28/10/14

Aristófanes. Las ranas.




















Aristófanes

Las ranas



PERSONAJES
JANTIAS
BACO
HERACLES
UN MUERTO
CARONTE
CORO DE RANAS
CORO DE INICIADOSÉACO
UNA CRIADA DE PROSERPINA
DOS TABERNERAS
EURÍPIDES
ESQUILO
HADES

[La escena pasa al principio en el camino de Atenas
a los Infiernos; después en los Infiernos mismos.]

JANTIAS
¿Diré, dueño mío, alguno de esos chistes de cajón
que siempre hacen reír a los espectadores?
BACO
Di lo que se te antoje, excepto el consabido: “No
puedo más” . Pues estoy harto de oírlo.
JANTIAS
¿Y algún otro más gracioso?
BACO
Con tal que no sea el “estoy hecho pedazos”.
JANTIAS
¿Entonces no he de decir ninguna agudeza?
BACO
Sí, por cierto, y sin ningún temor. Sólo te prohíbo...
JANTIAS
¿Qué?
BACO
Decir, al cambiar el hato de hombro, que no puedes
aguantar cierta necesidad .
JANTIAS
¿Tampoco que si alguno no me alivia de este
enorme peso tendré que dar suelta a algún gas?
BACO
Nada de eso, te lo suplico: a no ser cuando tengas
que vomitar.
JANTIAS
No sé entonces qué necesidad había de echarme al
hombro esta carga, para no poder hacer ninguna de
aquellas cosas tan frecuentes en Frínico, Lucis y
Amipsias , que siempre introducen en sus comedias
mozos de cordel.
BACO
No hagas tal; porque cuando yo me siento entre los
espectadores y miro invenciones tan vulgares,
envejezco más de un año.
JANTIAS
¡Desdichado hombro mío! Sufres y no se te permite
hacer reír.
BACO
¿No es esto el colmo de la insolencia y de la
flojedad? Yo, Baco, hijo del ánfora , voy a pie y me
fatigo, mientras le cedo a ese sibarita mi asno para
que vaya a su gusto y no tenga nada que llevar.
JANTIAS
Pues ¡qué! ¿no llevo yo nada?
BACO
¿Cómo has de llevar si eres llevado?
JANTIAS
Sí, con este equipaje encima.
BACO
¿Cómo?
JANTIAS
Que pesa mucho.
BACO
¿Pero dejará de llevar el asno lo que tú llevas?
JANTIAS
Por Zeus, lo que yo llevo no lo lleva él.
BACO
¿Pero cómo puedes llevar nada, siendo llevado por
otro?
JANTIAS
No lo sé; pero lo cierto es que mi hombro no puede
resistir más.
BACO
Pues aseguras que el asno no te sirve de nada,
cárgate el asno y llévalo a tu vez.
JANTIAS
¡Triste de mí! ¿Por qué no estuve en la última
batalla naval? Ya me hubieras pagado esa bromita.
BACO
Apéate, bribón; voy a llamar a esta puerta, donde
tengo que hacer mi primera parada. ¡Esclavo! ¡Eh!
¡Esclavo! .
HERACLES
¿Quieres derribar la puerta? Quienquiera que sea,
llama como un centauro . Vamos ¿qué ocurre?
BACO
¡Jantias!
JANTIAS
¿Qué?
BACO
¿No has advertido?
JANTIAS
¿El qué?
BACO
El miedo que le he dado.
JANTIAS
¡Bah! tú estás loco.
HERACLES
Por Deméter, no puedo contener la risa; por más
que me muerdo los labios, me río.
BACO
Acércate, amigo mío; te necesito.
HERACLES
¡Oh! me es imposible no soltar la carcajada al ver
una piel de león debajo de una túnica amarilla .
¿Qué intentas? ¿qué tienen que ver la maza y los
coturnos? ¿por qué país has viajado?
BACO
Me embarqué en el Clístenes .
HERACLES
¿Y diste una batalla naval?
BACO
Ya lo creo, y echamos a pique doce o trece naves
enemigas.
HERACLES
¿Vosotros?
BACO
Por Apolo te lo juro.
HERACLES
Y entonces me desperté .
BACO
Estaba yo en la nave, leyendo para mí la Andrómeda,
cuando de repente se apodera de mi corazón un
vivo deseo...
HERACLES
¿Un deseo? ¿De qué especie?
BACO
Pequeñito, como Molón .
HERACLES
¿De una mujer?
BACO
No.
HERACLES
¿De un muchacho?
BACO
Ni por pienso.
HERACLES
¿Entonces de un hombre?
BACO
Eso es.
HERACLES
Como estabas con Clístenes...
BACO
No te burles, hermano mío; me siento mal de veras;
el tal deseo me martiriza.
HERACLES
Pero, hermanito, sepamos cuál es.
BACO
No puedo revelártelo, pero te lo daré a entender
por medio de un enigma. Di: ¿no te ha asaltado
alguna vez un repentino deseo de comer puches?
HERACLES
¿De puches? Ya lo creo: mil veces en mi vida .
BACO
¿Comprendes bien? ¿o me explico más?
HERACLES
Lo que es de los puches no tienes que decir más; lo
entiendo perfectamente.
BACO
Pues bien, tal es el deseo que me devora por
Eurípides...
HERACLES
¿Por un muerto?
BACO
Y ningún hombre me disuadirá de que vaya a
buscarle.
HERACLES
¿A los profundos infiernos?
BACO
Y más abajo, si es preciso.
HERACLES
Pero ¿para qué lo necesitas?
BACO
Me hace falta un buen poeta , y no hay ninguno,
pues los vivos todos son detestables.
HERACLES
¡Cómo! ¿Ha muerto Iofón?
BACO
Ése es el único bueno que resta; si es que él es el
bueno, pues tengo mis dudas sobre el particular.
HERACLES
Ya que tienes absoluta necesidad de sacar algún
poeta de los infiernos, ¿porqué no te llevas a
Sófocles, que es superior a Eurípides?
BACO
No, antes quiero probar a Iofón y ver lo que puede
hacer sin Sófocles. Además, como Eurípides es muy
astuto, desplegará todos sus ardides para escaparse
conmigo, mientras que el otro es tan sencillote allí
como aquí .
HERACLES
Y Agatón ¿dónde está?
BACO
Aquel buen poeta y amigo querido me abandonó y
partió.
HERACLES
¿Adónde se fue el mísero?
BACO
Al banquete de los bienaventurados .
HERACLES
¿Y Jenocles?
BACO
¡Que el cielo le confunda!
HERACLES
¿Y Pitángelo?
JANTIAS
¡De mí ni una palabra! y se me está hundiendo el
hombro .
HERACLES
¿Pero no componen también tragedias otros diez
mil mozalbetes infinitamente más habladores que
Eurípides?
BACO
Ésos son ramillos sin savia, verdaderos poetas-
golondrinas, gárrulos e insustanciales, peste del
arte, que en cuanto la Musa trágica les concede el
más pequeño favor lanzan de una vez todo su
talento, y caen extenuados de fatiga. ¡Oh! por mucho
que busques, no hallarás uno de esos vates
fecundos que seducen con sus magníficas palabras.
HERACLES
¿Cómo fecundos?
BACO
Sí, fecundos y capaces de inventar estas atrevidas
expresiones: “el éter, habitacioncita de Zeus , “el pie
del tiempo” , “el corazón no quiere jurar, pero la
lengua perjura sin la complicidad del corazón” .
HERACLES
¿Y eso te gusta?
BACO
Estoy más que loco por ellas.
HERACLES
Si son necedades, tú mismo lo conoces.
BACO
“No habites en mi espíritu: ya tienes tú tu casa” .
HERACLES
Pues todo eso es lo más detestable.
BACO
En comer me podrás dar lecciones .
JANTIAS
¡De mí ni una palabra!
BACO
Escucha ahora la razón de haberme vestido como
tú. Es para que me digas, por si tengo necesidad, los
huéspedes que te acogieron cuando fuiste a buscar
al Cerbero. Indícamelos, y también los puertos,
panaderías, lupanares, paradores, posadas, fuentes,caminos,
ciudades, figones, y las tabernas donde
haya menos chinches.
JANTIAS
¡De mí ni una palabra!
HERACLES
¿Te atreverás a ir, temerario?
BACO
No hables una palabra en contra de mi proyecto;
indícame solamente el camino más corto para ir al
infierno: un camino que ni sea demasiado caliente ni
demasiado frío.
JANTIAS
¿Cuál camino te indicaré el primero? ¿Cuál? ¡Ah!
éste: coges un banquillo y una soga, y te cuelgas.
BACO
¡Otro! ése es asfixiante.
HERACLES
Hay otro camino muy corto y muy trillado: el del
mortero .
BACO
¿Te refieres a la cicuta?
HERACLES
Precisamente.
BACO
Ése es frío y glacial: en seguida se hielan las piernas.
HERACLES
¿Quieres que te diga uno muy rápido y pendiente?
BACO
Sí, por cierto; pues no soy muy andarín.
HERACLES
Vete al Cerámico .
BACO
¿Y después?
HERACLES
Sube a lo alto de la torre...
BACO
¿Para qué?
HERACLES
Ten fijos los ojos en la antorcha, hasta que se dé la
señal; y cuando los espectadores te manden que la
tires, te arrojas tú mismo.
BACO
¿Adónde?
HERACLES
Abajo.
BACO
Y me romperé las dos membranas del cerebro. No
me gusta ese camino.
HERACLES
¿Pues cuál?
BACO
Aquel por donde tú fuiste.
HERACLES
Pero es sumamente largo. Lo primero que
encontrarás será una laguna inmensa y
profundísima.
BACO
¿Cómo la atravesaré?
HERACLES
Un barquero viejo te pasará en un botecillo,
mediante el pago de dos óbolos.
BACO
¡Oh, qué poder tienen en todas partes los dos
óbolos! . ¿Cómo han llegado hasta allí?
HERACLES
Teseo los llevó. Después verás una multitud de
serpientes y monstruos horrendos.
BACO
No trates de meterme miedo y aterrarme; no me
disuadirás.
HERACLES
Luego un vasto cenagal, lleno de inmundicias, y
sumergidos en él todos los que faltaron a los
deberes de la hospitalidad, los que negaron el
salario a su bardaje, y los que maltrataron a su
madre, abofetearon a su padre, o copiaron algún
pasaje de Mórsimo .
BACO
A ésos deberían agregarse todos los que
aprendieron la danza pírrica de Cinesias .
HERACLES
Más lejos encantará tus oídos el dulce sonido de las
flautas; verás bosquecillos de mirtos iluminados por
una luz purísima como la de aquí; encontrarás
grupos bienaventurados de hombres y mujeres, y
escucharás alegres palmoteos.
BACO
Y ésos ¿quiénes son?
HERACLES
Los iniciados...
JANTIAS
Y yo el asno portador de los misterios ; pero, por
Zeus, no los llevaré más.
HERACLES
Que te dirán todo cuanto necesites, pues habitan en
el mismo camino,
junto a la puerta del palacio de
Hades. Conque, hermano mío, feliz viaje.
BACO
¡Adiós! y que Zeus te oiga. (a Jantias.) Vuelve a
cargarte el hato.
JANTIAS
¿Antes de habérmelo descargado?
BACO
Y a escape.
JANTIAS
No, no, te lo suplico: más vale que te ajustes con
algún muerto de los que necesariamente tienen que
recorrer este camino.
BACO
¿Y si no lo encuentro?
JANTIAS
Entonces llévame.
BACO
Tienes razón. Ahí traen precisamente a un muerto.
¡En, tú, a ti te digo, el muerto! ¿Quieres llevar un
hatillo a los infiernos?
UN MUERTO
¿Es pesado?
BACO
Míralo.
EL MUERTO
¿Me pagarás dos dracmas?
BACO
¡Oh, no! menos.
EL MUERTO
Adelante, sepultureros.
BACO
Espera un poco, amigo mío, para ver si podemos
arreglarnos.
EL MUERTO
Si no me das dos dracmas, no hables.
BACO
Toma nueve óbolos .
EL MUERTO
¡Antes resucitar!
JANTIAS
¡Qué soberbio es el maldito! ¿Y no se le castigará?
Iré yo mismo.
BACO
Eres un buen muchacho. Dirijámonos a la barca.
CARONTE
¡Hoop! Aborda.
JANTIAS
¿Qué es eso?
BACO
Es la laguna de que nos ha hablado Heracles; ya veo
la barca.
JANTIAS
Por Posidón, ése es Caronte.
BACO
¡Salud, Caronte! ¡Salud, Caronte! ¡Salud, Caronte!
CARONTE
¿Quién viene del país de las miserias y cuidados a
los campos de reposo y del Leteo, a trasquilar la
lana de los asnos , a la morada de los Cerberios , a
los infiernos y al Ténaro?
BACO
Yo.
CARONTE
Entra al punto.
BACO
¿Adónde nos vas a llevar? ¿al infierno, de veras?
CARONTE
Sí, por Zeus, para servirte. Vamos, entra.
BACO
Ven acá, muchacho.
CARONTE
No paso al esclavo si no ha combatido en alguna
batalla naval por salvar el pellejo .
JANTIAS
No pude, porque tenía entonces los ojos malos.
CARONTE
Pues tienes que dar la vuelta a la laguna.
JANTIAS
¿Y dónde me detengo?
CARONTE
En la piedra de Aveno , junto a las posadas.
BACO
¿Has entendido?
JANTIAS
Perfectamente. ¡Qué desgraciado soy! Sin duda al
salir de casa tuve algún encuentro de mal agüero.
(Vase.)
CARONTE
(A Baco.) Siéntate al remo. — Si hay algún otro que
desee pasar, que se apresure. — ¡Eh, tú! ¿Quéhaces?
BACO
¿Qué he de hacer? Me he sentado sobre el remo
como me has dicho.
CARONTE
Colócate ahí, panzón.
BACO
Ya estoy.
CARONTE
Adelanta los brazos; extiéndelos.
BACO
Ya están.
CARONTE
¡Basta de tonterías! Rema vigorosamente.
BACO
¿Cómo he de poder remar si no conozco este oficio
ni he estado nunca en Salamina?
CARONTE
Facilísimamente; porque en cuanto cojas el remo
vas a oír bellísimos cánticos.
BACO
¿De quién?
CARONTE
De las ranas, émulas de los cisnes; ¡son deliciosos!
BACO
Ea, manda la maniobra.
CARONTE
¡Hoop, op! ¡Hoop, op!
LAS RANAS
Brekekekex, coax, coax; brekekekex, coax, coax.
Húmedas hijas de los pantanos, mezclemos nuestro
cántico sonoro a los dulces sonidos de las flautas,
coax, coax; repitamos los himnos que en honor de
Baco Niseo , hijo de Zeus, entonamos en la sagrada
fiesta de las ollas , cuando la multitud embriagada se
dirige a nuestro templo del pantano . Brekekekex,
coax, coax.
BACO
Principian a dolerme las nalgas, carísima coax, coax.
Pero a vosotras no se os importa nada.
LAS RANAS
Brekekekex, coax, coax.
BACO
¡Así reventéis con vuestro coax! ¡Siempre coax,
coax!
LAS RANAS
Y con razón, imbécil. Porque yo soy la favorita de
las Musas, hábiles tañedoras de la lira, y del
cornípedo Pan, diestro en el caramillo. Me ama
también el citarista Apolo, porque hago crecer en
los pantanos caños para los puentes de sus liras.
Brekekekex, coax, coax.
BACO
Ya se me han levantado ampollas; tengo el trasero
inundado de sudor, y pienso que pronto empezaré
a decir brekekekex, coax, coax. Pero callad, raza
graznadora.
LAS RANAS
¡Callar! al contrario, cantaremos con más fuerza.
Porque a nosotras nos deleita en los días apacibles
saltar entre el fleos y la juncia, entonando los
himnos que solemos cantar cuando nadamos; o
bien, cuando Zeus vierte la lluvia, sumergidas en el
fondo de nuestras moradas, unir nuestras ágiles
voces al ruido de las gotas. Brekekekex, coax.
BACO
Os prohíbo cantar.
LAS RANAS
El silencio es para nosotras insoportable.
BACO
Más insoportable es para mí el destrozarme
remando.
LAS RANAS
Brekekekex, coax, coax.
BACO
¡Ojalá reventéis! poco me importaría.
LAS RANAS
Pues nosotras graznaremos a toda voz, desde la
mañana hasta la noche, brekekekex, coax, coax.
BACO
En eso no me ganaréis.
LAS RANAS
Ni tú a nosotras.
BACO
Ni vosotras a mí. Graznaré, si es preciso, todo el día
hasta dominar vuestro coax. Brekekekex, coax, coax.
Ya sabía yo que os había de hacer callar.
CARONTE
¡Eh! para, para. Empuja el bote a la orilla con el
remo. Desembarca, y paga.
BACO
Ahí tienes dos óbolos. — ¡Jantias! ¿Dónde está
Jantias? ¡Eh, Jantias!
JANTIAS
¡Eh!
BACO
Ven acá.
JANTIASSalud, amo mío.
BACO
¿Qué es lo que hay ahí?
JANTIAS
Tinieblas y cieno.
BACO
¿Has visto en algún lugar a los parricidas y perjuros
de que aquél nos habló?
JANTIAS
¿No los has visto tú?
BACO
Por Posidón, ahora los veo . ¡Ea! ¿qué hacemos?
JANTIAS
Lo mejor será ir más adelante, porque éste es el
sitio donde nos dijo que estaban los monstruoshorrendos.
BACO
¡Cómo se va a fastidiar! Nos contaba fábulas para
meterme miedo; fue pura envidia. ¡Como sabe que
yo soy lo más bravo...! Heracles es muy arrogante.
Yo quisiera tener algún encuentro, alguna ocasión
de hacer famoso mi viaje.
JANTIAS
Por Zeus, siento no sé qué ruido.
BACO
(asustado) ¿Dónde? ¿dónde?
JANTIAS
Detrás.
BACO
Anda detrás.
JANTIAS
No, es delante.
BACO
Pues anda delante.
JANTIAS
Por Zeus, veo un monstruo gigantesco.
BACO
¿Cómo es?
JANTIAS
¡Horrendo! Toma toda clase de formas: ya es un
buey, ya es un mico, ya una mujer muy hermosa.
BACO
¿Dónde está? ¡Oh! voy a salirle al encuentro.
JANTIAS
Ya no es mujer, ahora es un perro.
BACO
Entonces es Empusa .
JANTIAS
Todo su rostro está lleno de fuego.
BACO
Tiene una pierna de bronce.
JANTIAS
Y otra de asno . Tenlo por seguro.
BACO
¿Adonde me escapo?
JANTIAS
¿Y yo?
BACO
¡Oh sacerdote! Sálvame para que pueda beber
contigo.
JANTIAS
¡Estamos perdidos, Heracles poderoso!
BACO
No lo mientes, querido mío; no pronuncies su
nombre.
JANTIAS
Entonces diré: ¡oh Baco!
BACO
Menos aún.
JANTIAS
Sigue todo derecho. — Aquí, aquí, amo mío.
BACO
¿Qué pasa?
JANTIAS
Tranquilízate: la cosa va bien; ya podemos decir
como Hegéloco: “Después de la tempestad veo la
calma” . Empusa ha desaparecido.
BACO
Júramelo.
JANTIAS
Lo juro por Zeus.
BACO
Júralo otra vez.
JANTIAS
Lo juro por Zeus.
BACO
Vuélvemelo a jurar.
JANTIAS
Lo juro por Zeus.
BACO
¡Oh, cómo he palidecido al ver esa fantasma!
JANTIAS
Pues ese otro se ha puesto rojo de miedo .
BACO
¡Ay! ¿Cuál es la causa de todos estos males? ¿A qué
dios acusaré de mi desgraciada suerte? “¿Al Éter,
habitacioncita de Júpiter, o al pie del Tiempo?”
JANTIAS
¡En, tú!
BACO
¿Qué hay?
JANTIAS
¿No has oído?
BACO
¿Qué?
JANTIAS
Las flautas.
BACO
Es verdad, también ha llegado hasta mí el perfume
místico de las antorchas. Cállate y escuchémoslos
escondidos.
CORO
¡Iaco, oh Iaco! ¡Iaco, oh Iaco!
JANTIAS
Eso mismo es, dueño mío; son los juegos de los
iniciados de que nos hablaba; pues cantan a Iaco,
como Diágoras .
BACO
También a mí me lo parece. Por lo cual, lo mejor es
guardar silencio, hasta enterarnos bien de lo que
sea.
CORO
Iaco, veneradísimo Iaco, oye la voz de los que
adoran tus misterios, y acude a este prado, tu
mansión favorita, para dirigir sus coros; ven, y
haciendo retemblar sobre tu cabeza la corona de
mirto cuajado de bayas ejecuta con atrevido pie
aquella suelta y regocijada danza llena de gracias,
solemne y mística, puro encanto de los iniciados.
JANTIAS
Augusta y veneranda Deméter, ¡qué delicioso olor a
carne de cerdo ha acariciado mis narices!
BACO
Vamos, ¿será necesario darte un pedazo para que
calles?
CORO
Reanima la luz de las flameantes antorchas,blandiéndolas
 en tus manos. ¡Iaco, oh Iaco, fúlgida
estrella de la iniciación nocturna! El prado
deslumbra lleno de luces: vigorízanse las rodillas
del anciano, disípanse sus penas, y aligérasele la
carga de los años para poder formar parte de los
sagrados coros. Guía tú, deidad resplandeciente,
sobre esta fresca y florida alfombra las danzas de la
garrida juventud. ¡Silencio! lejos de aquí, profanos,
almas impuras, nunca admitidos a las fiestas y
danzas de las nobles Piérides, ni iniciados en el
misterioso lenguaje ditirámbico del taurófago
Cratino , apasionados de los versos chocarreros e
inoportunos chistes. Lejos de aquí todo el que, en
vez de reprimir una sedición funesta y mirar por el
bien de sus conciudadanos, atiza y exacerba las
discordias, atento sólo a saciar la propia avaricia.
Lejos de aquí el que, estando al frente de una
ciudad agobiada por la desgracia, se deja sobornar
y entrega una fortaleza o las naves; o el que, como
ese infame Torición , cobrador de vigésimas,
exporta de Egina a Epidauro cueros, lino, pez y
demás mercancías prohibidas. Lejos de aquí todo el
que aconseja a cualquiera que preste a nuestros
enemigos dinero para la construcción de naves ,
omancha de inmundicia las imágenes de Hécate,
mientras entona ditirambos Lejos de aquí todo
orador que cercena el salario a los poetas porque
le pusieron en escena en las fiestas nacionales de
Baco. A todos ésos les digo, una y cien veces, que
dejen libre el campo a los rústicos coros. Vosotros,
elevad vuestros cantos y los himnos nocturnos
propios de estas fiestas.
Adelántese cada cual osadamente por los prados
floridos de esta profunda mansión, dando rienda
suelta a los chistes, burlas y dicterios. ¡Basta de
festines! ¡Adelante! Celebrad a nuestra divina
protectora , que ha prometido defender siempre
este país, a pesar de Torición.
Ea, principiad ahora otros himnos en honor de la
frugífera Deméter; celebradla en religiosos cantos.
Oh Deméter, reina de los puros misterios, senos
propicia y protege a tu coro; permíteme entregarme
en todo tiempo a los juegos y a las danzas, y que
mezclando mil donaires y discretas razones llegue a
merecer con obra digna de tus fiestas ser ceñidopor las bandas triunfales.
Ea, invoca ahora en tus cantos el numen jovial,
eterno compañero de estas danzas.
Veneradísimo Iaco, inventor de las suavísimas
melodías que en estas fiestas se cantan, ven a
acompañarnos al templo de la diosa, y prueba que
puedes recorrer sin fatigarte un largo camino . Iaco,
amigo del baile, guía mis pasos; tú has desgarrado
mis sandalias y pobres vestidos, para que causen
risa y me permitan danzar con más desenfado.
Iaco, amigo del baile, guía mis pasos. Mirando de
reojo, acabo de ver una hermosísima doncella, por
cuya túnica desgarrada asomaba indiscretamente
parte de su seno . Iaco, amigo del baile, guía mis
pasos.
BACO
Sí, a mí me gusta unirme a esos coros, y deseo bailar
con ella.
JANTIAS
Yo también.
CORO
¿Queréis que nos burlemos juntos de Arquedemo?
A los siete años no era todavía ciudadano, y ahora
es jefe de los muertos de la tierra , y ejerce allí el
principado de la bribonería. He oído que Clístenes
se arranca sobre los sepulcros los pelos de las
nalgas y se araña las mejillas : tendido sobre las
tumbas gime, llora y llama desolado a Sebine de
Anaflisto . También cuentan que Calías, el hijo de
Hipobino , cubierto de una piel de león , se entrega
sobre sus naves a un combate amoroso.
BACO
¿Podrías decirnos dónde está la morada de Hades?
Somos unos extranjeros recién llegados.
CORO
No vayas más lejos, ni repitas la pregunta: sabed
que estáis en su misma puerta.
BACO
Muchacho, coge de nuevo el hato.
JANTIAS
La eterna muletilla de “la Corinto de Zeus” se
repite en el hato.
CORO
Sobre el césped de este florido bosque bailad en
rueda en honor de la diosa los admitidos a esta
piadosa fiesta.
BACO
Yo iré con las doncellas y matronas al sitio donde se
celebra la velada de las diosas, llevando la sagrada
antorcha .
CORO
Vamos a los prados floridos, esmaltados de rosas, a
recrearnos, según costumbre, en esas brillantes
danzas presididas por las bienaventuradas Parcas.
El sol y la luna sólo lucen para nosotros los
iniciados, que durante la vida fuimos benéficos con
propios y extraños .
BACO
¿Cómo llamaré a esta puerta? ¿Cómo? ¿De qué
manera acostumbran llamar las gentes de este país?
JANTIAS
No pierdas el tiempo; llama con la fuerza de
Heracles, para no estar en contradicción con tu
disfraz.
BACO
¡Esclavo! ¡Esclavo!
ÉACO
¿Quién va?
BACO
Heracles el valeroso.
ÉACO
¡Ah, infame, atrevido, sinvergüenza, canalla, más
canalla que todos los canallas juntos, tú nos llevaste
nuestro perro Cerbero retorciéndole el pescuezo, y
escapaste con él estando yo encargado de su
guarda. Pero ya has caído en mi poder: las negras
rocas de la Estigia y el peñasco ensangrentado del
Aquerón te cierran el paso; los perros vagabundos
del Cocito y la Hidra de cien cabezas te desgarrarán
las entrañas; la murena Tartesia devorará tus
pulmones; y las Gorgonias Titrasias se llevarán
entre las uñas, revueltos con los intestinos, tus
sanguinolentos riñones . ¡Ah! corro a llamarlas.
JANTIAS
¡Puf! ¿Qué has hecho?
BACO
Una libación ; invoca al dios ..
JANTIAS
¡Qué ridiculez! Levántate pronto, antes de que algún
extraño te vea.
BACO
Me siento desfallecer, ponme una esponja sobre el
corazón .
JANTIAS
Toma.
BACO
Acércate.
JANTIAS
¿Dónde estás? ¡Santos dioses! ¿Aquí tienes el
corazón?
BACO
De miedo se me ha caído al bajo vientre .
JANTIAS
Eres el más cobarde de los dioses y los hombres.
BACO
¡Yo cobarde! ¡y te he pedido una esponja! Nadie en
mi lugar hubiera hecho otro tanto.
JANTIAS
¿Pues qué?
BACO
Un cobarde hubiera quedado tendido sobre su
propia inmundicia y yo me he levantado y me he
limpiado.
JANTIAS
¡Gran hazaña, por Posidón!
BACO
Ya lo creo, por Zeus. ¿No has temblado tú al oír sus
gritos y formidables amenazas?
JANTIAS
No se me importó de ellas ni un comino.
BACO
Ea, si eres tan valiente y animoso, haz mi papel, y
puesto que nada te hace temblar toma la clava y la
piel de león; yo a mi vez llevaré el hato.
JANTIAS
Venga al momento; es necesario obedecer.
Contempla a Heracles-Jantias, y mira si soy un
cobarde y si me parezco a ti.
BACO
A mí en nada; eres el vivo retrato del bribón
melitense . Ea, voy a cargarme el equipaje.
UNA CRIADA
¿Eres tú, querido Heracles? Entra, entra. En cuanto
la diosa ha sabido tu venida ha mandado amasar
pan, cocer dos o tres ollas de legumbres y puches,
asar un buey entero, y preparar tortas y pasteles ;
vamos, entra.
JANTIAS
Gracias. Es mucho honor.
LA CRIADA
¡Ah, por Apolo! No te dejaré marchar. Ha cocido
aves; ha frito deliciosas confituras y preparado un
vino exquisito. Vamos, entra conmigo.
JANTIAS
Mil gracias.
LA CRIADA
¿Estás loco? No te he de soltar. Tiene también a tu
disposición una bellísima tañedora de flauta y dos o
tres bailarinas.
JANTIAS
¿Qué dices? ¿Bailarinas?
LA CRIADA
En la flor de la juventud, y recién salidas del
tocador. Fero entra; el cocinero iba ya a sacar del
fuego los peces, y a llevarlos a la mesa.
JANTIAS
Sea; vete a decir a esas bailarinas que entro al
instante. Tú, muchacho, sígueme con el hato al
hombro.
BACO
¡Eh, tú, alto! Sin duda has tomado en serio el papel
de Heracles que yo te he dado en broma. Basta de
sandeces, Jantias; vuelve a cargarte el hato.
JANTIAS
¿Qué es esto? Creo que no pensarás quitarme lo
que me has dado.
BACO
Es más: lo hago, y al momento. ¡Pronto! Venga esa
piel.
JANTIAS
Pongo a los dioses por testigos y les encomiendo mi
venganza.
BACO
¿A qué dioses? ¿Habrá necedad e insensatez como
la tuya? ¡Un esclavo, un mortal querer pasar por
hijo de Alcmena!
JANTIAS
¡Bien! ¡Bien! Toma tu traje. Quizá me necesites algún
día, si Dios quiere.
CORO
Todo hombre cuerdo, sensato y experimentado
sabe buscar el costado de la nave que se sumerge
menos, en vez de estarse como una figura pintada,
siempre en la misma actitud; pero sólo un hombre
hábil, como Terámenes , sabe cambiar a medida de
su conveniencia.
BACO
¿No sería ridículo ver a Jantias, a un esclavo,
tendido sobre tapices de Mileto, acariciar a una
bailarina y pedirme el orinal, mientras yo le miraba
rascándome , expuesto a que ese bribón me saltase
de un puñetazo los dientes de delante?
TABERNERA PRIMERA
¡Platana! ¡Platana! Ven acá. Ése es aquel canalla que
entró un día en nuestra taberna y se nos comió
dieciséis panes.
TABERNERA SEGUNDA
Justamente. El mismo.
JANTIAS
Esto va mal para alguno.
TABERNERA PRIMERA
Y además veinte tajadas de carne cocida, de a medio
óbolo cada una.
JANTIAS
Alguno lo va a pagar.
TABERNERA PRIMERA
Y ajos sin cuento.
BACO
Tú deliras, mujer; no sabes lo que te dices.
TABERNERA PRIMERA
¿Creías que no te iba a conocer porque te has
puesto coturnos? Pues aún no he dicho nada de
aquella enormidad de pescados.
TABERNERA SEGUNDA
Ni de aquel queso fresco que se me tragó ¡pobre de
mí! con cesto y todo; y cuando le exigí el pago me
lanzó una mirada feroz y empezó a mugir.
JANTIAS
Ésas son cosas suyas; en todas partes hace lo
mismo.
TABERNERA SEGUNDA
Y desenvainó su espada como un energúmeno.
TABERNERA PRIMERA
¡Ay! sí.
TABERNERA SEGUNDA
Nosotras espantadas nos subimos de un salto al
sobradillo, y él se escapó llevándosenos las cestas.
JANTIAS
Eso es muy propio de él. Pero no debías de haberlo
dejado así.
TABERNERA PRIMERA
Anda, llama a Cleón, nuestro protector.
TABERNERA SEGUNDA
Y tú trata de hallar a Hipérbole , para que nos las
pague todas juntas ese bribón.
TABERNERA PRIMERA
¡Maldito gaznate! ¡Mi mayor placer sería majarte
con un canto esas muelas con que devoraste mis
provisiones.
TABERNERA SEGUNDA
Yo quisiera arrojarte al Báratro .
TABERNERA PRIMERA
Y yo segarte con una hoz esa condenada garganta,
por donde pasaron mis ricos tripacallos. Voy en
busca de Cleón para que te cite hoy mismo a juicio y
desenrede este embrollo.
(Vanse.)
BACO
Que me muera si no es verdad que quiero a Jantias
como a las niñas de mis ojos.
JANTIAS
Te veo, te veo. Te excusas de hablar más. No quiero
hacer de Heracles.
BACO¡Oh, no digas eso, Jantias mío!
JANTIAS
¿Pero cómo he de poder pasar por el hijo de
Alcmena, yo, un esclavo, un mortal?
BACO
Vamos, ya sé que estás enfadado y no te falta razón:
aunque me pegases no te replicaría. Mira, si en
adelante vuelvo a quitarte estos atavíos, haga el
cielo que seamos exterminados yo, mi mujer, mis
hijos, toda mi casta, y el legañoso Arquedemo.
JANTIAS
Recibo tu juramento, y acepto el papel de Heracles
con esa condición.
CORO
Ahora, después de haber vestido de nuevo tu traje
de Heracles, tienes que aparentar juveniles bríos y
lanzar torvas miradas a ejemplo del dios que
representas; pues si representas mal tu papel y te
muestras flojo o cobarde, volverás a cargar con el
hato.
JANTIAS
Os agradezco el consejo, amigos míos; pero eso ya
lo tenía yo pensado. Si la cosa va bien, ya veréis
cómo quiere volver a desnudarme; lo tengo
previsto; sin embargo, no por eso dejaré de
manifestarme fuerte y arrogante, y de mirar con el
gesto avinagrado del que mastica orégano. Llegó a
lo que parece el momento de obrar, pues oigo
rechinar la puerta.
ÉACO
(a sus esclavos) Atadme pronto a ese ladrón de
perros , para castigarle; despachad.
BACO
Esto va mal para alguno.
JANTIAS
¡Ay del que se acerque!
ÉACO
¡Cómo! ¿te resistes? ¡Eh, Ditilas, Esceblias, Párdocas,
avanzad y combatid con él!
BACO
¿No es insufrible que después de robar a otros trate
todavía de maltratarlos?
JANTIAS
Eso pasa ya de la raya.
ÉACO
Sí, es insufrible e intolerable.
JANTIAS
Aniquíleme Zeus si jamás he venido aquí o te he
robado el valor de un cabello. Quiero darte una
prueba de generosidad; apodérate de ese esclavo;
somételo al tormento , y si llegas a averiguar algo
contra mí, dame la muerte.
ÉACO
¿A qué tormento le someteré?
JANTIAS
A todos; átalo a una escalera, dale de palos,
desuéllalo, tortúralo, échale vinagre en las narices,
cárgale de ladrillos; en fin, emplea todos los medios,
menos el de azotarle con ajos o puerros verdes .
ÉACO
Muy bien dicho; pero, si estropeo a tu esclavo, ¿me
exigirás los daños y perjuicios?
JANTIAS
No lo temas; puedes llevártelo y someterlo a la
tortura.
ÉACO
Lo haré aquí mismo, para que hable delante de ti. —
Tú, deja la carga, y cuidado con mentir.
BACOProhíbo que nadie me atormente; yo soy inmortal;
si lo haces, todo el mal caerá sobre ti.
ÉACO
¿Qué dices?
BACO
Digo que yo soy un inmortal, Baco, hijo de Zeus, y
que ése es un esclavo.
ÉACO
(a Jantias) ¿Has oído?
JANTIAS
Perfectamente; por lo mismo hay que azotarle más
fuerte; si es un dios, no sentirá los golpes.
BACO
¿Por qué, pues, ya que pretendes pasar por un
inmortal, no has de someterte también a la
fustigación?
JANTIAS
Tienes razón. Aquel que llore antes, o se muestre
sensible a los palos, es señal de que no es dios.
ÉACO
Eres indudablemente un hombre generoso: no
rehuyes nada de lo que es justo. Ea, desnudaos.
JANTIAS
¿Cómo nos darás tormento conforme a justicia?
ÉACO
Nada más fácil; se os distribuirán los golpes
alternativamente.
JANTIAS
¡Feliz idea!
ÉACO
¡Toma! (pega a Jantias)
JANTIAS
Observa si me muevo.
ÉACO
Pues ya te he pegado.
JANTIAS
No por cierto.
ÉACO
Parece que no los has sentido. Ahora voy a
sacudirle a este otro.
BACO
¿Cuándo?
ÉACO
Sí, ya te he pegado.
BACO
¿Cómo? ¿si ni siquiera me has hecho estornudar?
ÉACO
Lo ignoro; repetiré con el otro.
JANTIAS
Anda listo. ¡Ay! ¡ay! ¡ay!
ÉACO
¡Hola! ¿Qué significa ese ay, ay, ay? Duele, ¿eh?
JANTIAS
¡Ca! estaba pensando en la fiesta de Heracles, que
se celebra en Diomea .
ÉACO
¡Qué hombre tan piadoso! Volvamos al otro.
BACO
¡Oh, oh!
ÉACO¿Qué te pasa?
BACO
Veo caballeros .
ÉACO
¿Y eso te hace llorar?
BACO
No, es que he olido cebollas.
ÉACO
¿No se te importan nada los palos?
BACO
Nada absolutamente.
ÉACO
Volvamos a éste.
JANTIAS¡Ay de mí!
ÉACO
¿Qué te pasa?
JANTIAS
Sácame esta espina.
ÉACO
¿Qué significa eso? Ahora al otro.
BACO
“¡Apolo adorado en Delos y Delfos!”
JANTIAS
Ya te duele. ¿No has oído?
BACO
No, es que me he acordado de un verso de Hipónax.
JANTIAS
No adelantas nada; pega en los costados.
ÉACO
Es verdad; vamos, presenta el vientre.
BACO
¡Oh Posidón!...
JANTIAS
Alguien se lamenta.
BACO
“...Que reina sobre los promontorios del Egeo, o
sobre el salado abismo del cerúleo mar” .
ÉACO
Por Deméter, no puedo conocer cuál de vosotros es.
Entrad; mi amo y Perséfona, que son también
dioses, os podrán reconocer.
BACO
Tienes razón. Pero eso debía de habérsete ocurrido
antes de azotarme.
CORO
Musa, asiste a nuestros sagrados coros; ven a
deleitarte con mis versos y a contemplar esa infinita
muchedumbre, entre la cual hallarás muchos
hábiles ciudadanos más noblemente ambiciosos que
ese Cleofón , de cuyos gárrulos labios se escapa
incesantemente un sonido ingrato, como el de la
golondrina de Tracia, posada sobre un ramo en
aquella bárbara región: ahora grazna ya los
lamentables cantos del ruiseñor, porque va a morir,
aun cuando en la votación resulte empate .
Justo es que el sagrado coro dé a la república
consejos y enseñanzas. Nuestra primera atención
debe ser establecer la igualdad entre los ciudadanos
y librarlos de temores; después, si alguno faltó,
engañado por los artificios de Frínico , creo que
debe permitírsele defenderse y justificarse, pues es
vergonzoso que a los que tomaron parte una vez en
una batalla naval los equiparéis a los plateenses,
convirtiéndolos de esclavos en señores. No es que
yo halle esto censurable; al contrario, lo aplaudo y
pienso que es lo único en que estuvisteis acertados;
pero entiendo que sería igualmente justo que los
que tantas veces, lo mismo ellos que sus padres,
pelearon en el mar con nosotros y nos están unidos
por su nacimiento, obtuvieran el perdón de su única
falta . Aplacad, pues, un poco vuestra indignación,
discretísimos atenienses, y procuremos que cuantos
combatieron en nuestras galeras formen una sola
familia y alcancen con su rehabilitación el pleno
goce de los derechos de ciudadanos: el mostrarnos
tan altivos y soberbios en la concesión de la
ciudadanía, sobre todo ahora que fluctuamos a
merced de las olas , es una imprudencia de que en
el porvenir nos arrepentiremos. Si soy hábil en
conocer la vida y costumbres de los que habrán de
arrepentirse de su conducta, me parece que no está
lejos la hora del castigo del pequeño Clígenes , ese
mico revoltoso que es el peor de cuantos bañeros
mezclan a la ceniza falso nitro y tierra de Cimolo . Él
ya lo conoce; y por eso va armado siempre de un
grueso garrote, receloso de que, al encontrarle
ebrio, le despojen de sus vestidos.
Muchas veces he notado que en nuestra ciudad
sucede con los buenos y malos ciudadanos lo
mismo que con las piezas de oro antiguas y
modernas. Las primeras no falsificadas, y las
mejores sin disputa por su buen cuño y excelente
sonido, son corrientes en todas partes entra griegos
y bárbaros, y sin embargo no las usamos para nada,
prefiriendo esas detestables piezas de cobre,
recientemente acuñadas, cuya mala ley es notoria .
Del mismo modo despreciamos y ultrajamos a
cuantos ciudadanos sabemos que son nobles,
modestos, justos, buenos, honrados, hábiles en la
palestra, en las danzas y en la música, y preferimos
para todos los cargos a hombres sin vergüenza
extranjeros, esclavos, bribones de mala ralea,
advenedizos, que antes la república no hubiera
admitido ni para víctimas expiatorias. Ahora, pues,
insensatos, mudad de costumbres y utilizad de
nuevo a las gentes honradas, pues de esta suerte si
os va bien seréis elogiados, y, si algún mal os
resulta, al menos dirán los sabios que habéis caído
con honra.
ÉACO
¡Por Zeus salvador, tu amo es todo un excelente
sujeto!
JANTIAS
¿Un excelente sujeto? Ya lo creo, no sabe más que
beber y amar.
ÉACO
Lo que me asombra es que no te haya castigado por
haberte fingido el amo siendo el siervo.
JANTIAS
Es que se hubiera arrepentido.
ÉACO
En eso obraste como buen esclavo; a mí me gusta
hacer lo mismo.
JANTIAS
Te gusta hacer eso, ¿eh?
ÉACO
Yo soy feliz cuando digo pestes de mi dueño sin que
él me oiga.
JANTIAS
¿Y cuando te marchas gruñendo después de haber
recibido una paliza?
ÉACO
También estoy satisfecho.
JANTIAS
¿Y si te metes en lo que no te importa?
ÉACO
No conozco nada más grato.
JANTIAS
¡Oh Zeus! ¿Y si escuchas la conversación de los
amos?
ÉACO
Me vuelvo loco de júbilo.
JANTIAS
¿Y cuándo se la cuentas a los vecinos?
ÉACO
¡Oh, con eso no hay placer comparable!
JANTIAS
¡Oh Apolo! Dame tu mano, amigo, y permíteme que
te abrace. Ahora, en nombre de Zeus vapuleado ,
dime qué significan ese estruendo, ese griterío y
esas disputas que se oyen allá dentro.
ÉACO
Son Esquilo y Eurípides.
JANTIAS
¿Cómo?
ÉACO
Se ha promovido una contienda, una gran contienda
entre los muertos, una verdadera sedición.
JANTIAS
¿Por qué motivo?
ÉACO
Hay aquí establecida una ley, en virtud de la cual
todo hombre superior a sus émulos en las artes
más nobles e importantes tiene derecho a ser
alimentado en el Pritáneo y a sentarse junto a
Hades...
JANTIAS
Entiendo.
ÉACO
Hasta que venga otro más hábil en la misma arte:
entonces el primero debe cederle el puesto.
JANTIAS¿Y eso por qué le alborota a Esquilo?
ÉACO
Porque, como príncipe en el género, ocupaba el
trono de la tragedia.
JANTIAS
¿Y ahora quién?
ÉACO
Cuando Eurípides descendió a estos lugares, dio
una muestra de sus versos a los rateros, cortadores
de bolsas, parricidas y horadadores de paredes que
pululan en el infierno: toda esta canalla, en cuanto
oyeron sus dimes y diretes, sus discreteos y
sutilezas, enloquecieron por él, y le proclamaron el
sabio de los sabios. Entonces Eurípides, hinchado de
orgullo, se apoderó del trono que ocupaba Esquilo.
JANTIAS
¿Y no le han apedreado?
ÉACO
Al contrario, la multitud clamaba por un juicio en
que se decidiese cuál de los dos era el mejor poeta.
JANTIAS
¿Aquella multitud de bribones?
ÉACO
¡Y con qué gritos! Llegaban hasta el cielo.
JANTIAS
¿Pero Esquilo no tenía defensores?
ÉACO
Aquí como ahí , el número de los buenos es muy
exiguo,
JANTIAS
¿Qué piensa hacer Hades?
ÉACOAbrir cuanto antes un certamen, para probar y
decidir sobre el mérito de cada uno.
JANTIAS
¿Y cómo es que Sófocles no ha reclamado el trono?
ÉACO
¡Oh! Ése es muy distinto. En cuanto llegó abrazó a
Esquilo y le tendió la mano, dejándole en posesión
pacífica del trono. Ahora, como dice Clidémides ,
está de reserva; si vence Esquilo, permanecerá en
su puesto; pero si es vencido, disputará con
Eurípides.
JANTIAS
¿Cuándo va a ser eso?
ÉACO
Dentro de muy poco va a principiar aquí mismo el
gran combate. Su ingenio poético va a ser pesado en
una balanza.
JANTIAS
¡Cómo! ¿Se pesan las tragedias?
ÉACO
Traerán reglas y varas de medir versos, y moldes
cuadriláteros, como los de los ladrillos, diámetros y
cuñas. Pues Eurípides dice que ha de examinar las
tragedias verso por verso.
JANTIAS
Esquilo, a mi ver, llevará todo eso muy a mal.
ÉACO
Bajaba la cabeza y lanzaba miradas furiosas.
JANTIAS
¿Y quién será juez?
ÉACO
Ahí está la dificultad, porque hay gran carestía de
hombres sensatos. A Esquilo no le agradaban losatenienses.
JANTIAS
Quizá porque veía entre ellos muchos ladrones.
ÉACO
Y además no los creía muy aptos para apreciar el
ingenio de los poetas. Por fin, encomendaron el
asunto a tu señor, como perito en la materia. Pero
entremos; pues cuando los amos tienen gran interés
por alguna cosa, suelen pagarlo nuestras costillas.
CORO
¡Oh, qué horrenda cólera hervirá en el pecho del
grandilocuente poeta, cuando vea a su facundo
enemigo aguzar provocativamente sus dientes! ¡Qué
terribles miradas le hará lanzar el furor! ¡Qué lucha
entre las palabras de penachudo casco y ondulante
cimera y las sutilezas artificiosas! ¡Qué combate de
gigantescos períodos con frases atrevidas y
pigmeas! Se verá al titán erizando las crines de su
espesa melena y frunciendo espantosamente el
entrecejo, rugir con poderoso aliento versos
compactos como la tablazón de un navío; mientras
el otro, tascando el freno de la envidia, pondrá en
movimiento su ágil y afilada lengua, y arrojándose
sobre las palabras de su rival desmenuzará su estilo
y reducirá a polvo el producto de su inspiración
vigorosa .
EURÍPIDES
No te empeñes; no he de ceder el trono, porque le
soy superior en la poesía.
BACO
¿Por qué te callas, Esquilo? Ya entiendes lo que ha
dicho.
EURÍPIDES
Primero se estará callando con gravedad; es una
especie de charlatanería peculiar a sus tragedias.
BACO
No tanta arrogancia, amigo mío.
EURÍPIDES
¡Sí, le conozco hace tiempo! ¡Y conozco también sus
caracteres feroces, y su lenguaje altivo,
desenfrenado, desmedido, sin regla, enfático y
cuajado de palabras hinchadas y vacías!
ESQUILO
¿Y eres tú, hijo de una rústica diosa , tú, colector de
necedades, fabricante de mendigos y remendón de
andrajos, quien se atreve a decirme...? Pero tu
audacia no ha de quedar impune.
BACO
Basta, Esquilo; no te dejes arrebatar por la ira.
ESQUILO
No callaré sin haber demostrado hasta la evidencia
lo que vale ese insolente con todos sus cojos .
BACO
¡Esclavos, traed una oveja, una oveja negra , pues la
tempestad va a estallar!
ESQUILO
¿No te avergüenzas de tus monólogos cretenses y
de los incestuosos himeneos que has introducido en
el arte trágico?
BACO
Modérate, venerable Esquilo. — Tú, mi pobre
Eurípides, déjate de temeridades y escapa de esta
granizada, no te acierte en la sien con alguna de
esas grandiosas palabras que haga saltar a tu
Télefo. — Vamos, Esquilo, calma; no discutas con
esa furia. Los poetas no deben injuriarse como si
fuesen panaderas; tú gritas desde el principio, como
una encina a la que se prende fuego.
EURÍPIDES
Estoy dispuesto a luchar; yo no retrocedo: lo mismo
me da atacar que ser atacado; admito discusión
sobre cuanto quiera; sobre los versos, el diálogo,
los coros, el nervio trágico, el Peleo, el Éolo, el
Meleagro, y hasta sobre el mismo Télefo .
BACO
¿Y tú, Esquilo, qué piensas hacer?
ESQUILO
Yo no hubiera querido combatir aquí; pues entre
los dos la lucha es desigual.
BACO
¿Por qué?
ESQUILO
Porque mis tragedias me han sobrevivido , y las
suyas murieron con él; de suerte que puede
utilizarlas contra mí. Sin embargo, ya que lo deseas,
hay que obedecerte.
BACO
Ea, traedme fuego e incienso; antes de la contienda,
quiero suplicar a los dioses que me inspiren una
decisión acertada sobre este certamen. Vosotros,
entonad un himno a las Musas.
CORO
Hijas de Zeus, castas Musas, que leéis en la mente
ingeniosa y sutil de los forjadores de sentencias,
cuando, aguzando su talento y desplegando todos
sus artificiosos recursos, descienden a combatir
sobre la arena de la discusión, venid a contemplar la
fuerza de estos dos robustos atletas, y otorgad al
uno grandiosas frases, y al otro limaduras de
versos. El gran certamen de ingenio va a principiar.
BACO
Orad también vosotros, antes de recitar vuestros
versos.
ESQUILO
¡Oh Deméter, que has formado mi inteligencia,
hazme digno de tus misterios!
BACO
(A Eurípides) Quema tú también incienso.
EURÍPIDES
Gracias, yo dirijo mis oraciones a otros dioses.
BACO
¿Dioses particulares tuyos y recién acuñados?
EURÍPIDES
Precisamente.
BACO
Invoca, pues, a esos dioses tuyos.
EURÍPIDES
Éter de que me alimento, volubilidad de la lengua,
ingenio sutil, olfato finísimo, haced que triture los
argumentos de mi adversario.
CORO
Deseosos estamos de saber, doctos poetas, qué
terreno vais a elegir para principiar la lucha.
Vuestra lengua empieza ya a desencadenarse,
y ni avuestro pecho le falta valor, ni energía a vuestra
mente. Debemos, pues, esperar que el uno atacará
con lenguaje limitado y pulido; y que el otro,
lanzándole inmensas palabras, pulverizará sus
infinitas triquiñuelas.
BACO
Vamos, principiad cuanto antes, pero en estilo
elegante, sin figuras ni vulgaridades.
EURÍPIDES
Hablaré en último término de mí y del carácter de
mi poesía; pues lo primero que me propongo
demostrar es que ése es un charlatán y un
impostor, que engañaba a su grosero auditorio con
recursos pobres, aprendidos en la escuela de
Frínico . Por ejemplo, presentando en escena un
personaje velado, como Aquiles o Níobe , que se
pavoneaban sin mostrar el rostro ni pronunciar una
palabra...
BACOEs verdad, por Zeus.
EURÍPIDES
El coro endilgaba en tanto cuatro tiradas de versos,
y ellos se estaban sin decir esta boca es mía.
BACO
A mí me agradaba más aquel silencio que la charla
que hoy emplean.
EURÍPIDES
Porque eres un estúpido; tenlo por cierto.
BACO
Así lo creo; pero ¿por qué lo hacía?
EURÍPIDES
Por charlatanismo; así, el espectador esperaba sin
moverse a que Níobe hablase algo, y mientras, el
drama iba adelante.
BACO¡Malvado! ¡Cómo me engañaba! (A Esquilo) ¿Por
qué te agitas e impacientas?
EURÍPIDES
Porque le confundo. Después de haberse pasado la
mitad de la tragedia con estas vaciedades, soltaba
una docena de palabrotas campanudas, muy
fruncidas de entrecejo y empenachadas, verdaderos
espantajos que aterraban a los espectadores
asombrados!
ESQUILO
¡Oh rabia!
BACO
(A Esquilo) ¡Silencio!
EURÍPIDES
Y no decía nada inteligible...
BACO(A Esquilo) No rechines los dientes.
EURÍPIDES
Pues todo se volvían Escamandros y fosos, y
enseñas de escudos, y águilas-grifos de bronce, y
palabras ampulosas, difíciles de comprender.
BACO
Es verdad; yo me pasé en claro toda una noche
tratando de averiguar qué pájaro era su gran gallo
amarillo .
ESQUILO
¡Ignorantón! Es la figura que se pone en la popa de
las naves,
BACO
Pues yo creía que era Erixis , hijo de Filóxeno.
EURÍPIDES¿Qué necesidad había de gallos en la tragedia?
ESQUILO
Y tú, enemigo de los dioses, ¿qué has hecho?
EURÍPIDES
No he presentado en mis dramas grandes gallos ni
hircociervos como los que se ven en los tapices de
Persia. Yo había recibido de tus manos la tragedia
cargada de inútil y pomposo fárrago, y principié por
aliviarla de su molesto peso y curar su hinchazón
por medio de versitos, digresiones sutiles,
cocimientos de acelgas blancas , y jugos
perfectamente filtrados de filosóficas vaciedades;
después lo alimenté de monólogos, mezclados con
algo de Cefisofón ; y jamás dije a la ventura cuanto
se me ocurría, ni lo revolví todo sin distinción: el
primer personaje que se presentaba en escena
explicaba el carácter y el nacimiento del drama.
ESQUILO
Mejor era eso que decir el tuyo .
EURÍPIDES
Después, desde los primeros versos, cada personaje
desempeñaba su papel; y hablaban todos, la mujer,
el esclavo, el dueño, la joven y la vieja .
ESQUILO
¿No merecería la muerte tal atrevimiento?
EURÍPIDES
Al contrario, mi objeto era agradar al pueblo.
BACO
Déjate de eso, amigo; ése es tu punto flaco.
EURÍPIDES
Luego enseñé a los espectadores el arte de hablar.
ESQUILO
Lo reconozco; ¡ojalá hubieras reventado antes!
EURÍPIDESY el modo de usar la palabra en línea recta, o en
ángulo, y el arte de discurrir, ver, entender,
engañar, amar, intrigar, sospechar, pensar en todo...
ESQUILO
Lo reconozco también.
EURÍPIDES
Puse en escena la vida de familia y las cosas más
usuales y comunes, lo cual es atrevido, pues todo el
mundo puede emitir sobre ellas su opinión; no
aturdí a los espectadores con incomprensible y
fastuosa palabrería; ni los aterré con Cienos y
Memnones , guiando corceles llenos de campanillas
y penachos. Ved sus discípulos y los míos. Los suyos
son Formisio y Megenetes , de Magnesia, armados
de lanzas, cascos, barbas y sarcásticas sonrisas; los
míos, Clitofón, y el elegante Terámenes.
BACO
¿Terámenes? ¿Ese hombre astuto y bueno para
todo, que cuando cae en un mal negocio y le ve las
orejas al lobo suele escurrir el bulto, diciendo que
no es de Quíos sino de Ceos?
EURÍPIDES
Así he conseguido perfeccionar la inteligencia de los
hombres, introduciendo en mis dramas el raciocinio
y la meditación; de suerte que ahora todo lo
comprenden y lo penetran, y han llegado a
administrar mejor que antes sus casas,
inspeccionándolo todo, y diciendo: “¿En qué anda
tal asunto? ¿Dónde está tal cosa? ¿Quién ha cogido
esta otra?”
BACO
Es verdad; ya en cuanto un ateniense entra en su
casa llama a sus esclavos y les pregunta: “¿Dónde
está la olla? ¿Quién se ha comido la cabeza de
sardina? El plato que compré el año pasado ¿ha
fenecido? ¿Dónde está el ajo de ayer? ¿Quién ha
mordisqueado la aceituna?” Y antes se estaban
hechos unos bobos, con la boca abierta, como
imbéciles papanatas.CORO
“Tú lo ves, ínclito Aquiles” . Vamos, ¿qué dices tú a
todo eso? Procura que la ira no te arrastre más allá
de la meta, pues te ha dicho cosas terribles. Noble
Esquilo, no le respondas con ferocidad, recoge tus
velas y deja sólo algunos cabos a merced de los
vientos; dirige con circunspección tu nave, y no
avances hasta conseguir una brisa leda y apacible.
Vamos, tú que fuiste el primero de los griegos en
dar pompa y elevación al estilo exornando la Musa
trágica, abre atrevidamente tus esclusas.
ESQUILO
Esta lucha me enfurece; sólo al considerar que
tengo que disputar con él, hierve mi bilis. ¡Pero que
no crea haberme vencido! Respóndeme: ¿qué es lo
que se admira en un poeta?
EURÍPIDES
Los hábiles consejos que hacen mejores a los
ciudadanos.
ESQUILO
Y si tú, lejos de obrar así, los has hecho malísimos,
de nobles y buenos que eran antes, ¿cuál castigo
merecerás?
BACO
La muerte; no lo preguntes.
ESQUILO
Pues bien, mira cómo te los dejé yo: valientes, de
elevada estatura , sin rehuir las públicas cargas , no
holgazanes, charlatanes y bribones como los de hoy,
sino apasionados por las lanzas, las picas, los cascos
de blancas cimeras, las grevas y corazas,
verdaderos corazones de hierro, defendidos por el
séptuple escudo de Áyax .
EURÍPIDES
El mal va en aumento: me va a aplastar bajo el peso
de tantas armas.
BACO¿Y cómo conseguiste hacerlos tan valientes?
Responde, Esquilo, y modera tu arrogante jactancia.
ESQUILO
Componiendo un drama lleno del espíritu de Ares.
BACO
¿Cuál?
ESQUILO
Los siete sobre Tebas . Todos los espectadores
salían llenos de bélico furor.
BACO
En eso obraste mal; pues hiciste que los tebanos
fueran mucho más atrevidos para la guerra, lo cual
merece castigo.
ESQUILO
Vosotros podíais también haberos dedicado a ello,
pero no quisisteis. Después, con Los persas, mi obra
maestra, os inspiré un ardiente deseo de vencer
siempre a los enemigos.
BACO
Es verdad; me alegré mucho a la noticia de la
muerte de Darío ; y el coro palmoteo al punto,
exclamando: ¡Victoria!
ESQUILO
Éstos son los asuntos que deben tratar los poetas:
“Considerad, si no, qué servicios prestaron los más
ilustres desde la antigüedad más remota: Orfeo
nos enseñó las iniciaciones y el horror al homicidio;
Museo , los remedios de las enfermedades y los
oráculos; Hesíodo la agricultura y el tiempo de las
sementeras y recolecciones ; y al divino Hornero
¿de dónde le ha venido tanta gloria, sino de haber
enseñado cosas útiles, la estrategia, las virtudes
bélicas y la profesión de las armas?
BACO
Sin embargo, no ha podido instruir en nada, al
architonto de Pantacles ; hace poco debía ir al
frente de una procesión, y, después de haberse
atado el casco, se acordó de que no le había puesto
la cimera.
ESQUILO
En cambio ha educado a otros mil valientes, entre
ellos el héroe Lámaco . Inspirándose en él mi
fantasía, representó las hazañas de los Patroclos y
los Teucros , bravos como leones, para excitar a
imitarlos a todos los ciudadanos en cuanto resuena
el bélico clarín. Nunca puse en escena Fedras ni
impúdicas Estenobeas ; y nadie podrá decir que he
pintado en mis versos una mujer enamorada .
EURÍPIDES
Es verdad, jamás has conocido a Afrodita.
ESQUILO
Ni la quiero conocer; en cambio, por tu mal, tú y los
tuyos la conocéis demasiado.
BACOCierto, cierto; los delitos que imputaste a las
mujeres de otros los viste en la tuya propia .
EURÍPIDES
Pero, importuno, ¿qué mal hacen a la república mis
Estenobeas?
ESQUILO
Las nobles esposas de los ciudadanos nobles han
bebido la cicuta arrastradas por la vergüenza que
les han causado tus Belerofontes .
EURÍPIDES
¿He cambiado siquiera en lo mínimo la historia de
Fedra?
ESQUILO
Es verdad, no la has cambiado; pero un buen poeta
debe ocultar el vicio y no sacarlo a luz y ponerlo en
escena, pues ha de ser para los adultos lo que para
los niños los maestros. Nuestra obligación es
enseñar sólo el bien.
EURÍPIDES
¿Y cuando tú hablas de los Licabetos y de las altas
cumbres del Parnaso nos enseñas el bien? ¿Por qué
no empleas un lenguaje humano?
ESQUILO
Pero, desdichado, las expresiones deben ser
proporcionadas a la elevación de las sentencias y
pensamientos. El lenguaje de los semidioses debe
ser sublime, lo mismo que sus vestiduras deben ser
más ostentosas que las nuestras. Lo que yo
ennoblecí, tú lo has degradado.
EURÍPIDES
¿Cómo?
ESQUILO
En primer lugar, vistiendo de harapos a los reyes
para que inspirasen más profunda compasión.
EURÍPIDES¿Qué mal hay en eso?
ESQUILO
Por culpa tuyo ningún rico quiere armar ya a su
costa una galera; pues para librarse del
compromiso se cubre de andrajos, llora y dice que
es pobre.
BACO
Es verdad, por Deméter; y debajo lleva una túnica
de lana fina; y después de habernos engañado se le
ve aparecer en la pescadería... .
ESQUILO
En segundo lugar, tú has inspirado tal afición a la
charlatanería y las argucias, que las palestras están
abandonadas, los jóvenes corrompidos , y los
marineros se atreven a contradecir a sus
comandantes; en mis tiempos no sabían más que
pedir su ración de pan y gritar “¡Rippape!”
BACO¡Oh! pues ahora, ya saben lanzar un flato a la boca
del remero del banco inferior y embrear a sus
compañeros, y, cuando desembarcan, robar los
vestidos al primer transeúnte, y pasarse el tiempo
en discusiones, sin cuidarse de remar, dejando que
la nave bogue a la ventura.
ESQUILO
¿De qué crímenes no es autor? ¿No ha puesto en
escena alcahuetas, mujeres que paren en sagrado ,
hermanas incestuosas , y otras que dicen que la vida
no es la vida? Así es que nuestra ciudad se ha
plagado de escribanos y bufones, especie de monos
que tienen al pueblo constantemente engañado;
mientras que ya nadie sabe llevar una antorcha ;
por falta de ejercicio.
BACO
Nadie, es verdad; así es que en las Panateneas me
faltó poco para morir de risa viendo a un hombre
blanco, gordo y pesado que corría encorvado y con
un trabajo infinito, mucho más atrás que los otros.
En la puerta del Cerámico, los espectadores le
pegaron en el vientre, en el pecho, en los costados y
en las nalgas, hasta que, en vista de aquella lluvia de
palmadas, mi hombre soltó un flato con el cual
apagó la antorcha y se escapó.
CORO
El negocio es importante; la disputa vehemente;
grave la guerra. Difícil será el formar opinión, pues
si el uno ataca vigorosamente, el otro huye el
cuerpo con agilidad y responde con destreza. No
permanezcáis siempre en el mismo terreno: tenéis
abiertos muchos caminos e infinitas argucias. Decid,
exponed, manifestad todos vuestros recursos viejos
y nuevos; aventurad algunos argumentos
alambicados e ingeniosos. No temáis que la
ignorancia de los espectadores no pueda
comprender vuestras sutilezas; lejos de ser gente
ruda, todos se han ejercitado, y cada cual tiene su
libro donde aprende sabias lecciones; además su
natural ingenio está hoy más aguzado que nunca.
Nada temáis, emplead todos los medios, pues estáis
ante un público ilustrado.
EURÍPIDES
Empecemos por sus prólogos; siendo lo primero
que se encuentra en una tragedia, es natural que
principiemos por ellos el estudio de este hábil
poeta. Era oscuro en la exposición de sus asuntos.
BACO
¿Cuál de sus prólogos van a examinar?
EURÍPIDES
Muchos. Recítame por de pronto el de La Orestía.
BACO
Silencio todos. Recita tú, Esquilo.
ESQUILO
Oh subterráneo Hermes, que vigilas
sobre el paterno reino, dame ayuda;
vengo al fin a mi patria y entro en ella .
BACO
¿Hallas alguna falta en esos versos?
EURÍPIDES
Más de doce.
BACO
Pero si no son más que tres versos.
EURÍPIDES
Es que cada uno tiene veinte faltas.
BACO
Esquilo, te aconsejo que te calles: si no, además de
esos tres yambos, te censurará otros muchos.
ESQUILO
¿Yo callarme delante de ése?
BACO
Si me haces caso.
EURÍPIDES
En el principio ha cometido ya una falta enorme.
esquilo
(a Baco) ¿No ves que no tienes razón?
BACO
Sea. A mí poco me importa.
ESQUILO
(a Eurípides) ¿Dónde dices que está la falta?
EURÍPIDES
Repite desde el principio.
ESQUILO
Oh subterráneo Hermes, que vigilas
sobre el paterno reino...
EURÍPIDESEso lo dice Orestes ante la tumba de su padre,
¿verdad?
ESQUILO
No lo niego.
EURÍPIDES
¿De suerte que quiere decir que Hermes velaba por
su padre, para que cayendo en un pérfido lazo
fuese vilmente asesinado por su mujer?
ESQUILO
No es al dios de la astucia, sino al Mermes benéfico,
a quien llama subterráneo, y lo prueba diciendo que
recibió esa misión de su padre.
EURÍPIDES
Entonces el yerro es más grande de lo que yo
pretendía; pues si recibió de su padre aquella
misión subterránea...
BACOEs que su padre le había nombrado enterrador.
ESQUILO
¡Ay Baco! tu vino no está perfumado .
BACO
Recita el otro verso; y tú acecha sus faltas.
ESQUILO
...dame ayuda;
vengo al fin a mi patria y entro en ella.
EURÍPIDES
El sabio Esquilo nos dice dos veces la misma cosa.
BACO
¿Cómo dos veces?
EURÍPIDES
Examina esa frase y te haré ver la repetición.
“Vengo al fin a mi patria —dice—, y entro en ella.”
Vengo es enteramente lo mismo que entro.
BACO
Entiendo; es como si uno dijera a su vecino:
“Préstame la artesa, o si quieres el arca de amasar.”
ESQUILO
No es lo mismo, charlatán; mi verso es inmejorable.
BACO
¿Cómo? Pruébamelo.
ESQUILO
Todo el que goza de los derechos de ciudadanía
puede venir a su patria, porque viene sin haber
experimentado antes ningún infortunio; pero el
desterrado viene y entra .
BACO
¡Muy bien, por Apolo! ¿Qué dices a eso, Eurípides?
EURÍPIDES
Digo que Orestes no entró a su patria, porque vino
secretamente, sin haber obtenido la competente
autorización de los que entonces ejercían el mando.
BACO
¡Muy bien, por Hermes! Pero no te comprendo.
EURÍPIDES
Recita, pues, otro.
BACO
Vamos, Esquilo, recítalo pronto. Tú acecha las faltas.
ESQUILO
Invocando los manes de mi padre
sobre su propia tumba, que se digne
oírme y escucharme le suplico .
EURÍPIDESOtra repetición: oír y escuchar son dos cosas
idénticas.
BACO
Pero, desdichado, ¿no ves que estaba hablando con
los muertos, a los que no basta invocar tres veces?
ESQUILO
Y tú ¿cómo hacías los prólogos?
EURÍPIDES
Te lo voy a decir; y si encuentras una sola
repetición, o un solo ripio, me doy por vencido.
ESQUILO
Empieza ya: mi deber es escucharte; veamos qué
hermosos son los versos de tus prólogos.
EURÍPIDES
Edipo, que al principio era dichoso... .
ESQUILODe ningún modo; su sino era la desgracia, pues ya
antes de que se le engendrara predijo Apolo que
mataría a su padre, y aún no había nacido. ¿Cómo,
pues, al principio era dichoso?
EURÍPIDES
¡Mortal infelicísimo fue luego!
ESQUILO
De ningún modo, repito. No dejó de ser lo que era.
Además, esa felicidad fue imposible. Apenas nació,
ya le expusieron metido en una olla en el rigor del
invierno, para que no llegase a ser el asesino de su
padre; después, por desgracia suya, llegó al palacio
de Pólibo, con los pies hinchados ; luego, joven
todavía, se casó con una vieja, que por añadidura
era su madre, y por último se sacó los ojos.
BACO
¡Feliz él si hubiera mandado la escuadra con
Erasínides!
EURÍPIDES
Desbarras, mis prólogos son buenos.
ESQUILO
Por Zeus, no pienso ir desmenuzando tus versos
palabra por palabra, sino con la ayuda de los dioses
aniquilar tus prólogos sin más que con una pequeña
alcuza.
EURÍPIDES
¿Con una alcuza?
ESQUILO
Sí, con una sola; pues tus yambos son de tal
naturaleza que se les puede añadir lo que se quiera,
un pellejito, una alcucita, un saquito, como te lo
demostraré en seguida.
EURÍPIDES
¿Tú demostrarme eso?
ESQUILO
Sí, yo.
BACO
Vamos, recita.
EURÍPIDES
Cuando, según la fama más creída,
con sus cincuenta hijas llegó Egipto
de Argos a la región... .
ESQUILO
Perdió su alcuza .
EURÍPIDES
¿Qué alcuza? ¡Así te mueras!
BACO
Recita otro prólogo, y veamos.
EURÍPIDESBaco, que armando del pomposo tirso
y cubierto de pieles de cervato,
danza en las cumbres del Parnaso agreste
de antorchas al fulgor.... .
ESQUILO
Perdió su alcuza.
BACO
De nuevo nos sacude con su alcuza.
EURÍPIDES
No nos fastidiará más, pues a este prólogo no le
podrá colgar la alcuza.
No existe, no, felicidad completa;
tal de ilustre familia, es pobre; y otro
de modesta extracción... .
ESQUILO
Perdió su alcuza.
BACO
¡Eurípides!
EURÍPIDES
¿Qué hay?
BACO
Recoge velas; pues esta alcuza va a convertirse en
huracán.
EURÍPIDES
Poco se me importa, por Ceres; ya verás cómo se lo
hago soltar de las manos.
BACO
Continúa recitando, y mucho ojo con la alcuza.
EURÍPIDES
La ciudad de Sidón abandonando,
Cadmo, hijo de Agenor... .
ESQUILO
Perdió su alcuza.
BACO
¡Ay, amigo mío! Cómprale esa bendita alcuza, pues,
si no, va a echar a pique todos los prólogos.
EURÍPIDES
¡Cómo! ¿yo comprársela?
BACO
Si me haces caso.
EURÍPIDES
No por cierto. Puedo citarle una porción de
prólogos, a los que no podrá aplicarles la alcuza.
Pélope, hijo de Tántalo, partiendopara Pisa, animando los corceles
de su carro veloz... .
ESQUILO
Perdió su alcuza.
BACO
¿Lo ves? De nuevo le ha colgado su alcuza. Vamos,
Esquilo, véndesela a cualquier precio que tú por un
óbolo podrás comprar otra hermosísima.
EURÍPIDES
Te digo que no; aún me quedan muchos.
Eneo en su heredad... .
ESQUILO
Perdió su alcuza.
EURÍPIDES
Déjame acabar el primer verso.Eneo en su heredad, habiendo un día
pingüe cosecha recogido y de ella
ofrecido a los dioses las primicias en
piadosa oblación...
ESQUILO
Perdió su alcuza.
BACO
¡Durante el sacrificio! ¿Quién se la quitó?
EURÍPIDES
Permíteme, amigo mío, que pruebe con este verso:
Zeus (la verdad misma lo asegura) ...
BACO
Estás perdido; en seguida va a añadir: “Perdió su
alcuza.” Porque la tal alcuza se adhiere a tus
prólogos como el orzuelo a los párpados. Pero, por
todos los dioses, pasa ya a ocuparte de la parte
lírica de sus dramas.
EURÍPIDES
Puedo demostrar hasta la evidencia que sus cantos
son perversos y llenos de las mismas repeticiones.
CORO
¿En qué parará esto? Ansioso estoy de saber qué
censuras se atreverá a presentar contra sus
infinitos y bellísimos cantos, tan superiores a los de
los poetas del día; no acierto a comprender en qué
podrá motejar a este rey de las fiestas de Baco , y le
auguro una derrota.
EURÍPIDES
¡Sí! ¡admirables cantos líricos! Ahora se verá, pues
voy a reunirlos todos en uno.
BACO
Y yo llevar la cuenta con estas piedrecitas.
EURÍPIDES
Aquiles , rey de Ftía, ¿por qué, si oyes el estruendo
feral de la matanza,
a aliviar sus trabajos, di, no vuelas? . Nosotros,
habitantes de este lago,
culto rendimos al astuto Hermes,
egregio fundador de nuestra raza,
y a aliviar sus trabajos tú no corres .
BACO
Ya tienes dos trabajos, Esquilo.
EURÍPIDES
Oh el más ilustre aqueo, ínclito Atrida, jefe de
muchos pueblos poderosos , ¿a aliviar sus trabajos
tú no corres?
BACO
Va el tercer trabajo, Esquilo.
EURÍPIDES
Silencio: las proféticas Melisas .
de Ártemis van a abrir el templo augusto.
¿Y a aliviar sus trabajos tú no vuelas?
Yo puedo proclamar que los guerreros partieron
con auspicios la victoria;
a aliviar sus trabajos tú no corres.
BACO
¡Soberano Zeus! ¡qué infinidad de trabajos! Quiero
ir a bañarme; pues con tantos trabajos se me han
inflamado los riñones.
EURÍPIDES
Por favor, no te vayas antes de oír este canto
arreglado para cítara.
BACO
Sea; pero pronto y sin trabajos.
EURÍPIDES
¿Por qué los dos monarcas que
comandan
la ardiente juventud de los Aqueos,
flatotrato-flatotrat,
la aterradora Esfinge han enviado,
perro fautor de negros infortunios?
flatotrato-flatotrat.
Vibrando el asta en la potente garra
el ave que impetuosa y vengadora
flatotrato-flatotrat.
entrega al crudo diente de los perros,
osados vagabundos de los aires,
flatotrato-flatotrat.los que se inclinan al partido de Áyax.
flatotrato-flatotrat.
BACO
¿Qué es ese flatotrat? ¿En Maratón, o dónde has
recogido ese canto de aguadores?
ESQUILO
No; yo di a lo que era ya bueno una forma
igualmente bella, para que no se dijese que cogía en
el jardín sagrado de las Musas las mismas flores que
Frínico . Pero Eurípides, para tomar sus cantos,
acude a los de todas las meretrices, y a los escollos
de Meleto , a los aires de la flauta caria, a los
acentos doloridos, y a los himnos coreo gráficos,
como os lo voy a demostrar en seguida. Traedme
una lira. ¿Pero qué necesidad hay de lira para éste?
¿Dónde está la mujer que toca las castañuelas? Ven,
oh Musa de Eurípides. Tú eres la única digna de
modular sus canciones.
BACO¿No ha imitado nunca esa Musa a las lesbias?
ESQUILO
Alciones que gorjeáis sobre las olas
infinitas del piélago salado,
con gotas titilantes
de rocío, menudas y cambiantes,
el nítido plumaje salpicado;
arañas que en los lóbregos rincones
de las habitaciones
hi-i-i-láis la trama prodigiosa
con la pata ligera,
y con la resonante lanzadera.
El delfín cautivado
por el son de las flautas delicadas,augurando buen viaje,
salta regocijado
en torno de las proas azuladas.
Adorno de la vid, crespo follaje,
sostén lozano del racimo bello,
enlaza, hijo, tus brazos a mi cuello,
¿Ves tú el ritmo?
BACO
Lo veo.
ESQUILO
¡Cómo! ¿Lo ves?
BACO
Lo veo.
ESQUILO¿Y tú, autor de semejantes versos; tú que imitas al
componerlos las doce posturas de Cirene, te
atreves a censurar los míos? Tales son sus cantos
líricos: examinemos ahora sus monólogos :
Oscuridad profunda de la noche,
del fondo de tu abismo tenebroso
¿qué ensueño pavoroso
envías a mi mente conturbada?
Sin duda es un aborto del averno,
un alma inanimada,
de horrible aspecto y de letal mirada,
un hijo de la noche y del infierno,
de uñas de acero y veste rozagante.
La lámpara brillante,
esclavas, encended, y al cristalinorío
 hurtadle la linfa en vuestras urnas;
calentadla y podré de este divino
sueño purificarme,
que en las horas nocturnas
ha venido espantoso a atormentarme.
¡Oh Posidón! ¿Qué es esto?
El prodigio funesto
ved, mis consortes en destino impío,
¡ah! Glice sin entrañas
¡huye, huye, y se lleva el gallo mío!
¡Ninfas de las montañas,
y tú, Mania, prended, prended a Glice!
Yo que estaba ¡infelice!
a mi labor atentael blanco lino hi-i-i-i-ilando
que mi rueca cubría,
y el ovillo formando
que al despuntar el día
en la plaza pensaba
a buen precio vender; mas él volaba
¡ay! volaba y con alas incansables
por el éter cruzaba;
y penas, penas ¡ay! interminables,
me dejó solamente,
y tristezas y enojos,
y convertidos en perenne fuente
de lágrimas, de lágrimas mis ojos!
Cretenses, acudid; hijos del Ida,con el arco homicida
en mi auxilio volad, cercad la casa;
divina cazadora,
Ártemis clara, acude con tus canes
y registra los últimos desvanes.
Hécate, hija del gran Zeus, enciende
dos antorchas, y guía
a la mansión dé la ladrona Glice;
quizá, quizá a su luz, ¡ay infelice!
pueda encontrar la pobre hacienda mía.
BACO
Basta de coros.
ESQUILO
Sí, basta. Ahora quiero traer una balanza, pues es el
único medio de aquilatar el valor de nuestra poesía
y calcular el peso de nuestras palabras.
BACO
Vamos, venid. Me veo reducido a vender por libras
el numen de los poetas, como si fuese queso .
CORO
Las gentes de talento son muy ingeniosas. Es ésta
una idea peregrina, admirable y extraña que antes a
nadie se le había ocurrido. Yo, si alguno me lo
hubiese contado, no le hubiera dado crédito
pensando que deliraba.
BACO
Ea, acercaos a los platillos...
ESQUILO Y EURÍPIDES
Ya estamos.
BACO
Recitad teniéndolos cogidos, cada uno un verso, y
no los soltéis hasta que yo diga: ¡Cucú!
ESQUILO Y EURÍPIDES
Ya están cogidos.
BACO
Decid ya un verso sobre la balanza.
EURÍPIDES
¡Oh, si el Argos jamás volado hubiera!...
ESQUILO
¡Oh río Esperquio! ¡oh pastos de los toros!...
BACO
¡Cucú! Soltad. ¡Oh! el verso de Esquilo baja mucho
más.
EURÍPIDES
¿Por qué?
BACOPorque, a ejemplo de los vendedores de lana, ha
mojado su verso, poniendo en él un río, y tú le has
aligerado poniéndole alas.
EURÍPIDES
Que recite otro y lo pese.
BACO
Coged de nuevo los platillos.
ESQUILO Y EURÍPIDES
Ya están.
BACO
(a Eurípides) Di.
EURÍPIDES
De la Persuasión dulce es la elocuencia
el único santuario... .
ESQUILOSólo la muerte es la deidad
que no ama las oblaciones pías... .
BACO
Soltad, soltad. De nuevo la balanza cae hacia el lado
de Esquilo; y es porque ha echado en el plato la
Muerte, que es el más pesado de los males.
EURÍPIDES
Y yo la Persuasión; mi verso es inmejorable.
BACO
Pero la Persuasión es cosa ligera y de poco peso.
Vamos, busca entre tus versos más pesados uno
muy robusto y vigoroso que incline la balanza a tu
favor.
EURÍPIDES
¿Pero dónde encontrarlo? ¿dónde?
BACOYo te lo diré: “Aquiles ha sacado dos y cuatro” .
Recitad; ésta es la última prueba.
EURÍPIDES
Se apoderó de una ferrada maza .
ESQUILO
El carro sobre el carro, y el cadáver sobre el
cadáver... .
BACO
(a Eurípides) Otra vez te ha vencido.
EURÍPIDES
¿Cómo?
BACO
Ha puesto dos carros y dos cadáveres, cuyo peso no
podrían levantar ni cien egipcios .
ESQUILODejémonos de disputar verso por verso: póngase
Eurípides en un plato de la balanza, con sus hijos, su
mujer, Cefisofón y todos sus libros, y yo pondré
solamente dos versos en el otro.
BACO
Ambos poetas son amigos míos, y no quiero decidir
la cuestión, pues sentiría enemistarme con uno de
ellos. El uno me parece muy diestro, el otro me
encanta.
HADES
Entonces no has logrado el objeto de tu viaje.
BACO
¿Y si sentencio?
HADES
Te llevarás el que prefieras; y no habrás hecho en
balde el viaje.
BACOGracias, Hades. Ahora, escuchadme: yo he bajado
aquí en busca de un poeta...
EURÍPIDES
¿Para qué?
BACO
Para que la ciudad, una vez libre de peligros , haga
representar sus tragedias. Estoy resuelto a llevarme
a aquel de vosotros que me dé un buen consejo
para la república. Decidme: ¿qué pensáis de
Alcibíades? Ésta es cuestión que ha puesto en
aprietos a Atenas .
EURÍPIDES
¿Y qué piensa de él?
BACO
¿Qué piensa? Le desea, le aborrece y no puede
pasarse sin él. Vamos, decid vuestra opinión.
EURÍPIDESDetesto al ciudadano lento en ayudar a su patria,
pronto en hacerla daño, hábil para el propio interés,
torpe para los del Estado.
BACO
¡Bien, por Posidón! Sepamos ahora tu parecer.
EURÍPIDES
No conviene criar en la ciudad al cachorro del león.
Lo mejor es esto; pero, una vez criado, es necesario
someterse a sus caprichos.
BACO
Por Zeus salvador, quedo en la misma indecisión; el
uno -habló con ingenio y el otro con claridad.
Decidme ambos vuestra opinión sobre los medios
de salvar la república.
EURÍPIDES
Poniendo a Cinesias, a modo de alas, sobre Cleócrito
, de suerte que el viento se llevase a ambos sobre
las olas del mar...
BACO
La idea es chistosa, pero ¿adonde vas a parar?
EURÍPIDES
Cuando hubiera una batalla naval podrían echar
vinagre a los ojos de nuestros enemigos. Pero voy a
deciros otra cosa.
BACO
Di.
EURÍPIDES
Si confiamos en lo que ahora desconfiamos, y
desconfiamos en lo que ahora confiamos...
BACO
¿Cómo? No entiendo. Dilo más llana y
comprensiblemente.
EURÍPIDES
Si desconfiamos de los ciudadanos en que hoy
confiamos, y empleamos a los que tenemos en
olvido, quizá nos salvaremos. Pues si con aquellos
somos infelices, no conseguiremos ser felices
empleando a sus contrarios?
BACO
¡Admirable! Eres el hombre más ingenioso, un
verdadero Palamedes . Dime: ¿esa idea es tuya o de
Cefisofón?
EURÍPIDES
Es mía; la del vinagre es de Cefisofón.
BACO
¿Qué dices tú?
ESQUILO
Dime antes a quiénes emplea la república. ¿A los
hombres de bien?
BACO
No; los aborrece de muerte.
ESQUILO
¿Le agradan los malos?
BACO
Tampoco; pero la necesidad le obliga a echar mano
de ellos.
ESQUILO
¿Qué medios de salvación puede haber para una
ciudad que no quiere paño fino ni burdo?
BACO
Por favor, Esquilo, discurre alguno que nos saque
del abismo.
ESQUILO
En la tierra te lo diré; aquí no quiero.
BACO
De ningún modo; envíales desde aquí la felicidad.
ESQUILO
Se salvarán cuando crean que la tierra de sus
enemigos es suya, y la suya de sus enemigos; y que
sus naves son sus riquezas, y sus riquezas su ruina .
BACO
Muy bien; pero los jueces lo devoran todo .
HADES
(a Baco) Sentencia.
BACO
Sentenciad vosotros. Yo elijo al predilecto de mi
corazón.
EURÍPIDES
Tomaste a los dioses por testigos de que me
llevarías. Sé fiel a tu juramento y elige a tus amigos.
BACO
“La lengua ha jurado” , pero escojo a Esquilo.
EURÍPIDES
¿Qué has hecho, miserable?
BACO
¿Yo? Declarar vencedor a Esquilo. ¿Por qué no?
EURÍPIDES
¿Y aún te atreves a mirarme a la cara después de tu
vergonzosa felonía?
BACO
¿Hay algo vergonzoso mientras el auditorio no lo
tenga por tal?
EURÍPIDES
¿Cruel, me vas a dejar entre los muertos?
BACO
¿Quién sabe si el vivir es morir, si el respirar es
comer, si el sueño es un vellón?
HADES
Entrad. Baco, ven conmigo.
BACO
¿Para qué?
HADES
Para que os dé hospitalidad antes de que partáis.
BACO
Bien dicho, por Zeus; eso me agrada más.
CORO
¡Feliz el poseedor de toda la sabiduría! Mil pruebas
lo demuestran. Esquilo, gracias a su ingenio y
habilidad, vuelve a su casa para dicha de sus
conciudadanos, amigos y parientes. Guardémonos
de charlar con Sócrates, despreciando la música y
demás accesorios importantes de las Musas
trágicas. El pasarse la vida en discursos enfáticos y
vanas sutilezas es haber perdido el juicio.
HADES
Parte gozoso, Esquilo; salva nuestra ciudad con tus
buenos consejos y castiga a los tontos: ¡hay tantos!
Entrega esta cuerda a Cleofón , ésta a los
recaudadores Mírmex y Nicómaco , y ésta a
Arquénomo , y diles que se vengan por aquí pronto
y sin tardar. Pues si no bajan en seguida, los agarro,
los marco a fuego , y atándolos de pies y manos con
Adimante hijo de Leucólofo, los precipito, hechos
un fardo, a los infiernos.
ESQUILO
Cumpliré tus órdenes: coloca tú en mi trono a
Sófocles para que me lo conserve y guarde, por si
acaso vuelvo; porque después de mí, le creo el más
hábil. En cuanto a ese intrigante, impostor y
chocarrero, haz que jamás ocupe mi puesto, aun
cuando quieran dárselo contra su voluntad.
HADES
(al Coro).Alumbradle con vuestras sagradas
antorchas, y acompañadle cantando sus propios
himnos y coros.
CORO
Dioses infernales, conceded un buen viaje al poeta
que retorna a la luz, y a nuestra ciudad grandes y
sensatos pensamientos. De esta suerte nos libraréis
de los grandes males y del horrible estruendo de las
armas. Cleofón y los que como él piensan, váyanse a
pelear a su patria.