...
(ERNESTO no puede creer lo que oye, se electriza, su rostro cobra mil formas, comienza a caminar nerviosamente por el cuarto)
ERNESTO
-¿El domingo pasado?...¿Quiere decir que...? ¿Pero entonces cómo es posible que...? (Trata de organizar sus pensamientos) A ver, empecemos de nuevo. Usted y él se...Coco le dijo que...Pero resulta que usted ya estaba...(La mira un segundo en silencio) ¿Usted quién es? ¿De dónde salió? ¿Por qué está aquí? ¿Quién la embarazó? ¿Cómo se llama? ¿Habría alguna forma de...?
LA NENA
-(Cortándolo) Yo estaba llorando en la calle, allá, en el pueblo. El autor de ésto (la panza) se había borrado y no tenía donde vivir ni comer...Por ahí aparece Coco, me pregunta qué me pasa, yo le cuento...¡y me agarra cariño! Empieza a prometerme cosas, y yo a mirarlo de reojo: "Te viá llevar a Buenos Aires pa que nazca el chico, ¿querés?", me dijo. "Allá tengo la casa de la finada mi vieja, que está cuidando mi hermano Ernestito: él te va a cuidar, vas a ver. Lo único que hay que hacer es rajar al tipo que está viviendo con él..." Yo no le creía nada, imagínese, pero no tenía más remedio que seguirle la corriente..."ESo si", me dijo, mirá si podés curarlo al Ernestito, ofrecele buena cama, que pa mi nunca tuvo. Pero si no tiene cura, tranquila: entregale el regalito que le dejo en el baúl..."
(ERNESTO abochornado y confundido, va hasta el baúl y lo abre. Queda mirando su interior unos segundos. Saca una percha con un vestido largo de fiesta de segundísima mano. Lo pone frente a sí y lo observa como imantado)
-¿Le gusta?...Coco dijo que a ustedes les encanta vestirse de mujeres...Yo le contesté: a todos no creo...
(ERNESTO se va vacilante hacia el dormitorio, caminando como un autómata, arrastrando el vestido, que cuelga de su mano)
-(Para sí) ¡Y le gustó, nomás!
(Toma la botella de whisky y con su vaso en mano se acomoda en el sillón, dispuesta a esperar pacientemente todo lo que sea necesario)
-¡Es adivino ese hombre!...
(Coloca la botella entre sus piernas, en el suelo, al estilo de la gente de campo y bebe un sorbo de whisky)



TELON

El caso de las petunias pisoteadas. Tennessee Williams.

El caso de las petunias pisoteadas.
Tennessee Williams.
Personajes
DOROTHY SIMPLE
AGENTE DE POLICÍA
MUCHACHO
SRA. DULL
Escena
La acción se desarrolla en una mercería llamada «Simple Notion Shop», atendida por
su propietaria la SRTA. DOROTHY SIMPLE, una muchacha de Nueva Inglaterra, de
veintiséis años, soltera, que tiene un físico muy atractivo, pero que ha parapetado su
casa y su corazón tras de una doble fila de petunias.
La ciudad es Primanproper, Massachusetts, situada dentro de la órbita cultural de
Bostón.
Cuando se levanta el telón son las primeras horas de la mañana. La SRTA. SIMPLE,
muy agitada por algún motivo, acaba de abrir su tiendecita. Se halla de pie junto a la
puerta abierta, inundada por los rayos del sol de primavera, pero su rostro expresa
pesar e indignación. Está llamando a un AGENTE DE POLICÍA que hay en la esquina.
DOROTHY: ¿Agente?... ¡Agente!
POLICÍA (Andando despacio hacia ella): ¿Dígame, señorita Simple?
DOROTHY: Quiero denunciar un caso de sabotaje deliberado y malicioso.
POLICÍA: ¿Sabotaje de qué, señorita Simple?
DOROTHY: ¡ De mis petunias!
POLICÍA: Bueno, bueno. ¿Qué quiere usted decir con eso?
DOROTHY: Exactamente lo que he dicho. Véalo usted mismo. Anoche esta casa estaba
rodeada de una hermosa doble fila de petunias de color rosado y malva. ¡Mírelas ahora!
Esta mañana al levantarme las encontré en este estado. ¡ Una por una pisoteadas,
deliberada y maliciosamente!
POLICÍA: ¡Caramba! ¡Bueno, bueno, bueno!DOROTHY: ¡ Con decir «bueno, bueno, bueno» no vamos a atrapar al culpable!
POLICÍA: ¿Qué quiere usted que haga, señorita Simple?
DOROTHY: Quiero que detenga usted a un maniaco petunicida que calza el número
once D.
POLICÍA: ¿Un once D?
DOROTHY: Sí, ese es el tamaño de las huellas que dejó en mis petunias. Acaba de
medirlas un dependiente de la zapatería.
POLICÍA: Es un pie bastante grande, señorita Simple, pero hay muchos hombres que
tienen los pies grandes.
DOROTHY: No en Primanproper. El señor Knowzit, el dependiente de la zapatería, me
aseguró que no hay un solo hombre en toda la ciudad que calce ese número. Supongo
que se da usted cuenta del peligro que representa permitir que este maníaco ande suelto.
¡En mi opinión, un hombre que pisotea una petunia es capaz igualmente de pegar a una
mujer indefensa o de dar puntapiés a un niño inocente!
POLICÍA: Haré cuanto pueda, señorita Simple. Hasta luego.
DOROTHY (Secamente): Sí. Adiós. (Cierra la puerta de golpe. Vuelve tras el
mostrador y tamborilea nerviosa con las uñas, esmaltadas de rosa pálido. El canario
gorgea tímidamente. Después ensaya un arpegio. DOROTHY, al canario.) ¡Oh, cállate!
(Después, arrepentida.) Perdóname, por favor. ¡Tengo los nervios destrozados! (Se
suena. La campanilla de la puerta tintinea al entrar un cliente. Es un MUCHACHO que
resulta exageradamente grande y de aspecto agresivo en el cubículo de la tiendecita,
cuyas paredes están forradas de un papel floreado.) ¡ Dios bendito, tenga cuidado, por
favor! Va usted a dar con la cabeza en la lámpara.
MUCHACHO (De buen humor): Lo siento, señorita Simple. Creo que es mejor que me
siente. (La frágil sillita se derrumba bajo su peso)
DOROTHY: ¡ El cielo nos valga! ¡ Parece usted tener una fuerza destructora! Ha hecho
trizas esa sillita antigua.
MUCHACHO: Perdone, señorita Simple.
DOROTHY: Le agradezco sus disculpas, pero eso no arreglará mi silla. ¿Deseaba usted
ver alguna cosa?
MUCHACHO: Quisiera ver ese par de calcetines color vino que tiene usted en el
escaparate.
DOROTHY: ¿Qué número usa usted?
MUCHACHO: Nunca lo recuerdo, pero en zapatos calzo el once D.DOROTHY (Con viveza): ¿Qué número dijo? ¿Once? ¿Once D?
MUCHACHO: Eso es, señorita Simple, once D.
DOROTHY: ¡Oh! ¿Sus zapatos tienen bastante barro, verdad?
MUCHACHO: Sí, señorita Simple, creo que sí.
DOROTHY: Llenos de barro. Parece como si la noche pasada hubiera usted pisado un
macizo de flores recién regado.
MUCHACHO: Pensándolo bien, eso es lo que hice.
DOROTHY: ¿Supongo que no ha oído usted hablar de esa horrible historia de las
petunias pisoteadas que ocurrió la noche pasada?
MUCHACHO: Algo he oído.
DOROTHY: ¿Se lo contó el policía de la esquina?
MUCHACHO: No, señorita; él, no.
DOROTHY: ¿Quién entonces? El es el único que sabe, excepto..., excepto... ¡el hombre
que lo hizo! (Pausa. El canario trina inquisitivamente.) ¡Usted..., usted..., usted es el
hombre que lo hizo!
MUCHACHO: Sí, señorita, yo soy.
DOROTHY: ¡ No trate de escapar!
MUCHACHO: No pienso hacerlo, señorita Simple.
DOROTHY: ¡No se mueva de donde está hasta que venga el policía!
MUCHACHO: ¿Va usted a llamar al policía?
DOROTHY: Claro que voy a llamarle. Dentro de un minuto. Antes quisiera saber por
qué lo hizo. ¿Por qué pisoteó mis petunias?
MUCHACHO: Muy bien. Se lo diré. ¡ Primero, porque usted había parapetado su casa
—y su corazón— tras esa absurda doble fila de petunias!
DOROTHY: ¿Parapetado? ¿Mi casa? ¿Mi corazón? ¿Tras ellas? Eso es ridículo. No
entiendo qué quiere usted decir.
MUCHACHO: Ya lo sé. Aparentemente son unas criaturas tan frágiles, tan delicadas,
esas petunias, pero tienen una resistencia terrible.
DOROTHY: ¿ Resistencia frente a qué, si me permite la pregunta?MUCHACHO: Frente a toda cosa grande o importante que pueda llegar a su casa. Nada
que sea grande o importante puede traspasar nunca una doble fila de petunias. Por eso
vive usted sola con su canario y está empezando a detestarlo.
DOROTHY: ¿Detestar a mi canario? ¡Le tengo un gran cariño!
MUCHACHO: En secreto, señorita Simple, quisiera usted que se atragantara con el
alpiste. Le detesta usted tanto como sin confesárselo detestaba las petunias.
DOROTHY: ¿Por qué iba yo, o usted, o cualquier otra persona, a detestar las petunias?
MUCHACHO: Nuestra animosidad y la acción que de ella resulta queda perfectamente
explicada en un poema que compuse yo una vez sobre el tema de las petunias... y flora
similar. ¿Le gustaría conocerlo?
DOROTHY: Supongo que sí, si viene al caso.
MUCHACHO: Viene muy al caso. Dice así:
(Música suave)
Con qué severidad miran las petunias
las cosas que no vienen en el libro,
pues estas encantadoras criaturas
jamás se salen de los moldes académicos.
Observan con mirada penetrante
los fenómenos que ocurren junto a ellas
y clasifican como bueno o malo
a la gigantesca ballena o al diminuto gorgojo.
Contemplan con profundo desdén
todo lo que es masculino u ordinario.
Enrojecen hasta sus tiernas raíces
cuando pasan los hombres con las botas de trabajo.
Todo lenguaje sincero les choca
y se estremecen al oír cantar al gallo.
Dicen, eso sí, que la diversión buena y honesta
es permisible para todos,
pero encuentran que hasta la gallina ciega
es un juego ruidoso y demasiado grosero
y... (Aparte.) ¡No del todo inocente!
¿Qué le parece?
DOROTHY: ¡ Injusto! ¡ Totalmente injusto!
MUCHACHO (Riendo): ¿Para las ordenadas petunias?
DOROTHY: Sí, y además no creo que nadie tenga derecho a imponer sus opiniones en
forma de huellas sobre las petunias ajenas.
MUCHACHO (Sacando un paquetito del bolsillo): Estoy dispuesto a ofrecer reparación.DOROTHY: ¿Con qué?
MUCHACHO: Con esto.
DOROTHY: ¿Y qué es eso?
MUCHACHO: Semillas.
DOROTHY: ¿Semillas de qué? ¿De rebelión?
MUCHACHO: No, de rosas silvestres.
DOROTHY: ¿Silvestres? ¡No podría usarlas!
MUCHACHO: ¿Por qué no, señorita Simple?
DOROTHY: Las flores son como los seres humanos. No se puede permitir que crezcan
salvajes. Es preciso...
MUCHACHO: ¿Regimentarlas? ¡Ah! Ya veo. Es usted una fascista hortícola.
DOROTHY (Con un sonido entrecortado de indignación) : ¡ Debo llamar al policía y
hablarle de esas petunias!
MUCHACHO: ¿Por qué no lo llama entonces?
DOROTHY: Únicamente porque lo confesó usted honradamente.
MUCHACHO: No es por eso, señorita Simple.
DOROTHY: ¿NO?
MUCHACHO: La verdadera razón es que está usted fascinada.
DOROTHY: ¿Que estoy fascinada? ¡Es el colmo!
MUCHACHO: Sí que lo está, señorita Simple. Pese a sus difuntas y no lloradas
petunias, está usted encantada, intrigada..., ¡asustada!
DOROTHY: ¡Es usted muy presuntuoso!
MUCHACHO: Ahora, si me lo permite, quisiera hacerle una pregunta.
DOROTHY: Puede usted hacerla. Pero yo puedo no contestarla.
MUCHACHO: La contestará si puede. Pero probablemente no podrá. La pregunta es
ésta: ¿Qué piensa usted de todo ello?
DOROTHY: No comprendo... ¿Qué es todo ello?MUCHACHO: El mundo, el universo y el lugar que usted ocupa en él. ¡ El maravilloso
accidente de vivir! (Música de fondo suave.) ¿Ha pensado usted alguna vez en el
número de muertos y hasta qué punto rebasa el de los vivos? Su superioridad numérica
es tan grande que no encontraría usted cifras lo bastante altas ni lo bastante bajas .para
representar esa proporción.
DOROTHY: Parece como si estuviera usted tratando de venderme algo.
MUCHACHO: Claro que sí. Espere y verá.
DOROTHY: Yo no compro...
MUCHACHO: ¡Por favor! ¡Un minuto de su inestimable tiempo!
DOROTHY: De acuerdo. Un minuto.
MUCHACHO: i Mire!
DOROTHY: ¿Qué he de mirar?
MUCHACHO: Esas pequeñas partículas de polvo en el rayo del sol de abril que pasa
por esa ventana.
DOROTHY: ¿Qué les pasa?
MUCHACHO: Piense un poco. Usted podría haber sido una de esas partículas en lugar
de ser quien es. Podía haber sido una cualquiera de esas partículas infinitesimales de
polvo. O una cualquiera de los millones y billones y trillones de partículas de materia
muda, inconsciente. Incapaz de hacer preguntas. Incapaz de dar respuestas. ¡Incapaz .de
hacer, pensar, sentir nada absolutamente! Pero en lugar de eso, mi querida amiga, en
virtud del más raro y más improbable de los azares, resulta que es usted lo que es. ¡La
señorita Dorothy Simple, de Bostón! Hermosa, humana, viva. Capaz de pensar, sentir y
obrar. Aquí viene la parte fundamental de mi pregunta. ¿Qué va usted a hacer, señorita
Simple?
DOROTHY (Que está un tanto conmovida, a pesar de sus petunias): ¡Dios bendito...
nos valga! ¡ Creí que había entrado usted aquí a comprar unos calcetines!
MUCHACHO: Sí, pero antes tengo que venderle algo.
DOROTHY: ¿Venderme qué?
MUCHACHO: Una maravillosa colección de artículos.
DOROTHY: He de verlos antes de firmar el pedido.
MUCHACHO: Eso es imposible. No puedo exponer mis muestras en esta tienda.
DOROTHY: ¿Por qué no?MUCHACHO: Son demasiado preciosas. Tiene que darme una cita.
DOROTHY (Batiéndose en retirada): Lo siento, pero no hablo de negocios fuera de
aquí.
MUCHACHO: Peor para usted. Bueno, peor para los dos. ¿Tal vez cambiará de
parecer?
DOROTHY: No lo creo.
MUCHACHO: De todos modos, aquí está mí tarjeta.
DOROTHY (Leyéndola, desconcertada): Vida, Sociedad Limitada.
(Levanta la vista lentamente)
MUCHACHO: Sí. Represento ese artículo.
DOROTHY: Ya. ¿Es usted un vendedor de revistas?
MUCHACHO: No, no se trata de material impreso.
DOROTHY: ¿Pero es material, al menos?
MUCHACHO: ¡ Oh, -sí!, y de enorme importancia además. Pero la gente lo desconoce.
Por ignorancia han comprado siempre sustitutivos baratos. Y últimamente ha aparecido
fuera del país una empresa rival, que se llama Muerte, Sociedad Ilimitada. Su producto
viene en un paquete con la etiqueta guerra. Nos están desplazando mediante nuevos
métodos agresivos de promoción de ventas. Y una de sus principales armas es la
excitación. ¿Por qué da tan buenos resultados ? ¡ Porque ustedes rodean sus casas y sus
corazones con hileras de cosas aburridas y triviales como son las petunias! ¡ Si
pudiéramos sustituirlas por rosas silvestres no habría guerras! ¡No, habría suficiente
excitación en el mundo sin necesidad de que hubiera guerras! Por eso hemos iniciado
esta campaña antipetunias, señorita Simple. ¡ Vida, Sociedad Limitada, ha llegado a la
conclusión de que tenemos que usar los mismos métodos agresivos que utiliza allá
Muerte, Sociedad Ilimitada! Hemos de demostrar a la gente que Vida, Sociedad
Limitada, puede eliminar la perniciosa trivialidad de todas las petunias del mundo de
una manera más limpia, permanente y total que Muerte, Sociedad Ilimitada. ¿Qué dice
usted ahora, señorita Simple? ¿No va usted a probar nuestro producto?
DOROTHY (Nerviosa): Bueno, verá usted, en realidad... yo hago todas mis compras en
Bostón y...
MUCHACHO: ¿Qué compra usted en Bostón?
DOROTHY: Véalo usted mismo. Mire mis existencias.
MUCHACHO (Examinando las estanterías): Dedales, 'hilos, labores femeninas, guantes
blancos...
DOROTHY: Artículos de mercería. Novedades. Adornos.MUCHACHO: ¿Adornos... de la existencia?
DOROTHY: Sí, eso es exactamente.
MUCHACHO: ¿Qué hace usted después de cerrar?
DOROTHY: Despacho una correspondencia considerable.
MUCHACHO: ¿Con quién?
DOROTHY: Con mayoristas de Bostón.
MUCHACHO: ¿Cómo termina sus cartas?
DOROTHY: «Atentamente», «Queda de usted segura servidora», «Le saluda
atentamente».
MUCHACHO: ¿Pero nunca con cariño?
DOROTHY: ¿Con cariño? ¿A las casas de Bostón?
MUCHACHO: Supongo que no. Creo que debería usted ampliar su correspondencia. Le
diré lo que vamos a hacer. ¡Nos vemos esta noche en la carretera número setenta y siete!
DOROTHY: ¡Oh, no! Tengo que despachar mi correspondencia.
MUCHACHO: Déjelo para otro día. Nos encontramos allí. Iremos a tomar unas
cervezas al Starlight Casino.
DOROTHY (Tratando de escapar por todos los medios): ¡Si yo no bebo!
MUCHACHO: Entonces, coma. Queso suizo con pan de centeno. No importa. Después
la llevaré a dar un paseo en un coche descapotado.
DOROTHY: ¿ Adonde?
MUCHACHO: A la colina de los Cipreses.
DOROTHY: Pero eso es el cementerio.
MUCHACHO: Ya lo sé.
DOROTHY: ¿Por qué allí?
MUCHACHO: Porque los muertos son los mejores consejeros.
DOROTHY: ¿Sobre qué aconsejan?
MUCHACHO: Sobre los problemas de la vida.DOROTHY: ¿Y qué consejos dan?
MUCHACHO: Sólo una palabra: ¡ Vivid!
DOROTHY: ¿Vivid?
MUCHACHO: ¡ Sí, vivid, vivid, vivid! ¡ Es todo lo que saben, es la única palabra que
queda en su vocabulario!
DOROTHY: No veo cómo...
MUCHACHO: Se lo diré. La muerte tiene una cosa buena en su favor. Es un espléndido
proceso de simplificación. Libera el corazón de toda inconsecuencia. Por ejemplo,
recorre el diccionario entero con un lápiz azul absolutamente implacable. Al final, lo
único que queda es una página, ¡y en esa página una sola palabra!
DOROTHY: ¿La palabra que se oye por las noches en la colina de los Cipreses?
MUCHACHO: ¡ La palabra que se oye por las noches en la colina de los Cipreses!
DOROTHY: Oh. ¡Oh, oh!
MUCHACHO: Pero nadie la oye hasta que me conoce a mí. Yo tengo un dispositivo
secreto patentado que la hace audible. Una cosa que nunca fabricó Du Pont. Pero que es
un invento maravilloso. Absolutamente ingrávido y transparente. Se ajusta en el interior
del oído. Sus amigos nunca sabrán que lo lleva puesto. Pero se lo garantizo: ¡oirá esa
palabra, que suena casi como el largo, dulce susurro de las hojas al moverse!
DOROTHY: ¿De las hojas?
MUCHACHO: i Sí, de las hojas de sauces o de cipreses, o de la hierba cuando sopla el
viento! Y después ya no será la misma, señorita Simple. ¡ No; habrá cambiado para
siempre!
DOROTHY: ¿En qué sentido?
MUCHACHO: ¡Vivirá, vivirá, vivirá!..., y no detrás de unas petunias. ¿Qué dice,
señorita Simple? ¿Dorothy? ¿Quedamos citados? ¿Esta noche a las ocho y media en la
carretera número setenta y siete?
DOROTHY: ¿En qué punto de la carretera número setenta y siete?
MUCHACHO: Junto al ciruelo silvestre. En el sitio en que el largo muro de piedra está
roto..., donde las raíces han quebrantado las rocas desmoronándolas.
DOROTHY: Parece tan lejos. Parece... un lugar incivilizado.
MUCHACHO: Es incivilizado, pero no está lejos.
DOROTHY: ¿Cómo podría llegar allí? ¿Qué medio de transporte hay?MUCHACHO: Pídale la bicicleta a su hermano pequeño.
DOROTHY: Esta noche es la reunión de los Scouts. No me la dejará.
MUCHACHO: Pues vaya andando, no le hará daño el paseo.
DOROTHY: ¿Cómo lo sabe? Pudiera ser. Yo soy de Bostón.
MUCHACHO: Óigame. Bostón es una actitud mental de la que debe emanciparse.
DOROTHY: No sin un tratamiento de choque con insulina.
MUCHACHO: ¡Basta de evasivas! ¿Vendrá o no?
DOROTHY: Tengo tanto que hacer. Tengo que devolver unos libros a la biblioteca
pública.
MUCHACHO: Por última vez, ¿vendrá o no?
DOROTHY: No puedo dar una respuesta concreta. i Yo soy de Bostón!
MUCHACHO: ¡Una referencia más a Bostón puede ser fatal! Bien, señorita Simple, ¡no
puedo esperar indefinidamente!
DOROTHY: Creo que... tal vez.
MUCHACHO: ¿ Cree usted que tal vez?
DOROTHY: Quiero decir que creo que iré.
MUCHACHO: ¿Cree que irá?
DOROTHY: Quiero decir que iré. ¡Iré!
MUCHACHO: Así está mejor. Hasta luego, Dorothy.
(Sonríe y sale cerrando la puerta)
DOROTHY: Adiós.
(Permanece con la mirada perdida por unos momentos. Entra la SRA. DULL)
SRA. DULL (Bruscamente): ¡Señorita Simple!
DOROTHY: ¡Oh, perdóneme! ¿Qué desea?
SRA. DULL: Quiero un par de calcetines color vino para mi marido.
DOROTHY: Lo siento de veras, pero el único par que tengo está reservado.
SRA. DULL: ¿Reservado para quién, señorita Simple?DOROTHY: Para un caballero que representa a esta casa.
(Enseñándole la tarjeta)
SRA. DULL: ¿Vida, Sociedad Limitada? ¡Hum! Nunca he oído hablar de ella.
DOROTHY: Ni yo tampoco, hasta ahora. Y mañana estará cerrada la tienda por
reformas.
SRA. DULL: ¿Qué clase de reformas, señorita Simple?
DOROTHY: Voy a derribar las cuatro paredes.
SRA. DULL: ¿Derribar... qué? ¡Increíble!
DOROTHY: Sí, con el fin de hacer sitio para nuevas mercancías. Cosas que nunca he
tenido hasta ahora.
SRA. DULL: ¿Qué clase de cosas? ¿Cosas embotelladas, señorita Simple, o en cajas?
DOROTHY: Ni lo uno ni lo otro, señora Dull.
SRA. DULL: Pues todo viene en botellas o en cajas.
DOROTHY: Todo, salvo lo que fabrica Vida, Sociedad Limitada.
SRA. DULL: ¿En qué viene, pues?
DOROTHY: Todavía no lo sé con seguridad, pero sospecho que es algo que no está
encerrado, algo libre, natural y abierto como el cielo... También voy a cambiar el
nombre de la tienda. ¡Ya no se va a llamar «Simple Notions», sino «Tremendous
Inspirations»!
SRA. DULL: ¡ Cielo santo! En tal caso puede estar segura de que dejaré de ser su
cliente.
DOROTHY: Me lo figuraba.
SRA. DULL: ¿Y no lo siente?
DOROTHY: Ni lo más mínimo. Creo que sus monedas me han producido una ligera
erupción. Además, hace usted ruido con la nariz. Debe usted sonarse. O mejor aún,
debería usted cortarse la nariz. Muchas veces me he preguntado cómo podría abrirse
paso su nariz entre la gente. (La SRA. DULL emite sonidos entrecortados, mira con
desesperación a su alrededor y sale apresuradamente.) ¡Olvida usíed sus comestibles,
señora Dull! (Los arroja por la puerta. Se oye un golpe y un grito agudo. Crece la
música.) ¿Agente? ¡Agente!
POLICÍA: ¿ Dijo usted del número once D, señorita Simple?DOROTHY: Olvídese de eso, ya está todo arreglado.
POLICÍA: ¿Por las buenas? ¿Amigablemente, quiere usted decir?
DOROTHY: Por las buenas y amigablemente. El saboteador ha reparado todos los
daños causados y yo retiro mi denuncia. Ahora lo que quiero que me diga es por dónde
se va a la carretera número setenta y siete.
POLICÍA: ¿La carretera número setenta y siete? Esa carretera está abandonada.
DOROTHY: No por mí. ¿Dónde está?
POLICÍA: ¡ Está en muy malas condiciones, cubierta de zarzas!
DOROTHY: ; No me importa! ¿Dónde está?
POLICÍA: Dicen que la lluvia ha desunido las piedras. También el viento se ha tomado
libertades con ella. ¡ Por la noche, la luna hace unas sombras tan desconcertantes que las
gentes se extravían, van a sitios peligrosos, hacen cosas escandalosas!
DOROTHY: ¿Cómo, por ejemplo?
POLICÍA: ¡Oh, acrobacias sin sentido, dan volteretas en el aire, cantan canciones
desconocidas, destilan en vino los vapores de la medianoche..., bailan danzas paganas!
DOROTHY: ¡Maravilloso! ¿Cómo se llega allí?
POLICÍA: ¡Le advierto, señorita Simple, que una vez que va usted allí ya no puede
volver a Primanproper!
DOROTHY: ¿Quién piensa en volver aquí? ¡Nunca ha habido nadie tan dispuesto a
expatriarse como lo estoy yo hoy! Lo único que quiero saber es dónde está, ¿al norte, al
sur, al este o al oeste de la ciudad?
POLICÍA: Eso es precisamente, señorita. En las cuatro direcciones.
DOROTHY: Entonces no creo que pueda perderme.
POLICÍA: Es difícil que se pierda, si quiere usted encontrarla. ¿No desea nada más?
DOROTHY: No, señor, eso es todo. Muchas gracias.
(Crece la música. DOROTHY dice suavemente.)
i Adiós para siempre!
TelónNo puedo imaginar el mañana.
Tennessee Williams- “El País del Dragón”.
Personajes: UNA
DOS
Una y Dos son, respectivamente, una mujer y un hombre, que se aproximan a la
mediana edad: el único amigo de Una es Dos y el de éste, aquélla. No hay paredes en el
escenario, que sólo contiene los muebles que la acción de la obra exige (un sofá, una
silla, otra silla en el descansillo de un tramo de escaleras, una mesa con una lámpara y
una mesa de cartas). Hay un quicio de puerta al fondo a la izquierda del escenario. La
iluminación de la obra es una suave luz azul de crepúsculo, con suaves focos ambarinos
que siguen a los actores. El sofá y las sillas estarán tapizados de satén, color pastel, qui-
zás rosa suave y turquesa. Junto a la silla que hay en el descansillo, puede haber un gran
jarrón con una palma o unos heléchos. La mujer. Una, está en el piso de abajo, cerca del
quicio, con los brazos separados como si abriese unas cortinas para mirar por la ventana.
Lleva un vestido blanco de satén con una mancha de vino. El hombre. Dos, aparece en
el quicio; la mujer retrocede y se tapa la cara con las manos. Dos alza un brazo y hace
como si llamase a la puerta. Esta acción se repite dos o tres veces antes de que la mujer
se acerque y haga el gesto de abrir la puerta.
UNA: Oh, eres tú.
Dos: Sí, soy yo.
UNA: Me lo suponía. (Hay un silencio extrañamente prolongado, durante el cual
ninguno de los dos se mueve.) Te has puesto tu traje color crema de helado. (Los dos se
ríen, embarazados.) Bueno, no te quedes ahí como si fueses un recadero sin ningún
recado que dar.
Dos: No me mandas pasar.
UNA: Vamos, baja... Entra.
Dos (entrando): Gracias. (Hay otra extraña pausa.) Cuando subía por el camino te vi en
la ventana, luego cerraste las cortinas.
UNA: ¿Qué hay de malo en ello?
Dos: Tuve que llamar varias veces para que... abrieras la puerta.
UNA : Sí, casi la echas abajo.
Dos: Me pregunto si...
UNA:¿Si qué?Dos: Si no querías... si no querías...
UNA: ¿Si no quería qué?
Dos: ...verme esta... esta tarde.
UNA : Te veo todos las tardes. No habría tardes sin tí, y sin la partida de cartas y las
noticias de la televisión.
Dos: Pero...
UNA: ¿La cosa no ha mejorado verdad?
Dos: ¿Qué?
UNA: Decía que no ha mejorado, tu dificultad para hablar.
Dos: Mejorará. Es algo... temporal.
UNA: ¿Estás seguro? Hace ya mucho tiempo que es temporal. ¿Cómo te las arreglas
para hablar a tus alumnos en el instituto? ¿o no les dices nada, sólo escribes cosas en
la pizarra?
Dos: No, yo...
UNA: ¿Qué?
Dos: He estado intentando decírtelo. Hace cinco días que no doy mis clases en el
instituto.
UNA: No me extraña. Me lo suponía. Suponía que tendrías que dejarlo. ¿Y ahora qué?
¿Algo o nada?
Dos: Siempre hay...
UNA: ¿Qué?
Dos: Siempre hay algo, mientras...
UNA: Si, mientras hay vida...
Dos: Hoy. Hoy fui.
UNA: ¿A la clínica?
Dos: Sí. Allí.
UNA: ¿Qué les dijiste? ¿Qué te dijeron?Dos: Sólo hablé con la chica, la...
UNA : ¿La recepcionista ?
Dos: Sí, me dio un papel, una...
UNA: Una solicitud, un
Dos: Cuestionario para...
UNA: ¿Llenar?
Dos: Yo... tenia que informarles de si...
UNA:¿Sí?
Dos: Había recibido antes tratamiento...
UNA ¿Psiquiátrico ?
Dos: Sí, o había estado... hospitalizado.
UNA: ¿Y tú?
Dos: Respondí no a ambas cosas.
UNA: ¿Sí?
Dos: No.
UNA (con impaciencia): Sí, ya sé, escribiste no.
Dos: Luego, la recepcionista me dijo...
UNA: ¿Qué te dijo?
Dos: Que no había plaza para mi ahora, de momento, pero... se me informaría en
cuanto... uno de los...
UNA: ¿Médicos?
Dos: Te... terapeutas pudiese... incluirme en su... programa.
UNA: ¿Le explicaste que eras profesor y que tu situación era desesperada porque no
podías dar tus clases?
Dos: Era sólo la recepcionista, así que... No le expliqué nada. Pero puse en el, el...
UNA: ¿Cuestionario?Dos: Que sólo había una persona con la que... podía aún hablar... un poco. Insistí en que
era desesperado y urgente.
(Hace una pausa. Abatido, se gira ligeramente.)
UNA (con tono amable): Con esta luz difusa podrías pasar por uno de tus alumnos, con
tu traje color mantecado, recién salido de la lavandería.
(Se separa de él.)
Dos: De camino para acá pasé delante de un prado, el prado de una casa, la casa estaba a
oscuras y el prado lleno de grullas blancas. Creo que había por lo menos veinte grullas
blancas por el prado.
UNA: ¡Ah,sí?
Dos: Al principio pensé que veía visiones.
UNA: Era una visión, veía grullas blancas.
Dos: Supongo que estaban emigrando hacia el sur.
UNA: Sí, y se detuvieron en el prado de la casa a obscuras, quizás para elegir un nuevo
guía porque el viaje, el de antes, elegía una dirección equivocada, estaba un poco
desorientado o perdía altura, ¿eh? Así que se pararon en el prado de la casa oscura para
cambiar sus planes de vuelo... O quizás sólo para sentir el fresco de la hierba al
oscurecer bajo sus pies antes de continuar su viaje.
Dos: Sólo queda a una manzana de aquí. ¿Te gustaría ir hasta allí y verlas?
UNA: No. Tu descripción de ellas es suficiente, pero si quisieses volver y echarles otra
mirada, hazlo, vete. Creo que con ese traje blanco tan encantador te aceptarían.
Dos: ¿No vino hoy la muchacha?
UNA: Vino pero no pudo entrar, la puerta estaba cerrada.
Dos: ¿Por qué?
UNA: No quería que anduviesen trajinando por la casa. Llamó, dio voces y golpes en la
puerta y finalmente desistió y... se fue...
Dos: Todo está como estaba ayer al atardecer. Las cartas aún están sobre la mesa. Tú
aún tienes puesto ese vestido blanco con la mancha de vino...
UNA: Llevo aquí desde anoche. No he subido arriba. Acabé el vino y dormí en el sofá.
Oh. Y esta noche no ceno. No habrá cena para mí. Entré en la cocina y abrí la ne-
vera, pero la visión y el olor de su contenido me hizo sentirme enferma. Así que vete a
la cocina y hazte tú mismo un bocadillo o lo que quieras mientras yo prepa-
ro las cartas.Dos: Haré algo para los dos.
UNA: ¡No, sólo para tí! ¿Me oyes? Y cómelo fuera de aquí, en la cocina. (El sale de la
zona iluminada. Ella camina hasta la ventana y separa las manos como si abriese unas
cortinas). País Dragón, el país del dolor, un país inhabitable que sin embargo, está
habitado. Todos cruzan a través de este país inmenso y desolado por sus propios
senderos independientes, todos lo cruzan solos. Si los habitantes, los exploradores del
País Dragón, mirasen a su alrededor, verían otros exploradores, pero en este país de
soportado pero insoportable dolor cada cual está tan absorbido, sordo y cegado por su
propio viaje, que no ve ni busca a los que se arrastran cruzándose con él. Se sube loma
arriba, hacia los montes, el sendero es muy empinado, lleva a la cima de las Sierras
peladas... No cruzaré este país donde no hay ninguna posibilidad ya. Me detendré en la
linde de las Sierras, me negaré a seguir... Una vez leí una historia de una vieja
esquimal que sabía que su tiempo había concluido y pidió que la llevasen lejos de su
casa familiar, del iglú, y que la depositasen sola en un bloque de hielo desprendido del
resto, para poder ir a la deriva, separada... de... todo... (Vuelve Dos con un plato de
emparedados.) ¡Vete, vete, llévate eso o te echaré de aquí!
Dos: ¿Es que...?
UNA: ¡Sí, ya te lo he dicho!
Dos: Si tú no quieres comer, yo tampoco comeré. No tengo hambre esta noche.
UNA: ¡Yo no puedo!
Dos: ¿Qué?
UNA: Jugar a las cartas. No soy capaz. No puedo. Lo siento, perdóname, no puedo.
Dos:... Yo creo que tú...
UNA: ¿Qué?
Dos:... quieres que me vaya...
UNA: ¿Adonde, adonde ibas a ir?
Dos: Podría... ir a mi habitación.
UNA: Pero si dices que no tienes aire acondicionado, que no tienes televisión, que es
demasiado pequeña y que te sientes ahogado allí.
Dos (con tristeza): Hay un aparato de televisión en el salón del hotel.
UNA: Me has dicho que no puedes soportar el salón del hotel, que está lleno de viejas
agonizantes que se congregan alrededor de la televisión como si sorbiesen la sangre y el
oxigeno de ella. Ese salón del hotel, sólo el pasar por él se te pega su atmósfera y vienesaquí con ella, la traes contigo, llegas como un perro enfermo después de pasar por ese
salón, está en tus ojos, en tu voz, en tus, tus... ademanes. Cuando llamas y te abro la
puerta, tienes un aspecto tan asustado y enfermizo que das la sensación de que estás
pensando que te voy a dar con la puerta en las narices. ¡Mi pobre y querido amigo! (Le
coge de pronto suspirando.) ¡No tengo ya fuerzas para intentar empujarte a que intentes
salvarte de tu paralizadora depresión! ¿Por qué no abandonas ese aire de niñito perdido
entrado en años? ¡Se me hace tan difícil hablar honradamente contigo! (Inspira
profunda mente y le aparta de sí, dando ¡a espalda a la mesa.) Todas las tardes tienes
una expresión culpable y asustada. Siempre digo, «ah, eres tú», y tú siempre dices, «sí,
soy yo». Y luego pones esa sonrisita dolorida, falsa, enfermiza, pestañeas, con las
manos metidas a los bolsillos. Tú das clase, pero nunca has dejado la escuela, aún es-
tás en la primaria de la enseñanza elemental, o incluso en el parvulario. Ah, eres tú, sí,
soy yo. Dios mío, ¿no puede haber otro saludo entre nosotros? Seria mejor que
simplemente entrases y te sentases a comer y luego sacásemos las cartas o
encendiésemos la televisión. Pero no, tenemos que repetir el ritual, ah, eres tú, y, si, soy
yo, y no decimos casi nada más, al menos nada más que merezca la pena decirse. Me
fuerzo a mi misma a proseguir una especie de monólogo, con unas cuantas intejecciones
por tu parte como «uummm», o «mmmmm» «ejemmmm». Y te digo cosas que te he
dicho tantas veces ya que me da vergüenza repetirlas. Pero no tengo más remedio que
hacerlo, porque si no, no haríamos más que sentarnos aquí juntos en un insoportable
silencio, si, un silencio intolerable. Si, y en verano, tú dices, «se está fresco y bien aquí»
y en invierno «se está caliente y bien aquí». Oh, Dios mió. Dios mío... (le coge de los
hombros, aprieta su cabeza un instante sobre la espalda de él: luego le aparta de sí).
Dos: Nunca me resultó fácil...
UNA .-¿Hablar?
Dos: Hasta donde puedo recordar, siempre me resultó difícil.
UNA: ¿Hablar?
Dos:... Poner en palabras lo que pienso y siento.
UNA: ¿E incluso mirar a otra persona a los ojos?
Dos:... Sí. Mirar a otra persona a los ojos, también eso.
UNA: Siempre miras un poco de lado, con una expresión culpable. ¿Qué te hace sentirte
culpable? ¿Sólo el estar vivo?
Dos:... Yo...
UNA:...¿Tú?
Dos:... no sé realmente.
UNA: Coge este trozo de papel y este lápiz y escríbeme lo primero que se te venga a la
cabeza. Rápido. No te pares a pensar. (Dos garrapatea algo en el papel.) Bueno.Déjame ver lo que escribiste. «Te amo y tengo miedo».... ¿De qué tienes miedo?
Rápido, escríbelo. (El escribe otra vez en el papel. Ella se lo arrebata.) «Cambio».... ¿Te
refieres a cambios en tí mismo o en mí o a cambios en circunstancias que afectan a
nuestras vidas. Rápido, escríbelo, no pienses. (El escribe de nuevo.) «A las tres cosas. A
todo».... Si, bueno, lo sabia desde el principio. Ahora lo haré yo; escribiré lo primero
que me venga a la cabeza. Lápiz. ¡Rápido! (Escribe con rapidez en la hoja de papel y la
empuja hacia él por encima de la mesa.) Léelo, léelo en voz alta.
Dos (leyendo en voz alta): «Si no existiese algo llamado tiempo, el paso del tiempo en
el mundo en que vivimos, podríamos contar con que las cosas permaneciesen iguales, el
tiempo vive con nosotros en el mundo y tiene una gran escoba y nos barre del camino,
admitámoslo o no».
UNA: ¿Bueno? ¿Por qué no dices algo?... ¿Nada? Coge lápiz y papel, escribe cualquier
cosa, rápido, algo, no te pares a pensar. (El escribe.) «Te amo y tengo miedo».... Eso fue
con lo que empezamos.
Dos: Dijiste que no me parase a pensar.
(Ella se aproxima para acariciarle la cara por encima de la mesa. El retiene la mano de
ella y la aprieta contra su boca y luego rodea la mesa para besarla. Ella aprieta la ca-
beza de él contra la suya un instante, luego le aleja de sí.)
UNA: Siéntate otra vez donde estabas. No hay modo de volver atrás, créeme. (El oculta
la cara entre las manos.)... ¿Lloras? (El mueve la cabeza.) No te dejes torturar...
¿Comiste en la cocina? ¿No?... Entonces, párate en el bar de vuelta a esa funeraria de
hotel y tómate un emparedado o algo así. Podría ser una buena oportunidad para tí,
mejor que nada. La gente de cuando en cuando necesita pequeños cambios, y tienen que
hacerlos o aceptarlos. Yo sé que algunas personas tienen pánico de los cambios, se
aterran a las rutinas repetidas. Creo que eso les da una sensación de estar protegidas.
Pero la repetición no proporciona seguridad, sólo da una sensación de seguridad. No
puede confiarse en eso. Uno puede caminar por una calle todos los día y sentir-
se seguro en aquella calle, y luego un día la calle se hunde bajo sus pies y el cielo se
vuelve negro.
Dos:... Tenemos que,.:.
UNA: ¿Tenemos que qué?
Dos:... intentar no...
UNA: ¿Qué?
Dos:... pensar sobre eso. No...
UNA .-¿Qué?
Dos:... ayuda a...
UNA: ¿Qué?Dos:... pensar sobre eso, es mejor...
UNA: ¿Qué?
Dos:... sentirse...
UNA: ¿Qué?
Dos:... protegido, aunque...
UNA: ¿Qué?
Dos:... no pueda confiarse en...
UNA: ¿Qué?
Dos:... el sentimiento.
UNA: Completaste una frase. No te resultó fácil, pero lo conseguiste. Ahora dame un
vaso de agua para mis gotas, por favor. (Dos pasa de la mesa de cartas a la zona oscura.)
Dos (para sí mismo): No puedo imaginar el día de mañana. (Vuelve con un vaso de
agua.)... ¿Quieres que eche las gotas en el agua?
UNA: Sí. Te lo agradezco.
Dos: En el frasco dice que cinco gotas.
UNA : Esta noche habrán de ser más.
Dos: ¿Estás...
UNA: ¿Qué?
Dos:... segura?
UNA: Dame el vaso y el frasco, lo haré yo misma. (Dos cuenta las gotas en voz alta.
Una sigue. El coge el frasco que le da ella y lo coloca en la mesa fuera de la zona
iluminada.) Está bien, tráelo, siéntate. (El vuelve a la mesa de cartas.) Voy a contarte
una historia. (Bebe el vaso de agua mientras habla.)... Es sobre un hombre pequeño.
Bueno... ¿Es que no vas a sentarte? (El se sienta a la mesa.)... Un hombrecito fue a la
casa de la Muerte y el guardia uniformado de la puerta le preguntó qué quería. El dijo
que quería la Muerte. El guardián dijo, es una petición muy grande para un hombrecito
como tú. El hombrecito dijo que sí, que él sabía que era una petición muy grande, pero
que era lo que él quería. El guardián le pidió la documentación. El único documento
que tenía era su certificado de nacimiento. El guardián miró la fecha de nacimiento y
dijo: demasiado pronto, has venido demasiado pronto, baja otra vez la montaña
y no subas aquí en veinte años. El hombrecito comenzó a llorar. Dijo: Si no me deja
entrar hasta dentro de veinte años, me pasaré los veinte años junto a esta puerta, nopuedo volver a bajar la montaña. Allá abajo no hay sitio para mí. No tengo a nadie a
quien visitar por las tardes. No tengo a nadie con quien hablar, ni con quien jugar a las
cartas, no tengo a nadie, a nadie. Pero el guardián se fue, volvió la espalda al
hombrecito y se fue, y el hombrecito, que tenia miedo a hablar, comenzó a gritar.
Gritaba muy fuerte para ser un hombrecito, y la Muerte le oyó y salió ella misma a ver
qué era lo que pasaba. El guardián dijo que el hombrecito que estaba a la puerta había
llegado con veinte años de adelanto, y que no quería volver a bajar la montaña, y la
Muerte dijo: Sí, ya entiendo, pero en algunos casos, especialmente cuando se ponen a
gritar a la puerta de este modo, se les puede dejar que entren antes, asi que déjale, y que-
haya paz. ¿Bueno? ¿Qué te parece la historia?
Dos: Es, bueno...
UNA: ¿Es bueno qué?
Dos: ¿Inventaste tú la historia?
UNA: No. Fuiste tú. Hace mucho tiempo que estás inventándola. Es hora ya de enviarla
para que la publiquen. ¿No te parece?
Dos: Yo, bueno...
UNA: ¿Yo bueno qué?
Dos: Dejemos...
UNA : Dejemos qué.
Dos: Esta noche tú.
UNA: ¿Esta noche yo qué?
Dos:... no pareces...
UNA: ¿Qué?
Dos:... tan bien como...
UNA: ¿Tan bien como qué?
Dos:... no tan bien como, no tan bien como... (se levanta con un gemido torturado y
suave.)
UNA: Sí. Ya sé. Ya sé. No comiste nada, ¿verdad? No. Debes pararte en el bar al volver
a casa y comer algo. Sirven toda clase de cosas allí y es un sitio popular. Podrías incluso
entablar una relación con alguien que estuviera comiendo allí. Cuando yo voy a comprar
mis medicinas, siempre veo a varias personas comiendo. Y las oigo hablar entre si.
Parecen conocerse. Es más fácil establecer relaciones con alguien en un bar que en la
mesa de un restaurante, porque te sientes más próximo y las mesas de los restaurantes
están separadas. Yo creo que es importante para tí hacer nuevas relaciones. Porque esposible que alguna tarde yo no te oiga cuando llames a la puerta. Podría estar arriba y no
querer bajar o no sentirme capaz de bajar hasta la puerta cuando tú llames, y en ese...
(Ella cierra los ojos y aprieta los dientes en un espasmo de dolor...)... En ese... posible...
caso... tendrías que... tener... otras... amistades... a las que acudir, en ese caso, si llega.
Dos: Creo que aún te duele. ¿Verdad que sí?
UNA: Si me duele o no, es mi dolor, no el tuyo, y tengo derecho a no hablar sobre él,
¿no te parece? Yo creo que una persona que padece un dolor ha de tener derecho a
guardarlo para sí. Pero prueba esta noche lo del bar y no entres allí con cara larga, entra
con actitud alegre y siéntate junto a alguien que de la sensación de tener aire
extrovertido. Di algo primero, no esperes a que los demás te digan algo, porque podrían
no hacerlo. Sé que odias hablar, pero a veces hay que hacer cosas que resultan difíciles,
así que entra allí y siéntate en el bar y toma un batido de leche y habla, charla, abre la
boca aunque sólo sea para decir que oíste anoche a un buho imitando tu voz en una
palmera. Por supuesto no te creerán, pero eso podría llevar a una conversación inte-
resante.
Dos: Creo que lo que quieres decir es...
UNA: Lo que quiero decir es... que las cosas tienen que cambiar en la vida.
Dos: Los cambios no tienen que ser súbitos.
UNA: Los cambios resultan mucho más fáciles de aceptar cuando uno está preparado
para ellos. Por eso te mencioné el bar.
Dos: En el bar hay mucha luz y mucho ruido, y yo nunca lograría entablar amistad con
nadie en un lugar con tanta luz y tanto ruido, no sabría cómo y no querría intentarlo.
UNA : Hasta hace un año...
Dos: ¿Qué?
UNA: ¿Qué te decía? Oh. Hasta hace un año.
Dos: ¿Qué?
UNA: Es igual. Dijese lo que dijese se me ha ido de la cabeza.
Dos(tras una pausa): ¿Quieres que me vaya ahora ?
UNA: Irse es un modo de decir morirse. (Se levanta.) He cambiado mis planes de esta
noche. Al final me iré arriba. Aún puedo subir las escaleras si lo hago con calma
y me apoyo en la barandilla. Puedo subir hasta el descansillo y pararme allí un rato y
luego subir el resto. En cuanto a ti, no olvides mi consejo de hacerte algún nuevo amigo.
Si no es en ese bar, puede ser en otro. Tú dile algo a alguien. Ese es mi consejo, aunque
ya veo que va a ser inútil.Dos: Un conocido no es un amigo.
UNA: ¿Quién es un amigo? Déjalo. Pero come algo en el bar de camino.
Dos: ¿Quieres que te ayude a subir antes...
UNA: Últimamente he estado durmiendo aqui en el sofá. Las escaleras se me han hecho
mucho más inclinadas. Pero esta noche creo que las subiré. Subiré hasta el descansillo
primero, y luego esperaré allí un rato antes de continuar. Hay una silla muy cómoda en
el descansillo y puedo sentarme en ella hasta que me sienta con fuerzas para subir el
segundo tramo. (Sube tres o cuatro escalones hasta una plataforma donde hay una silla.)
Sí, puedo descansar aquí un rato.
Dos: Me quedaré hasta que llegues al dormitorio. Luego me iré.
UNA: No, no esperes. Vete ahora. Me gusta hablar sola un rato antes de dormir.
Dos: No debes dormir en el descansillo. No puedes dormir ahí.
UNA : ¡Haré lo que me de la gana!
Dos: Lo siento, yo... m quería decirte lo que tú...
UNA: Vete, márchate ya. Y echa el cierre en la puerta.
Dos: El cierre está por dentro.
UNA: Oh. ... Sí. Tienes razón. Eso cambia un poco mis planes, si, tendré que echarlo yo
misma.
Dos: No creo que deba dejarte sola aquí de noche.
UNA: Esa es tu opinión, no la mia. Buenas noches. Vete, márchate ya, esta velada ha
sido para mí un gran esfuerzo.
Dos: Yo... lo lamento, yo... tengo la sensación de que ya no sientes nada de lo que
sentías por mí...
UNA: Eso no es cierto. No te hubiese dejado entrar esta noche en casa si no te amase
ya. Te amaba y aún te amo. Pero nos hemos ido a países distintos, tú has en-
trado en un extraño país y yo en otro.
Dos: ¿Podría quedarme en el sofá?
UNA: No, no, lo siento, no. Tienes que irte, ahora.
Dos: Tú eres...
UNA: ¿Soy qué?Dos: ...mi vida... toda mi vida... no hay nada más en ella. Iré a la clínica, volveré al
instituto, haré...
UNA: No me hagas las cosas tan difíciles.
Dos: ¡Por favor! pójame quedarme en el sofá!
UNA: ¡No!
Dos: Pero...
UNA: ¡No, dije que no! ¡Abre la puerta, vete!
Dos: Cuando vuelva mañana, me...
UNA: ¿Qué?
Dos: ¿Dejarás entrar?
UNA: Si te vas ahora, sí, pero si...
Dos: Me iré ahora. (Abre la puerta.) El aire está... El cielo está...
UNA: ¿Cómo está?
Dos: ...extrañamente luminoso esta noche. Como la superficie de un agua clara y poco
profunda, como, como...
UNA: Los gallos cantarán toda la noche porque creerán que está a punto de amanecer.
Buenas noches. Que el paseo de vuelta sea agradable. Quizás estén aún las grullas
blancas en el prado junto al que pasaste al venir. Que descanses bien. No dudes nunca
de que me preocupo por tí, pero recuerda que estamos en países distintos. (El cierra la
puerta silenciosamente por dentro, y vuelve hasta el sofá.)
UNA: (para sí misma): Se ha ido... Mejor sola. Es duro porque él sólo me tiene a mi y
yo sólo le tengo a él, pero en el País Dragón, uno deja tras si a su último amigo y
continúa solo... Oh... la puerta... No está trancada... Será mejor que baje y la tranque,
porque si no mañana la criada entrará. ¡Arriba, arriba, arriba he dicho! (Se levanta con
gran dificultad y baja las escaleras apoyándose en la barandilla. No ve a Dos en la mesa
de cartas. Va hasta la puerta y la tranca. Luego se acerca al marco de ventana y mira al
exterior. Dos alza una carta como para escudar su rostro tras ella. Una se vuelve y le
ve en el sofá.) Oh... Te quedaste, no te fuiste... No puedo imaginar mañana... Ayúdame
a subir las escaleras, ayúdame'por favor a llegar a la silla del rellano. (El la coge cuando
parece a punto de desplomarse y la ayuda a subir hasta el rellano.) Déjame descansar
aquí, por favor. Continuaré hasta mi dormitorio dentro de un rato, aunque tenga que
subir arrastrándome el resto de las escaleras...
Dos: Déjame que te ayude a subir ahora.UNA: No. Déjame aquí. Basta. Imposible... continuar... ahora. (Se sienta en la silla del
rellano.) Ahora. Baja otra vez.
Dos: Déjame...
UNA: ¡No, no, baja, baja, baja!
Dos: ... Yo... tú...
UNA: Lo siento. He de estar sola aquí. (Dos vuelve a la mesa de cartas.) Si me
despierto y bajo las escaleras mañana, no me sorprenderá encontrarte aún aquí. Creo
que siempre has deseado estar en mi casa. Bueno, esta es tu oportunidad, así que
instálate tú mismo. Sabes donde está todo: la televisión, las bebidas, la nevera, el
dormitorio de abajo y el cuarto de baño. Te dejo con todas estas delicias. Voy a
quedarme dormida en un minuto. Supongo que aún es posible que mañana te recu-
peres y reanudes tus clases. No apostaría por ello, sin embargo. De todas formas es
probable que te hayan reemplazado en la Júnior High School. Probablemente
te hayan expulsado como a un estudiante incorregible. No tienen que molestarse en
notificártelo, o no te habrás atrevido a descolgar el teléfono si te llamaron al fúnebre
hotel. ¿No has deseado siempre trasladarte aquí? Has manifestado siempre tantas
alabanzas a esta casa cuando vienes por las tardes desde el fúnebre hotel
en que vives. Siempre me dices lo agradable que es todo, la calefacción en el invierno,
la refrigeración en el verano, las palmeras del jardín, incluso el cielo, como si también
perteneciera a la casa. De acuerdo, ahora si quieres puedes quedarte aquí. No te
interpondrás en mi camino, yo no me interpondré en el tuyo. Después de un par de días,
apenas nos fijaremos el uno en el otro. Podría ser como hablar cada uno consigo mismo,
o escuchar a un pájaro o a un grillo que canten afuera. Sin duda tienes la oportunidad de
regresar a esa funeraria llamada hotel, pero existe un plazo limitado, un breve plazo para
que te acepten allí en tus actuales circunstancias. Probablemente ya sabrán que te has
quedadosin trabajo. Bueno, esas cosas suelen sucederle a la gente, a todos sin
excepciones, el plazo concluye, se les echa encima y les deja en seco... (Hay una pausa.
Dos recoge las cartas, las coloca en el estuche. Luego, Una continúa.) Si duermo bien
esta noche, mañana estaré mejor, y si estás aún aquí, iremos al mercado en coche, o
cogeremos un taxi, y llenaremos la nevera para ti, y luego pasaremos por tu hotel y
recogeremos tus cosas y te borrarás de esa horrible funeraria. ¿Y después? No puedo
pensar. Quizás no sea necesario pensar lo que vendrá después de eso. Eso queda muy
lejos para pensar y planear el futuro. Asi que instálate. Toma un trago en el porche,
disfruta del cielo y el mar que pertenecen a la casa. Ahora me voy arriba. (Pero se
recuesta en la silla.)... Todavía no. Continuar subiendo es como escalar un pico en los
Alpes.
Dos: Quédate abajo un poco más.
UNA: Está bien, sólo un poquito más.
Dos (suavemente, tras una pausa): ¿Te has dormido ya? ¿Te has dormido ya ?
UNA: ... No puedo imaginar mañana...
TELÓN