27/3/15

“El juego de las palomas” de Sonia Daniel

“El juego de las palomas”
de Sonia Daniel



1Había planeado irse de la ciudad.
Ramona Viviana Moreno posiblemente soñaba con otra vida.
Lejos de los dolores de cabeza que ocasionaba a su familia
y de las comisarías en las que era bastante conocida.
Pero despechado, el hombre que vivía de sus encantos
(o un antiguo novio abandonado, según la versión),
la estrangulo y arrojo con sus sueños al fondo de un barranco
del entonces descampado Barrio Guemes.
Ajena al mundo de los proxenetas, mentiras y pasiones marginales
que su muerte puso al descubierto,
la gente la coloco del lado de los buenos y la hizo santa.
Para los cordobeses que cuarenta años
después visitan su tumba del Cementerio San Vicente
- donde a cambio de estampitas
su hermana Dalmira recoge una míseras monedas-
“La Ramonita” sigue haciendo milagros.
M.Ambort
Córdoba, historias de amor, de locura, de muerte



2“El Juego de las Palomas”
de Sonia Daniel
ESCENA 1
Suena “La Pájara Pinta”con ritmo circense Vemos al Señor DS. Es un presentador de circo con
galera y levita. Usa una corneta a modo de megáfono. Esta ubicado a altura, como un volatinero,
busca hacer equilibrio mientras recita sus textos. Es iluminado por un seguidor. Una pista al
centro se ve coronada por una rosa de los vientos
Señor DS: "Pasen y vean este increíble Gabinete de Curiosidades, en el cual podemos encontrar
desde la huella de un Gigante, hasta un hombre pez disecado o una escama del monstruo del Lago
y mil fenómenos más."
¡Si señores! Bienvenidos a esta Espectacular Muestra. Una vez más, abrimos a ustedes, las puertas
de esta Feria de Pasiones. Exhibición de Vanidades. Exposición de Sueños, Deseos e Inmoralidades
(Pausa) Los hechos que aquí les mostraremos están teñidos de una extraña realidad, han
sucedido, aunque nunca sabremos con certeza: “el como” y “el porque”.
Por lateral ingresa una jovencita. Tiene puesto un vestidito claro con pequeñas florcitas marrones
y verdes, zapatitos con zoquetes y una valijita
Señor DS: (Señalándola) Es ella nuestra principal atracción. Mírenla...Se encuentra aun, en la
mas tierna edad. (Dando tono de presentación) Presenciaremos como primera atracción de esta
velada, un numero sugestivo: “La Transformación”.
Dos payasos ingresan al centro de la pista una banqueta alta, tras ellos entra La Madre. Los
payasos retiran de las manos de la niña su valijita. Ramonita se para en la banqueta en delicado
equilibrio. Asoman de las comisuras de su boca un hilo verde,la Madre cose el ruedo del vestidito
3y realiza los últimos retoques. Tararea en baja voz una melodía. Ramonita, la jovencita, lanza un
sonoro suspiro. La Madre se detiene un instante, recoge del piso unas alfileres que prende en su
ropa, se pincha un dedo, lanza un gritito sordo, observa que le sale una gotita de sangre. Se chupa
el dedo y continúa cosiendo.
Ramonita: (Gesticulando) Hmmm Hmmm (ansiosa) Hmmm (señala el hilo que cuelga de su
boca) HHHmmmm..... (Retira el hilo y lo balancea graciosa y desafiante) ¿Ves?...no me quedo
muda.
La Madre le hace un gesto de silencio apoyando el índice sobre su boca
Ramonita: ¡No me quedo muda!!!!
Madre: No te quedas muda, porque justo, justo, termino de coser. (Da un tirón al hilo del ruedo
del vestidito. Ramonita intenta sentarse en el banco) ¡Quedate quieta chinita!!! (Se aleja un poco y
la mira. Toma el vestido de ambas puntas y lo estira) Ya esta, podes bajar.
(Pausa) La mujer que no cierra la boca al ser cosida, estará condenada a hacerlo por el resto de su
vida.
Ramonita se sienta en el banco y comienza con sus dedos a contar mentalmente las flores del
vestido. Tararea la canción. La Madre trae un cepillo y un espejo de mano Ramonita lo toma, se
mira mientras su Madre le cepilla el pelo.
Ramonita: Quisiera tener el cabello rubio y la piel clara como de cera.
Madre: Somos como somos, y eso no se cambia Ramonita.
Ramonita: Podría lavarme con agua de manzanilla
Madre: Y desteñir tan bonita negrura... (Acaricia el pelo de Ramonita mientras lo cepilla)
Conformate, tenes un cabello suave, brilla...Si puedo verme en tu cabello, como vos en el espejo.
Ramonita suspira sonoramente
Ramonita: Solo espero que el que me tenga que querer, me quiera así (se mira al espejo) Podría
echarme polvo en la cara. Eso no hace daño.
Madre: Te hace parecer muerta
Ramonita: (fastidiada) ¡Oyyyy!!!!!
4La Madre saca del bolsillo de su delantal un frasquito pequeño se lo entrega a Ramona
Madre: Es carmín, ponete en los labios. (Sonríe)
Ramona abre el frasquito, pasa la yema de su dedo índice por la crema roja, frunce su boca y se
pinta los labios torpemente. La madre toma el frasco y realiza la misma acción, Abre bien grande
su boca y estira los labios al pasarse el carmín. Ramonita la imita. Ambas se observan. Sonríen.
Fruncen sus labios que juntan en un suave beso
Ramonita salta del banco. Tararea.
La madre guarda los elementos
Ramona se sienta bruscamente en el piso, se levanta la falda y abre las piernas. Coloca su mano
en su sexo. La saca. Se observa. Estira la mano para mostrarla a su madre. Esta ensangrentada.
Podemos ver por sus piernas entreabiertas la mancha roja en su ropa interior
Apagón
ESCENA 2
Señor DS: No les exigiré que coronen con un aplauso el prodigio que acaban de ver. Una pirueta
de la naturaleza convertida en atracción... morbosa. Muchos espectáculos brindan números
similares. Puede que sus expectativas se vean...ciertamente....defraudadas. Sin embargo, les ruego,
les imploro, que no se muevan de sus asientos. Permítanme exhibirles un nuevo número de esta
Feria. Mostraremos sobre esta pista llamativas habilidades para el amor fraternal...
Música
Los acomodadores de pista transforman la escena. Traen y distribuyen los elementos que se
usaran. También guían a Ramonita y a su Madre hasta sus posiciones de inicio para la acción.
En un fuenton la Madre lava ropa sobre una vieja tabla de lavar. Ramona esta junto a ella,
sentada. Juega con la espuma producto del lavado.
5Madre: Y así fue como cerca de las siete de la tarde, el padre entro en la habitación y todo fue
espanto. La señorita no tenia más de veinte años, estaba tirada en la cama como dormida, en su cara
había un gesto de satisfacción que había congelado la muerte.
Ramonita: ¿Y el?
Madre: Y el estaba allí, a lado de ella, tendido en la cama con un disparo en el medio del pecho y
una cartita metida entre los dedos de la mano que estaba muy apretada. Para sacar la carta tuvieron
que hacer mucha fuerza porque el cuerpo muerto había entrado en rigor.
Ramonita: ¿Qué decía la carta?
Madre: “Me mato. Firmada Carlos”. Yo lo se porque servia allí. Estaba como criada de esa familia
tan rica. Tenía 12 años. Los dos disparos se escucharon claritos y retumbaron en toda la casa. Me
escabullí entre la gente. En medio del revuelo ni cuenta se dieron que estaba ahí. Los recuerdo
como dos muertos felices, es raro ahora que lo pienso.
Ramonita: ¿Por qué lo hicieron mama?
Madre: Por quererse mucho. La niña Maria Hayde era una pequeña reina. A veces me llamaba
para que le cepillara el pelo. Yo sentía su llanto cortito y suave mientras leía esas cartas que el le
enviaba. A veces las lagrimas corrían la tinta de la hoja y le manchaban los dedos y el vestido. Yo
hubiera querido leer. Ella sabía que yo no podía, que nunca supe leer y que me iba a quedar
calladita como una tapia ante su llanto. Nunca dije nada, en esas tardes solo le cepillaba el pelo
negro como carbón, como si la estuviera acariciando. Cabello negro y brillante como el tuyo, mi
bonita. (Abraza a Ramonita. Juegan. La salpica con agua y jabón. La seca amorosamente con su
delantal)
Ramonita: ¿Se murieron de amor?
Madre: El la quería con toda el alma. Me di cuenta por la forma en que su cuerpo intentaba llegar
a ella en el último suspiro. Ese hombre tenia un rostro hermoso que ni la muerte pudo desfigurar.
Sus bigotes eran gruesos y enrulados y el pelo le caía sobre la cara en una mata de rulos. Después
me sacaron de ahí, por los gritos de la Señora que no podía creer lo que había pasado con su hija.
Pobrecita (Se persigna y hace persignar a Ramona) Dios los tenga en su gloria.
6Ramonita: ¿La habrán vestido de novia? Me gustaría pensar que si.
Madre: Las mujeres enamoradas que se mueren vírgenes, se van al cielo vestidas de novia, y
cuando están allí, miran a las que se casan y les dan bendiciones. Por lo que no pudieron ser...
Ramonita: Para que sean felices las que llegan al altar.
Madre: Usted, mi Ramonita, va a llegar al altar como la más hermosa de todas las novias
Por un lateral entran Dalmira y Alejo.
Alejo lleva en la mano una paloma muerta con la que persigue a Dalmira
Dalmira: Mire mama, dígale a Alejo que no moleste.
Alejo: (amenazando con el animal) Vamos agarrala, que no muerde!!
Dalmira: (grita) ¡Saquemelo mama!!
Madre: (A Alejo) Ya le he dicho que no use la trampera con las pobres avecitas del Señor (Le
saca el pájaro muerto de las manos) Pero si es una pobre palomita...y esta flaquita, si son puras
plumas. Ni siquiera es buena para echarla en la olla. Vaya, haga un pozo en la tierra y dele cristiana
sepultura.
Dalmira: Dígale mama que la trampera es para cazar alimañas.
Alejo: Las palomas son alimañas. ¡Te cagan desde el aire y ni cuenta te das!
La Madre le hace señas para que se lleve el animal muerto. Alejo obedece. Vuelve sobre sus pasos
y dice:
Alejo: Dalmira... Voy a volver con la hondera al mismo lugar a buscar los huevitos de la
paloma...así nos hacemos una tortillita...
Dalmira: (grita) ¡Sos un idiota Alejo, le voy a decir a papa! Mírelo mama!!
Alejo entrega la paloma a su Madre. Se lava la cara con el agua del fuenton.
Salpica
La Madre revisa la cabeza de Alejo. Saca un piojo. Lo aplasta contra su delantal.
Repite la acción con Dalmira y Ramonita.
Silbidos por fuera. Alejo sale
Madre deja en el piso la paloma desangrada
7Ramona mira fijo el animal muerto.
Dalmira: Mama, dígale a Alejo que no asuste con eso!
Madre: Tu hermano se esta haciendo hombrecito, pronto dejara la hondera y se pondrá a buscar
chinitas por el barranco.
Ramonita: ¿Por qué por el barranco?
Madre: Porque... ¿No le parece a usted que es muy niña para hacer preguntas?
Ramonita: Como saber si no pregunto...
Dalmira: (con picardía) Mama quiere que llevemos la ropa limpia a la Casa Grande...
Madre: Pero no se distraigan...
Dalmira: La Señora de la Casa Grande quiere tomarme.
Madre: Esta bien, dígale que yo mañana hablo con ella
Ramonita: Dalmira, ¿te vas a ir a servir a la Casa Grande?
(Dalmira asiente con la cabeza)
Ramonita: ¿Y yo?
Madre: Ya buscaremos una casa donde necesiten muchacha, mientras tanto me ayudas a lavar y a
amasar pan (Sale a buscar un paquete de ropa, vuelve con Alejo) Y no pierdan tiempo, que esta
anocheciendo.
Alejo: Me dijeron que en que por la noche en el Calicanto, aparece un burro con siete chiquitos en
el lomo, brota de la nada en silencio, camina con los chiquitos encima sin hacer ningún ruido, las
criaturas tiesas con los ojos bien abiertos, están arriba del animal como empalizados, el burro
camina por el costado de la acequia hasta que desvía al paseo y ahí mismo desaparece por
completo.
Ramonita: ¡No sigas Alejo!
Dalmira: (A la Madre) Es un bruto.
Alejo: ¡Pero es verdad!
Madre: Y vayan que es peligroso andar de noche...
8ESCENA 3
Señor DS: La barranca...un lugar lleno de... Alimañas... (Silencio) ¡Damas y caballeros, niños y
niñas! Hace su entrada a escena el Encantador de Serpientes
Música. Hombres y mujeres invaden la pista. Están de fiesta. Bailan abrazados, ríen. Ramona y
Dalmira en un lateral observan.
Dalmira: Vamos, entregamos el paquete y nos vamos rápido.
Ramonita: Están bailando... ¿Que es?
Dalmira: ¿Como?
Ramonita: ¿Que bailan?
Dalmira: Música.
Ramonita: ¿Música?
Dalmira: Música de salón.
Ramona mira extasiada
Dalmira: Vamos
Ramonita: Me quedo.
Dalmira: ¿Cómo?
Ramonita: Me quedo. Te espero acá. Entrega el paquete. Yo te espero.
Dalmira duda
Ramonita: Anda...Me quedo acá
Dalmira toma el paquete y se mezcla entre la gente.
Un hombre baila con una mujer. Ramona lo mira. Ellos bailan. El mira a Ramona mientras baila
con la mujer. Deja a su pareja y se acerca a Ramona.
Dalmira cruza la escena y se interpone accidentalmente entre ambos. Esta acción es acompañada
con redobles de tambores y golpes de platillos
Dalmira: Ramona...Ramona... Ramonita. Vamos...
Apagón
9ESCENA 4
Voces de Niños en ronda infantil. En un banco de plaza trasladado por dos acomodadores de
escena llegan sentadas dos jovencitas. Con el banco en movimiento Ramona se sienta con ellas. El
banco se detiene y comienza la acción.
Joven 1: Y las niñas de las casas del Centro, bailaban el tango a escondidas de los padres. Los
estudiantes de medicina, los que viven en las pensiones del Barrio Clínicas, se las arreglan para
verlas en secreto y enseñarles a bailar.
Joven 2: Bailar es una forma de tocarse.
Ramonita: Tocarse ¿Cómo?
Joven 2: Tocarse Ramona, bailando el tango. El hombre te toma del talle con su mano abierta, la
palma hacia abajo sobre tu espalda.
Joven 1: Una cosquilla te traspasa el cuello
Joven 2: Se te va el aliento
Joven 1: El temblor se apodera de todo el cuerpo.
Joven 2: Y el aire de su respiro te penetra en la piel
Ramonita: Es linda sensación...
Joven 1: Algún día dejare de estar de criada cuidando niños ajenos en la plaza. Mi señora me
manda a la plaza con los hijos para quedarse sola o “con alguien” en la casa. (Maliciosa) Y el señor
de viaje.
Joven 2: (Socarrona) Y vos extrañando...al señor
Joven 1: Parece que sabemos de que hablamos...
Ramonita: En la casa que doy servicio vive una viuda con sus hijos.
Joven 2: Ya llegara un hombre a la casa
Joven 1: O los hijos se apuraran por crecer...
Joven 2: Crecen con nosotras. Las cama adentro
Joven 1: Y se hacen hombres adentro de nuestras camas
10Ramonita: ¿Y les dan dinero?
Joven 2: Nos dan ventajas.
Apagón
ESCENA 5
El seguidor ilumina al Señor DS. tiene un atril y una batuta. Se comporta como director de
orquesta. Golpea la batuta en el atril y comienza a dirigir una imaginaria orquesta.
Música
En el centro de la pista vemos al Encantador de Serpientes. Es el hombre que Ramona ha
observado bailar en la escena anterior. Trae enroscados en sus brazos, dos serpientes que maneja
con destreza. Realiza trucos de fascinación con los ofidios
Dos acomodadores de circo le acercan una caja negra. De ella saca dos palomas que incorpora al
juego.
Ramona ingresa a la escena, mira el número arrobada. El Encantador de Serpientes hace volar
las palomas alrededor de la pista. Sonríe seductor.
Encantador: (A Ramona) Te he estado mirando...
Ramona: Yo...lo veo siempre a usted... mi hermana sirve en la Casa Grande
Encantador: ¿La Casa Grande?
Ramona: Su casa, o algo así. Usted esta siempre ahí, cuando voy a buscar a Dalmira.
Encantador: Soy amigo de los dueños, gente muy acomodada.
Ramona: Y elegante...Como usted.( Se calla abruptamente) Perdón
Con un gesto trae las palomas hasta sus hombros. Trae a Ramona hacia si, deposita sobre sus pies
una serpiente. Coloca la otra sobre su cuello.
Encantador: ¿Bailamos?
El Señor DS. hace sonar la imaginaria orquesta con movimientos desenfrenados. La música
suena estridente. Ramona y el Encantador de Serpientes bailan abrazados.
Los ayudantes de escena y payasos rodean la pista al ritmo de la música.
Silencio
11El Encantador toma a Ramona del rostro y la besa.
Platillos
Los asistentes se aproximan a la pareja. Colocan las palomas en la caja y se llevan las serpientes.
Dos bellas asistentes se acercan al Encantador, lo toman del brazo y en actitud circense lo alejan
de la pista. Ramona observa el movimiento con desconcierto. Un payaso que se destaca del resto
le acerca su valijita con gesto cariñoso. Sale.
Ramona ha quedado sola, sentada en el centro de la Rosa de los Vientos sobre su valijita.
Apagón
ESCENA 6
Señor DS: En un banco de plaza una criada y su galán se besan. Un niño dice: Mira mamita, mira
aquellos: Están jugando al juego de las palomas... ¿A las palomas? Pregunta la madre. Si mamita.
Laura, la hija del almacenero de enfrente, me lo enseño a jugar. Cuando yo paso por el almacén me
llama: “Vení vamos a jugar a las palomas”. Y me lleva detrás de los barriles de vino para que no
vea el almacenero. ¡Ah, que picaros! Responde la madre. ¿Cómo se juega? El niño la mira y
responde: Lo sabes mamita. ¡Yo te he visto cuando juegas con papa!
Apagón
ESCENA 7
Música Suave
Dos Equilibristas se hamacan en sendos trapecios. Realizan un juego elegante, sutil. Ramona
intenta trepar a los columpios sin éxito. Los acróbatas realizan desde la altura cambios en el
aspecto de Ramona. Desatan su cabello. Quitan partes del vestuario. Colocan en su cabeza un
velito de novia.
12Suena una marchita circense nupcial
Aparecen Madre, Dalmira y Alejo. Llevan a Ramonita al centro de la pista, un toni se acerca a
ella, se pone de rodillas, saca de su gran saco un ramito de flores.
Avanzan del brazo al ritmo de la marchita, seguidos de parientes y otros personajes.
Cambio repentino de Música.
Ingresan al centro de la escena payasos con bolsas que asemejan las que envasan el Pórtland. En
un juego coreográfico arman con ellas una pirámide. Los envases sueltan polvillo blanco que
mancha la cara y la ropa de los personajes.
La música decrece, el toni retira el postizo que simula su calva, su nariz de clown. Permanece
sentado a lo alto de la pila de bolsas. Enciende un cigarrillo. Mira al frente sin interés. Parece
descansar.
Ramona (trepando a la pila con un paquetito en la mano, habla al toni) Juan, toma, acá esta tu
comida
Juan: (abre el paquete y mira su contenido con desgano)
Silencio
Juan: Es ese hombre ¿verdad?
Ramona: No es el, nunca mas he vuelto a verlo.
Juan: Tampoco a mi me has visto.
Ramona: Juan estas ahí, te veo, soy tu esposa. Traigo día a día tu comida.(Pausa) No dejes que se
enfríe.
Juan: Una esposa que no da hijos.
Ramona: Es que no es tiempo
Juan: ¿Y cuando será el tiempo?
Ramona: Cuando no haya más remedio
Juan: Ramona, yo...
Ramona: ¿Hay algo peor que el hambre?
Juan: Ramona, no te doy menos de lo que te ofrecí.
13Ramona: ¿Lo que me ofreciste? Me convertí en tu esposa casi sin saberlo. Ayer era una niña y
hoy...
Juan: (ofuscado) No fui yo la que te tuve niña y...bastante fue para mi...
Ramona: ¿Aceptar?
Juan: Acepte. Con eso alcanzo. Guarde tu honor Ramona.
Ramona: Juan... (Señalando el paquete) come...
Juan toma el contenido del paquete, lo come con desgano
Silencio
Ramona: Tengo sed
Juan: Siempre. Tu constante y maldita sed.
Ramona: Estoy sedienta. El polvillo que trae tu ropa no me deja respirar.
Juan: Mi ropa esta cubierta por el material de mi trabajo. Es lo que comemos. Puedo darte un vaso
de agua.
Ramona: No, no es solo agua. Mis vías respiratorias se están secando. Me asfixio acá.
Juan: Muchas hubieran sido felices en tu lugar
Ramona: ¿Mi lugar? ¿Que lugar? El de la miseria que da el jornal seguro
Juan: Yo te quiero Ramona (la abraza)
Ramona: No alcanza Juan. A mi este amor no me alcanza. No es solo casarse y esperar al hombre
día a día .Hora tras hora, y que el tiempo te mastique y te escupa. Siento que hay algo más
preparado para mí. Mas allá de las cosas cotidianas, de hacer tu comida y lavar tu ropa ¿entendes?
No todo termina en un plato de comida y un catre. Quiero sueños, quiero libertad. Alas
Juan: Como las palomas.
Ramona: Igual.
Juan: Sin embargo las palomas viven sin grandes perspectivas. Picotean del asfalto las miguitas de
los transeúntes. Se acomodan en cualquier hueco. Ramona, tener alas, no significa saber volar.
14Música de circo ingresan nuevamente los payasos. Desarman la pirámide obligando a Juan y
Ramona a descender torpemente. Juan busca entre sus ropas su casquete y nariz de clown,
comienza a transformarse. Las bolsas son distribuidas en pequeñas pilas en el espacio.
Juan/toni: Ramona, yo te quiero. Yo siempre te voy a querer.
Ramona: Y yo a vos Juan, pero con otro amor. No el que necesitas que se te de.
Juan /toni: Te hubiera dado más que amor. Te hubiera dado mi vida.
El toni llora. Se seca las lágrimas con la manga de su camisa. Da un aspecto lastimoso. Los
figurantes lo separan de Ramona. Lo suben a un carrito y se lo llevan. Ramona queda sola entre
las pilas de bolsas de cemento. Un payaso, el de siempre, le acerca su valijita.
Apagón
ESCENA 8
Luz cenital sobre El Señor DS sobre un lateral, esta sentado en un banquito y tiene sobre su falda
un Muñeco de ventrílocuo.
Muñeco: Destino de pájaro. Corbatitas, cardenales, calandrias, chingolos, cucuruchas, loicas...
palomas. Palomas de castilla, silvestres, tórtolas o de la virgen.
Señor DS: Traen mala suerte. A la persona que mate una palomita de la virgen, se le muere la
madre.
Muñeco: La torcaza es símbolo de amor
Señor DS: Paloma sin rumbo. Pobre Ramona...
Apagón
ESCENA 9
El Encantador de serpientes, viste capa y galera de mago. Realiza grandilocuentes trucos de
ilusionismo. Usa pañuelos, conejos, cartas. Ramona lo contempla sentada en su valijita.
15Encantador: Ensueño, quimera, delirio, desvarío, espejismo, ficción, visión, fantasía, mito, utopía,
ideal. Porque el carbón tiene en si mismo el espíritu del fuego. (A Ramona)
Como tus ojos. (Cierra su mano) ¡Sopla! (El Encantador realiza un truco de magia) Pedí un deseo
Ramona: Una vida mejor. Lejos de los jornales y los pozos. Ser yo misma.
Encantador: (Acercándose a Ramona, con aire encantador) Lo que quieras.
(Con un pase mágico saca de su escote una flor, se la entrega. Extrae de su oreja una moneda,
otra y otra)
Ramona: ¿Pero como?
Encantador: Solo con renunciar a tu pequeño mundo. (Acaricia su cabello).Conocer personas,
usar tus favores como moneda de cambio. Llega la buena vida. Hay lujos y placeres Ramona. Pero
nada es gratis. Acaricia los muslos de Ramona con lascivia, Ramona abre lentamente las piernas
Apagón
ESCENA 11
Redobles de tambores
Música
Payasos invaden la pista. Juegan la escena en primer plano. Realizan las típicas rutinas.
Acrobacia en una escalerita. Patadas, saltos y cachetadas. Juegos de golpes con botellas que van
acercándose a la idea de borrachera.
Payaso 1 ¡Viva el Mister!
Todos: ¡Viva!
Mister Payaso: Gracias... Juventud que se levanta... ¡tarde!
Payaso 2:(cocoliche) ¡A la sua salute! (toma un trago de su botellita) Y a la salute de la mía
finadita.
Payaso 3: ¿Su madre?
Payaso 2: ¡La mía esposa!
16Payaso 1: Sentido homenaje (Levanta la botella) ¿Como se llamaba?
Payaso 2: Io non lo se...
Mister: ¿No sabe?
Payaso 2: Es que io nunca la he conocido
Mister: ¿Nunca la conoció?
Payaso 2: Me case per podere
Payaso 1: ¿Y que paso?
Payaso 2: Se ha finato en el barco vinendo de la Uropa
Payaso 3: Pobre tano, soltero, casado y viudo en un solo paso.
Mister: ¡Y hay que darle consuelo al amigo!! ¡¡¡Angelina!!!!
Aparece en escena Angelina. En una mujer enorme, de enormes pechos que exhibe en voluptuoso
escote, sus piernas carnosas se exhiben por los profundos tajos de su falda. Su vestuario es
extravagante. Esta exageradamente maquillada.
Angelina:(con gesto afable) ¿Que pasa?... ¿Quien llama? (viendo el grupo). ¡Pero que vemos aquí!
Mister, que placer... (Le tiende la mano) y cuanta compañía...
Mister: Muchachada, esta es Doña Angelina, La señora de la que les hable.
Payaso 1: (Acercándose le tiende la mano sin perder la vista de su escote) ¡Gran placer!
Payaso 3: Enorme...gusto señora.
Mister: Queremos darle consuelo al amigo que ha quedado viudo.
Angelina: Que pena...
Payaso 2: Gostozo de conocerla. Signora ¿o signorina?
Angelina:¡No importa! (al Mister) Lindo el tanito. ¿No tendrá la peste?
Mister: Asegurémonos, nos es cuestión. Muchachos, hay que vacunar al Tano.
Payaso 1 y 3: ¡A sus ordenes Mister!
Marchita. 1 y 3 sacan una enorme jeringa donde se lee claramente la palabra PENICILINA.
Payaso 2: ¡A la madonna!
Corridas saltos y otras destrezas hasta que consiguen colocarle la inyección.
17Payaso 1: ¡Listo Jefe!
Mister: ¡Muy bien, muy bien!! Angelina, ya sabe...
Ingresa a escena una jaula con mujeres. Llevan ropas ligeras e insinuantes. Una mujer vestida
con ropa de domador hace sonar un larguisimo látigo. Abre la jaula y las mujeres salen como
leonas, realizan movimientos ligeramente felinos. Se desplazan como animales amaestrados. Entre
ellas podemos divisar a Ramona.
Angelina: Las mejores muchachas. Buenas hembras. Sanas, cariñosas. ¿Quien paga?
Mister entrega dinero a Angelina quien lo coloca en su escote, esta hace una seña a la domadora,
esta agita su látigo y las mujeres se acercan a los hombres payasos.
Mister: Angelina... ¿conoce mi gusto, verdad?
Angelina: (llamando) Ramona, acércate al Mister. (Ramona se acerca). Ya sabes... (Ramona
sonríe al Mister y comienza su juego seductor, este le da un billetito por lo bajo. Ramona lo besa)
Lentamente las mujeres quitan sus atributos a los payasos, juegan con erotismo. Los hombres
beben en exceso. Las mujeres lanzan risitas burlonas. Angelina mira divertida
Mister: La quiero para mi solo.
Ramona: (Ríe) Que pretencioso. ¿No será mucho?
Las luces se van cerrando sobre la pareja. Mister se ha quitado la camisa y esta abriendo la blusa
de Ramona.
Mister: ¿Cuanto cuesta la exclusividad de tu encanto?
Ramona: Mas de lo que Usted puede pagar, seguramente.
Mister: Quiero tenerte, solo para mi, Ramona. (Se ven las ligas de Ramona, por debajo de su
falda)
La escena queda en penumbra. Se ilumina un trapecio donde esta el Señor DS.
18Señor DS:(Columpiándose) Damas y caballeros ¡El plato fuerte de esta velada! (Provocador) Mira
mamita: Están jugando al juego de las palomas ¿Como se juega? Lo sabes mamita. ¡Yo te he visto
cuando juegas con papa!
Voces masculinas en off gritan: ¡Angelina! ....¡Angelina, mujer!
Entran un grupito de jóvenes muy animados.
Joven 1: ¡Angelina!
Angelina: Llego la tropa. Pasen muchachos pasen, hay hembras para todos. (Estira la mano y los
jovencitos pasan alternadamente a depositar dinero) Muy bien pibes. Pasen, elijan la mercadería.
Los jóvenes se incorporan al ambiente festivo. Hay baile, risas, grititos. Sugerentes juegos
orgiásticos. Ramona se
incorpora al grupo luego de despedirse cariñosamente del Mister.
Repentinamente la acción se detiene. La luz se cierra en Ramona y un joven que la observa.
Silencio
Joven: ¿Ramona?
Ramona: Alejo, dejame que te explique.
Joven Alejo: ¿Que haces en un prostíbulo Ramona?
Ramona: Yo...
Joven Alejo: Mi hermana una golfa, una puta.
Ramona: Necesitaba ganarme la vida...
Joven Alejo: Ramera. (Sale corriendo, Ramona llora, no puede hablar)
Apagón
ESCENA 11
Luz cenital en el centro de la escena. En un banquito sentado el señor DS tiene el Muñeco de
ventrílocuo en su falda. Sentada en el piso, con la cabeza apoyada en el regazo de DS, Ramonita.
Ramonita:(sollozando, suena su nariz) Moreno, Ramonita Moreno ese es mi nombre.
19Muñeco: No estés triste Ramonita. Eh...pajarito, palomita.
Ramonita: Me pregunto si hago algo bueno con mi vida.
Muñeco: Seguro (con su manito de títere le acaricia la cabeza) Hacemos lo que nuestra vida nos
permite hacer con ella. La voluntad es un invento de los hombres hostiles con su destino.
Ramonita: ¿Cómo elegir?
Muñeco: Somos el lugar donde nacemos, la leche que mamamos, la comida que comemos y el
designio de la mano que nos mueve. Como yo ¿ves? (Gira y deja ver la mano de DS que lo
manipula por dentro, vuelve a girar) Esta mano que me mueve se parece a Dios, podría serlo, pero
no puedo asegurarlo. ¿Sabes porque?
Ramonita: ¿Porque?
Muñeco: Nunca conoceré la hendija de mi cuerpo por donde ingresa. Mis ojos no llegan hasta ahí.
Ramonita: Yo puedo verlo.
Muñeco: Tengo que conformarme. Tus ojos lo ven, no son los míos. Debo saberlo por mi mismo.
Ramona: Estas aquí, erguido, tus ojos me miran. Tu voz me habla.
Muñeco: Se llama impulso vital, y eso es todo. Hasta que El (señalando al Señor DS) retire su
mano
Ramonita: ¿Entonces?
Muñeco: Moriré. Muero todo el tiempo. No te asustes, no hay dolor, solo pierdo el vigor y la
expresión, me quedo sin habla y eso es todo. Hasta la próxima vez. No es tan duro morir cuando
uno se acostumbra.
Ramonita: Le tengo miedo a la muerte. La eternidad me asusta, es abrumadora (Pausa) El tiempo
de la infinitud que trae olvido
Muñeco: El olvido es más insoportable que la muerte. (Suplicante) No me olvides...
Ramonita: Amo la vida. Se que vale la pena. Merezco que valga la pena. Tengo que salir a
buscarla. Lo presiento.
Silencio
Ramonita: (Señalando al Señor DS que sigue la charla atentamente) ¿No habla?
20Muñeco: Le divierte escuchar, y observarnos. Muy rara vez me ha contestado. Y su voz ha llegado
de un lugar tan extraño que no puedo asegurar que sea suya.
Ramonita: Sin embargo siento su presencia calida. (El Señor DS se mueve como intentando
levantarse)
Ramona: (inquieta) Que se quede. Por favor. Un momento. Solo un momento. Quiero quedarme
con ustedes solo un minuto más. Después me voy.
Apagón
ESCENA 12
Música circense.
Dos asistentes de escena traen una soguita. Tras ella otros personajes traen un fuentón de ropa
húmeda. La Madre cuelga graciosamente la ropa en la soguita. Dalmira ingresa con una modesta
cunita. Ramona se han ubica junto a ella.
Suenan platillos.
Dalmira: (Levantando el bebe y acunándolo habla con Ramona). Mama lo cuida mientras yo estoy
en La Casa. Cuando mi marido sale de la fabrica, viene a quedarse con el. Como sea nos
arreglamos. Poquita cosa.
Ramona: Dalmira, ¿sos feliz?
Dalmira: (La mira con asombro) Claro Ramona (sonríe) ¿Que mas se puede pedir? (Poniendo el
bebe en sus brazos)Es bonito, ¿No es cierto?.
Ramona: Como un trozo de pan. Tan tibio y tierno.
Dalmira: Parece estar a gusto entre tus brazos. ¿Y vos Ramonita? ¿Cuando?
Ramona: No estoy tan segura.
Dalmira: ¿Por Juan?
21Ramona: Por el. No fui la esposa que el quería. No pude serlo. No quise. Tampoco se si estoy
hecha para la maternidad.
Madre: (Interrumpiendo) ¿Que hacen mis dos niñas tan conversadoras?
Dalmira: Es que vemos tan poco a Ramona.
Madre: (Pasando el brazo por el hombro de Ramona) Esta muy ocupada mi hijita en la casa en
que trabaja. Hay que pedirle a la patroncita un poco mas de franco. Mucho fregar y servir.
Dalmira: Pero por lo menos, hay buena cama y comida. ¿No es cierto?
Ramona: Igualmente quería hablar con ustedes. Me voy.
Entra en escena Alejo.
Mira a Ramona. Silencio. Sale acelerado por un lateral. Dalmira y La Madre miran
desconcertadas
La Madre: (Llamando hacia fuera) Alejo, venga a saludar a su hermana. (Pausa, no hay
respuesta) ¡Este chico! (buscando justificación) Esta grande ¿se dio cuenta Ramonita? Ya usa los
pantalones largos. (Vuelve a llamar) ¡Alejo!
Ramona: No se preocupe mama.
Dalmira: Esta tonto, últimamente anda así, arisco.
Ramona: Vine a despedirme. Me voy.
Dalmira: Pero... ¿Donde?
Ramona: A una Casa de la Capital. La familia necesita una sirvienta con cama.
La Madre: ¿Es buena la paga?
Ramona: Si mama. Quédese tranquila. Voy a estar mucho mejor. (Ramona coloca el bebe en la
cuna) Las quiero mucho, a las dos. También a Alejo. Déle un beso de mi parte.
(Abraza y besa a las mujeres)
22Entra un carrito empujado por dos asistentes de pista. Un payaso, el de siempre, trae la valijita
de Ramona. Se la entrega, le tiende la mano y la ayuda a subir. El carro empieza a moverse.
Dalmira y la Madre van perdiéndose de vista.
Ramona: Voy a volver a verlas. ¡Pronto! No se olviden de mi... ¡No se olviden...!
Apagón
ESCENA 13
Voces infantiles en off cantan
Estaba la paloma blanca
Sentada en un verde limón
Con el pico tocaba la rama
Con la rama tocaba la flor
Ay...ay...ay...
Cuando veré a mi amor.
Luz de seguidor sobre un trapecio. Juntos están sentados el Señor DS y Ramona, se la ve feliz.
Ramona une su voz a la canción
Me arrodillo a los pies de mi amante
Me levanto constante constante
Dame una mano
Dame la otra
Dame un besito...
S o b r e
m i
b o c a
Apagón
23Voces en off de dos niños, se sienten de fondo sonidos de pájaros
Niño 1: En la barranca...Se caza mejor en la barranca
Niño 2: Junta piedritas...Vamos...
Niño 1: ¿Tenes la hondera? Bajemos mas...Mira ahí están las tortolitas, tirales (Sonido de piedra
saliendo de una gomera, a continuación golpe seco)
Niño 2: ¡Le di a una! Cayo
Niño 1: Vamos a buscarla.
Sonido de pajonal en movimiento. Pasos que bajan por la barranca.
Niño 1: Acá esta la encontré
Niño 2: (Inquieto) ¡Espera! (Sonido pronunciado de movimiento de maleza)
Silencio
Niño 2: (sollozando) Es una mujer.
Niño 1: (asustado) ¿Esta muerta?
Niño 2: Si...
ESCENA 14
Las luces se encienden sobre los personajes a medida que van monologando
Mister: No dije que iba a irme con ella. No creerán que decía en serio eso de que la quería solo
para mí. Era una linda muchacha, es cierto. Pero solo eso, una linda muchacha. Pobre.
Angelina: Me dijo que se iba. ¿Pretendían que la retuviera?
El Encantador: Era solo una niña. Al poco tiempo deje de verla. Me sorprendió su muerte, es
cierto.
Angelina: Era una puta, no una esclava.
24Madre: Dijo que se iba a trabajar a una casa de la Capital. Fue a buscar unos discos a la casa de un
amigo. La acompañamos hasta que tomo el tranvía.
Juan: No quiso darme hijos. No quiso la vida de mujer del obrero de la fábrica de Pórtland. Me
abandono.
Dalmira: Mi hermanita era una santa. Siempre bonita y cuidada.
Angelina: ¿La encontraron en el barranco? ¿Estrangulada? Que horror.
Juan: Me abandono y la odie con toda el alma. Pero matarla...
Dalmira: Al otro lunes del día en que falleció, fue día de todos los muertos.
Mister: Pobre mujer...
Madre: Mi niña...
Alejo: Era mi hermana y no era una puta.
Angelina: Le había prestado unos discos a uno de sus...amigos. Creo que fue a buscarlos antes
de...
Dalmira: Pusieron velas en la barranca, donde la encontraron. Velas rojas.
El Encantador: La Ramonita, así la llaman. ¿No es cierto?
Alejo: Fue mi hermana, la Ramonita
Madre: La cazaron y la mataron, como paloma.
Dalmira: Y cada vez fueron mas velas, hasta convertirse en un altar para ella. La Ramonita.
Bajan las luces. Un seguidor ilumina al Señor DS
Señor DS: (En su espacio de altura como al principio) Destino de pájaro. Paloma de la virgen,
tortolita. Se pasea entre el cielo y la tierra. No la dejan llegar. No termina de partir. No puede
cobrar altura. Pasa temporadas eternas reinando entre velitas y rezos. Yo la dejo. Necesito que me
ayude con ustedes allá abajo. Demasiadas plegarias, demasiados pedidos. No es la única, es cierto.
Extraña capacidad de los jóvenes muertos: eternidad y divinidad. Ser receptáculo de suplicas. Ser
cúspide de altares.
25Ahora la luz se centra en Ramonita que esta sobre la pista, en el centro de la Rosa de los Vientos.
En sus brazos han crecido dos alas de paloma, tiene el torso desnudo, con sus manos sostiene al
Muñeco de ventrílocuo, inerte, sin vida.
Ramonita: Solo quería vivir, bailar, viajar, volar. (Pausa) DioS saco su mano de mí. (Pausa)
Destino de pájaro. (Silencio)Y la gente me quiso para si. A mi vinieron. (Con énfasis) A mí.
(Pausa) Yo que perdí la vida en plena juventud, soy la que recibo los ruegos de quienes no quieren
dejarse morir. A mí que me case sin amor, las mujeres me ruegan que las haga felices en su
matrimonio. Yo que nunca tuve suerte, la doy al azar. Yo que apenas aprendí las letras y los
números, protejo a los estudiantes con sus notas de escuela. Yo que no quería ser de nadie soy de
todos. De todos.(Pausa) Niña. Puta.Mujer.Santa.(arrulla al Muñeco entre sus brazos de pájaro.
Tararea su canción. La Luz baja lentamente sobre ella)
Triste marchita de circo. Alrededor de la pista comienza a girar con pequeños pasos, un payaso,
el de siempre. Trae entre sus manos una velita roja. Poco a poco se suman al circulo, todos los
personajes del circo. Es un lastimoso desfile final
Señor DS: Extraña capacidad de los jóvenes muertos: eternidad y divinidad. Ser receptáculo de
suplicas. Ser cúspide de altares. Destino de pájaro. Alas quebradas con violencia. Y el deseo
impulsado por los otros, se vuelve vuelo, vuelo rasante. Ramonita: Niña puta. Mujer santa.
(Al publico) La representación ha terminado. Pueden volver a su casa. Hasta la próxima función.
Apagón final
Y el cuento
sin principio ni fin
es contado infinitamente
hasta convertirse
en circulo virtuoso
26

ROJAS Y MUÑOZ Silvia paredes (obra para dos mujeres)

ROJAS Y MUÑOZ
 Silvia Paredes 
Dos mujeres sentadas, una mesa, están jugando a las cartas, sugiero “Escoba de quince”, están bastante abatidas, son amigas.

Perla: Siete y ocho: Quince, la pucha che no puedo hacer escoba, te dejé el regalo…
Inés: El doce vale diez…y cinco quince, ja entonces escoba. Te gané de nuevo
Perla: Siempre me ganás vos Inesita, qué tarro que tenés querida. (Se fija) Vamos…once a tres.
Inés: ¿¡Quién va a tres?!
Perla: ¡Sos sorda...! ¿O te hacés la tarada? Yo voy a tres, vos once. ¿Tomás un café?
Inés. ¿Tenés descafeinado? Me hace tanto mal la cafeína, no me deja dormir de noche y mira que hago de todo para dormir, rezo, tomo un tilo, doy cincuenta vueltas alrededor de la mesa del comedor, que viste que es larga, es como caminar quince cuadras, tengo una cancha…
Perla: Y ¿Por qué no salís a caminar? Vivís cerca del parque, date unas vueltas a la siesta.
Inés: Con la inseguridad que hay, vos estás loca…lleno de gente, pero ¡¿Qué gente?! ¡¿A Ver?!... Se ponen esos auriculares en las orejas, se ponen capucha, caminan sin mirar a nadie. Yo creo que si me violan delante de ellos nadie se da cuenta.
Perla: Inesita: Si a vos te violan nosotras podríamos hacer una fiesta… Además dejá de joder...Es la edad, pregunta entre las chicas…Nadie duerme. Primero no se duerme porque tenemos que salir de joda, después porque los chicos no te dejan dormir, después los ronquidos de los maridos y todos los ruidos que salen de su cuerpo y ahora la edad, sumado a todo lo anterior un cóctel de somníferos hay que tomar, ¡qué lo parió!
Inés: (Toma el café) ¡Qué rico café!, cómo se nota que es de marca. ¿Lo compraste en el tostadero?
Perla: Lo trajo Raúl…., si creo que es de tostadero, trajo bolsitas de un cuarto kilo, como veinte, le regalamos a Mari, viste que está en la ruina pobre, le ayudamos como podemos.
Inés: Todavía sigue separada o volvió con ese viejo (Juega) nueve y seis…quince escoba.
Perla: No puede ser ¿Cuánto vamos?
Inés: Catorce a siete, me falta uno y te gano
Pasa un tiempo

Inés: Te tengo que mostrar el tejido, me está quedando hermoso, la Piru me pidió que le teja un chaleco al crochet, al principio no podía, me salía todo torcido y le pedí a mi suegra que me preste una de las revistas que la vieja tiene…Me las prestó, pero me tuvo como tres horas explicando, y explicando que la aguja gruesa, que la vuelta…¡Vieja chota odio no saber! Cómo sabe esa vieja, teje que es un placer ver como queda, a todo esto de tanto practicar me salió un callo en la mano, ¡No dije nada! Me la aguanté, y ahora ya lo estoy terminando
Perla: A mí el crochet no me gusta, es pesado no se, no le encuentro la vuelta
Inés: Quince, te gané
Perla: No la puta, otra vez me ganaste, qué tarro que tenés che, me vas a secar (Le da unas monedas)
Inés Dejá de llorar mamita...
Perla: Estoy endeudada, hasta la coronilla, créditos y créditos, todo lo que tengo es de trabajar y romperme…
Inés: El culo si... Decilo...El culo... En estos momentos el que no se rompe el culo, no sale de la Cienaga,..Para… hay una solución, podes estar becado por el gobierno, léase “político” o por los que laburan, léase “Gremialista”
Perla ¡¿Te parece?!
Inés: Perlita querida, primero son delegados del sector, luego van y trabajan ad honorem y después de un tiempo secretaría de algo simple, de actas por ejemplo y cuando menos te imaginás es el secretario general y una vez que llegan, nadie los mueve… ¿Miento?
Perla No Inés, no mentís, conocemos más de uno ¿No?
Inés: Carlitos Rojas, sin ir más lejos, trabaja en el gremio, está de…Tesorero
Perla: Cómo va a robar…Con razón lo vi con traje los otros días
Inés: ¿Y estaba lindo?.... Viste que pinta tiene
Perla: No me digas que te gusta ese croto, Inés...Es gordo.
Inés: Tu marido también Perla.
Perla: Pero no estábamos hablando de mi marido, ni tampoco del tuyo.
Inés: Estábamos hablando de Carlitos Rojas, que es muy lindo, tiene mucha guita y un gusto exquisito.
Perla: ¿Me parece a mí? ¿O vos sabés mucho de Rojas?
Inés: (Se fija que no venga nadie) Te cuento pero chissss, nada no podes decir nada.
(CAMBIO DE LUGARES, PERLA SE PONE UN ELEMENTO SIGNIFICATIVO PARA CONVERTIRSE EN CARLITOS ROJAS)(ES UNA OFICINA, SE PUEDE TRABAJAR CON PORTAFOLIO, CARPETA, ETC.)
SE LA VE A INES QUE ENTRA A LA OFICINA
Inés: Buenas tardes…
Carlitos: (Sin mirarla) Buenas tardes, qué necesita señora
Inés: Quiero averiguar por los beneficios de la mutual, necesitaría un crédito de algunos pesos…
Carlitos: La mutual…ah si…ya le busco la información, pero los créditos son para personas que necesitan de verdad el dinero, ésto no es para cualquiera.(la ve)
Inés: ¿Qué me quiere decir?
Carlitos: ¿Inés? ¿Sos Inés?
Inés: Si. Soy Inés ¿Y usted quién es?
Carlitos: No te acordas de mí “Bebita”
Inés: Yo no me llamo Beba señor, me llamo Inés
Carlitos: Si. ¿Pero no te acordás cómo te decía cuando nos conocimos? Bebita, Inesita, princesa, caperucita
Inés: Señor. Perdone, disculpe, pero yo no lo conozco (Muy sensual) Aunque creo que esos ojos, ese olor a corteza seca de árbol frondoso, esos zapatos lustrados con pomada negro profundo
Perla: (Saliendo del personaje) Y Al final lo conociste ¿No? (Vuelve al personaje)
Inés: Señor: creo que lo conozco de algún lado
Carlitos: Inés. Inesita mía, soy Carlos Rojas, un poco más viejo, pero con el corazón y músculos jóvenes como entonces
Inés.: ¡Carlitos!…Carlitos???? Carlitos Rojas… ¡¡Cuántos recuerdos!! Cuántos momentos. Cuánto tiempo…
Mucho tiempo esperé aquel día, sentada en el banquito de la plaza, te esperé…cinco, seis…siete horas.
Carlitos: ¡Cuánto tiempo! Si es cierto...No pude llegar…No había colectivo, estaban de paro y desde casa hasta la plaza de las palomas quedan 75 cuadras.
Inés: ¡Toda cagada quedé! Primero jugaba con una palomita, le tiré alimento, pero pasando tres minutos, eran palomas voraces que me picoteaban y cagaban todo mi vestidito azul
Carlitos: ¡El vestidito azul! El que tanto me gustaba... ¿Te lo habías puesto ese día?
Inés: Si Carlitos…..Me lo había puesto… Quedó cagado, sucio por fuera con olor a palomas y sucio por dentro por las puteadas que te eché
(Carlitos sale de su personaje y vuelve a Perla)
Perla: No… ¡Qué emoción! Y ahí se besaron apasionadamente. ¡Qué buena historia Inés! Contá dale contá...
Inés: ¡No boluda! En el momento que se iba acercando, entró el jefe y él sin ningún problema dijo (dándole la mano a Perla e imitando a Carlitos) Con mucho gusto la vamos a ayudar señora, sin compromiso vuelva la semana próxima, “La mutual” está a sus servicios
Perla: ¡Cobarde! Podes creer…Yo ya me había organizado toda la película, pero nada… ¡Qué garrón!
Inés: Entonces como se me apagó una vela, me quedo con la encendida hace 35 años
Perla: Que por cierto la llama debe ser bastante suave ¿No?
(Silencio)
Inés: Llama ardiente era la de antes Perlita, ¡Cómo ardía! ¡Quemaba! Quemaba la cocina, las cortinas de plástico del baño, el cubrecama tejido al crochet por mi suegra. Todo ardía y ardía
Perla: El Pichón no arde tampoco y…nosotras a esta edad…a mí en realidad…
Inés: ¿Qué perlita?
Perla: Me hubiera gustado tener un amante
Inés: Perlita…Que no te escuchen… (Se fija) Contá perlita, contá a Inesita tus fantasías
Perla: ¡No! Nada para contar…me hubiera gustado tener un amante, saber que se siente, el miedo a ser descubierta, pisar la cornisa, ir por el límite. Eso… ¿Entendés?
Inés: Si... Hasta que te caes de la cornisa y te estrellás, quedás como sapo aplastado por las ruedas del camión
Perla: Si te descubren…sino…seguís saltando, saltitos cortos y largos, como sapito de isla, cantando feliz en el charco
Inés: Si el charco…Que vendría a ser la vida o la casa de uno…Un charco lleno de lugares soleados, sombríos, secos y húmedos
Los charcos de la vida” lindo título para un comentario de la revista de la Susana Giménez ¿No?
Perla: El título podría ser “Grises matices de la vida”
Inés: Y en estos matices están: el miedo, teneme la madeja, (se pone a ovillar) El miedo que cambia con la época. ¿Viste?
Perla: Cuando éramos chicas Inés, le temíamos a muchas cosas, teníamos miedo a…
Inés: A los militares, a los profesores
Perla: No a todos…va si…. Les teníamos miedo a los profesores, yo odiaba a la profesora de inglés, ni te cuento cuando pasaban entre los bancos las monjas
Inés: Te acordas cuando entraba un profesor

(Se disponen a realizarlo) Inés hace de profesora y Perla de alumna
Inés. Buenas tardes alumnas
Perla: Buenas tardes profesora
Inés: ¡No escuché!
Perla: Buenas tardes profesora.
Inés: Ah muy bien, se sientan, ¡Señorita Rojas! El cuello del guardapolvo. ¡Se lo prende!
Perla: Profe…hace mucho calor
Inés: Pongamos los puntos sobre las íes señorita. Primero: Yo no soy profe sino…profesora.
Segundo: A mí no me importa el calor. ¡Acá hay reglas! Y se tienen que cumplir.
Sino le gusta se va a otra escuela, acá tenemos una cola larga de aspirantes que les encanta “tener el cuello del guardapolvo prendido” ¿Me entendió?
Perla: Perdón profesora, disculpe
Inés: ¡Se sienta Rojas!
Inés se sienta al lado de perla, ahora son dos compañeras de curso
Perla: ¿Por qué esa cara Inés? (Silencio)
Inés: Por que Luís quiere que mantengamos relaciones
Perla: ¿Y vos? ¿Querés?
Inés: Y yo….si…pero mi mamá me mata. Además mira si quedo embarazada
Perla: Yo no se mucho de eso, mi mamá dice “Ojito con lo que hacés…” ¿Lo que hacés? Si yo no hago…
Yo prefiero no hacer, mi hermana tiene una amiga que se quedó embarazada en quinto año y la echaron del colegio
Inés: Si que feo eso,…estamos en los setenta ¡Cómo te van a echar por eso! ¿Y ella qué va a hacer?
Perla: Los padres quieren que se casen y después decir que el bebé nació prematuro. ¡Unos hijos de putas son…!
Inés: ¡No! Yo no hago nada entonces
Perla: Yo tampoco Inesita. ¡No me quiero casar! ¡Ni loca!

CAMBIA LA ESCENA, RETOMAN LAS CARTAS
Perla: Hablando de casamiento, se puso de novio José María…Con una chica flaquita, pelo lacio, estudia abogacía, vive con sus padres, son un tanto…pobres...Va…no se…son de un barrio…
Sos mano… ¿A qué jugamos?
Inés: Al Chinchón... (Le da las cartas)...No se, me parece que no te gusta la chiquita. ¿Podríamos jugar al hijo robado? ¿No?
Perla: Una yegua la mina, es alta, flaca, pelo largo, habla perfecto, los dientes blancos, parejos, pero…lo tiene cagando a José Maria. Lo llama y le dice: Amorcito...Buscame, Amorcito, traeme, andá, llevá,
¡La puta madre! Uno los trata como reyes, entre algodones, se sacrifica y se van con una bruja, pendeja pedante
Inés: Pero….Estudia, trabaja, tienen padres
(Silencio)
Perla: Si, pero el apellido es Rojas
Inés: ¿Rojas? ¿Y qué? Rojas. ¿Qué tiene que ver el apellido?
Perla: Rojas, Rojas…Es el enemigo número uno de Muñoz. ¿No te acordás? Carlos Rojas contra Valentín Muñoz. Carátula: Estafa fraudulenta. (Se pone nerviosa por el tema)
Inés: ¿Rojas? ¿El que era socio de Valentín? ¿El rengo Rojas? ¿El que le robó la plata de los terrenos de Córdoba? ¿Ese Rojas? ¿Es el padre de la chiquita? ¿La novia de Jos…?
Perla: Por favor ¡Dejá de preguntar! , ¡Cállate!... (Reponiéndose) Disculpame Inés… Si, Inesita, ese Roja estafador es el padre de la ¡Yegua! De mi futura nuera.
Inés y Perla (Juntas). ¡No! ¡Qué cagada! ¡No puede ser! Ese tipo, un malandra. ¡Qué mala suerte!
(Se distienden)
Perla: Ni te cuento Valentín, cuando se enteró…Estábamos comiendo un asado en casa (Puede ser que lo teatralice) nos sentamos a almorzar, José con la chica esta se llama Clara y besos, charla, todo bien, yo trataba de atenderla lo mejor que me salía, para que después no reciba critica de mi hijo, Valentín le pregunta. ¿Cómo te llamas? ¿Estudiás? Y todas las preguntas que uno hace cuando aparecen estas yeguas de mierda, y le pregunta ¿Qué apellido tenés querida?
Inés: Me imagino que la chica como si nada, me llamo Clara Rojas, trabajo, estudio
Perla Si, la chica ni sabia, nos contó que estudiaba derecho, que le iba muy bien, y en un momento cuenta que su papá, estaba trabajando en una heladería porque hace unos años él trabajaba en una inmobiliaria y que un socio, ¡No! dijo… Su socio que es “Un tránsfuga” lo estafó, que se quedó con la plata de unos campos y que además le había robado un auto rojo
Inés: ¿Y ustedes? ¿Se empezaron a dar cuenta quien era la piba esa?
Perla: En tres minutos a Valentín le dio un infarto, se desmayó, se puso blanco, en diez estábamos en el sanatorio. ¡Corrimos en ese auto! Llevábamos un trapo blanco que salía desde mi ventanilla, José, manejaba, Valentín seguía desmayado, yo le hacía viento con una mano y con la otra llevaba el trapo
Inés: ¿Y la chica?
Perla: La chica iba sentada en el asiento de adelante, peinada de peluquería, con un olor a perfume importado que invadía el lugar… Fue ahí que le dije: abrí un poquito el vidrio de la ventanilla querida, para que entre viento. Podes creer Inés, que la pendeja con su mejor cara dijo: Me despeino. José, amor abrí vos.
Ni una mueca, silenciosa, pero pensando “Viejo de mierda me cago el asado”
Inés: Los jóvenes son así, nada les importa, parece que sólo ellos existen, pero luego crecen, se responsabilizan, se convierten en papás y mamás y sus hijos…se encargan de hacerles pasar ¡Todas las que estos guachos de mierda, nos hicieron pasar! ¡Lo dije! Por fin… ¿Y Valentín? ¿Cómo está?
Perla: Bien, gracias a Dios, el flaco es un roble, le dieron unos calmantes, lo dejaron en observación, la doctora que nos atendió le recomendó calma y le dijo “Que los problemas no lo atrapen”
Inés: Y el parecía “Atrapado sin salida” ¿No?
Perla: Ni más ni menos Inesita, pero él está amargado, te imaginás, no nos queremos meter en la relación de José, pero esto es un grano en el c….Es un malestar, la ve y se transforma
Inés: Y la verdad ¿Cuál fue Perla? Tu marido ¿Le robó o no el auto?
Perla: ¡No!
Inés: ¿Y los campos?
Perla ¡No! Inés qué decís
Inés: ¿Y qué pasó entonces?
Perla: El tipo era un terrible mujeriego, así que se metía en créditos, pedía guita prestada a Dios y medio mundo
Le debía dinero a Valentín, el negocio cada vez daba menos, tenía muchas deudas, y venían los empleados de tribunales y le querían sacar algo para embargar
Un día manejaba Rojas un auto rojo con pedido de captura, se baja en la calle Crespo, para mostrarle a un cliente una casa que estaba en alquiler, el cliente era un árabe, que necesitaba una casa por seis meses, estaba acá en la Argentina haciendo un negocio de exportación de maquinaria...Va…no se el tipo estaba acá en Santa Fe, y quería una casa por seis meses, mucha guita pagaba el tipo, entonces Rojas se baja para mostrarle la casa, el tipo hace la operación, le paga los seis meses juntos, le da un cheque y salen…Cuando salen, había al lado del puto auto rojo, diez policías con millones de patrulleros, sirenas, armas, alrededor del auto
El guacho de Rojas, pasa por al lado del árabe, le pone las llaves del auto en el bolsillo y le dice: Bueno hasta luego, deje nomás, no me lleve, voy caminando.
Inés: ¡No! ¡Le tiro el fardo al otro! ¿Y qué pasó después?
Perla: Lo primero que hizo el árabe es llamar a Valentín, fue urgente, le explicó a la policía lo que había pasado, los canas le preguntaron ¿A nombre de quién está el auto? Mío dijo, ¡Podés creer! Estaba a nombre de él el auto, lo hicieron para que no se lo quiten, pero se lo quitaron, porque hicieron el traspaso tarde, y bueno un quilombo de papeles y de cosas…Al final ya sabes lo que pasó.
Inés: Cuatro años preso, ¡Qué bárbaro! En aquella época yo pensaba que tu marido era el que había estafado a un tipo, y ni te cuento lo que se decía en el club de ustedes. Pero al final él era la victima ¿Creo? ¿No?
Perla: Cuando salió…después de los cuatro años en la cana…se encargó que a Rojas no le quede nada, lo dejó en la calle. Me dio un poco de pena la mujer que en ese entonces estaba embarazada, creo que tuvo…una nena...si una nena.
Inés: La chiquita esta…la novia de José, Perla…qué casualidad, parece una novela pedorra de las que dan por canal nueve, la chiquita podría ser la nena Viale del carril…Qué hermosa qué es…pero qué mala actriz por favor….
Perla ¡Basta...! Ya está, ya se que es la chiquita esa, pero esto no es una novela pasó y sigue pasando Cada vez que vemos a Rojita chica, las urticarias están preparadas para jugar a las rayuelas de la dermis a la epidermis
(Se disponen a jugar a la rayuela)
Este juego debe ser compartido en los movimientos y en el diálogo. Debería realizarse un juego como si hubiera dos rayuelas de manera paralela

Inés: Elijamos movernos como una rayuela, con un pie elijo a donde voy.
Perla: Quiero ir de vacaciones a Italia y ver los cuadros de Picasso
Inés: Con dos pies elijo con quien voy
Perla: Voy a ir con un amante, ¡No!…Mejor voy con mis amigas que nunca me van a cagar
Inés: Con un pie decido si salgo o si me quedo.
Perla: Siempre salgo y nunca me quedo
Inés: Con dos pies escucho que me dice la gente por la calle
Perla: ¡Adiós bellísima ragazza!
Inés: Ahora voy a decidir con quien quiero que mis hijos se queden
Perla: Que se queden con la persona que los comprenda, que los amen a pesar de lo jodidos que son y que siempre se rían…
Inés: también puedo decidir qué ropa comprar, qué ropa tirar
Perla: Todas, todas las prendas las podemos cambiar, quememos el guardarropa, ¡Si!
Inés: De qué color me puedo teñir el pelo
Perla: El pelo lo podemos teñir de verde, o de rojo de colores cálidos
Inés: Puedo decidir con dos pies cuántos años tener
Perla: Quiero tener la edad que tengo, o no…mejor la edad que haga feliz
Inés: y cerca del cielo puedo decidir la edad en la que me voy a morir
Perla: ¡No juego más!
Inés. ¡Pero Perli! Estábamos divirtiéndonos
Perla: No, no y ¡No! No quiero saber cuando me voy a morir, prefiero las sorpresas…
Inés: a mí también, desde chica…me gustan los regalos sorpresas, las fiestas, los encuentros…
Perla: ¿Te acordás, cuando para la fiesta de cuarenta de Anny, nos disfrazamos de Paco y Anny?
Inés: ¡Qué divertido! Es cierto, cómo se reían los chicos…va…No se si se reían…. O trataban de pasar el tema que abordábamos
Perla: ¿Tanto?... ¿Te parece? Va…después de eso Anny se separó de Paco ¿No?

SE PONEN ROPA PARA REALIZAR EL PRÓXIMO CUADRO, EN ELLA DEBE EXISTIR UN ELEMENTO SIGNIFICANTE DE PACO Y DE ANNY (Se sugiere que este sea un juego, dinámico, creativo)
Anny: (Leyendo un libro).
Paco: Hola bichi…ya llegué
Anny: ¿A esta hora? ¿Qué, saliste antes?
Paco: No…me vine porque me dolía un poco el pecho
Anny: Bueno…Tomaste algo. Digo un “Ibu” o una Aspirina. Algo…qué se yo
Paco. No… Creo que ya se me está pasando…Creo que estoy un poco cansado
Anny: Ah... ojo eh…Que en esta casa no se puede hacer ni un ruido. Los chicos estudian en la cocina….La verdad ¡Me tienen podrida esos pendejos! Tengo que pedir permiso hasta para abrir la heladera
Paco: No bichi, yo no hago ruido… ¿Qué lees?
Anny: Mirá Paco: No te metas en mi vida, leo, leo y no te importa lo que leo. Éste no es tu horario...Faltan...Tres horas para las siete de la tarde Así que ¡Ojo! Nada de preguntas, ni tontas ni no tontas ¿Entendiste?
Paco: Me voy a acostar entonces
Anny: Claro… ¡Así va a andar el país!¡El señor se va a acostar...¡No!… Yo ahora quiero mirar televisión y por supuesto ¡Te va a molestar! El ruido, cuando cambio los canales, y nada de sapiniar te lo advierto paco. ¡No te voy a dejar el control remoto! ¡El control a esta hora es mío!
Paco: Sabés que… ¡Me voy al trabajo de vueltas! ¡No!..Mejor me voy ¡Entendés! Me voy a la mierda, tarada, estúpida. Me tenés harto con ese carácter ¡Tonta!
SE VA DE ESCENA
Anny: Paco vení ¡Haceme el favor! (comienza a ponerse nerviosa)… Paco no seas inmaduro… ¿Vos sabés lo que quiere decir invadir lugares comunes? Paco…paco PACO
CADA PERSONAJE VUELVE A SUS LUGARES RIENDOSE HASTA QUEDAR EN SILENCIO, SE QUITAN LOS ELEMENTOS
Perla: Y a los pocos meses se separaron…
Inés: Y de nosotras también…Anny dijo que le hicimos pasar el papelón de su vida
Perla: ¡Qué exagerada! ¡Si ese matrimonio estaba quebrado! ¡Qué ridícula que es!
Inés. Si...qué ridícula. Ella no lo quería al pobre Paco
Perla: Él era tan bueno…le sacaba todas las noches la basura puntualmente, y sabía cuando sacar la basura seca y la húmeda
Inés: y le llevaba el desayuno a la cama
Perla: y secaba el baño cuando se bañaba
Inés: Si., pero tenía un carácter. Te acordás cuando casi mata a la cuñada porque dejó veinte centímetros afuera del techo de la cochera la trompa del auto
Perla: Uh, cuando Anny estaba por tener a Paulita, que ella estaba con trabajo de parto y él pasó la gamuza a todos los muebles, después el trapo de piso a toda la casa y cuando dejó todo brillante, la llevó al sanatorio. Casi lo tiene en el auto
Inés: Que si hubiese roto bolsa en el tapizado la mata. Te lo digo
Perla: No Inés, pero lo peor de Paco es que decía la verdad
Inés: ¿Qué? ¿Qué verdad? No entiendo
Perla: Siempre le decía la verdad, si estaba fea, o gorda o flaca, si no le gustaba el perfume, o la comida, siempre le decía la verdad
Inés: ¿Le decía si tenía arrugas? … No, era un hijo de puta ¡Qué suerte que se separó! ¡Qué suerte que se lo sacó de encima! ¿A quién le gusta que le digan la verdad?
A mí, esa verdad que no me la digan…Va…ninguna verdad, la vida está llena de mentiras, es una forma de poder seguir
Perla: Tenés razón, fijate que hasta los perfumes tapan el olor al otro, lo enmascaran, de esa manera ¿A que huele el otro? A mentiras
Inés: Perla disiento con vos… a mí me gustan los tipos con olor a perfume. ¡No perfume barato eh! Esos que huelen a pichi de gato, no esos no, Me gustan esos perfumes que te atrapan, que dejan un hilo invisible entre mi olfato y el tipo
Perla: La realidad nos dice otra cosa Inesita: Estamos unidas a dos tipos, a los cuales le conocemos todos los olores, las caras, los gestos, dos tipos a los que le juramos
Las dos: Fidelidad hasta que la muerte nos separe. ¡Qué boludas!



25/3/15

MAETERLINCK interior

INTERIOR

de Maurice MAETERLINCK

PERSONAJES
EN EL JARDÍN
el anciano.
el forastero.
marta y maría. (Nietas del anciano.)
un aldeano.
la multitud.

EN LA CASA
Personajes que no hablan:
el padre.
la madre.
las dos hijas.
el niño.

ACTO   ÚNICO
Jardín antiguo, plantado de sauces. En el fondo, una casa cuyas tres ventanas del piso bajo están iluminadas. Se ve con bastante claridad una familia que vela a la luz de la lámpara. El padre está sentado junto a la lumbre. La madre, con un codo apoyado en la mesa, mira al vacío. Dos jóvenes vestidas de blanco bordan, sueñan y sonríen en la tranquilidad de la estancia. Un niño dormita con la cabeza apoyada sobre el hombro izquierdo de la madre. Parece que cuando alguno de ellos se levanta, anda o hace un gesto, sus movimientos son graves, lentos, breves y como espiritualizados por la distancia, la luz y el velo indeciso de la ventana. El anciano y el forastero entran con precaución en el jardín.

el anciano. —Ya estamos en la parte del jardín que se extiende detrás de la casa. Aquí no vienen nunca. Las puertas están al otro lado. Están cerradas y las persianas también. Pero por este lado no hay persianas y he visto luz... Sí; están velando todavía a la luz de la lámpara. Por fortuna no nos han oído; la madre y las jóvenes acaso hubieran salido, y entonces ¿qué habríamos debido hacer?...
el forastero. — Qué vamos a hacer ahora?
el anciano. —Antes quisiera ver si están todos en la sala. Sí. Veo al padre sentado junto a la lumbre. Está esperando con las manos sobre las rodillas... La madre apoya los codos en la mesa.
el forastero. —Nos mira...
el anciano. —No; no sabe lo que mira; no pestañea. No puede vernos; estamos en la sombra de los grandes árboles. Pero no os acerquéis más... Las dos hermanas de la muerta están también en la habitación. Bordan despacio; el niño pequeño se ha dormido. Son las nueve en el reloj que está en el rincón... No sospechan nada y no hablan.
el forastero. —¿Y si intentamos llamar la atención del padre y hacerle alguna seña? Ha vuelto la cabeza hacia este lado. ¿Queréis que llame a una de las ventanas? Es preciso que alguno de ellos lo sepa antes que los demás...
el anciano. —No sé cuál elegir... Hay que tomar grandes precauciones... El padre es viejo y enfermizo... La madre, también, y las hermanas son demasiado jóvenes... Y todos la querían como ya no querrán a nadie... Nunca he visto casa más feliz... No, no. No os acerquéis a la ventana: eso sería lo peor de todo... Vale más anunciárselo lo más sencillamente posible, como si fuera un acontecimiento corriente, y no aparecer demasiado tristes; si no, su dolor quiere sobrepujar al vuestro y no sabéis qué decir... Vamos al otro lado del jardín. Llamaremos a la puerta y entraremos como si no hubiese sucedido nada. Yo entraré primero; no les sorprenderá verme; vengo algunas veces de noche a traerles flores o fruta y a pasar algunas horas con ellos.
el forastero. —¿Para qué necesito acompañaros? Id solo; esperaré a que me llaméis... No me han visto nunca... No soy más que uno que pasa, un forastero...
el anciano. —Vale más no estar solo. Cuando se lleva una desgracia, si no se lleva solo, es menos clara y menos pesada... Al llegar aquí venía pensando en ello... Si entro solo, tendré que hablar desde el primer momento, lo sabrán todo en algunas palabras y ya no tendré nada que decir; y me da miedo el silencio que sigue a las últimas palabras que anuncian una desgracia... Entonces es cuando el corazón se desgarra... Si entramos juntos, les diréis, por ejemplo: “La han encontrado así... Flotaba sobre el río y tenía las manos juntas...”
el forastero. —No tenía las manos juntas; los brazos le colgaban a lo largo del cuerpo.
el anciano. —Ya veis como habla uno a pesar suyo... La desgracia se pierde en los detalles... Si entrara solo, a las primeras palabras, conociéndolos yo como los conozco, sería espantoso y Dios sabe lo que sucedería... Pero si hablamos por turno, estarán escuchándonos y no pensarán en considerar la mala noticia... No olvidéis que la madre estará allí y que su vida depende de tan poca cosa... Más vale que la primera ola se rompa sobre algunas palabras inútiles... Es preciso hablar un poco en derredor de la desgracia, y que no estén solos. El más indiferente sobrelleva sin saberlo parte del dolor... Así se divide, sin ruido y sin esfuerzo, como el aire y la luz...
el forastero. —Vuestras ropas están empapadas y gotean sobre las losas.
el anciano. —Sólo ha entrado en el agua la orla de mi manto. Parece que tenéis frío. Tenéis el pecho cubierto de tierra... No lo había notado en el camino con la oscuridad...
el forastero. —Yo he entrado en el agua hasta la cintura.
el anciano. —¿Hacía mucho tiempo que la habíais encontrado cuando yo llegué?
el forastero. —Apenas un instante. Iba yo hacia la aldea; ya era tarde y oscurecía. Iba andando con los ojos fijos en el río, porque estaba más claro que el camino, cuando vi una cosa extraña a dos pasos de un cañaveral... Me acerco y veo su cabellera, que se había levantado casi en círculo por encima de su cabeza y que iba dando vueltas siguiendo la corriente... (En la habitación las dos jóvenes vuelven la cabeza hacia la ventana.)
el anciano. —¿Habéis visto la cabellera de las dos hermanas temblar sobre sus hombros?
el forastero. —Han vuelto la cabeza hacia nuestro lado... No han hecho más que volver la cabeza. Acaso he hablado demasiado fuerte... (Las dos jóvenes vuelven a colocarse en su primera postura.) ... pero ya no miran... He entrado en el agua hasta la cintura y he podido alcanzarla con la mano y traerla sin esfuerzo hasta la orilla... Era tan hermosa como sus hermanas...
el anciano. —Acaso era más hermosa... No sé por qué, he perdido todo el valor...
el forastero. —¿De qué valor habláis? Hemos hecho todo lo que puede hacer un hombre... Estaba muerta desde hacía más de una hora...
el anciano. —¡Vivía esta mañana!... La encontré al salir de la iglesia... Me dijo que se iba a ver a su abuela a la otra orilla de ese río donde la habéis encontrado... No sabía cuándo me volvería a ver... Sin duda ha estado a punto de pedirme algo; después no se ha atrevido, y se ha separado de mí bruscamente... Pero ahora lo recuerdo... ¡Y no vi nada!... Sonreía, como sonríen los que quieren callarse o los que tienen miedo de que no se les comprenda... Parecía que esperaba con pena... casi no me miraba...
el forastero. —Unos campesinos me han dicho que la han visto vagar sola hasta la noche por la orilla... Creían que estaba buscando flores... Puede que su muerte...
el anciano. —No se sabe... ¿Se sabe nunca algo?... Acaso era de las que no quieren decir nada, y cada uno lleva en sí mismo más de una razón para no vivir... No vemos dentro del alma como vemos en esa habitación. Todas son así... No dicen más que cosas indiferentes, y nadie sospecha nada... Vivimos meses y meses al lado de alguien que ya no es de este mundo y cuya alma ya no puede inclinarse; le respondemos sin pensar en ello, y ved lo que sucede... Parecen muñecas inmóviles, y en su corazón suceden tantos acontecimientos... Ni ellas mismas saben lo que son... Hubiera vivido como viven las demás... Hubiera dicho hasta el día de su muerte: “Señor, Señora”, “¿Lloverá esta mañana?”; o “Vamos a almorzar; seremos trece a la mesa”; o “La fruta no ha madurado todavía”. Hablan sonriendo de las flores que se han caído, y lloran en la oscuridad... Ni un ángel vería lo que es preciso ver, y el hombre no comprende hasta después... Ayer noche estaba ahí bajo la lámpara, como sus hermanas, y si esto no hubiese sucedido, no las veríamos como hay que verlas... A mí me parece que las veo por primera vez... Hay que añadir algo a la vida ordinaria antes de poder comprenderlas... Están a nuestro lado, nuestros ojos no se apartan de ellas, y no las vemos hasta el momento en que se marchan para siempre... y, sin embargo, ¡qué alma tan extraña debió de tener!; un alma pobre, ingenua, inagotable, ¡hija mía!, si dijo lo que debe haber dicho, si ha hecho lo que debe haber hecho...
el forastero. —En este momento sonríen en silencio en la habitación.
el anciano. —Están tranquilos... No la esperaban esta noche...
el forastero. —Sonríen sin moverse... Pero el padre se pone un dedo en los labios...
el anciano. —Señalan al niño, que se ha dormido sobre el corazón de su madre...
el forastero. —No se atreven a levantar los ojos por miedo a turbar su sueño.
el anciano. —Ya no trabajan... Reina un gran silencio.
el forastero. —Han dejado caer la madeja de seda blanca...
el anciano. —Miran al niño...
el forastero. —No saben que otros los están mirando...
el anciano. —También a nosotros nos miran...
el forastero. —Han levantado los ojos...
el anciano. —Y, sin embargo, no pueden ver nada...
el forastero. —Parecen felices, y sin embargo... ¿qué sabemos?...
el anciano. —Creen estar seguros... Han cerrado la puerta, y los postigos tienen barras de hierro... Han asegurado los muros de la casa vieja; han puesto cerrojos a las tres puertas de encina... Han previsto todo lo que se puede prever...
el forastero. —Habrá que acabar por decírselo... Podría venir alguien a anunciárselo bruscamente... Había una multitud de aldeanos en la pradera donde está la muerta... Si uno de ellos llamase a la puerta...
el anciano. —Marta y María están al lado de la muerta. Los aldeanos iban a hacer unas angarillas con ramaje, y he dicho a la mayor que venga a avisarnos a toda prisa en el momento en que se pongan en marcha. Esperemos a que venga; me acompañará... No hubiéramos debido mirarlos así... Creí que no había más que llamar a la puerta, entrar sencillamente, buscar alguna frase, y decir... Pero los he visto vivir demasiado tiempo a la luz de su lámpara... (Entra maría.)
maría. —Ya vienen, abuelo.
el anciano. —¿Eres tú? ¿Dónde están?
maría. —Están al pie de las últimas colinas.
el anciano. —¿Vendrán en silencio?
maría. —Les he dicho que recen en voz baja. Marta los acompaña...
el anciano. —¿Son muchos?
maría. —Toda la aldea viene con ellos. Habían traído luces, pero les he dicho que las apaguen...
el anciano. —¿Por dónde vienen?
maría. —Por las veredas. Vienen despacio.
el anciano. —Ya es hora de...
maría. —¿Lo habéis dicho, abuelo?
el anciano. —De sobra ves que no hemos dicho nada... Siguen esperando a la luz de la lámpara... Mira, hija, mira: verás algo de la vida...
maría. —¡Oh! ¡Qué tranquilos parecen!... Diríase que los veo en sueños...
el forastero. —Tened cuidado: he visto estremecerse a las dos hermanas...
el anciano. —Se levantan...
el forastero. —Creo que se acercan a la ventana... (Una de las dos hermanas de las cuales están hablando se acerca en este momento a la primera ventana, y la otra a la tercera, y, apoyando las manos en los cristales, miran largo tiempo en la oscuridad.)
el anciano. —Nadie se acerca a la ventana de en medio...
maría. —Miran... Escuchan...
el anciano. —La mayor sonríe a lo que no ve...
el forastero. —Y la segunda tiene los ojos llenos de temores...
el anciano. —Tened cuidado; no sabemos hasta dónde se extiende el alma en derredor de los hombres... (Pausa larga. maría se apoya en el pecho del anciano y le abraza.)
maría. —¡Abuelo!...
el anciano. —¡No llores, hija!... También a nosotros nos llegará la vez... (Pausa.)
el forastero. —¡Cuánto tiempo miran!...
el anciano. —Estarían mirando cien años y no verían nada. Pobrecillas... La noche es demasiado oscura; miran aquí, y es por allí por donde llega la desgracia...
el forastero. —Afortunadamente miran hacia aquí... No sé lo que adelanta del lado de las praderas.
maría. —Creo que es la multitud... Están tan lejos que apenas se les distingue...
el forastero. —Siguen las ondulaciones del sendero... Ya reaparecen junto a un talud iluminado por la luna...
maría. —¡Oh! ¡Cuántos vienen!... Se acercaban corriendo cuando yo he pasado por el arrabal... Han dado una vuelta muy grande.
el anciano. —Llegarán, a pesar de todo; y yo también los veo... Van caminando hacia las praderas… Parecen tan pequeños que apenas se les distingue entre la hierba... Parecen niños jugando a la luz de la luna... Y si ellos los viesen, no comprenderían. Por mucho que les vuelven las espaldas, se acercan a cada paso que dan y la desgracia aumenta desde hace ya más de dos horas. No pueden impedir que aumente, y los que la traen no pueden detenerla... La desgracia manda, y es preciso que la sirvan... Tiene su fin y sigue su camino... Es infatigable y no tiene más que una idea... Es preciso que le presten sus fuerzas. Están tristes, pero vienen... Tienen compasión, pero deben adelantar...
maría. —La mayor no se ríe ya, abuelo...
el forastero. —Se alejan de las ventanas...
maría. —Abrazan a su madre...
el forastero. —La mayor ha acariciado los rizos del niño, que no se despierta...
maría. — ¡Oh! También el padre quiere que le abracen a él...
el forastero. —Ahora, silencio...
maría. —Vuelven al lado de su madre...
el forastero. —El padre sigue con la vista el gran péndulo del reloj...
maría. —Diríase que rezan sin saber lo que hacen...
el forastero. —Diríase que están escuchando a sus almas... (Pausa.)
maría. —¡Abuelo, no se lo digas esta noche!...
el anciano. —Ya ves como también pierdes el valor... Harto sabía yo que no debíamos mirar. Tengo cerca de ochenta y tres años y es la primera vez que me ha herido la vista de la vida. No sé por qué todo lo que hacen me parece tan extraño y tan nuevo... Están esperando de noche, sencillamente, a la luz de su lámpara, como hubiéramos nosotros esperado a la luz de la nuestra; y, sin embargo, creo verlos desde lo alto de otro mundo, porque sé una verdad pequeña que ellos no saben todavía. ¿Es eso, hijos míos? Decidme, ¿por qué estáis también pálidos? ¿Hay acaso otra cosa que no pueda decirse y que nos hace llorar? Yo no sabía que hubiese en la vida algo tan triste y que diese miedo a los que lo miran... Y aunque no hubiese sucedido nada, me daría miedo verlos tan tranquilos... Tienen demasiada confianza en este mundo... Están ahí separados del enemigo por pobres ventanas... Creen que no sucederá nada porque han cerrado las puertas, y no saben que siempre sucede algo en las almas y que el mundo no se acaba en las puertas de las casas... Están tan seguros de su vida menuda y no sospechan que hay otros que saben de ella más que ellos; y que yo, pobre viejo, aquí, a dos pasos de su puerta, tengo entre las manos toda su menguada felicidad y no me atrevo a abrirlas...
maría. —Tened compasión, abuelo...
el anciano. —Tenemos compasión de ellos, hija mía; pero nadie tiene compasión de nosotros.
maría. —Decídselo mañana, abuelo; decidlo cuando sea de día... No les dará tanta pena...
el anciano. —Tal vez tengas razón... Valdría más dejar todo esto en la noche. Y la luz consuela el dolor. Pero ¿qué nos dirían mañana? La desgracia hace celosos a los que la padecen; y aquellos a quienes ha herido quieren saber antes que los extraños. No quieren que se deje su desdicha en manos de los desconocidos... Parecería que les habíamos robado algo...
el forastero. —Además, ya no es tiempo; ya oigo el murmullo de las oraciones...
maría. —Están ahí... Pasan por detrás de los setos... (Entra marta.)
marta. —Aquí están, he venido guiándolos hasta aquí. Les he dicho que esperen en el camino. (Se oyen gritos de niños.) ¡Ah! Todavía están gritando los niños... Les había prohibido venir... Pero quieren ver lo que sucede, y las madres no hacen caso... Voy a decirles... No; se callan. ¿Está todo dispuesto? He traído la sortija que ella llevaba puesta... La he echado yo misma sobre la camilla. Parece que está dormida... Me ha costado mucho trabajo porque no podía arreglarle el pelo... He hecho cortar margaritas... Es triste, pero no había otras flores... ¿Qué hacéis aquí? ¿Por qué no estáis con ellos? (Mira a la ventana.) ¿No lloran?... No... ¿No se lo habéis dicho?
el anciano. —Marta, Marta. Hay demasiada vida en tu alma; no puedes comprender...
marta. —¿Por qué? (Después de una pausa y con tono de reproche.) No hubierais debido hacer esto, abuelo...
el anciano. —Marta, tú no sabes...
marta. —Yo soy la que voy a decírselo.
el anciano. —Estate aquí, hija mía, y mira un instante.
marta. —¡Oh! ¡Qué desgraciados son!... No pueden esperar...
el anciano. —¿Por qué?
marta. —¡No sé... pero ya no es posible!...
el anciano. —Ven aquí, hija mía...
marta. —¡Qué paciencia tienen!
el anciano. —Ven aquí, hija mía...
marta. —(Volviéndose.) ¿Dónde estáis, abuelo? Tengo tanta pena que no os veo... Yo tampoco sé qué hacer.
el anciano. —No los mires más hasta que lo sepan...
marta. —Quiero ir con vos...
el anciano. —No, Marta, quédate aquí... Siéntate al lado de tu hermana, sobre este banco viejo de piedra, al pie del muro de la casa, y no mires... Eres demasiado joven, y no podrías olvidar ya nunca... No puedes saber lo que es un rostro en el momento en que la muerte va a pasar por sus ojos... Acaso llorarán... No te vuelvas... Acaso no sucederá nada... Sobre todo, no te vuelvas si no oyes nada... No puede saberse de antemano el camino que ha de seguir el dolor... Generalmente, no hay más que unos cuantos sollozos con raíces profundas... Yo mismo no sé qué podré hacer cuando los oiga... Eso no pertenece ya a esta vida... Abrázame, hija mía, antes de que me vaya... (Un murmullo de oraciones se ha acercado gradualmente. Parte de la multitud invade el jardín. Se oye correr con pasos sordos y hablar en voz baja.)
el forastero. —(A la multitud.) Quedaos aquí... No os acerquéis a las ventanas... ¿Dónde están?
un aldeano. —¿Quiénes?
el forastero. —Los otros...  ¡los que la traen!...
el aldeano. —Llegan por la avenida que conduce a la puerta. (El anciano se aleja. marta y maría están sentadas en el banco, de espaldas a la ventana. Rumores en la multitud.)
el forastero. —¡Silencio!... No habléis. (La mayor de las dos hermanas se levanta y va a correr los cerrojos de la puerta.)
marta. — ¿Abre?
el forastero. —Al contrario, cierra. (Pausa.)
marta. —¿No ha entrado el abuelo?
el forastero. —No... Vuelven a sentarse al lado de la madre. Los otros no se mueven, y el niño sigue durmiendo... (Pausa.)
marta. —Hermana, dame la mano...
maría. —¡Marta! (Se abrazan y se dan un beso.)
el forastero. —Ya debe de haber llamado... Han levantado la cabeza todos a un tiempo... Se miran...
marta. —¡Oh! ¡Pobre hermana mía!... ¡Voy a llorar también! (Ahoga sus sollozos echándose sobre el hombro de su hermana.)
el forastero. —Debe de estar llamando todavía; el padre mira qué hora es... Se levanta.
marta. —Hermana, hermana, quiero entrar también... Ya no pueden estar solos...
maría. —¡Marta, Marta! (La detiene.)
el forastero. —El padre está en la puerta... descorre los cerrojos... Abre con prudencia...
marta. —¡Oh! No veis... el...
el forastero. —¿Qué?
marta. —Los que la traen...
el forastero—Abre un poco la puerta... No veo más que un ángulo de la pradera y el surtidor de la fuente... No suelta la puerta... Retrocede... Parece que dice: “¡Ah! ¡Sois vos...!” Levanta los brazos... Vuelve a cerrar la puerta con cuidado... Vuestro abuelo ha entrado en la habitación... (La multitud se ha acercado a la ventana. marta y maría se levantan y después se acercan también, abrazadas estrechamente. Se ve al anciano, que adelanta dentro de la sala. Las dos hermanas de la muerta se levantan; la madre se levanta también después de haber sentado al niño cuidadosamente en el sillón que acaba de dejar, de modo que, desde fuera, se vea dormir al pequeñuelo, con la cabeza un poco inclinada, en el centro de la habitación. La madre adelanta al encuentro del anciano y le alarga la mano, pero la retira antes de que él haya tenido tiempo de cogerla. Una de las dos jóvenes quiere quitar la capa al visitante, y la otra adelanta un sillón, pero el anciano hace un gesto rehusándolo. El padre sonríe con aire asombrado. El anciano mira hacia la ventana.) No se atreve a decirlo... Nos ha mirado. (Rumores en la multitud.) ¡Callad!... (El anciano, viendo caras que se acercan a la ventana, aparta rápidamente los ojos. Como una de las jóvenes sigue ofreciéndole el mismo sillón, acaba por sentarse y se pasa varias veces la mano derecha por la frente.) Se sienta... (Las demás personas que están en la sala se sientan también; mientras, el padre habla con volubilidad. Por fin el anciano abre la boca, y el sonido de su voz parece atraer la atención. Pero el padre le interrumpe. El anciano vuelve a tomar la palabra, y poco a poco los demás se van quedando inmóviles. De repente la madre se estremece y se levanta.)
marta. —¡Oh! ¡La madre va a comprender! (Se vuelve y esconde la cara entre las manos. Nuevos rumores en la multitud. Los niños lloran para que los levanten en brazos y ver también. La mayor parte de las madres obedecen.)
el forastero. —¡Silencio!.. ¡Todavía no lo ha dicho!.. (Se ve que la madre interroga al anciano con angustia. Él dice todavía unas cuantas palabras; después, bruscamente, todos los demás se levantan también y parecen interpelarle. Entonces hace con la cabeza un lento signo de afirmación.) ¡Lo ha dicho!... ¡Lo ha dicho de repente!...
voces de la multitud. —¡Lo ha dicho! ¡Lo ha dicho!...
el forastero. —No se oye nada... (El anciano se levanta también y, sin volverse, señala la puerta que está detrás de él. La madre, el padre y las dos hijas se arrojan sobre la puerta, que el padre no consigue abrir inmediatamente. El anciano quiere impedir a la madre que salga.)
voces de la multitud. —¡Salen! ¡Salen!... (Barullo en el jardín. Todos se precipitan hacia el otro lado de la casa, excepto el forastero, que permanece en las ventanas. En la sala, la puerta se abre por fin de par en par; todos salen al mismo tiempo. Se ven, bajo el cielo estrellado y a la luz de la luna, las angarillas donde descansa la muerta, mientras que, en medio de la habitación abandonada, el niño continúa durmiendo tranquilamente en el sillón. Pausa.)
el forastero. —¡El niño no se ha despertado! (Sale también.)