3/3/09

LILITH, por MARIO JAIME


Saludos Benjamin

me encontré con tu blog

Atendiendo a la invitación sobre dar a conocer las obras te envío mi obra
'Lilith'
Es una obrita que me premiaron en México en el 2007

el número de registro de derechos de autor es:

03-2007-111414305200-01





LILITH
POR:

Mario Jaime



Al cadáver de un hada que quizá, no existió




Dramatis personae:

Lilith
Adam
Jehová
Evohé
Senoy
Sensenoy
Semengaloff
Gilgamesh
Tierra
Tiempo







Prólogo
Gilgamesh destruido.
Gilgamesh – Mi flor… ¿Dónde está mi flor? Se la tragó la serpiente. ¿Dónde está la eternidad? Mi flor.
Entra el espíritu de la Tierra, canta:
Ya casi perezco sin un sueño
Como si el mar no fuese aroma sino sangre

Perdí una playa

Aliento de mi vida

Sangre mía, Sangre Ajena, Sangre del Coral

Sangre que ha borrado mi camino
Ya no hay sueños bajo sangre

Temo sentir un nuevo anochecer

Pues aquí mi corazón ha terminado


I
Senmengaloff – El amor no es sino una pesadilla.
Senoy – El amor es un sueño vil.
Sensenoy – Alabemos al Rey Jehová, todopoderoso. Que castigó los falsos profetas, alabemos, alabemos.
Semengaloff – Alabemos.
Senoy – Alabemos.
Sensenoy – Hermanos, alabemos.
Senoy – Alabemos.
Sensenoy – Nuestra misión es cuidar las puertas del Edén. Ninguna horda de bárbaros puede penetrar, ningún demonio, ninguna sacerdotisa infame de la triple luna. Edén es reino y potestad absoluta de nuestro Rey.
Senoy – Alabemos.
Sensenoy – Semengaloff, hermano. Tú que cuidas la puerta norte. Dime, ¿has visto algún peligro?
Semengaloff – Desde las atalayas maté dos halcones que tenían carbunclos como ojos. Eran espías de las malditas sirenas que reinan en la escollera.
Sensenoy – Y tú, Senoy, el más hermoso de los arcángeles. Tú que cuidas la puerta sur. Dime, ¿has visto algún peligro?
Senoy – Con mis flechas mojadas con la sangre del basilisco atravesé al unicornio que montaba una virgen más allá de las rutas del oro. Con paciencia, algún día, exterminaremos a esas bestias impuras.
Semengaloff – Alabemos a nuestro Rey.
Senoy – Alabemos.
Sensenoy – Capitán de los arcángeles, yo, Sensenoy, ponderaré sus hazañas frente a Jehová. El rey estará complacido por los servicios.
Sale.
Semengaloff – El amor no es sino una pesadilla.
Senoy – El amor un sueño vil.
Semengaloff – Hoy la vi. Llevaba flores de esparto en sus manos y un brazalete de zafiro. Se ha dejado caer el cabello aún contra la ley divina. Comía una granada.
Senoy – Semegaloff, fui a la playa en la madrugada para hacer que la escultura de Innana llorase pintura, así los campesinos pensarán que llora sangre y alabarán aún más a la madre del rey como divinidad.
Semengaloff – Sonreía en las sombras y escupía al sol. Sin embargo su cabello relumbra más bajo la luz del día. Percibí el aroma de su lengua cuando probó una simple uva. El universo se fermentó en espasmos.
Senoy – Semegaloff, sígueme en el camino de los sueños.
Semengaloff – Tan hermosa es la palabra cuando la rodea, cuando la describe…
Senoy – Que yo te seguiré en las esperanzas.
Semengaloff – Toma forma y un dios bello la moldea con aliento de astros.
Senoy – Vamos juntos a la ruta de una estrella dorada. Podemos dejar esta vida castrense.
Semengaloff – Su cabello, el orto del salvado. Sus ojos el amanecer reflejado en el espejo de la flor.
Senoy – Aunque un océano nos separe, la marea tiende a reunificar los besos y las risas.
Semengaloff – Su risa es el aguamiel durmiente en la colmena y su enojo el sutil repliegue de las brisas.
Senoy – No me escuchas, hermano.
Semengaloff - ¡Pero ella es la esposa del necio de Adam!
Senoy - ¡Déjala, hermano! Mírame a mí, tengo la piel más blanca, soy más fuerte que ella y puedo abrazarte hasta romperte los huesos
Senoy comienza a desnudarse pero la intromisión de Sensenoy lo alarma. Vuelve a su posición de guardia.
Entra Sensenoy. Después Jehová que se sienta en el trono seguido de Evohé que se tiende a sus pies, masajeándolos.
Sensenoy - ¡Alabemos a Jehová, nuestro Rey omnipotente!
Jehová- ¡Tiembla, oh, tierra de pánico! ¡Yo soy quién soy!
Sensenoy – El Rey Jehová. ¡Maestro de la ortiga dorada! ¡Emperador de los desiertos! ¡Conquistador y azote de los pueblos! ¡Caballero sagrado de la orden de…!
Jehová – ¡Silencio! Evohé, ¿qué haces? Debes lamer mis pies, no acariciarlos.
Evohé – Amo y Señor, estoy cansada. Ayer, tu divino cetro me desgarró y tuve que llamar a los médicos.
Jehová - ¡Hazlo, perra!
Le patea la cara.
Sensenoy – El patriarca Adam, señor de la humanidad.
Entra Adam, se arrodilla.
Jehová – Levántate, estás frente a un torso sagrado. ¿Por qué no estás arando la tierra y preñando a tus esclavas?
Adam – Oh, Rey, es mi mujer. Lilith.
Jehová – De nuevo. ¿Su nombre es disolución, acaso? ¿Por qué te detienes, perra? ¡Lame!
Evohé – Sí, amo y señor.
Adam – Señor, Lilith volvió a devorar a uno de nuestros hijos.
Jehová - ¡Miserable blasfema!
Adam - Después de parirlo se dirigió al río. Allí lo lavó y con los dientes le cortó la garganta, bebió su sangre y arrojó su cuerpo a las hienas.
Jehová - ¿Cuántos niños ha comido?
Adam – Este fue nuestro quinto hijo.
Jehová - ¿Por qué no está aquí? ¿Qué hace todo el día?
Adam – Se burla de mí, Señor. Dice que jamás amamantará un hijo mío, se complace en copular con las panteras de la montaña blanca. Prefiere las inmundas caricias de los dragones y seduce pescadores.
Jehová – Busca otra mujer. Esa será lapidada muy pronto.
Adam – Señor, esa mujer me trae la vergüenza. Mi pueblo se burla de mí. Gritan cuando paso y no acatan mis órdenes. Las mujeres la insultan públicamente pero la admiran en secreto. Se pasea desnuda por los campos. No quiere cubrir sus vergüenzas. Teje guirnaldas, se pone tocas de cicuta en las sienes, se pinta los párpados con mercurio, la boca con extracto de belladona, usa collares de prímulas, perfuma sus senos con albahaca y su lengua de canela. Pasa las tardes en el lago, canta y dice que ama a un héroe tosco que viaja en busca de una rara flor mágica.

Jehová – Esa mujer está loca, no la toques más. Recházala, despídela de tu hogar.
Adam – Ese es el problema, oh Rey, ella se ha ido a vivir a las cuevas y desea salir del Edén.
Jehová – Imposible, no sin mi autorización. Sensenoy, ¿Tus guardias han visto a Lilith intentar saltar las murallas?
Sensenoy – No hay novedad, Majestad. Ninguno de tus súbditos ha abandonado el reino.
Jehová – Senoy. Vuela hacia los mercados. ¡Qué nadie venda comida a esa ramera! Mata a todas las bestias que han copulado con ella y clama en la plaza que aquel que se atreva a mirarla será castigado, sus ojos serán arrancados y su lengua mutilada.
Senoy – Sí, Majestad.
Sale
Jehová – Lilith, volverá a tu hogar, Adam. Dale una oportunidad más, préñala de nuevo. Sí devora a tu hijo entonces la colgaremos.
Sensenoy - ¡Hermano!
Jehová - ¿Qué sucede con este miserable?
Sensenoy – Se ha desmayado.
Semegaloff – No es nada…el calor sofocante.
Jehová – Denle agua a este borracho. Deberías fijarte bien a quién reclutas, Sensenoy. No quiero débiles en mi ejército. Llévatelo.
Sale Sensenoy cargando a Semengaloff.
Jehová – Puedes retirarte, Adam. Sigue nombrando las cosas del Edén. Sacrifica once becerros y los traes aquí.
Adam – Si, mi Señor.
Jehová - ¡Lárgate!
Sale Adam
Jehová – Es suficiente. Levántate y siéntate sobre mis piernas.
Evohé – Sí, mi amo y señor.
Jehová - ¿Por qué me miras de ese modo? Habla.
Evohé – Señor, me parece…
Jehová – No me molestaré.
Evohé – Me parece que has sido muy indulgente con esa Lilith.
Jehová - ¿Juzgas mi manera de impartir justicia?
Evohé – Nunca, amo y señor. Usted es justo y sabio. Le suplico ilumine a una pobre esposa ignorante como yo.
Jehová – Habla pues.
Evohé – Señor, la semana pasado impartiste justicia sobre una mujer, Ruth, la esposa de un jornalero. Ella se atrevió a tocar a su marido cuando estaba impura, cuando la luna ejercía su maligno poder sobre su cuerpo. Mandaste, con justicia, que la lapidaran hasta la muerte, después de cortarle la mano y colgaran su cabeza a la atalaya. No entiendo, como a Lilith, habiendo cometido tantos pecados, tu benevolencia alcanza.
Jehová – Mis caminos son misteriosos, Evohé, dulce esposa. Te ordeno no indagues más sobre lo que no puedas comprender. Ahora, bésame el vientre y poco a poco desliza tu lengua hasta alcanzar mi cetro.
Evohé – Gracias, amo y señor.
Oscuro lento

II

Semengaloff – Ya no necesito esa pomada de erizo. Dame la coraza. ¡Deja de frotarme!
Senoy – Tu desmayo me hace desmayar. He oído que una pasión desenfrenada rompe los lazos de una mente. Ten cuidado, Semengaloff. Ir en pos de un torrente salvaje es la muerte.
Semengaloff - ¡Suelta! ¿Crees que tu mirada azul calmará mi sed?
Senoy – Te he visto en las guardias. Tu mano se agita debajo de la armadura, sollozas su asqueroso nombre y luego te limpias con ámbar.
Semengaloff - ¿Tienes ceniza?
Senoy – La culpa no es mi madre. Yo te deseo limpiamente.
Semengaloff – Vete con las esclavas. Hay mucha carne en aquel matadero para colmar tu pasión.
Senoy – Lo mismo te digo respecto a esa víbora.
Semengaloff - ¡No hables así de ella!
Senoy – Eres como un dios, Semengaloff, tu pecho es más duro que el cobre, tus muslos me parecen remolinos nudosos, podrías abrazarme y me desarticularías.

Semengaloff – Inundo de saliva mi lecho y no puedo descansar. Una tras otra, gasto esclavas mordiéndolas como higos, escupiendo sus cuerpos laxos y este ardor no cesa. ¡Nunca cesará!
Senoy – No has probado mi aguamiel. Puedo yo ser el que calme tu sed. Prueba, nada pierdes, soy más fuerte que Lilith. Desgárrame completo, puedo servirte siempre. Puedes golpearme, destrozar mi nariz, tragaré arena y te llamaré mi dueño. La única condición es que jamás pienses en ella.
Semengaloff - ¿Y después? Una vez satisfecho tu asqueroso concúbito nos castrarán.
Senoy – ¡Ve y fuérzala! Te darás cuenta de que es un sueño. Al final, cuando tu semen la recubra y, cansando, te arrastres por el desierto, sabrás que es una mujer como cualquier otra. Entonces volverás a mí, porque en mis labios está la verdad y la vida.
Lo besa. Por un instante el universo puede languidecer. Semengaloff se aterra.
Semengaloff - ¡Aparta! Pienso en ella, me desgajo, sus ojos que languidecen cuando nada bajo la catarata y los peces arco iris nadan entre sus piernas buscando un sendero de amatistas.
Senoy - ¡Te odio! Algún día, pedirás a gritos que te bese.
Semengaloff – Saca tu espada, tal vez si te corto esa serpiente inmunda que se agita cada vez que respiro, puedas encontrar alguna paz.
Senoy – Aquí está mi espada flamígera. ¡Ataca, cobarde! Pero si te derroto, cortaré tu hígado y te poseeré hasta el anochecer mientras saboreo los aullidos del placer y del dolor.
Entra Sensenoy
Sensenoy - ¡Imprudentes! ¡Envainen! ¡Imbéciles! ¿Acaso no somos hijos de la misma madre? ¿Es que parió chacales?
Senoy – Fue un impulso absurdo. No volverá a suceder.
Sensenoy – Refrenen su cólera. Nuestro deber es vigilar. Enamorarse es delicado. Háganlo de seres que no interfieran con nuestra labor. Tenemos una misión. En marcha.
Salen con la congoja de lo que no puede ser.
Oscuro.

III

Lilith deja libre a un ave fénix.
Lilith – Yo no sabía que los dioses llorasen. Hoy, bajo el cielo rojo plomizo, gotas de icor cayeron al mundo y fui testigo de cuando los dioses lloran.
Asistí al himno de tristeza perdiéndome en su cieno.
Cuando los dioses lloran el viento baja la cabeza, la soledad se yergue a carcajadas, los niños mueren, el sol los seca, agonizan areniscas sobre rostros ciegos. Los árboles se pudren desde abajo, sollozantes, lóbregos.
Cuando los dioses lloran, el eterno océano se colapsa, rinde sus flujos a la nada y caen los sueños como pájaros heridos. Los ojos se disuelven empotrados, rotos, viejos, la pasión se torna loca como el yunque que golpea aplastando luces y las esperanzas se encogen tímidas, cobardes.
El tiempo es absurdo, se suicida. Ya no brotan odas de la tierra, ni rumores, agua, ni alegría. Los esqueletos se palpan el rostro sin comprender su falta de alma y piel. Gritan al vacío, al abismo, al abisvacío. Todo mudo. Agoniza el sol. Gime el orto y el telón cierra lontananza. Los sangrientos miran a la bruma inmersa y observan el triunfo de la amarga realidad. Si hasta los dioses lloran entonces los sepulcros ríen esperando al huésped que sólo columbra una entrada, punto negro en hueca oscuridad. ¡Es mejor saber la muerte que conocer la nada! La vida enmudece y el gorrión solitario muere dentro de la jaula.
Cuando los dioses lloran.
Entra Adam
Adam - ¿Estás triste de nuevo? ¿Quién puede comprenderte?
Lilith – Déjame sola.
Adam – Te recibí de nuevo bajo mi techo.
Lilith – Yo no vine por mi gusto, las tropas del tirano me arrastraron.
Adam – Intentaste otra vez saltar la muralla.
Lilith – Él está triste, ha llorado. Me lo dijo el ave mensajera.
Adam - ¡Él! ¡Él! Te atreves, desvergonzada, a nombrarle frente a mí.
Lilith – Él es un dios. Algún día vendrá y escanciaré sus besos. Pero ha perdido la flor de la inmortalidad.
Adam - ¡Soy tu marido!
Lilith – Si me tocas rebanaré tu escroto y daré los testículos a los escarabajos para que desoven sobre ellos.
Adam – Ese hombre es un bárbaro. Yo pastoreo para darte leche y carne. Conmigo tienes un techo.
Lilith – Él derrotó a los hombres escorpiones, bajó al fondo del mar para arrancar la flor de la inmortalidad pero quedó exhausto. Entonces la serpiente del árbol dónde yo habité se la comió. Ahora llora desconsolado pues su viaje de quince años ha sido un fracaso y morirá. ¿Hay pena más noble y digna de piedad?
Adam - ¡En lugar de llorar a tus hijos que tus dientes destazaron, lloras por ese bárbaro!
Lilith – Yo no quiero tener hijos. Mi cuerpo es mío. Si tu ley miserable me condena a ser una paridora me rebelo lavando la afrenta. Junta sus cráneos y colócalos sobre las tablas divinas. Dile a tu Rey que ellos se han salvado de su esclavitud y enajenación.
Adam - ¡Te estoy salvando la vida!
Lilith - ¿Para qué la quiero? Deja que me lapiden, si Gilgamesh ha perdido la razón de su existencia entonces muera yo compartiendo su dolor.
Adam - ¡Otra vez ese nombre! ¡Yo soy tu dueño! ¡Yo soy la máscara!
Lilith – Déjame morir en paz.
Adam – Lilith, hermosa leona, bien sabes que no puedo soportar la ausencia de tus mordiscos.
Lilith - ¡Eso es lo único que te importa! ¡El éxtasis que yo te inflijo! Bien…pues si para eso es lo que me quieres, tómame, ¡Anda! ¡Cobarde! ¡Puerco!
Se desnuda. Adam no logra contenerse y se despoja también de su manto. Intenta besarla en la espalda y el cuello mientras Lilith levanta sus lágrimas al cielo.
Adam - ¡Las colmenas!
Lilith - ¡Enano hecho a imagen y semejanza de la mierda! ¡Patriarca mediocre! ¡Sabes que mientras intentas darme un placer inexistente yo pienso en Gilgamesh que ahora está desconsolado en las arenas!
Adam - ¡La miel en los reflejos del estanque! ¡Tobillos! ¡Sudor!
Lilith – Siete años ha que huí al verlo llegar, siete que ha morado en mis sueños, siete de agonía y cantos basados en su cuerpo.
Adam - ¡Tu cuerpo! ¡Sólo el cuerpo es verdad!
Intenta arrojarla a tierra pero Lilith le araña el costado. Adam cae boca arriba y ella le monta frenética.
Lilith - ¡Yo desde las alturas! ¡Yo en el clímax y la montaña! ¡Tú, el hombre pequeño y absurdo en la tierra! Con tu espalda ensuciándose de lodo. Tú, el mísero arcón de lo posible donde nada cabe. ¡Yo en el relámpago y la lluvia! ¡Tú, letrina y charco! ¡Yo, aurora y tempestad!
Adam - ¡Basta, es suficiente!
Lilith - ¡No! Ahora cabalgo sobre la mugre, ahora siente como el ciclón barre con la inmundicia. Te falta ímpetu, tu vigor es una brizna fétida.
Entran Senoy, Sensenoy y Semengaloff. Separan violentamente a la pareja.
Sensenoy - ¡Por la autoridad del Rey, Lilith, deja en paz a este hombre!
Semengaloff – (Tirando de los cabellos de Adam) ¿Qué haces, miserable pastor?
Senoy – ¡La tengo! ¡Arrópate, ramera!
Lilith – Escupo sobre ti, mercenario afeminado.
Semengaloff - ¡No la maltrates, Senoy! ¡Es una mujer!
Sensenoy – El Rey Jehová nos espera. En marcha.
Adam – Dénme agua.
Semengaloff - ¡Cúbrete, perro!
Salen
Oscuro

IV
Jehová en el trono. Evohé a sus pies. Lilith y Adam de pie.
Los tres ángeles cuidan las salidas.
Lilith – Reyezuelo. Crees que el mundo es un prado rodeado de arena donde mandas y castigas. No puedes ver más allá de las dunas. Los fondos de los mares bullen de imperios que saben de belleza y salvajismo, más allá de las estrellas hay monstruosos animales que sueñan con forjar vida y pesadillas incalculables. Tú sopesas el valor en oro y en obediencia, pero hay hombres que pugnan por vencer la muerte y descubrir el secreto del fénix.
Adam – Señor, está poseída por un espíritu brutal. No sabe lo que dice.
Jehová - ¿Es cierto, Lilith, que fornicabas sobre tu marido?
Lilith – ¡Eso no es de tu incumbencia!
Jehová – Yo hice este jardín, permito que el pueblo de Adam sea regido por mi benevolencia. Hay leyes que deben respetarse. Sensenoy, habla.
Sensenoy – Señor, nosotros fuimos testigos de que Lilith estaba sobre Adam en la cópula.
Jehová – Adam, ¿eres insensato?
Adam – Ella me obligó, Señor. Estoy enfermo, intentaba cumplir tu mandato pues quería preñarla de nuevo.
Jehová – Debiste amarrarla como a las cabras cuando llega el momento del holocausto. Lilith, las hembras no deben estar sobre el hombre mientras dura la cópula. El hombre es vuestro amo, patrón y dueño absoluto. Teniendo él la posición de privilegio, se evitan las maldiciones y se denota la superioridad.
Lilith – Yo soy arcilla, lo mismo que este hombre. Él no es superior a mí y dudo mucho que seamos iguales.
Jehová – Tus blasfemias han llegado al límite. Nada se me escapa. La mujer es inferior al hombre y así debe ser tratada, mira.
Abofetea a Evohé hasta sangrarla.
Evohé – Gracias…amo y señor.
Jehová - ¿Lo ves? Está hecha para servirme.
Lilith – Yo no sirvo a nadie, no soy una esclava y si así hubiera nacido rompería mis cadenas.
Jehová – Senoy, mi memoria flaquea. ¿Qué pecados ha cometido Lilith?
Senoy – (Abriendo un papiro)
Declaró públicamente que Jehová no era su Rey.
Fornicó con un dragón de fuego.
Fornicó con una pantera
Fornicó con un tigre
Fornicó con el vendedor de amuletos
Fornicó con un Etíope
Fornicó con dos serpientes de agua
Fornicó con el espectro de una muchacha enloquecida
Fornicó con una sirena
Fornicó con una mariposa que reconvertía en una mujer diminuta
Sedujo a la esposa de Elohim
Sedujo a la esclava de Baruk
Sedujo al hijo de Sarah
Sedujo al leproso de Sarumm
Invocó a los demonios del aire
Invocó a los demonios del éter
Tuvo contacto carnal cuando menstruaba con su esposo
Tuvo contacto carnal cuando menstruaba con un murciélago
Tuvo contacto carnal cuando menstruaba con el sembrador de cedros
No respetó la fiesta del holocausto
No respetó la fiesta de la cebada
No respetó la fiesta del himeneo
Devoró a sus cinco hijos después de ahogarlos en el río
Escupió en la cara del recaudador de impuestos
Robó las magnolias del jardín de Akasha
Desenterró el cadáver de Misrhaim y preparó una infusión
Dio de beber su menstruo a un basilisco
Convenció a la partera de Varrey a que se ahorcara
Sembró flores de espino en los senderos
Propagó la doctrina de Bastet
Propagó la doctrina de Ishtar
Propagó la doctrina de Menmut
Propagó la doctrina de Qeteb
Bebió sangre del hijo de Ester
Bebió sangre del hijo de Ammuz
Bebió sangre del pecho de Hennei
Le compró a Herckuff su pigmeo y le dio la libertad
Desató los toros gallus para que destruyeran los sembradíos
Copuló sobre Onán
Copuló sobre Met
Copuló sobre Adam
Jehová – ¡Suficiente! En verdad eres un monstruo.
Lilith – Soy la noche, la abundancia y la sensualidad.
Adam – Señor, un ave, parecida al pájaro Ziz que nos protege del sol, le lleva informes sobre su amado.
Jehová – Es el pájaro que vuela desde Arabia y anida cada 500 años. ¿Ni di órdenes explícitas que lo asaetaran? Es un mensajero maligno.
Sensenoy – Lo hemos hecho, Señor, pero misteriosamente, el pájaro regresa, huele a ámbar y anida en las cenizas.
Adam – Señor, esta ave le habla de un hombre que encontró la flor de la eternidad. Mi esposa lleva años enloquecida por este bárbaro y desea escapar para ir a su encuentro.
Jehová – Lo recuerdo, vino aquí hace ya tiempo, cuando ustedes eran casi niños. Pagó el peaje y se fue. Era un guerrero valiente pero loco. Pobre niña, tu alma quedó en esa visión. Adam, eres un necio, te dije que buscaras otra mujer pero te empeñas en acostarte con el monstruo. Eres tonto pero te quiero.

Adam – Gracias, Señor.
Jehová – En cuanto a ti, Lilith, tus pecados son risibles. También yo he matado a mis hijos que han desobedecido, excepto a este, mi primogénito. También yo he fornicado con esclavas y seducido a las esposas de los comerciantes. También yo soy un mago y conozco el poder de las ortigas que flamean. Sin embargo hay una gran diferencia, yo soy el Rey y tú eres una súbdita, la esposa de mi hijo. Si él no es suficientemente hombre para castigarte tendré que resolver con prudencia y firmeza. ¿Me escuchas?
Lilith – Gilgamesh…perdió la flor, ahora llora buscando un pétalo en la canícula.
Jehová – No atiendes a lo que digo, no te postras, eres necia y soberbia.
Lilith – Y tú apestas. Te derramas siempre que me ves, deseas someterme pero nunca podrás.
Sensenoy se precipita para decapitarla pero Jehová lo detiene con una carcajada.
Jehová – Soy omnipotente.
Lilith – No me asusta tu violencia.
Jehová – He derrotado a los ejércitos más poderosos. Derrumbé sus murallas, conozco la eficacia de los rayos. A mi voluntad las aguas…
Lilith – Conozco tu secreto.
Lilith avanza y le susurra una palabra al oído, Jehová se levanta como un trueno. Palidece.
Jehová - ¡Sensenoy! ¡Amordázala!
Sensenoy lo hace. Semengaloff duda pero Senoy lo amenaza con una daga.
Adam – Padre…
Jehová - ¡Silencio! Sensenoy, cúbrete de cera los oídos y arrójala al pozo más profundo. Tapia la boca con piedra y hierro. La dejaremos morir de hambre y sed. Que nadie se acerque al pozo bajo pena de muerte.
Sale aterrado, Evohé le sigue asombrada. Sensenoy se lleva a Lilith amordazada. Senoy se lleva a Semengaloff con la hoja de la espada en la garganta. Adam queda al centro petrificado, como el hombre ante el cosmos.
Oscuro

V

Lilith en la penumbra.
Entra Evohé con una antorcha y una jarra.
Evohé - Traje aguamiel, bebe. Aquí hay un pedazo de colmena de avispa y un trozo de muslo de cabra, sé que te gusta.
Lilith se arroja, come y bebe desesperada.
Evohé – No soportaba pensar en tu sufrimiento. Llevas aquí cinco días. Sin luz, sin agua. ¿Cómo conservas tu hermosura? No hables, no me des las gracias. Come. Entré por un pasadizo. El Rey no sabe nada, cree que estoy en mi cámara nupcial. Salió a matar leones. Bebe más. Este lugar es asqueroso. ¡Cuantas alimañas! Pero ni los insectos se atreven a tocarte.
Lilith – Es suficiente, gracias.
Evohé – Traje también un poco de aceite, limpia tu cuerpo con este pañuelo. Déjame untarte, descansarán tus miembros. Aquí hay un peine de oro.
Lilith - ¿Por qué haces esto?
Evohé – Estoy intrigada, tu amor es incognoscible. No me mires así, sé que te repugno pero yo te admiro. Déjame peinar esos cabellos que parecen sargazo.
Lilith - ¿Cómo conoces el sargazo? Pensé que habías nacido en el desierto.
Evohé – Toma más miel, sigues débil, necesito que tengas energías. Dicen que eres una fragua donde el pecado se saborea y refresca aunque enloqueces a los que te aman.
Lilith - ¿Quién soy, según tú?
Evohé – Un salto hacia la muerte… y quizá valga la pena saltar.
Lilith - ¿Cómo puedes soportar las vejaciones de ese puerco?
Evohé – El es mi amo y señor. Me excita el sentir su pie dislocándome.
Lilith – No lo puedo comprender.
Evohé – Por qué bebes sangre igual que él, por eso te odia, porque te desea. Eres la única que sabe su verdadero nombre.
Lilith – ¿Te lo confesó?
Evohé – Habló mientras dormía. Soñaba con erupciones y tu rostro. Entonces gritó: ¡Lilith conoce mi nombre! ¿Eso fue lo que le susurraste al oído, verdad?
Lilith – El que lo pronuncie en voz alta puede derrocarlo. ¿Para eso viniste? ¿Deseas saber su nombre verdadero y destruirle?
Evohé – Sí es eso, pero no vine únicamente por ello.
Lilith – A burlarte de mí.
Evohé – Me seduce el escarnio en mi propia persona pero no en tu belleza. Me intriga tu ferviente amor por ese Gilgamesh. Cada vez que alguien pronuncia su nombre comienzas a tiritar, sudas, tartamudeas. Soy curiosa. ¿Cómo es qué tú, una llamarada de poder, tiembla ante un hombre?
Lilith – No lo sé, estoy enferma. Lloro sin razón y me maldigo recordando que huí de él la primera vez que lo vi.
Evohé – Relátame eso.
Lilith – Estaba yo en el árbol de Innana, deseaba convertirme en aire, cuando él apareció. El pájaro de la tempestad se fue y él derrumbó mi casa con un hacha. Yo caí y él me miró. Dijo la palabra ‘tierra’ y yo temblé. Lo primero que columbré de su cuerpo fue una sombra en el cuello, debajo de un rizo. Fue suficiente para que el salvajismo me inundara, sin embargo me petrifiqué. Era un relámpago blanco, con destellos de carne aromática. Los pájaros trinaban nerviosos alrededor, sus plumas cayeron como un arrecife que alumbra la superficie. Iba sobre un carro de marfil tirado por leones de melena negra. En su hombro chillaba un glifo. No vi sus ojos, creo que tienen el color de la violencia. Dejó un rastro de neblina, quise llamarle pero salí huyendo. Me arrojé al fondo del río, allí esperé a que las aguas se volvieran claras.
Mi corazón era polvo decantado. La bóveda celeste sufrió calambres, todas las constelaciones se habían enamorado.
Desde entonces, le busqué, pero los soldados del Rey me impedían salir del Edén. El ave fénix me trajo noticias, me susurró su nombre: Gilgamesh. Me dijo que era un hombre aterrado por la muerte, que iba en busca de la flor de la inmortalidad. Constantemente recibí noticias de su viaje y las escuché con emoción. Supe que había derrotado al ejército de los hombres escorpión para entrar al desierto negro, entre las columnas de esfinges. Supe como se embarcó hasta el reino de Rahab. Sus marinos perecieron en la galerna, fueron devorados por peces de metal fundido, otros se ahogaron de pavor. Él resistió y se lanzó a las aguas que ningún ser humano había tocado jamás. Estuvo en el fondo abisal por diez días. El fénix revoloteó sobre las olas esperándolo, creyó que se había ahogado. Por fin salió, triunfante, glorioso, con la flor azul en la mano. Su cuerpo estaba casi destruido pero lo había logrado. Feliz descansó bajo un árbol. Pero la serpiente, encantada por el aroma de la flor, la devoró mientras dormía. Imagina su dolor cuando despertó. Los años y el cansancio, su viaje y sus amigos habían muerto pro nada. Lo peor es que había perdido la esperanza y se vio en el futuro, con las moscas desovando sobre su boca, las cuencas de su cráneo, su conciencia perdida para no ser jamás.
Evohé - ¿Eso es lo que te atrae de él?
Lilith – Me atrae su libertad, pero me horroriza su obsesión. No es por voluntad que le amo, él me encadena a una imagen, no soy libre bajo el yugo de su espera.
Evohé - ¿Si te libero y te muestro un pasadizo hacia fuera de las murallas, correrás a su encuentro?
Lilith - ¡Es una fuerza irresistible! Quisiera irme a la jungla, a traducir el trino de las aves y ser amante del reptil que no pide más que sinceridad, pero volaría en pos de Gilgamesh, a curar su herida. El ave fénix me dijo que había bajado al reino de los muertos para buscar a Enkidu, su antiguo amante. ¡Hasta allá le buscaría! Si todos los seres que osan conocerme caen en un hechizo amoroso, entonces él lo hará también.
Evohé – Tu pasión desenfrenada me vuelve loca, tu hechizo obra en mi cada vez más veloz. Voy a liberarte, puedes salir por donde entré, el pasadizo se bifurca, a la izquierda da al palacio del rey, a la derecha fuera del Edén.
Lilith - ¿Cuál es el precio?
Evohé - ¿Conoces la historia de Hedammu?
Lilith – La serpiente más voraz de los océanos.
Evohé – Hasta que Isthar, después de haber preparado su talismán, se le presentó desnuda y lo sedujo, volviéndolo impotente.
Lilith – Hedammu ahora duerme feliz soñando con el beso de Ishtar.
Evohé – Dicen que tu eres sacerdotisa de Ishtar y te iniciaste en las escuelas marinas que adoran a Hécate. Por eso te revistes con la luna oscura.
Lilith – Conozco los secretos de la Diosa.
Evohé – Eso mismo, quiero que calmes mi ardor como Ishtar redujo a Hedammu y al final murmures el nombre real de mi marido para poder destruirle.
Lilith - ¿Tu ardor?
Evohé – Te me apareces a cada instante, tus historias me elevan a un plano astral olvidado. Jehová es incapaz de comprender el cuerpo femenino, es brutal y magnífico pero olvida que soy egoísta. Enséñame a sentir, toca mis pezones con la llama de tu lengua como lo hiciste con aquella esclava de Nehmrod.
Lilith – Pobre tonta, ¿te gusta el dolor, no es cierto? ¿Te gusta que te arranque el cabello suavemente?
Evohé - ¡Mucho!
Lilith – Concéntrate en el agua. Debajo de tu cinturón hay un reino incomprendido, que muta. Despójate de tu cinto, así. Eres una flor, deja que tu fragancia se eleve.

Evohé - ¡No había sentido nada así! ¡Tus dientes, tu aroma!
Lilith –El beso es el revoloteo de la mariposa junto a la flor. Debes saberte cierva, pues eres ágil, veloz y delicada. Levanta los muslos, hay en el aire una lluvia de pétalos inciertos. Detrás de las palmas tienes zarpas, úsalas e imprime tu media luna en mi espalda.
Evohé – Tus dedos son suaves y frescos, parecen de marfil palpitante.
Lilith – Las flores se inundan de calor, convocan enjambres límpidos que acosan.
Evohé - ¡Golpéame!
Lilith – Sé paciente, mira tu cuerpo, rutila como la arena en una noche estrellada. Tócate también, estás hecha para el amor. Tus brazos son ramajes lisos, bebe mis axilas, ahí se concentra el furor.
Evohé - ¡Me quemo!
Lilith – La flexibilidad de la serpiente está en tu memoria, enróscate conmigo. Junta la flor, aprisiónala con la humedad. Calma tu sed, tienes más bocas que no pueden hablar pero saben besar. La flor se convierte en torrente, busca el remolino, aprieta, puede gritar también.
Evohé - ¡Veo ráfagas de espuma! ¡Pégame!
Lilith - ¡Di mi nombre!
Evohé – ¡Lilith! ¡Lilith!
Lilith - ¿Quién es la qué provoca tu fuego?
Evohé - ¡Ay! ¡Lilith! ¡Lilith!
Los gemidos se pierden en un: Oscuro


Intermedio
Entra el espíritu de la Tierra y canta:
Era un poema el cielo aquella tarde.
El sol se hundió en embudo violeta de las nubes
que cerraban un ciclón estampa terciopelo.
Luego se volvieron pera y pluma;
gas de copo iluminado,
Mar un ojo y el silencio mancha
color y plenitud de artista

Luego el sol se derramó en la sangre.
Salpicó el ciclón estático celeste
parpadeando carcajadas amarillas.
Al final borrón en tez de aire
y la tiniebla como rojo muerte.


VI

Sensenoy - ¡Pueblo de Adam! Este es su Rey, Jehová. Él que derrotó a Marduk, el vencedor de Elohim. Enemigo de la luna, Señor del disco solar. ¡Póstrense!
Adam se postra
Entra Jehová
Jehová – ¡Miserables! ¡De rodillas! Yo soy quien soy. La traición hacia su dios se paga. El escarmiento es una forma de orden, no importa de quién se trate. Hay seres infames que rehúsan obedecer. Sobre ellos el castigo. ¡Les muestro a su reina!
Entra Senoy y Semengaloff llevando a Evohé que casi no puede andar. Su boca sangra, le han rebanado los senos y su cuerpo es un grito de espanto.
Jehová – Esta mujer era un grajo hipócrita. La encontramos desnuda, lamiendo el suelo y sonriendo mientras balbuceaba el nombre de una vampiresa que la sedujo. Ella le dejó en libertad, ignorando mis órdenes y usurpando mi autoridad.
Semengaloff - ¡He aquí su lengua! Arrancada de cuajo por las pinzas de la justicia.
Senoy - ¡He aquí sus senos! Coagulados y malditos pues han preferido darse a la lascivia que ennoblecerse en la crianza.
Adam - ¡Oh, Padre! ¿Dónde está Lilith?
Jehová – Sea condenada al suplicio. Lilith será atada a un madero de encina, su impúdico cuerpo llenado de piojos y alimañas que se alimentarán de su asqueroso sudor. El brazo derecho le será fracturado, al brazo izquierdo le cortaremos los tendones. Su mano derecha será cortada, su mano siniestra hervida en grasa de cerdo, la más impura de las bestias.
La lengua le será arrancada, el ojo derecho vaciado y su cuenca se llenará con vino. Los pechos que amamantaron a su víctima serán rebanados con la espada de un querubín. Los pezones se colgarán de las murallas para que las madres lo piensen bien antes de matar a sus crías. Expuesto así, su cuerpo será arrojado a las madres virtuosas para que le apedreen y le escupan. Lapidación hasta la agonía. Luego abriremos su vientre y la matriz será alimento de los perros. Le ahorcaremos con sus intestinos. Sus restos serán arrojados a un pozo repleto de excretas donde crecerán los hongos virulentos. Estos hongos serán el alimento de los asesinos y los blasfemos hasta que desaparezcan con su ignominioso origen. ¡Qué se cumpla la condena!
Adam – Señor, Señor, ten piedad de tu hijo.
Jehová – Tendrás una nueva hembra, sumisa y temerosa.
Adam – Gracias, Señor, eres magnánimo.
Jehová- Adelante. ¡Atrapen a Lilith!
Oscuro
VII
Senoy - ¿Qué viste?
Semengaloff – Fantasmas sangrantes, hombres con patas de mosca, profetas ciegos, escupitajos que se reproducían en medio de un vómito lechoso pero brillante y adentro el fuego se desataba insuflando mares de vida.
Senoy – Ella no estaba. Tus labios se caen a pedazos. Apestas a humo.
Semengaloff – Los toros se carbonizaban, había muchas esferas y figuras que se devoraban a sí mismas. Ella salió incólume, lo sé porque hay una huella de perfume, todo un rastro que huele a alquitrán e ingle.
Senoy – No deseo saber que más viste. ¡Calla! Esa mujer te está enloqueciendo.
Semengaloff – Ya no puedo volar.
Cae. Senoy lo arropa.
Senoy – Cuando la encuentre la desollaré.
Semengaloff - ¿Y si la música no significa más que el vacío? ¿Para qué la lira o el misterio?
Senoy – Adonde vayamos seremos perseguidos por esos espectros.
Semengaloff – Ayúdame a morir.
Senoy - ¿Por qué te niegas en probarme? Puedo ser yo tu salvación.
Entra Sensenoy.
Sensenoy – Necios, mil veces. El reino de la muerte no es para nosotros.
Senoy – Él decidió entrar solo.
Sensenoy – Ahora está enloquecido, eso es lo único que consiguió.
Senoy – Ella entró en los infiernos, bajó a buscar a ese hombre que la obsesiona. Ya no se encuentra ahí.
Sensenoy – Si es capaz de retar a los muertos será difícil dominarla. Levántate, Semengaloff, cada uno volará en espirales desde el amanecer hasta el anochecer. Así cubriremos el horizonte. Si llega a la costa la habremos perdido y el Rey se enfurecerá.
Senoy – Hermano, dale tiempo.

Sensenoy – Tú, volarás conmigo.
Senoy – Pero nuestro hermano aún no se encuentra bien.
Sensenoy – Esa mujer es vitriolo envuelta en sales. Hiere. Debe descansar y buscar solo.
Oscuro

VIII
Gilgamesh arrastra su espíritu.
Ya no hay senderos que valgan la pena.

Gilgamesh - Aquí estoy
En la contemplación miserable del desierto
Ruinas que fueron haces de luz a mis espaldas
Ruinas anegadas por la lluvia que no ríe
Ruinas entre costales de hueso y polvareda
Un manto espurio anegado con saliva
Una rasposa gélida y brutal angina sin frecuencia
Un recuerdito empantanado por olvidos
Los pasos y el fuego yacen esparcidos en el aire
Fétido aliento de marisma blanco
Fétido pie que me gritas ¡basta!
Fétida boca ahíta de menstruo mitológico
Fétido sueño de un fétido poema que ennegrece
Fétido gusano
¡Ay, el gusano!
¡Ay, la barrenada por el intestino!
¡Ay, sin mí, la llave de los cielos!
¡Ay, la silueta de una sombra que fue espectro!
Ni el aroma queda
Ni el aroma de vaginas leprosas
Ni el aroma de puños sin miedo
Ni el aroma del bronce que reta al sol cuando la flecha
Cuando la maza
Cuando el destino
Y un gusano que sale de la fosa nasal que dio sentencia
Que me dio el puñal para clavarlo en la nostalgia
Que me sacó una víbora de espanto cada noche
Cada paso, cada huella, cada círculo incorrecto será el último
Y el salto el último
Y el último furor
Y el último capaz de guiñar un aleteo
¿A dónde iré si los caminos se emborrachan?
¿A dónde iré si el horizonte está dormido?
¿Qué me llevo de esta suerte arrinconada por esquinas?
Un grito
Un recuerdo
Y una ruina
¡Ay, las ruinas!
¡Ay, mi ruina!
Sale
Oscuro
IX
Tiempo – Mira madre este ajado momento, en que el hombre ha copado la vida. Ya no respeta, ya no siente, ya no goza. Su tristeza se colma de cadenas y su agonía anuncia destrucción.

Tierra- Tiempo, que todo alcanza tu cayado, no seas pesimista, mi crueldad es demencial pero hermosa. La del hombre es razonable y estulta. La mía sobrevivirá para siempre, la de él se olvidará en el polvo.

Tiempo – Escucho los gemidos de la guerra y el odio. Lo vulgar domina.

Tierra- ¿qué es lo qué vale la pena en el cosmos?

Tiempo – Amar.

Tierra – En mi soplo se define. En mis tormentas se duerme. En mis nubes se danza.

Tiempo – El azar domina y el sabor alegra.

Tierra – El amor. ¿Qué es el amor mi duendecillo?

Tiempo -

Vivir
En lava, en diamante, pero mejor en agua
Empapado
Vivir acordándose del aire
Desdeñando jerarquías y proporciones, religiones y espadazos
Propongo el chapuzón
Ya basta de creer que lo serio es hablar de ideologías
Lo sublime es zambullirse en hielo y enseñarle a una diosa otro dios
Por ejemplo un tiburón blanco
Una mariposa de zafiro
Perezosas luciérnagas del firmamento
Y cantar poquito
Después del mango y del amor
Junto al río que se mete al mar como su amante
Y calladito le susurra romances insectívoros
Vivir
A quince brazas
A una llamada de distancia
Enamorado de los mangos
De poetas con sangre de opio y libertad
Inventar colores
Ser perseguido por la luna y aterrarse
Llorar siempre, cada noche por la muerte
Y no dejar de buscar entre los lirios
Pues si hay nereidas, brujas, oscuros elfos tras las fuentes
Y desdeñarlo todo como un marqués hastiado 
Sobre todo las ciudades y los reyes
Eso
Eso pasa y se disuelve
Pero el trino nunca
Eso y el azúcar genial que abraza el ácido
Y dice: evoluciona
Eso es vivir
En el desierto mientras las constelaciones se aparecen
Y una nereida te abraza regalándote el océano de su risa
Luego quizá una cascada y una perla
No olvidar fantasmas pero danzar con ellos
Y reírse siempre
Y escupir a los soldados
¡Ah! ¡Que entonces nos colme un oleaje de ternura!
Quizá nos atrevamos a aplastar gobiernos y mentiras
Para escuchar la música en el bagre
Y castañear detrás de los telones
La entropía del duende, el genio lo único que vale
Vivir
En las fanfarrias de los viajes
Ebrio de mujeres, de poemas perfumados en espaldas tersas
Borracho de poetas, facsímiles oscuros, escenografías azules
Paisajes cósmicos y un toque de alegría
Los timbales y la voz amarillenta
Sin cadenas
Vivir
Como los sapos entintados en veneno
Y dormir junto a cigarras que nos treman al oído
Y miro atrás y veo la nada en dos arpegios
Y a dos pilares enclaustrados que sangraron
Y adelante, y veo una niebla con promesas fermentadas
Y la muerte con su paño que triza los juguetes como yo
Mejor vivir
Hoy y el desenfreno de palabra
Aspirando la belleza en el genoma
Y tal vez la galaxia sobre el ojo del nematodo
¿Qué los nematodos no tienen?
Nunca has visto con la piel radioactivísima
La costa y su hermandad pirata
Pero ya en serio
Un secretito
La vida es un puré de mango con rompope
Después de haber nadado con pirañas
Y dormido junto a dos poemas
Uno ardientísimo y el otro una mujer que te sonríe
Mientras recuerda
El beso.


(¿Ya mencione la sonrisa?)

Tierra – Eso sobrevivirá. El hombre no.

Tiempo – Gracias, madre mía, gracias.

X
Lilith - ¿A qué esperas? Llévame con él.
Semengaloff – Es imposible que mis ojos se distingan entre la ceniza y el resplandor del sol. Quemas algo detrás de la mirada. Tus uñas casi me arrancan la mitad de mi cara.
Lilith – Siempre has sido muy débil.
Semengaloff – Detente ya. Tus pisadas las absorben las hormigas, las mantis de arena se confunden en tus veredas.
Lilith – Le he visto y me espera. Es un remolino que arrastra mástiles y devora marineros. Yo soy un barco sin piloto.
Semegaloff - ¿Tanto amas a ese bárbaro?
Lilth – Ni siquiera me gusta físicamente. Los hombres que me atraen son femeninos, dulces, como ese trovador de Haceldama. Los prefiero rubios, como esos poetas del norte que hablan de lobos blancos y de piedras magnéticas y que lamen el espíritu del pino.
Semengaloff – Entonces, ¿Qué te atrae de él?
Lilith - Gilgamesh es una tromba de fuego herido. Su cuerpo de guerrero me fastidia, detesto la guerra y él fue entrenado en las arenas mortales. Lucha desde su carro tirado por leones, con la melena más negra que los abismos del Gehenna. No tiene dulzura en su piel, su rostro es áspero y no sabe acariciar.

Semengaloff – Entonces, Lilith, ¿Por qué despiertas gritando su nombre?
Lilith – Si lo supiera tal vez pudiera arrancar el sueño. Ese hombre es para mi un dios, un tornado mágico que me envuelve.
Semengaloff - ¡Y yo! ¡Y yo! ¡No puedo apartar tus senos de mi boca anhelante! Huyamos, Lilth. Te llevaré a los abismos donde duerme Tiamat y Rahab ríe mientras los delfines le cuentan secretos.
Lilith – Aparta. ¿Crees, infame sicario, qué yo deseo huir contigo? Tus alas llenas de cenizas apestan.
Semengaloff – Me purifico cada noche pues pensar en tu cuerpo hace que me broten pústulas llenas de sangre hirviente. Vomito sapos y lloro estiércol. Pero debo presentarme incólume ante el Rey tremendo. ¡Vamos! Antes de qué lleguen los otros dos. Si quieres mi espada está a tu servicio, les decapitaré y colgaré sus cabezas en una pica, así el fénix que anida en Egipto puede alimentarse con ojos de arcángel.
Lilith – Detesto a los soldados, son parásitos de la belleza, victimarios de la poesía, no viven, sirven. Son esclavos ciegos de un tirano.
Semegaloff – Por tu amor arrojaré la espada. Viviremos en una villa al sur de los miseriosos Etíopes, donde el Behemot destrona a las reinas negras. Nos arrullarán los insectos que tanto acaricias.
Lilith – Las panteras beberán de mi entrepierna.
Semengaloff - ¡Cómo te gusta lacerarme!
Lilith – Silencio, escucho el rumor de un enjambre.
Semengaloff – Yo seré tu dueño, ¡Yo!
La toma del talle. Entran Senoy y Sensenoy.
Lilith – La libertad es la música que me guía. Yo decido quién y cuando me acompaña en los senderos del mundo. ¡Suelta, infame!
Senoy – Hermano, no la atravieses, debemos llevarla con el Rey.
Sensenoy – Será destazada y sus pezones carbonizados. A menos que regrese con Adam y se postre a sus pies como fiel esposa.
Semengaloff – Yo la llevaré. Escóltenme. En estos desiertos hay demonios que sacan los cadáveres de la tierra y los consumen, son invisibles pero fétidos. Intentarán salvar a su reina.
Lilith – Cobarde, traidor.
Semengaloff – (Apartándola) Decide, o mía, o tus senos serán mutilados.
Lilith – ¡No eres capaz de deshacerte de tus hermanos! Tienes demasiado pánico. Hazlo y seré tuya.
Senoy – No la escuches, su canto es la perdición de….
Semengaloff -Vamos hermanos. Ustedes a la vanguardia.
Sensenoy – Su cuerpo frío y escamoso puede deslizarse. Mejor vamos a rodearla.
Semengaloff – Soy suficiente para escoltarla.
Senoy - ¿Qué ocurre, Semengaloff? La traición seduce. Déjala ya. Es una hembra obscena.
Semengaloff – Ella hace temblar mi lengua. Déjenos ir.
Senoy – Yo te amo, ella nunca lo hará. Yo te seré fiel y lameré tus sandalias, escógeme a mí.
Sensenoy - ¡Silencio! El Rey prohíbe terminantemente las relaciones contra natura. ¿Quieres que arranquen a mordidas tus genitales y carbonicen tus piernas?
Senoy - ¡Mátala Semengaloff! Diremos que se resistió y lo hicimos para defendernos de su poder.
Semengaloff – Senoy, eres hermoso, podrías tener a cualquiera de las hijas de Edom.
Senoy – Nadie tan puro como tú, nadie tan perfecto en su vuelo y en vigilancia. Ni la mirada del halcón iguala tu paciencia.
Lilith – Él quiere separarnos, Semengaloff. Me llevará ente el tirano para que me reduzca a polvo y olvido.
Semengaloff – El olvido es imposible. Senoy, es mejor que te retires.
Senoy – Si no eres mío no serás de ella.
Sensenoy – El cosmos es irresoluble. Vanas palabras se profieren aquí. Nuestro deber es callar y resignarse a estar incompletos.
Lilith - ¡Hazlo y seré tuya hoy mismo bajo el manto estelar!
Senoy – Beberé de tu arteria la vida que me has negado.
Semengaloff - ¡Ven a mí, hermano y termina de una vez por todas!
Senoy – Clavarás tus flechas en mi carne sobre un madero sin fin.
Lucha sorda, como si a los heliotropos les crecieran dientes y se despedazaran con amor. Sensenoy siente que la sal invade sus tejidos. Semengaloff logra desprenderse del abrazo amoroso de Senoy y le atraviesa la nuca. Casi orgasmo de matadero.
Sensenoy - ¡Detente Semengaloff! ¡Has ennegrecido la esperanza!

Semengaloff- ¡Ahora, Lilith! Monta en mi espalda y crucemos el piélago infernal.
Sensenoy – (Sollozando sobre Senoy) Hermano, ¿Dónde tu respiración, dónde tu canto?
Lilith – Has hecho bien. Aquel que no actúa en pos de su deseo es un cobarde y no merece vivir.
Semengaloff – Él me amaba pero su contacto para mi fue un anatema sucio y hostil. Volemos juntos, ahora.
Lilith - ¿Por qué la prisa?
Semengaloff – Sensenoy vengará a su hermano y no estoy dispuesto a destruirlo también a él, ya demasiada sangre he derramado por tu cuerpo.
Lilith – Aún no pruebas mi cuerpo. Cuando lo hagas querrás también masacrar a las estrellas.
Sensenoy – (De pie con la espada refulgente de odio) Es demasiado Semengaloff. Tu deseo y el de Senoy son irrefrenables, los han conducido a la depravación. Dámela y haré lo posible porque Jehová te otorgue una muerte indolora.
Semengaloff – Sensenoy, recapacita. ¿Qué es el mundo después de los holocaustos impuestos? ¿De la tempestad de fuego que arrasó las civilizaciones? ¿De los océanos que se irguieron para ahogar todas las bibliotecas de Ibrahim? ¿Qué nos queda? ¿Cuidar a un anciano atormentado por el poder? Liberé a Senoy de una pasión absurda que le hacía sufrir minuto a minuto.
Sensenoy – Entonces mi buen, hermano, yo te liberaré de la tuya por esta serpiente.

Se lanza hacia él para atravesarle pero Lilith se interpone y deja caer su ropaje. Desnuda, irradia una música que conmociona. Semengaloff se postra a sus pies, tiembla, se arranca los cabellos. Sensenoy ha entrado en el límite mágico.
Sensenoy – Bendita eres en verdad. ¿Cuántas ondas luminosas pacen ahora como ciclos?
Semengaloff – Hermano, déjala, no lo hagas. Ella será mía, por favor.
Lilith – Calmo la sed de los que han caminado los desiertos.
Sensenoy – (ante ella, se atreve a tocarla) Acceder a fantasmas de fuego. Acceder a llamaradas sin nombre, en la promesa húmeda de una catarata.
Lilith – Despójate de tu cinto.
Semengaloff - ¡No!
Lilith – Tus sandalias, que huyan. Puedo limpiar tus pies con mi lengua, sacudir tus intestinos con aleteos furiosos.
Sensenoy - Tu boca sabe a hondonadas de tiempo olvidado, cuando los dioses temían de sí mismos y no existían esclavos a quien aplastar.
Semengaloff – Detente, ¿por qué la visión infinita provoca un tumor que sangra pus y sangra pus y sigue y sigue y sigue?
Sensenoy – (Ya desnudo) Protégeme de mí pues ya me sofoca un oculto sol que nunca se había mostrado.
Lilith – Conóceme de cerca, impera sobre la piel que se renueva bajo las clepsidras.
Sensenoy – Dame más tu boca…más.
Semengaloff - ¡Por qué a él! ¡Yo! ¡Yo fui el que te soñé cada noche! ¡Yo fui el que destrocé las efigies de Jehová para erigir una escultura de suspiros! ¡Yo te sufrí entre uña y carne! ¡Yo limpié mis alas por ti con esparto y mirra! ¡Yo!
Sensenoy - ¡Ah! Veo titánicos monstruos de pelo y garra, y mundos de hielo y secreciones ígneas. Veo los universos antes de mí y antes de mi abuelo. Ya no sé que veo, soy tuyo, ambrosia vuelta mujer.
Semengaloff - ¡Es intolerable!
Se arroja contra Sensenoy que ya besa a Lilith, ambos acostados. Semengaloff intenta atravesarle pero Sensenoy reacciona y logra clavarle su propia espada en el corazón. Lilith, como un soplo enfebrecido danza, y sale cantando.
Sensenoy queda en terremoto. Pausa estentórea, quizá muy larga. La conciencia llega tarde.
Sensenoy - ¿Hermano? ¿Hermano?
Semengaloff – No te vistas…Así….desnudo, camina por las dunas y haz una llaga tu cuerpo…me has….hecho descansar.
Sensenoy – Hermano.
Semengaloff – Corta tu lengua…y regresa con la vergüenza como bandera. Tú me has salvado…gracias…Lilith…Lilith… (Muere)
Sensenoy – No hay gritos. ¿Dónde tu espíritu?
Se levanta abrumado y va de un cadáver a otro.
Sensenoy – El amor es sueño vil.
Cae de rodillas, el cosmos no dice nada.
Oscuro

XI
Jehová – (en trance)
Dibujo el sendero y el destino del mundo. El oro vale más que la nube y las brisas. Las mujeres huyen para inmolarse y adorarán el falo y los diamantes. Los hombres buscarán el poder por encima de la risa y adorarán las armas sobre toda nostalgia. Haremos fronteras para que nadie pueda viajar a donde se le antoje a menos que pague un diente, una perla o un sueño. La mutilación y la desgracia abismarán el concepto de riqueza. Sólo el depredador brutal podrá reinar y a su lado los carroñeros se levantarán agradecidos. Pulularán bufones y una espada valdrá más que una niñita. El escarbar entre vaginas y arrancar glandes a mordiscos será el espectáculo maravilloso de los nuevos esclavos. Las palabras encubrirán nuestras acciones y creerán en mi, y me defenderán con sangre y ácido. Cualquiera que me insulte será carcomido por las liendres apestosas a las que hiero con mi bota y aplaude agradecida. ¡Yo soy Jehová, tirano de los imbéciles!

Oscuro

XII

Lilith – Eres tú. Viajé al infierno para encontrarte.
Gilgamesh – Soy tuyo. Completamente. Después de mi dios, tú eres el pensamiento más importante.
Lilith – Vamos a los fondos marinos. Allí viven los calamares titánicos y hay anémonas que frotan sus tentáculos ponzoñosos contra la piel. Nos amaremos en sonrisas de cantos absolutos.
Gilgamesh – No puedo. Me quedaré en el desierto atento al crecimiento de las granadas.
Lilith – Canta la hazaña que te transformó. ¿Cómo sentiste la presión de agua sobre tu espalda? ¿Qué mundos de color y formas percibiste en tu natación asfixiante? ¿Cómo se ve el dulce martillar de los crustáceos?
Gilgamesh – En otro momento, mujer. Brindemos por esta hora. En realidad eres una diosa, una diosa eterna y sosegada.
Lilith - ¿Cuáles son tus sueños? ¿Has huido siempre, hasta de ti mismo?
Gilgamesh – Niña, soy un egoísta supremo, moriré solo, en la plataforma incierta de la nada. Ya no puedo caminar, bésame.
Lilith – Tu boca es amarga. Me hace delirar.
Gilgamesh – Hemos estado tanto tiempo concentrados en la esencia y la poesía que olvidamos nuestro ahora. Bésame.
Oscuro

XIII
Jehová – Eres un mediocre pastor de pueblos.
Adam- La nueva mujer que me diste es muy tonta, la puedo manipular a mi gusto, hace todo lo que le ordeno. Me aburre.
Jehová – Fue hecha de tu costilla y sus caderas son anchas.
Adam – Quiero a Lilith de vuelta. Cuando estoy sobre Eva, su cuerpo se transparenta y la carne de Lilith me llena el deseo.
Jehová - ¿Y si regresa? ¿Qué haremos con tu nueva esposa?
Adam – Será la criada, le gusta limpiar todo el día. Va al río y contempla su rostro, se arregla el cabello, no le interesa el aullido de los lobos.
Jehová – Es imposible. Si regresa, Lilith será condenada y su cuerpo destazado.
Adam – Pero, padre…
Jehová - ¡Pusilánime! Te di todo, soplo, tierras, ganado. Pastoreo de una tribu de incompetentes que nunca se rebelan, te enseñé a usar la azada y el arco. Los tormentos más sutiles para destruir enemigos. Poder, eso es lo único que vale antes de la muerte. Lo desprecias añorando el sexo húmedo de una ramera.
Adam – Padre. No entiendo este reino. ¿Por qué debo guiar a humildes pastores para que te adoren y sacrifiquen sus animales? ¿Por qué camino y bebo agua por las mañanas si cuando llega el ocaso tengo siempre una sed más allá del agua?
Jehová – Tu existencia tiene un propósito.
Adam -¿Cuál?
Jehová – Es un misterio que te será revelado algún día.
Adam – Eso me has dicho desde que tengo memoria. Pero las crónicas mencionan que después del gran desastre en el que toda la población murió a causa del gran fuego cósmico, surgiste de entre un pueblo de mendigos y asesinaste a la gran sacerdotisa lunar. Ahora sólo podemos escuchar la historia contada por tus heraldos y nos niegan el contacto con los bardos que cantan fuera de las murallas.
Jehová - ¿Y qué? ¿Deseas saber que ocurrió antes de tu nacimiento? ¿De qué te serviría? Te he dado una misión en la vida, sé pastor de pueblos y propaga mi palabra.
Adam – Señor, tu palabra es aliento de carroña. ¿Crees tú en una fuerza superior? Es decir, ¿Quién te creó a ti? ¿Quién te dio ese poder? ¿Por qué usas afeites a diario para no envejecer?
Jehová – Soy el pensamiento que se piensa a sí mismo.
Adam – ¿Entonces para que necesitas que te adoremos? ¿Por qué comes las reses y defecas como nosotros? Te han visto llorar detrás de los telones y te arrancas la melena. ¿Es acaso el hombre una pasión inútil? ¿Es por eso qué necesitas campos donde tus ángeles cercenan las cabezas de miles de niños al día?
Jehová - ¿Para qué responderte? Ve con tu Eva y préñala. Tus hijos serán mis siervos y me mantendrán. Deja de pensar, sólo te conducirá a la locura. Adórame y enseña a tus hijos a temerme. Destroza la tierra, trágatela toda y cuando se acabe, otros vendrán a defecar una y otra vez. La vida no tiene sentido, pequeñito, excepto para el que manda y aún así mira como día con día sus carnes se ponen flácidas. Mas te prohíbo, hijo, que divulgues esto. Los siervos se verán asustados y no sabrán que hacer con sus vidas. Necesitan una mentira para soportar su presencia.
Adam – Para mí, esa mentira fue Lilith. Ella conoce algo de ti, padre. Por eso no te atreves a mirarla de frente y la odias tanto.
Jehová - ¿Te lo dijo?
Adam – Nunca. Siempre me despreció porque no sabía lo que el arroyo cantaba.

Jehová – Sin ella la vida no tiene razón de ser. Quizá algún día ella encuentre también su castigo cuando descubra que su razón de vida es sólo humo.
Adam – Hasta el final de mis días les enseñaré que tú eres la vida y la esperanza. El problema es que mi camino no encuentra sino sombras grises.
Jehová- ¡Lárgate ya! Muere bien y deja de importunar con tus quejidos.
Entra Sensenoy con las cabezas de sus hermanos. Cada una en una pica. Cansado, las clava en el suelo. Se arrodilla ante Jehová.
Sensenoy – Aquí están los restos de los que te sirvieron mal. Ella escapó. Y yo te ofrezco mi vida pues no supe cumplir. Mi cuerpo está sucio de semen y barro. Cúmplase tu voluntad.
Adam - ¡Todo ha terminado!
Jehová – Ella se fue…con mi nombre en los labios. Contemplemos la obra del deseo.
Sensenoy – El amor no es sino una pesadilla.
Jehová – (Exhausto) El amor debe prohibirse de inmediato.
Sensenoy – El amor es un sueño vil.
Adam – El amor no existe.
Jehová – Existe. He ahí el polvo.
Se miran.
Nada revolotea.
Oscuro.
XIV


Gilgamesh – Tengo que irme.
Lilith - ¿Estás furioso conmigo? Perdóname, no sé que sucedió.
Gilgamesh – Pensé que eras una mujer de verdad. Tu fama había alcanzado a mis oídos.
Lilith – Dame tiempo, quizá esté cansada.
Gilgamesh – Dijiste que yo era tu razón, que era la luz que esperabas para acceder a los océanos. Mentirosa.
Lilith - ¡No, amor mío! Es verdad, quizá seas tan grande que tiemble y no pueda moverme frente a ti.
Gilgamseh – Me aburres. Entiende que ya he perdido la sonrisa. Esa serpiente se llevó la eternidad.
Lilith – Yo puedo ser la llama que reemplace tal pasión.
Gilgamesh – Ni siquiera respondes a mi abrazo. Irá a beber más, ya se me agotó la cerveza de abeto y miel.
Lilith - ¿Iremos al mar?
Gilgamseh – No quiero saber nada del mar. Estoy de luto, si deseas asir mi brazo, bien, si no, regresa a tu jardín perfumado.
Sale.
Lilith - Siete años soñando con él. Siete años esperando su pecho de nácar y su licor venenoso como un pino de cobre. Y mi cuerpo no responde. ¿Por qué Lilth? ¡Yo qué he copulado con dragones y he dejado exhaustos a los tigres que bebieron entre mis piernas! ¡Yo que satisfice a las hetairas del fondo marino! Yo que deseé al más excelso de los héroes, al dios vivo y cuando lo tuve entregado, anhelante, no pude…mi cuerpo no respondió.
Creí que iba a sonreír como los pájaros del Indo. Sin embargo, sólo me duelen sus borracheras y cuando habla de…de ese Enkidu, y llora sangre y recuerda sus brazos que lo poseyeron yo no puedo sostener mis sueños.
¿Por qué es tan vulgar? ¿Dónde está ese héroe que recorría los imperios en busca de su flor? ¿Dónde está su canto terrible? Sólo veo a un hombre brutal y caído. Un hombre que mira a la muerte cercana y ríe mientras bebe. ¿Por qué no me siento contenta? Por fin lo tuve, por fin mi sueño se abrió hacia un páramo delicado y en lugar de narcisos, encontré cenizas.
Todos mis pasos y mis cantos hablaban de su cuerpo, mi vida entera tenía sentido alrededor de una esperanza que nombré amor. Ahora, ¿dónde está el universo?
Cae herida.

XV
Sensenoy - Después de morir ¿qué?
El flujo de conciencia va a la peste de la nada
El flujo de conciencia se reprime en un sueño de átomos ignotos
El flujo de conciencia hacia los lobos, hacia la tuerca que llora óxido
El flujo de conciencia en un tapón de fuego, en un barril sin vino, en una borboleta
El flujo de los flujos y de cabeza el vidrio y los cristales que no fueron pero son
Y la conciencia en el respiro exhausto, ya descansa, sin errores de presencia
Y la conciencia apegada a lo probable y lo imposible y la mierda imbricada del yo
Se corta la lengua con la espada

XVI

Lilith – Queda una salida, una salida. Fornicar con el amor de mi vida y volverme humo. Sin pensar en él, únicamente entregarme al sueño, a la ilusión en un cuerpo irrigado por mentiras. Morir en el orgasmo y no despertar después. Renunciar al fénix y a las playas. Ay, mi amor escogió la tiniebla.
¿Amor?
Ya es hora de matar a ese pequeño, despertar mi buen pasado ultravampírico, con agujas coser las ilusiones, un feto suplicante y atisbo de agonías
¡Arroja, mísero remedo de poeta, tu corazón a los perros!
Vil símbolo de algo inexistente y deja enarcado rojo pellejo a ritmo infame.
¿Llorar? ¡Invoca mejor a la lujuria! Las carcajadas tienen nombres de alcaloides.
Brinda sobre tersos pezones mientras las trompetas vomitan guerra y mutilados.
No se puede ser el Diablo sin amar al hombre mejor desprécialo y sé Dios.
Hay demasiadas carnes en forma de hombre, desechos finos con aroma a glande pútrido.
Embriágate en sus bocas que saben mentir a dulces besos y luego disuelve sus entrañas con tolueno. Te encontrarás, Lilith, con un vacío y una telaraña carente de silencios.
Tal vez en la negrura bajo la alfombra estelar de la nostalgia saques la caja terciopelo que contuvo tu alma y gimas un réquiem por tu niño.
¡Pero hoy se abre el capullo y emerjo rutilante de la linfa como una horrible mariposa negra!
Lúgubre. Escamosa.
Con una enorme mueca que se ríe de los idiotas que todavía se creen eso de los sueños.
Entra Gilglamesh
Gilglamesh – ¿Sigues? Estoy un poco ebrio. Descubrí la guarida de una leona en aquella ladera. Creo que está en celo. Irá en cuanto terminé con este barril.
Lilith – Antes, tómame.
Gilgamesh - ¡Por favor! ¿Para qué? ¿Para qué tiembles y llores? ¿Para que tus manos se crispen en una luna de palidez serena y me duerma de aburrimiento con tu llanto?
Lilith – Esta vez será la última. Encontré la fuente de mi vida.
Se desnuda.
Lilith - ¿Te gusto?
Gilgamesh – He visto mejores cuerpos en aceite.
Lilith – Cierra los ojos, Gilgamesh y te diré que eres tú la causa de mis desvelos y que soñé contigo antes del mundo.
Gilgamesh - Tus manos son frescas. ¡Ah! Prefería las de los esclavos nubios, pero las mujeres a veces saben también…

Lilith – Mi manto es un fuego estelar muy azul. Prueba mi boca. Hay un regalo que formó Natura para que yo hablara con las aves y cascadas. Eres tú.
Luego, nuestras vidas son poesía, magia. Tú y yo. Tanto Amor Callemos. Por que estamos sintiendo.
Gilgamesh - ¡Ah! Me matas, detente, es demasiado…

Lilith – Es la única salida, volverse humo mientras haces el amor con el ser que te arrebató la calma.
Gilgamesh - ¡Es demasiado! Detente un poco. ¡Ah! Cuchillos en mis testículos, sombras afiladas en mi vientre.
Lilith - Volverse humo al hacer el amor con el amor de tu vida.
Gilgamesh – El sol que atraviesa los tumores, la carne infectada por el peso del tiempo en una desnudez sudorosa, ¡Basta! ¡Basta!
Lilith – Volverse humo….
Comienza a sublimarse. Su piel se evapora, la cabellera de fuego asciende. En un vapor seco y amoroso, Lilth se vuelve humo. Gilgamesh queda exhausto, sin alma.



Autor Mario Jaime:
registro de derechos de autor:

03-2007-111414305200-01

26/8/08

LEONARDO Y LA MÁQUINA DE VOLAR de HUMBERTO ROBLES


HUMBERTO ROBLES


















LEONARDO Y LA MÁQUINA DE VOLAR,

DE HUMBERTO ROBLES




PERSONAJES:
Leonardo, 66 años
Francesco1, 28 años
La acción transcurre en Cloux, cerca de Amboise, Francia, a finales de abril de 1519.
En el escenario hay una mesa de trabajo con manuscritos, pergaminos, tinteros con
plumas diversas, un reloj de arena, candelabros con velas, carbones; también hay una
cama, baúles, sillas y dos caballetes, uno cubierto por una tela, otro que tiene hojas de
papel. Sin el afán de ser didácticos, puede haber una pantalla donde se proyecten las
imágenes que aparecen mencionados en el texto (como la espiral, los bocetos de
Leonardo, los cuadros y otras figuras). Durante toda la obra, Leonardo debe usar muy
poco el brazo derecho; escribirá y dibujará con la mano izquierda.}


ESCENA 1
Oscuro. Música.
VOZ LEONARDO: Soy amante del hombre y de todo lo que al hombre concierne.
Se ilumina el escenario. Leonardo está en escena; durante unos instantes parece
realizar alguna clase de experimento sobre la mesa; luego descubrimos que está
cocinando:
LEONARDO: Dejemos la retórica a un lado, entremos en materia y hablemos pues de
las chirivías... En realidad éstas son un tipo de zanahorias blancas y dulces que pueden
hervirse, junto con otras verduras, y luego aderezarse con sal, vinagre y cilantro. Hay
quienes dicen que de esta forma poseen grandes virtudes afrodisiacas. Las chirivías
también pueden freírse en aceite una vez que se haya raspado la piel, ya hervidas,
claro está, y después de haberlas rociado con harina fina. ¡Ah!, mas se debe cuidar de
no usar nunca chirivías viejas, pues sus raíces tienen la propiedad de provocar vértigo y caídas. En Puglia, el zumo de chirivías mezclado con un poco de lúpulo machacado se toma como un vino, aunque se dice que provoca delirios. También acostumbran cocinar las chirivías de manera que las hierven antes de tirarlas y luego añaden la segunda tanda de chirivías peladas en la misma agua y las hierven en ella... Bueno, en todo caso, sólo es cuestión de gustos... (Gira hacia Francesco) ¿Acaso advierto un gesto de decepción en tu rostro, mi querido Francesco? ¿No son de tu agrado las chirivías?

Descubrimos a Francesco.
1 El personaje de Francesco está basado en el amigo y discípulo de Leonardo, el Conde Francesco Melzi,
hijo de un aristócrata de Lombardía; él ordenó los manuscritos heredados por su maestro.
FRANCESCO: No, no es eso, maestro...
LEONARDO: Ah, comprendo, comprendo... A mí también me ocurrió lo mismo: pensar
en el agua donde han sido hervidas las chirivías viejas provoca cierta repulsión... pero
te aseguro que es un platillo exquisito... A nuestros anfitriones franceses les gusta la
comida más condimentada, eso sin contar que, como muchos más, se alimentan de
cadáveres. Yo no, es por eso que prefiero hacer mis propios platillos, procurando no
ofender a quienes me atienden tan cortésmente en este castillo.
FRANCESCO: En verdad debo confesar que no pensé que hoy conversáramos sobre
arte culinario...
LEONARDO: Ah, ya veo... al discípulo le interesan asuntos más profundos… más
elevados... ¡Álgebra! ¡Astronomía! (pausa) Pero, ¿sabes que la mayoría de mis
inventos surgieron al pensar en la comodidad de las cocinas y del servicio de las mesas de los grandes señores? (toma un tenedor) ¡He aquí un tenedor por ejemplo! ¿Te dije que fui yo quien sugirió añadir un tercer diente al tenedor veneciano?
FRANCESCO: Cosa que fue muy bien recibida por todos en aquella espléndida ciudad.
LEONARDO: En la corte de los Sforza, Ludovico “el Moro”, señor de Milán2, tuvo la idea
original de colocar al lado de cada comensal un banquito, sobre el cual estaba atado un
conejo peludo, para que los invitados se limpiaran las manos y no arruinaran los
manteles, los cuales estaban igual siempre sucios… Fue cuando ideé… (Saca una
servilleta) una tela que sirviese para limpiar la boca y las manos de los hambrientos
convidados.
FRANCESCO: Sin duda, algo muy útil…
LERONARDO: Los más agradecidos deben ser, por supuesto, los conejos… (Ríen) Hay
quienes me consideran pintor o escultor de oficio, sin embargo, yo me considero
simplemente un ingeniero, un arquitecto. He concebido ciertos tipos de puentes; sé
cómo extraer agua de los fosos y construir catapultas, carros cubiertos seguros contra
todo ataque; morteros y otras máquinas de fuego de bellísimas y útiles formas. En
tiempos de paz, puedo parangonarme con cualquiera en materia de arquitectura, así
como ejecutar esculturas en mármol, bronce y arcilla, y todo lo que pueda hacerse en
pintura… Pero es la cocina un laboratorio perfectísimo, digno de cualquier alquimista, y
más que nada, mi querido Francesco, me causa un enorme placer, a mí y a quienes me
acompañan en mi mesa.
FRANCESCO: Entonces no me queda más que alabar que haya amanecido tan de
buen ánimo esta mañana.
LEONARDO: Eh... con achaques, como siempre... Dolores y molestias que, si se
ignoran, tienden a desaparecer... o al menos se olvidan momentáneamente… Este
brazo ya no me obedece y me impide pintar (mostrando el brazo derecho). ¡Ay,
Francesco, Dios te libre y te cuide de los médicos! (pausa) Puesto que ya comencé
decepcionándote al hablar de asuntos tan mundanos y profanos, permíteme enmendar
mi error. ¡Toma nota!
Francesco se alista para tomar apuntes.
2 Leonardo ofreció sus servicios como ingeniero militar, escultor y pintor a la máxima autoridad de Milán
(duque y mecenas) Ludovico Sfoza el Moro.
“Leonardo y la Máquina de Volar” Humberto Robles 3
LEONARDO: La pintura es una poesía que se ve sin oírla y la poesía una pintura que
se oye y no se ve...
FRANCESCO: La pintura es una poesía muda y la poesía una pintura ciega…
LEONARDO (asiente ligeramente): Nunca olvides que la misión del artista es explorar
el mundo visible con la mayor rigurosidad. Hay que interesarse por todo lo que puedan
abarcar tus ojos y tu mente: los insectos, las aguas, los astros, los niños y las máscaras
de carnaval. Recuerda siempre que la obra de un artista debe concebirse como una
gran unidad: la filosofía unida al arte; la ciencia a la técnica. Unidas la una a la otra...
Pero donde el alma no trabaja junto con las manos, ahí, no hay arte… (Ríe) Una vez le
preguntaron a un pintor por qué, siendo tan buenas sus pinturas, que eran algo sin vida,
hacía los hijos tan feos… a lo cual contestó que las pinturas las hacía de día y a los
hijos de noche. (Ríe) No pongas esa cara tan solemne cuando me expreso; un poco de
sentido del humor nunca viene mal. (Ambos ríen) Si es posible, se debe hacer reír
hasta a los muertos. (Pausa) Ahora, ninguna investigación humana puede ser llamada
verdadera ciencia sin pasar por las pruebas matemáticas. Todas las ciencias son vanas
y llenas de errores si no han nacido de la experiencia, madre de toda certidumbre… Es
ella el único intérprete de la naturaleza y sólo es el juicio el que yerra.
FRANCESCO (escribiendo): “...sólo es el juicio el que yerra...”
LEONARDO: ¿Lo has entendido?
FRANCESCO: Perfectamente.
LEONARDO: ¡No has comprendido nada! ¡Nada!
FRANCESCO: ¿Hice algo mal, maese?
LEONARDO: Te servirá todo cuanto diga... pero no se trata de que transcribas
pensamientos y disertaciones que han nacido de años de reflexión y observancia... La
teoría nunca sobra... la práctica debe siempre ser edificada sobre la buena teoría… sin
embargo no haces lo que espero de ti.
FRANCESCO: Dígame y haré lo que me solicite.
LEONARDO: Muy bien. ¡Pon en práctica lo que te he dicho! Eso es lo que te pido... Y
más aún... Reflexiona, observa por ti mismo... ¿De qué sirve que hagas apuntes y más
apuntes? ¡Experimenta! Francesco, la sabiduría es la hija de la experiencia.
FRANCESCO: De acuerdo, maestro.
LEONARDO: Si una persona es perseverante, aunque sea dura de entendimiento, se
hará inteligente; y aunque sea débil se transformará en fuerte… Podríamos hablar de la
cuadratura del círculo, tema tan en boga hoy en día...
FRANCESCO: Un problema tan apasionante, como insoluble, por cierto; el paradigma
de lo imposible.
Leonardo coloca a Francesco de pie y lo pone como irá describiendo, abriendo sus
extremidades (Figura 1). El círculo y el cuadrado se pueden trazar con luz sobre
Francesco simulando la Figura 1:
LEONARDO: Es el ombligo el punto central natural del cuerpo humano, ya que si un
hombre se echa sobre la espalda, con las manos y los pies extendidos, y coloca la
punta de un compás en su ombligo, los dedos de las manos y los de los pies tocarán la
circunferencia del círculo que así trazamos. Y de la misma forma que el cuerpo humano
nos da un círculo que lo rodea, también podemos hallar un cuadrado donde igualmente
esté encerrado el cuerpo humano. Porque si medimos la distancia desde las plantas de
“Leonardo y la Máquina de Volar” Humberto Robles 4
los pies hasta la punta de la cabeza y luego aplicamos esta misma medida a los brazos
extendidos, encontraremos que la anchura es igual a la longitud, como en el caso de
superficies planas que son perfectamente cuadradas.
FIGURA 1: El Hombre de Vitrubio
FRANCESCO: ¿Eso demuestra la cuadratura del círculo?
LEONARDO: Deja eso a un lado… (Va al caballete con papeles) ¡Pronto!, ¿es posible
dibujar de un solo trazo, con una sola línea, sin despegar el carbón del papel, una figura
con volumen?
FRANCESCO: ¿Cómo?
LEONARDO: A ver, hablamos de volumen. (Intenta dibujar con la mano derecha, se
duele y entonces dibuja con la mano izquierda un cuadrado sobre el papel; señala el
dibujo) ¿Qué es esto?
FRANCESCO: Una figura plana limitada por cuatro segmentos, de forma tal que sus
lados y sus ángulos son todos iguales entre sí. Por lo tanto he ahí un cuadrado.
LEONARDO: Ahora bien... (Aprovechando el trazo del cuadrado, dibuja un cubo) ¿Qué
es esto?
FRANCESCO: Un sólido que tiene base rectangular y sus aristas laterales son
perpendiculares a la base. Si tiene todas las aristas iguales sin duda estamos frente a
un cubo.
LEONARDO (dibuja un cono): Por último, podemos trazar un sólido geométrico formado
por la revolución de un triángulo-rectángulo alrededor de uno de sus catetos…
FRANCESCO: He ahí un cono.
LEONARDO: Sin embargo, en algún momento se unen dos puntos y no es lo que te
estoy pidiendo… Repito, ¿es posible dibujar de un solo trazo una imagen con
volumen...?
FRANCESCO: No lo sé...
LEONARDO: ¡Eso es lo que deseo, Francesco, que te des cuenta por ti mismo! ¡Toma
un carbón e intenta una, cien, mil veces sobre el papel! ¡Exprime un poco esa cabeza
por la que revolotean sabrá-dios qué pensamientos! (Da vuelta a un reloj de arena por
el que van cayendo los granos) ¡Pronto!
Francesco toma un papel y un carbón; hace varios intentos. Leonardo se pasea:
“Leonardo y la Máquina de Volar” Humberto Robles 5
LEONARDO (tras pausa): De las cosas que más me han conmovido desde mi niñez
han sido la sonrisa de las mujeres y el movimiento de las aguas. La sonrisa de las
mujeres puede plasmarse en una pintura... será siempre misteriosa... - Por eso hay una
obra que me acompaña siempre y a la que le tengo enorme afecto… - En cambio, el
movimiento de las aguas no puede mostrarse con toda su fuerza, con toda su furia...
Quizás, a lo mucho, solamente un instante del vaivén de las aguas que va y viene de
horizontes tan lejanos... Únicamente un momento: la ola precipitándose a la costa o el
emerger de la espuma en las rocas... Ah, el mar... (Pausa) ¿Has conseguido el dibujo?
FRANCESCO: Aún no...
LEONARDO: ¡Pobre del discípulo que no deja atrás a su maestro!
FRANCESCO: Permítame seguir intentándolo...
LEONARDO: El agua siempre ha ejercido fascinación sobre mí. El agua que surge de
los montes es como la sangre que presta vida a la montaña. El agua es el vehículo de
la naturaleza, las venas de la tierra...
FRANCESCO (intentando el dibujo): No sé si lo que me ha podido es posible o es uno
más de sus capciosos ejercicios…
LEONARDO: Calla… escucha… y sigue trabajando. No existen conocimientos más
elevados o más bajos, sino un conocimiento único que emana de la experimentación.
(Pausa) ¿Sabes por qué prefiero ser considerado un gran inventor antes que un
artista…? (Mira a Francesco) ¿Me oyes, Francesco?
FRANCESCO (abstraído): Sí, maestro…
LEONARDO: Entonces, al menos asiente cuando te haga una pregunta…
Francesco asiente abstraído en su intento.
LEONARDO: ¿Sabes por qué…?
Francesco deniega y sigue experimentando en los papeles.
LEONARDO: Cuando servía al duque de Romaña, César Borgia, en calidad de
arquitecto e ingeniero mayor, al supervisar las obras en las fortalezas de los territorios
papales, me di cuenta de que parecen ser más importantes los inventos… que el arte.
(Se acerca al caballete cubierto por la tela) ¿Acaso la cúpula de una magnífica catedral
o el cuadro más perfecto, han modificado un ápice el curso de la Historia…? (deniega)
En cambio, ¿qué me dices de las armas y de las máquinas de guerra…? He llegado a
la conclusión de que, han sido las batallas y no las artes las que han cambiado la faz de
la tierra… Yo he servido más con la hidráulica y la mecánica… que con el sffumatto y el
claroscuro… Así que seguramente seré más recordado por la catapulta… que por la
Mona Lisa… Todo lo que hay de bello en el hombre pasa y no dura. En todo caso, me
consuela saber que le he dado un poco de belleza al mundo. Ella perece en la vida,
pero es inmortal en el arte. (Lo mira; se aparta del caballete) ¿Ya?
FRANCESCO: Déme un poco más de tiempo, maestro…
LEONARDO (ríe): Resultaste casi como Gian Giacomo de Caprotti3
3 Gian Giacomo de Caprotti da Oreno, a quien Leonardo apodaba Salai (pequeño diablo), entró en su
hogar alrededor del 1488 a la edad de 10 años, llegando a convertirse en su sirviente y asistente; heredó
la mayoría de los cuadernos de Leonardo y la mitad de su viñedo.
“Leonardo y la Máquina de Volar” Humberto Robles 6
FRANCESCO (detiene su labor): Le suplico que no me compare con ese ladrón que
tiene por asistente… (Sigue su labor)
LEONARDO (ríe): ¡Ay, Salai! Cuando niño era precioso, de pelo rizado, en el que yo
encontraba gran satisfacción… Una vez, al entrar en mi casa, el imberbe había
mandado cortar dos camisas, unos pantalones y un jubón míos. Poniendo aparte el
dinero para pagar todas estas cosas, me robó, y nunca logré hacerle confesar el hurto,
aunque yo estaba convencido de que había sido él. Al día siguiente le llevé a cenar a
casa de un amigo. Comió por dos y causó problemas por cuatro, pues rompió dos
sillas… (Ríe)
FRANCESCO (interrumpe): ¡Ya! (Voltea el reloj de arena)
LEONARDO: ¿Lo has conseguido?
Francesco muestra la hoja donde ha trazado un helicoide o espiral.
FIGURA 2: Espiral
LEONARDO: ¡Una espiral! Bravo, bravísimo… (Pausa) Supera a Leonardo. Es todo lo
que te pido.
FRANCESCO: No me exija tanto, maestro.
LEONARDO: Te lo pido porque ya estoy viejo y me quedan pocos días...
FRANCESCO: En todas mis oraciones pido para que nuestro señor le dé larga vida...
LEONARDO: No será tanta como para llevar a cabo todos mis anhelos. Y no quiero
pecar de ingratitud. En toda mi existencia, que no ha sido breve, he hecho más de lo
que hubiera apenas vislumbrado... Pero uno siempre tiene asuntos pendientes y se
marchará de esta vida terrenal a la vida celestial dejando mucho por hacer... (Pausa,
queda pensativo) Anoche tuve un mal sueño.
FRANCESCO: Los sueños no son más que eso, maestro.
LEONARDO: Quizás sí... Quizás no.
FRANCESCO: Los sueños están hechos de éter... La nada es la materia del ensueño...
No debería inquietarse.
LEONARDO: No debería... Sin embargo hoy, después de muchos años se repitió un
sueño, el mismo que tuve en mi primera infancia... Fue algo tan real, tan vívido, que
desde entonces me quedó en la memoria con una nitidez sorprendente… El único e
inseparable compañero de mi vida ha sido un sueño… ese sueño...
FRANCESCO: ¿Puedo saber cómo fue tal ilusión?
“Leonardo y la Máquina de Volar” Humberto Robles 7
LEONARDO: En aquella tan lejana infancia mía soñé que, siendo lo que era, un
pequeño niño, un buitre -una de estas aves carroñeras de oscuro plumaje-, volaba en lo
alto del cielo azul, entre las nubes... Sobre un blanco dosel de cúmulos congestos, se
movía una mancha negra… Súbitamente el ave comenzó a descender y a descender y
a descender haciendo círculos... (Con la mano traza en el aire una espiral que
desciende)
FRANCESCO: Una espiral…
LEONARDO: El ave se acercaba cada vez más a mí... Hallándome en la cuna, se me
acercó, me abrió la boca con su cola y me golpeó con ella, repetidamente, entre los
labios... ¡Y volvió a emprender el vuelo hacia lo alto...! Aún recuerdo la sensación de las
plumas tocando mi boca... Fue algo tan real... que me dejó muy impresionado.
FIGURA 3: Santa Ana, la Virgen y el Niño con el cordero 4 5
F
RANCESCO: En todo caso, se trataba simplemente de una pesadilla...
LEONARDO: Como tal no le presté mayor atención, aunque siempre ha estado
presente en mis recuerdos. (Pausa) Pues he ahí que anoche, querido Francesco, volví
a soñar lo mismo... exactamente lo mismo… Sesenta años después, tiempo más o
tiempo menos, tuve de nuevo esa visión… Sólo que esta vez... (Calla)
FRANCESCO: ¿Esta vez...?
LEONARDO: En esta ocasión... (Pausa) Todo ocurrió exactamente de la misma forma...
El buitre volaba en el cielo y fue descendiendo y descendiendo... De la misma manera,
una de sus alas rozó mi boca nuevamente... pero esta vez... una pluma quedó adherida
a mis labios... una pluma negra, tan negra como el terciopelo de las capas de un gran
duque o como la oscuridad que se vive al cerrar los ojos… ¡Ay, Francesco, esta vez el
corazón me latió aceleradamente, y sí que tuve miedo! Desperté agitado, inquieto,
sudando… -Aunque ese sueño removió una vieja idea que he gestado durante mucho
tiempo...- Francesco... ¿y si este sueño presagiara mi muerte?
FRANCESCO (persignándose): ¡Dios no lo permita, maese Leonardo!
LEONARDO: El pavor que me invadía fue tan grande que al despertar, aún creí oír el
vuelo del buitre saliendo por la ventana... Como si el batir de sus alas me hubiese
4 Un alumno de Freud, descubre al comienzo del siglo XX, que en la obra Santa Ana, la Virgen y el Niño
con el cordero, Leonardo había ocultado la imagen de un buitre.
5 La imagen rotada, donde se ve el buitre, es propiedad de Massimo La Rocca.
“Leonardo y la Máquina de Volar” Humberto Robles 8
regresado del sopor a la vida... Fue algo que de primer momento pareció tan real, que
incluso busqué entre las sábanas, en el suelo, por todas partes aquella pluma tan
negra... ¿Y sabes qué encontré?
Francesco deniega.
LEONARDO: ¡Por supuesto que nada...! (Ríe) Las únicas plumas que habían en esta
pieza eran las que me aguardan pacientes en el tintero… y las de esos cómodos
almohadones... Había sido eso: una ilusión... sólo un sueño.
FRANCESCO: Por fortuna. Pero decía que esto le había traído a la mente una idea...
LEONARDO: No, Francesco, no una idea… sino ¡la idea...! Como una chispa se
encendió de nuevo el viejo recuerdo... Algo que, durante años, me ha robado horas de
descanso… Algo que sé que es posible, aunque no lo he podido realizar aún…
FRANCESCO: ¿De qué se trata?
LEONARDO: De un aparato fantástico... Una máquina fabulosa... Un artefacto que reta
todas las leyes de la naturaleza, digno solamente de los prodigios del Templo del Rey
Salomón… (Busca en los baúles) Por aquí deberían estar esos bocetos... Son muy
viejos, de mis días en Florencia... Ayúdame a buscar, Francesco...
Buscan en los baúles sacando dibujos y bocetos.
FRANCESCO: Bocetos de máquinas-herramienta…
LEONARDO: Automatismos… Medidores…
FRANCESCO: Barcos... Sumergibles… ¿Y esto?
LEONARDO: Estudios del cuerpo humano basados en las autopsias de cadáveres que
realicé.
FRANCESCO: Pero, ¿no es una práctica prohibida?
LEONARDO (le quita los dibujos): Para algunos… no para mí, gracias a un buen señor
que me otorgó el permiso. Sigue buscando…
FRANCESCO (toma unos bocetos): Esto es bastante extraño…
LEONARDO (le arrebata los bocetos): ¡He aquí! ¡Esta es la idea! (le muestra)
FRANCESCO: Ya veo... ¿Qué es?
LEONARDO: La máquina que he bautizado con el nombre de… ¡El Ornitóptero!
“Leonardo y la Máquina de Volar” Humberto Robles 9
FIGURA 4: El Ornitóptero
FRANCESCO: Ah...
LEONARDO: ¿Lo único que se te ocurre exclamar es: “ah”?
FRANCESCO: Es que no atino a descifrar es qué es…
LEONARDO: ¡Es el artefacto! ¡El Gran Cisne! ¡La máquina de volar imaginada por
Leonardo!
FRANCESCO: ¡¿Máquina de volar?!
LEONARDO: Uno de los anhelos más acariciados de toda mi vida, un deseo que no ha
dejado de perseguirme y que no he podido llevar a cabo, es el de que otros cuerpos
más pesados que el aire puedan volar, a semejanza de los pájaros.
FRANCESCO: ¡¿Ha dicho volar?!
LEONARDO: Sí, sí, ¡volar! ¡Volar como las golondrinas, como las grullas… como los
buitres! Volar entre las nubes, por las corrientes que hace el viento, similares a las que
hay en el mar... Ver las ciudades, desde lo alto minúsculas, ante el estupor de
incrédulos pobladores... Estar más cerca de las estrellas, de la luna, de los arcángeles.
FRANCESCO: ¡Eso no es posible, maestro!
LEONARDO: Nada, escúchame bien, nada es imposible. La única frontera que existe
está aquí... (Le toca con un dedo la cabeza a Francesco) Muchas teorías improbables
del ayer, se convirtieron en verdades del mañana.
FRANCESCO: Probablemente... pero lo que dice está fuera de todo orden, de toda
lógica y razón.
LEONARDO: Francesco, mi querido Francesco... ¿Qué habrán dicho cuando a alguien
se le ocurrió, por ejemplo, idear la brújula o el astrolabio? ¡Es absurdo! ¡Una locura!
¡Bien podrían haberlo acusado de brujería y de manipulación diabólica! ¡Anatema!
Francesco se persigna.
LEONARDO: Ese es, entre otras cosas, el porqué de mis apuntes escritos en caligrafía
inversa; para leerlos es preciso enfrentarlos a un espejo. Un código secreto.
FIGURA 5: Caligrafía inversa
FRANCESCO: De cualquier forma, creo que, si dios nuestro señor hubiese deseado
que el hombre volara, nos habría provisto de alas en vez de brazos... O alas en el
dorso, como a los ángeles...
LEONARDO: Dios tampoco nos proporcionó vestiduras, ni la rueda, ni instrumentos
musicales, ni siquiera… (Alza el tenedor) tenedores... Creo que a sus ojos no es una
falta que hayamos creado todo cuanto nos rodea... Observa a tu alrededor: en este
cuarto todo ha nacido del ingenio del hombre... (Toma la pluma) Incluso esta pluma,
creación de la naturaleza, hemos cambiado su función primaria para nuestro uso y
beneficio... Al contrario de lo que piensas, me parece creer que el señor sonríe cuando
el hombre eleva una espléndida iglesia o cuando compone un Te Deum... ¿No crees
“Leonardo y la Máquina de Volar” Humberto Robles 10
que probablemente nuestro señor esté esperando que construyamos el Gran Cisne
para así poder estar más cerca de él?
FRANCESCO: Las escrituras afirman otra cosa. El señor impidió la construcción de la
torre de Babel cuando el hombre pretendió alcanzar las alturas... ¿Por qué? Porque esa
es la barrera que nos ha impuesto... Nos ha dado la tierra, los océanos, el mundo
entero... mas no el cielo.
LEONARDO: Confío ciegamente en la capacidad del hombre para explorar todos los
horizontes.
FRANCESCO: Quizás ésa sea la única frontera.
LEONARDO: Dudo mucho que dios se encolerice si ve a Leonardo surcando el
firmamento en una máquina voladora.
FRANCESCO: ¿Maese desea ser un nuevo Dédalo?
LEONARDO: ¡Y tú serás mi Ícaro! ¡Ellos soñaron lo mismo que Leonardo!
FRANCESCO: Entonces ha olvidado que, por volar tan cerca del sol, se derritió la cera
con la que estaban pegadas las plumas a las alas… precipitándose al suelo.
LEONARDO: Con cera, tú lo has dicho. Leonardo no piensa en alas pegadas con cera.
(Ríe) ¡Qué bobería: cera!
FRANCESCO: En todo caso... volar... ¿para qué?
LEONARDO: El hombre tiene la esperanza, el deseo de repatriarse y de volver a su
primer estado. (Con la mano imita el vuelo de una mariposa) Hace como la mariposa
buscando la luz... Este deseo es la quintaesencia de los espíritus elementales que se
hallan encerrados en el alma. El hombre aspira sin cesar a volver a su mandatario.
FRANCESCO: La naturaleza jamás quebranta sus leyes; así me lo ha enseñado,
maestro.
LEONARDO: Homo minister et interpres naturae. ¡Francesco: el artista disputa y rivaliza
con la naturaleza! El hombre tiene una soberana locura que le hace padecer
continuamente. Con la esperanza de no sufrir más, la vida se le escapa mientras
espera gozar de bienes que ha conseguido a precio de grandes esfuerzos... Los
grandes señores se rodean de objetos hermosísimos y lucen vestidos inigualables...
Mandan edificar castillos y fortalezas inexpugnables... Sus mesas son dignas de los
dioses del Olimpo... y a pesar de todo, son infelices... ¡Cuánto les cuesta cuidar sus
bienes atesorados! Rodeados de joyas, sirvientes y hermosas damas, se dan cuenta
que la felicidad no radica en todo aquello... Los hombres corren tras lo que más temen;
son miserables por temor a la miseria… Por eso, yo prefiero soñar... Soy el alquimista
de mis propios sueños... En un lienzo puedo transformar la tristeza en alegría, el dolor
en regocijo... La sonrisa, en enigma… No me interesa convertir el plomo en oro...
Muchos de mis sueños se han cristalizado... otros siguen siendo sólo eso: sueños aquí
incubados (se señala la cabeza) esperando germinar. Ya verás que algún día el Gran
Pájaro emprenderá el vuelo, llenando al universo de admiración. Se divulgará en mil
escritos su fama, convertido en gloria eterna del nido en que nació.
FRANCESCO (mira el boceto): En verdad quisiera creer que así será...
LEONARDO: Este es un antiguo boceto... una máquina provista de alas
manufacturadas como las de las golondrinas... o mejor dicho, como las del murciélago...
Cuando estuve bajo las órdenes del duque de Milán, el gran Ludovico Sforza, yo tenía
como costumbre la de comprar estorninos y otra clase de pájaros enjaulados para, acto
seguido, darles libertad y observar su vuelo. (Ríe) La gente me tomaba por loco. He de
reconocer que los intentos que hice para materializar esos vuelos fueron todo un
“Leonardo y la Máquina de Volar” Humberto Robles 11
fracaso. Con una paciencia a prueba de todo, concebí modelos de dos, tres y hasta
cuatro alas, llegando a diseñar un timón que dejara libre los brazos y las piernas del
navegante para invertir toda su fuerza en el aleteo. Cuando me di cuenta de que la
fuerza muscular de un hombre no bastaba para elevarse con simples alas de seda,
madera y metal, mis investigaciones cambiaron de rumbo. Entonces me dediqué a
diseñar una máquina volante en la que el tripulante pudiera ir de pie, sin depender
exclusivamente de sus músculos. Y lo hice dotándola de dos grandes alas y un motor
de resortes que haría batir aquéllas. Y lo llamé: el Ornitóptero. "Mañana por la mañana,
2 de enero del año del señor 1496, haré un intento", escribí. “Me guían el espíritu de
curiosidad y la sed de conocimientos”.
FRANCESCO: ¿Y qué sucedió?
LEONARDO (pausa): El artefacto volante... simplemente… falló.
FRANCESCO: Es que... (Calla)
LEONARDO: Dilo.
FRANCESCO: Falló porque es algo total y absolutamente imposible de llevar a cabo.
LEONARDO: ¡Quiero hacer milagros, Francesco!
FRANCESCO: “No tentarás al señor”: los milagros están reservados al creador y sólo a
él.
LEONARDO: Quien todo lo sabe, todo lo puede. Necesitamos saber y tendremos alas.
Si las aves pueden mantenerse por medio de ellas en el aire, si los enormes navíos
pueden, por medio de sus velas, flotar sobre las aguas, ¿por qué el hombre, ser
superior de la Tierra, no ha de poder ser dueño de los vientos y remontarse triunfador
en el cielo? ¡La luna y la Vía Láctea al alcance de su mano!
FRANCESCO: ¡Porque es irrealizable! ¡Está en contra de toda ley natural! Porque el
hombre, aunque sea el ser superior sobre la Tierra, no es dios. ¡Es como querer que un
pez habite fuera del agua! No se sabe de ninguno que pueda hacerlo. Así como
tampoco se sabe de mortal alguno que haya podido mantener a voluntad el vuelo por
los aires.
LEONARDO: No hay nada desconocido; sólo hay cosas que todavía no conocemos.
FRANCESCO: Maestro, que un hombre vuele por cualquier medio es algo quimérico.
Desafía toda inteligencia, toda ciencia y toda creencia. Que lo tilden de loco es nada
comparado a ser llamado hereje. No ha de faltar en este mundo algún malintencionado
que quisiese denunciar a mi maestro al saber que pretende volar. Yo, en su lugar, no
hablaría de esta idea en público. Las malas lenguas matan a más personas que la
espada.
LEONARDO (mostrando un cuaderno): De una ojeada, miras esta página y la ves llena
de letras diversas, mas no las ves todas ni adviertes su significado: precisas leer
palabra por palabra. Para subir a un edificio has de elevarte peldaño por peldaño…
FRANCESCO: Hágame caso y olvídese de esa idea.
LEONARDO: He aquí una cosa que rechazamos cuanto más necesitamos: el consejo.
De mala gana lo escucha quien más lo necesita: el ignorante. Es probable que estés en
lo correcto.
FRANCESCO: Según el santo oficio, el ser humano no es ave ni tiene alas; actuará
contra natura quien a pesar de ello las fabricare; el constructor será decapitado por
pactar con el diablo y su ingenio quemado tras rezar la santa misa.
LEONARDO (pausa): Ha sido suficiente por el día de hoy. Ve con dios...
FRANCESCO: ¿Lo he importunado? ¿Se ha molestado conmigo?
“Leonardo y la Máquina de Volar” Humberto Robles 12
LEONARDO: No, no... Anda, márchate... Estoy cansado… Ven mañana, a la hora
acostumbrada.
Francesco va a salir. Leonardo mira el boceto del Ornitóptero:
LEONARDO: Sin embargo, tendremos alas. Si no soy yo, será otro, pero el hombre
volará. El espíritu no ha mentido: los que sabrán, los que tendrán alas, serán como
dioses.
Francesco sale. Oscuro. Música.
ESCENA 2.
Música. Se ilumina el escenario. Un nuevo día. Están Leonardo y Francesco:
LEONARDO: … Y cuentan que el día del natalicio del soberano Matías, cierto poeta le
ofreció una obra suya que celebraba tan memorable fecha en que, para regocijo del
mundo, había nacido tan ilustre monarca. Un bello poema sin duda. Agrega la leyenda
que un retrato de su amada le fue presentado en el mismo acto por un artista que la
había pintado para tal fin. El rey, apenas tuvo en sus manos la pintura, sin hacer más
caso del poema, fijó en ella sus ojos con gran admiración.
FRANCESCO: ¿La pintura por encima de la palabra?
LENORADO: Definitivamente. La pintura sirve a un sentido más digno que la poesía y
reproduce con mayor verdad que el poeta las figuras de las obras de la naturaleza. Las
palabras son alegorías del mundo; la pintura la retrata. Hables la lengua que hables,
entenderás una pintura, mas no así una poesía. Un poema escrito en lengua ajena a la
propia, desconocida para uno, se convierte solamente en un pedazo de papel con tinta.
Nada más. No olvides que la pintura encuentra en la mimesis o imitación del natural su
principio máximo.
FRANCESCO: De acuerdo.
LEONARDO: ¡Excelente! Ahora, pongamos en práctica lo dicho...
FRANCESCO: Maestro, ayer me quedé pensando en lo que hablamos...
LEONARDO: ¿En la helicoide? ¡Ah, ya, claro: la cuadratura del círculo…!
FRANCESCO: No, no... Hablaba de sus bocetos... El aparato para volar que ha ideado.
LEONARDO: Ah... Eso es inverosímil, tú lo has dicho.
FRANCESCO: Anoche no pude dormir pensando en ello. Di vueltas en mi lecho
pensando en que, si un hombre como mi maestro habla de emprender el vuelo, es
porque no se trata de algo desatinado...
LEONARDO: ¡Lo es, Francesco, tú mismo me lo demostraste! No hay que pretender
alcanzar lo imposible.
FRANCESCO: Sin embargo...
LEONARDO: Prosigamos, por favor. En los tiempos en que vivía en Milán, bajo las
órdenes del poderoso señor Ludovico el Moro, pinté para el refectorio de la iglesia de
Santa María delle Grazie, “La Última Cena” (Figura 6). A mi manera de ver, lo crucial de
esta obra ha sido la composición…. La mayoría de los artistas han centrado la escena
en el momento de la Eucaristía… A mí me pareció más interesante el instante en el que
Cristo anuncia que uno de sus discípulos lo va a traicionar. Esto me sirvió para que
“Leonardo y la Máquina de Volar” Humberto Robles 13
cada apóstol reaccionara de una manera diferente, haciendo un estudio completo de los
temperamentos humanos… La cólera, la sorpresa, la incredulidad, la duda... la
culpabilidad… La desgracia de esta obra es culpa mía… El empleo del óleo sobre yeso
seco provocó problemas técnicos que han conducido a su rápido deterioro. ¿Sabes
cuánto tiempo me llevó realizar ese fresco?
FIGURA 6: La Última Cena
FRANCESCO: No lo sé.
LEONARDO: ¡Veinte, veinte largos años!
FRANCESCO: ¿Por qué tanto tiempo?
LEONARDO: Siempre he sido muy exigente en buscar a las personas que han de
servirme de modelos. El primer problema surgió al no encontrar al modelo que
representase a Jesucristo. Este hombre debía reflejar en su rostro la pureza, la nobleza,
los sentimientos más puros y elevados. Y claro, también debía poseer una
extraordinaria belleza varonil. Por fin encontré a un joven con esas características y fue
el primero que pinté. Después fui hallando a los demás apóstoles, dejando pendiente a
Judas Iscariote, ya que no encontraba al modelo adecuado. Éste debía mostrar en el
rostro las huellas de la traición y la maldad.
FRANCESCO: ¿Por este inconveniente, la pintura quedó inconclusa durante tantos
años?
LEONARDO (asiente): Hasta que un día me hablaron de un terrible criminal que había
sido apresado. Fui a verlo y era exactamente el Judas que quería para terminar la obra,
por lo que solicité al Alcalde de Milán que le permitiera al reo que posara para mí. El
Alcalde, conociendo mi fama, aceptó gustoso e hizo llevar al reo encadenado y
custodiado por guardias a mi estudio. Durante todo el tiempo el reo no dio muestra de
emoción alguna; se mostraba callado e indiferente. Al final, satisfecho del resultado,
llamé al reo y le mostré la obra. Cuando el reo la vio, cayó de rodillas llorando,
sumamente impresionado. Yo, extrañado, le pregunté el por que de su actitud, a lo que
él preso me respondió:
FRANCESCO: “Maestro, ¿acaso es que no me recuerdas?"
LEONARDO: Lo observé detenidamente y contesté: "No, nunca antes te había visto".
Llorando y pidiendo perdón a dios, el reo dijo:
FRANCESCO: "Maestro, yo soy aquel joven que hace diecinueve años tú escogiste
para representar a Jesús en este mismo cuadro..."
“Leonardo y la Máquina de Volar” Humberto Robles 14
LEONARDO (tras pausa): Creo que de esta historia se desprenden no una, sino varias
moralejas.
FRANCESCO: Las cosas no son como parecen... Al cabo del tiempo, los objetos como
los seres humanos, se transforman... Un hombre virtuoso puede terminar convertido en
un villano... El rostro del bien y del mal puede contenerse en una sola presencia... Lo
que nació bello no promete permanecer en ese estado por siempre...
LEONARDO: Lo aparente es sólo aparente... (Saca un dibujo y lo muestra. Figura 7) Que
no te engañe el ojo...
FIGURA 7
LEONARDO: ¿Te das cuenta? Esta figura existe, es... pero es imposible de
materializar.
FRANCESCO: Una ilusión óptica.
LEONARDO: Y a pesar de todo existe… aunque solamente en el papel.
FRANCESCO: Existe... como podría existir la máquina de volar...
LEONARDO: ¿Qué tienes hoy? ¿No piensas más que en ese endiablado armatoste?
FRANCESCO: Sí. Involuntariamente, durante la madrugada, me vino ese pensamiento
a la cabeza. Sin poder conciliar el sueño, me levanté, encendí las velas y me puse a
trazar algunos dibujos de la máquina para volar... ¿Quiere verlos?
LEONARDO: No. ¿Para qué?
FRANCESCO (los saca y se los muestra): Me gustaría conocer su opinión.
LEONARDO: Es estéril perder el tiempo en cosas que no tienen sentido, Francesco. No
es práctico. (Mira los bocetos de reojo) Si te complace, como dibujos no son malos...
FRANCESCO: Sólo he copiado su técnica.
LEONARDO: El que sabe copiar... sabe.
FRANCESCO: Maestro, después de meditarlo durante toda la noche, se me ha ocurrido
algo… ¡Construir la máquina!
LEONARDO: ¡Voto al diablo!
FRANCESCO (muestra el boceto. Figura 7): Me lo ha demostrado... Esta imagen es,
existe... ¡También podríamos hacer que la máquina existiese!
LEONARDO: No seas necio, esta figura no podría realizarse ni en madera, ni en hierro,
ni en arcilla, es imposible de realizar.
FRANCESCO: Mas no así la máquina de volar ideada por Leonardo. Podríamos hacer
un modelo. ¿Si lo intentásemos?
LEONARDO: A ver, querido mío... ¿qué te hizo cambiar de opinión? Ayer casi me
acusas de herejía... ¡Sacrilegio! Y ahora pretendes desplazarte por los aires desafiando
“Leonardo y la Máquina de Volar” Humberto Robles 15
a la naturaleza y al creador que, como bien dijiste, si hubiese deseado que volásemos,
nos habría proporcionado hermosas alas en vez de estas extremidades.
FRANCESCO: Verá. Después de realizar estos dibujos, casi al amanecer, me quedé
dormido sobre la mesa de trabajo... El sueño me vencía, pero yo aún seguía pensando
en el aparato... Y entonces... durante unos instantes, ¡soñé que volaba, maestro! Y no
sabe qué sensación, qué experiencia más placentera. Sentí una ligereza de cuerpo y el
espíritu tan alegre que.... al despertar entendí que mi sueño... era el mismo que el
suyo… ¡Hagamos la máquina!
LEONARDO: Harían falta herramientas, materiales, cuerdas, maderas ligerísimas...
FRANCESCO: Yo conseguiré todo lo necesario.
LEONARDO: Hemos de necesitar mucho tiempo y eso, Francesco, es lo que menos
tengo... Hoy amanecí más cansado que de costumbre... Y un dolor... (Sobándose el
brazo derecho) Los años me están venciendo. Anoche también me quedé pensando y
entendí, gracias a tus palabras, que no hay que imprimir demasiado esfuerzo en cosas
vanas e inútiles... Cuando los días están contados, uno sólo debe dedicarse a algo
concreto... En mi caso, a la cocina, que es una labor por lo demás grata y a la vez
exquisita.
FRANCESCO: ¿Y qué fue de su sueño, maese?
LEONARDO: ¿Aquél donde aparece el buitre?
FRANCESCO: No... Bueno, sí... Gracias a él despertó la vieja idea adormecida en su
mente... Su sueño, el de volar... Permítame ser parte de él...
LEONARDO: Melzi, Melzi… Puedo alcanzar a oír el crepitar de la leña en la hoguera…
(Se persigna) No.
FRANCESCO: Lo haremos en absoluto secreto. Nadie lo sabrá hasta el momento en el
que el Gran Pájaro surque el firmamento... y sobre la máquina soñada por Leonardo: él
y su discípulo Francesco, desafiando y dominando al viento, dejando enmudecidos a
todos los que presencien esta hazaña al vernos emprender el vuelo... “¿A dónde
irán...?”, preguntarán unos... “¡A Florencia!”, responderán los otros, “porque es la ciudad
amada por el gran sabio”... Algunos dirán: “¡A Vinci, que es la tierra que vio nacer a
Leonardo el Vencedor...!” En poco tiempo, los hombres construirán más de estos
aparatos y los perfeccionarán hasta cruzar los mares, más allá del Finisterre y de las
Columnas de Hércules... Y alguien recordará sus palabras... “No está errante quien esta
fijado a una estrella...” ¡Hagamos milagros, maestro!
LEONARDO (pausa): ¡Francesco! ¡Mi querido Francesco! (lo abraza y besa en sendas
mejillas) El discípulo va superando al maestro... ¡Anda…! Trae los bocetos...
Francesco toma papeles y manuscritos de la mesa:
LEONARDO: Anoche, al igual que tú, sin poder dormir, pensé en un antiguo diseño mío
al que llamé en aquel entonces Tornillo Aéreo... Este artefacto tiene provistas unas
aspas giratorias que harán que la máquina se eleve verticalmente hacia lo alto... Si se
hace girar con fuerza, la hélice se elevará por los aires y ganará altura. Piensa, por
ejemplo, en una regla larga y estrecha. Si la mueves enérgicamente en el aire sentirás
que la misma regla arrastra por el aire las articulaciones de tu brazo.
“Leonardo y la Máquina de Volar” Humberto Robles 16
FIGURA 8: El Tornillo Aéreo
LEONARDO: Pero deseché la idea... El Ornitóptero es más viable... Si alguien tiene
dudas y cree que algo de lo que he dicho hasta ahora es imposible de realizar, estoy
preparado para demostrárselo en el acto… Para el aparato de volar, el murciélago nos
suministrará el mejor modelo, porque el tejido de sus alas constituye una armadura...
mejor dicho: una ligazón de una armadura, semejante a la vela principal de un buque.
FIGURA 9: El Ornitóptero
FRANCESCO (dándole unos bocetos): ¿No mencionó anoche a la golondrina como
ejemplo?
LEONARDO: Las alas de los pájaros tienen huesos más potentes y más fuerte
nervadura porque son discontinuas... Sus plumas no están unidas entre sí y el aire
puede pasar entre ellas; el murciélago tiene la ventaja de un tejido que hace de sus alas
un todo impenetrable al viento. Busca en esos cuadernos el Tratado sobre las Aves...
Francesco obedece.
LEONARDO: La experiencia me ha dicho que el pájaro se hace pesado o liviano según
su voluntad. (Imita el vuelo de un ave, aleteando los brazos) El buitre y el resto de las
aves que agitan poco las alas en el vuelo buscan siempre las corrientes de aire; cuando
el viento reina en las capas superiores de la atmósfera, se los observa volando a gran
altura; si reina en las capas inferiores, permanecen en ellas. Si el ave desplaza el
centro de sustentación de sus alas hasta detrás del centro de su gravedad, caerá
cabeza abajo… El ave que cae cabeza abajo no logrará enderezarse si no dobla la cola
hacia arriba… ¿Comprendes?
Francesco: Sí, sí…
LEONARDO: La naturaleza benigna provee de manera que en cualquier parte halles
algo que aprender. (Aleteando) Sígueme... (Aletea) Así…
Francesco aletea.
“Leonardo y la Máquina de Volar” Humberto Robles 17
LEONARDO: El movimiento de la máquina de volar deberá verificarse siempre arriba de
las nubes para evitar que las alas se humedezcan, para poder divisar más tierra y para
prevenir el peligro de las corrientes de aire giratorias que reinan dentro de las gargantas
de las montañas.
FRANCESCO: Volar debe ser como navegar por alta mar... sólo que en el aire.
LEONARDO: Más hermoso todavía. Pero la ciencia de las aguas bien puede servirnos
para explicar la ciencia de los volátiles: ondas, corrientes, torbellinos, oleajes... ¿Has
encontrado los manuscritos?
Francesco pone papeles y cuadernos sobre la mesa. Leonardo va con él.
LEONARDO: Necesitaremos herramientas y diversos materiales.
FRANCESCO: El herrero puede facilitarnos instrumentos, yunques, martillos...
LEONARDO: Habrá que conseguir sogas, cueros curtidos, placentas de vaca...
FRANCESCO: Sé quién puede proporcionárnoslos.
LEONARDO: Y debemos hacernos de un espacio para construir la máquina...
FRANCESCO: ¡El viejo granero del castillo!
LEONARDO: ¡Hermetismo total!
FRANCESCO: Por supuesto.
LEONARDO: Ni una palabra a nadie, discreción y precaución… como debe hacerse
todo en esta vida.
FRANCESCO: Será nuestro secreto.
LEONARDO: Ni siquiera nuestro amable anfitrión, su majestad el rey, debe saberlo.
FRANCESCO: Así será.
LEONARDO: Veamos. (Ambos miran los bocetos) Teniendo los materiales, trabajando
sin descanso, en unos días podríamos tener un primer modelo... Sólo hay un
problema… como ya estoy viejo, habrá que conseguir a algún temerario que quiera
montar la máquina y probarla... Advierto que no será labor sencilla; sólo un lunático
aceptaría tal empresa.
FRANCESCO: Conozco a esa persona.
LEONARDO: ¿…?
FRANCESCO: ¡Yo!
LEONARDO: ¿Subirás a la montaña y te lanzarás al precipicio con riesgo de quedar
despedazado sobre las rocas si la máquina no llegase a funcionar?
FRANCESCO: Sí.
LEONARDO: ¡De ninguna manera! (comienza a escribir con la mano izquierda en un
papel) Si el artefacto falla, ¿cómo crees que me sentiré? La culpa por haberte causado
semejante fin no me dejaría dormir y yo moriría en un pecado nefando condenándome
a las llamas del infierno. Olvídalo.
FRANCESCO: ¿No sentirá la misma culpa si el que muriese fuese otro?
LEONARDO: Claro que sí. La vida humana es sagrada. Por eso la probaré yo, que soy
más viejo y quien todo esto ha elucubrado.
FRANCESCO: Pero, maese...
LEONARDO: Francesco, no seas necio: el que no valora la vida, no la merece… y por
el amor de la Santísima Madona, no comiences a llevarme la contraria como
acostumbras. (Le entrega el papel que escribió) Aquí está la lista de materiales y
herramientas. ¡De prisa!
“Leonardo y la Máquina de Volar” Humberto Robles 18
FRANCESCO: Sí, sí...
LEONARDO: Busca todo lo necesario y tráelo pronto, antes de que la campana toque a
maitines... Mientras me quedaré a perfeccionar los dibujos... Anda…
FRANCESCO (hace una reverencia): De acuerdo, maestro. (Va a salir)
LEONARDO: Francesco, todo el arte que profesamos nos confiere el derecho de
llamarnos descendientes de dios.
Oscuro. Música.
ESCENA 3.
Música. Tres días después. Escuchamos ruidos de martillos y otros metales. Se ilumina
el escenario y vemos a Francesco que tiene puesto un delantal de cuero y algunas
herramientas en las manos.
FRANCESCO: No fue sino hasta el tercer día que tuvimos prácticamente todos los
materiales para construir la máquina voladora. Trabajamos sin descanso, día y noche.
Luego, los malestares de mi maestro fueron incrementándose hasta que cayó enfermo,
así que tuve que hacerme cargo de todo, lo cual provocó que nos demoráramos más en
construir el aparato fabuloso. En sus escasos periodos de mejoría, maese me llevaba
pan, vino, o algún platillo preparado por él mismo. Nos sentábamos afuera del viejo
granero y nos quedábamos silenciosos contemplando el cielo; el vuelo aparentemente
caprichoso de las aves que, como la cosa más natural, se desplazaban de un lado al
otro navegando el viento. Nuestros ojos no veían más que hacia lo alto... Y soñábamos,
maese y yo, en pleno día, con los ojos abiertos, el mismo sueño que habíamos
compartido… (Pausa) Sucedió que el maestro comenzó a sentirse cada día más
enfermo, aunque trataba de disimular, y nunca faltaban sus risas y bromas; sin
embargo lucía grave, tanto, que cuando teníamos la máquina casi terminada, Leonardo
ya no pudo salir de su habitación en el castillo.
LEONARDO (grita): ¡Francesco! ¡Francesco!
Descubrimos a Leonardo sentado en una silla, envuelto en una manta.
FRANCESCO (deja las herramientas y va hacia él): Aquí estoy, maese.
LEONARDO: ¿Cómo va la construcción?
FRANCESCO: Casi acabada.
LEONARDO: ¿Qué nos augura el clima? ¿Ha sido benévola la primavera con nosotros?
FRANCESCO: El sol brilla en lo alto y el cielo está despejado.
LEONARDO: ¿Cambiaste las placentas de vaca por cueros de nonatos?
FRANCESCO: ¡Cambiados!
LEONARDO: ¡Qué error pensar que las placentas serían más ligeras!
FRANCESCO: Un mercader veneciano aceptó complacido el trueque.
LEONARDO: ¿Alguien se ha dado cuenta de lo que se ha estado haciendo?
FRANCESCO: Nadie.
LEONARDO: ¿Estás seguro?
“Leonardo y la Máquina de Volar” Humberto Robles 19
FRANCESCO: Todos saben que algo se construye bajo sus órdenes, pero no saben de
qué se trata. Desde que su majestad el rey vino a visitarlo, nadie ha hecho más
preguntas sobre lo que se realiza.
LEONARDO: Desconfía de todos.
FRANCESCO: Descuide.
LEONARDO (tose para que no se entiendan bien sus palabras): Incluyendo a su
majestad.
FRANCESCO: ¿Qué ha dicho?
LEONARDO: Nada… nada… ¿Cuándo crees que puedas terminar el modelo?
FRANCESCO: Si mis cálculos y las fuerzas no me fallan, mañana.
LEONARDO: Lo que a mí me falla es la salud, Francesco.
FRANCESCO (pausa): Podemos esperar unos días hasta que se reestablezca.
LEONARDO: ¡No, no, no, nada de eso!
FRANCESCO: Unas noches más al calor de la chimenea le harán bien y se repondrá.
LEONARDO: ¿Y si en lugar de mejorar, empeoro y muero?
FRANCESCO: ¡Que dios nuestro señor no lo permita!
LEONARDO (pausa): La muerte ya viene por mí, Francesco.
FRANCESCO: Déle la espalda… ciérrele la puerta…
LEONARDO: Mi vida ha sido larga y en general, ha estado llena de dicha. Siendo pobre
como correspondió a mi cuna, tuve la fortuna de conocer las inmensas riquezas en los
palacios de los grandes príncipes y duques; de ellos recibí sus halagos y favores. Les
serví para bien de sus mesas, sus cocinas y sus guerras, y para el deleite de su vista
hice pinturas casi perfectas. Gocé de la fama en vida y mi nombre resuena en todo el
mundo conocido. Quise la belleza y la belleza me fue dada. Amé la sonrisa de las
mujeres, y supe plasmarla como pocos… Amé la delicada piel de los mancebos, la
suavidad del armiño y el sabor de un vino tierno. He dado todo lo que he podido, de ese
dorado sol que se me da a mares y que sale de mi pecho. Yo fui una luz. Le di un poco
de alegría y belleza a este mundo a veces tan cruel y oscuro. El altísimo perdonará los
pecados de un gentil hombre milanés, primer pintor, ingeniero y arquitecto del rey,
maestro, mecánico, y antiguo director del taller de pintura del duque de Milán, y si es su
voluntad, lo alabará con su oficio en el cielo. Si muriera en este preciso instante,
querido Francesco, si la muerte apareciese ahora y con su mano me guiase al otro
mundo, moriría feliz... aunque sólo me haya faltado una cosa por hacer...
FRANCESCO: Cumplir su sueño. Por eso, mañana mismo podría venir conmigo al pie
de la montaña y quedarse ahí para verme probar la máquina.
LEONARDO: ¡Qué testarudo eres!
FRANCESCO: ¡Déjeme hacerlo!
LEONARDO: Si mueres, no me lo perdonaré nunca y me arrastrarás, junto contigo, a la
condenación.
FRANCESCO: Permítame intentarlo.
LEONARDO: Te lo prohíbo. Eres tan joven y morir de esa forma atroz...
FRANCESCO: “Mueren jóvenes aquellos a quienes los dioses aman”…
LEONARDO: No metas a Menandro en esto… ¡Necio!
FRANCESCO: Maese, yo confío en que la máquina funcione. ¡En verdad! En todo caso,
si el aparato se precipita a tierra y muero... a mí también me encontrarán con una
enorme sonrisa porque, aunque sea brevemente, habré hecho realidad nuestro sueño.
LEONARDO: No intentes convencerme.
“Leonardo y la Máquina de Volar” Humberto Robles 20
FRANCESCO: ¡Quiero volar! ¡Volar!
LEONARDO: ¿Deseas acaso la gloria para ti?
FRANCESCO: Claro que no, mi querido maestro. Aspiro a que el orbe entero sepa que
hubo una vez un mortal, un joven aprendiz, discípulo de un gran sabio, que voló en la
máquina ideada por Leonardo. ¡”Se divulgará en mil escritos su fama, convertido en
gloria eterna del nido en que nació”! Haré lo que mi buen maestro no puede hacer
porque está impedido en estos momentos.
LEONARDO (pausa): Haz que venga el notario, deseo redactar mi testamento. Quiero
que se me conceda el deseo de que a mi ataúd lo acompañen 60 mendigos con sendos
cirios y ser enterrado en la iglesia de Saint Florentin en Amboise...
Francesco va a decir algo.
LEONARDO: No me interrumpas... respeta la última voluntad de un moribundo… Deseo
que tú, mi buen Francesco, seas mi albacea. Ordena los manuscritos que has de
heredar y cumple, a partir de los pasajes más importantes de mi Tratado de Pintura, un
conjunto de observaciones prácticas y teóricas para futuros pintores. Que Giacomo
Salai…
FRANCESCO (interrumpe): Nunca el mote de “pequeño diablo” fue mejor asignado.
LEONARDO: Calla, que no hablen los celos por tu boca… Que Salai herede la mitad de
mi viñedo, así como la mayoría de los cuadernos y las pinturas que aún conservo y que
me han acompañado hasta ahora... (Mira el caballete tapado con la tela) Todas menos
una… mi amada mía…
Francesco mira el caballete cubierto por la tela. Va hacia él:
LEONARDO (ruge): ¡No la toques!
FRANCESCO (se frena): No era mi intención, maese Leonardo. (Tras pausa, dispuesto
a salir) Si mañana está listo el aparato... pediré que lo lleven en litera al pie de la
montaña.
LEONARDO: No podré.
FRANCESCO: Entonces mandaré decirle que se asome a la ventana para que vea al
Gran Pájaro surcar los cielos.
Leonardo asiente cansado y cierra los ojos.
FRANCESCO: Leonardo pareció asentir y cerró sus ojos, aquellos que tantas cosas
habían contemplado... Por un momento creí que había muerto y puse mis dedos en su
nariz para ver si aún respiraba... Después de cerciorarme de que aún vivía, salí de
nuevo al granero y seguí trabajando más arduamente...
Se oscurece el espacio donde está Leonardo. Francesco vuelve al sitio donde lo
encontramos al principio de esta escena:
FRANCESCO: Aún de noche, alumbrado por antorchas, seguí reforzando las alas,
nivelando el cuerpo del Gran Cisne, ajustando el timón, afinando cada detalle. Ya al
alba, cuando el cansancio me vencía, salí para que el viento frío de primavera me
“Leonardo y la Máquina de Volar” Humberto Robles 21
espabilara... Alcé la vista a ese cielo tantas veces visto por mí, por Leonardo, por mis
antepasados y los antepasados del hombre... Bajo la Osa Mayor, cruzó el cielo una
estrella fugaz... Y pedí un deseo...
Oscuro. Música.
ESCENA 4.
Música. (Francesco puede estar montado en un arnés sostenido de la tramoya para que
se eleve y luego descienda)
FRANCESCO: Al día siguiente, Leonardo había amanecido aún más desmejorado. En
efecto: el genio agonizaba. Era cuestión de horas, a lo sumo de días. La Diosa Fortuna
fue generosa y me permitió tener listo el aparato a tiempo. Desoyendo todo consejo de
mi maestro, pedí a los criados que me ayudaran a sacar la máquina e inmensa fue su
sorpresa al ver aquel artefacto. Cuando les expliqué su función, lejos de asustarse,
todos se dispusieron a ayudarme a subir la máquina a la cima de la montaña, como si
ellos también se hubiesen contagiado por ese anhelado sueño. Ya en la cima, oré y
rogué al creador para que nos permitiera llevar a cabo la hazaña y que le diera vida a
Leonardo para poder narrarle nuestra proeza. Monté la máquina de volar. Afiancé los
cueros para sujetarme firmemente al aparato. Revisé por última vez los amarres, cada
unión, los nudos; probé el movimiento de las alas. Me persigné y me encomendé a la
Santísima Virgen, a todos los santos, dominaciones, tronos y potestades del cielo.
Tomé con fuerza el timón. Fui impulsado y me lancé al enorme vacío, no sin miedo,
pero ante todo, con la más grande esperanza... Estuve un pequeño instante suspendido
en el aire... Flotaba… Y en un abrir y cerrar de ojos… todo se precipitó a tierra. La frágil
máquina estaba destrozada; nada quedaba de sus hermosas alas, ni del cuerpo de la
nave y del timón no quedó ni rastro. Milagrosamente sobreviví apenas con algunos
rasguños y heridas sin importancia. Nuestro enorme sueño... el sueño soñado por los
dos... se había acabado en un parpadeo.
Oscuro.
ESCENA 5.
Leonardo yace en la cama o el sillón, agonizando.
LEONARDO: ¿Quién viene...? ¿Eres tú, Salai…? ¿Qué noticias me tienes de
Francesco?
Aparece Francesco.
FRANCESCO: Maestro, soy yo.
LEONARDO: Acércate... Ven... Casi no te escucho.
FRANCESCO (se acerca, queda junto a Leonardo): Guarde reposo y no se esfuerce, se
lo suplico.
“Leonardo y la Máquina de Volar” Humberto Robles 22
LEONARDO: Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una
vida bien usada causa una dulce muerte... ¿Lo lograste, Francesco?
FRANCESCO (tras pausa): No... Me apena decirle que no…
LEONARDO: Me lo temía... aunque por un instante realmente llegué a creer que lo
conseguiríamos... Fue un error y fracasé… He ofendido a dios y a la humanidad porque
mi trabajo no tuvo la calidad que debía haber tenido…
FRANCESCO: No se aflija, maestro.
LEONARDO: Donde hay más sensibilidad, allí es más fuerte el martirio.
FRANCESCO: No... No, maese, no me entendió… quise decir que no, que no fue
exactamente como lo pensamos... pero la máquina funcionó...
LEONARDO: ¡¿Emprendiste el vuelo, Francesco?!
FRANCESCO: ¡Sí…! (pausa) Sí, maese... ¡Volé y planeé en el Gran Cisne como un ave
con sus alas extendidas!
LEONARDO: ¿Se elevó el aparato?
FRANCESCO: ¡Así es, maestro! Volé... no sé si mucho o poco... ¿Sabe? Allá arriba el
tiempo pasa de manera diferente que aquí abajo. Como si los granos cayesen más
lentamente en el reloj de arena.
LEONARDO: Dime, cuéntame todo lo que viste.
FRANCESCO: Verá... Apenas dejé la tierra bajo mis pies, me encontré atrapado en una
corriente de aire. Las alas del artefacto, por ser tan flexibles, se movieron ayudadas por
el viento. Bajé mi vista y todo se veía a una escala diminuta... Miré desde lo alto el
tejado de las casas, el humo saliendo de las chimeneas. Más allá se divisaba el bosque
y el río serpenteando entre el macizo de árboles... A mi izquierda aparecía el castillo
con sus altísimas torres, que ahora se veían tan pequeñas desde esa altitud... El viento
acarició mi cara y llenó de aire mis pulmones... Los aromas de todas las flores alcanzan
esa altura, y arriba se confunden embriagándolo con su olor... El cielo huele a
heliotropo, menta y jazmines en flor... ¡Ah, y las nubes, maestro! De cerca, son aún más
blancas, inmaculadas... Su textura es como el más fino algodón... más suave... Mucho
más suave... Y tuve tal suerte, que pude aprisionar en mi mano un poco de nube, que
fue deshaciéndose entre mis manos por la fuerza del viento... Hubiese querido traerle
una almohada de nubes... pero era imposible contenerlas, se escapaban de mis dedos
por el soplo del aire… A mi lado, voló una parvada de aves, saludándome con su
canto... No temo equivocarme al decir que aquellos pájaros no volverán a ser los
mismos jamás, después de haber visto a un hombre volar en la máquina ideada por
Leonardo… Y de pronto sentí una dicha tan grande que se asemejaba al temor…
LEONARDO: Dime, querido Francesco, ¿qué es volar?
FRANCESCO: ¡Ah, volar, maestro...! Volar es escaparse un poco, perderse, ser ligero...
El cuerpo pierde su peso y el alma se llena de luz y color al ver todo desde lo alto... En
la cima de la tierra, el mundo es una alfombra verde y las venas de la tierra son sus
ríos, que lo nutren y le dan vida... Volar es irse, desprenderse... Cerré los ojos en pleno
vuelo para sentir la sensación única de estar, aunque sea por un momento, en el reino
de los ángeles... Volar es como volver a empezar, nacer de nuevo... Al volar, se olvida
todo y no hay recuerdos tristes ni dolorosos, sólo una inmensa, una enorme alegría...
Volar es escapar de la tierra que nos quiere sólo para ella... Volar es andar por veredas
de aire, entre remolinos y ráfagas de viento... Volar es dejar de ser uno y volver al
principio de los tiempos... Ser todo, ser nada junto al universo... Estar más cerca del
“Leonardo y la Máquina de Volar” Humberto Robles 23
destino que tenemos reservado al morir... Volar es dejar de ser uno y acercarse un
poco a dios.
LEONARDO: Es hermoso todo cuanto me has narrado. ¿Es verdad lo que me dices?
FRANCESCO: Sí, maese, ¡sí!
LEONARDO: Entonces es cierto… no está errante quien está fijado a una estrella.
FRANCESCO: Nadie dudará que Leonardo fue un hombre que despertó demasiado
pronto entre las tinieblas, mientras los otros seguían durmiendo6.
Los dos quedan en silencio. Música. Leonardo mira al caballete cubierto por una tela.
LEONARDO: Ahora déjame verla… déjame admirarla por última vez…
Música. Francesco va hacia el caballete cubierto por el lienzo. Leonardo, agonizando,
se asoma para verlo. Francesco devela el caballete y vemos a La Gioconda.
FIGURA 10: La Gioconda
Leonardo muere7. Se va oscureciendo el escenario lentamente; sólo queda luz sobre La
Gioconda unos momentos. Finalmente se hace el oscuro.




FIN



Humberto Robles es dramaturgo, guionista y activista defensor de derechos humanos.
Nació en la Ciudad de México el 9 de noviembre de 1965. Ha trabajado en cine, teatro, televisión, cabaret, comerciales, videos y cortometrajes en las áreas de vestuario, escenografía, ambientación, producción, dirección y como escritor. Paralelamente colabora con varias organizaciones de derechos humanos.
Sus obras de teatro han sido montadas y representadas en varios lugares de México así como en Uruguay, Brasil, Argentina, Puerto Rico, Chile, Costa Rica, Venezuela, Cuba, Paraguay, Italia, España, Francia, Inglaterra y varias ciudades de Estados Unidos.
Autor de las obras de teatro: "Kahlo Viva la Vida", "El Ornitorrinco", "Mujeres de Arena (Testimonios de mujeres en Ciudad Juárez)", "Leonardo y la máquina de volar", "Alamar", entre otras, así como de los espectáculos "Mujeres sin miedo: Todas somos Atenco", "Ni Princesas ni Esclavas" y "Divorciadas Jajá Jajá", entre otros.
Ha recibido tres premios de teatro: por "Tomóchic: la Voluntad de un Pueblo" en el del IV Concurso de Teatro Histórico de México, por "Doña Gallo y sus Zapatistas" de la Casa del Teatro y el CITRU, y por "Kahlo Viva la Vida" como Mejor Iniciación Dramática por la APT.
En el 2007, la prensa española dijo de él: "Actualmente es, quizá, uno de los dramaturgos de México más representados en los teatros de la comunidad hispanoamericana." Así como que "es uno de los dramaturgos más prometedores de la creación teatral contemporánea en México, habiendo estrenado además textos comprometidos sobre las duras condiciones de vida de la mujer mexicana."
Fue coautor y productor asociado de las telenovelas "Gente Bien" y "Ramona". También co-escribió "Sólo se ama dos veces", e "Historia de una Pasión", y la mini-serie "Deseo Prohibido".
Colabora con las organizaciones Nuestras Hijas de Regreso a Casa, Mujeres sin Miedo: Todas somos Atenco, Comité Cerezo, Colectivo ContraImpunidad, Red Solidaria Década Contra la Impunidad, Comité Digna, Pável González: contra el olvido y la impunidad, entre otras. Asimismo es autor-editor de Indymedia México y colabora con Indymedia Uruguay.
http://es.wikipedia.org/wiki/Humberto_robles

http://roblesteatro.blogspot.com/
hrobles@hotmail.com

www.geocities.com/elornitorrincomx
[1] La mayoría de las citas sobre el ornitorrinco fueron extraídas del libro “Kant y el ornitorrinco” de Umberto Eco, Editorial Lumen.
-- * INDYMEDIA MÉXICO http://mexico.indymedia.org * NUESTRAS HIJAS DE REGRESO A CASA www.mujeresdejuarez.org* BLOG DE NUESTRAS HIJAS http://nuestrashijasderegresoacasa.blogspot.com/* MUJERES SIN MIEDO http://mujeressinmiedo.blogspot.com* PÁVEL GONZÁLEZ www.espora.org/pavelgonzalez * COMITÉ CEREZO www.espora.org/comitecerezo * COMITÉ DIGNA http://comitedigna.blogspot.com/* DÉCADA CONTRA LA IMPUNIDAD http://decadacontralaimpunidad.blogspot.com/* CONTRAIMPUNIDAD http://contraimpunidad.blogspot.com/* KAHLO: VIVA LA VIDA (Festival de Edimburgo) www.geocities.com/kahlovivalavida/kahlouk.html* LEONARDO Y LA MÁQUINA DE VOLAR (Montevideo) www.geocities.com/leonardoylamaquinadevolar* NI PRINCESAS... NI ESCLAVAS (México) www.geocities.com/niprincesasniesclavas* MUJERES DE ARENA http://mujeresdearenateatro.blogspot.com/www.myspace.com/humbertorobleshttp://roblesteatro.hi5.comhttp://roblesteatro.blogspot.com/

Leonardo
y
la Máquina
de Volar

“No está errante quien está fijado a una estrella”
Obra en un acto de Humberto Robles
Mayo, 2007
www.geocities.com/leonardoylamaquinadevolar
Humberto Robles
hrobles@hotmail.com
www.geocities.com/leonardoylamaquinadevolar
Se terminó de escribir en Montevideo, Uruguay, en mayo de 2007.
6 Frase de Sigmund Freud
7 Leonardo falleció una semana antes de cumplir 67 años, en Cloux, Francia, el 2 de mayo de 1519. Fue
enterrado en la capilla del castillo de Amboise.