2/1/15

¡GORDURA ES HERMOSURA! Dario Fo y Franca Rame





¡GORDURA ES HERMOSURA!

Dario Fo y Franca Rame



Personajes


  MATEA
La gorda

HOMBRE
Marido que se ha equivocado de puerta

JOVEN
Colaborador de Matea

ANA
Hija de Matea

ESCENOGRAFÍA
El departamento de Matea.


Acto único



Una habitación grande, mitad recámara, mitad estudio-estancia. Al centro de la pared del fondo, el baño, con dos puertas laterales: una especie de quiosco hexagonal, cerrado por dos vidrios grande de opalina blanca. Cada vez que los personajes entran, se encienden las luces, de modo que las siluetas de los huéspedes se proyectan aumentadas sobre el vidrio. Al salir, las luces del interior del baño se apagan. Disposición: en el espacio de la izquierda, sobre el fondo, una enorme cama matrimonial, burós a los lados, una lámpara. En el espacio de la derecha, alejada en segundo plano, una enorme mesa en ele, con computadora, impresora y todo lo necesario para grabar, incluido un amplificador; en el extremo de la mesa,  lo necesario para prepararse café o té: tacitas, botellas, vasos y una caja de medicina: Intelect-X. En el proscenio, otra mesa con una lámpara, un termo con café, una azucarera, varias tacitas, cenicero, cigarros, una agenda y todo lo que se necesite. Sillas y sillones de oficina con ruedas, repartidos por todos lados. Tras la mesa en ele, una modernísima bicicleta fija. A la derecha del proscenio, apenas visible, la puerta de entrada al departamento montada sobre carros, que en  el momento indicado será adelantada unos metros. El lado derecho  del escenario es recorrible y debe poder avanzar casi hasta el centro del escenario, de modo que divida la habitación en dos. Al centro, en primer plano, una mesita de centro. Lámparas de pie y diferentes controles remotos. Al abrirse el telón, en la escena semioscura, se percibe la cama matrimonial, desordenada, con alguien arriba de ella: ¿una persona? ¿Dos? No se sabe. Música durante algunos segundos; luego una voz masculina, usando tonos acariciantes, dialoga con una voz femenina: Matea.

(1)VOZ DE HOMBRE: ¡Buenos días, tesoro, ya son las nueve! Despierta, mi amor.
(2)MATEA: (Apenas se mueve.) ¡Oh, noooo! ¡Otra pestañita… te lo ruego! Besito… apapáchame…
(3)VOZ DE HOMBRE: (Apurándola.) ¡Sí, sí… levántate ya! ¡Amor, son las nueve en punto… hoy es jueves 18… levántate!
(4)MATEA: ¡Eres malo! Anoche me destruiste y ahora pretendes… ¡Monstruo!
(5)VOZ DE HOMBRE: ¡Sí, sí, soy tu monstruo! ¡Cuánto te quiero! Bella, dulce, cándida, amor…
(6)MATEA: (Se abraza al Hombre.) Oh sí, otra vez… otra vez… amor…
(7)VOZ DE HOMBRE: Despierta… despiértate, tesoro…  hoy es un día afortunado… sé que estás cansada… y que te gustaría acurrucarte en mis brazos… pero tienes que levantarte…
(8)MATEA: ¡Oh, eres un tirano!
(9)VOZ DE HOMBRE: ¡No digas eso! ¡Mi amor…! Ya son las nueve y cinco minutos… Hoy Marte está en la casa de Venus… ¡Será un buen día, lleno de emociones agradables! ¡Levántate!
(10)MATEA: (Levantándose, enciende la lámpara colocada sobre el buró.) ¡Ya me levanté! (A medida que la mujer avanza hacia el proscenio aumenta la luz: nos encontramos frente a una Mujer desmesuradamente gorda, que lleva puesto un elegante camisón blanco con encajes; bajo el camisón distinguimos unas pantaletas color de rosa. Toma un control remoto de la mesita de centro.) ¿Basculita? ¿Dónde estás basculita? Menos mal que tiene localizador electrónico… (Desde la izquierda, llega al proscenio una báscula.) ¡Aquí estás! ¡Buenos días! (Intenta subirse en ella, pero la báscula se escapa entre sus pies, alejándose hacia la parte de donde salió.) ¿Qué haces? ¿Escapas? (La bloquea con el pie.) ¡Te amolé! (Se sube en ella. Ruido de resortes que saltan y un lamento; la Mujer salta, asustada.) ¡Ay, Dios, qué susto…! ¡Me explotó en los pies! (La báscula se va, rechinando) Sí, llora, llora. Soy yo la que debería llorar… ¿Para qué me peso…? Total, gramos más o gramos menos… peso ciento veintitrés kilos… (Se enciende un cigarro.) ¡Ciento veintitrés! (Da un patadón a la cama.) ¿Y tú no dices nada?
(11)VOZ DE HOMBRE: Te lo repito amor… no te preocupes… a mí me gustas así chonchita…
(12)MATEA: ¡Barrigona, panza de hule… llanta Michelín! ¡No exageres con tus adulaciones, querido! (Mira el cigarro.) ¿Pero qué estoy haciendo? ¡Me fumo un cigarro recién levantada! ¡¡Solo!! ¡Sin café! ¡Ahorita me lo tomo! (Se dirige a la mesa y se sirve del termo una taza de café; echa un ojo a la azucarera.) ¡Mmmh, está amargo! A ver, subí dieciséis kilos en los últimos dos meses… como que puedo ponerle una cucharadita… Qué puede hacer una cucharadita en este corpachón… se pierde. (Ejecuta.) Ocho kilos al mes… (Refiriéndose al azúcar.) Una no es ninguna, dos es la mitad de una… (Ejecuta.) Tres es apenas una. (Retoma el discurso.) Dos kilos por semana… (Vacía toda la azucarera directamente en la tacita mientras dice:) ¡Basta de privaciones! (Se toma el café y luego se dirige a la cama.) ¡Si sigo así llegaré a los doscientos en menos de lo que canta un gallo! ¡La Teresina del zooo… la mujer más gorda del mundo! (Da otra patada a la cama, el hombre suspira. Matea entra al bañ0. Se trasluce si abundante silueta.) No, tú no te puedes acordar de ella… aún no habías nacido… La exponían en los barracones de las ferias… deslizaba entre los pliegues de la tienda un muslo así de gigante… (Levanta una pierna imitando, a la Teresina.) Desmesuradamente gorda y rebosada. “Toquen, toquen”, gritaba el merolico, “¡entren y podrán tocar lo demás!” (Se levanta el camisón, se baja las pantaletas, se sienta en el excusado y orina.) Luego luego se juntaba la bola de morbosos pervertidos… ¿Me escuchas, querido…? Todavía podría tener un chance… ¿Qué dices...? Pongo un bonito barracón…

Se levanta y jala la palanca.

(13)VOZ DE HOMBRE: ¡Amor, son ya las nueve y cuarto! Consulta la agenda…
(14)MATEA: (Sale del baño y consultar la agenda.) Actividades: “Tomar el Intelect-X para la memoria…” Menos mal que lo escribí, sino se me hubiera olvidado. Esa Montalcino tiene muy buena cabeza…  ¡hicieron muy bien en darle el Nobel! (Levanta una cajita de la mesa y lee.) “Una en la mañana y una en la tarde…” Yo me tomo las dos juntas cuando me levanto… (se sirve un poco de agua) si no, antes de que me haga efecto el remedio se me olvida la de la tarde. (Traga las dos pastillas.) Tengo hambre… tengo hambre… ¿Cómo es que siempre me despierto como si no hubiera comido en dieciocho años? ¡Voy a comer! Me tomo un té… otro líquido… y luego me pasaré la tarde haciendo pipí. (Se prepara el desayuno; sin darse cuenta, lleva a la mesa dos tazas.) ¿Por qué tomé dos tazas? ¡Los malditos reflejos condicionados! ¡No está! ¡Ya no está! ¡Lo echaste! ¡Ahora hazte tu desayuno tú sola! (Señala la cama.) El nuevo no come nunca. (Al regresar la segunda taza a su lugar se le cae algo.) ¡Ay mamá…! (Lleva a la mesa en primer plano una tetera y un frasquito de miel.) Quién sabe por qué cada que sucede algo imprevisto decimos “mamá”… ¡O “mamá” o “chingado”! Claro, es la primera palabra que aprendemos… Me refiero a “mamá”. “Chingado” es la segunda. (Deletrea.) Ma-má… ma-má… (Se sirve té.) Mi sobrinita la primera palabra que dijo fue “Uva”… el nombre del perro. ¡Qué locura! Estábamos todos esperando: “Dí mamá, dí mamá, tesoro… dí papá…” Y cuando nos quedábamos solas: “¡Dí tía!, dí tía” Y aquélla, nada… “¡Uvaaa…!” Con su horrible voz aguda, de enana… “¡Uvaaa…!” ¿Le pongo o no le pongo miel? No, no le pongo. (Deletrea.) Ma-mm-má... ¡Cuántas cosas me perdí por esa santa mujer que era mi madre! ¡Una gran señora mi madre, toda casa, cama e iglesia! ¡Por mi bieeen! ¡Chocaaante! (Gime como si estuviera a punto de desmayarse.) Me siento mal… me falta azúcar… mejor tomo algo… (Toma del frasco una cucharada de miel, que chupa golosamente.) ¡Está muy buena…! ¡Está muy buena! ¡Dios bendiga a las abejas! (Directamente al público.) ¡Si sigo así, al final de la gira de veras voy a pesar ciento veintitrés kilos! “¡Mata más la gula que Salubridad!” ¡Paciencia, moriré! ¡Mi madre… una santa! ¡Cuidado con hablar de sexo! El sexo no existía en mi casa: todos estábamos hechos como las muñecas. Al trasero le decían “pompis”, y al delantero “conchita”… Por muchos años cómo me dieron asco las conchas con chocolate… ¡Cuántas cosas me perdí por culpa de mi madre! Me enseñó puras cosas equivocadas… Me enseñó, por ejemplo, a ser honesta. ¿Para qué, a ver? ¡Tache! Me enseñó a ser fiel… ¡La fidelidad! Debió haberme dado la ideología del engaño junto con la leche… ¡Engaña, engaña, engaña! Imagínense qué vida tan interesante hubiera tenido… Agitada, llena de sobresaltos… de expectación… Despertarse en la mañana… “¡Hoy-lo-veo-hoy-lo-veo!” Darse un buen baño, ponerse desodorante, perfume… lencería sexy… Y el marido: “¿A dónde vas, querida?” “¡Al súper… hoy pagas dos y te dan tres…!” Y vámonos: besos, besos… (Imita un besuqueo frenético) mi amor, mi amor… ¡Madre querida, nunca podré perdonarte que me hayas embrutecido con este yugo de la fidelidad absoluta, rígida… sin rodeos, sin tolerancia! ¡Los celos…! ¡Yo a mi marido le di una vida de perros! Le hacía escenitas… lo espiaba… le salía de las coladeras… ¡era una obsesión! Y los pequeños deslices que me permití… un sentimiento de culpa… una desesperación… N´hombre, si volviera a nacer: ¡tres! ¡Tres fijos! L0s llamaría a todos “mi chiquito” para no confundir los nombres… (Termina de desayunar, vuelve a colocar todo ordenadamente, luego se acerca a la cama.) Madre, me obligaste a reducir el matrimonio a una especie de jaula para parejas obligadas a vivir en cautiverio (Al hombre que esta en la cama) ¡ya estuvo bueno de dormir, tesoro, párate! (Levanta con fuerza las sábanas jalándolas hacia ella. Aparecen dos cojines dispuestos de modo que simulan a una persona.) Oh, Dios mío… ¿dónde estás? ¡No te hagas chistoso…! (Levanta los cojines y los avienta.) Me han robado al amante… o a lo mejor se escapó… ¡Me muero! ¿Dónde estás…? ¡Ah, estás aquí! (Levanta una voluminosa grabadora, la besa emocionada y la coloca sobre la mesa de trabajo.) ¿Qué haría sin ti, tragacintas de mi corazón?

Aprieta una tecla. Se vuelve a escuchar la voz del Hombre.

(15)VOZ DE HOMBRE GRABADA: ¡Despierta… tesoro… ya son las nueve!
(16)MATEA: ¡Ya me caíste gordo!

Se dirige a bambalinas y lleva a primer plano una bicicleta fija.

(17)VOZ DE HOMBRE GRABADA: ¡Cuánto te quiero! Te amo… aunque ayer en la tarde fuiste mala… Desnúdate… vamos bajo la ducha… ¡Quiero enjabonarte de la cabeza a los pies!
(18)MATEA: (Apaga la grabadora.) Así reduzco ese mes y medio. (Sube en la bicicleta y pedalea con ganas.) Ahora doy un hermoso paseíto en bicicleta… debo mantener ejercitados los músculos… ¡Quiero estar firme y como chinampina! Ya renuncié a adelgazar… no pienso más en eso. (Directamente al público.) Pero ni crean que nací gorda, no… ¡faltaba más! Era una varita… con la grasa en su sitio… engordé desde hace un año… La historia comenzó cuando eché de la casa a mi marido, cuando le dije: “¡Ámonos pa’ la calle…!” Y aguas cuando una dice: “¡Ámonos pa’ la calle…!” ¡porque se van! Por otro lado, yo ya no aguantaba más… ¡Exploté! “¡Ámonos pa’ la calle…!” Cuando se fue, me pasé veinte días con la oreja pegada a la puerta como un viejo indio… Esperaba… pensaba justamente que volvería… otras veces lo había echado… ¡y siempre volvía! ¡Pero esta vez, mangos, no volvió! ¡Cómo me puse mal! Comencé a engordar de zopetón, como se dice… Perecía como si me soplaran por dentro… y me inflaran… Por otra parte, hay mujeres que por penas de amor comienzan a beber y se vuelven alcohólicas; luego están las que se toman pastillas para dormir, para estar arriba y “muy arriba”… y acaban adictas… y terminan en el manicomio… y las que engordan… y yo engordé… He probado todas las dietas… la de los jockeys, la mediterránea, la de la luna… incluso me tragué una tenia, sí, una solitaria. La Callas hizo esa dieta y quedó hecha un hilo… Yo me tragué la solitaria… me sometí a una dieta de faquir… No lo van a creer: ¡la solitaria murió de hambre y yo seguí engordando! No hay nada que hacer… es una reacción nerviosa, una cuestión psicológica… ahora yo… ya me acepté… Así de gordita soy un dechado de virtudes… (Suena el teléfono.) ¿Quién me habla a esta hora? (Levanta la bocina) ¿Bueno…? ¡Bueno…! ¿Y ora? ¿No hay nadie…? (Cambia de tono.) ¿Eres tú? Sé que eres tú… no trates de volver a casa… si eres tú… y si no eres tú… (Emite una trompetilla en la bocina y cuelga.) ¡Pero por qué tienen que molestarme! Para mí que es él… ¡es él! Desde hace un año que no lo veo… llama de vez en cuando… sólo espera que yo le diga “vuelve”. Pero yo por ahora, ¡puras habas! Ya veremos después. Les estaba diciendo que me acepté como soy. Un día me dije: quiero afrontar la realidad… quiero verme enterita... beber hasta el fondo el cáliz amargo… Era el dos de noviembre, el Día de Muertos, y ya estaba bastante melancólica… me desvestí y con valor me miré en el espejo, por delante y por detrás: perdí el sentido… coma profundo. Lo que más me molestó… gorda, pasa, ¡pero las proporciones! ¡Es justo un hecho estético! De verme estos muslos así de desparramados… que la mujer cuando se desparrama de los músculos, se desparrama… ¡pero yo me pasé! Y luego, me derrumbé del trasero… ¡Queridas muchachas, de traseritos sólidos… sépanse bien que, a pesar de todo, luego de los treinta y ocho hay un derrumbe de glúteos imparable! (Al público.) Todas las tardes hay un aplauso en este momento… ¿Saben quién bate las palmas? Todas las mujeres con el trasero derrumbado que dicen “es cierto, es cierto…” Estaba desesperada, angustiada por tanto desbarajuste… Hice una encuesta entre todas las señoras del edificio… convoqué a una reunión de condominio. Orden del día: “Derrumbe del trasero de la señora Matea, del cuarto piso.” Fue muy hermoso… todas las señoras estaban ahí, atentas… generosas… observando mi trasero… A veces entre las mujeres nacen grandes amistades, o entre veinteañeras y cincuentonas o coetáneas de cincuenta para arriba… antes no, es difícil hacer amistad… Claro siempre hay excepciones… todas dándome consejos… haga así, haga asado… De repente se levanta una, estupenda… joven… delgaaada… delgaaada… ¡un hilo! Treinta y dos años, magnífica, bella, delgaaada, méndiga… es la más méndiga del condominio… delgada… ¡que las delgadas son tremendas…! rabiosas… ¡porque siempre tienen hambre! Y me dice: “¡Camine de puntitas!” ¡Me aventé un periodo así! (Hace una caminata sobre las puntas.) ¡Parecía Rey Mago! ¡Y luego hasta gimnasia para endurecer el interior de los muslos, llamada “de la rana”! (Ejecuta.) No se rían tanto, que ya las estoy viendo por ahí mañana temprano caminando así… Lo intenté todo… luego, un buen día me dije, “¿y a mí qué carajos me importa? ¡Estoy gorda…!” ¡La gordura tiene sus ventajas! Estoy calientita en invierno… si se me antoja dormir en el suelo ya tengo incorporado el colchón… total, acepté mi vida de chonchita… ¡La gordura es hermosura! Pero, como les decía, no nací gorda. Para que sepan quién soy, les debo contar de dónde vengo… Quiero que sigan y entiendan todos mis problemas de principio a fin… si no, ¿qué vinieron a hacer aquí? (Pausa.) Si estoy gorda, tengo mis buenas razones. Nací a la sombra… crecí, viví, me eduqué y me casé a la sombra. Él, investigador nuclear de carrera, cada vez más importante… incluso propuesto para el Premio Nobel… yo, a mi vez, investigadora nuclear, esposa del investigador nuclear… que no sé por qué chingadera mental renuncié a la carrera y me abandoné toda a los hijos… esposo e hijos… Mi trabajo lo abandoné poco a poco… trabajaba para él… feliz de sus éxitos, que sin embargo eran sólo suyos. Estuve casada con mi querido esposo investigador-nuclear-cuasi-Nobel durante treinta años. Él se había vuelto importante… ¡importantísimo…! ¡Un monumento! Pero los monumentos, como todos saben, se levantan sobre un pedestal. Pasé treinta años de mi vida así. (Se pone de perfil al público y se dobla hacia adelante hasta tocar el suelo con las manos.) ¿Saben por qué las mujeres rara vez se ganan el Nobel? Porque no tienen esposas que las ayuden. Esta no es mía; no sé quién la dijo, pero es buena. (Pausa.) Como todos los imbéciles era feliz, contenta con lo que tenía: “¡su amoooor!” Cantaba día y noche… él se iba a la cama dos o tres horas antes que yo y se levantaba dos o incluso tres horas después de mí; pero qué alegría entregarle al despertar sus apuntes, que yo había elaborado durante la noche, ya escritos a máquina. Qué alegría verlos publicados en las revistas más importantes…. ¡qué hermoso leer su nombre bajo el ensayo que había hecho yo! ¡Qué hermoso…! ¡Qué pendeja! Pero entonces no lo sabía. Le di todo con verdadero y gran amor. La única cosa que a cierto punto comenzó a cagarme los huevouus… si todos hablan inglés… tengo que adaptarme… fue que, en los últimos quince años, al envejecer, perdió la cabeza. Mi esposo es un gran investigador nuclear, pero también es un más que asiduo investigador de… cómo decirles… de “conchitas”… Buscaba, buscaba y encontraba. ¡Y cómo encontraba! ¡Que como encuentran los investigadores nucleares no encuentran ningún otro! A cierto punto, como les decía, me cagó los huevos y le dije: bájate del pedestal que de ahora en adelante quiero caminar derecha y (levanta la voz) “¡ámonos pa’ la calle!” Y aquél se fue. Luego, cuando vi que no regresaba, creí que me moriría… pasé cada cosa… ¡un dolor! Nunca me hubiera esperado una reacción semejante de mi parte… de veras creí morir. Pasé un año en coma profundo… sufrí como un animal. Ya no dormía, ya no comía… y de todos modos engordaba. ¡Me puse tan mal! Ya no tenía nada que hacer… los hijos estaban grandes… Veía películas día y noche… películas de amor de mi juventud… prendía mi videocasetera y me ensimismaba con la protagonista siempre traicionada y abandonada, y luego, duro, a llorar como una Magdalena… ¡En mi casa no se caminaba… se nadaba! No sé cómo comencé a grabar las voces de los actores, Sinatra, Paul Newman, Gary Cooper, Marlon Brando… grababa, cortaba la cinta, pegaba… en suma, me fabriqué diálogos de amor para mi dosis cotidiana: el despertar con apapachos… la canción de cuna con halagos… ¡Con Frank Sinatra sí hago el amor…! Algunas escenas de celos para mantenerme en forma… Paul Newman de joven me gusta a morir, aunque tenga los brazos algo cortos… sí… créanme… tiene brazos cortos… “No, querido, te lo juro, no te he engañado…” y cosas por el estilo. La noticia se difundió por el condominio; todas las señoras me pedían la cinta: “Mi esposo va a salir, ¿me prestas tu despertar con apapachos? Así mañana me despierto muy bien y paso un hermoso día” luego un tipo me propuso un business: “¡Señora, usted es un genio!”, me dice. El primer cumplido en treinta años… “Este invento… el despertar con apapachos, si me permite, lo lanzamos al mercado.” (Pausa.) Estoy esperando el resultado de la investigación de mercado… estoy muy ansiosa porque, imagínense… a mi edad, gorda como estoy, con el desparramamiento de muslos, plantada por el marido… tener triunfo, una victoria en la vida… salir victoriosa en algo… Si me va bien, me volveré rica… Pero, ¿les digo a la verdad? Esta ruptura con mi marido me ha pesado un poco… aun cuando me sienta libre… He pasado momentos de indecible dolor… soledad… es inútil negarlo… ¡Creí volverme loca! Quién sabe dónde andará aquél pobre güey… (Vuelve a subirse en la bicicleta, aprieta un botón colocado en el manubrio y pedalea: musiquita de fondo.) ¡También pongo música! Me hizo ver mi suerte… pero me gustaba… me hacía cumplidos de ciencia-ficción: “¡eres una astronave bellísima… llena de luces!”, y el muy cabrón me apagó todos los foquitos… Ahora se volvió a encender uno que otro. Nunca me imaginé que dependiera tanto de un hombre… (Levanta la voz.) ¿Dónde estás? ¿Dónde estás? ¡Cálmate! ¡Vuelve a casa! (Con tono normal.) Ya se ha ido en otras ocasiones… ¡pero siempre ha vuelto! Verás que también regresa en esta. Al perderme, él ese está perdiendo algo gordo… No se rían… estoy hablando de la relación… hablo de mí como persona… de lo que llevo dentro, de cómo soy yo… Soy una persona estupenda… sí, estupenda, humana, generosa inteligente… (La sección de la puerta de la casa de Matea se adelanta un metro. Un hombre de edad avanzada toca el timbre.) ¿Quién es?
(19)HOMBRE: (Muy afligido.) Amor, perdóname… estoy aquí otra vez contigo… ábreme, deja que te aclare…
(20)MATEA: ¡Ay, Dios! (Baja de la bicicleta y se acerca a la puerta.) ¡Mi esposo! Me siento mal… ¿Eres tú?
(21)HOMBRE: Claro que soy yo…
(22)MATEA: (Con tono seguro.) Y para qué volviste… estoy bien sola… ya me adapté…
(23)HOMBRE: ¡Pero yo no puedo adaptarme! ¡Te juro que cambiaré… déjame entrar!
(24)MATEA: Un momento… tú no eres mi esposo… no te reconozco…
(25)HOMBRE: Claro, soy otro… ¡verás que estoy cambiando… irreconocible!
(26)MATEA: ¡Si supieras cómo estoy irreconocible yo! ¡Pero tú…. no eres mi  marido!
(27)HOMBRE: No hagas bromas. (Prepotente.) ¡Déjame entrar o tiro la puerta!
(28)MATEA: ¡Inténtalo! Mira que no estoy sola… ¡hay un hombre conmigo!

Va a donde está la grabadora, la prende.

(29)HOMBRE: ¡Te dije que no hagas bromas! ¡Cruel!
(30)MATEA: ¡Ahorita lo llamo! Querido, ven aquí un momento…
(31)VOZ DE HOMBRE GRABADA: Sí… aquí estoy… hagamos de nuevo el amor…

Matea apaga la grabadora.

(32)HOMBRE: ¿Quién habla? Oí allá adentro la voz de un hombre que…
(33)MATEA: ¡Seguro! Es mi hombre. ¡Váyase!
(34)HOMBRE: Pero cómo… ¡¿apenas acabas de echarme de la casa, me tratas como un extraño y ya estás con otro?! ¡E incluso le haces el amor! ¡Entiendo que quieras humillarme, pero esto es el colmo! Es cierto, perdí la cabeza… pero ahora sólo cuentas tú… Siempre has contado sólo tú.
(35)MATEA: ¿De veras?
(36)HOMBRE: Bueno… tú y una que otra… ¡pero tú más que todas!
(37)MATEA: Señor…
(38)HOMBRE: (Fastidiado y al mismo tiempo impetuoso.) ¡No me llames “señor”! Soy tu Aldo… ¡tu amor santo que toca a tu puerta!
(39)MATEA: Escuche, señor Aldo-mi-amor-santo-que-toca-a-mi-puerta… ¡te equivocaste de puerta! También yo tengo un esposo que perdió la cabeza; también yo lo eché de la casa… la única diferencia es que yo no soy “tu” esposa.

Corre a prender otra vez la grabadora.

(40)HOMBRE: ¿Cómo que no eres mi esposa…? ¿Y entonces, para que volví a esta casa?
(41)VOZ DE HOMBRE GRABADA: Desvístete… Quiero enjabonarte toda, de la cabeza a los pies…
(42)HOMBRE: ¡¿Y quién es el cerdo ése que te quiere enjabonar toda?!
(43)MATEA: ¡Óigame, yo me dejo enjabonar toda del cerdo que me dé la gana! ¡Váyase o llamo a la policía! ¡Es más, ahorita mismo la llamo!
(44)HOMBRE: Tiene razón, eso no me incumbe… déjese enjabonar por quien se le antoje, pero no llame a la policía, se lo suplico… Estoy muy agitado… necesito hablar con alguien… a lo mejor me equivoqué de piso… Pero no… éste es el cuarto… ¿o no?
(45)MATEA: Sí, es el cuarto.
(46)HOMBRE: Entonces me equivoqué de edificio… a lo mejor hasta de calle…
(47)MATEA: Sí, a lo mejor hasta de ciudad. ¡Ahora váyase!
(48)HOMBRE: Sí, ya me voy… De cualquier manera debo decirle que me hizo mucho bien desahogarme con usted… ¿Sabe?, tengo muchas ganas de conocerla… déjeme pasar…
(49)MATEA: ¡Ni loca! ¡Imagínese si dejo entrar a mi casa a un desconocido temprano en la mañana! ¡Nunca! Por lo que a mí respecta, usted podría ser un maniático sexual que a la hora de la hora me salta encima como en aquella película… ¿Vio Un hombre en mi puerta?
(50)HOMBRE: Sí, la vi…
(51)MATEA: ¡Era tremenda! (Hace recorrer la pared de la derecha hacia el centro del espacio escénico, de modo que se separe la recámara de la sala.) ¡No dormí en toda la noche! Al día siguiente fui a comprarme la cinta… (Toma un aparato parecido a un control remoto y lo dirige a la entrada de la puerta para abrirla.) Bueno, pásele, está abierto.

Corre atrás de la pared divisora y habla desde allá.

(52)HOMBRE: ¡Órale… está abierto! (Entra. La puerta sale de escena.) Pues sí… ésta no es la casa de mi esposa…
(53)MATEA: ¡No se asome o grito! ¡Estoy desnuda!
(54)HOMBRE: ¡¿Desnuda?!
(55)MATEA: ¡Oiga, no haga la vocecita ésa del que ya está listo como el Nescafé! Cálmese y siéntese.
(56)HOMBRE: No hay sillas…
(57)MATEA: (Le pasa la bicicleta.) Siéntese aquí.
(58)HOMBRE: ¡¿En una bicicleta?!
(59)MATEA: ¡Sí, es comodísima, paso días enteros en ella! Cuénteme su historia de amor…
(60)HOMBRE: La mía es una tragedia de amor…
(61)MATEA: ¿También la suya?
(62)HOMBRE: Un hombre de mi edad… cincuenta y seis años, que se enamora de una muchachita…

Se sube en la bicicleta.

(63)MATEA: No he escuchado una historia semejante desde que estoy en este mundo.
(64)HOMBRE: Deliciosa… La conocí después de un concierto… el concierto lo daba yo.
(65)MATEA: ¿Ah, usted es músico?
(66)HOMBRE: Sí, percusionista: timbales, tambor y platillos. Formo parte de un octeto… tocábamos a Stravinski… Yo tocaba los timbales con las baquetas… chocaba los platillos… ¡y ella me miraba como si fuera un dios! “Pluto que golpea el tambor de los infiernos”, así me llamó.

Pedalea sin darse cuenta.

(67)MATEA: ¡¿Lo llamó Pluto…?! ¿El perro de Tribilín?
(68)HOMBRE: ¡Qué Tribilín ni qué ojo de hacha! El dios Pluto… ¡el que raptó a la Primavera!
(69)MATEA: Disculpe, tengo bloqueada toda la mitología.
(70)HOMBRE: Luego de la percusión la invité a cenar. El corazón me latía como mi tambor… ella era joven, muy entusiasta… ¡Nos amamos con locura! Logré mantener escondido mi concierto… quiero decir, mi relación por un tiempo a mi esposa; luego, un día, me sorprendió en el baño cuando, mientras hacía gimnasia, cantaba: “Y ahora te llamaré Pirinolita amorosa… tra lala lala…” “¿De quién te enamoraste esta vez?”, me pregunta de zopetón. ¡Se había dado cuenta de todo!
(71)MATEA: ¡Sopas… intuición superlativa!
(72)HOMBRE: Sí, sabe leer cualquier gesto mío… Si estornudo, no me dice “salud”, sino: “Cuando hagas el amor con otra en turno, déjate encima la camiseta de lana… No andes por ahí encuerado de culoalviento deportivo. Pirinolita cabrona, tra lala lala.”
(73)MATEA: ¡Qué graciosa! Hubiera hecho algo así con mi marido… Mire, Pirinolita… tra lala lala… tengo que vestirme y debo pasarme para allá… ¿Le molestaría cambiar de espacio? Espere mi señal.

Entra al baño por la puerta que da a la sala.

(74)HOMBRE: Lo que no entiendo es cómo, a un cierto punto, mi esposa perdió los estribos… ya no quiso entenderme…
(75)MATEA: Pase al otro cuarto.

Sale del baño por la puerta que da a la recámara, se dirige al armario, busca algo que ponerse, luego regresa al baño.

(76)HOMBRE: (Ejecuta.) ¡Ah, mira tú! ¡Pues sí… ésta no es la casa de mi esposa! Quién sabe dónde fue a parar el tipo aquél…

Sin darse cuenta se apoya en la grabadora y la prende.

(77)VOZ DE HOMBRE GRABADA: ¡Ven bajo la ducha conmigo… quiero enjabonarte toda!
(78)HOMBRE: (Da un salto hacia atrás, luego se da cuenta y apaga la grabadora.) ¡Ajá, conque aquí está el cerdo!
(79)MATEA: ¡Deje en paz a mi novio electrónico! ¿Decía que su esposa había perdido los estribos?
(80)HOMBRE: Sí. “¿Cuántos años tiene tu viola d’amore?”, me pregunta de repente… “Diecinueve…” “Y apuesto a que también era virgen.” “Sí…” “¿Y si un hombre de tu edad le hubiera hecho lo mismo a tu hija, cómo hubieras reaccionado?”
(81)MATEA: ¡Ah, por fin reaccionó! ¡Bravo!
(82)HOMBRE: Ni siquiera levantó la voz. Me dijo: “¡Bájate!”
(83)MATEA: ¿Bájate de dónde?
(84)HOMBRE: Se me olvidaba… Íbamos en coche… ella manejaba más de cien por hora… Le dije: “¿Te molestaría frenar antes un poquito, por lo menos?” Terminé a pie, a un lado del acotamiento, a cincuenta kilómetros de Milán… Y sólo pasaban tráilers.
(85)MATEA: Y con la muchacha, ¿qué pasó después?
(86)HOMBRE: Sucedió que… (Mira a su alrededor.) ¿De dónde me habla?
(87)MATEA: ¡No se voltee! ¡Mire que lo estoy viendo!
(88)HOMBRE: ¡No me diga! ¿Qué, acaso está en todas partes?
(89)MATEA: Sí, me desparramo un poco.
(90)HOMBRE: Sucedió que de repente ella también me plantó y se casó de blanco, con un mediocre maestrito de inglés con el que salía desde antes, pero yo no lo sabía. Siempre me decía que era su primo. Así, la historia terminó con un cadáver sobre el campo: el mío.
(91)MATEA: ¡Estoy destrozada! Oiga, cadáver sobre el campo  suyo… ¿Lo molesto si se vuelve a pasar para allá? ¡Sin voltearse!
(92)HOMBRE: Sí, sí... (Vuelve a la recámara, caminando “de cara al público”; se apoya en la bicicleta y, casi sin darse cuenta, se sube en ella y pedalea. Matea sale del baño; trae puesto un camisón negro ligero con encajes atado por delante y encima una blusa de terciopelo, se dirige a la pared divisoria.) Oiga, usted me da curiosidad… tan misteriosa… que no se quiere dejar ver… me intriga. ¿No sería posible quitar de en medio esta especie de Muro de Berlín? ¡Quiero conocerla!
(93)MATEA: ¡Nunca…! ¿Qué piensa que hay de este lado del  muro…? Mire que yo, además de estar decididamente cerrada a cualquier relación, soy árida, déspota, egocéntrica. No existo ni como persona, ni mucho menos como mujer… aun cuando sea muy evidente… tampoco quiero ser la camita caliente de nadie. Ah, se me olvidaba: mido uno cincuenta, tengo cincuenta años… y peso más de cien kilos sin hueso… (Pausa.) ¿Todavía tiene ganas de conocerme?
(94)HOMBRE: No le creo; usted me está cotorreando… Usted no está gorda… ¡Tiene una voz muy jovial!
(95)MATEA: ¡Sí… soy la Caperucita Roja!
(96)HOMBRE: No, no me asusta. ¡No me iré de aquí sin haberla visto!
(97)MATEA: ¡Pues entonces lo castigo! ¡Peor para usted! Ayúdeme a recorrer la pared… (Ejecutan.) ¡No me mire!
(98)HOMBRE: Ta’ bien, no la miro…

Los dos empujan la pared hacia la derecha, matea enciende la grabadora: una música triunfal, tipo Las cuatro estaciones de Vivaldi, acompaña a la Mujer, quien corre hacia la mesita de centro, se sube en ella y posa como una estatua de Venus barroca.

(99)MATEA: Ahora sí, voltéese.
(100)HOMBRE: (Por un momento se queda sin aliento.) ¡Dios, cuánta humanidad!
(101)MATEA: Se quedó de a seis, ¿eh?
(102)HOMBRE: ¡Usted es… usted es… Usted tiene algo de majestuoso en esa abundancia generosa!
(103)MATEA: Mis amigos me dicen la catedral.

Baja de la mesita y va a apagar la grabadora.

(104)HOMBRE: No, no diga eso. Aparte de que yo en realidad estoy hasta aquí de las muchachitas en busca de un padre. (Lentamente, se acerca cada vez  más a Matea) Está también la amistad, la inteligencia… la comprensión… un afecto profundo… sólido…
(105)MATEA: Dijo una pendejada tras otra… ¡Váyase… si no, finjo tropezar, le caigo encima y lo aplasto!
(106)HOMBRE: Ya me voy, ya me voy… pero permítame venir a verla… de vez en cuando.
(107)MATEA: De veras quisiera usted… ¡Ya entendí, usted es del club “toda abandonada está perdida”!
(108)HOMBRE: No, ¿qué está diciendo?
(109)MATEA: ¡Váyase, si no lo castigo… me desvisto toda!
(110)HOMBRE: ¡Me voy…! Pero una última pregunta: ¿Por qué se dejó engordar así?
(111)MATEA: (Grita.) ¡Me desnudooo!

De un tiro se desata el camisón y se muestra en toda su gordura.

(112)HOMBRE: ¡Nooooo!

Sale corriendo. Con él, sale de escena también la puerta.

(113)MATEA: ¡Le bloquee la erección por veinte años! (Se vuelve a abrochar el camisón. Transición.) Los personajes cambian, pero las historias son las mismas. Somos unos replicantes. “¡¿Por qué me dejé engordar así?!” ¡Naco maleducado! Me pone también en predicamento. ¡Imagínate! (Se pone un par de sandalias plateadas de tacón alto.) Déjenme
poner los tacones, que me hacen ver más delgada. (Pausa.) Miren qué cosa más increíble… ¿Se dieron cuenta…? ¡Faltaba más…! ¡Estaba listo! Casi lo llamo… ¡Qué cotorreo! Ya no quiero tener relaciones con nadie. ¡He terminado con el sexo! Los hombres están locos. Para los jóvenes es regular… pero los viejitos… De vez en cuando veo cada ruquito… ¡unos vejestorios! Ni a los cien años se claman. Sobre todo los ricos, poderosos. Bonitas-feas-jóvenes-viejas-
gordas-flacas… ¡no quieren que se les vaya una viva! En fin… Tengo un amigo que quiero mucho… setenta y cuatro años… Pero víctima de un mal. ¡Malísimo! ¡Está anciano! Todo lleno de arrugas… ¡Está hecho una pasa! Avión personal, yate de trescientos metros de largo. ¡Podrido en billetes! ¡Tiene siempre a su alrededor a muchachas estupendas! Hace unos días me dice: “¡Estoy enamorado… locamente!” “¿Todavía de Ana?” “¿Bromeas? Con Ana terminé hace como dos meses… ahora tengo a Dorina… ¡Dio mío… es de oro! ¡Me ama perdidamente! ¡Me ama!” “¿Ah sí? ¿Cuántos años tiene esa Dorina?” “Veintiuno” “¡Está pendeja…! ¡Está pendeja! Qué te va a querer. Vamos, no te ofendas… ¿pero qué no ves? Si a mí se me acercara un muchacho de veinte años y me dijera ‘te amo’, me daría miedo que quisiera robarme la bolsa.” ¡Qué cosas! Nosotras las mujeres, la verdad sea dicha, y no es que quiera hacer un feminismo facilón, “¡la mujer se sostiene y el hombre nomás puja…!” También hay mujeres que pierden la cabeza… sobre todo en la menopausia… o que no pueden aceptar la vejez… pero generalmente la aceptamos, tenemos mayor conciencia… dignidad. No es que nos guste… ¿Te gustaría a ti, mujer marchita, continuar teniendo una vida amorosa o no? ¿Pero con quién…? ¿Quién te quiere…? ¡Nosotras aceptamos la vejez con dignidad! Tal vez porque no podemos hacer otra cosa... o porque nos vemos, tenemos conciencia de lo que somos… de cómo somos. Los hombres, en cambio, no se ven… decrépitos como nosotras, gordos como nosotras, la dentadura… viejos como nosotras… ¡pero no se ven! Y si se ven hacen como si nada. Total, las chavas igual los aceptan. Leo en los periódicos historias de veinteañeras… ¡un cromo! Estupendas… yo me conmuevo… ves a estas chavas magníficas… dos metros de piernas… los pechos acá… (Señala la base del cuello.) El trasero aquí… (Señala la cabeza.) La cintura así… (Hace un círculo con los dedos.) No tienen cintura… no sé cómo le hacen para digerir… enamoradas locamente de setentones, de setentones y más… no le hace que tengan los típicos problemas de próstata propios de la edad… enamoradas locamente, les decía, pero del anciano rico… el gran industrial, el gran político… que ésos son tremendos… el gran actor, cantante, escritor… pintor…Locas historias de amor… Claro que no lees nunca la misma historia de la veinteañera despampanante con el trasero acá… que se escapa con un jubilado del Seguro. Por otro lado, también estas chavas tienen razón: ¿quieres fascinarte con un hombre realizado, célebre, importante, o con un viejo carcamán jubilado del Seguro…? El hombre en general, y el rico en particular, aun de edad avanzada, es muy seguro de sí. Y esta seguridad deriva del solo hecho de que es macho. Es criado en el culto, en la fuerza de su sexo. Ésta es nuestra cultura. La superioridad del hombre reside toda en “su” órgano sexual… Ahora que a mí la palabra “órgano” me saca de mis casillas… me viene a la mente la misa cantada… San Pedro… claro que si queremos mirarlo bien… desmitificarlo… ¿qué es este sexo del macho…? ¡Una colita…! El diablo la trae atrás, el hombre adelante. (Transición.) Luego, cuando lo veo ahí… reposando… abandonado… tan indefenso… todo tambaleante… me da una ternura… ¡una simpatía! Me dan ganas de jugar con él como con la cola del gato… Luego, de repente… el milagro: trak. ¡La erección! Yo las primeras veces… ¡estaba convencida de que adentro tenía un hueso! ¡La erección es un milagro viviente! Nosotras las mujeres hacemos cosas estupendas… los niños, por ejemplo… nos quedan muy bien… los ponemos todo: veinte dedos, dos ojos, las orejas, pero si no tenemos el semen del hombre… no podemos hacer nada. El hombre es superior a nosotras y él lo sabe… ¡Lo sabe…! Desde tiempos antiguos, el hombre ha tenido una gran consideración por su órgano sexual… ¡lo ha definido con términos épicos, áulicos, magnilocuentes! ¡El falo! Oigan cómo es importante,  severo, este término: ¡el falo! Yo lo veo siempre con la corona real en la cabeza. ¡El prepucio! Prepucio me da risa. “Bueno, ¿está el señor Prepucio?” En cambio “glande”… escuchen la dulzura… glande… parece el nombre de una flor. “¡Te ofrezco este ramo de glandes… guárdalos en tu corazón!” Con esta terminología se puede reconstruir tranquilamente un poema de Eurípides:

“Vino al altísimo Hermione
Prepucio invicto
junto a su hermano Glande
montando al relinchante Escroto…”

Puedes seguir así hasta el día siguiente y ningún profesor se dará cuenta de la inclusión de términos tan insólitos. En cambio, con la terminología que nos enjaretaron a las mujeres, no se puede construir nada. Sólo cuando uno quiere decir que tiene flojera… que tiene güeva… “me cargo una concha”. ¡Pero se puede! ¿Qué inspiración poética se puede encontrar en el término “vulva”? Parece el nombre de una bruja malvada: “Sé una buena niña… tómate la sopa, si no llamo a la ¡¡¡vulvaaa!!!” Qué se puede crear con “útero”… ¿Y “ovarios”…? ¡Nada más de pensar cuántos “ovarios” hay esta tarde en las gradas me siento mal! Con esta terminología puedes reconstruir cuando mucho un cuento de horror.

“Los murciélagos volaban en el atardecer
las ‘vaginas’ graznaban en el estanque
era el momento en que depositaban los ‘ovarios’
un ‘útero’ tremendo se elevó en la noche
¡los ‘espermatozoides’ murieron de espanto!”

No hay nada que hacer… Podría seguir así un poco más… pero… (se pone en la clásica pose de una mujer a quien le gana la pipí) ¡Ya me anda! (Se dirige al baño.) ¡Orinita vengo!

Entra la conocida puerta, seguida de un Joven que toca el timbre. Trae consigo un portafolios: es Marco, el colaborador de Matea.

(114)JOVEN: Matea, ¿estás en casa?
(115)MATEA: (Desde el baño.) Sí, ¿qué hay…? Pasa, está abierto… ¿Tienes algún problema?
(116)JOVEN: (Entra a la casa, la puerta se va.) ¡Te sacaste la lotería! ¡Ya la hicimos! ¡Tu despertar con apapachos es un éxito increíble!
(117)MATEA: (Sale del baño.) ¿Hablas en serio?
(118)JOVEN: Mira… (Le entrega una carta.) ¡Es una propuesta de contrato en exclusiva, por tres años…! ¡Y mira la cifra!
(119)MATEA: ¡Oh, Dios…! Me siento mal… tendré que pagar impuestos.
(120)JOVEN: ¡La investigación de mercado fue un triunfo! (Saca del portafolios algunas hojas que muestra a Matea.) En particular aquéllas con la alusión del amante en la cama lleno de frases tiernas y besuqueos. ¿Y sabes cuál es la cosa verdaderamente increíble? Que los más fanáticos son los hombres, son los que compran más cassettes.
(121)MATEA: ¿Incluso los hombres sufren de soledad? ¿Tan poderosos? ¡Nunca lo hubiera imaginado!
(122)JOVEN: Tu voz es un triunfo… ¡Ya eres una diva!
(123)MATEA: (Muy halagada.) No me digas así… ¡Oh, Dios, una diva…! Los periódicos hablarán de mí… me invitarán a la televisión…  Me voy a mandar hacer siete liftings… dos pinzas acá… (señala el trasero) un recorte acá… un bonito plisado… dos tirantes para el pecho… me mando quitar todo… me mando deshuesar… ¡y lo que sobre lo mando como caridad al tercer mundo! Total, allá les mandad de todo… Estoy emocionada… Quién lo hubiera dicho… ¡¿un éxito así…?! Debería estar loca de felicidad y en cambio me siento culpable como la peor de las criminales.
(124)JOVEN: ¿Por qué, qué dices?
(125)MATEA: Me estoy aprovechando, como la rata más miserable, de la situación de angustia y frustración en que ha caído la mayor parte de la gente,  incluida yo.
(126)JOVEN: No te entiendo. ¡Explícate!
(127)MATEA: Si tanta gente compra mis cassettes, quiere decir que estamos muy alineados… Nos contentamos… nos contentamos con voces falsas… (Al público.) ¿Y saben por qué? Porque en realidad tenemos “miedo”… de las voces verdaderas. Una relación de amor auténtico, importante… te compromete, te obliga a partirte en dos a favor del otro, a moverte… a dar, dar. Mejor entonces ilusionarse con una grabación de palabras e incluso imágenes de un amante prefabricado, aséptico, al que puedes apagar a control remoto. (Pausa.) ¿Saben…? y miren que esto no es cuento, es cierto… a lo mejor ya lo leyeron en los periódicos… existe un sofá… se llama “el sofá del amor”, diseñado por los japoneses…  aún en fase experimental… un sofá anatómico… dentro del cual uno se acurruca. Un sofá amante dotado de casco y conexiones… un televisor para cada ojo… Apenas te sientas empieza a funcionar, ¡y te sucede cada cosa! Sensaciones nunca sentidas, ondas cálidas, estrujones lascivos… voces tiernas… “realidad virtual”, se llama… Te escoges el lugar a donde quieres ir, las películas que quieras… puedes ser el personaje que prefieras… tener un duelo… volar… hacer el amor… Al final, cuando te sientes lisita, satisfecha… apagas y no hay ningún problema: nada de camisas que planchar, hacer el mandado… etc… ¡quedas relajada y feliz!
(128)JOVEN: Pero qué disparates me estás diciendo… ¡es pura ciencia-ficción!
(129)MATEA: Ciencia-ficción, dijiste. Es un futuro horrendo el que nos espera… de soledad… ¡Ciencia-ficción! Yo tengo en la casa el “sofá del  amor”… ¿quieres verlo?
(130)JOVEN: Sí, lo tienes en tu cabeza.
(131)MATEA: No, lo tengo en casa. Escribí al periódico, les saqué el nombre de la empresa, me ofrecí como cochinillo de indias y aquéllos me aceptaron.
(132)JOVEN: Ya, no seas cuentera…
(133)MATEA: Te burlas de mí, eh… Peor para ti; quería enseñártelo, dejarte probarlo… ¡pero toma! (El joven hace como que se va.) Espérate… debo ir a hacer una cosa que ellos (señala al público) saben… pero que no te puedo decir… que debía hacer antes… luego vuelvo y grabamos el despertar con apapachos personalizado… Tomamos el calendario y grabamos todos los nombres: Antonio, Carla, Angelo…

Entra corriendo al baño.

(134)JOVEN: Voy a hacerme café.

Sale de escena. Al mismo tiempo entra en escena la puerta, frente a la cual encontramos a Ana, la hija de Matea, quien toca el timbre.

(135)MATEA: (Gritando desde el baño.) ¿Quién es?
(136)ANA: ¡Soy yo!
(137)MATEA: ¡Está abierto!
(138)ANA: (Entra sollozando desesperadamente.) Mammáááá… mamáááá… ¿dónde estás?
(139)MATEA: (Desde el baño.) Estoy en el baño… ¿qué pasa?
(140)ANA: (Ídem.) Mamá, soy yo, Ana…
(141)MATEA: ¡Lo sé, querida, te reconozco! (Ana entra al baño. Las dos mujeres se abrazan.) ¡Cálmate! ¿Qué pasa?

A contraluz vemos a la madre que está haciendo pipí.

(142)ANA: ¡No la deja! ¡No la deja! ¡Estoy desesperada! ¡No hago más que pipí!

Al decir esto se levanta la falda y se baja la pantaleta, pero se queda de pie.

(143)MATEA: Es normal, querida, las lágrimas deben salir por alguna parte para que no te inundes.
(144)ANA: ¡Es un desgraciado, cerdo, mentiroso! Oh, Dios, me muero… mamá… mamááá… me muero…

El Joven, que ha regresado a la escena, se sienta y observa a las dos mujeres, a quienes vemos enormes a contraluz, como si estuviera en el cine.

(145)MATEA: Cálmate, querida… siéntate… no te vaya a dar un aire… haz tu pipí santa… explícate… ¿Qué pasó? ¿Quién es el cerdo mentiroso?
(146)ANA: Fui a su casa…
(147)MATEA: ¿A casa de quién?
(148)ANA: De Carlo…
(149)MATEA: ¿Qué Carlo? ¿Lo conozco?
(150)ANA: No… salgo con él desde hace tres meses.
(151)MATEA: ¿En qué sentido sales con él? Tu marido, ¿dónde está?
(152)ANA: En casa…
(153)MATEA: ¡Pero nunca me habías dicho nada de este Carlo! Estaba convencida de que aún andabas con un tal Domingo…
(154)ANA: Nunca te hablé de él porque tenía miedo de que te enojaras. ¡El hecho es que con Domingo todo se acabó desde hace un buen rato!

Se levanta y jala la palanca.

(155)MATEA: ¡Estás toda sudada! Date un baño…

Ana se desviste y hace como que se está bañando. Sonido de agua.

(156)ANA: Ya no lo aguantaba… tan celoso, posesivo… muy distinto culturalmente… dos mundos, mamá… Además, cuando le dije de mi intención de dejarlo definitivamente, me sonó tremendo guamazo en la cabeza… ¡un mandarriazo! Caí como un costal contra el suelo… me llevaron a Urgencias con una conmoción cerebral… bueno, casi.
(157)MATEA: (Sale del baño, toma una toalla y se la pasa a Ana.) ¡Oh, Dios mío! ¿Pero cuándo pasó? ¿Por qué no me dijiste nada? (Descubre al joven y en voz baja le dice:) ¿Qué haces…? ¿Estás disfrutando las sombras chinescas de mi hija? ¡Vete pero ya a la cocina a hacerte un café!
(158)JOVEN: ¡Pero si me lo acabo de hacer!
(159)MATEA: ¡Hazte otro para mañana! (El Joven se regresa a la cocina; poco después vuelve a entrar y se sienta en la mesa de trabajo.) ¿Por qué no me dijiste nada?
(160)ANA: No quería que te preocuparas… Además de que cuando me llevaron a Columbus, a la clínica, no entendía nada…
(161)MATEA: ¿Y tu esposo, dónde estaba?
(162)ANA: En casa… le había dicho que venía a tu casa por dos días… que te habías dado cuenta de que habías rebasado los ciento treinta kilos y habías caído en una crisis depresiva terrible.
(163)MATEA: ¡Pero eres una inconsciente! ¡Piensa en el desbarajuste que hubieras hecho si me hubiera telefoneado!
(164)ANA: ¿Telefoneado a ti? No había peligro… él no te soporta… ¡sabes que le das horror!
(165)MATEA: ¡Tan amable este cabrón!
(166)ANA: ¡Y además, tiene confianza en mí! Como sea, en la Columbus, el médico que me revisó… tomó mi caso tan a pecho… fue tan amable, que espontáneamente me dieron ganas de contarle todo…
(167)MATEA: ¿Mientras te hacía el encefalograma?
(168)ANA: No, luego… cuando lo esperé en el café.
(169)MATEA: ¡¿Lo esperaste en el café?! ¿Cuándo?
(170)ANA: Apenas me dieron de alta… veinte minutos después… De conmoción cerebral… nada… (Sale del baño envuelta en una toalla o en una bata de baño.) “Usted, de cualquier manera, no está en condiciones de volver sola a casa”, me dijo, “yo la acompaño.”
(171)MATEA: ¿Y te hiciste acompañar a tu casa por un extraño?
(172)ANA: ¡Pero mamá, estamos en el 2000…! ¡Me había revisado! ¡Y además, un médico nunca es un extraño!
(173)MATEA: Y también lo hiciste subir, me imagino…
(174)ANA: ¡Pero mamá, me había visto desnuda!
(175)MATEA: ¿Desnuda por la conmoción cerebral? ¿Pues dónde te aplicó los electrodos… en las nalgas… qué tienes ahí el cerebro?
(176)ANA: ¿Pero qué dices? ¡Me había golpeado el muslo! ¡Un moretón de aquí (lo señala) a la ingle!
(177)MATEA: ¡Concha con electrodos!
(178)ANA: (Regresa al baño para volverse a vestir.) ¡Mamá, maldecías por la mojigatería de tu madre, y ahora me estás haciendo la misma inquisición que te hacía ella!
(179)MATEA: Discúlpame… fue un reflejo condicionado… ¡Oh, Dios, qué vergüenza… hablé como presidente de Provida! Disculpa. ¿Y tu marido qué dijo?
(180)ANA: Nada, no estaba en casa. Encontré una tarjeta en la que anunciaba que se había ido a casa de su madre porque no se sentía bien.
(181)MATEA: Pero si no tuvieran madre, ¿cómo le harían para ponerse los cuernos?
(182)ANA: ¿Otra vez? ¡No seas malvada, mamá! ¡Estoy viviendo una tragedia! ¡Desde esta mañana no como…! ¡Es más, hazme un sandwichito que tengo hambre!
(183)MATEA: Está bien…

Va hacia la cocina y regresa casi inmediatamente trayendo un sandwich para Ana.

(184)ANA: Carlo y yo nos hemos visto varias veces… él está casado, pero lo hizo por obligación, porque su familia se lo impuso…
(185)MATEA: Estaba embarazada…
(186)ANA: (Maravillada, se asoma desde el baño.) Sí, ¿cómo lo supiste? ¿Los conoces?
(187)MATEA: No, es un clásico. Síguele.
(188)ANA: Entonces estaban muy jóvenes… dos chavos. Él nunca ha querido a su esposa… y ahora han llegado al punto en que cada uno se mueve sin tener necesidad de la excusa de que las madres siempre están mal. Siguen juntos sólo por los hijos. Tienen tres.

Vuelve a escena completamente vestida.

(189)MATEA: Claro que, para uno que se casó por la fuerza… hacer tres hijos… ¡quién sabe qué sacrificio!
(190)ANA: Son como hermano y hermana.
(191)MATEA: De manual. Aquí está tu sandwich… Anda, come.
(192)ANA: Gracias, mamá… Entonces, como él siempre me decía: “No tengo el valor de decírselo… ya no aguanto… te amo… ¡con ella parece que estoy en la cárcel!”, luego de haberlo pensado por días y días…
(193)MATEA: Disculpa, pero en todo este enjuague… ¿te olvidaste de tu marido? ¿Le has mencionado algo?
(194)ANA: No, pobrecito… ¿para qué lo molesto? Pensaba: apenas Carlo deje a la mujer, se lo digo a Piero…
(195)MATEA: ¿Piero? ¿Qué tu esposo no se llama Giovanni?
(196)ANA: Piero es un amiguísimo de mi esposo. Yo siempre le confío todo. Él me da los consejos.
(197)MATEA: ¿Y desde hace cuánto vas a la cama también con Piero?
(198)ANA: (Desesperada, con lágrimas en la garganta.) ¡Mamá, no te burles! ¡Estoy viviendo una tragedia!
(199)MATEA: De acuerdo, pero, ¿vas a la cama con Piero o no?
(200)ANA: (Dejando de llorar.) Sí, algunas veces… cuando estoy deprimida…
(201)MATEA: ¡Ya entendí… Piero, alias el Alka-Seltzer erótico! Síguele. Fuiste a casa de su mujer…
(202)ANA: Sí, y me presenté… (Deja el sandwich y llora.) Ay, mamá, fue terriiible… ¡Una humillación! ¡Maldito!
(203)MATEA: Anda, ánimo, cuéntamelo todo…
(204)ANA: No, no puedo contar nada… Escucha la grabación… ponte los audífonos, sólo la puedes oír así.
(205)MATEA: (Prepara la grabadora) ¡¿Grabaste el diálogo con la esposa?!
(206)ANA: ¡Sí, claro, para documentarlo!
(207)MATEA: ¡Ah! Espionaje competitivo…

Se pone los audífonos.

(208)ANA: Me presenté con un tubo de arquitecto bajo el brazo (toma del carro un tubo portaplanos), mira esto… y algunos folletos de una agencia turística (toma de la mesa una revista), nada más para hacer la finta. El micrófono se lo puse en la cima del tubo, de modo que se grabara bien su voz.
(209)MATEA: ¡Qué lista! (Pone a funcionar la grabadora.) La hija de una madre genio sólo puede ser genial. De hecho, la voz de la señora es perfecta… ¡la tuya es casi inexistente! Dime tú, ¿cómo le hago para entender el diálogo?
(210)ANA: Muy sencillo; si tú me repites lo que va diciendo la esposa, yo vuelvo a decir mis respuestas.
(211)MATEA: ¡Mira nada más, encima me toca hacer doblaje!

El Joven, que está trabajando en la mesa, se interrumpe y se acerca a las dos mujeres.

(212)JOVEN: ¡Oh, sí, sí… escuchemos esta representación! ¡Debe ser muy entretenida!
(213)ANA: (Da un grito.) ¡Oh, Dios, un hombre!
(214)MATEA: ¿Te asustas porque está vestido? No te preocupes… ya sabe todo de ti… es un colaborador muy discreto.
(215)ANA: Bueno, si es discreto…
(216)JOVEN: Pero no estoy de acuerdo con su madre… yo encuentro que usted, en sus locuras, expresa una fascinación extraordinaria… señora Ana…
Le besa la mano.

(217)ANA: Gracias…
(218)MATEA: (Aburrida.) ¿Nos casamos en casa? Sigamos.
(219)ANA: Comenzamos, mamá. Yo toco el timbre: me abre una señora entre treinta y treinta y cinco años en bata. Nota bien, él me la había descrito de tipo insignificante, anémica… y en cambio me encuentro enfrente a una especie de top model, estupenda, diez centímetros más alta que yo… con dos ojos espléndidos… haz de cuenta Robert Redford con peluca de mujer y aretes… quien gentilmente me dice… mamá, te toca…
(220)MATEA: (Pone a funcionar la grabadora.) Ah, sí… Buenos días, ¿qué desea?
(221)ANA: Quisiera hablarle…
(222)MATEA: (Repite a duras penas las palabras grabadas.) Si es para la beneficencia, le advierto que ya cooperamos.
(223)ANA: Pero lee mejor, mamá… así me desanimas…
(224)MATEA: ¡Ya quiero verte con esa voz que te habla al oído! ¿Crees que es fácil…? Deja al menos que me acostumbre, ¿no? (Continúa.) Lo siento pero ya cooperamos.
(225)ANA: No, señora, disculpe… se trata de algo muy particular…
(226)MATEA: Ah… usted es de la agencia de viajes… no había visto los folletos… Trajo los boletos… Pero no se hubiera molestado… hay mucho tiempo, ¡mi marido y yo no salimos sino hasta el jueves!
(227)ANA: ¿Parte? ¿Con quién?
(228)MATEA: ¡Con Carlo, mi esposo!
(229)ANA: ¡Pero él debía partir conmigo!
(230)MATEA: ¡No, Carlo, mi esposo, sólo parte conmigo!
(231)ANA: Disculpe, me da vueltas la cabeza…

El Joven sostiene a Ana y luego la hace que se siente.

(232)MATEA: ¡Ah, otra vez! (Ríe.) Ja, ja, ja… (Para sí.) ¡Ésta también ríe! (Vuelve a doblar.) ¡Otra más…! Mira, mi marido me quiere mucho, estamos muy bien juntos… nos queremos mucho… tenemos un gran establecimiento sexual… Pero este bendito señor tiene la mala costumbre de comprometerse fuera de casa. Él es un bígamo natural… no puedo hacer nada… necesita aventuras, pasiones gratificantes… yo lo dejo hacer… porque al final regresa siempre conmigo. Y cada vez que se cansa de la novia en turno, como para cambiar de página, me propone un viaje… ¡y nos vamos! ¿Sabe que hemos recorrido casi todos los cinco continentes? (Se quita el audífono.) ¡Ésta es la pérfida Alexis!
(233)ANA: ¡Qué oso… qué humillación…! ¡Cerdo asqueroso, mentiroso! ¡Tres hijos! ¡Rata! Mamá, ayúdame tú… Dime tú, ¿qué hago?
(234)MATEA: (Luego de un momento de silencio, tranquila.) No hago más que escuchar, a cada rato, historias de mujeres, todas iguales… comprendida la mía. ¡Un poco de imaginación, por Dios! ¿Pero es posible que una caiga siempre? ¿Es posible que sólo nos desesperemos cuando nos quitan a nuestros hombres, pero que no la pensemos ni un minuto cuando decidimos hacerlo con el marido de otra?
(235)ANA: Pero yo no sabía que estuviera casado…
(236)MATEA: ¿Qué, a poco si lo hubieras sabido…? Ya te estoy viendo: “¡Ah, no, señor doctor, usted está casado, váyase de aquí!”
(237)ANA: (Molesta.) ¡Pero mamá… a fin de cuentas… yo me enamoré!
(238)MATEA: ¡Mírenla! ¡En nombre de la pasión que nos arrastra no miremos a la cara de nada ni de nadie! “¿Qué puedo hacer? ¡Es un amor irresistible!” Cuando nos atañe, el amor tiene siempre dos M… ¡e irresistible cuatro R! El de las otras no tiene ni M ni R… sólo un susurro de P y S… como pinche estrujamuslos. Llevamos a cabo trampas y maldades todos los días… contra las demás mujeres… Qué digo “mujeres”… Las otras son sólo las de allá… ¡y las putas! Y luego se jacta una de la solidaridad… ¡de la hermandad! ¿Pero cuál? Somos hermanas, todas unidas en los grandes momentos históricos… aborto… divorcio… o después de los cincuenta años… pero en la vida de todos los días somos una hienas… bueno, no, las hienas de vez en cuando descansan… ¡nosotras somos infatigables! ¿Sabes qué te digo…? Y lo digo con cierto disgusto… en tantos años de vida… de experiencias personales y de mujeres que conozco… me ha surgido una gran sospecha… Está bien la competencia… la precariedad… pero tengo la sospecha de que en ciertas situaciones la peor enemiga de la mujer… es la propia mujer.
(239)ANA: Te estás poniendo un poco pesada.
(240)MATEA: Según el sapo es la pedrada; sólo puedo ser pesadísima. Y te diré algo más: me vale madres tu tragedia de telenovela de Televisa.
(241)ANA: ¡Ah, ahora hasta de Televisa!
(242)MATEA: Sí, son las más chafas: Canal 2… siempre lloran. Tengo que hacer. Estoy firmando un contrato millonario… debo grabar mi despertar “Buenos días, amor” personalizado…
(243)ANA: ¡Ah, claro! ¡Encontré un muy buen apoyo…! ¡Yo estoy hecha un completo desmadre y a ella, mi madre, le vale, me arroja a una telenovela de Televisa… me trata como a una puta histérica y no le importa un cacahuate si me siento mal, porque ella debe lanzar el despertar “Buenos días, amor” personalizado! ¡Mamá, yo soy tu hija!
(244)MATEA: (Le extiende una mano, como si se presentara.) ¡Mucho gusto, señorita! (Muy seria.) ¡Eres mi hija sólo cuando te conviene! Soy la mamá “por horas”… perdón, la mamá por minutos. (Fría, pero sin enfatizar.) Ya que estamos en un día de grandes verdades, ¿decimos otra? ¡A ti nunca te ha importado nada tu mamá, nada! Me esforcé un poco, pero ya entendí… Y, a este punto, a la mamá no le importa nada su hijita.
(245)JOVEN: Ahora me parece que…
(246)MATEA: ¡Tú a tu lugar y callado! (De nuevo a Ana.) Pienso que traje al mundo a un individuo de tercera categoría… pésimo… Siempre has hecho lo que te ha pasado por la cabeza… y siempre equivocándote… ¡y aquí la culpa es realmente mía, que en nombre de una falsa libertad, no te di unas buenas nalgadas como merecías…! Embarazada a los quince años… con aborto anexo: ¡el primero! Convencida de ser no sé qué tan inteligente, culta, por esa madre de título de estudios que sacaste… Y en cambio eres ignorante como una burra… Te recibiste en cretinología comparada… ¿Y sabes por qué? Porque te faltan sentimientos. No te conozco un solo gesto de generosidad… No tienes interés por nada más que por tu cuerpecito, tu celulitis… las arruguitas… sólo te interesa dar la vuelta desde el día hasta la noche parloteando y diciendo pendejadas… “firmada” de la cabeza a los pies… cogiendo a diestra y siniestra… sin discernimiento ni moral… convencida sobre todo de que eres una mujer liberada… No, no, querida, tú no eres una mujer liberada… cuando mucho eres una mujer disponible… cogible. La liberación de la mujer es otra cosa totalmente distinta.
(247)JOVEN: (Abraza a Ana. Dirigiéndose a Matea.) ¡Basta ya… estás exagerando!
(248)ANA: (Turbada.) ¿Pero qué está sucediendo, mamá… oh, Dios… qué está pasando en nuestra casa?
(249)MATEA: ¿Nuestra casa…? ¿Tenemos todavía algo en común?
(250)ANA: ¿Crees que porque eres mi madre puedes insultarme así…? ¡¿Tú…?! ¿Yo soy cogible… disponible…? ¡Oigan de qué pulpito viene el sermón! ¿Qué te crees, que me he olvidado de tus historias?
(251)MATEA: (Sinceramente maravillada.) ¿Pero de qué hablas?
(252)ANA: ¡De tus pleitos de infierno con mi padre! Tú nunca entendiste a ese pobre hombre… ¡En toda tu vida no hiciste otra cosa que crearle sentimientos de culpa… escenitas… dramas! Él te amaba… tú no… tú no amas a nadie. Y luego te admiras de que tu esposo te deje… y se junte con otra para siempre.
(253)MATEA: (Muy segura de sí.) “¡Para siempre!” ¡No digas pendejadas! Él vuelve… siempre ha vuelto, y volverá… (Pausa. Cambia espontáneamente de tono.) ¿Qué quieres decir con “para siempre”?
(254)ANA: Se va a casar, mamá… tuvo un hijo. (Matea se queda inmóvil por un momento, luego da la espalda a Ana y al público, da algunos pasos. Ana se le acerca, intenta abrazarla, pero Matea la detiene con un gesto.) Discúlpame, mamá… quería decírtelo… pero no así… Es que no pude controlarme… se me salió… Discúlpame, mamá…
(255)MATEA: Vete.
(256)ANA: ¿Qué, me echas? Mamá… ¿de veras ya no me quieres?
(257)JOVEN: (Se acerca a Ana.) Claro que te quiere… es uno de esos momentos… pero luego pasa… (A Matea.) ¿Verdad que pasa… verdad que quieres a tu hija?
(258)MATEA: (Sin convicción.) Sí, sí, claro… Discúlpame… (Retoma el dominio de sí.) ¡Caray, cuántas idioteces dije en tan poco tiempo! Hiciste muy bien, hija mía, en ponerme en mi lugar… en contestarme como me contestaste… me lo merecía. Discúlpame. (Habla de prisa como si se saliera de sus casillas, enciende y apaga un cigarro tras otro; está por derrumbarse.) Y no pienses que me molestaste en lo más mínimo al venirme a contar que mi esposo se va a casar y que va a tener un hijo… Es más, te diré que estoy muy contenta… ¡estoy muy contenta…! Lo veía tan mal, tan disperso… una chava tras otra… ¡Finalmente se ha casado! ¡Estoy contenta…! Ya no tengo sentimientos de culpa por haber arruinado la familia… ¡Finalmente estoy libre! Soy una mujer de éxito… me estoy realizando… Finalmente me encuentro sola, ¡rica y sola…! ¡Sola conmigo misma! (Cambia de tono, irónica.) Por eso me dan ganas de vomitar.
(259)ANA: Ya viste; se está burlando una vez más.
(260)MATEA: No, no… es el gusto por el teatro… No te preocupes, chiquita… vete a casa… y tranquilízate: estoy feliz.
(261)JOVEN: (A Ana.) Sí, es cierto… Yo la conozco… está feliz… Tranquilízate… (Sostiene a Ana, que solloza) Ven, te acompaño a casa… No llores, querida… no llores… ¿Dónde está tu esposo?

Salen. Apenas salen Ana y el Joven, Matea se queda inmóvil por un momento, no logra detener unas silenciosas lágrimas. Enciende otro cigarro, le da dos fumadas y lo apaga. Llena de desesperación toma de la mesa un control remoto que dirige hacia la pared del fondo, la que inmediatamente se abre: aparece un enorme sofá móvil, lleno de aparejos electrónicos, el cuál llega a primer plano, al centro de la escena. Matea se sume dentro de él y lo pone a funcionar: música, luces difusas que se encienden, pequeños resplandores, mientras una acariciante voz varonil dice:

(262)VOZ DE HOMBRE: Oh, querida… ¿dónde estuviste este rato…? ¡Me hiciste tanta falta! Ven a que te abrace… sumérgete en mí… Espléndida criatura… te amo… déjate hacer… No pienses en nada… en nada.

Se apagan lentamente las luces.





LOS FABULOSOS. SERGIO MAGAÑA.








LOS FABULOSOS

SERGIO MAGAÑA

(El Unicornio solicita ayuda de la Quimera para encontrar la raíz de la Mandrágora.)
 UNICORNIO: ¡Eh, tú, detente, y ayúdame a manejar un poco el azadón!
QUIMERA: ¿Es a mí a quien te diriges?
UNICORNIO: Precisamente es a ti, y si me ayudas a manejar el azadón, es posible que participes de los beneficios del encuentro.
QUIMERA: Pero, ¿y cómo? ¿Te diriges a mí? ¿No sabes acaso que yo no existo? ¿Me has visto alguna vez?
UNICORNIO: Eso no tiene importancia. Contesta sólo si puedes ayudarme o no. Ya me miras cansado y con mi hermoso cuerno lleno de barro, aun astillado; daño que me ha venido al pretender usarlo para remover la tierra de este campo.
QUIMERA: Te ayudaré, con un suspiro, porque debes saber que yo no existo. ¡Soy una Quimera! Animal fabuloso no clasificado en ninguna Zoología.
UNICORNIO ¿Y qué quieres? ¿Que me asombre? Yo soy Unicornio y tampoco me han registrado jamás, ni nadie me ha visto como no sean los ignorantes hombres de la edad media.
QUIMERA: Entonces tú, igual que yo, no existes... y si no existes es un absurdo que me estés hablando y solicitando ayuda. No veo por qué, un ente inexistente deba distraerme y aún exigirme le ayude a cavar. ¡Sin duda me pedirá después una sonrisa!
UNICORNIO: ¿Una sonrisa tuya, Quimera? Ni aún a riesgo de perder mi cuerno la solicitaré. Cuando sonríes echas llamaradas por tu cabeza de león y tu barriga de cabra se arruga mientras tu cola de dragón se yergue. ¿Vas a llorar?
QUIMERA. No me toques... eres un ser sin entrañas. Acabas de describirme sin ninguna cortesía y de tan horrible manera que nadie querría invitarme ni siquiera un trago.
UNICORNIO: ¿Acaso eres borracha?
QUIMERA: Imagínate, he contraído el vicio de la bebida, empujada tal vez por mi soledad, sin tener nunca a un Quimero o cosa parecida. Cuando era joven soñaba con él y solía peinarme en el espejo de los lagos. Dame un tabaco.
UNICORNIO: ¡Ajá! ¿También fumas?
QUIMERA. Claro, por culpa también de mi soledad.
UNICORNIO: Pues aquí no hay tabaco. Y además con el fuego de tus fauces podrías provocar un incendio.
QUIMERA: ¡Oh, no! ¡Es fuego fatuo! En fin…por ser tan agradable tu manera de ser, te ayudaré si puedo.
UNICORNIO: Puedes. Usa tus garras para cavar el terreno.
QUIMERA: ¿Mis garras? ¿No las ves? ¡Son de terciopelo!
UNICORNIO: Luego es cierto. Pobrecilla. Entonces lárgate de aquí si de nada me sirves.
QUIMERA: Por eso te digo que no existo. Aunque si tuvieras un trago...
UNICORNIO: Déjame en paz. Estoy escarbando con la intención de hallar la raíz de la Mandrágora. Dicen que en cuanto la coma existiré realmente y gozaré de los privilegios de la tierra.
QUIMERA: Siendo así no me voy. Déjame esperar tus resultados y si me lo permites, de la raíz tomaré también un pedacito. ¡Quiero vivir y existir! Estoy cansada de charlar con puros animales fabulosos. La Hidra de Lerna me tiene harta, el León de Nemea me cansa. La Salamandra es una histérica, el Basilisco no hace más que llorar y la Hidra Verde es un miserable gusano terrestre cuyo hermoso nombre, correspondiente a tan mísero ser, nos ha puesto a todos en ridículo.
UNICORNIO: Siéntate pues, y no eches fuego, no sea que me asuste mientras escarbo.

Feydeau George. La pulga en la oreja.










La pulga en la oreja

Georges Feydeau

Obra en Tres Actos


Personajes:
Bartolo
Giulio Ciano di Corleone
Boxer
Agustín Peleón
Camilo Campofrío
Román Girado
Doctor Fino
Víctor Manuel Campofrío
Blas
Olimpia Peleón
Raimunda.– Campofrío
Luciana.– Ciano di Corleone


Primer Acto
Casa de los Campofrío en el mes de Junio.

Escena 1
Los anteriores. Luciana.

Luciana.– (ve a Fino). ¡Oh! Disculpe, caballero.¿ Sabe usted si la señora Campofrío va a volver?
Fino.– ¡Ah! ¡Sin duda, señora…!
Luciana.– (le ayuda).– Ciano di Corleone.
Fino.– …¿Ah?…¡El mundo es un pañuelo! He examinado a su marido esta mañana.
Luciana.– ¡Venga ya!
Fino.– Es cierto, señora…he tenido el honor de examinar al señor de Corleone. Soy el doctor Fino, médico jefe de la Vitalicio Life Company…
Luciana.– ¡Mira tú! ¿ Mi marido se ha hecho examinar? ¡Qué curioso!
Fino.– Son las pequeñas pesquisas de todas las compañías de seguros. La felicito, señora…¡Qué marido tiene!¡ Qué salud! ¡ Qué temperamento! …
Luciana.– (en voz baja, con un suspiro se deja caer sobre una silla).¡Ah, señor! ¡A quién se lo ha ido usted a contar!
Fino.– Pero si es muy halagador.
Luciana.– Sí, señor…¡pero tan cansado!
Fino.– Nada se consigue sin sudor. riéndose.¡Oh! Lo siento, señora, es este maldito calor que me hace decir tonterías. Va en busca de su sombrero. Me marcho ya, tengo que ir a visitar a un enfermo mío cerca de aquí, y bien, a fe mía, voy a despacharlo.
Luciana.– (escandalizada al malinterpretar al doctor).– ¡Oh!
Fino.– ¿Cómo? (Al entender lo que piensa Luciana). ¡Oh! No como lo interpreta usted. No, no, a Dios gracias. Tengo enfermos, ¡y quiero conservarlos! Son mi negocio. No, despacho la visita y vuelvo. (Saluda). Encantado, señora.
Luciana.– (se inclina). Sin rencor, doctor.
Fino.– Así lo espero.

Escena 2
Luciana, Camilo.

Luciana.– (mirando como se marcha el doctor). ¡Qué tipo! (Mirando su reloj. ¡La una y siete minutos! A esto es lo que llama Raimunda.– esperarme con impaciencia…En fin…
(Se sienta).

Camilo.– (aparece y se dirige hacia el archivo para guardar una carpeta, al ver a Luciana). ¡Oh! ¡Perdóneme, señora! (En realidad, y durante todo el acto debe hablar de una manera totalmente incomprensible, con voz de cabeza y pronunciando claramente sólo las vocales, tal como lo hacen las personas que tienen el paladar perforado)
Luciana.– ¡Caballero! …
Camilo.– ¿Sin duda, es al director de la Vitalicio Life Company a quien la señora espera?
Luciana.– (un tanto sorprendida). ¿Cómo dice?
Camilo.– (repitiendo con la misma falta de claridad). Digo que: ¿Sin duda, es al director de la Vitalicio Life Company a quien la señora espera?
Luciana.– (con una media sonrisa preocupada). Le pido disculpas, pero no entiendo muy bien lo que me dice…
Camilo.– (con mayor lentitud pero igual de confuso). No, pregunto: a quien la señora espera es al direct…
Luciana.– (le interrumpe). ¡No! ¡No! ¡Soy española, yo Spanish! ¡Spanien! (Se levanta).
Camilo.– ¿Cómo? ¡Sí…yo también!
Luciana.– ¡Si tiene la amabilidad de dirigirse a alguien del servicio! Yo no soy de la casa. Estoy esperando a la señora Campofrío con la que tengo cita.
Camilo .– ¡Ah! Le ruego me disculpe. Se lo pregunto porque en caso de que hubiese estado esperando al director de la Vitalicio Life Company…
Luciana.– Sí, señor, sí…
Camilo.– (Una vez que ha guardado la carpeta y antes de marcharse) Le pido disculpas.
Luciana.– (que lo ha mirado marcharse con ojos como platos y después de una pausa).¿De qué planeta viene éste?

Escena 3
Luciana, Raimunda.

Luciana.– (yendo a su encuentro.¡Por fin, tú aquí!
Raimunda.– (entra como una huracán). ¡Ah! Pobre amiga mía…lo siento… (deja su ridículo bolso sobre la mesa).
Raimunda.– Te he hecho esperar.
Luciana.– (burlona). ¿Tú crees?
Raimunda.– Es que vengo de hacer un recado de donde Cristo perdió… Ya te contaré. (Bruscamente se acerca a Luciana). ¡Luciana, si te he pedido venir, es porque ocurre algo grave! Mi marido me engaña.
Luciana.– ¡Cómo! ¿Víctor Manuel?
Raimunda.– Él mismo.
Luciana.– Desde luego tienes una manera de soltar las cosas.
Raimunda.– ¡Qué miserable! ¡Oh! ¡Ahora, qué lo pillaré!
Luciana.– ¿Cómo es eso de que lo pillarás? ¿ Acaso no tienes pruebas?
Raimunda.– ¡Pues no! ¡No las tengo! ¡Menudo calzonazos! ¡Ahora, qué las tendré!
Luciana.– ¡Ah, sí! ¿ Y cómo?
Raimunda.– ¡No lo sé! Aquí estás, tú me las conseguirás.
Luciana.– ¿Yo?
Raimunda.– ¡Sí, tú! ¡Tú! No me digas que no, Luciana. Tú, mi mejor amiga del Sagrado Corazón de María. Puede que nos hallamos perdido de vista durante diez años, pero hay cosas que no se borran con el tiempo. Te dejé Luciana.– Vicario, te encuentro Luciana.– Ciano di Corleone: puede que tu apellido se haya alargado, pero tu corazón permanece igual a sí mismo; tengo derecho a seguir considerándote todavía como mi mejor amiga.
Luciana.– ¡Eso, desde luego!
Raimunda.– Por lo tanto es a ti a quien debo recurrir cuando tengo un favor que pedir.
Luciana.– (con escasa convicción).¡Qué buena eres, cuánto te lo agradezco!
Raimunda.– (pisando).Entonces, dime: ¿ Qué tengo que hacer?
Luciana.– (estupefacta). ¿Cómo? ¿Para qué?
Raimunda.– ¿Pues para qué va a ser? ¡Para pillar a mi marido!
Luciana.– ¡Y yo que sé! …¿Para esto me has hecho venir?
Raimunda.– Pues sí.
Luciana.– ¡Menuda gracia tienes! Ante todo, ¿quién te ha dicho que a tu marido se le pueda pillar? Tal vez sea el más fiel de los esposos.
Raimunda.– ¿Él?
Luciana.– ¡Ya me contarás! Si no tienes pruebas.
Raimunda.– Hay cosas que no engañan.
Luciana.– ¡Precisamente! ¡Tal vez tu marido sea una de ellas! …
Raimunda.– ¡Pero vamos a ver! …No soy ninguna niña para que me vengas con cuentos. ¿Qué me dirías tú, si, de pronto, tu marido, después de haber sido un marido ¡un marido! …¡Sí, un marido, vaya! Pues, de pronto,dejase de serlo¡ Así, por las buenas! ¡De un día para otro!
Luciana.– (con fruición).¡Ah! Yo diría: ¡Uf, qué respiro!
Raimunda.– ¡Guau! Me dirías: ¡Uf, qué respiro! …¡Pues esas cosas son las que se dicen antes, querida! Porque a mí, ese amor ininterrumpido, esa eterna primavera, también me resultaban de lo más tedioso y monótono. Pensaba: “ ¡Oh! ¡ Aunque sólo sea una nubecilla, una contrariedad, una inquietud…en fin, algo! Llegué a pensar en tomar un amante sólo para poder tener alguna inquietud.
Luciana.– ¿Tú, con un amante?
Raimunda.– ¡Ah! ¡Pues claro! ¡ Sabes, hay momentos en los que una.…! ¡Ya le tenía echado el ojo a uno! …Mira, para mantenerlo de incógnito… era, sin ir más lejos, el señor Román Girado, con quien te invite a cenar anteayer ¿No te diste cuenta de cómo me camelaba? Ya me extraña en una mujer como tú. Pues bien ¡a puntito estuvimos, querida!
Luciana.– ¡Oh!
Raimunda.– No te parece. Como él bien decía, es el mejor amigo de mi marido. Con toda naturalidad, se sentía el más indicado para ocup… (Se levanta). ¡Oh! Pero ahora, ni hablar…¡cómo iba a tomar a un amante! …¡Ahora que mi marido me engaña!
Luciana.– ¿Sabes qué te digo?
Raimunda.– ¿Qué?
Luciana.– Tú, en el fondo, estás loca por tu marido.
Raimunda.– ¿Loca, yo?
Luciana.– ¿Entonces, qué es lo que te ocurre?
Raimunda.– ¡Mira! ¡Me pone de los nervios! A engañarle yo, todavía estoy dispuesta ¡Pero que me engañe él a mí, ese! ¡Ah ¡ ¡Ni hablar! ¡Eso rebasa cualquier límite!
Luciana.– (quitándose el abrigo).Tu moralidad es deliciosa.
Raimunda.– ¡Qué! ¿Acaso no tengo razón?
Luciana.– ¡Sí, sí, sí! Lo único es que…todo lo que aquí me cuentas no demuestra nada.
Raimunda.– ¡Cómo que no demuestra nada! Si un marido, durante años, ha sido un torrente impetuoso y, de repente, pchs! …¡Se acabó! …¡Ni gota! …
Luciana.– ¡Pero vamos a ver! …El Guadiana es así, y eso no demuestra que se desvíe de su lecho.
Raimunda.– ¡Oh!
Luciana.– ¿Acaso no has visto a menudo en los casinos a esos tipos que sorprenden a la galería con su exuberancia, haciendo saltar la banca, y que, poco tiempo después, vemos jugando con una perra gorda?
Raimunda.– (rabiosa y con voz de cabeza).Pero ¡y si por lo menos se la jugase, la dichosa perra gorda! ¡Pero nada! Él es el señor que da vueltas alrededor de la mesa.
Luciana.– ¡Pues razón de más! …Eso no demuestra que te desbanque con otra. Lo que demuestra sencillamente es que está desfondado, y punto.
Raimunda.– ¡Claro que sí!. (Va en busca de su bolso del cual saca un par de tirantes y se lo coloca a Luciana.– ante sus narices). ¿ Y esto, qué?
Luciana.– ¿Y eso, qué es?
Raimunda.– (en tono perentorio).Unos tirantes.
Luciana.– (en el mismo tono).Era lo que me parecía.
Raimunda.– ¿A qué no sabes de quién son estos tirantes?
Luciana.– ¡De tu marido, imagino!
Raimunda.– ¡Ah! Ves, ya no lo defiendes con tanto ahínco.
Luciana.– ¡Vamos! Lo digo…porque supongo que si llevas unos tirantes encima, son más bien de tu marido que de otro caballero.
Raimunda.– (ha vuelto a guardar los tirantes en el bolso).¡Exactamente! Pues bien ¿puedes explicarme a qué se debe el que mi marido haya recibido los susodichos tirantes por correo esta mañana?
Luciana.– ¿Por correo? …
Raimunda.– Sí, un paquete postal que he abierto inadvertidamente, al inspeccionar su correspondencia.
Luciana.– ¿Y por qué inspeccionabas su correspondencia?
Raimunda.– (en el tono más natural del mundo). Para saber lo que llevaba dentro.
Luciana.– (se inclina con ironía).Sí que es una razón.
Raimunda.– ¡Y tanto!
Luciana.– A eso le llamas abrir un paquete…¡inadvertidamente!
Raimunda.– ¡Vamos a ver! Inadvertidamente quiere decir: que no estaba dirigido a mí.
Luciana.– ¿Ah? ¡Bien! …
Raimunda.– Pues reconocerás que si le envían los tirantes por correo será porque, aparentemente, se los había dejado olvidados en algún lugar.
Luciana.– ¡Ah! ¡Sin duda!
Raimunda.– ¡Claro! …¿Y sabes lo que era ese….en algún lugar?
Luciana.– (aparentando terror). Me asustas.
Raimunda.– ¡ El Hotel del Gatito Coqueto, querida!
Luciana.– ¿Y eso qué es?
Raimunda.– Como su nombre indica no precisamente un hotel para familias numerosas.
Luciana.– ¡El Hotel del Gatito Coqueto!
Raimunda.– Mira, aquí tienes la caja del envío. Puedes ver el remite, ahí lo pone. Y está dirigido a mi marido: Señor Campofrío, 55 Avenida del Generalísimo.
Luciana.– (lee el remite). Hotel del Gatito Coqueto. Sí.
Raimunda.– ¡Y en el barrio chino, querida! Un dato que lo aclara aún más. Lo que te digo, inconveniencias: ¡todas! Entiendes, no hay margen para el error, el asunto está claro: yo la sigo y la consi…
Luciana.– ¡Oh!
Raimunda.– Dios mío, hasta entonces estaba llena de dudas… al ver a mi marido un poco…un poco…
Luciana.– (ayudando). Como el Guadiana.
Raimunda.– ¡Eso! Luego pensaba: “¿ Y bien? Y bien ¿ Y qué? “ ¡Pero esto! ¡Esto! ¡Esto sí que no! Esto me puso la mosca detrás de la oreja.
Luciana.– ¡Ah! ¡Es evidente!
Raimunda.– Y si vieras ese Hotel, querida. Parece una falla.
Luciana.– Cómo es eso de ”Y si vieras…” ¿Acaso lo conoces?
Raimunda.– ¡Naturalmente! De allí vengo.
Luciana.– ¡Cómo!
Raimunda.– De ahí mi retraso.
Luciana.– ¡Oh!
Raimunda.– Ya te puedes imaginar que he querido saber a que atenerme. Pensé: sólo hay una manera, sonsacar al encargado ¡Pues bien! ¡No te creas que se sonsaca a un encargado así como así! ¡Es aterrador ver como se encubren unos a otros en el mundo del vicio, querida! No quiso saber nada.
Luciana.– ¡Toma! ¡Cómo que es el abc de su oficio!
Raimunda.– ¡Qué bonito! No sabes lo que me llegó a decir: “ Pero, señora, si divulgase los nombres de las personas que frecuentan mi Hotel, usted sería la primera en no venir “ ¡Sí, así me lo dijo! Y no hubo manera humana de sacarle algo más. ¡Lo que oyes, mudo! ¡Cómo un muerto!.
Luciana.– (con una mueca). ¡Qué pronto lo despachas!
Raimunda.– Por lo que veo sólo podemos contar con nosotras mismas. Los hombres se apoyan entre ellos, nosotras debemos hacer lo mismo…Tú eres más despabilada que yo…conoces los hechos…¿Qué debo hacer?
Luciana.– ¡Demonios! ¡Me pillas de improviso!
Raimunda.– ¡Oh, vamos! ¡Un destello de genialidad!
Luciana.– ¡Sí, vale! Pensando. ¡Veamos! ….¿Y si tuvieses una conversación con tu marido?
Raimunda.– ¡Oh! ¡Oh! ¿Eres tú la que me está diciendo esto? …Te puedes imaginar que me contestaría con una mentira. Nada hay más mentiroso que un hombre…a no ser…una mujer.
Luciana.– Sí, incluso creo que son los dos únicos seres de la creación que…¡Ah! Escucha, tal vez tendríamos un medio que he visto poner en práctica en el teatro.
Raimunda.– ¿Ah sí? ¿Cuál?
Luciana.– ¡Oh! ¡No es gran cosa! Pero para un hombre seguramente bastará. Se coge una hoja de papel de cartas perfumada, se escribe una carta al marido…una carta ardiente, por supuesto, como si se tratase de otra mujer…y se termina invitándole a una cita.

Raimunda.– ¿Una cita?
Luciana.– A la cual una tiene el cuidado de ir, naturalmente. Si el marido acude, la cosa está clara.
Raimunda.– ¡Sí! Sí, tienes razón. Tal vez no sea una idea genial, pero generalmente son los medios más clásicos los que mejores resultados dan. Vamos a escribir a Víctor Manuel de inmediato.
Luciana.– (con tono desenvuelto). Escribamos a Víctor Manuel.
Raimunda.– ¡Ah, sí! Pero… va a reconocer mi letra.
Luciana.– (muy seria).¡Claro! ¡Si ya le has escrito alguna vez, puedes estar segura!
Raimunda.– Escucha, en cambio la tuya…no la conoce…¡Tú! …¡Tú le vas a escribir!
Luciana.– ¿Yo? ¡Ah! ¡No! ¡No! ¡Eso sí que no! ¡Es demasiado delicado!
Raimunda.– Pues bien, hasta aquí hemos llegado: apelo a tu delicadeza. En tono severo.
¿Eres o no mi mejor amiga?
Luciana.– ¡Desde luego tú! ¡Tú me llevarás directa al infierno!
Raimunda.– Pues bien, allí te encontrarás con mi marido.
Luciana.– ¡Buen provecho! Vamos, dame papel de cartas.
Raimunda.– Toma, aquí tienes.
Luciana.– ¡Uy! ¡Pero no el tuyo, vamos! ¡Lo reconocerá!
Raimunda.– ¡Seré tonta! ¡Claro! Espera, tengo algo con lo que a lo mejor nos podemos apañar…Un papel que compré para las felicitaciones de los hijos de mi hermana. (Muestra tres o cuatro hojas de papel orlado pintado con florecillas).
Luciana.– ¡Cómo! ¡Eso! Pensaría que se trata de una cocinera, no acudiría.
Raimunda.– Es verdad.
Luciana.– ¿No tendrás un papel aterciopelado, algo más sugerente?
Raimunda.– Dios mío, sí que tengo este malva. Acabo de comprarlo para los recados, no es muy sugerente.
Luciana.– ¡No! …En fin, echándole mucho perfume…
Raimunda.– ¡Oh! Si se trata de eso, entonces tengo lo que hace falta: un frasco de trébol encarnado que tengo apartado para devolverlo porque no lo soporto. ¡Espera! …

Escena 4
Los anteriores, Camilo.
Aparece Camilo, carpeta en mano. Echa una mirada inquisidora al salón.

Camilo.– ¡Disculpe! …
Raimunda.– ¿Qué desea, Camilo?
Camilo (en su idioma incomprensible).¡No se preocupe! Venía a ver si Víctor Manuel había vuelto.
Raimunda.– (con toda sencillez, siguiendo el tono de la conversación).Todavía no. ¿ Por qué?
Camilo.– Porque tengo la correspondencia para firmar y unos datos que pedirle para un contrato; es un poco embarazoso, y me hubiera gustado…
Raimunda.– ¡Oh! ¡Bien! Me parece que no puede tardar mucho.
Camilo.– ¡Bueno! Esperaré. Después de todo es lo único que podemos hacer, ¿no es así? No está aquí, todo lo que diga o deje de decir…
Raimunda.– ¡Claro está! ¡Claro está! (A Luciana.– que ha estado escuchando boquiabierta desde el principio este diálogo, dejando que su mirada fuese de un interlocutor a otro para detenerse definitivamente sobre Raimunda.– con profunda admiración). ¿Y tú, por qué me miras así?
Luciana.– (desconcertada). ¿Cómo? ¡Por nada, nada de nada! …
Camilo.– (con tono jovial a Luciana). ¡Y bien, señora, mi prima acabó por llegar! ¿No le ha hecho esperar demasiado?
Luciana.– (un poco sorprendida por esta intervención y queriendo aparentar que ha entendido).En efecto, caballero, sí, le reconozco; incluso charlamos hace un rato.
Raimunda.– (maliciosa). ¡No, no! No te está hablando de eso. Te dice que, a pesar de todo, he terminado por llegar y que no te he hecho esperar demasiado.
Camilo.– (asiente). Eso es, eso es.
Luciana.– (incomoda y esforzándose por ser amable). ¿Ah? …¡Ah, sí! …Sí, sí…. Estoy perfectísimamente.
Raimunda.– (presentándoles). Mi sobrino, el señor Camilo Campofrío; la señora de Ciano di Corleone.
Luciana.– Encantada, señor. Perdóneme si antes no le he entendido, pero soy un poco dura de oído.
Camilo.– (jovial). ¡Oh! ¡Es demasiado amable por su parte, señora! La verdad sea dicha, se me entiende con dificultad, porque tengo un defecto de pronunciación…
Luciana.– (sonriendo con torpeza como una persona que no ha entendido nada). ¡Sí, sí, sí! (A Raimunda, llamándola al rescate). ¿Qué?
Raimunda.– (con gran seriedad cómica). Te ha dicho que tiene un defecto de pronunciación.
Luciana.– (aparentando sorpresa). ¿Cómo? …¿Ah? …¿ De verdad? …¿Ah sí? Ahora que lo dice, pues podría ser.
Camilo.– (con grandes sonrisas y muchas reverencias). ¡Oh! Es usted demasiado indulgente. Voy a seguir con mi trabajo por allí…Saluda. Señora…
Luciana, con una ligera reverencia. Señor.

Camilo, casi saliendo.¡Mis respetos!
Sale. Las dos mujeres lo ven marchar y, en cuanto desaparece, estallan de risa.

Luciana.- ¡Para, para! Te admiro por entender una sola palabra de su idioma.

Raimunda.- maliciosa ¿Por eso me mirabas, eh?

Luciana.– Sí.

Raimunda.- Qué quieres que te diga: es la fuerza de la costumbre. Pero tú me encantas, mira que pretender hacerle creer que no habías reparado en su manera de hablar.

Luciana.- No quería resultarle desagradable.

Raimunda.- cogiendo el frasco de colonia.Aquí está el trébol encarnado, nosotras a lo nuestro.¡Venga! Escribamos la carta antes de que mi marido vuelva.

Luciana.- Tienes razón. Disponiéndose a escribir. ¿A ver, cómo le aderezamos la misiva?

Raimunda.– ¡Ah, eso!

Luciana.– Ante todo, ¿ dónde nuestra desconocida, al ver a tu marido, recibió el flechazo?

Raimunda.– ¡Eso! ¿Dónde?

Luciana.– ¿Últimamente habéis ido al teatro?

Raimunda.– El Miércoles pasado, con el señor Girado.

Luciana.– ¿El señor Girado?

Raimunda.– El que estuvo a punto de ser mi amante.

Luciana.– ¡Ah, sí! Pues mira ¡ nos viene al pelo! Ahora verás. Escribe: “ Caballero, la otra noche le vi en el teatro…”

Raimunda, con una mueca. ¡Sí! …Pero no te parece más bien gélido para un flechazo.

Luciana.– ¿Gélido?

Raimunda.– Suena a fe de vida. No sé, en mi caso habría escrito algo más crudo como: “ Soy aquella que no le quitó los ojos de encima, la otra noche, en el teatro” Y nada de “caballero” ¡Zas! ¡Así, por las buenas! ...

Luciana.– ¡Eh! ¡ Pero dime! Tú tienes talento para esto.

Raimunda, modesta. Dios mío, lo digo como siento que lo escribiría…

Luciana.– Pues entonces estamos de acuerdo. Coge una nueva hoja para escribir. “ Soy aquella que no le quitó los ojos de encima…”

Raimunda, le dicta.
…” La otra noche, en el teatro” Eso…¡así es fogoso, directo!

Luciana.– ¡Y sentido! Sigue. “Usted estaba en un palco con su mujer y un caballero…”

Raimunda.– El señor Girado.

Luciana.– Sí, pero eso no le toca a la señora decirlo. Retoma el texto de la carta. “ Personas próximas a mí le nombraron..”

Raimunda, repite como en un dictado.…le nombraron

Luciana, repite mientras escribe.…nombraron…. así supe quien era usted…

Raimunda.– ¡Esto es coser y cantar!

Luciana, escribe…desde ese mismo instante, no hago más que soñar con usted…

Raimunda.– ¡Uy! ¡Uy!…¿No te parece un poco exagerado?

Luciana.– ¡Claro que sí! ¡Claro que sí! ¡Pero es lo que hace falta! Estas cosas siempre resultan exageradas en los demás pero nunca para uno mismo.

Raimunda.– ¡Ah! Si de eso estás segura, entonces vamos bien.

Luciana.- escribe.“Estoy dispuesta a cometer una locura. ¿ Quiere acompañarme? Le espero hoy a las cinco en el Hotel del Gatito Coqueto.”

Raimunda.– ¡Uy! ¿Te parece? Va a desconfiar, justo en el mismo hotel.

Luciana.– ¡Al revés, le va a excitar! Escribe. Entre paréntesis: “ Barrio Chino. Centro. Pedirá la habitación a nombre del señor Campofrío”

Raimunda, le dicta.“ En usted deposito mi esperanza…”

Luciana.- escribe asintiendo con la cabeza.“ En usted deposito mi esperanza” ¡Por supuesto! Desde luego tienes madera.

Raimunda.– Por algo hay que empezar.

Luciana, escribe. “Una mujer que ama” Vale, ahora el perfume.

Raimunda, que ha destapado el frasco.- Toma. Le ofrece el frasco.

Luciana.– Va bien. Rocía la carta a mansalva.

Raimunda, al ver toda la tinta corrida por el perfume.- ¡Uy!

Luciana.– ¡Caramba!

Raimunda.– ¡Buena la has hecho!

Luciana.– Sí.

Raimunda.– Vuelta a empezar.

Luciana.– ¡Espera un momento! Va a ser al revés, nos va a ayudar. Escribe. “ Postdata: ¿Por qué, cuando le escribo, no puedo contener mis lágrimas? ¡Oh! ¡Haga que estas lágrimas sean de felicidad y no de desesperación!” ¡Y vamos con el trébol encarnado! ¡Y toma!

Raimunda.– Aun así, le va a parecer que hay mucha lágrima para una sola mujer.

Luciana.– ¡Olvídate! Le parecerá de lo más natural. Y ahora la dirección. Escribe en el sobre.
“ A la atención personal de don Víctor Manuel Campofrío, 55 Avenida del Generalísimo.”
Pega el sobre.
¡Ya está! Y ahora necesitamos un mensajero. ¿ Tienes a alguien para que lo avise?

Raimunda.– ¿Alguien? ¡Diablos! …..¡Pues sí! ….Te tengo a ti.

Luciana.– ¿Yo? ¡Ah! Perdona, pero…

Raimunda.– ¡Vamos, mujer! ¡Entiéndeme! No puedo mandar a un criado para que luego vea al mismo mensajero traer la misma carta. Podría comprometer todo el asunto. Por la misma, tampoco puedo ir yo. Si mi marido pidiese la descripción de la mujer al recadero, se descubriría el pastel. En cambio, tú eres perfecta ¡Eres la persona indicada!

Luciana.– ¡Claro! ¡Para mí, la faena!

Raimunda.– ¿ En qué quedamos? ¿Eres o no mi mejor amiga?

Luciana.– Sí. Pero conste que eres una abusona. Suena un timbre.

Raimunda.– Han llamado. Debe de ser mi marido.Le señala una puerta. ¡Date prisa! Márchate por ahí. Llegarás a la antecámara.

Luciana.– ¡Bueno! ¡Hasta luego!

Raimunda.– ¡Hasta luego! Sale Luciana. Al fondo se descubre en el vestíbulo a Campofrío. Girado está detrás de él.


Escena 5
Raimunda, Campofrío, Girado.

Campofrío a Girado
Pasa, camarada.Perdóname un momento, tengo que echar la firma a la correspondencia.

Raimunda, a la que no habían visto. Sí, Camilo incluso te está esperando como al Mesías.

Campofrío ¡Vaya! ¿Estás aquí?

Girado ¡Oh! Buenos días, querida señora.

Raimunda.– Buenos días, Girado.
A su marido:
Sí, aquí estoy.

Campofrío Me he encontrado con Girado en la escalera, así que hemos subido juntos.

Raimunda, con indiferencia.¡Ah!..

Girado, saca unos documentos de la cartera Sí, traigo la lista de nuevos clientes que se quieren asegurar.

Campofrío ¡Perfecto! Luego, me la das.
Al hablar, se sujeta el pantalón como alguien que se siente incómodo por los tirantes.

Raimunda, a la que no se le escapa el gesto.¿Qué te ocurre para tener que sujetar el pantalón? ¿Acaso te molestan los tirantes?

Campofrío Sí.

Raimunda.– ¿Acaso no son los que te compré?

Campofrío ¿Cómo? Sí, sí.

Raimunda.– Antes no te molestaban.

Campofrío Será porque los he ajustado demasiado.

Raimunda, hace ademán de ir hacia él. Tiene fácil solución, te los aflojo un poco.

Campofrío, retrocede instintivamente. ¡No! …¡Déjalo! No hace falta, ya me los aflojaré yo.

Raimunda, con altanería. ¿Ah? …¡Bien! ¡Cómo quieras!

Campofrío, a Girado. ¿Me disculpas? En un minuto estoy contigo.

Girado ¡Ve! ¡Ve! Campofrío abre la puerta de la habitación.

Voz de Camilo. ¡Ah!

Campofrío, picado por esta exclamación cuyo tono equivale a algo así como: ¡Por fin! ¡Ya era hora! ¡Pues sí, qué quieres que le haga! ….¡Qué gracia tienes! Tenía cosas que hacer. Cierra la puerta.

Girado, en cuanto desaparece Campofrío, se precipita sobre Raimunda. ¡Ah! Raimunda, Raimunda, he soñado con usted esta noche.

Raimunda, cortándole. ¡Oh! ¡No, amigo mío, no! ¡Gracias! Pero no voy a pensar en engañar a mi marido cuando él lo está haciendo.

Girado, estupefacto.¿Cómo?

Raimunda.– Esas cosas están para cuando una no tiene nada en qué pensar.

Girado ¡Pero Raimunda, Raimunda! …¡Usted me dijo! ….¡Me dio esperanzas!

Raimunda.– ¿Ah sí? Pues bien, es posible…¡Pero entonces no teníamos los tirantes! ¡Ahora tenemos los tirantes! …¡Buenas tardes! Sale.

Girado, permanece un momento atontado y luego: ¡Pues esta sí que es buena! ¿ A cuento de qué “ los tirantes”? ¿Qué significa esto de “los tirantes”?



Escena 6
Girado, Camilo, Fino.

Camilo, en tono jovial desde la puerta. ¡Señor Girado! Mi primo le llama.

Girado, enfadado ¿Qué?

Camilo, se esfuerza por articular mejor pero no lo consigue. Mi primo le llama.

Girado No entiendo lo que me dice. ¡Cuándo se decida a hablar con más claridad, avíseme! …

Camilo ¡Espere! Saca de un bolsillo una libreta y un lápiz, y silabea todo lo que escribe.
Mi pri-mo le lla-ma.
Al terminar de escribir, arranca la hoja y se la entrega a Girado.

Girado, lee.
“Mi primo le llama” ¡Ah! ¡Pues no hay más que decirlo! Refunfuñando recoge sus documentos y sale.

Camilo ¡Patán! ¡Menudo ejemplar! ¡Me molesto en venir a buscarlo y me echa una bronca de no te menees! En ese momento aparece por el fondo Fino.

Mientras tanto Camilo, que no le ha oído entrar, sigue con sus quejas.
Camilo ¡En fin, esto es demasiado! Yo le digo con toda cortesía: “ Girado, su primo le llama” Me lo hace repetir, se lo escribo, y tiene la desfachatez de contestarme: “ ¡Pues no tenía más que decírmelo! ¡Pues bien, sí que me voy a molestar más veces por un cardo como este!

Fino, que lo está mirando desde hace un rato.¿ Y bien, qué hay, amigo Camilo, nos ponemos a soltar monólogos últimamente?

Camilo, se sobresalta.¿Cómo? ¡Ah! Es usted, doctor. No, estaba mascullando contra uno que me pone los ner…

Fino, que no entiende nada. Sí, bueno, no se esfuerce….
Cambia de tono. Y aparte de eso, ¿qué hay de nuevo, briboncete? …¿Cómo andamos de juergas?

Camilo, se acerca con prontitud a Fino y le dice en un tono de voz más bajo.¡Eh! ¡Eh! ¡Chitón!

Fino ¡Ah, sí! ¡Es cierto! Aquí le tienen por Camilo, el Austero. Tiene que mantener su reputación.

Camilo, sobre ascuas.¡ Por favor se lo pido! …

Fino ¡Desgraciadamente, ante un médico, siempre llega la hora en que…uno tiene que despojarse de su halo de santidad! …Y yo que le conozco, me divierto cuando los veo a todos imaginarse que usted…

Camilo, con risa de dientes para fuera. Sí, sí..

Fino ¿Dígame, siguió mi consejo?

Camilo ¿Cuál?

Fino ¿El del Hotel del Gatito Coqueto?

Camilo, aterrado. ¡Oh! ¡Cállese!

Fino ¡Vamos, estamos entre amigos! …¿Entonces fue?

Camilo, duda un segundo, mira hacia un lado y hacia el otro y dice en voz baja. Sí.

Fino ¿Qué le pareció?

Camilo, con ojos extáticos mira al cielo. ¡Oh!

Fino ¡Verdad que sí! Ya ve porque se lo decía. Yo, cuando quiero irme de juerga, sólo conozco ese Hotel. Bueno, veo que está sobre ascuas. Vaya pues a avisar a su primo.

Camilo, encantado por este cambio de tercio. ¡A eso voy! …¡A eso voy! …

Fino ¡Ah! A propósito, ahora que lo pienso, tengo que darle su artilugio…

Camilo ¿Qué artilugio?

Fino, saca un estuche de su bolsillo. El que le prometí…. El que le permitirá hablar como los demás.

Camilo ¡Ah, sí! ¿Lo tiene?

Fino ¡Sí! …¿Importa, verdad? …¿Por qué, cuál es el problema que le entorpece esa facultad? …Un vicio congénito, el arco del paladar que no tuvo tiempo para formarse. Por consiguiente, los sonidos en vez de toparse con este tabique natural que los hace rebotar hacia el exterior, van a perderse en la cabeza.

Camilo ¡Así es!

Fino Pues bien, es ese tabique el que le traigo. ¡Mire qué bien presentado va!

Camilo ¡Déjeme ver!

Fino, abre el estuche. Un paladar de plata, querido, como en los cuentos de hada.

Camilo, une las manos con admiración.¡Oh!

Fino ¡Y en un estuche! Lo que no está al alcance de cualquiera.

Camilo ¡Oh! …¡Y podré hablar!

Fino ¿Qué?

Camilo Y podré…Espere. Quiere colocarse el paladar en la boca de inmediato.

Fino, lo coge de la muñeca. No, así no. Primero déjelo en remojo en una solución de agua y ácido bórico. No sabemos por qué manos ha pasado.

Camilo ¡Tiene razón! Pero lo que estaba preguntando es: Articula lo mejor que puede. ¿Si podré hablar?

Fino, le ha entendido. ¡Qué si podrá hablar! …¡Y de qué manera! Si tiene talento, incluso podrá convertirse en primer actor de radionovelas.

Camilo, radiante. ¡Ah! Voy de inmediato a ponerlo a remojo.

Voz de Campofrío. ¡Camilo!

Fino Oye, le llaman.

Camilo ¡Bah! Bueno, diga que luego vuelvo. Se marcha.

Escena 7
Fino, Campofrío.

Campofrío, entra.¡Camilo!

Fino, va hacia él. Enseguida estará con usted; alguna obligación tenía por allí.
Le tiende la mano. ¿Va todo bien?

Campofrío ¡Ah! Buenos días, Fino. Bien, me alegro de verle, fíjese, precisamente con usted tenía yo que hablar.

Fino ¡Ah! …. Ya vine antes.

Campofrío Sí, sí…por lo del certificado de Corleone…¡Al parecer es de categoría!

Fino ¡ Todo de categoría! …Por cierto, aquí lo tiene.
Le entrega una carpeta.

Campofrío, coge la carpeta.Gracias.

Fino ¿Y qué tenía que decirme?

Campofrío Pues bien, verá, quería consultarle sobre un asunto bastante delicado para mí. Figúrese que me ocurre una cosa un tanto asombrosa.

Fino¿Y qué cosa es?

Campofrío ¡Vamos a ver! ¿Cómo explicárselo? Usted sabe que tengo una mujer deliciosa.

Fino Sobre eso, estamos de acuerdo.

Campofrío ¡Bueno! Por otro lado, usted sabe que no hay nadie menos mujeriego que yo.

Fino ¡Ah! ¿Sí?

Campofrío, molesto.Cómo que ¡Ah! ¿Sí? Tendría que decir: ¡Ah! ¡ Sí!

Fino No lo sé, amigo mío.

Campofrío Pues bien, ¡yo le digo que sí! No le extrañará por lo tanto si le confieso que mi mujer lo reúne todo para mí: la esposa y la amante…Lo cual quiere decir que siempre he sido, ante usted me puedo permitir el alarde, un marido a la altura de las circunstancias.

Fino ¿Ah sí?

Campofrío Cómo que ¿Ah sí? Tendría que decir: ¿Ah? …¡Sí!

Fino No lo sé, amigo mío.

Campofrío Pues bien, ¡yo le digo que sí! A la altura e incluso más allá.

Fino Pues bien, ¡me parece estupendo! …Pero no veo a dónde quiere ir a parar con este preámbulo.

Campofrío Pues bien, ¡a esto quería llegar! …¿Ha visto la revista?: ¿No tiene nada que declarar?

Fino ¡Dios mío! …

Campofrío ¡Qué! ¿ La ha visto o no?

Fino, jocoso. Se lo voy a contar, pero que quede entre nosotros…no estaba solo en mi palco, por eso tuve…

Campofrío, riéndose
¡Ah, ya veo! Algunas ausencias.

Fino, riéndose.
Eso.

Campofrío
¡Poco importa! Siempre conseguiría ver lo suficiente como para enterarse del enredo: Un caballerete se va de viaje de novios con su señora. Está instruyéndola en los primeros principios de gramática matrimonial, cuando, en el punto álgido de la lección, aparece un aduanero, cuyo intempestivo ¿No tiene nada que declarar? Interrumpe bruscamente al señor en las florituras de su discurso.

Fino
¡Ah! ¡Sí! En efecto, lo recuerdo…aunque vagamente.


Campofrío
¿Vagamente? …Pues ya se nota, camarada, que el aduanero no pasó por su palco.

Fino, sonríe malicioso.
No, por allí no pasó.

Campofrío
¡Total¡ ¡A partir de ese momento se convierte en una obsesión para el caballerete! Cada vez que asoma su deseo de retomar con la señora el asunto que quedó la primera vez un tanto desdibujado… Ve al aduanero y escucha lo de ¿No tiene nada que declarar?¡ Y pumba, se acabó! Nada a la vista.

Fino ¡Es un incordio!

Campofrío, con convicción. ¡Ah, sí! Pues bien, querido amigo, es exactamente lo que me ocurre con mi mujer.

Fino ¡Cómo!

Campofrío ¡Cómo lo oye! Un buen día…o más bien una mala noche…Hará cosa de un mes, estaba muy afectuoso, como suele ser habitual en mí: así se lo hice saber a la señora Campofrío, que enseguida mostró su disposición. Cuando, de pronto, no sé lo que pudo ocurrir…

Fino, con malicia. ¿Entró el aduanero?

Campofrío, distraído. ¡Sí! Con viveza. ¿Cómo? ¡Eh! ¡No! …¡Oh! Ahora bien, el efecto, igualito a si hubiese entrado: Un malestar, un trastorno, un no sé qué, y sentí que me hacía…Con voz de ángel y doblando las piernas a medida que lo dice. ¡Pequeño, pequeñito, pequeñísimo!

Fino ¡Diablos! ¡La cosa está dura!

Campofrío, se vuelve hacia él y con una mueca significativa : ¡Si usted lo dice!. No sé si es la expresión más acertada. Cambiando de tono. Dios mío, en un principio no le di demasiada importancia, seguro como estaba de un pasado glorioso y sin tacha, ¿No le parece? Pienso: ¡Después de todo, hoy un revés, mañana la revancha!

Fino ¡Es la guerra, traed madera!

Campofrío Sí, pero, he aquí que a la noche siguiente, tengo la desafortunada idea de pensar: ”¡Cuidado, camarada, y si te pasase como ayer! …” ¡Hay que ser tonto para meterse semejantes majaderías en la cabeza, cuando uno, en un momento como ese, necesita toda la confianza del mundo! …¡Por supuesto, no falla! ¡Tengo un ataque de ansiedad, y toma! ¡Gatillazo, igualito al de la noche anterior!

Fino ¡Pobre Campofrío!

Campofrío ¡Ni que lo diga, pobre Campofrío! Ya que, de ahora en adelante, ¡se acabó! ¡Se ha convertido en una obsesión! Ya ni siquiera me atrevo a pensar: “ ¿Esta noche, acaso lo conseguir…?” No, pienso: “ Esta noche, no lo…!” ¡Y claro! No falla.

Fino, chistoso.Ya, en cambio usted…

Campofrío
¿Cómo dice? Vamos, Fino, no es momento para hacer bromas.

Fino ¡Ah! ¿ Y bien? ¡No esperará que me lo tome a lo trágico! ¡Pero si su asunto es de lo más común! Sencillamente es víctima de un fenómeno de autosugestión. Pues bien, es asunto suyo el acabar con él. ¡Un poco de carácter, diablos! ¡Querer es poder!

Campofrío ¡Eh! ¡Eh!

Fino Si en vez de pensar: “ ¿ Acaso lo conseguir... ? “ Cosa que le tira por los suelos, tiene que pensar (bien afirmativo) “Yo” ¡Y ya está! No hay que dudar jamás de uno mismo en la vida. ¡Ah! Y por cierto…por cierto nunca mezclarlo con el amor propio. ¡Claro, claro que sí, todo esto es amor propio! Pues bien, lo propio y el amor no casan …Aunque exista uno al que se llame propio, es para distinguirlo del otro…que no lo es. Todo lo que acaba de contarme es a su mujer a quien debería habérselo contado, y no a mí…y contado con nitidez, con tranquilidad, en vez de intentar hacerse el listo con ella. Entonces, lo que hubiera ocurrido es que su mujer se habría reído, los dos se habrían reído, cada uno habría aportado su granito de arena y una vez aparcados el nervio, la inquietud, todo habría ido sobre ruedas.

Campofrío, pensativo.¡Tal vez tenga razón!

Fino Además de eso, deporte, ejercicio. ¡Luego tendré que auscultarle! …¡Trabaja demasiado! …¡Demasiado tiempo en la oficina! (Le pone su rodilla entre los riñones y le obliga a arquearse hacia atrás con las dos manos sobre los hombros).Fíjese, tiene tendencia a encorvarse. Por eso le mande ponerse unos tirantes americanos; estoy seguro de que no se los ha puesto.

Campofrío, se levanta el chaleco para mostrar sus tirantes. ¡Cómo que no! ¡Claro que sí! E incluso, para verme obligado a llevarlos puestos siempre, he regalado todos mis tirantes comunes. Es mi primo Camilo el beneficiario. Pero, de verdad, ¡estos son muy feos!

Fino ¡Bah! Usted es el único en verlos.

Campofrío ¡Pues no! Antes mi mujer estuvo a punto de descubrirlos.

Fino ¡Bonito asunto!

Campofrío ¡Gracias! ¡Lo que me faltaba: sumar un ridículo más al anterior!

Fino ¡Ah! ¡Mire, usted añade vanidad en donde no debería!
Cambia de tono. ¡Vamos! Quítese la chaqueta que le voy a auscultar.
En el momento en que Campofrío se dispone a quitarse la chaqueta, la puerta del fondo se abre y aparece de pronto Luciana.

Escena 8
Los anteriores y Luciana. Luego Raimunda.– y Girado.

Campofrío, volviéndose a poner la chaqueta con prontitud.¡Uy!

Campofrío, a Fino.¡Más tarde seguiremos! A Luciana.Usted aquí, querida señora.

Luciana.– ¡Pues sí! ¿Está usted bien?

Campofrío Tan bien como lo está usted. ¿Viene a ver a mi mujer?

Luciana.– Mejor dicho vengo de verla. Entremedias tuve que ir a un recado, pero antes ya la había visto…Por cierto, al señor también.

Fino En efecto.

Campofrío ¡Ah! Entonces no tengo necesidad de hacer las presentaciones…
¿No le ha parecido que tenía un semblante un tanto nervioso?

Luciana, señala a Fino.¿El señor?

Campofrío No, mi mujer; no sé lo que le ocurre esta mañana…hay que ir con pies de plomo.

Luciana.– No me pareció.

Campofrío ¡Ah, bien! Tanto mejor.

Raimunda, aparece por la puerta de la izquierda.¡Ah! ¡Ya estás de vuelta!

Luciana.– Buenos días, de nuevo.

Raimunda,(por lo bajo)¿Y bien?

Luciana, por lo bajo.¡Hecho está! Vendrá enseguida.

Raimunda¡Bueno!

Camilo, trae la carta en una bandeja.¡Primo!

Campofrío ¿Qué?

Luciana, por lo bajo a Raimunda.¡Allá va!

Camilo Es una carta confidencial que acaba de traer un mensajero. La entrega y sale.

Campofrío, sorprendido.¿Para mí? ¡Qué curioso!A las dos señoras.¿Me permiten?
Saca unos quevedos, se los coloca en la punta de la nariz, abre la carta, y después de leerla no puede evitar una exclamación de sorpresa.
¡Oh! ¡Quién lo iba a decir!

Raimunda, con viveza.¿El qué?

Campofrío¡Nada!

Raimunda, pérfida.¿No será algún contratiempo?

Campofrío ¡Oh! No, no…Es… es un asunto de pólizas.

Raimunda, seca.¡Ah!A Luciana, por lo bajo y furiosa:¡Vamos, tú! ¡Creo que está claro!
Salen.

Campofrío, a Fino.¡Ah! ¡No, querido amigo, no!….¡Las mujeres son asombrosas! No adivinaría nunca lo que me acaba de pasar.

Fino¿Qué?

Girado, aparece por la puerta de la derecha con una carpeta en mano.¡Oye! …¿Te parece bien dejarme plantado así?

Campofrío ¡Ah! Bueno, mira…No estás de más, llegas en buena hora, acércate.

Girado¿Qué ocurre?A Fino¡Buenos días, doctor!

Fino Buenos días, Girado.

Campofrío ¡Hijos míos, agárrense! … Prepara el efecto.¡Acabo de despertar una pasión!

Los dos juntos. ¡Cómo!

Girado ¿Tú?

Fino ¿Usted?

Campofrío ¿Os deja patidifusos, eh? ¡Mirad! …No me invento nada. Lee subrayando cada palabra.
“ Soy aquella que no os quitó los ojos de encima, la otra noche, en el Teatro…”

Girado ¿Tú?

Fino ¿Usted?

Campofrío, contoneándose.¡Yo! ¡El aquí presente! Sin pestañear, no me quitó los ojos de encima.

Girado ¡Esta sí que es buena!

Campofrío, le estrecha la mano.¡Gracias!

Girado, le coge la carta y sigue la lectura.:“ Usted estaba en un palco con su mujer y un caballero…”

Campofrío ¡Y un caballero! Ves, ese eres tú: “ y un caballero”. Una especie de señor X…, un recién llegado, un ser gris, un tipo insignificante.

Girado ¡Oye tú! ¡Sin pasarse!

Campofrío¡Ajá! Esta es la mía.Le quita la carta y lee.
“ Personas próximas a mí le nombraron, así supe quién era …”
burlón.
¡Bonita picardía!
“ Desde ese mismo instante, no hago más que soñar con usted…”

Los dos, sin poder dar crédito.
¡No puede ser!

Campofrío, extasiado.¡No hace más que soñar conmigo!Dándole un empellón a Girado.¡Eh! Girado.

Girado ¿Pone eso?

Campofrío, con suficiencia, señalando en la carta.¡Pues sí, camarada! ¡Eso pone!

Fino, ante la evidencia.¡Eh! ¡Sí, eso pone!

Girado, no da crédito.¡Dios! ¡Ya es raro!A Fino¿No le parece?

Fino, sin saber qué contestar.¡Puf! De todo hay en la viña del Señor.

Girado¡Claro está! …Burlón. Dependerá del estómago que se tenga.

Campofrío ¡Oye tú! ¡Sin pasarse!

Girado ¡No! Me río de…

Campofrío, prosigue la lectura.“ Estoy dispuesta a cometer una locura. ¿Quiere acompañarme?”
(Deja de leer).Pobrecita. ¡En mala hora llega!
A Fino.
¿No, Fino?

Fino ¿Y eso por qué?

Campofrío ¡Venga, vamos! ¡Después de lo que le he contado!

Fino, con gesto despreocupado.¡Bah!

Campofrío, lee.“ Le espero hoy a las cinco en el Hotel del Gatito Coqueto”

Fino, sobresaltado¿En el Hotel del Gatito Coqueto?

Campofrío ¡Sí! “ Barrio Chino. Centro”

Fino ¡Oh! ¡Estás de enhorabuena! ¡Una que sabe lo que se hace! …

Campofrío ¿Por qué? ¿Qué Hotel es ese?

Fino Un sueño, querido amigo. El lugar en donde hago mis diabluras.

Campofrío ¡Mira tú! ¡Esto es lo que tiene el ser un alma pura! ¡Ni idea!

Fino ¡Ah! ¡Bien! Estoy seguro de que Girado…

Girado ¡Ah, no! Me suena el nombre, pero eso es todo.

Campofrío, bruscamente.¡Ah! ¡Amigos míos!

Los dos ¿Qué?

Campofrío Lloró.

Girado y Fino ¿Lloró?

Campofrío ¡Claro que sí! ¡Lloró! Miren.
Lee.
“ Postdata: : ¿Por qué, cuando le escribo, no puedo contener mis lágrimas? ¡Oh! ¡Haga que estas lágrimas sean de felicidad y no de desesperación! “ ¡Pobre corazoncito doliente! No se puede negar que así fue. Miren, ¡Cómo una riada inundó!
Pone la carta ante las narices de Girado.

Girado, olfatea la carta.¡Ay, hijos míos!

Los dos¿Qué?

Girado ¡Ay, hijos míos! ¿ Con qué aliñará sus lágrimas para que huelan tanto?

Fino ¡Chitón! ¡La lágrima tiene su secreto, la lágrima tiene su misterio! ¡Un elixir! Respetemos su misterio.

Campofrío ¡Sí! ¡Bromeen! ¡ Bromeen! …¡Ajá! También yo, viejo camarada Girado, despierto las pasiones. Ya que, mientras estabamos allí, en el Teatro, mientras no sospechábamos nada, una mujer nos comía con los ojos.

Girado ¡Así es!

Campofrío, a Girado ¿Te fijaste en si alguna mujer nos guiñó el ojo?

Girado ¡No! …Aunque, a decir verdad, me pareció ver algo en un momento, pero creí que iba dirigido a mí, así que…

Campofrío ¡Ah! Entonces, ciertamente tú… Repentinamente.¡Oh! ¡Habrase visto semejante idiota!…¡Es evidente! …¡Es evidente!

Girado y Fino ¿El qué?

Campofrío No fui yo el que le entró por los ojos, ¡fuiste tú!

Girado ¿Yo?

Campofrío ¡Pues claro! ¡Te confundió conmigo! Y cómo al pronunciar mi nombre le señalaron el palco, y ella no te quitaba los ojos de encima…

Girado, vanidoso. ¿Tú crees? …

Campofrío ¡Ya lo creo!

Girado ¡Ah! Pues ahora que lo dices…¡Creo que sí!

Campofrío ¡Pero tú me has visto! ¿Acaso puedo yo despertar pasiones? …¡En cambio tú! …Para ti es lo más natural del mundo, es tu cometido.
A Fino,
Es su cometido.
A Girado.
¡Estás acostumbrado a volver locas a las mujeres! ¡Eres apuesto!

Girado, muy complacido, protesta de cara a la galería.¡Vamos! ¡Vamos!

Campofrío ¡Venga! ¡Venga! No es ningún misterio.

Fino ¡Cómo si no lo supiese!

Girado ¡No! Tengo algo de encanto, eso es todo.

Campofrío ¡Eso, digamos encanto! ¡Menudo pollo estás hecho! ¡Anda, pero si hay mujeres que se han suicidado por ti! ¿Cierto o no?

Girado, modesto. ¡Bueno!...una.

Campofrío ¡Ves!

Girado Aunque se conserva bastante bien.

Campofrío Bueno, eso no quita para que…

Girado Además es muy discutible. Se envenenó comiendo mejillones.

Campofrío y Fino ¿Mejillones?

Girado Acababa de dejarla. ¡Extendió el rumor de que era por tristeza! …Pero por mucho que diga, cuando uno se quiere matar no escoge mejillones…es demasiado aleatorio.

Campofrío, en tono categórico.¡Vamos! ¡Vamos! No hay ningún error, la carta está a mi nombre, pero te está dirigida.

Girado, dubitativo, a Fino.¿Qué le parece?

Fino Sabe…yo…

Campofrío ¡Claro que sí, Claro que sí! Pues bien, ya que te está dirigida, irás tú.

Girado, protesta sin convicción.¡Ah! ¡No! ¡No!

Campofrío Para empezar, esta noche no estoy libre. Celebramos un banquete en honor de nuestro director en América, así que…

Girado ¡No! ¡Oye, que no, de verdad! …

Campofrío ¡Venga ya! ¡Te mueres de ganas!

Girado ¿Tú crees?

Campofrío ¡Fíjate en tus ojos! …Te hacen chiribitas.

Girado, se pone bizco intentando mirarse los ojos.¡Me hacen los ojos chiribitas! Pues bien, entonces acepto.

Campofrío, dándole una palmada en el hombro.¡Adelante, pollo!

Girado Además en este momento me viene bien.(A Fino) Precisamente, me estaba reservando con miras a una aventura en la que confiaba, pero que se encuentra momentáneamente retrasada.

Campofrío ¡Ah! ¿ Y con quién?

Girado, sorprendido por la repentina intervención de Campofrío.Pues con…¡Uy! …¡No puedo decirlo!

Campofrío, a Fino remedando a Girado.¡No puede decírmelo! (A Girado):¡Vamos, pollo!

Girado Mientras tanto, tu desconocida me valdrá como sustituta.

Campofrío Encantado de concedértela.

Girado ¡No se puede ser más amable! ¡Vamos, dame la carta!

Campofrío ¿Cómo? ¡Ah, no! ¿Además, para qué? ¡No la necesitas! … No tienes más que ir al Hotel en cuestión y pedir la habitación que está a mi nombre. Entiéndeme, cartas como esta no las recibo muy a menudo. Me gustaría por lo menos que, si un día, mis nietos, en caso de que los tenga, llegasen a encontrar esta carta entre mis documentos, pudiesen decir. “ ¡Qué apuesto debía de ser el abuelo para despertar semejantes pasiones! …” ¡Por lo menos seré apuesto de cara a la posteridad! …Vamos, Fino, venga a auscultarme.

Girado, le sigue los pasos.¿Y qué pasa con las firmas?

Campofrío Dame un par de minutos y estoy contigo. Mire, Fino, sígame, allí no nos molestarán.

Fino ¡A sus órdenes! (Salen).


Escena 9
Girado, Raimunda, Camilo.

Girado, carpeta en mano, refunfuñando. ¡Un par de minutos! ¡Un par de minutos! Y luego, surgirá otra cosa. Después de una pausa, sonríe complaciente.¡ El Hotel del Gatito Coqueto!…¿Quién podrá ser esa mujer que también se ha prendado de mí?

Raimunda.– ¿El señor Campofrío no está?

Girado Está con el doctor. Puedo avisarlo.

Raimunda.– ¡No, no! ¡No lo moleste!…Si luego lo ve, dígale que he salido con la señora de Corleone… y que, si vuelvo tarde, no se preocupe, puede que me quede a cenar con una amiga.

Girado ¡Ah bien! Creo que tampoco él volverá pronto esta noche, así que…

Raimunda, con viveza.¡Ah! ¿ Y eso por qué?

Girado, sin captar la malicia.¿Cómo? Pues porque, según creo recordar, me ha dicho que iba a un banquete esta noche con el director de América.

Raimunda.– ¡Ah! ¿Eso le ha dicho? Pues estoy encantada de enterarme por usted. Claro está que es mentira…¡Ya que ese banquete se celebra mañana! …¡Vi la invitación, así que! …

Girado ¡Ah! …¡Uy! Entonces es que se ha confundido de día, voy a decírselo.
Hace ademán de ir en busca de Campofrío.

Raimunda, lo para con un gesto.¡No, no! No se ha confundido de día. No se exceda con un celo inútil. Todo esto es completamente deliberado: es una coartada que le permitirá volver esta noche contando que ha equivocado la fecha…Sé perfectamente a qué atenerme.

Girado, queriendo arreglar su desliz.¡Se lo aseguro! ¡Era totalmente sincero! A mí, vamos, no tiene porque venirme con cuentos.

Raimunda¡Ah! ¿Entonces conmigo sí?

Girado¿Qué? En absoluto. ¡Pone en mi boca cosas que no he dicho!

Raimunda.– ¡Claro! ¡Ya veo de que va su tejemaneje, vamos! ¡ Ahora que mi marido me engaña y usted sabe que ya no puede albergar ninguna esperanza, entonces se cree muy listo intentando convencerme de que él es el más fiel de los esposos!

Girado Pero se lo aseguro, le hablo con toda sinceridad.

Raimunda.– ¿Sí? Pues bien, tanto peor, igual me da …¡Hasta nunca!

Girado, intenta alcanzarla¡Raimunda!

Raimunda.– ¡Cáspita! Sale y le cierra la puerta en las narices

Girado, que ha dado instintivamente un salto hacia atrás, pasmado.¡Cáspita! ¡Oh! ¡Mira que contestarme con cáspita! ¡Oh! ….

Camilo, llega desde el fondo con un vaso lleno de agua y un paquetito de ácido bórico. El vaso es de color.¡Ah! ¡Señor Girado! Y bien…¿Está usted de mejor humor?

Girado, en el mismo tono de Raimunda.¡Ah! ¡Usted, cáspita! Se lo dice mientras camina para salir.

Camilo, se queda mudo y luego:¡Qué grosero! Deja el vaso y abre el paquetito de ácido bórico.
Lo que me ha costado echarle mano al ácido bórico. Echa el contenido del paquete en el vaso, luego coge con una mano el vaso y con la otra el paladar de plata, lo sostiene un instante entre el índice y el pulgar, cual si fuese una hostia sobre el cáliz, para decir con amor:
¡He aquí el paladar! ¡Empápate, paladar mío! …¡Empápate! …Separa el índice del pulgar, deja caer el paladar en el vaso y lo deposita sobre la chimenea.

Escena 10
Camilo, Corleone, Campofrío y Fino, Girado.

Corleone ¡Io le saluto!

Camilo, saluda.¡Ah! Señor de Corleone.

Corleone ¿El signore Campofrío, non está qui?

Camilo Sí, sí, mi primo estará enseguida con usted, está ocupado con su médico.

Corleone¡Ah! ¡Va bene! En ese instante aparecen Fino y Campofrío.

Camilo ¡Eh! ¡ Precisamente, aquí los tiene!

Fino, disponiéndose a salir. En resumen, sólo se puede hacer lo que le he dicho.

Campofrío ¡Perfecto! Entendido.

Corleone¡Caro amigo…Io soy il suyo!

Campofrío ¡Ah! ¡Querido amigo! ¿Qué tal está?

Corleone ¡Ma, bueno! ¿E il dottore, la salute cómo va?

Fino ¡Cómo siempre! ¿ Y usted? Perdóneme, pero en este instante me marchaba.

Corleone ¡Oh! ¡Per favor!

Fino¡Vamos! Adiós.

Los demás Adiós.

Fino, justo en el momento de salir.¡Ah!…Y para el que le toque: ¡Feliz Gatito Coqueto!

Camilo¡Uy! ¡Qué estúpido!Desaparece por el fondo.

Fino Adiós.Sale.

Corleone ¿Dicáme? …la mía esposa, ¿está qui?

Campofrío Así es, con mi mujer.

Corleone Sí. Io lo suponeva…. Mi había detto que me agarraría por la delantera.

Campofrío, no entiende, mira extrañado a Corleone.¿Qué le agarraría por la delantera?

Corleone ¡Sí! ¿En fin, está venuta?

Campofrío ¡Ah! ¡Qué le tomaría la delantera!

Corleone¡Eh! ¡Sí! ¡Questo!

Campofrío Sí, sí…. ¿Quiere que la avise?

Corleone ¡No! ¡Io la veré più tarde! ¡Ah! Campofrío. Bene, esta mattina he estado en la vostra oficina. Lo he visto al vostro dottore.

Campofrío Sí, eso me ha dicho.

Corleone Sí… me ha hecho orinare.

Campofrío ¿Cómo?

Corleone ¡Orinare! …¡Pschhh! …¡Pschhh!..

Campofrío, entiende.¡Ah! Sí, claro.

Corleone ¿Perché esto?

Campofrío ¿El qué?

Corleone ¿Hacer orinare?

Campofrío Se debe: hay que saber si está usted en condiciones para hacerle un seguro.

Corleone¿Qué cosa è? No è para me, è para la mía sposa.

Campofrío, sorprendido.¿Cómo? ¡Ah! ¡Ah! …No me lo había dicho.

Corleone Io le he dicho: ¡Io voglio hacer un seguro! …Voi no me hai preguntado per quién.

Campofrío, jovial.¡Oh! ¡Bien! Es un pequeño contratiempo que tiene fácil arreglo…¡No se preocupe! …La señora de Corleone no tendrá más que ir a la compañía y…

Corleone ¿Y qué? …¿Le harán lo mismo que a me?

Campofrío ¡Ah! ¡Se debe hacer!

Corleone, muy frío, muy afectado pero muy claro.¡Non lo quiero!

Campofrío Pero…

Corleone, sube el tono a medida que va hablando.¡Non lo quiero! ¡Non lo quiero!El último vociferado y subrayado:¡Non lo quiero mai!

Campofrío ¡Pero vamos a ver! …¡Sea razonable! ¡Son las normas!

Corleone, enfrentándose con Campofrío violentamente. Las normas, Io me las cargo: he meato por ella.

Campofrío, enérgicamente.¡Ah! ¡Pues no! ….¡No es posible!

Corleone ¡Eh! ¡Va bene! ¡Non tendrá seguro, ecco!

Campofrío ¡Pero vamos a ver! ¿No será tan celoso?

Corleone Non è gelosia, però mi parece que es inferiore a la dignità.

Campofrío¡Oh! ¡Prejuicios!..

Corleone ¡Geloso, Io! ¡Ma, non, non lo soy.

Campofrío, pretende ser amable. Usted está seguro de la fidelidad de la señora de Corleone. ¡La verdad es que no me extraña!

Corleone ¡Non è esto! …¡Ma io sé que lei sabe que io sería terribile! Non se atrevería.

Campofrío ¿Ah?

Corleone, saca un revólver¿Hai visto este artefacto?

Campofrío, resguardándose instintivamente con la mano y corriendo alrededor de Corleone para evitar el cañón del revólver.¡Uy! ¡Eh! ¡Chis! ¡Vamos! ¡Vamos! No bromee con esas cosas.

Corleone, levantando los hombros.Non hay pericolo. Tiene il sicuro puesto.

Campofrío, no muy tranquilizado. Sí, aun así …


Corleone, apretando los dientes. Si io la pillará con un signore, ¡Ja! ¡Ja! ¡Il signore! Recibiría una bala…en la espalda…que volvería… a salir por la espalda.

Campofrío, asombrado. ¡Cómo! ¿A él?

Corleone, brutal y casi a voz en grito..¡No! …¡A ella! …

Campofrío ¡Ah! ¿Ah? …Ya, ya…. Porque supone que…hace un gesto con las manos que esboza la aproximación de dos individuos.

Corleone ¡Qué cosa supongo! ….¡Qué cosa supongo!

Campofrío, queriendo evitar que se altere más.¡No! ¡Nada! ¡Nada!

Corleone, más tranquilo.Ella lo sabe. La advertí la nostra notte de bodas.

Campofrío, aparte.¡Bonita declaración!

Corleone, guarda el revólver.¡Non se expondría!

Girado, apareciendo por la puerta.¡Y bien! ¡Estoy esperando, camarada!

Campofrío ¡Un momento! ¡Un momento!

Girado ¡No! ¡Mira, sabes, tengo otras cosas que hacer!

Campofrío ¡Ya voy! ….Vete preparando los documentos, y en un minuto estoy contigo.

Girado, malhumorado.¡Oh! Vuelve a la habitación y cierra la puerta.

Corleone¿Quién es este hombre?

CampofríoEl señor Girado.

Corleone¿Girado?

Campofrío. Es amigo mío, a la vez que agente de seguros en la compañía.

Corleone ¡Ah!

Campofrío, cree que Girado aun está en la habitación y quiere presentarlo.¡Un hombre encantador! El señor Girado…¡Vaya! …¡Se ha marchado! …Sólo tiene un defecto…es un mujeriego impenitente.

Corleone, con indulgencia.
¡Bah!

Campofrío Tiene prisa por marcharse, precisamente porque una mujer le está esperando.

Corleone, se ríe.¡Ja! ¡Ja!

Campofrío, un poco fatuo.Aunque cuando digo que “Lo está esperando”, puede que sea a mí a quien espere.Saca a medias de un bolsillo la carta, la acaricia mientras habla.¡Puesto que es a mí a quien ha escrito una carta ardiente de amor!

Corleone,¡De verdad!Espoleado por la curiosidad.¿Y quién es esa muglier?

Campofrío¡Lo ignoro! No viene firmada.Saca por completo la carta.

Corleone, campanudo.Un anónimo, tal vez.

Campofrío.Empiezo a creerlo. Debe de ser una mujer de mundo…una mujer casada.

Corleone¿En qué lo vi?

Campofrío, que no entiende.¿Perdone?

Corleone, repite más alto.¿En qué lo vi?

Campofrío, contesta automáticamente.¡En qué lo viere! Ya, ya, pues… ante todo en el estilo…en el tono. Las meretrices son menos sentimentales, y más positivas. Tenga, juzgue por sí mismo. Abre la carta y se la ofrece a Corleone.

Corleone, riéndose mientras coge la carta.¿Allora, hay una sorpresita qui dentro?

Campofrío¿Le hace gracia?

Corleone, exultante, con voz de cabeza.¡Es divertente!

Campofrío Mal hombre.

Corleone, mira la carta y lanza un grito.¡Ah!

Campofrío, asombrado.¿Qué?

Corleone, estalla a la vez que recorre el escenario a grandes zancadas.¡Cazzo! ¡Figlia della puttana della sua madre!

Campofrío ¿Qué ha dicho usted?

Corleone ¡La letra della mía donna!

Campofrío, sobresaltado.¿Qué me dice?

Corleone, saltando encima de él.¡Miserabile! ¡Canaglia!

Campofrío, intentando separarse.¡Eh! ¡Basta! ¡Basta ya!

Corleone, lo sujeta con una mano en la garganta, con la otra busca su revólver en el bolsillo trasero de su pantalón.
¡Smith! ¿Dónde estás Smith?

Campofrío, mirando por encima del hombro.¿Ha traído a un gorila?

Corleone, saca el revólver del bolsillo.¡Ya te tengo!

Campofrío, al ver el revólver.¡Mesura! ¡Mesura, hombre! ¡Misura! ¡Me entiendes!

Corleone, quitándole el seguro al revólver.¡Così, la signora te escribe!

Campofrío, liberándose de las garras de Corleone.¡Qué va! ¡Qué va! ¡Además, seguro que no es su mujer! …Hoy en día todas las mujeres tienen la misma letra.

Corleone¡Porca miseria! ¡Io la conozco!

Campofrío ¿Y además sabe qué? No soy yo el que va a acudir a la cita, es Girado.

Corleone ¿Girado? ¿Giroda? L´uomo que estaba qui. ¡Va bene! ¡Io lo mataró!

Campofrío ¿Cómo? ¡No, hombre, no! ¡Si aún no ha hecho nada! …Avisaré a Girado y todo quedará zanjado.

Corleone ¡Se lo prohibo! ¡Io quiero que el hecho se consuma! ¡Tengo la prova y dopo lo mato!

Campofrío, intenta amansarlo.¡Pero hombre, Corleone!En ese momento se escucha el alboroto de las voces de Luciana.– y Raimunda.

Corleone, empuja a Campofrío hacia una de las puertas y lo amenaza con el revólver.Escucho la voz de la mía mujer, ¡Tú, entra là!

Campofrío ¡Corleone, amigo mío!

Corleone, feroz.Io soy tu amigo, ¡ma te mato como a un cane! Campofrío intenta hablar.
¡Va! ¡Va! ¡O disparo!

Campofrío, no se lo hace repetir dos veces y desaparece por la puerta que Corleone le señala.
¡No! ¡No! …
Corleone cierra la puerta con llave.

Escena 11
Corleone, Luciana, Raimunda, Girado.

Luciana, aparece con Raimunda.¡Ah! Estás aquí, amigo mío.

Corleone, intenta aparentar tranquilidad.Sí, ¡ Estaba qui, estaba qui!

Raimunda¡Oh! Buenos días, señor de Corleone.

Corleone Bon giorno, signora…¿Va bien? ….¿Il suo marido?

Raimunda.– Bien, gracias.

Corleone ¿Y los niños?

Raimunda.– Pero…si no tengo.

Corleone ¡Ah! ¡Ah! ¡Qué pena! ….¡Allora, otra vez sará!

Raimunda, riéndose.¡Claro está! ¡Claro está!

Luciana, le observa extrañada desde hace un rato.¿Qué te ocurre?

Corleone, con rabia contenida. A mí, ¡niente! ¡Niente di niente! …

Luciana, poco convencida. ¡Ah! …Salgo con Raimunda. ¿Me necesitas para algo?

Corleone No, no. Prego…¡Va!

Luciana.– Entonces, hasta luego.

RaimundaAdiós, caballero.

Corleone, rabioso. Adiós, signora, adiós.

Luciana, queriendo asegurarse.¿Che cosa succede, caro mío? ¿Perché ne hai questa faccia?

Corleone, tanto más nervioso que intenta convencerla de que nada lo ocurre.Per niente, ti lo assicuro.

Luciana.– ¡Dío! ¡Ché brutto carattere ne hai!Se marchan las dos.

Corleone, en cuanto salen, estalla.¡Oh, moglie sensa vergogna!¡Puttana!¡Sei una puttana!
Oye tamborilear sobre la puerta de Campofrío.¡Basta ya! ¡O disparo!Se para el ruido. Aparece Girado

Girado¿No está aquí el señor Campofrío?

Corleone, aparte y apretando los dientes.Qui llega el otro, il Girado.Con voz aguda, bajo la cual se notan ganas de morder.Non, signore, non está qui.

Girado, sin percatarse del estado de Corleone.¡Ah! Bueno, si lo ve, haga el favor de decirle que le he dejado todos los documentos en el despacho, sólo le queda apuntar los nombres.

Corleone ¡Sí, signore, sí!

Girado En cuanto a mí…ya no puedo esperar más.

Corleone, con amabilidad afectada. Eso, ¡ve!, ¡ve!

Girado, sorprendido.¿Cómo dice?

Corleone, dejándose llevar.¡Ve! ¡O io te…!Sus manos se crispan como para estrangularle.

Girado¿O yo te qué?

Corleone, dominándose ipso facto.Niente, signore, niente di niente.Muy amable¡Ve! ¡Ve!

Girado¡Ah bueno! Se aleja¡Extraño elemento! Saluda¡Caballero! Sale

Corleone¡Uy! ¡Qué ahogo!Descubre el vaso en el cual está a remojo el paladar de Camilo y corre hacia él. ¡Ah! Bebe con avidez el contenido. ¡Ah! ¡Qué gusto da! De pronto, se da cuenta del gusto que tiene lo que acaba de beber. ¡Uf! …¿Qué cosa pusieron para que esté salato? Deja el vaso con asco.

Escena 12
Corleone, Camilo, Campofrío, Girado.

Camilo¡El señor de Corleone! ¿Le han dejado solo?

Corleone, abalanzándose sobre él.¡Oh! ¡Usted! …Se calma de inmediato. ¡Llega en buen momento! ¡Me marcho!

Camilo¡Ah!

Corleone Cuando io me haya ido, señalándole la puerta de Campofrío, aquella puerta, ¡Va! ….¡Io le doy permiso! …¡Per aprire a vuestro amo! …¡Va!Al marchar, le coge por las solapas de la chaqueta.

Camilo, se ha quedado pasmado por el empujón.¿Cómo, a mi amo?

Corleone, rabioso, caminando hacia la puerta a grandes zancadas.¡Oh! ¡Sensa vergogna! ¡Come imaginare che la mia moglie aveva un´ amante!Sale hecho un energúmeno.

Camilo, después de verle salir, con expresión mitad pasmada, mitad burlona, lo remeda.¡Che la mia moglie aveva un´amante!Se ríe.¡No se entiende ni jota de lo que dice!Va hacia la puerta que le señaló Corleone.¡A mi amo! ¿Pero de qué amo habla?Abre la puerta, retrocede ante Campofrío que aparece todo deshecho.¿Tú?

Campofrío, todavía aterrado, no se atreve a aventurarse en la habitación.¿Se ha marchado?

Camilo ¿Quién?

Campofrío Ciano…. Corleone.

Camilo¡Sí!

Campofrío ¿Y la señora de Corleone?

Camilo También, con Raimunda.

CampofríoVamos a ver…¿Y Girado?

Camilo Acaba de marcharse.

Campofrío ¡Él también! ¡Esto es la monda! ¡No hay un minuto que perder! ¡Alguien tiene que ir allá para avisarles!

Camilo ¿Dónde es allá?

Campofrío ¡Pues al sitio este, al adondequiera que sea! …¡Leches! ¡Allá, y ya está!
Lo coge por las solapas.¡Estamos viviendo sobre un volcán! ¡Es un drama espantoso! Un doble crimen, tal vez.

Camilo, se ha sobresaltado¿Qué me cuentas?

Campofrío ¡Veamos! ¡Tengo tiempo de ir volando hasta casa de Girado antes del banquete! ¡Espera! ¡Mi sombrero! ¿Dónde está mi sombrero?

Camilo ¡Dios mío! ¿Qué ocurre?

Campofrío, con viveza. ¡Ah! No tengo tiempo para explicaciones. Si durante mi ausencia, Girado volviese aquí por alguna razón, dile que no acuda, bajo ningún concepto, a la cita que él ya sabe…¡Su vida corre peligro!

Camilo ¡Su vida!

Campofrío ¿Me has entendido? ….¡Su vida!

Camilo, espantado.¡Sí, sí, su vida!

Campofrío ¡Qué drama, Dios mío, qué drama!
Sale.

Camilo Esto sí que…¿Qué hay hoy en el ambiente? ¿Qué les pasa a todos?

Girado, aparece de pronto. Me he debido de dejar la cartera por aquí.

Camilo ¡Girado!

Girado, cogiendo la cartera.¡Ah! ¡Aquí está!

Camilo, se abalanza sobre él. Dice de manera precipitada e incomprensible:¡Por Dios Todopoderoso! ¡No acuda a donde usted sabe! ¡Su vida corre peligro!

Girado¿Qué?

Camilo, aferrándose a él desesperadamente.¡A la cita! ¡A la cita! ¡No acuda! ….¡Su vida corre peligro!

Girado, lo hace girar y lo lanza a lo lejos.¡Basta! ¡Déjeme en paz! ¡No entiendo lo que me dice!

Camilo, recobra el equilibrio y corre tras él.¡Girado! ¡Girado!

Girado, huyendo.¡Leches! ¡A más ver!Sale precipitadamente.

Camilo, va en busca del vaso que no consigue encontrar.¡Dios mío! ¡Y mi paladar! …¿Dónde han metido mi paladar?Descubre el vaso.¡Ah! ¡Aquí está!Se mete el paladar en la boca y corre en dirección hacia la puerta.¡Girado! ¡Girado!

Campofrío, con el sombrero puesto acude a los gritos.¿ A quién persigues con tanto ahínco?

Camilo, con la mayor claridad del mundo.¡Pues a Girado! …¡Nunca he visto a un bruto igual! ¡Le he dicho todo cuanto tú me habías dicho! …No ha querido ni escucharme.

Campofrío, asombrado, dejándose caer sobre una silla.¡Oh! …¡Habla! …

Camilo, corriendo y llamando mientras cae el telón.¡Girado! ….¡Girado! …¡Eh! ¡Girado!

Telón.


SEGUNDO ACTO

Hotel del Gatito Coqueto

Escena 1
Peleón, Eugenia que es una voz en off, Olimpia, Bartolo, Boxer.
Cuando se alza el telón, Eugenia está terminando de limpiar la habitación.

Peleón, (aparece) ¡Eugenia! … ¡Eugenia! … (La ve).¡Eugenia!

Eugenia, (voz en off). ¿Señor?

Peleón ¿Qué está haciendo?

Eugenia Estoy haciendo la habitación.

Peleón ¿A esto le llama usted una habitación hecha?

Eugenia Pero, señor…

Peleón ¡A esto le llama una habitación hecha! ¡Y qué hay de esta cama, eh! ¿Acaso es una cama hecha? ¡Se diría, palabra, que hay personas que ya se han acostado en ella!

Eugenia ¡Pues más bien sí!

Peleón ¡Eh! ¡Qué! ¡Qué! ¡Ahora vamos de chistosa por la vida! ¡De eso nada, monada! Pues sólo falta que me digas que esta casa es un Hotel de mala nota.

Eugenia, (irónica) ¡Oh!

Peleón ¡Pues no, señorita! ¡ Se dará cuenta de que este es un Hotel de lujo! ¡Un Hotel como toca! … Al que sólo vienen personas felizmente casadas.

Eugenia Sí, pero no juntas.

Peleón ¿Acaso le importa? Son incluso más matrimonio, porque cada uno lo es por su cuenta. ¡Ahora, la señorita se permite juzgar a mi clientela! ¡Vamos, vuelva a hacer esta cama, y rapidito!

Olimpia, (aparece con una pila de sábanas). ¿A quién regañas, Peleón? (Deja las sábanas).

Peleón ¡A la niña esa que no pega un palo al agua! ¡Ay! ¡Ay! ¡Cuánto siento no haberla tenido bajo mi mando en el tercio! ¡Anda que no se hubiera chupado…!

Olimpia, (muy seria). ¡Oh, Peleón!

Peleón ¿Qué? …¡Uy¡ chupado…. chupado quina. ¡Ah! ¡Pues si te crees que estoy para chistes verdes! ¡Demasiados veo! ¡Asco me da!

Olimpia ¡Ah! ¡Así lo espero!

Peleón, (ve llegar a Bartolo con pinta de perro apaleado. Va a su encuentro y lo coge por el cuello. ¡Ah! ¡A estas horas llegas tú! ¿De dónde vienes? ¡De la taberna, por supuesto!

Bartolo ¿Yo?

Peleón ¡Son las cinco! ¿Por qué no estás en tu cama….como deberías? ¿Quieres trabajar sí o no?

Bartolo, (tímido). Sí.

Peleón Pues bien, entonces a la cama. ¡De verdad! ¡Aquí tenemos a un ser que no vale para nada, que tiene la suerte de tener un reuma…indiscutible, por el que le paso una renta! …¿Hay alguna razón para hacerlo? ¡Lo dudo! …Pero tengo demasiado corazón y no quise dejar a un tío mío a dos velas, pero el señor sólo tiene una idea, apartarse de su deber para correr a la taberna.

Bartolo Mira…

Peleón ¡Ni mira ni nada! ¡Ah! Las tabernas, eso antros que deberían cerrarse en nombre de la moral católica…. apostólica…y romana.
A Bartolo.
¡Y si hubiésemos necesitado al anciano enfermo durante tu ausencia, ¡eh! …¿Quién se habría hecho pasar por ese anciano enfermo, eh? ¡Yo no, desde luego! ¡Qué bonito habría sido en caso de redada con un delito infraganti!

Bartolo Pero yo sabía que…

Peleón ¡Basta, cierra el pico! ¡Venga! ¡A tu habitación! ¡Aire! ¡A meterse en la piltra! …Sin rechistar.
(Bartolo sumiso entra cabizbajo en la habitación).
¡Esto es lo que pasa con la familia! …¡Todo se le debe, pero ella no da nada a cambio!

Boxer, (sale de una habitación). Nobody called?

Peleón ¿Diga?

Boxer Nobody called, I said!

(Peleón y Olimpia se miran pasmados).

Boxer, (percatándose de que no le entienden, se lo dice más suavemente a Olimpia).
If you please, anybody called for me?

Olimpia ¡No, noportí, noportí, mister!

Boxer, (gruñon). ¡Okay!…Thanks! (Entra en la habitación furioso. Peleón y Olimpia se miran un instante aturdidos).

Peleón, (después de una pausa) ¿Qué dijo?

Olimpia Creo que pregunto si alguien había venido.

Peleón Es increíble, esa manía que tiene de hablarle a uno en inglés. ¿Acaso le hablo yo en castellano?

Olimpia No conoce nuestro idioma.

Peleón Pues esa no es razón para que yo entienda el suyo. (Imitándolo).“Novoydecole”. ¡Además, qué simpatía!

Olimpia ¡Pobre hombre! Ya van tres veces que viene, y las tres la señora le da plantón.


Peleón ¡Siempre tendría que estar de plantón! Si eso es lo que susurra a las mujeres: ”Novoydecole” ¡No me extraña que se las piren!

Olimpia ¡Desde luego! (Se dispone a llevar la pila de sábanas). Bueno, voy a subir las sábanas al ropero.

Peleón ¡Pero no te canses, pichoncito!

Olimpia ¡Ah! …¡Ahora que lo pienso! (Señalando una habitación). No des esta habitación, está reservada.

Peleón, (encendiendo un cigarrillo Bisonte). ¡Ah! ¿Para quién?

Olimpia Para el señor Campofrío. (A Eugenia). ¿Lo recuerdas?

Peleón Sí, el paisano que habla así. (Pronuncia) “ que habla así” (a la manera de Camilo).

Olimpia Ese mismo.

Peleón ¡Ah! ¿Y viene hoy?

Olimpia Sí. Mira, aquí está el mensaje que nos envía. Escucha lo que dice: “Resérvenme para las cinco la misma habitación que la última vez, Campofrío” Pues la que utilizó la última vez es esa. (Señala la habitación).

Peleón ¡Ah! ¡Perfecto! …Entonces, vamos a echarle el vistazo del amo. (Entra en la habitación con su mujer). ¡Ah, bueno! Esto está mejor.

Olimpia Y el cuarto de baño: ¿Hay de todo? . ¡Porque el cuarto de baño es muy, pero que muy importante! (Entra en el cuarto de baño).

Peleón Ahora, apretemos sobre este botón y veamos si el imbécil de mi tío está en su puesto.
(Aprieta sobre el botón, desaparece la cama y aparece la otra en la que está Bartolo).

Bartolo, (entonando su lamento cotidiano). ¡Uy! ¡Mi reuma! ¡Mi pobre reuma!

Peleón, (le hace callar). ¡Sí! ¡Vale, no te canses! Sólo soy yo.

Bartolo ¡Ah! ¿Eres tú? Pues bien, tú dices que siempre me andas pillando, ya ves: aquí me tienes, en mi oficina.

Peleón ¿Y qué quieres, veterano? ¡Para eso te pago! ¡Venga, al sobre! (Vuelve a apretar el botón, vuelve la primera cama). Todo va bien. (Olimpia sale del cuarto de baño). ¿Dónde está Blas?

Olimpia En la bodega guardando la leña.

Peleón ¿En la bodega? …¡Estás loca! Vamos a ver, pero si te he dicho que sólo tiene un defecto, y es que se emborracha, y lo mandas a la bodega.

Olimpia Pero si las botellas están bajo llave, no hay peligro.

Peleón ¡Ah! ¡Pero me lo conozco, menudo tunante! Ya me puede jurar y perjurar que se ha retirado del vicio, yo me sé por dónde le aprieta. Me lo conozco: tres años en el Tercio bajo mi mando. Su arrepentimiento duraba de lunes a sábado…pero el domingo, ¡Toma castaña! La trompa dominical.

Olimpia, (muy filosófica). Pues bien, se movía con su tiempo.

Peleón Sí, fue un precursor. ¡Aunque yo no lo mandaba al agujero! …¡Pero le metía una somanta de hostias! … De tal manera que quedaba santiguado hasta el sábado. Pero el domingo, vuelta a empezar. ¡Ahora bien, cuando estaba de servicio era una joya! ¡Honesto, trabajador…y entregado! ¡Ah! ¡A ese sí que podía zarandearlo, maltratarlo! …¡Era un placer! Con esto quiero decir, que cuando le atizaba, ¡ah! ¡No hacía ningún tipo de remilgos!

Olimpia, (mimosa con la cabeza apoyada en el hombro de Peleón y los ojos mirando al cielo).
¡Castigas tan bien!

Peleón, (con modestia). Sí, ¡Vaya! ….¡Castigaba!. Ahora…uno se cansa, sabes…Da igual, es de esos mozos de los que a mí me gustan…No es como esos criados de hoy en día a los que hay que hablar con la boquita chica…. Por eso, cuando hace quince días me lo encontré sin empleo, no dude en tomarlo a nuestro servicio.

Olimpia ¡Qué bien hiciste, pichón! (En ese momento aparece Blas con un gancho de madera en la espalda. Viene con traje de faena. Parece el sosia perfecto de Campofrío, sólo que más vulgar, más pesadote; es el mismo hombre, pero de una clase social inferior. En la mano lleva un mensaje).



Escena 2
Los anteriores y Blas.

Peleón ¡Ah! ¡Cuando se habla del rey de Roma! … ¿Qué ocurre, Blas?

Blas, (esbozando el saludo militar, arrastra la voz). ¡Un mensaje, jefe!

Peleón, (imitándole a la vez que se acerca). “ ¡Un mensaje, jefe!” ¡Vamos, dámelo! …Gracias.
(Viendo a Blas que se ha separado y le mira con expresión beatífica y tierna). ¡Dios mío! ¡Qué bestia tan fea! (A Blas que sonríe bobaliconamente, mientras esboza saludos militares). ¡Deja de mirarme así, imbécil! (Abre el mensaje, mira la firma). ¡Ah! …Otro de Campofrío. (Peleón lee el mensaje).
“ Reserve a mi nombre una buena habitación…”

Olimpia, ( con una punta de ironía). ¡Sí que está empeñado!

Peleón “ Y deje entrar a quien la pida en mi nombre” (a Blas): ¿Te has enterado, tú? Si preguntan por la habitación reservada del señor Campofrío, dejas entrar en esta habitación. (Señala la habitación).

Blas, (sonrisa beatífica, saludo militar). Sí, jefe.

Peleón Ya tienes permiso para retirarte. (Blas permanece contemplando a su amo). ¡Y bien! …¿No me has oído? ¡Moro rebelde! (Lo coge por el brazo y lo hace girar). ¡Hala, aire! ¡Sal echando leches! (Le da un puntapié. Blas sale con aire radiante sin perder de vista a Peleón). ¡Has visto! ¡Está feliz! Cómo te digo: Esa bestia me adora. (Bruscamente pone voz de matón) ¡Quieres largarte de una vez! ( Blas obedece con precipitación y está a punto de caerse).

Olimpia, (una vez que Blas se ha marchado). ¡Qué pedazo de pan!

Escena 3
Olimpia, Peleón, Boxer, Fino

Boxer, ( sale en tromba de su habitación y se dirige directamente a Peleón). ¿Nobody called?

Peleón, (se sobresalta). ¿Qué?

Boxer Listen, it´s the second time that I ask if anybody called for me.

Peleón ¡Eh! ¡No! ….Novoyde, ¡leches!

Boxer ¡Yeah! …thanks! (Vuelve a su habitación igual que llegó).

Olimpia ¡Qué amor de hombre!

Peleón Sale como un diablo de una caja.

Olimpia Es verdad, ¡qué sobresaltos!

Fino, ( aparece). Buenos días, mi coronel.

Peleón, ¡Ah! Buenos días, doctor.

Fino Buenos días, señora Peleón. ¿Le queda alguna habitación?

Olimpia Para usted siempre, señor doctor.

Fino ¿Ha preguntado alguien por mí?

Peleón Todavía no, señor doctor.

Fino ¡Ah! ¡Mejor que mejor!

Peleón ¿El señor Doctor ha estado muy liado?

Fino ¡Oh! ¡Muy liado! …Más bien un pequeño lío.

Olimpia¡Ah! Bueno, no es por hablar, ¡pero hace más de un mes!

Fino He estado mariposeando un poco a derecha e izquierda.

Peleón Está mal, eso de no ser fiel.

Fino ¡Ah! ¡Pero siempre con la misma! ¡Con la misma siempre!

Peleón ¡Oh! No le hablo de señoritas, le hablo de nosotros.

Fino ¡Ah, bueno!

Peleón Estaría bueno que se tuviese que ser fiel en amores, tendríamos que cerrar el negocio.

Fino Muy bien pensado. (Cambiando de tono). Pero díganme, aquí se entra como Pedro por su casa. No he visto al muchacho en la recepción.

Olimpia ¿A Blas?

Fino ¿Qué Blas? No, a Gabriel, al guapo Gabriel.

Peleón ¡Ah! ¡Claro, usted no lo sabe…. ¡Ha pasado tanto tiempo! A Gabriel, lo despedimos.

Fino ¡Oh! ¿Y por qué? ¡Era tan decorativo!

Peleón ¡Y tanto! Era demasiado atractivo.

Olimpia Causaba estragos en la clientela.

Fino ¡Vaya por Dios!

Peleón ¡Se hará cargo de que era inaceptable! ¡Si un cliente ya no puede traer a su querida sin temer que el servicio se la levante! ¿Dónde iríamos a parar? … No, nosotros somos una casa de plena confianza. También se necesita disciplina. ¡De eso sé un rato! Aquí donde me ve, yo fui caballero legionario.

Fino ¡Guau! ¿Entonces es verdad lo de su grado de coronel?

Olimpia ¡Y tanto!

Peleón ¡Ni qué lo diga! ….Soy ex –sargento primero del glorioso tercio: por eso me llaman coronel.

Fino ¡Ya, ya! ….Es coronel…de paisano.

Peleón, ( con llaneza). ¡Oh! Ya sabe, en la vida civil, ¡qué importa un grado más o menos!..
(A Olimpia) ¿Si no te importa, palomita, la 10 para el doctor?

Olimpia Sí. (Empieza a subir la escalera).

Fino, (señalando la habitación). Oiga, ¿y la 5 no está libre?

Peleón Desgraciadamente, no.

Fino, ( desilusionado). ¡Ah!

Peleón Pero la 10 tiene la misma distribución, sólo que justo encima.

Fino ¡Bah! Venga con la 10.

Olimpia Voy a hacer que se la preparen.

Peleón Muy bien. Ve, palomita. (Olimpia sale).

Escena 4
Los anteriores, salvo Olimpia.

Fino ¡Una mujer valiosa, eh!

Peleón ¡Ah! …¡Y tan seria!

Fino Tiene gracia, ¿a menudo he pensado en dónde la había visto antes?

Peleón ¡Ah, eso! ¿Usted no conoció antiguamente…una mujer galante, la Bella Siboney… a la que habían apodado “La Habanera Militara”?

Fino ¿Siboney? …¡Espere!

Peleón ¡Sí, hombre! La que fue durante mucho tiempo la amante del Duque de Medinacelli.

Fino ¡Ah! ¡Ya, ya! A la que sirvieron toda desnuda sobre una bandeja de plata en el salón del Ritz.

Peleón ¡La misma! (Con cierta satisfacción). ¡Pues bien, es ella! Ella es mi mujer; me casé con ella.

Fino, (un tanto sorprendido). ¿Ah? ….¿Ah? …¡Enhorabuena!

Peleón Tuvo un arrebato de pasión conmigo cuando yo era sargento primero del Tercio. (A modo de justificación). En aquel entonces, yo era buen mozo…llevaba uniforme…. Siempre tuvo debilidad por los militares.

Fino “ La Habanera Militara” (Se ríe).

Peleón, ( riendo). ¡La misma! (Poniéndose serio). Quiso…mantenerme.

Fino ¿De verdad?

Peleón ¡Oh! ¡Pero…eso no va conmigo! Además, ella tenía ahorros, un buen físico y …reputación: puedo decirlo, era un buen partido. Entonces, le propuse matrimonio y…así ocurrió.

Fino ¡Felicitaciones!

Peleón Pero antes, puse condiciones…Es que yo tengo principios, sabe…. Le dije: a partir de ahora se acabaron las juergas, los amantes… (Se inclina hacia Fino) Porque – no sé si usted será de la misma opinión- yo creo que cuando uno toma esposa, esta ya no debe tener más amantes.

Fino, (con seriedad irónica). Está usted totalmente en lo cierto.

Peleón ¡Ante todo, me importa la respetabilidad! …Y entonces fue cuando abrimos esta casa.

Fino Es usted un sabio.

Peleón Y vivimos así, modestamente, pareja de clase media de vida ordenada…ahorramos para cuando seamos mayores. Y, a propósito, he estado pensando sobre lo que me propuso el otro día…referente al seguro de vida, ¡ya sabe!

Fino ¡Ah! ¡Ah! ¡Se lo está pensando!

Peleón ¡Pues sí, ya ve! Tengo cuarenta y cuatro años, mi mujer…tose unos cincuenta y dos…en fin, más o menos.

Fino, ( bromeando). ¡Qué bien! ¡Pues eso está muy bien! Siempre se dice que tiene que haber unos siete u ocho años de diferencia entre los esposos.

Peleón ¡Sí! …Aunque, tal vez, valdría la pena que fuese más bien la mujer la más joven…

Fino No digo yo que no, pero, cuando no puede ser, más vale que por lo menos lo sea el marido.

Peleón ¡Claro está! ¡Claro está! … (Cambiando de tono). Por eso, si pudiese hacerle un seguro, a mi pobre querida, de modo que cuando falleciese ella…

Fino ¿Ella? …¡Diablos! ¡Cincuenta y dos años! …Si se tratase de usted, sería mucho más barato.

Peleón ¡Oh! Bueno, pues a mí, si lo prefiere, con tal de que cuando falleciese ella…

Fino ¡Ah! ¡No, no! …En este caso sería cuando usted falleciese…

Peleón ¿Cuándo yo falleciese? ¡Ah, no! ¡Eso sí qué no! Así no me interesa nada.

Fino En fin, ya buscaríamos una fórmula; siempre puede pasarse a vernos.

Peleón ¿Cuándo?

Fino Todas las mañanas, me encontrará de diez a once, en casa del director de la Vitalicio Life Company, en el 55 de la Avenida del Generalísimo.

Peleón, (escribiendo sobre la palma de la mano). Avenida del Generalísimo, de acuerdo…. ¿Y por quién pregunto?..

Fino Por el director de la Compañía. Ya le avisaré.

Peleón ¡Perfecto! …Gracias por su amabilidad.

Fino ¡Faltaba más!

Escena 5
Los anteriores, Olimpia, Boxer y Raimunda.

Olimpia, (en lo alto de la escalera). Si el doctor desea venir a ver su habitación.

Fino, (abalanzándose hacia la escalera y subiendo los peldaños de cuatro en cuatro). ¿Cómo? ¡Ya lo creo que quiero! ¡Ya lo creo! (A Peleón, desde arriba de la escalera). ¡Ah! ¡Si preguntan por mí, haga el favor de avisarme enseguida! ¿De acuerdo? (Desaparece).

Peleón ¡Qué bonito es el amor!

Boxer, (saliendo de la habitación). Nobody called?

Peleón ¡Ay! ¡No me lo diga así! ¡Por Dios!

Boxer Nobody called for me, I say?

Peleón, (sonrisa en boca y a media voz). ¡Narices!

Boxer, (aguzando el oído). What?

Peleón ¡Narices!

Boxer, (sin entender). ¿Naaarisess?

Peleón, (con un tono de extrema amabilidad). Sí, yankee, me miras con ojos como platos, pero no me desagrada aprovecharme de tu desconocimiento de nuestro idioma para decirte lo que pienso: ¡Narices!

Boxer ¡Naaarisess! …Yeah! Thanks.

Peleón A tu disposición.

Boxer está a punto de entrar en su habitación, cuando aparece Raimunda.– con la cara cubierta con un velo.

Boxer, (al verla se para en seco). ¡Yeah!

Peleón ¿Qué desea la señora?

Raimunda.– La habitación reservada por el señor Campofrío.

Peleón, ( pasa delante de ella para abrirle la puerta de la habitación). ¡Ah! Por aquí, señora.
(Boxer que no ha dejado de mirar a Raimunda, y no consigue adivinar sus rasgos, se aproxima sin tapujos hacia ella y se pone a dar vueltas a su alrededor, canturreando un rock y contoneándose a su ritmo).

Boxer, ( mientras da vueltas alrededor de Raimunda, que le mira asombrada, y gira nstintivamente sobre sí misma). “Go, Johnny, ,go, go, go. Go, Johnny be good” (Se da cuenta de que Raimunda.– no es a la que busca). No! It´s not that one! (Entra en su habitación, las manos en los bolsillos silbando su canción).

Raimunda, (asombrado del descaro de Boxer) ¿ Y a este qué le pasa?

Peleón No preste atención, señora, es un extravagante de allende de los mares.

Raimunda.– ¡No le falta descaro! (A Peleón) ¿Nadie ha pedido la habitación todavía? (Levanta un poco su velo).

Peleón No, nadie. (Acercándose un poco a ella). ¡Eh! ¡A fe mía que no me equivoco! Usted es la señora que ya vino esta mañana.

Raimunda.– ¿Qué?

Peleón Sí, sí, claro. ¡Ah, señora! ¡Qué satisfacción más grande! Ya sospechaba yo que con mi discreción, llegado el caso, me ganaría a la señora como clienta, ¡pero, a decir verdad, no la esperaba tan pronto!..

Raimunda, (chocada y desconcertada). ¡Pero, caballero, qué modales son estos! No le autorizo a suponer…

Peleón, ( inclinándose de inmediato). Discúlpeme, señora. (Llegando hasta la puerta y dejando pasar a Raimunda). Si no le importa tomarse la molestia de…

Raimunda, ( adelantándose, y llegando a la puerta se da la vuelta para mirar a Peleón de arriba abajo con aire altivo). ¡Psss!

Peleón, ( entra en la habitación después de ella). Esta es la habitación. Como ve, es muy confortable. La cama...

Raimunda, ( altiva, cortándole) ¡Ya es suficiente, caballero! …No la necesito para nada.

Peleón, (sorprendido). ¡Ah! (Aparte, mientras va hacia el cuarto de baño). ¡Es una viciosa! … (En voz alta) Este es el cuarto de baño, tiene agua caliente, baño, ducha…

Raimunda, (irritada). ¡Bueno! ¡Bueno! No tengo la más mínima intención de residir aquí.

Peleón Sí, señora. En fin, es muy importante que lo recuerde, en caso de delito in fraganti, llamo la atención de la señora: ahí, a cada lado de la cama hay un botón…

Raimunda.– ¡Pero, ya es suficiente! …Sabré cuidarme muy mucho de que…Le ruego que me deje, caballero.

Peleón, ( sorprendido). Pero, señora…

Raimunda.– Ya no le necesito.

Peleón ¿Ah? …Bien, señora. (Se llega hasta la puerta y en el momento de salir). Señora, un servidor.

Raimunda, ( nerviosa). Adiós, caballero, adiós.

Peleón, ( cerrando la puerta). ¡Es una amante gruñona!

Raimunda.– ¡Qué hombre falto de tacto!

Peleón, ( ve a Blas que baja con su gancho vacío). ¡Eh! ¡Blas! (Blas, con mirada tierna, saludo militar). ¿Jefe?

Peleón ¿Acabas ya con el trajín de la leña?

Blas Falta una carga, jefe.

Peleón ¡Bien! ¡Pues entonces aligera! Y luego, me haces el favor de ponerte la librea en vez de dejarla tirada por aquí. No es su sitio. (Al hablar, le señala la chaqueta de la librea que está colgada, junto con la gorra). Es la hora de llegada de los clientes, tienes que llevar el uniforme.

Blas Sí, jefe. (Timbre)

Peleón ¡Anda! Han llamado. (Consulta el cuadro). Es el americano, vete a ver lo que quiere.

Blas Sí, jefe. (Deja el gancho y se dirige hacia la habitación, sin dejar de mirar con ojos tiernos a Peleón, y llama a la puerta).

Voz de Boxer. ¡Come in!

Escena 6
Peleón, Girado, Blas, Raimunda.

Girado Por favor, ¿la habitación del señor Campofrío?

Peleón Aquí es, señor. Pero, si no me equivoco, ¿usted no es el señor Campofrío?

Girado No, pero no importa. Yo le represento.

Peleón, (asintiendo con la cabeza). ¡Ah! Además el mensaje habla de dejar pasar a quien solicite la habitación a su nombre…La dama ha llegado, caballero.

Girado ¡Ah!.. Y…¿Está buena?

Peleón, (lo mira sorprendido). ¿El caballero desea conocer mi opinión? A mí me parece que mientras le guste al señor…

Girado Es que…no la conozco.

Peleón ¿Ah?

Girado Por eso, antes de comprometerme más, si es una vieja arpía…

Peleón ¡No! ¡No! ¡No se preocupe! No debe de tener muy buen carácter, pero es bonita.

Girado ¡Oh! ¡Vale! …¡Cómo lo que importa en estos casos no es el carácter!

Peleón, (con risa cómplice). ¡Desde luego que no! (Adelantándose). Pues, esta es la habitación.
(Entra en la habitación seguido por Girado).

Blas, ( sale de la habitación de Boxer). ¡Enseguida, señor! (Aparte). Me pide un novoydecole. ¡Ni idea de lo qué es! (Pausa). Le serviré un vermut. (Recoge su gancho y se va hacia los bajos).

Peleón ¿No hay nadie aquí? Voy a ver por allí. (Llama a la puerta del cuarto de baño).

Voz de Raimunda.– ¿Qué desea?

Peleón, (la mejilla sobre la puerta). El caballero de la señora está aquí.

Voz de Raimunda.– Ya voy.

Peleón La señora está ahí.

Girado ¡Ah! ¡Muy bien!

Peleón, ( en el quicio de la puerta, antes de retirarse). ¡Qué le aproveche, señor!

Girado, (cerrando la puerta). Gracias. (Echando un vistazo alrededor). ¡Mira! ¡Es bonito el sitio! ¡Coqueto, bien amueblado! (Descubre los botones). ¡Ah! ¡Estos son los timbres! …Pues bien, cuando uno está aburrido, por lo menos se puede tirar al blanco. (Mima la acción de disparar en la dirección del botón de la derecha de la cama). ¡Prosigamos! Vamos a ver…. Encontremos una manera original de presentarnos. ¡Ah! ¡Así…será divertido! (Se esconde detrás de las cortinas de la cama).

Raimunda, (irrumpe en la habitación). ¡Ah! ¡Aquí est… (No ve a nadie).

Girado, (detrás de las cortinas de la cama). ¡Cucú!

Raimunda, (aparte). “Cucú” ¡Te vas a enterar!

Girado ¡Cucú! (Raimunda.– descorre una de las cortinas con la mano derecha, mientras con la izquierda le da un bofetón a Girado).

Raimunda.– ¡Toma!

Girado, ( recibe el bofetón). ¡Oh! (Salta fuera de la cama).

Raimunda, (retrocede). ¡No es él!

Girado ¡Raimunda! ¿Usted? …¡Es usted!..

Raimunda, (pasmada). ¡Señor Girado!

Girado ¡Ah! ¡Bien! …¡Si lo llego a saber! … (Frotándose la mejilla derecha). ¡Ah! ¡Qué agradable sorpresa!

Raimunda.– ¡Sorpresa sí que es! ….¿Qué hace usted aquí?

Girado, (con aplomo). ¡Qué importa lo que yo haga!.. (Rápido). Una…una intriga amorosa, eso es…Se trataba de una mujer…una mujer que me amaba…me había visto en el teatro, y entonces…. ¡un flechazo! …ella me escribió y yo, por compasión, pues he…

Raimunda.– ¡En absoluto! …¡En absoluto! …

Girado, ( malinterpreta la protesta de Raimunda, y sigue fogoso). ¡Pero esa mujer, esa mujer…no importa! ¡Ni la conozco, ni la quiero! ¡En cambio a usted! …¡Oh! ¡Mi sueño! …. ¡Mi sueño hecho realidad! ¡Usted está aquí, enfrente de mí, enterita para mí! …¡Ya ve que el Cielo está de nuestra parte! (Mientras habla, intenta tomarla en sus brazos).

Raimunda, ( liberándose). ¡Pero déjeme!..

Girado ¡No! ¡No!

Raimunda.– No le escribieron a usted…le escribieron a mi marido.


Girado ¡Qué va, qué va! …¡Es del todo imposible! …Él es feo. Lo que ocurre es que estabamos juntos…entonces, la persona se confundió y…

Raimunda, (se esfuerza por cortarle). ¡En absoluto! ¡En absoluto! (Como un argumento que no admite réplica). La carta para mi marido es mía.

Girado, (sorprendido). ¿Suya?

Raimunda, (categórica). ¡Mía, de arriba abajo!

Girado ¿Escribe cartas de amor a su marido?

Raimunda.– Quería saber si me engañaba…si acudiría a la cita.

Girado, (lanzando un grito de triunfo). ¡Ah! …Pues bien, ¡Ya ve! ¡Usted que no quería ser mía, porque pensaba que su marido le era infiel! ¡Ya ve que no ha venido y me ha enviado en su lugar como alguien más acorde con lo verosímil!

Raimunda, (impresionada por el argumento). Es cierto.

Girado ¿Y sabe lo que dijo cuando recibió esta carta, su carta? Dijo: “ ¿Pero qué quiere esta señora? … ¡Acaso no sabe que yo no engaño a mi mujer!“

Raimunda.– ¿Eso dijo? …

Girado ¡Sí!

Raimunda.– ¡Ah! ¡Qué feliz soy, qué feliz soy! (Se tira al cuello de Girado y le planta dos besos sobre las mejillas).

Girado, ( radiante). ¡Ah! ¡Raimunda! ¡Raimunda.– mía! (Muy cerca de ella). ¡Y bien, eh! …¡Se arrepiente ahora de haber dudado de él! (La besa con fruición). ¡Muah! ¡Muah! Ahora me econocerá… (La vuelve a besar). ¡Muah! ¡Muah! Que ya no hay razón para incriminarle.
(La besa de nuevo). ¡Muah! ¡Muah! Que ya no tiene derecho a no engañarle. (Besos seguidos).
¡Muah! ¡Muah! ¡A mi pobre amigo!

Raimunda, (estrechándolo a su vez). ¡Sí! ¡Sí!.. Tiene razón. (Lo besa). ¡Me equivoqué! Hice mal en sospechar de él. (Besos). ¡Muy mal, mi gran Campofrío! Te pido perdón. (Besos).

Girado, (lírico). ¡No! ¡No! El perdón no es necesario …sea mía, con eso bastará.

Raimunda, (lírica). ¡Sí, sí, ese es el castigo!

Girado, ( arrebatado). ¡Oh! ¡Raimunda, la amo, te amo! …¡Yo te amo, yo la amo! …¡Raimunda, Raimunda.– mía!

Raimunda.– ¡Y pensar que creía…que era mi marido el que decía “Cucú”!

Girado, (con altos vuelos). Pues bien, ¡da igual!, lo haremos por él.

Raimunda.– ¿El qué?

Girado ¡Cucú! (Exaltado, la estrecha contra su pecho). ¡Raimunda! ¡Raimunda.– mía!

Raimunda, (resistiéndose). ¡Girado! …¡Girado! ¿Qué le ocurre? …Deje que me reponga de mis emociones… (Se suelta).

Girado, (vuelve a la carga). ¡No! ¡No! ¡Al revés, aprovéchelas! ¡Aprovéchese de su turbación mientras aún está en caliente!

Raimunda, (forcejeando entre sus brazos). ¡Girado! ¡Girado! ¡Compórtese!

Girado, ( sin escucharla). ¡En esos momentos, los sentimientos son mucho más intensos! (levándola hacia la cama). ¡Vamos! ¡Venga! ….¡Venga, ven! …¡Ven, venga!

Raimunda, (asustada). ¿Qué? ¿Qué? …¿Qué está usted haciendo? ¿Adónde me lleva?

Girado, (al borde de la cama). ¡Pues ahí! …¡Ahí, donde la felicidad nos espera!

Raimunda.– ¡Eh! ¡Se ha vuelto loco! … (Le da un empellón que lo manda sentado sobre la cama).¿Quién se ha creído que soy? …

Girado, ( asombrado). ¿Pero cómo? ¿No me ha dejado entrever que consentía?..

Raimunda, ( con viveza y altivez). A ser su amante…¡Sí! (Con dignidad). ¡Pero a acostarme con usted! ¡Oh! ¿Acaso me ha tomado por una prostituta?

Girado, (sobre el borde de la cama, lastimoso). Bueno, ¿y entonces…qué?..

Raimunda, (radiante de dignidad). Pues… el coqueteo con sus emociones: mirarse a los ojos, ir cogidos de la mano. ¡La mejor parte de mí misma se la entrego a usted!

Girado ¿Cuál de ellas?

Raimunda.– Mi mente… mi corazón.

Girado ¡Oh! ¡Bah!

Raimunda.– ¡Vaya! ¿Y qué idea se había hecho?

Girado, (calentándose). ¡Pues la idea que se hace cualquier galán que desea a una mujer! (Avanzando hacia Raimunda). ¡Cómo puede ser! ¡Cuando todo nos empuja el uno hacia el otro…cuando los acontecimientos juegan a nuestro favor …cuando su propio marido me echa en sus brazos! …Porque es su marido, él que me envía, señora.

Raimunda.– ¡Mi marido!

Girado ¡Sí, señora, su marido! ¡Con lo cual la resistencia es sólo vuestra! …¡Ah, no! ¡Señora, no! ¡No está usted en condiciones! (Intenta abrazarla).

Raimunda, (soltándose). ¡Vamos! ¡Girado! ¡Girado! ¡Cálmese!

Girado, ( volviendo a la carga). ¿Y piensa que voy a conformarme con lo que me ofrece? …¿El coqueteo…mirarse a los ojos… y la mitad superior de su persona…en este caso, la menos relevante para lo que nos ocupa? (Girado sigue avanzando hasta acorralar a Raimunda).

Raimunda. ¡Girado, compórtese!

Girado Pero ¿qué quiere que haga yo con su mente y su corazón?

Raimunda.– ¡Oh!

Girado ¡Ni hablar! ¡Menudos favores me ofrece, un futuro de excitación en la nada, de deseos nunca satisfechos! ¿Y qué más ventajas? Hacerle los recados a la señora, pasear al perrito cuando a este le venga en gana. (Vuelve bruscamente hacia Raimunda.– que se hace cada vez más pequeña).
¡Pues! Cada (“Ni hablar” muy gritado). ¡Ni hablar! ¡Ni hablar! ¡Ni hablar!

Raimunda, (asustada). ¡Girado!

Girado, (en plena cara de Raimunda). ¡Ni hablaaaar!.. (Con tono amenazante). Y ya que tiene un desconocimiento total de las reglas fundamentales de las cosas del querer, yo proveeré.

Raimunda, (aterrorizada y suplicante). Girado, amigo mío.

Girado No pensará que voy a sumirme en los abismos del ridículo, aunque sólo fuese ante mis propios ojos…¡y salir de aquí, con una mano delante y la otra detrás!

Raimunda.– ¡Girado, compórtese!

Girado ¡Ni hablar! ¡Ni hablar! ¡Usted es mía! ¡Me pertenece! Y la deseo. (La coge por la cintura e intenta llevarla hasta la cama).

Raimunda, (defendiéndose como puede). ¡Girado! ¡Basta, Girado!

Girado ¡Ni hablar! ¡Ni hablar!

Raimunda, (tras un esfuerzo titánico consigue rechazarlo y corre hacia el botón). ¡Un paso más, y llamo!

Girado ¡Eh! ¡Llame cuánto quiera! ¡Yo le aseguro que nadie entrará! (Girado corre hacia la puerta para echar el seguro, al ver esto, Raimunda.– aprieta el botón, el panel gira sobre sí mismo, haciendo desaparecer la cama y a Raimunda, a la vez que aparece Bartolo echado en la otra cama).

Raimunda, ( al verse arrastrada). ¡Ay, Dios mío! ¡Socorro!

Girado, (no ha visto lo que ha ocurrido al estar de espaldas, malinterpreta los gritos de Raimunda). ¡Sí! ¡Puede gritar “Socorro”, me da igual! (Triunfante, aparte). ¡Ya está! ¡Ya la tengo! ¡Ya es mía! (Se abalanza sobre la cama, y prácticamente encima de Bartolo empieza a besarlo).¡Oh! ¡Raimunda! ¡Raimunda.– mía!

Escena 7.
Girado, Blas, Boxer, Peleón.

Girado, ( salta fuera de la cama al ver a Bartolo). ¡Ah! (Enloquecido, asombrado, sin entender nada de lo que le ocurre, va y viene como una ardilla en una jaula, con ojos como platos, como un hombre que ha perdido el norte).

Bartolo, ( entonando el lamento habitual). ¡Uy! ¡Mi reuma!

Girado, ( tragando saliva). ¿Qué es esto?

Bartolo ¡Mi pobre reuma!

Girado, (a Bartolo). ¿Qué pinta usted aquí? ¿De dónde sale? ¿Por dónde entró?

Bartolo, (incorporándose, con aspecto de atontado). ¿Diga?

Girado ¡Y Raimunda! …¡Raimunda! ¿ Dónde está? (Abre la puerta que da al hall). ¡Raimunda! ¡Raimunda! (Aparte). ¡No contesta! (Vuelve a la habitación, se dirige hacia el cuarto de baño).¡Raimunda! ¡Raimunda! (Desaparece en el cuarto de baño).

Raimunda, (aparece como una loca saliendo de la otra habitación). ¿Qué ha ocurrido? …¿Dónde estoy? ¡Oh, Dios mío! (Llama). ¡Girado! ¡Girado! (Aparte). ¡Ah, no! ¡Ya estoy harta! ¡Harta de este Hotel! ¡Marchémonos! ¡Marchémonos! (Desaparece por la escalera. Irrumpe Boxer).

Boxer Hello! Hi! (Al no ver a nadie). Nobody here. (Se acerca a la escalera). Boy! Boy!

Raimunda, (vuelve a aparecer precipitadamente por la escalera). ¡Cielos! ¡Mi marido! …Mi marido está en la escalera. ( Al ver la puerta de Boxer abierta, se mete en la habitación).

Boxer, ( la mira durante un tiempo pasmado, y luego adopta un aire chispeante y la sigue). Ah! That´s a darling, hurrah! (Cierra la puerta).

Blas ¡Seré tonto! ¡No encuentro el vermut! ¡No es de extrañar, se lo di a Bartolo ayer! (Llamando en dirección hacia la habitación). ¡Eh! ¡Bartolo!

Bartolo, ( que está leyendo el periódico en la cama). ¡Aquí estamos!

Blas, (vuelve sobre sus pasos y desde el quicio de la puerta). ¡Ah! ¿Estás aquí? …Oye, Compañero, ¿Qué has hecho con el vermut?

Bartolo Está en la habitación de al lado…ya sabes, sobre el armario.

Blas ¡Ah, bien! (Se va a la otra habitación).

Girado, (sale del cuarto de baño y sale al hall). ¡Ni rastro! ¿Dónde estará? (Sube en dirección hacia la escalera. En ese momento, irrumpen Boxer y Raimunda, que forcejea para librarse de las garras del americano).

Boxer Darling! Darling! don´t go! Remain with me!

Raimunda.– ¡Me quiere soltar! ¡Me quiere soltar, especie de sátiro!

Girado, (volviendo). ¡Ah! ¡Aquí está! (En ese momento, Raimunda.– que ha conseguido zafarse, coge impulso para darle una bofetada a Boxer; Girado aparece entre los dos, justo a tiempo para llevársela él).

Girado, ( acariciándose la mejilla). ¡Oh! ¡Otra vez!

Boxer Yeah! Thanks!

Girado, (saluda rápidamente a Boxer, al mismo tiempo que empuja a Raimunda.– hacia la habitación). ¡Buenas tardes, señor! (Boxer vuelve a su habitación mascullando, mientras Raimunda, desfondada, entra en la habitación con Girado).

Girado, (cerrando la puerta). ¡Ah! ¡Raimunda! ¡Raimunda!

Raimunda.– ¡Ah! ¡Amigo mío, son demasiadas emociones! Mi marido…

Girado ¡Sí!

Raimunda.– ¡Está aquí!

Girado, (hundido). ¡Sí! (Entiende de repente). ¡Cómo! …¿Campofrío?

Raimunda.– Víctor Manuel, sí. ¡Disfrazado de mozo! …¿El cómo? …¿El porqué? ¡No lo sé! …¡Para pillarnos, está claro!

Girado, (asustado). ¡No es posible, vamos!

Bartolo ¡Ay! ¡Mi reuma! …¡Mi pobre reuma! …

Raimunda, (pega un grito). ¡Ah!

Girado, ( se sobresalta). ¿Qué?

Raimunda, (señalando a Bartolo). ¿Quién es ese?

Girado ¡Eh! ¿Dónde? ¿Ese de ahí? No lo sé. ¡Es un enfermo! ¡Surgió de la nada!.. A Bartolo.¿Y usted, qué pinta aquí?

Bartolo Pero si es usted quien me ha hecho venir.

Girado ¿Yo?

Raimunda.– Pero, por Dios, haga que se vaya, vamos, haga que se vaya.

Girado ¡Por supuesto!.. (A Bartolo). ¡Hala! ¡Hala! ¡Lárguese de aquí!

Bartolo Pues nada, si le molesto, ya sabe, apriete ese botón…¡Y me iré por donde he venido!..

Girado ¡Ah, claro! …¡Pues andando! (Aprieta el botón).

Raimunda, (mientras el mecanismo está en marcha). ¡No! ¡No puede ser! ¡Lo que faltaba! ¡Se trae mirones!..

Girado Pero, querida amiga, ¡no es culpa mía! ….Le aseguro que… (Mientras discuten ha llegado la otra cama en la que está sentado Blas, con una botella de vermut en la mano).

Blas, (con el codo empinado). ¡So! ¡So! ¿Y bien, qué tenemos?

Raimunda, ( pega un brinco). ¡Dios!

Girado, (pega un brinco). ¡Campofrío!

Raimunda.– ¡Mi marido! ¡Estoy perdida!

Girado, (suplicando con las manos). ¡Amigo mío! ¡Amigo mío! ¡No creas en todo lo que ves!..

Raimunda, ( mismo ademán). ¡Piedad! ¡Piedad! No condenes sin haber escuchado.

Blas, ( asombrado). ¿Eh?

Girado Ya sé que las apariencias son abrumadoras, pero te juro que no somos culpables.

Raimunda, (misma intención). ¡Así es! ¡Dice la verdad! Ni uno, ni otro pensábamos en encontrarnos.

Girado ¡Todo esto es culpa de la carta!

Raimunda.– ¡La carta, sí! …Yo soy, soy la causante de todo. Hice que te la escribiesen porque…

Girado ¡Eso! ¡Eso es! ¡Es la verdad cabal!

Raimunda, (arrodillándose). ¡Oh! ¡Te pido perdón! …Pensaba que me engañabas.

Blas ¿Yo?

Raimunda.– ¡Ah! Dime, dime que me crees, que no dudas de mi palabra.

Blas ¡Que sí! ¡Que sí! (Muerto de risa). ¿Pero, qué les pasa?

Raimunda, (retrocede, asustada por esa risa idiota, que le parece sardónica). ¡Ah! Te lo ruego, Víctor Manuel…no te rías así…esa risa me duele.

Blas, ( corta la risa en seco). ¿Mi risa?

Raimunda.– ¡Sí! ¡Ya veo! …¡Ya veo! …No me crees.

Girado Sin embargo, es del todo evidente.

Raimunda.– ¡Ah! ¡Dios mío! …¿Cómo convencerte?

Blas, (bruscamente, se levanta). ¡Miren! Me van a perdonar, pero tengo que llevar este vermut a la número 4.

Raimunda, (lo coge por el brazo). ¡Víctor Manuel! …¿Qué te ocurre?

Blas ¿A mí?

Girado ¡Te lo ruego, amigo mío! …¡En un momento tan grave, hablarnos de vermut!..

Blas Pero me debo a ello, ¡ en la cuatro me esperan! Miren, esta es la botella.

Raimunda.– ¡Ah, no! ¡Basta! ¡Basta de comedias! …¡Mira! ¡Insúltame, zarandéame, pégame! Cae a sus pies. ¡Cualquier cosa prefiero antes que esa calma aterradora!

Girado, (cayendo a los pies de Blas). ¡Anda! ¡Mira! ¡Pégame a mí también!

Blas, (mirándoles caídos a sus pies). ¡Ah! ¡Esta sí que es buena! (A Raimunda). Señora, le aseguro…

Raimunda, (dolida). ¡Ah! ¡Ves! ¡Ves! Ya no me tuteas.

Blas ¿Yo?

Raimunda.– ¡Sí, por favor, trátame de tú!

Girado ¡Trátala de tú!

Blas, ( arrodillándose también para estar a la misma altura). ¿Ah? Bueno, ¡a mí no me importa!
(Retomando lo anterior). Pero te aseguro, señora….

Girado ¡Oh! ¡Pero no la llames “señora”, pareces un paleto! …¡Llámala Raimunda, venga!

Blas ¡Ah! Bueno… (Retomando). Te aseguro, Raimunda…

Raimunda.– ¡Ah! ¡Dime…dime qué me crees!

Blas, (evitando contrariarla). Claro que sí, yo te creo.

Girado ¡Estupendo!

Raimunda.– Entonces bésame, vamos, bésame.

Blas, (no se puede creer lo que oye). ¡Eh! ¿Yo?

Raimunda.– ¡Bésame! …¡ O pensaré que me guardas rencor!

Blas ¡Oh! ¡No me importa nada! … (Sigue de rodillas, después de limpiarse la boca con el dorso de la mano, le pone los dos brazos alrededor de cuello, esto sin soltar la botella, y besa a Raimunda.– sobre las mejillas.

Raimunda, ( radiante). ¡Ah!

Girado, (animándoles). ¡Eso! ¡Eso!

Raimunda, (besando las manos de Blas). ¡Ah! ¡Gracias! ¡Gracias!

Blas, (relamiéndose los labios). ¡Qué piel tan suave tiene!

Girado, (lírico). ¡A mí también! …Bésame.

Blas ¡Ah! ¿También?

Girado ¡Sí! Para demostrarme que tampoco dudas de mí.

Blas ¡Bueno! ¡Caray! ¡Qué alto es! (Sube sobre un escabel y besa a Girado).

Girado ¡Ah! ¡Qué bien sienta!

Blas ¡Sí! … Sobre todo la dama.

Raimunda.– ¡“La dama”!

Blas Y ahora…voy a llevar el vermut a la cuatro.

Raimunda.– ¿Otra vez?

Girado ¡Y esto! ¡Vamos a ver! ¿Qué broma es esta?

Raimunda.– ¿Eres mi marido, sí o no?

Blas ¿Yo? ¡Ah, no! Soy mozo del Hotel.

Girado, (asombrado). ¿Qué?

Raimunda.– ¡Dios mío! A Víctor Manuel se le ha ido la cabeza.

Blas ¡Pues no! ¡Para nada! Todo son malentendidos: para empezar, me llamo Blas. Y si no me creen, no tienen más que preguntárselo a Bartolo.

Raimunda.– ¿Bartolo?

Girado ¿Qué Bartolo?

Blas El anciano enfermo. ¡Esperen! (Aprieta sobre el botón, se pone en marcha el mecanismo y aparece Bartolo echado en la cama).

Bartolo ¡Uy! ¡Mi reuma! …¡Mi pobre…

Blas ¡No! ¡No se trata de eso! Di quién soy.

Bartolo, (incorporándose). ¿Qué quién eres? …¿Qué no lo sabes?

Blas ¡Yo, sí! ¡Pero la señora, no!

Raimunda.– ¡Eso! ¿Quién es este señor?

Bartolo ¡Pues Blas!

Raimunda.– y Girado ¡Blas!

Bartolo El mozo del Hotel.

Blas ¡Toma! ¿Qué les había dicho?

Raimunda, (confusa). ¡Ah! ¡Ahora esto! ¡Vamos a ver, vamos a ver! ¿Cómo, es posible que…?

Peleón, (aparece llamando desde lo alto de la escalera). ¡Blas!

Girado ¡Un parecido semejante! …¡Vamos a ver! No puede ser, todo esto es un montaje.

Peleón, (llamando). ¡Blas! ¡Eh! ¡Blas!

Blas, ( contestando). ¡Jefe! (A los demás). ¡Les ruego me disculpen! El dueño me llama.

Raimunda, (coge a Blas por el brazo y lo hace girar). ¡El dueño! ¡Ah, muy bien! ¡Ahora lo vamos a aclarar! (Sale al hall)

Girado, (hace la misma acción que Raimunda.– con Blas). Pero quítese de en medio.

Raimunda, (a Peleón): ¡Caballero! ¡Caballero!

Peleón ¿Señora?

Raimunda.– ¿Haga el favor, se lo ruego, de decirnos quién es ese señor? (Señala a Blas que acaba de salir de la habitación).

Girado ¡Sí!

Peleón ¡Blas!

Blas, (a Raimunda.– y a Girado). ¡Toma!

Raimunda.– y Girado, (se miran asombrados). ¡Blas!

Peleón ¡Blas! ¡Ven aquí! ¡Encima con una botella en la mano! Lo coge por el brazo y le da un puntapié con cada calificativo con el que le adorna. ¡Ah, animal! ¡Ah, bestia! ¡Ah, borracho!
Con cada puntapié, Blas brinca en el aire lanzando un “Oh”. Con cada puntapié, es como si Girado y Raimunda.– recibiesen el contragolpe y lanzan también un ”Oh!” .

Blas, en cuanto Peleón lo suelta, a Raimunda.– y Girado: ¡Toma! Ven, lo que les había dicho.

Peleón, arrancándole la botella de las manos. ¿Conque volviendo a las andadas?

Girado y Raimunda. ¿Eh?

Blas Pero jefe, es para la cuatro.

Peleón, volviendo a la carga. ¡Yo sí que te voy a dar cuatro! Misma acción que la anterior con los puntapiés. ¡Toma! ¡Toma! ¡Toma! ¡Y toma!

Blas ¡Pero, jefe!

Peleón, le señala la escalera. ¡Y ya te estás largando, echando leches!

Blas ¡Sí, jefe! En el momento de bajar la escalera. ¡Toma! ¡Ven, lo que les había dicho! …
Desaparece.

Peleón, a los demás. Les pido disculpas, señora, señor, es nuestro mozo, una especie de alcohólico.
Sale, dejando a Raimunda.– y Girado boquiabiertos.

Raimunda, tras una pausa. ¡El mozo! ¡Era el mozo del Hotel!

Girado ¡Raimunda!

Raimunda.– ¿Qué?

Girado ¡Hemos besado al mozo del hotel!

Raimunda.– ¡Eh! ¡Lo sé muy bien! …Acabo de decirlo.

Girado ¡No te había oído! …¡Ay! ¡Estoy estupefacto! …¡Semejante parecido! ¡No es posible!

Raimunda.– Y sin embargo, hay que rendirse a la evidencia. ¡Ah! ¡Si no hubiese visto al dueño tratarle de semejante modo, aún tendría mis dudas! ¡Pero esos puntapiés! …¡No! …incluso por jugármela, Víctor Manuel no llegaría al extremo de aguantar puntapiés en el …

Girado, con frialdad. ¡Bajo!

Raimunda.– ¡Eso!

Girado ¡Evidente!

Raimunda.– ¡Ay! ¡Amigo mío! ¡Cuántas emociones! …¡Tengo la boca seca! …¡Agua!
Deme un poco de agua.

Girado, epentinamente solicito, tantea sus bolsillos.¿Agua? ¡Agua!

Raimunda.– ¡No en los bolsillos!..

Girado ¡Ya! ¡Ya! …¿Entonces, dónde?

Raimunda.– Pues en la habitación.

Girado, llegándose a la habitación. ¡Ya! ¡Ya! ¡Agua!.. A Bartolo: ¿Dónde hay agua?

Bartolo, interrumpiendo la lectura del periódico.¡Pues en el cuarto de baño!

Girado ¡Gracias! Entra en el cuarto de baño.

Raimunda, a Bartolo ¿Eh, se lo puede creer? Era el mozo del hotel.

Bartolo, por decir algo. ¡Qué cosas…. tiene la vida! Vuelve a la lectura.

Escena 8
Los anteriores, Blas, Camilo.
Aparece Blas, con su gancho cargado de leña. Se le cae un leño al suelo.

Blas Tendré que recogerlo…

Raimunda.– ¡Ay! ¡Vamos a ver! Pero ¿qué hace este Girado? ¿Qué estará haciendo?
(Va hacia el cuarto de baño). Y bien, ¿qué hay del agua? (Entra en el cuarto de baño).

Camilo, (contento y suelto, entra cogido de la mano con una mujer tapada. Habla claro y alto con su paladar de plata). ¡Hale, ven, mi pequeña! …¡Ven, palomita! ¡Llegó la hora del pecadito! …¡Y de qué manera vamos a querer a nuestro gran Camilo! ¡Ven! ¡Debemos tener una habitación reservada!

Blas, al verlos. ¿Qué desea, señor?

Camilo Lo que des… Da un respingo al creer ver a Campofrío. ¡Víctor Manuel! (Se da media vuelta y se esconde en una habitación).

Toñi, mismo juego.¡El señor Campofrío! (Se esconde en la habitación de Boxer).

Blas ¿Pero qué manía les ha entrado a todos hoy con llamarme Víctor Manuel? … (Se marcha por la escalera arriba, mientras Eugenia aparece). En ese momento sale Raimunda.– del cuarto de baño, seguida por Girado.

Girado, (a Raimunda): ¿Se encuentra mejor?

Raimunda.– Sí, no…No lo sé…¡Tantas emociones! …Me siento débil, débil, como si fuese a desvanecerme.

Girado ¡Ah, no! ¡No lo haga!

Raimunda.– Qué quiere, amigo mío, no es ningún capricho.

Girado ¡No, claro está! Mire, debería echarse un poco, descansar un momento…Acérquese, échese sobre la cama…la lleva con sumo cuidado hasta la cama.

Raimunda, dejándose llevar. ¡Ah, sí! ¡Con mucho gusto! (Se deja caer sobre la cama, lanza un grito al sentir debajo de ella el cuerpo de Bartolo).

Raimunda.– y Bartolo, (gritan al mismo tiempo). ¡Ay! (Raimunda.– se levanta con un salto).

Girado ¿Qué ocurre? A Bartolo: ¡Eh! …¡Otra vez usted! ¡Todavía está aquí!

Bartolo, incorporándose. Pero si es usted quien me ha hecho venir.

Raimunda, nerviosa. No, es demasiado, de verdad. Zarandeando a Girado. Pero vamos, amigo mío, haga que se vaya, ¡no se va a poner a discutir!

Girado, a Raimunda. ¡Claro que sí! A Bartolo. ¡Vamos! ¡Vuelva a su habitación! Aprieta el botón.

Raimunda, que ha subido inadvertidamente sobre la plataforma giratoria, le dice furiosa a Bartolo: Es demencial invadir de esta manera la habitación de una persona. (Grita al sentirse llevada por la plataforma). ¡Ay!

Girado, cazándola al vuelo. ¡Eh! ¡Quieta! ¡Eh!.

Camilo, aferrado a la cama que llega. ¡Ay! ¡Quieta! ¡Quieta! ¡Ay! ¡Quieta! ¡Quieta! (Reconociendo a Raimunda.– y Girado). ¡Ah!

Girado y Raimunda, dándose la vuelta por el grito. ¡Camilo! (Huyen de la habitación como unos locos).

Camilo, gritando. ¡Les pido disculpas! ¡Ha sido la cama que ha girado!

Raimunda, sin dejar de correr. ¡No puede ser él! ¡Este habla!

Girado, corriendo detrás de Raimunda. ¡Habla! ¡No es él! ¡No es él!

Camilo, bajando de la cama. ¡Ha sido la cama que ha girado!

Raimunda, llegando a las escaleras. ¡Oh! ¡Estoy harta, vámonos! ¡Vámonos!

Girado. ¡Oh, sí! ¡Vámonos! … Desaparecen por la escalera.

Camilo ¡Girado y Raimunda, aquí! ¿Qué significa esto? ¡Si me han reconocido, la he hecho buena!..Se llega al hall después de cerrar la puerta de la habitación.¡Y bien, qué hay de Toñi! …¿Qué está haciendo? (Entra directamente en la habitación de Boxer). ¡Toñi! … (Grito de sorpresa). ¡Oh! (Se oye enseguida un jaleo en la habitación de Boxer, ruido de pelea en el que se entremezclan las voces de Camilo, de Boxer y de Toñi, muebles que caen, cristales rotos. De repente, la puerta se abre, y sale disparado, como por un resorte, Camilo. Enseguida aparece Boxer tras él).

Boxer Get away! Get away!

Camilo ¡Pero, caballero! …

Boxer Hi! God damn! Le da un puñetazo en plena cara.

Camilo ¡Oh! (Segundo puñetazo que le hace saltar el paladar. A partir de este momento vuelve a hablar como durante el primer acto). ¡Uy! ¡Mi paladar! ¡He perdido mi paladar! (Quiere ir en su busca).

Boxer, lo coge en volandas y se lo lleva a una habitación. But get away, I say!

Camilo, en volandas. ¡Mi paladar! ¡Quiero mi paladar!

Boxer, (lo tira como un paquete en la habitación). Here you are! (Atraviesa el escenario en dirección a su habitación). Have you ever seen somebody with such cheek? (Entrando en la habitación). Yeah! It´ s me, my darling! (Se cierra la puerta)


Escena 9
Eugenia, Luciana, Camilo, Campofrío.
Se vuelve a abrir la puerta violentamente, Toñi, la cara tapada, con una esposa en la muñeca,sale despedida.
Toñi, enloquecida, corriendo hacia la escalera.Socorro …¡Socorro! ¡Socorro! Es un pervertido de los States.

Olimpia , al oír el ruido. ¿Qué ocurre?De pronto se ve atraída por el resplandor del paladar en el suelo.¡Mira! ¡Qué gracia! ….Parece una joya antigua. Algún cliente lo habrá dejado caer, lo voy a depositar en la oficina.
Prueba el efecto que produce el paladar sobre el cuello del vestido, tal si fuese un broche. Entremedias, aparece Luciana.– que no la ve.

Luciana, sube, mientras sigue mirando por las escaleras. ¡Oh! ¡No me engaño, se trata de un casa de mala nota! ¿Y bien, no hay nadie en este hotel?

Olimpia ¿Qué desea la señora?

Luciana.– , se sobresalta. ¡Ah, señorita o señora! Bueno, en fin, ¡vale! ¿Dígame, cuál es la habitación a nombre del señor Campofrío?

Olimpia, señalando la habitación. ¿La habita..? ¡Ah, pues esa!

Luciana.– ¡Bueno, allá voy!

Olimpia ¡Cómo guste, señora! Tengo orden de poner la habitación a disposición de quien la pida.
Sube hacia los pisos superiores.

Luciana. Bueno, se lo agradezco. Va a llamar a la puerta, mientras Eugenia se marcha.

Camilo, sale de su habitación en busca de su paladar. Me gustaría recuperar mi paladar.
Al avanzar por el hall no ve a Luciana.– que está de espaldas, avanza a cuatro patas sigilosamente.Oye a Boxer bramar.¡Dios! ¡Menudo animal! Retrocede haciéndose cada vez más pequeñito.Ya me gustaría volver a encontrar mi paladar…

Luciana, todavía frente a la puerta a la que llama. ¡Y bien! ¿No contestan? Vuelve a llamar.

Camilo, se da la vuelta hacia Luciana, levantando la cabeza para ver quien es la persona. Con voz ahogada. ¡La señora de Corleone! ¡Oh! ¡Basta! ¡Basta! ¡Qué hotel!
Sale zumbando y baja por las escaleras.

Luciana, abre la puerta de la habitación y entra hablando. ¡No hay nadie! …¿Cómo puede ser? …Raimunda.– me dijo: “ Pillo in fraganti a mi marido entre las cinco y las cinco y diez…Vente a las cinco y media, todo estará resuelto” ¿Acaso no habrá esperado? Miremos por aquí. (Mira el cuarto de baño).

Camilo, reaparece enloquecido. ¡Víctor Manuel! ….¡Otra vez Víctor Manuel! Se esconde en una habitación.

Luciana, volviendo al hall. ¡Esto es inaudito! …¡Ah! A fe mía que no lo entiendo, qué le vamos a hacer, me marcho. Se dirige hacia la escalera.

Campofrío, aparece vestido como en el primer acto. ¿A quién podría dirigirme? Descubre a Luciana. ¡Ah! ¡Usted!

Luciana.– ¡Señor Campofrío!

Campofrío, la coge con presteza por la mano. ¡Ah! ¡Por fin la encuentro!

Luciana, asombrada. ¿Ocurre algo?

Campofrío ¿Ha visto al señor Girado?

Luciana.– ¡Eh! ¿Por qué?

Campofrío, entrecortado y precipitado. Porque lo envíe, ya que…no podía venir yo. Tenía un banquete…un banquete que me impedía…Pero…me di cuenta …de que era mañana, el banquete. Entonces, corrí…corrí para advertirla de..

Luciana.– ¿De qué? ¿De qué? ¿Advertirme de qué?

Campofrío, cambiando de tono. ¡Ah! ¡Pequeña desdichada! ¡Qué locura! …Quererme…a mí.

Luciana.– ¿Qué?

Campofrío ¡Vamos, vamos, lo sé todo! Pero, por cierto, ¿por qué no firmó su carta?

Luciana, cada vez más alterada. ¡Mi carta! ¿Qué carta?

Campofrío ¡Pues la que me escribió para darme cita aquí!

Luciana, entiende. ¡Ya! (Cambia de tono). Pero ¿qué es lo que le hace suponer que soy yo la que…?

Campofrío ¡Eh! Pues, hete aquí, que al no saber qué hacer, se la mostré a su marido.

Luciana, dando un bote hacia atrás. ¡Qué!

Campofrío Reconoció su letra.

Luciana.– ¿Cómo dice?

Campofrío ¡Es capaz de matarla!

Luciana, enloquecida, con voz estridente. ¡Ah! ¡Porca miseria!…¿Y dónde está?

Campofrío ¡Debe de estar pisándonos los talones!

Luciana.– ¿Pisándonos los talones? …¡Y se queda ahí parado! …¡Pero larguémonos! ¡Larguémonos! Sale corriendo, despavorida.

Campofrío, corriendo tras ella. ¡Oh! ¡Loco amor! ¡Loco amor! (Desaparecen como dos locos por la escalera. Al mismo tiempo aparece Olimpia por el pasillo).

Olimpia, llama. ¡Eugenia! …¡Eugenia! …Pero ¿dónde se habrá metido esta chica?

Escena 10
Olimpia, Campofrío, Luciana, Raimunda, Girado, Corleone.

Campofrío, vuelve con Luciana, los dos enloquecidos. ¡Es él! ¡Es Corleone! ¡Sálvese quién pueda!

Luciana.– ¡Mi marido, estoy perdida!

Olimpia ¿Qué ocurre?

Campofrío, chocando con Olimpia, lo que la hace girar y la lanza sobre Luciana. ¡Pero apártese!

Olimpia ¡Eh!

Luciana.– ¡Pero quítese de en medio! Luciana.– se refugia en la habitación de la derecha, luego en el cuarto de baño. Campofrío se mete en la habitación de Boxer.

Olimpia ¡Oh! Pero señora….

Raimunda, aparece por el pasillo, seguida de Girado. Ella lleva un velo que le cubre la cara. ¡Oh! ¡Marchémonos! ¡Sólo estaré tranquila cuando hayamos salido de aquí!..
Dándose de bruces con Olimpia. ¡Pero quítese de en medio! La hace girar para abrirse camino.

Girado ¡Ah! ¡Sí, marchémonos! A Olimpia. ¡Pero hágase a un lado! Bajan la escalera a toda velocidad.

Olimpia, aturdida. Pero ¿qué ocurre? ¿Qué ocurre?

Voz de Corleone, en los bajos. ¿Dónde están, i miserabili, que io los mató, que io los estrangulo? Grito de Raimunda.– y de Girado.

Olimpia, acercándose a la escalera. ¿Qué ocurre? ¿Qué ocurre ahora?

Raimunda, vuelve a aparecer enloquecida. ¡Ciano di Corleone! Choca con Olimpia. ¡Oh! ¡Quítese de en medio de una vez! La hace girar.

Olimpia ¡Ay! ¡Ay!

Girado ¡El advenedizo! A Olimpia. ¡Uy! ¡Es que siempre va a estar en medio! Escapan por el pasillo.

Olimpia, aturdida, sin respiración. ¡Ay! ¡Dios mío! ¡Dios mío!

Corleone, aparece hecho un salvaje, empuñando un revólver. ¡Il Girado y una donna con un velo!…¡Es ella! ¡Es la mía mujer! ¡Ah! ¡Miserabili! Se apresta a perseguir a los fugitivos.

Olimpia, asustada, se interpone. Pero ¿adónde va, señor?

Corleone ¡Io vado a matarlos! ¡Váyase a paseo! Se lanza por el pasillo.

Olimpia ¡Matarlos! ¡Ay! ¡Dios mío! ¡Socorro! ¡Socorro! …


Escena 11
Olimpia, Peleón, Eugenia, Campofrío y Boxer.

Peleón, llega desde el piso de arriba, seguido por Eugenia. ¿Qué ocurre? ¿A qué se debe este alboroto?

Olimpia, sin aliento. ¡Ay, Peleón! ¡Un loco! ¡Un loco que quiere matar a todos!

Peleón, con un sobresalto. ¿Qué?

Olimpia, (sintiéndose mal entre los brazos de Eugenia). ¡Ay! …¡Ay, ay, ay! …¡Ay!

Peleón, corre a sujetarla. ¡Vamos a esa habitación, rayos! Peleón deja a Olimpia en la habitación, y cierra la puerta. Mientras tanto un ruido de disputa ha ido creciendo en la habitación de Boxer. Se escucha: “ Get out of my sight! Get out of my sight!” de parte americana y : “ ¡Pero no es posible! ¡Pero no es posible! ¡Aquí hay un energúmeno! …” de parte de Campofrío.

Peleón, al escuchar el ruido. ¡Menudo jaleo tiene montado el americano! ¿Qué ocurre ahora? Bruscamente, la puerta se abre y aparecen en una pelea cuerpo a cuerpo, Campofrío y Boxer, el primero intentando agarrarse a la puerta, el segundo intentando conseguir que el otro la suelte.

Boxer, luchando contra Campofrío. Will you leave my door! Will you leave my door!

Campofrío, resistiéndose con todas sus fuerzas. ¡Quiere dejarme! ¡Quiere dejarme!

Peleón ¡Ah! ¡Y esto! ¿Qué ocurre ahora? En ese momento, con un esfuerzo más violento, Boxer se impone a Campofrío al que envía girando hacia su izquierda. Peleón se encuentra justo ahí para recibirle, lo coge al vuelo y lo hace girar de nuevo, lo manda sentarse.

Campofrío, sentado mientras Boxer vuelve a su habitación mascullando. ¡Ah! ¡Pero lo que hay que aguantar!

Peleón, dando un salto hacia atrás al ver a Campofrío. ¡Blas! …¡Otra vez Blas!

Campofrío, levantándose y plantándose delante de él. ¿Qué me está usted llamando?

Peleón, lo coge con una mano, mientras que con cada invectiva le da una patada en el trasero.
¡Ah! ¡Sinvergüenza!

Campofrío, saltando con cada patada. ¿Qué es esto?

Peleón ¡Golfo!

Campofrío ¡Ah! ¡Cómo!

Peleón ¡Marrano!

Campofrío ¡Ah! ¡Pero qué se ha creído! Consigue soltarse.

Peleón, con tono amenazante. ¿Pasa algo?

Campofrío Soy el señor Campofrío, director de la Vitalicio Life Company.

Peleón, mostrando a Campofrío con la mano en un gesto amplio. ¡Ahí está! ….¡Borracho! ¡Está completamente borracho!

Campofrío Señor, le mandaré mis padrinos.

Peleón, cogiéndolo por el brazo y haciéndole girar a su alrededor a puntapiés. ¿Ah sí? Pues bien, ¡toma! Por los padrinos.

Campofrío, saltando en el aire con cada patada. ¡Uy!

Peleón ¡Y toma! Por Campofrío.

Campofrío ¡Uy!

Peleón ¡Y toma! …¡Toma! …¡Toma!.. Con cada “Toma” Campofrío profiere un “Uy”

Campofrío ¡Ah! ¡Pero ya está bien! … Se va a plantar ante las narices de Peleón.

Peleón, advirtiendo su chaqué. Y además, ¿qué es esto? Quieres quitarte el… Lo coge por el cuello del chaqué y se siente en la obligación de quitárselo.

Campofrío, defendiéndose como puede. ¡Eh! ¡No, hombre! ….haga el favor…

Peleón ¡Venga! ¡Venga! ¿Qué broma es esta? Le quita el chaqué.

Campofrío ¡Eh! ¡Pero, vamos a ver!

Peleón, quitándole el sombrero. ¡Haz el favor de quitarte esto! Va a colgar el sombrero y el chaqué.

Campofrío, abatido literalmente. ¡Dios mío! …¡Es un loco!

Peleón, que ha descolgado la gorra y la librea vuelve hacia Campofrío. ¡Vamos! ¡Ponte tu gorra!
Se la pone sobre la cabeza, y se la hunde hasta las orejas de un puñetazo.

Campofrío ¡No! ¡No!

Peleón, le quiere poner la chaqueta de la librea. ¡Quieto! ¡Y tu chaqueta!

Campofrío, se defiende. ¡No quiero! ¡No quiero!

Peleón, poniéndosela a la fuerza. ¿Conque no quieres? ¡A mí me estás diciendo que no quieres! ¡Vamos ya, y rapidito!

Campofrío, asustado, con el pecho hundido, volviéndose sumiso y obediente. ¡Sí! …¡Sí, sí!

Peleón, le indica la escalera. ¡Y ahora, aire! ¡A tu habitación! ¡Echando leches!

Campofrío, corriendo hacia la escalera. ¡Sí, sí! …¡Es un loco! ¡Está loco!

Peleón, lanzándose hacia la escalera como si fuese a correr tras él. ¿Qué has dicho? ¿Quieres que te suelte unos cuantos más?

Campofrío ¡No, no!

Peleón ¡Pues entonces, lárgate!

Campofrío, subiendo las escaleras. ¡Está loco! ¡Es un loco!

Peleón, subiendo bruscamente tres escalones. ¡Quieres hacer el favor de lárgate de una vez, por los clavos de Cristo! Campofrío asustado, sale tan rápido que a punto está de caer. Desaparece.

Peleón, baja las escaleras y se dirige ampliamente al público. ¡Ahí lo tienen! ¡Ahí lo tienen el efecto del vermut! ¡Otra vez está borracho como una cuba! ¡Hay que ver! ¡Pensar que cuando se tiene un buen mozo tiene que acabar siendo un borracho!

Olimpia, sale tambaleándose de la habitación. Su réplica va entrecortada con pequeños rebuznos espasmódicos. ¡Peleoncito! ¡Peleoncito!

Peleón, obsesivo. ¿Qué ocurre ahora?

Olimpia ¡Los nervios, Peleoncito! …¡Son los nervios!…

Peleón¡Ah! ¡Mira tú! … ¡Bueno, vuelve a la habitación palomita y túmbate! ¡Voy volando a avisar al doctor Fino! Olimpia transida se mete en la habitación.

Peleón remolón sube la escalera. ¡Oh! ¡Vaya, vaya! ¡Ni un minuto de tranquilidad! ¡Qué fastidio! ¡Hay que ver la lata que da esta!


Escena 12
Blas, Fino y Peleón.

Blas, con cartas en la mano, mientras se va desatando un delantal.¡Ya! ¡Ahora, rápido a la estación!Va a colgar su delantal, descubre que su librea ya no está.¡Anda!Echa un vistazo por el suelo.¿Quién me habrá birlado mi chaqueta y mi gorra? ¡ Qué no tiene vergüenza, querido gerifalte! …Y, a cambio, me deja un sombrero y un chaqué. Se prueba el sombrero.
¡Mira! ¡Me queda bien! …¡Ah, no importa! Tengo que ir a la estación, un tapujo bien vale otro, así que este devolveré cuando el mío me devuelvan. Se ha puesto el chaqué sin quitarse su pañuelo. Suena un timbre. ¡Vaya, hombre! Me llaman otra vez. Sale por la izquierda.

Peleón, llega desde el piso de arriba, seguida por Fino. ¡Por aquí, señor doctor! ¡Por aquí!

Fino, acabándose de vestir. … ¿Y qué le pasa a la Bella Siboney?

Peleón ¡Oh! No es gran cosa. Algo así como una jindama, es lo que ha tenido…

Fino, que no entiende. ¿Una jindama?

Peleón Sí…Una jindama…En fin, un canguis…una mieditis, ¡vaya!

Fino ¡Ah! ¡Una mieditis! …¡Pues haberlo dicho antes! ¡Si hablando castellano se entiende la gente!

Peleón …¡Se le alteró la sangre! ….¡Entonces, los nervios, ya sabe!

Fino ¿ Para eso me molesta? …Si no tenía más que coger un buen sifón, rociarla bien…y sanseacabó.

Eugenia En fin, ya que el doctor se ha tomado la molestia de bajar, podría mirarla.

Fino ¡Pues claro, ya que estamos!

Peleón, haciendo pasar al doctor.¡Sí, señor doctor! ¡Por aquí, señor doctor!
Se abre la puerta, se oyen los grititos de Olimpia. La puerta se cierra. Apenas han desaparecido que ya, en lo alto de la escalera, aparece Campofrío, todavía con librea y gorra. Avanza circunspecto.

Escena 13
Campofrío, Raimunda, Girado, Peleón.

Campofrío, desde lo alto de la escalera. El…¿El loco se ha marchado? …
Empieza a bajar. ¡Ah! ¡Vaya, vaya! …¡Cómo he cobrado! ¡Ah! Pues si es así como atienden a la clientela, ¡no creo que vuelvan dos veces! …¡Qué energúmeno!
Acercándose al lugar en donde Peleón había colgado su ropa.
¡Eh! …¿Y mi chaqué? …¿Y mi sombrero que estaba colgado ahí? …Y bien, ¿qué ha sido de ellos?
Busca por el suelo, alrededor de él. Al final de sus últimas palabras, de lo alto de la escalera aparecen Raimunda.– y Girado.

Raimunda, bajando por la escalera.¡Lo hemos despistado! …¡Rápido, un taxi! …

Girado, detrás de Raimunda.¡Ah, bien! ¡Mira, ahí está el mozo!

Raimunda¡Ah, sí! ¡El mozo!

Campofrío, todavía en busca de sus pertenencias.¡Ah! ¡Esta sí que es buena! …

Raimunda, se llega hasta Campofrío que aún está de espaldas. ¡Rápido, Blas! ¡Un taxi!

Campofrío¿Qué?

Girado¡Un taxi!

Campofrío, da un bote al ver a su mujer.¡Mi mujer!

Girado¡Eh!

Raimunda, da un bote. ¡Mi marido! ¡Era él! ¡Era él!
Escapa.

Campofrío ¡Y Girado con ella!

Girado, estupefacto. ¡Era él!

Campofrío, tirándose al cuello de Girado. ¿ Qué haces aquí, eh? ¿Qué haces aquí con mi mujer?

Girado, medio estrangulado.Pero, amigo mío, lo sabes.

Campofrío¿El qué? ¿El qué?

Girado Antes te lo explicamos.

Campofrío Qué me explicaste… Lo zarandea.¿Me quieres contestar, eh? ¿Me quieres contestar? …

Girado, atónito. ¡Ya sabes! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Ya sabes!

Peleón, sale como un rayo de la habitación.¡Eh! ¿Se va a acabar este jaleo de una vez?
Agarra a Campofrío por un brazo y lo manda hacia un lado. Girado que se ha zafado, aprovecha para huir lo más rápido posible.¡Blas! ¡Otra vez tú, Blas!

Campofrío¡El loco!

Peleón, como en la escena anterior, le da un puntapié con cada invectiva.¡Ah! ¡Cabrón!

Campofrío, saltando en el aire.¡Eh! ¡Basta ya! ¡Eh! ¡Basta ya!

Peleón ¡Animal!

Campofrío ¡Uy!

Peleón¡Cerdo!

Campofrío ¡Vamos, mídase!

Peleón ¿No has cobrado bastante?

Campofrío, huyendo. ¡Sí! ¡Sí! ¡Socorro! ¡Un loco! ¡Un loco!

Peleón, le persigue escalera arriba.¡Ya te enseñaré yo un loco, borracho! ¡Vamos, a tu covacha! ¡Te encerraré yo mismo, y te quedarás durmiendo la mona hasta mañana! …¡Andando! ¡Andando! ¡Y rapidito!..Desaparecen en el piso superior, uno persiguiendo al otro.

Escena 14
Boxer, Camilo, Luciana, Corleone.
En cuanto desaparecen Campofrío y Peleón, sale de su habitación Boxer como un hombre que ha llegado al límite de su paciencia, y deja la puerta abierta.

Boxer God damn. I will have to see myself if this is going on for ever!
Se marcha escaleras abajo.

Camilo, aparece. Creo que no hay moros en la costa, es el momento de largarse.

Luciana, sale del cuarto de baño al mismo tiempo que Camilo, va hacia la puerta de la habitación y escucha antes de abrir.¡Ya no oigo ningún ruido!

Camilo, inspeccionando por última vez el suelo.Pero ¿qué habrá podido ser de mi paladar?
Hará un recorrido que le llevará a darse de bruces con Luciana, cuando esta salga de su habitación.

Luciana, saliendo al hall.Mi marido debe de haberse marchado.

Camilo, de frente con Luciana.
¡La señora de Corleone!
Se da media vuelta para huir.

Luciana, lo reconoce.¡Señor Camilo! Agarrándose a él. ¡Ah! ¡Señor Camilo! ¡No me deje! ¡No me abandone! ¡Mi marido me persigue…con un revólver! ¡Quiere cargarse a todo el mundo!

Camilo, se sobresalta. ¡Dios bendito!

Luciana.– ¡Se lo ruego, no me deje!..

Camilo¡No, no!

Voz de Corleone, en el piso de arriba. ¿Por dove están, i miserabili?..

Luciana, da un bote. ¡Mi marido!

Camilo¡Él! ¡Huyamos!Se precipitan ambos hacia la escalera, pero vienen a darse de bruces con Boxer que vuelve. Enloquecidos, dan media vuelta. Camilo se mete en la habitación de la derecha, cierra la puerta y la sujeta. Luciana, al ver la puerta de Boxer abierta, se mete en la habitación.

Boxer, que ha observado sorprendido desde la escalera todas estas acciones, ve entrar a Luciana.– en su habitación. Con júbilo.Yeah! That´s a pretty girl!
Cruza el escenario a grandes zancadas y entra en su habitación.

Corleone, bajando la escalera a toda velocidad y saltando sobre el escenario.Por dove están…que io los mato, que io…¿Ma dove está la habitación del signor Campofríío? …¿Ma non è nadie en este hotel? Se lanza escaleras abajo.

Escena 15
Blas, Luciana, Boxer, Camilo, Corleone, Eugenia.

Blas, llegando desde la izquierda.Y bien, ¿quién grita así?

Luciana, sale del cuarto de Boxer, seguida de cerca por él.¡Quiere dejarme, desvergonzado!Se da la vuelta, lo empuja y le da una bofetada.

Boxer Again!…Aoh! it´s disgusting!
Vuelve a su habitación.

Blas, ríe. ¡Muy bien dada!

Luciana, yendo hacia Blas.¡Ah! ¡Señor Campofrío!

Blas¿Qué?

Luciana.– Le envía el cielo. ¡Sálveme! ¡Escóndame!

Blas ¿Qué ocurre, señora?

Luciana, descansando a medias sobre el pecho de Blas.¡Mi marido me persigue! …¡Me quiere matar! …

Blas, se sobresalta.¿Qué me dice?

Luciana.– ¡Ah! ¡Sálveme! … ¡Sálveme!

Blas, la sujeta con su brazo derecho.Cójase, cójase, por aquí está la salida.Bajan por la escalera.

Voz de Corleone, en el piso de abajo.¡Oh! ¡Ecco! ¡Ya os tengo!

Luciana, reaparece como una loca, seguida por Blas. ¡Ahí viene! Corriendo hacia la puerta de la derecha.¡Abran! ¡Abran!

Camilo, sujetando la puerta con todas sus fuerzas.¡Aquí no se entra!

Blas ¡Dese prisa! …Trastornada corre hacia la habitación de Boxer.¡Por ahí no! ¡Es el americano!

Luciana.– ¿Entonces, dónde? ¿Dónde?

Blas ¡Ahí, con Bartolo!

Corleone, al cual se ha escuchado durante todo este tiempo sus imprecaciones, sale a escena como un energúmeno.¡Inútil esconderos! ¡Io os he visto!

Olimpia, sale traspuesta de la habitación ¿Qué desea el señor?

Corleone ¿El signore Campofrío y la signora que va con lui?

Olimpia, señala la habitación en la que está Camilo.Allí, señor. En aquella habitación.
Vuelve a entrar en la habitación.

Corleone ¡Abran! ¡Abran! ¡Para qué io los mate!

Camilo, a voz en grito.¡Aquí no hay nadie!

Corleone, empujando la puerta.¡Abran de una vez! ……¡Uno, due, tres!
Cada vez da un empujón. Con el último manda a Camilo a pastar. Enseguida le salta al cuello. ¡Mia mujer! Dove está, mia mujer…que io la mato…

Camilo, aterrado, sin saber qué decir.¡Pues yo no la tengo! …Le doy mi palabra, ¡A mí que me registren!
Para recalcar sus últimas palabras, vuelve del revés los bolsillos de su pantalón.

Corleone, sin escucharle.
¡Ah! ¡Sí! ¡Qué io la trovo y que io la mato, tan cierto…como que doy en el blanco ese!
Dispara sobre el botón al lado de la cama; la cama da una vuelta y aparecen Luciana.– y Campofrío.

Luciana.– Mi marido.Escapa, seguida por Blas.

Corleone ¡Mi mujer!

Se lanza a perseguirles disparando. Luciana.– y Blas huyen hacia el fondo. A Corleone lo detiene toda la gente del hotel, que, tras escuchar los disparos, ha acudido. Le cogen el brazo y se lo mantienen en el aire, sin embargo, sigue disparando durante la caída del telón.
Telón.

TERCER ACTO.

Mismo decorado que durante el primer acto.

Escena 1
Raimunda, Girado.

Girado Pues bien, querida amiga, ya que está usted en su casa, yo me…

Raimunda.– ¿Qué? …¡Ah, no! No, no me va a abandonar, ¿eh?

Girado, deshecho.¿Ah?

Raimunda, nerviosa, sin poder estarse quieta.¡Gracias! …No sé con qué talante vendrá mi marido…Ya vio antes, la segunda vez que nos lo encontramos en el Gatito Coqueto, ¡parecía tener ganas de estrangularnos! …Imagínese que se le antoja otra vez el…

Girado, tan plácido él, como agitada está ella. Ya…usted opina que más valdría que yo estuviese.

Raimunda.– ¡Ah! ¡Sí! …¡Sí! No tengo ningún interés en estar sola para aguantar la que se me viene encima.

Girado, resignado. ¡Bueno! …¡Bueno, bueno!

Raimunda.– No parece entusiasmarle.

Girado ¡Pues, la verdad…!

Raimunda.– ¡Ah! ¿Conque esas tenemos? … Sois todos iguales: audaces en la empresa y cobardes ante las responsabilidades.

Girado ¡Oh! ¡Oh! Para empezar, ¡ de qué responsabilidades hablamos! …Si no ha ocurrido nada.

Raimunda.– ¡Oh! ¡No es culpa suya…si no ha ocurrido nada! En cualquier caso, mi marido nada sabe…¡de que nada ha ocurrido! Y, al encontrarnos allí juntos, tiene todo el derecho del mundo a imaginarse…. lo que se imagina. ¡Su enfado es la prueba palpable! …

Girado ¡Claro que sí! …Lo que no entiendo es por qué se llego a producir tan tarde.

Raimunda.– ¡Ah, sí! ¡Eso también!

Girado Porque, en fin, la primera vez que apareció, de pie sobre la cama…con una botella en la mano…

Raimunda.– ¡Eso!

Girado No pareció incomodarse lo más mínimo de vernos; incluso, podría decirse que parecía contento…

Raimunda.– ¡Y de qué manera! Si hasta llegó a besarnos.

Girado ¡Desde luego! ¡Y hala! Nos lo volvemos a encontrar más tarde… en librea. ¡Se nos tira encima y parece indignado!… Sin embargo, en este tipo de aventuras, uno se hace una idea clara enseguida, no son cosas que lleven mucha reflexión.

Raimunda.– ¡Eso digo yo! Es de locos… Timbre. ¡Dios mío, han llamado! Tal vez sea él…

Girado, inquieto. ¡Ya! … Se oye el ruido de alguien abriendo la puerta.

Escena 2
Raimunda, Luciana, Girado.

Luciana.– ¡Ay! ¡Raimunda! ¡Raimunda! ¡Qué drama! ¡Qué tragedia! …

Raimunda, levantando los ojos al cielo. ¡A quién se lo has ido a contar!

Luciana.– ¡Fíjate! ¡Mira lo que hacen mis piernas…! Hace que le tiemblan las rodillas.

Raimunda.– y Girado, con tono de pésame. ¡Oh!

Luciana, dejándose caer sobre un asiento. ¡Oh! ¡Pero no quiero volver a casa!.. ¡Ah, no, no y no! Sin transición y en el mismo tono. ¡Buenas noches, señor Girado! Le ruego que me disculpe….

Girado ¡No se preocupe! …¡Tenemos tiempo!

Luciana, sin ni siquiera escucharle, volviendo a su asunto. Iré a vivir a cualquier lugar …bajo el puente. ¡Pero volverme a encontrar frente a frente con la fiera de mi marido! …¡Eso sí que no! ¡He pasado demasiado miedo!

Raimunda.– ¡Ah! ¡Ya! Hablando de tu marido…¡menudo energúmeno! …Cuando nos vio en el Gatito Coqueto a Girado y a mí…no sé qué mosca le picó…se puso a perseguirnos con un revólver, como si nos quisiese matar.

Girado Sí, a nosotros. Y ya me gustaría saber por qué…

Luciana.– ¿Cómo, usted también ha sufrido su caza despiadada?

Girado ¡Sí! ¡Menudo Tigre de Malasia! ¡Qué malas pulgas!

Luciana.– ¡Ay! ¡Yo todavía no me he repuesto! …¡Menos mal que me encontré con tu marido que me dio apoyo y me sacó! De lo contrario, me habría desvanecido y no sé qué podría haber pasado.

Raimunda.– ¡Ah! ¿Fue mi marido el que…?

Luciana.– Sí…Él también me asustó bastante.

Raimunda.– ¡Ah! ¡Ah!

Luciana.– No sé si se debió a la emoción que, de repente, le afectó al cerebro…

Raimunda.– ¡Ah! ¿A ti también te pareció?

Luciana.– ¡Qué si me pareció! …Diez minutos antes me había estado hablando de la manera más sensata del mundo, me había hablado de las intenciones de mi marido y me había suplicado para que me marchase.. ¡Y zas! Escena siguiente: ¡persecución de epopeya griega! …Nos lanzamos escaleras abajo los dos…llegamos al piso inferior…me mira de una manera extraña y me dice, sin aliento: “¡Uy, uy, uy! ¡Pero quién es el macarroni ese!.. ¿Acaso lo conoce? “ “¡Qué si lo conozco! ¡Pues claro, si es mi marido! ¡Y usted lo conoce tan bien como yo!” Y va y me dice: “¡Pero si yo a usted no la conozco! …¿Por cierto, quién es usted? “
Pequeño sobresalto.
¡Ay! ¡Dios mío! …¡Ay! ¡Dios mío! Y entonces voy y pienso: “ ¡Ya estamos!.. ¡El Campofrío ha perdido el norte! “ Lo miro fijamente, no se ríe…¡Ay! ¡Dios mío! Y he aquí, que se me pone a soltar un sinfín de incoherencias…

Raimunda, a Girado. ¡Ahí está! ¡Ahí está! ¡Igualito con nosotros!

Girado ¡Igualito!

Luciana.– ¿Por dónde empezar? …Que era el mozo del hotel…que iba a por leña…que le habían quitado su librea, un sinfín de desvaríos.

Raimunda.– No tiene sentido..

Girado Ninguno.

Luciana.– Y de pronto, ¿qué se le pasa por la cabeza? …Llevarme a la taberna…¡a mí!

Raimunda.– y Girado ¡Oh!

Luciana.– ¡Te lo imaginas! …Salto: “ ¡Pero vamos a ver, Campofrío! …. ¡Campofrío!” Y va y me contesta: “ ¡Blas! ¡Blas!”

Raimunda, a Girado. ¡Sí! Ahí está: “¡Blas! ¡Blas!”

Girado La cantinela clavada.

Luciana.– ¡Oh! ¡A fe mía, me empiezo a poner nerviosa! …Dejó ahí plantados a tu marido y su taberna, y me pongo a huir, a huir…¡Ah! Tanto es así que aún sigo huyendo. Se deja caer sobre un asiento.

Raimunda.– ¡Sí! …¡La verdad es que no lo entiendo! …O mi marido ha perdido la cabeza o hay gato encerrado. No lo entiendo.

Girado, de repente a plena voz y en un registro profundo. ¡Bah! ¡Da igual!

Las dos mujeres ¿Cómo?

Girado, en tono lastimero.¡Qué día!

Raimunda.– ¿Eso es todo? ….¡Ah! Creía que iba a…

Girado No.

Raimunda.– ¡Ah! ¡Estamos metidos en un buen lío! …

Girado Sí…

Luciana.– Entre un marido que quiere levantarte la tapa de los sesos…

Raimunda.– Y otro que está perdiendo la sesera..

Girado ¡Muy sesudo es todo esto!

Los tres ¡Ah! ¡Estamos buenos!
Timbre

Luciana, en voz baja. ¡Han…han llamado!

Raimunda.– y Girado, también en voz baja. ¡Sí!

Girado Tal vez…sea Campofrío.

Raimunda.– Me extrañaría, tiene su propia llave.

Girado A veces uno la olvida.

Raimunda.– Cierto es.

Girado Así, yo, personalmente, me acuerdo de una vez, era invierno y nevaba, la noche…

Raimunda, le interrumpe.¡Ah! ¡No, amigo mío, no! ¡Nada de folletines, eh! No en este momento.

Girado, sorprendido.¡Ah, bueno! …¡Bueno, bueno!

Raimunda, harta. ¡Oh! ¡Basta ya!

Luciana.– ¡Esto es el colmo! ¿Nadie va a abrir?

Raimunda.– ¡No sé! ….Ahora bien, si han llamado…

Girado Es que alguien hay.

Raimunda, se inclina ante esta perogrullada. Evidente.

Girado Sí, en fin, yo ya me entiendo.Bueno, si no hay más remedio, iré a ver…

Escena 3
Los anteriores, Blas.

Girado, entra asustado. ¡Ay, querida amiga!

Raimunda.– ¡Y bien! ¿Quién es?

Girado ¡Es él!

Luciana.– ¡Ah!

Raimunda.– ¿Y bien?

Girado ¡Y bien! No sé lo que le ocurre …Le he abierto la puerta…ha entrado…así: imita la manera de caminar de Blas. Y me ha dicho: ¿Por un casual, es aquí donde vive el señor Campofrío?

Las dos ¿Eh?

Girado ¡Cómo lo oyen, señoras! …Al principio he pensado que estaba de broma…Entonces, para no ser un aguafiestas le digo: “¡Jiji! ¡Jiji! No hay duda de que aquí vive el señor Campofrío, ¡Jiji! ¡Jiji! “ ¡Pero no se rió! Ni se inmutó y me dijo: “¿Quiere avisarle que vengo por el asunto de la librea…”

Las dos ¿No?

Girado ¡Sí, señoras! …

Raimunda.– ¡Ah, no! ¡Ni hablar! ¡Otra vez la misma comedia, no! A Girado, enérgica. ¿Dónde está?

Girado ¡En la antecámara! …Espera.

Luciana.– ¡Eh!

Raimunda, sorprendida.¿Cómo que espera?

Luciana.– ¿En la antecámara?

Raimunda.– ¡Oh! ¡Esta sí que es buena! Se dirige, seguida por los demás personajes, hasta la puerta, la abre y se descubre a Blas, con sombrero. Al verles muda el gesto de seriedad y sonríe.

Todos, retrocediendo por la sorpresa. ¡Oh!

Raimunda.– Y bien, ¿qué haces aquí?

Blas, con aspecto de atontado.¿Mande?

Raimunda.– ¿Acaso es este tu sitio, aquí en la antecámara como un vulgar recadero?

Blas ¿Señora?

Todos “ ¡Señora!“

Raimunda.– “ ¡Señora!” ¡Vamos, entra! …

Blas Es que estoy esperando al señor Campofrío.

Girado y Luciana.– ¿Cómo?

Raimunda.– ¿Qué has dicho?

Blas, se gira hacia Raimunda.– al escuchar su voz. ¡Eh! ¡Pero…a la señora la conozco! …Es la señora del hotel…con la que nos besamos… Se acerca a ella. Buenas noches, señora.

Raimunda, asustada, tira de Girado para interponerlo entre ella y Blas. ¡Ay! ¡Dios mío! …¡Girado! Girado, ¿qué le estará pasando?

Girado Vamos, vamos, amigo mío.

Blas ¡Ah! ¡Y además, su gigoló! …¡Arrea! ¡Esta sí que es buena! …¿Está usted bien?
Quiere besarlo.

Girado, apartándolo.¡Venga! ¡Vamos! ¡Víctor Manuel! ….Víctor Manuel.

Blas ¡No! ¡Blas! ¡Blas!

Luciana.– ¡Ya estamos! ¡Blas! …¡Blas! …¡Ahí lo tienen!

Blas, reconoce a Luciana.– y va hacia ella. ¡Ah! ….Y la señora…con la que salimos por piernas por culpa del macarroni. ¡Oh! ¡La señora se lo puede creer! ¡Vaya canguelo!

Luciana.– ¡Eh! Sí…sí…

Blas, muerto de risa. ¡Ja! ¡Ja! …¡O sea, que todo el mundo vive arrejuntado! ¡Jiji! ¡Jiji! ¡Qué gracia!

Todos, apretujados, lo miran desconsolados. Por lo bajo. ¡Oh!

Blas, para de reír ante la actitud general. Y bien, ¿qué les pasa?

Todos, con presteza. ¡Nada! …¡Nada! …¡Nada!..

Blas, aparte. En esta familia son buena gente, pero un poco locuelos.

Raimunda.– Pero ¿qué le está pasando? Pero ¿qué le está pasando?

Luciana, en voz baja a Raimunda.¡Ay, pobrecito! De verdad, deberías llevarlo a un médico.
¿Por qué hace el ganso así?

Raimunda.– ¡No puede ser más que un número preparado!

Blas, intentando explicarse. Es que tenía mi librea colgada, saben…

Luciana.– y Girado, para no llevarle la contraria. ¡Ya! ¡Ya! …

Raimunda, dirigiéndose a Blas con autoridad. ¡Vamos! ¡Basta ya!

Blas, boquiabierto. ¡Ah!

Raimunda, con un tono entrecortado y serio.¡Si estás enfermo, dilo, y te cuidaremos! …Si, por el contrario, es una pose que has adoptado, te comunico que es una estupidez.

Blas ¡Ah!

Raimunda.– Ya te hemos explicado cómo ocurrieron las cosas…Te hemos demostrado por activa y por pasiva que nunca ocurrió nada entre el señor Girado y yo. La señora de Corleone está aquí para confirmarte la verdad.

Luciana.– Por supuesto.

Raimunda.– ¡Y bien, con esto bastará! …Ahora bien, si insistes en creer…Pues bien, haz como quieras…Después de todo, el señor Girado está aquí para responder ante ti. Al mismo tiempo que habla, coge por la manga a Girado que no se lo esperaba, ya que estaba hablando con Luciana, y lo lanza sobre Blas.

Girado, durante el movimiento. ¿Yo?

Blas, que lo recibe en el estómago, lo manda sobre su izquierda. ¡Oh!

Raimunda.– ¡Por supuesto! Nos creas o no, por lo menos compórtate como lo requiere la situación, y deja de darte en espectáculo haciendo el bobo.

Blas ¿Yo?

Raimunda.– ¡Es que de verdad! Tan pronto te rindes ante la evidencia, nos abrazas y nos besas….como diez minutos después te tiras a la yugular del señor Girado.

Blas, dándose la vuelta hacia Girado. ¿Me tiré a su yugular?

Girado Sí.

Raimunda.– En fin, ¿a qué viene todo esto? ¿Nos crees, sí o no?

Blas ¡Cómo no!

Raimunda.– Entonces, bésanos de una vez y dejémoslo estar.

Blas ¿Yo? Os beso mejor diez veces que una.

Todos ¡Estupendo!

Blas se ha limpiado la boca con el dorso de la mano y se pone a la tarea de besar a Raimunda.

Raimunda, en el momento en que apenas Blas le ha rozado la mejilla, lo aparta. ¡Uy!

Girado, al cual Blas pisa, lanza un grito de dolor. ¡Uy!

Todos ¿Qué?

Raimunda, con tono indignado.¡Pero si has bebido!

Blas ¿Eh?

Raimunda.– Hueles a alcohol.

Blas ¿Yo?

Raimunda, cogiéndolo por la barbilla y poniéndole bajo las narices de Girado. ¡Pero huela, querido amigo, huela!

Girado, retrocediendo, a mitad asfixiado.¡Oh!

Raimunda.– ¡Ha visto!

Girado …Una cuba.

Raimunda, con un tono de reproche indignado. ¡Te das a la bebida! ¿Ahora te das a la bebida?

Todos ¡Oh!

Blas ¿Cómo? ¡Cómo …que me doy a la bebida! ¡Vaya expresión, para tres o cuatro copichuelas que uno se mete para calentarse un poco! …Ustedes habrían hecho lo mismo.

Raimunda.– ¡Ahí lo tienen! ¡Está trompa! ¡Completamente trompa!

Todos, escandalizados. ¡Oh!

Blas ¿Yo? ¡Ah, pero que se ha creído! …¡Pero para nada! …¡Si usted supiese, señora mía!

Raimunda, apartándolo de un gesto. ¡Vamos! Váyase, señor, váyase a dormir la mona a otro sitio.

Blas ¿Cómo?

Girado ¡Uy! ¡Basta tú! ¡Basta Víctor Manuel!

Blas, en las narices de Girado. ¡Para empezar, llámeme Blas! ¡Blas! Con cada B de Blas le suelta una bocanada de aliento a la cara.

Girado, molesto con el aliento de Blas, lo empuja a un lado.¡Eh! ¡Si prefieres Blas, pues Blas! …

Luciana, se echa a un lado para evitar a Blas. ¡Oh!

Blas, recobrando el equilibrio. ¡Eh! ¡Sí que lo prefiero! …¡Eh! ¡Sí que lo prefiero!
Aparte ¡De veras que sí! Mascullando. ¡Cómo esto siga así, voy a montar en cólera, ya te digo!

Raimunda.– ¡Ah! ¡Es una vergüenza!

Escena 4
Los anteriores, Fino.

Fino, a Raimunda. Y bien, ¿qué tenemos? En tono amigable, salundándole con la mano. ¡Buenas noches, Campofrío!

Blas, mirando detrás de él. ¿Dónde está el Campo frío?

Fino, que lo interpreta como una broma de Campofrío, le sonríe por educación. ¡Ja, Ja! …¡Muy gracioso! A Raimunda.– Pero ¿qué le pasa?

Raimunda, señalando a Blas. Pasa que el señor está borracho perdido.

Fino, con un sobresalto de incredulidad. ¡Eh! ¡Venga ya! ¿Él?

Girado y Luciana.– Sí, sí.

Blas ¿Yo?

Raimunda.– ¡Huela! ¡Huela, y verá!

Fino, que se ha acercado a Blas. ¡Vamos a ver! ¡No puede ser! …¿Usted? ¿Usted está borracho?

Blas ¿Yo? Se encoge de hombros. ¡Bah!

Fino, recibe su aliento en plena cara, retrocede. ¡Uy!

Blas ¡Vaya chiste!

Fino, a Raimunda, aludiendo a Blas.¡Uy! ¡Ya! ¡Uy! ¡Muy fuerte!

Raimunda.– ¡Ve! ¡Qué le decía!

Fino ¡Pobre amigo mío! …Pero ¿ qué le han hecho beber para ponerle en semejante estado?

Blas ¿Conque usted también, eh? … Va hacia Fino. ¡Ah! ¡Pero qué se ha creído, eh, pavo!

Fino, retrocediendo. ¡Pavo!

Blas ¡ Basta ya de cachondeo, eh! ….No estoy más borracho que usted..

Fino, intentando calmarlo. ¡Vamos! ¡Venga, venga!

Blas ¡Es que es verdad! ¡ Desde que llegué, todos compitiendo para ver quien me toma el pelo! ….¡Yo a ustedes no les conozco! …¿Qué quieren de mí? …Yo he venido a ver al señor Campofrío, pues bien, quiero ver al señor Campofrío…¡Y eso es todo! Los demás personajes le contemplan aterrados.

Fino, que no puede creer lo que escucha. ¡Oh, no! … ¡Oh, no!

Raimunda, a Fino. ¡Lo ve!

Luciana.– Tiene destellos de lucidez, y de pronto, ¡zas, todo se esfuma!

Girado Y lleva así desde esta tarde…

Fino ¡Ah! ¡Pues sí que estámos bien! Lo contemplan todos con movimientos de cabeza desconsolados.

Blas, viendo todos los ojos fijos en él. ¿Y ahora qué? …¡Dejen ya de mirarme todos! …¡Soy buena persona, pero no me gusta que se cachondeen de mí!

Fino Sí, amigo mío, sí.

Todos ¡Sí, sí!

Blas ¡A ver! … Camina de un lado para otro mascullando.

Raimunda, a Fino. ¿Se lo puede creer? ¿De veras, se lo puede creer?

Girado ¿Es grave, eh?

Luciana, desconsolada. ¡Oh!

Fino, todo el diálogo que sigue susurrado y sin quitar ojo a Blas.¡No me lo puedo creer! …Que usted sepa, ¿esto ya le había ocurrido con anterioridad?

Raimunda.– ¡No, nunca!…

Fino Es que estos fenómenos de alucinación, este estado avanzado de amnesia, llevado hasta la pérdida de la noción de personalidad propia, sólo lo he constatado en alcohólicos crónicos.

Todos ¿De veras?

Fino ¡Luego, ya sólo nos queda el delirium tremens! …

Todos, contemplando a Blas con conmiseración. ¡Oh! Blas, harto ya, da un golpe con el sombrero.

Todos, dando un bote. ¡Uy!

Raimunda.– ¡Pero vamos a ver, no tiene sentido! … Sólo toma una copita después de cada comida.

Girado A menudo se la deja a medias. Incluso soy yo el que se la acaba, para que no se eche a perder.

Luciana.– En verdad, no creo que por una copita después de cada comida…

Fino ¡Pues sí! ¡Pues sí! A veces con eso basta…el alcoholismo no es una cuestión de cantidad, es una cuestión de idiosincrasia.

Girado ¡Eso!

Todos, menos Girado. ¿De qué?

Fino De idiosincrasia.

Girado ¡Sí! A Fino, con expresión de superioridad: No saben qué signifi… De espaldas al público. Es decir, la inclinación más o menos pronunciada que tiene un individuo a convertirse en…un idiota.

Fino, que ha estado asintiendo con la cabeza durante la explicación de Girado, de repente:
¿Eh? ¡No, hombre, no! …

Girado, extrañado. ¿Ah, no? … Me parecía.

Fino La idiosincrasia, es decir, la manera característica que tiene cada individuo de sentir el efecto de una cosa. Así, a uno, el absorber un litro de alcohol de 85 grados no le supone nada. A otro, el beber apenas una copita le convierte en alcohólico.

Blas, que los mira desde hace un rato, aparte. ¡Mil duros …a que se están cachondeando de mí!

Fino ¡Y naturalmente, es este último el más amenazado! … Porque vive confiado. ¡Una copita después de cada comida! ¿Qué daño me puede hacer? …Sí, hasta el día en que sufre una crisis… ¡Y entonces…! ¡Entonces, ahí tienen el resultado!

Todos, apretujados los unos contra los otros, mirando a Blas con conmiseración. ¡Oh!

Blas, después de una pausa. ¡Oigan! ¡Sí, los de la fila de cotorras! …¿Qué, les resulta divertido?

Todos ¿Cómo?

Blas ¡Sí! ¡Ya me entienden! …Pues bien, ¡vayan terminando o acabará mal! …

Fino, yendo hacia él. ¿Pero el qué, mi buen camarada, el qué?

Blas ¡No me chupo el dedo! ¡Se van a enterar!

Fino ¡Calma! ¡Calma! A los demás. ¿Ven la irritabilidad? …¡Es uno de los síntomas! …

Blas ¿Qué?

Fino ¡Nada, amigo mío, nada! …Extienda la mano.

Blas, extrañado.¿La mano?

Fino, alargando el brazo con la mano tiesa, a modo de saludo fascista. ¡Sí! ¡Mire, así!

Blas, obedece mecánicamente. ¿Para qué? Su mano tiembla.

Raimunda.– ¡Uy! ¡Cómo tiembla!

Todos ¡Uy!

Fino, sujetándole el antebrazo. ¡Ahí! ¿Lo ven? … ¿Ven, el temblor alcohólico? …Es una de las manifestaciones más características.

Blas, salta enfurecido. ¡Uy, uy, uy! ¡Uy, uy, uy! ¡Uy, uy, uy!

Todos, dan un bote de pavor. ¡Ay!

Blas ¡Hasta aquí hemos llegado! ¡Hasta aquí! … ¡Hasta aquí! …

Todos, separándose precipitadamente. ¡Ay! ¡Dios mío!

Fino Y bien…Y bien, ¿qué ocurre, viejo camarada?

Blas, a Raimunda. ¿Quiere ponerme de mala leche, eh? A Fino. ¿Quiere ponerme de mala leche?

Todos ¡En absoluto! ¡En absoluto!

Raimunda.– Vamos, amigo mío, ¡cálmate! …

Blas, en plena de cara de Raimunda.¡Ah! ¡Usted! ….¡Deje de joderme!

Raimunda, retrocede de golpe. ¡Eh! ¿Qué ha dicho?

Fino ¡Nada! ¡Nada… no le preste atención! En momentos así, un hombre no es dueño de sí mismo… ¡Mire! ¡Aléjese por ahí! ¡No le contradiga!

Raimunda.– ¡Esto es demasiado! ….¡Aunque sea alcohólico! …Mira que decirme jod…¿Qué es lo que dijo?

Fino Pues bien, sí, está descocado; ¡Nada se puede hacer! …Déjenme a solas con él. Voy a intentar acostarlo.

Raimunda, a punto de salir. ¡Ah! ¡Sí! Pues acuéstenlo, porque de verdad que…

Fino ¡Que sí, que sí! …¡Vamos, Girado! A Luciana. Señora, le ruego nos disculpe.

Luciana.– ¡Pero por supuesto, doctor! …¡Oh! ¡Qué pena a su edad! …

Girado ¡Verdad! Mire, me acuerdo de haber conocido a un niño alcohólico…. Sí, tenía doce años…era verano…

Raimunda.– ¡Ah, no! ¡No, ni hablar, ya nos lo contará otra vez!
Salen.



Escena 5
Blas, Fino.

Fino, yendo hacia Blas que va y viene nervioso por el escenario. ¡Y bien, vamos a ver, amigo mío!

Blas ¡Ah! Menudo olfato ha tenido al sacarlos…¡La cosa se iba a poner fea! …

Fino ¡Qué me va a contar! …Ya me di cuenta, sabe.

Blas ¡Pero qué gente es esa! …¿No están un poco tocados?

Fino, para amansarlo. ¡Un poco tocados, sí! … ¡Un poco, sí!

Blas ¡Lo que yo decía! …¡Un poco tocados!¡Ah! ¡Me tendría que haber avisado! … Haberme dicho bajito: “ ¡Están chalados!”
Fino se ha aprovechado de que Blas le ha tendido el brazo para tomarle el pulso.
¿A qué viene lo de cogerme la mano?

Fino, mirando su reloj. ¡Por nada, por nada! Es sólo por amistad.

Blas, despreocupado. ¡Ah! Retomando lo anterior. ¡No me habría acelerado! … Riendo.
Yo sé lo que me digo: a los majaras, siempre hay que seguirles la corriente.

Fino ¡Es curioso! No tiene casi pulso.

Blas ¿Cómo dice?

Fino Digo que no tiene casi … Ya casi no pulsa.

Blas ¡Pues claro! ¡O acaso quiere que yo le pulse! … Risa grosera.

Fino, ríe siguiéndole la corriente.¡Jaja! ¡Jaja! ¡Qué gracia! ¡Jaja! ¡Jaja!

Blas¡Cómo se monda, canalla!

Fino ¡Sí! ¡Sí, sí! ¡Sí, sí, sí! Poniéndose serio otra vez. ¡Ajá! Pues bien, ahora que ya nos hemos reído de lo lindo, vamos a ser razonables.

Blas ¿Cómo?

Fino Para empezar, soy su amigo… En un tono que no admite réplica. Usted me conoce.

Blas ¡No!

Fino, un tanto sorprendido. ¡Ah! ¡Bien…bien! Bien. Pues bien, yo soy el doctor, el buen doctor. ¡El que cura! …¡Las pupitas! …¡Enfermedades! …¡Dietas! …¡Recetas! …¡El buen doctor!

Blas ¡Sí, ya, qué no estoy chocho! …Usted es médico.

Fino Eso es.

Blas, aparte. ¿Por qué hará el idiota?

Fino, con aire profundo. Pues bien, noto… noto, al verle, que está usted cansado.

Blas, sorprendido. ¿Yo?

Fino ¡Sí, usted está cansado, sí! …

Blas ¿Cansado? ¡Ah! ¡Pues no es para menos! …Levantarse a las cinco, barrer el hotel, encerar el suelo, subir la leña…

Fino ¡Claro está! ¡Claro está! … Pues bien, ¿sabe qué le digo? ¡Que va usted a desvestirse y a acostarse! …

Blas ¿Yo? …¡Ah, no! ¡No, no!

Fino ¡Ah! …¡Bueno, bueno! …Pues entonces, se va usted a quitar, por lo menos, el chaqué que tan incómodo le resulta…

Blas ¡Ah! Ya, pero…¿Y mi librea?

Fino ¡Descuide! …Pero mientras tanto… va en busca del batín… ¡Aquí está el batín! Quítese el chaqué.

Blas, deja a Fino quitarle el chaqué. ¡Ah, bien! No es por hablar…. ¡Pero hace conmigo lo que quiere! …

Fino ¡Es usted un santo! … Le pone el batín a Blas. ¡Eh! …¿No me dirá que no está a gusto con esto puesto?

Blas, anudándose el cordón del batín. ¡Oh! ¡Es que me parezco a la guardia de gala del alcalde!

Fino ¡Ah! ¡Ya ve!

Blas La verdad es que es más suavecito que la librea.

Fino ¡Pues claro! ¡Ah! Y ahora, ha venido un pajarito y me ha dicho que debe de tener sed.

Blas, jovial. ¡Ah! …¡Qué listo es su pajarito!

Fino, riendo. ¿No le parece? …Pues bien, le voy a dar de beber algo …que tal vez no le resulte del todo agradable, pero tendrá que tragarlo en cualquier caso.

Blas ¡Ah! ¿Del fuerte?

Fino ¡Eh! …¡Sí, más bien! …¡Más bien!

Blas ¡Venga! ¡Venga! ¡Qué no le temo a nada!

Fino ¡Magnífico! Abre su maletín y saca un frasco de amoniaco.Aparte: Tendré que rebajar el amoniaco con agua. Diez gotas en un vaso de agua…Pero primero a la cama…

Blas, que no oye lo que dicen. ¡Jauja! ¡Esto sí que es Jauja!

Fino, aprovecha que Blas está orientado hacia la habitación para intentar llevarlo en esa dirección, pegándose a él por la espalda. ¡Ya está!(deja el frasco) ¡Y ahora, vamos hacia allí, en donde hay una cama excelente…

Blas ¿A qué viene esto de pegarse como una lapa?

Fino …usted se echará…

Blas Me está mareando.

Fino …¡Usted se echará un buen sueñecito!

Blas, dándose la vuelta. ¿Yo? …¡Oh! ¡Pero vamos a ver! …¡No lo dirá en serio! ¿Y qué pasará con el señor Campofrío?

Fino ¿El señor Campofrío? Aparte, clamando al cielo. ¡Ah! ¡Dios mío! A Blas: ¡Pues bien, si le dice algo, viene y me lo cuenta!

Blas, conciliador.¡Ah, bien! Fino lo lleva hasta la habitación.

Fino Felices sueños… camarada.


.
Escena 6
Fino, Camilo.

Fino, coge un vaso de una bandeja,lo llena de agua, destapa el frasco¡Uy! ¡Narices! ¡Cómo huele! Empieza a echar las gotas. Una…dos …tres …cuatro…cinco…Sí! …¡Uy! …Es para caerse redondo.Le interrumpe el golpe de la puerta de entrada. ¡Ah! ¡Acaban de cerrar la puerta de entrada! …Debe de ser Camilo. Entra Camilo.

Camilo, jadeando. ¡Usted! ¡Ah! Doctor, ¡ya me acordaré yo de su hotel! ¡Anda que no han pasado cosas! ¡Ah, sí! ¡Desde luego que han pasado!

Fino, sin entender palabra de este discurso precipitado. ¿Cómo? …¿Cómo? …Haga el favor de no hablar tan rápido.

Camilo ¡Si usted supiese lo que ha pasado!

Fino Pero póngase el paladar, ¡qué diablos! ¡Para qué me molesto en traerle uno sino!

Camilo ¡Mi paladar, si lo he perdido!

Fino ¡Qué!

Camilo Un americano me lo mandó a paseo cuando me dio un puñetazo en la mandíbula.
Mima la acción.

Fino, que tiene dificultades para entenderle. ¡Un americano le dio un puñetazo en la mandíbula!

Camilo ¡Sí! …¡Y si sólo hubiese sido eso! ¡Pero he tenido la sensación de haber vivido una auténtica pesadilla hoy! …¡Y todos los que he visto en ese hotel! ¡A Girado!.. ¡A Raimunda! ¡A Campofrío … con un gancho de madera! …Y yo le pregunto a usted, ¿para qué un gancho de madera? ¡Y la señora de Corleone y su marido que iba de caza con una pistola! ¡Pum! ¡Pum! ¡Ya le digo, de todo, ha habido de todo! ¡Ah! ¡Qué tragedia! ¡Dios mío! ¡Qué tragedia!
Se deja caer sobre una silla.Se oye un ronquido esténtoreo en la habitación.

Camilo ¿Qué ocurre?

Fino ¡Nada! ¡Campofrío está un poco indispuesto!

Camilo ¡No me diga!

Fino Disculpa, voy a tranquilizar a Raimunda.– y vuelvo.


Escena 7.
Camilo, Blas.

Camilo ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Estoy atontado! ¡Atontado de campanillas! Aparte.
Siento como si fuese una plumita…¡una pobre pelusilla arrastrada por un ciclón!
Llaman a la puerta de la derecha. ¡Pase! …¡Mi razón zozobra!

Blas, entra con el batín puesto ¡Le ruego me disculpe! …

Camilo, da un bote. ¡Víctor Manuel!

Blas, bromeando, fingiendo un tono severo. ¡Eh! ¡Aquí tenemos a un señor al que he visto hoy en el Gatito Coqueto!

Camilo, aparte. ¡Rayos!

Blas ¡ Hala! Uno más.

Camilo, aparte. ¡Me reconoció! Yendo hacia Blas y plantándose frente a él. ¡Te lo explicaré! …Si estaba allí…era porque tenía un motivo… ¡un excelente motivo! …Me habían contado que había cierta persona….

Blas, desde que Camilo le dirigió la palabra, le escucha asombrado y boquiabierto e incluso intenta mirar discretamente en el fondo de la boca de su interlocutor. ¿Qué le pasa en el hocico?

Camilo, asombrado. ¿Cómo dice?

Blas ¡Escupe, chato, escupe!

Camilo, dolido. Pero si no tengo nada dent… Retomando lo anterior. Lo que te estaba contando es que había cierta persona…¡uy! Quería un seguro…

Blas, cortándole. ¿Ah sí? Pues bien, ¡a mí todo eso me la repampinfla!

Camilo, asombrado. ¡Ah!

Blas ¡Todo eso no es asunto mío! Ahora bien, estoy muerto de sed. Me habían dicho que me traerían algo de beber, pero me parece que se han olvidado de mí…

Camilo ¡Oh! Pero seguro que se trata de un descuido, voy ya mismo…

Blas ¡Ah! ¡Gracias! Es que estoy seco, sabe, estoy seco, por eso si usted…

Camilo Voy volando…

Blas ¡Gracias! Entra en la habitación de la derecha.

Camilo ¡Ah! ¡Ah! ¡Y yo que me esperaba un vapuleo! …¡Pues se lo ha tomado la mar de bien! ¡Hay que ver, eh! …¡Y yo convencido de que era muy mirado, y ahora resulta que tiene amplitud de miras!
Se oye el ruido de la puerta de entrada que se abre y se cierra. Aparece Campofrío guardando su juego de llaves.


Escena 8
Camilo, Campofrío.

Camilo, lanza un grito al ver a Campofrío cuando acaba de ver a Blas entrar en la habitación.
¡Ay!

Campofrío ¿Qué ocurre?

Camilo, enloquecido, señala con el dedo a Campofrío y la puerta de la derecha. ¡Ah! ¡Dios mío! ¡Ahí, ahí…. y allí, allí!

Campofrío ¿Y qué?

Camilo ¡Dios mío! ¡Me he vuelto loco! ¡Me he vuelto loco!

Campofrío, se acerca hacia Camilo. ¡Camilo, cálmate!

Camilo ¡Vade retro! ¡Me he vuelto loco! ¡Me he vuelto loco!
Desaparece por la puerta del fondo derecho.

Campofrío, sorprendido por semejante recibimiento. ¡Hala! ¡Este delira! …Pero, ¿qué hay hoy en el ambiente? ¡Ah! ¡Ese hotel! ¡De verdad, qué pesadilla! ¡Qué pesadilla! Viendo su chaqué sobre una silla. ¡Anda! ¡Mi chaqué! … ¿Quién lo habrá traído? ¡Oh! Bueno, ya era hora de quitarme esta librea. Mientras habla, se quita la chaqueta de la librea y la deja así como la gorra y se pone su chaqué. ¡Y pensar que he tenido que volver vestido de esta guisa! …El portero no me reconocía, quería que entrase por la puerta de servicio.

Camilo, atraviesa el vestíbulo como un loco.¡Me he vuelto loco! ¡Me he vuelto loco! …

Campofrío ¡Vamos! ¡Aún sigues con eso!

Escena 9
Campofrío, Fino, Raimunda, Girado, Luciana, Camilo.


En ese momento irrumpen Fino, Raimunda, Girado y Luciana.

Camilo Dos son uno, ¡cómo les digo! Dos son uno. ¡Ahí! ¡Y allí!

Todos Pero ¿cómo? ¿Cómo?

Camilo, huyendo por el fondo. ¡Me estoy volviendo loco, Dios mío! ¡Me estoy volviendo loco!
Desaparece por la derecha del vestíbulo.

Todos Pero ¿qué le ocurre?

Raimunda.– Somos nosotros, amigo mío, venimos a interesarnos por…

Campofrío, salta al ver a Raimunda. ¡Usted! ¡Usted aquí, señora! Al ver a Girado. ¡Y Girado con usted!

Raimunda.– y Girado, juntos. ¿Cómo?

Campofrío, agarra a Girado por el cuello. ¿Qué hacías, eh? ¿Qué hacías cuando os sorprendí a los dos, allí, en aquel establecimiento sospechoso?

Todos ¡Oh!

Raimunda.– ¡Cómo, otra vez!

Girado, todavía bajo el control de Campofrío. ¡Pero, amigo mío, esta es la enésima vez que se lo explicamos!

Campofrío ¿Explicarme el qué? …¿Qué? ¡Vamos, vamos! ¡Os creéis que me vais a seguir tomando el pelo! …¡Fuera de aquí!

Raimunda.– ¡Amigo mío!

Campofrío, caminando hacia ellos. ¡Fuera de aquí!

Luciana.– Compórtese, señor Campofrío.

Campofrío ¡Oh! Señora, haga el favor. A los demás: ¡Fuera de aquí, de una vez! No quiero verles más.

Fino, animándoles a entrar en la habitación de la izquierda.¡Salgan, vamos! No le irriten más, está en plena crisis. Ya volverán cuando esté más tranquilo.

Raimunda, dejándose llevar.¡Ah! ¡La crisis! ¡La crisis! ¡Empiezo a estar harta de la crisis!
Sale con Luciana.

Fino ¡Qué se le va a hacer! A Girado: Girado, haga el favor.

Girado, marchándose. En fin, ¡es un estúpido! Es incapaz de hilar dos ideas.

Fino, yendo hacia Campofrío. Vamos, mi buen Campofrío, ¿qué le pasa?

Campofrío ¡Ah! Le ruego me disculpe, querido Fino, me he dejado llevar por un arrebato de ira.

Fino Pero, ¡no se preocupe! Es un desfogue, si eso le hace sentirse mejor…

Campofrío, todavía nervioso. ¡Oh! Pero la cosa se va a calmar.

Fino ¡Claro que sí! …De hecho, se nota ya una sensible mejoría. ¡Empieza a reconocer a la gente! … a saber quién es usted.

Campofrío, le mira asombrado. ¿Qué?

Fino ¡Va a mejor! ¡Va a mejor!

Campofrío A reconocer a la gente, a saber quién soy, ¡eso me cuenta! ¿Qué le pasa a usted también?

Fino ¿Cómo?

Campofrío ¿Menuda tabarra, no le parece? ¿Acaso tengo por costumbre el no reconocer a la gente, el no saber quién soy?

Fino ¡Oh! No es lo que quería decir, lo que…

Campofrío He podido enfurecerme, pero todavía conservo la cabeza, sabe usted.

Fino, con viveza para no llevarle la contraria. Pero ¡si ya lo veo!, ¡si ya lo veo!

Campofrío, satisfecho. ¡Ah!

Fino ¡Sí, sí, sí, sí, sí, sí! …No importa. De todas maneras, yo, en su lugar, me habría quedado en la cama.

Campofrío, asombrado. ¿Cómo?

Fino ¿Qué necesidad tenía de volverse a poner el chaqué?

Campofrío ¡Ah! ¡Qué gracioso es usted! ¡Pues porque estaba harto de pasearme vestido de botones!

Fino ¿De boto…? Levantando los ojos al cielo. ¡De botones! ¡Uy!

Campofrío ¿Tal vez le parezca divertido ir vestido de botones?

Fino, aparte. ¡Uy, uy, uy! ¡Uy, uy, uy!

Campofrío Sí, camarada, ¡yo con librea! ¡Con librea!

Fino, aparte. ¡Ya estamos con la idea fija!

Campofrío ¡Ah! ¡He pasado la de Dios es Cristo en su Gatito Coqueto!

Fino ¿Entonces fue?

Campofrío ¡Y tanto!

Fino Se suponía que no tenía que ir.

Campofrío ¡Pues bien, sí fui! ¡Oh! ¡Qué de lances! ¡Una paliza por aquí, una paliza por allí! …El dueño, ¡un loco! …¡Me endilgan una librea! …¡Me encierran en una habitación! …¡Me veo obligado a huir por los tejados! …¡A punto estuve de romperme el cuello! …Y cómo broche final: ¡Corleone! ¡Cor-le-o-ne! De todo, ya le digo, de todo he tenido.

Fino, aparte, hundido. ¡Qué enfermo está, Dios mío! ¡Qué enfermo! …

Campofrío ¡Oh! ¡No lo olvidaré!

Fino, coge el frasco de amoniaco y , mientras cuenta las gotas, la nariz a notable distancia del frasco…seis…siete …ocho…

Campofrío Pero ya me siento mejor.

Fino ¡Uy, no! …¡Delira! ¡Delira! nueve…diez… once…

Campofrío ¿Se encuentra mal, doctor?

Fino ¡No, no! Se acerca a Campofrío, agitando el vaso para mezclar bien el líquido.
Tome, bébase esto.

Campofrío ¿Yo?

Fino ¡Sí! Después de tantas emociones, esto le sentará bien.

Campofrío ¡Ah! Bueno, ¡con mucho gusto! La verdad es que el enfado de antes me ha alterado.
Coge el vaso.

Fino De eso estaba seguro. Detiene el movimiento tapando con la mano el vaso. Ahora bien, bébaselo de un trago, ¡está un poquito fuerte!

Campofrío, despreocupado. ¡Oh!
Toma un buen trago, pero nada más sentir el líquido en la boca se lanza como un poseso hacia la ventana.

Fino, siguiéndole. ¡Sí! ¡No se preocupe! ¡Ya le avisé! ¡Trague! ¡Trague!

Campofrío, que escupe todo por la ventana. ¡Uf!

Fino, decepcionado. ¡Oh!

Campofrío, furioso. ¿Qué clase de broma es esta? ¡Menuda broma de mal gusto!

Fino ¡Pero Campofrío! …

Campofrío, pasando delante de él, dándole un empellón. ¡Ah! ¡Déjeme en paz! ¡Marrano!

Fino, le sigue. ¿Adónde va?

Campofrío ¡Eh! ¡A enjuagarme la boca, por Dios! ¿Acaso se piensa que da gusto este saborcillo? Se marcha.

Fino, examina el vaso. ¡Oh! ¡Lo ha escupido todo! ¡Vuelta a empezar!

Voz de Peleón ¿El señor Campofrío, por favor?

Fino, mirando por la puerta entreabierta. ¡Ah! ¡Es Peleón! …¡Ah! ¡Qué curioso!

Voz de Peleón. ¡El señor doctor!

Fino ¡Pase usted!



Escena 10
Los anteriores, Peleón, Raimunda.

Peleón, entra. Con permiso.

Fino ¿Ya viene por el asunto del seguro?

Peleón ¡Oh no, señor doctor! ¡No me lo hubiese permitido! …Ya pasaré una mañana de estas; no, he venido a traer un objeto que se olvidó en mi hotel y que pertenece al señor Camilo Campofrío. Saca el paladar de Campofrío.

Fino ¡Ah! ¡Pero déjeme que le eche un vistazo a eso! Peleón le pasa el paladar. ¡Pues claro! ¡Es el paladar de Camilo! ¡Ahora va dejándose el paladar por ahí! ¡Menudo orden! Pero ¿cómo supo que era suyo?

Peleón Por el nombre y la dirección que están grabados sobre la placa.

Fino ¿De veras? ¡Oh! ¡Pues sí! “Camilo Campofrío, Avenida del Generalísimo, 55 “ ¡Ah! ¡Pero esto es realmente ingenioso!

Peleón Y además muy cómodo cuando uno se olvida de sus tarjetas de visita.

Fino ¡Ah! Bien, ¡qué contento se va a poner! Se lo devolveré.

Raimunda, aparece desde el fondo, enloquecida.¡Doctor! ¡Doctor! No sé lo que le pasa a Camilo. Acabo de encontrármelo en el baño, completamente desnudo… dándose una ducha

Fino ¡A cuento de que! ¿Qué le pasa ahora?

Peleón ¿Una ducha a estas horas?

Fino ¡Es una locura! A Peleón: Usted que tantas ganas tiene de verle, ¡eso es lo que hace su señor Camilo! Darse una ducha. ¡Habrase visto! A Raimunda: ¿Dónde está? ¿Dónde está el baño?

Raimunda.– Por aquí, doctor.

Fino, marchándose. Pero ¿qué les pasa a todos esta noche? ¿Qué les pasa?

Peleón Darse una ducha a estas horas, ¡menuda idea! En ese momento descubre la librea y la gorra que dejó Campofrío. ¡Eh! ¡No me engaño, esta es la librea de Blas! … La coge. ¡Y su gorra! ¡Ah! ¡Esta sí que es buena! …Pero ¿cómo ha llegado hasta aquí?… ¡Ah! Menuda coincidencia, esta sí que…

Escena 11
Los anteriores, Campofrío.

Campofrío ¡Qué sabor tan espantoso!

Peleón, dando un respingo al ver a Campofrío. ¡Eh! ¡Blas! ¡Blas, aquí! Se lanza para atraparlo.

Campofrío, aterrado. ¡El loco! ¡El loco en mi casa! Intenta escapar de Peleón.

Peleón ¡Ah, bestia! ¿Qué pintas tu aquí? Lo llega a cazar al vuelo.

Campofrío ¡Ay, ay, ay! ¡Ay, ay, ay!

Peleón ¡Ah! ¡Así que paseas mi librea por la ciudad!

Campofrío ¡Ay, ay, ay!

Campofrío, consigue zafarse. ¡Ay, ay, ay! ¡Ay, ay, ay!
Sale huyendo.

Peleón, empujándole. ¡Conque esas tenemos! ¡Ahora verás!¡Vas a sentir la voz de tu amo! …
Sale corriendo y se lleva la librea y la gorra de Blas.


Escena 12
Campofrío, Corleone, Blas, Girado, Raimunda.– y Luciana.

Campofrío, asoma la cabeza por la puerta de la izquierda. Muy angustiado. Se…¿Se ha marchado? Entrando en el espacio. ¡Ah! Ha sido una idea acertada el cerrar la puerta de golpe, así se ha pensado que huía por la escalera y se ha lanzado en mi busca. Respira. ¡Por fin! ¡Se ha marchado! En ese momento se oye un ruido confuso en la antecámara.

Voz de Corleone ¡Io entreró, Io entreró!

Campofrío ¿Qué ocurre ahí? La puerta del fondo se abre bruscamente.

Corleone, con una caja de pistolas bajo el brazo. ¡Ah! ¡Él!

Campofrío, acorralado. ¡Corleone! Hace ademán de huir.

Corleone, avanzando hacia él y en un tono que no admite réplica. ¡Quédese!

Campofrío, lastimoso. ¡Amigo mío! …

Corleone, con una mirada que le atraviesa. ¡Non hai più amigo! Deposita la caja. ¡Ajá! ¡Antes se me escapó! …¡Ma io lo he trovato! … Y sensa aquellos que me detuvieron y me llevaron …ante il comisario de policía, io le habría hecho sapere quello que es un revólver. Ma il comisario me ha tomado el revólver y me ha hecho prométerle … que no utilizaría mai el revólver… Suspiro. ¡Lo he prometido!

Campofrío, aliviado. ¿De veras? …¡Qué gran comisario!

Corleone E poi abre la caja. Io he traído… pistolas.

Campofrío, retrocediendo. ¿Eh?

Corleone ¡Oh! ¡Ma non tema niente! Io no quiero suicidarlo. Io lo haré cuando llegue el momento del flagrante delito.

Campofrío Ya, ya, ya lo he entendido.

Corleone …Ahora sería un asesinato… ¡Eso no lo quiero!

Campofrío ¡Ah! ¡Ya me parecía a mí!

Corleone Qui hay dos pistolas: una está cargada, la otra no.

Campofrío ¡Ah! ¡Bien! Prefiero la primera.

Corleone, lanza un rugido que hace estremecerse a Campofrío. ¡Argh! Se calma inmediatamente y coge un trozo de tiza en la caja. Io tomo la tiza, y dibujo un círculo sobre il suo cuore. Le dibuja el círculo sobre el lado izquierdo del pecho.

Campofrío ¡Oh! ¡Vamos! Se intenta borrar el círculo con la mano.

Corleone, se dibuja un círculo sobre el pecho.¡Io me faccio lo mismo!

Campofrío, aparte. ¡Seguro que ha sido sastre!

Corleone, deja la tiza y coge las pistolas. Cada uno toma una…el cañón en el círculo dil altro… ¡Pum! ¡Pum! …El que tiene la bala, está morto.

Campofrío ¡Ah! Y… ¿El otro?

Corleone, saltando con un rugido que hace sobresaltarse a Campofrío. ¡Argh! Muy tranquilo y cortés. ¡Es el duelo a la nostra maniera!

Campofrío, que aprecia poco este tipo de combates. ¡Pues sí que!

Corleone, muy amable, ofreciéndole las dos pistolas. ¡Vai! Escoja una pistola.

Campofrío ¿Qué?

Corleone, insiste, más decidido. Tome una pistola, le digo.

Campofrío ¡Gracias! ¡Pero nunca tomo nada entre comidas!

Corleone, feroz. ¡Ah! ¡Tome! … ¡O cometo un asesinato!

Campofrío ¿Va en serio? ¡Ah! ¡Dios mío! …. ¡Socorro! ¡Socorro! Sale disparado como un conejo por la puerta del fondo.

Corleone, se lanza tras él. ¡Campofrío! … ¡Vuelva aquí! …¡Vuelva aquí! … Mutis.

Voz de Campofrío ¡Socorro! ¡Socorro!

Voz de Corleone ¡Aspeta un po y verás! ¡Aspeta un po y verás!

Voz de Campofrío ¡Socorro! ¡Socorro! Asustado, reaparece en escena y se lanza como una flecha hacia la habitación de la derecha. En cuanto entra en la habitación se le oye gritar.
¡Ay! Inmediatamente reaparece enloquecido. ¡Ah! …¡Yo! …¡Yo! ¡Yo estoy acostado ahí, en mi cama! ¡La casa está encantada! ¡La casa está encantada!

Voz de Corleone ¿Dónde está il miserabile?

Campofrío, reconociendo la voz. ¡Uy! Corre hacia la puerta del fondo y la cierra.

Corleone, aparece y se lanza hacia la puerta por la que se acaba de escapar Campofrío.
¡Aspeta un po y verás! ¡Aspeta un po y verás! Se estampa la nariz contra la puerta que está con el pestillo echado.

Voz de Campofrío, desplazándose hacia la puerta del fondo a la derecha. ¡Socorro! ¡Socorro!

Corleone, corre hacia la puerta del fondo a la derecha y también se la encuentra cerrada.
¡Abre la puerta! ¡Abre la puerta!

Voz de Campofrío, desplazándose hacia la izquierda. ¡Socorro! ¡Socorro!

Corleone, corre hacia la puerta de la izquierda y también se la encuentra cerrada. ¡Abre la puerta, miserabile, abre la puerta! Forcejea con la puerta inútilmente.

Blas, sale por la derecha con su batín puesto y todavía adormilado. ¡Hay que ver! ¡No hay manera de pegar ojo! Corleone, al ver a Blas, se abalanza hacia él con las pistolas en la mano.

Corleone ¡Ah! ¡Eccolo! ¡Ah! ¡Miserabile! …¡Quieres coger las pistolas! …

Blas, dando un bote. ¡Dios mío! ¡El Macarroni!

Corleone ¡Qué io te mato!

Blas, sale disparado hacia la derecha. ¿Qué dice? … ¡Ay! ¡Dios mío! ¡Ay! ¡Dios mío!
Se encuentra con la puerta derecha cerrada.

Corleone ¡Ya eres mío! ¡No escaparás!

Blas, corriendo sucesivamente hacia las dos puertas del fondo que están cerradas. ¡Ay, Dios, Dios! ….¡Ay, Dios, Dios! … Llega hasta la ventana y al no ver otra salida. ¡Ah! Salta al vacío.

Corleone ¡Ah! ¡Disgraciato! ¡Se va a matar! Se asoma y mira. ¡No! …¡No le ha pasado niente! ¡Ah! …¡Io lo mataré! Va hacia la derecha. ¡Oh! ¡Sí! ¡Io lo mataré! Se afloja el cuello como un hombre al que se le ha subido la sangre. ¡Ah! ¡Io tengo sed! Ve el vaso que ha dejado a medias Campofrío. ¡Ah! Bebe con avidez. En cuanto nota el sabor en la boca se abalanza hacia la ventana y escupe. ¡Ah! ¡Porca miseria! Clamando al cielo. ¡Ma qué porquerías beben en esta casa! … Husmea el aire. Se encuentra con la escribanía que Fino dejó abierta. ¿A qué huele aquí? … ¡Il profumo de la carta! …¡Il profumo de la mía mujer! … Coge una de las hojas que es precisamente la que Luciana.– dejó en el primer acto.. ¡Ah! ¡El papel! … ¡El papel es el mismo! …¡Ah! ¡Y la letra! …¡La letra de la mía mujer! … Lee. “ Caballero, la otra noche le vi en el teatro.” ¡Ma! Es la copia de la carta al marido…que io llevo en el bolsillo… Saca la otra carta y las compara. ¿Perché? ¿Perché è qui? ¿Entre los papeles de la signora Campofrío? …¡Oh! ¡Quiero saberlo! ¡Lo sabré! … Corre hacia la puerta del fondo a la izquierda y la emprende a puñetazos. ¡Abra! ¡Abra!

Girado, aparece por la puerta. ¡Y bien! ¿Qué se le ofrece?

Corleone, agarrándole por la solapa. ¡Ah! ¡Il Girado! Me va a decir…

Girado ¡Cáspita! ¡El pistolero!

Corleone Questa carta…

Girado ¡Pero suélteme, vamos! …

Raimunda, apareciendo por la izquierda. ¿Qué sucede ahora?

Corleone, suelta a Girado y se va derecho hacia Raimunda. ¡No, usted! Questa carta que io he encontrado entre sus papeles.

Raimunda, reconoce la carta y tiene un pequeño sobresalto. ¡Eh! ¿Ahora se dedica a hurgar entre mis papeles?

Corleone ¡Eh! ¡Questa no es la cuestión! … Con rabia contenida. ¿Perché? … ¿Perché la letra de la mía mujer? …

Raimunda.– ¡Ajá!

Corleone ¿E poi en la sua casa donde escribe las cartas de amor?

Raimunda.– ¡Sí, en mi casa! Y sobre eso está metiendo la pata hasta el fondo; ¡por el contrario, todo debería convencerle de la absoluta inocencia de su mujer!

Corleone ¿Eh? …¿Come?

Raimunda.– ¡Cómo qué “Come”! Pues porque es de suponer que si existiese la más mínima intriga entre su mujer y mi marido, no sería precisamente en mi escribanía en donde…

Girado, rematando la frase de Raimunda. …se escribirían este tipo de cosas.

Corleone Pero entonces ¿Che cosa è?

Raimunda.– ¡Eh! “¡Cosa è, cosa è!” Aquí llega su señora, pregúntele usted mismo.

Corleone, corriendo hacia Luciana. ¡Ah! Signora, me va a decir…

Luciana, esbozando un movimiento de retirada. ¡Mi marido!

Corleone No, io se lo suplico, ¡quédese! …¡Una sola parola sua me puede tranquilizar! …¡Questa carta! …¡Questa carta! …

Luciana, sorprendida al reconocer la carta en manos de su marido. ¡Eh! ¿Cómo?

Corleone …¡Io la he trovato! …¿Perché? ¿Perché?

Luciana, mira a Raimunda. Pero…¡el secreto no me pertenece!

Raimunda.– ¡Adelante, Luciana! Dale la clave del enigma para mayor descanso de su sesera.

Corleone, suplicando. ¡Oh! ¡Sí!

Luciana, a Raimunda. ¿Entonces te parece? …

Raimunda, con indiferencia. ¡Adelante! ¡Adelante!

Luciana.– Como quieras. A su marido: ¡Oh! ¡Menudo Othello estás hecho! ¿Entonces no has entendido nada? A Raimunda, señalando a su marido: ¡Ma! ¡Che stupido è! A Corleone:
Raimunda.– pensava che ne aveva causa per dubitare del suo marito.

Corleone ¿Come?

Raimunda.– Allora, per provarlo va decidere di fare un appuntamento… al quale anche lei assistereva.

Corleone, loco de impaciencia. ¡Ma, la lettera! ¡La lettera!

Luciana, irritada.¡Eh! ¡La lettera! ¡La lettera! ¡Aspetta uomo! Calmándose y poniendo los puntos sobre las íes. Si lei aveva scritto la lettera al suo marito, lei avrebbe riconosciuto la sua calligrafia.

Corleone, con un destello de esperanza en los ojos ante la verdad que despunta. ¡Dopo! ¡Dopo!

Luciana.– Alora lei mi ha chiesto da scrivere in vece.

Corleone, que no da crédito a lo que escucha. ¿È vero? A Raimunda: ¿È vero?

Raimunda, asombrada por la pregunta en un idioma que ignora. ¿Cómo dice?

Corleone ¿È vero quello che lei ha detto?

Raimunda.– ¡De lo más vero que se pueda imaginar! Aparte. No tengo nada que perder.

Corleone ¡Ah! ¡Signora! ¡Signora! ¡Tutte le cose che io ho immaginato!

Raimunda, con reverencias cómicas.¡Oh! ¡No hay de qué! ¡De verdad, no hay de qué!

Corleone, a Luciana. ¡Ah! ¡Stupido! ¡Sono stupido! A Girado, dándose golpes en el pecho a modo de contricción. ¡Ah! ¡Sono un animale! ¡Animale! ¡Animale!

Girado, remedando a Corleone dándose golpes en el pecho. ¡Pero si llevamos matándonos horas para hacérselo entender! …

Corleone, que ya no lo escucha, a Luciana.– con ímpetu: ¡Ah! ¡Cara mia! ¡Scusa la mia stupidità!

Luciana.– Io ti perdono, ma non torni a farlo.

Corleone ¡Ah! ¡Cara mia! ¡Ah! ¡Io ti amo!

Raimunda, a Girado. ¡Qué pronto se entiende uno en italiano! En ese momento se abre la puerta del fondo a la derecha. Aparecen Fino, Camilo y Campofrío. La entrada es muy rápida.


Escena 13
Los anteriores, Campofrío, Fino, Camilo.

Fino ¡Pero, hijos míos, razonen, están perdiendo la cabeza!

Camilo, con un albornoz y sin paladar.Les digo que lo vi al mismo tiempo…ahí y allí.
Señala la antecámara y la habitación de la derecha.

Campofrío Y yo… ¡me encontré, cara a cara, conmigo mismo acostado en mi propia cama!

Fino, escéptico. ¡Oh!

Corleone ¿Cosa è? ¿Cosa è?

Campofrío, al ver a Corleone, se dispone a salir huyendo. ¡Corleone! ¿Todavía aquí?

Corleone, deteniéndolo con un gesto. ¡Va bene! ¡No tema! Io estoy tranquilo…io sé quien es la autora de la carta… la signora dil teatro no es la mía mujer, es la vostra.

Campofrío, a Raimunda: ¡Eh! ¡Tú!

Raimunda.– Pero si ya van cuarenta veces que te lo decimos.

Campofrío ¿A mí?

Girado ¡A quién, sino! Y cada vez nos abrazamos, y luego vuelta a empezar.

Campofrío ¿De qué habla?

Corleone ¡Y pensar que por eso, io le hice saltar per la finestra!

Campofrío ¿A mí?

Todos ¿Por la ventana?

Corleone ¡Ah! ¡Incluso llegué a spaventarmi!

Campofrío ¡A mí! ¡A mí! ¿A mí me hizo saltar por la ventana?

Corleone ¡Claro que sí le hice saltar! …Usted salía de ahí. Señala la habitación de la derecha.
¡Y hala! ¡Por la finestra!

Campofrío ¡Ya estamos! ¡Ya estamos! ¡Él también! …¡Todos somos víctimas de una misma alucinación! … ¡Lo que usted vio saltar por la ventana y que se me parecía… es lo que yo vi, con estos ojos, en mi propia cama!

Camilo ¡Y que yo vi, ahí y allí!

Campofrío ¡Por supuesto! Prueba de ello es que estoy seguro de no haber saltado por esa ventana.

Corleone ¿Come dice?

Fino, se coge la cabeza. ¡Uy! ¡Siento que se apodera de mí! …¡Siento que se apodera de mí!

Girado ¡La casa está encantada! …¡La casa está encantada! …


Escena 14
Los anteriores, Peleón.

Peleón, con el batín de Blas bajo el brazo.
Señoras y señores, les ruego me disculpen…

Campofrío ¡El loco! Asustado se esconde bajo la mesa.

Fino y Camilo ¡Peleón!

Raimunda.– El dueño del Gatito Coqueto.

Girado ¡El dueño del Hotel!

Peleón …Pero ahora mismo, cuando iba por la calle, casi me aterriza sobre la cabeza mi mozo que saltaba, no sé a cuento de qué, por esta ventana.

Todos ¿Eh?

Girado, Camilo y Corleone. ¡Era el mozo!

Peleón …y huía llevándose esta ropa. Enseña el batín.

Raimunda.– ¡Ah! ¡Pero si es de mi marido! … Creyendo encontrar a Campofrío. Es el tuyo, este bat…¡Vaya! …¿Dónde se ha metido? Llama. ¡Víctor Manuel! ¡Víctor Manuel! Sube hacia el fondo.

Todos ¡Víctor Manuel!

Peleón, descubre a Campofrío escondido a cuatro patas debajo de la mesa. ¡Ah!

Todos ¿Qué?

Peleón ¡Blas, otra vez Blas! Lo coge por la solapa y lo saca de su escondrijo.

Todos ¿Cómo que Blas?

Campofrío, saliendo de debajo de la mesa. ¡Ay, ay, ay! ¡Ay, ay, ay!

Peleón, dándole puntapiés. ¡Ah! ¡Marrano! ¡Animal! ¡Cerdo!

Todos ¡Ah!

Raimunda, interponiéndose. ¡Pero señor! …¡Si es mi marido!

Peleón, retrocede asombrado. ¿Cómo?

Campofrío Claro que sí. ¡Pero aquí el amigo tiene una idea fija! …¡Cada vez que nos vemos, me da una buena tunda!

Peleón ¿Este es su marido?

Raimunda.– ¡El señor Campofrío! …¡En persona!

Peleón ¡No me diga! ¡No puede ser! ¡Él! ¡Él! ¡Pero si es el vivo retrato Blas, mi mozo de hotel!

Todos ¡Blas!

Peleón Sí, el mismo que saltó por la ventana hace un instante.

Todos, asombrados. ¡Ah!

Campofrío Pero ya lo entiendo todo, el hombre que vi antes en mi cama y que tomé por mí mismo, ¡era Blas!

Todos ¡Blas!

Raimunda.– ¡También era el que vimos en el hotel, botella en mano!

Girado ¡Al que besamos!

Todos ¡Era Blas!

Luciana.– ¡El que me quería arrastrar a la taberna!

Camilo ¡Y el que tenía un gancho de madera!

Todos ¡Era Blas!

Campofrío ¡Blas! ¡Blas! ¡Y siempre Blas! ¡Ah! ¡Diablos! ¡Lamento que haya tomado las de Villadiego tan rápido! …Ya me hubiese gustado ver de cerca a mi sosia particular.

Peleón Pues bien, eso tiene arreglo, el señor no tiene más que venir un día al Hotel del Gatito Coqueto.

Campofrío ¿Yo? ¡Yo, al Gatito Coqueto! ¡Ni hablar! ¡Qué se ha creído!

Raimunda, con perfidia. ¿Ni siquiera por los bellos ojos de la desconocida del teatro?

Campofrío ¡Ah! ¡Sí, tu ríete de mí! ¡Mira que haberme tendido esa trampa ridícula!

Raimunda.– ¡Te pido perdón, me equivoqué! ¡Pero qué quieres, dudaba de tu fidelidad!

Campofrío ¡Santo Cielo! ¿Y eso por qué? ¿ Por qué?

Raimunda.– Pues porque… Acércate, mira, porque…
Le habla al oído.

Campofrío ¡No me digas! ¡Por tan poquita cosa!

Raimunda.– ¿Cómo? ¡Precisamente por tan poquita cosa!

Campofrío ¡Oh! ¡Pues sí que!

Raimunda.– Qué quieres que te diga, ¡es una tontería! … Pero eso me había puesto la mosca detrás de la oreja.

Campofrío ¡Vaya con la mosca! Como si aceptara un desafío. ¡Está bien! En tono más bajo.
Esta noche la mataré.

Raimunda, con un deje de ironía. ¿Tú?

Campofrío, menos fanfarrón.¡Bueno! …En fin, lo intentaré…

Camilo, mientras cae el telón. ¡Pues bien! En cuanto a mí, escúchenme, no sé si se lo podrán creer pero…

Todo, un solo grito. ¡Ni hablar! ¡Hasta mañana! ¡Hasta mañana!

Telón